Dr. Alfonso Gaona Foto: Casasola - INAH |
Un convenio suspendido
En noviembre de 1956 se había negociado un nuevo convenio taurino hispano – mexicano, con la finalidad de revalidar o reformar el signado en 1951. La firma de ese nuevo convenio coincidió con la organización de la Feria Guadalupana en el Toreo de Cuatro Caminos y duraría vigente hasta marzo de 1957, cuando después de la 11ª corrida de la temporada 1956 – 57 en la Plaza México, el doctor Alfonso Gaona se vio forzado a suspender las actividades de la empresa que encabezaba, según dijo en carta abierta que se publicó tanto en el diario Esto de la Ciudad de México, como en el semanario madrileño El Ruedo del 21 de marzo de ese 1957:
… En las corridas, todas, he sufrido pérdidas de consideración; he ofrecido los mejores carteles, y los aficionados deben tener presente que nunca escatimé esfuerzos para presentar los mejores toreros mexicanos y extranjeros, lidiando toros de nuestras más famosas ganaderías. Durante mi gestión ha habido tardes inolvidables, como la reciente y triunfal despedida de Fermín Rivera, corrida en la que, a pesar de haberse llenado la Plaza sufrí una gran pérdida…
… Puedo asegurar que ninguna persona se atreverá a tomar la Plaza México, para la explotación de la fiesta brava en las condiciones en que la tenía yo, a menos que quiera a sabiendas ir al sacrificio. Mi ejemplo será bastante, pues con los presupuestos actuales no hay defensa posible. La única solución sería que el propietario del coso renunciara a sus muchos ingresos por concepto de anuncios, cojines, cervezas y refrescos, radio, televisión, y la mitad del Derecho de Apartado.
Por lo que respecta a mis acreedores, les participo que les pagaré hasta el último centavo, tan pronto como mis circunstancias lo permitan, dándoles las gracias por todas las atenciones que han tenido para mí…
Y es que, además de los impuestos que gravaban a la empresa taurina, como cualquier actividad empresarial, en el Diario Oficial de la Federación del 9 de julio de 1945, se publicó un decreto por el entonces presidente Manuel Ávila Camacho que establecía que la explotación de espectáculos taurinos en el Distrito y Territorios Federales solo podría efectuarse por la Secretaría de Salubridad y Asistencia o por empresas particulares permisionadas por ésta. Y en su artículo segundo fijaba, entre otras cosas que:
...la Secretaría... podrá autorizar a empresas particulares para la explotación de espectáculos taurinos... en términos del artículo anterior, mediante una participación que en ningún caso será menor del diez por ciento del producto bruto de los ingresos de cada espectáculo: corrida de toros, novillada o festival taurino...
Es decir, la empresa de toros estaba lastrada con una auténtica alcabala, adicional a la fiscalidad que por su naturaleza le correspondía, y considerando que en la época en la que se impuso y en la que después estuvo vigente, existía además control de precios sobre el costo de las localidades de la plaza, por sí sola, esa sobre imposición, era suficiente para hacer incosteable la operación del coso más grande del mundo.
Estimo que por esa razón el doctor Gaona decidió tirar el arpa y mudarse al vecino Estado de México, asiento del Toreo de Cuatro Caminos, donde continuó su actividad. Pero lo tuvo que hacer sin el concurso de los diestros hispanos, que dadas las circunstancias se quedaron sin percibir el importe parcial o total de los honorarios que les correspondían, por lo que dieron por suspendido el convenio signado unos meses antes, hasta que la situación se resolviera.
El nuevo convenio de 1961
La Plaza México fue reabierta en 1958 por una sociedad denominada Diversiones y Espectáculos de México, Sociedad Anónima, cuyo acrónimo DEMSA, es de triste memoria en la historia de esta fiesta. La dirigía entonces el licenciado Ignacio Garciadiego, abogado de la familia Cosío, propietaria de la plaza. Para el año de 1960, el industrial Alejo Peralta se hizo del control corporativo de esa empresa, manteniendo la participación de los dueños del inmueble y agregando dos socios minoritarios que, por su relación con la actividad que en la México se desarrollaba, a juicio de don Alejo, tendrían que participar del riesgo: don Alberto Bailleres como entonces titular de la Cervecería Moctezuma y don Emilio Azcárraga Milmo, titular del entonces Telesistema Mexicano. El primero, porque vendía sus productos dentro de la plaza y el otro porque transmitía por televisión los festejos que allí se daban. Esto cuenta Luis Suárez en su libro Alejo Peralta. Un patrón sin patrones:
En la tarde del miércoles 24 de febrero de 1960 se firmó el contrato de arrendamiento de la Plaza México en las nuevas oficinas de la empresa, ubicadas en Paseo de la Reforma 20. En el consejo de administración, además de Ojeda como presidente, ingresó como secretario otro amigo de Peralta... el ingeniero Federico Padilla... El propietario de la Ciudad de los Deportes... se incorporó por medio de su hijo, Antonio Cosío... y como gerente quedaba el propio Gaona, el experto.... se convocó a los sectores afectados. Acudieron... matadores de toros, representados por Pepe Luis Vázquez y Ricardo Balderas... banderilleros y picadores, por Pedro Ortega (Pedrote), Nacho Carmona y Jesús Merino... así como la difícil prensa del medio... El sábado 5 de marzo, el doctor José Álvarez Amézquita, secretario de Salubridad y Asistencia, ante Ojeda, Gaona y toreros firmó la autorización para reanudar el espectáculo, que derivaría a la asistencia social el 10 por ciento del derecho de apartado y de los ingresos brutos...
Alfonso Gaona manejaría en consecuencia y casi al alimón las dos plazas de la capital mexicana. Para hacerlo, requeriría de cubrir los adeudos que se generaron en la temporada 1956 – 57 a varios toreros como Chamaco, Antonio Ordóñez, Luis Miguel Dominguín, Angel Peralta, Litri o Dámaso Gómez. Esos adeudos, según afirma Francisco Narbona en colaboración del 26 de octubre de 1961 para El Ruedo de Madrid, para esa fecha estaban debidamente cubiertos o renegociados a satisfacción de ambas partes.
Paralelamente se discutía por los titulares del Sindicato Nacional del Espectáculo de España y la Unión Mexicana de Matadores de Toros y Novillos si el convenio se reanudaría como quedó en 1957 o sí se firmaría uno nuevo. Al final de cuentas, se decidió tanto por la parte mexicana, representada por Fermín Rivera y la española encabezada por Mario Salazar, secretario técnico del Grupo Taurino del Sindicato, que habría necesidad de celebrar un nuevo pacto.
El nuevo convenio se concretó el 22 de noviembre de 1961. Se convino entre otras cuestiones, la mayoría de toreros de la nacionalidad del país huésped, la necesidad de tener un mínimo de dos contratos firmados y visados para actuar en el país que se visitaba, tope de actuaciones en el país extranjero, el que solamente se enfrentarían a reses de ganaderías afiliadas a las asociaciones reconocidas y la obligatoriedad de los toreros de afiliarse al sindicato del país que se visitara. Pero no todos estuvieron de acuerdo con esas estipulaciones. Antonio Ordóñez, Antonio Bienvenida y Ángel Luis Bienvenida se retiraron de la reunión en la que se votaba el convenio y se abstuvieron de votarlo:
La primera noticia la dio Antonio Ordoñez. Eran más de las diez de la noche, y a las puertas de la Sala de Juntas número 1 de la quinta planta de la Delegación Nacional de Sindicatos estábamos haciendo la guardia hasta media docena de periodistas. – Pleito resuelto – dijo, sonriente, el joven maestro de Ronda -. Y añadió: «Pero yo he presentado la dimisión de mi cargo de vocal en la Junta Nacional Taurina. Y conmigo, Antonio y Angel Luis Bienvenida.»
Los corresponsales de los periódicos mejicanos – de «Esto», de «Ovaciones» –, los más interesados en la noticia, comenzaron un tiroteo de preguntas.
Pero... ¿por qué?
- No estamos de acuerdo con las bases del convenio. Estimamos que perjudica a los novilleros españoles y, resueltamente, hemos salvado nuestro voto. No hay en tal actitud la menor enemistad para nuestros compañeros de Méjico, pero creemos que, en conciencia, no podíamos hacer otra cosa...” (El Ruedo, 23 de noviembre de 1961)
Independientemente de la reticencia de estos tres importantes diestros, el convenio se sacó adelante y se empezó a hablar ya de contratación de toreros para venir a México, en específico, a la temporada de el Toreo de Cuatro Caminos, que era la que estaba casi en la puerta. Antonio Posadas, representante en España de la empresa, declaraba a El Ruedo a mediados de diciembre:
Antonio Posadas lleva con mucho tacto la contratación de toreros para Méjico. Y como las conferencias con la capital azteca – el teléfono es el principal lazo de unión entre Posadas y el doctor Gaona – sufren con frecuencia retrasos por culpa del mal tiempo, las negociaciones han ido demorándose más de lo previsto. No obstante, a los nombres que ya dimos en nuestro número anterior – Peralta, Murillo, Diego Puerta... – hay que sumar varios más.
Por lo pronto – me ha dicho Posadas – se ha retrasado unos días la inauguración de la temporada. Iba a ser el día 17, pero las corridas no van a empezar hasta el domingo día 24. Ese día se presentará en la Plaza de El Toreo el español Fermín Murillo, que alternará con dos espadas mejicanos. Luego, en domingos sucesivos, irán entrando los demás contratados.
¿Cuáles son?
- Fermín Murillo ha sido contratado para tres tardes; Luis Segura, para dos; Angel Peralta, para cuatro; Diego Puerta, para tres, y Paco Camino, para otras tres. Están a punto de cerrarse los tratos con «El Viti», Jaime Ostos, «Mondeño» y Joaquín Bernadó. Este último tiene otros contratos para las Plazas de los estados, pero quizá vaya también a Méjico, capital…
Efectivamente, la fecha de apertura de la temporada de Cuatro Caminos se retrasaba, pero eso ya no tenía que ver con el convenio o con su falta, sino con asuntos domésticos de la torería mexicana. Ya arreglado el asunto con los españoles, ahora se suscitaba un problema con las infanterías mexicanas.
Pero el convenio se puso en marcha días antes, pues 25 de diciembre, en Celaya, el madrileño Miguel Ortas, alternó con Fernando de los Reyes El Callao y Héctor Obregón en la lidia de toros de Boquilla del Carmen, siendo en consecuencia el primer hispano beneficiado con la puesta en marcha del nuevo pacto signado.
Pero dada la extensión que estas notas van cobrando, el día de mañana continuaré con ellas.