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domingo, 20 de octubre de 2024

14 de octubre de 1934: Se celebra el último festejo de la historia de la Plaza de la Carretera de Aragón

El paseíllo final, Madrid 14 de octubre de 1934
Foto: Baldomero - Archivo de la Comunidad de Madrid

La plaza de toros conocida como la de la Carretera de Aragón, de la Fuente del Berro o de Felipe II en Madrid, fue proyectada por los arquitectos Emilio Rodríguez Ayuso y José Álvarez Capra. Se inauguró el 4 de septiembre de 1874 con una corrida de toros en la que participaron los espadas Manuel Fuentes Bocanegra; Rafael Molina Lagartijo; Francisco Arjona Currito; Salvador Sánchez Frascuelo; Vicente García Villaverde; José Lara Chicorro; José Machío y Ángel Fernández Valdemoro, para enfrentar toros del Duque de Veragua; Antonio Hernández; Núñez de Prado; Puente y López antes Aleas; Anastasio Martín; Miura y López Navarro.

Tenía una capacidad para algo más de trece mil espectadores y fue el sitio donde se escribieron importantes páginas de la historia de la tauromaquia y también el sitio en el que se definió el curso de la lidia en el sentido que actualmente la concebimos, cuando el 24 de mayo de 1928, ya en el ocaso del escenario, Chicuelo mostró ante Corchaíto de Graciliano Pérez Tabernero que el toreo tenía que tomar un rumbo nuevo. Ya por esos días estaba presente también la propuesta de Gallito, en el sentido de que las plazas de toros tenían que ser de gran capacidad para atraer más afición a los festejos y a precios más accesibles.

Es así que al término de la década de los veinte se inicia la edificación de la plaza de toros de Las Ventas, a partir de un proyecto del arquitecto José Espeliú quien fue asesorado por Joselito. Ese nuevo coso tendría casi el doble de capacidad del de la Fuente del Berro y tendería a sustituirlo en un futuro no muy lejano. Fue inaugurada, aunque se diga otra cosa, el 17 de junio de 1931, porque en esa fecha se dio allí la primera corrida de toros y quedó como la primera plaza de Madrid, a partir del mes de octubre de 1934.

El festejo final de la plaza de la Carretera de Aragón

Para el domingo 14 de octubre de ese 1934 se anunció una corrida de toros con el caballero en plaza Antonio Cañero, quien enfrentaría en primer término dos toros de Martín Martín y los diestros Marcial Lalanda, Joaquín Rodríguez Cagancho y Rafael Vega de los Reyes Gitanillo de Triana, quienes lidiarían toros de Ángel Sánchez y Sánchez, antes Trespalacios. Al final de cuentas, de estos últimos solamente se lidiaron cinco, porque el quinto de la corrida fue de Clairac.

Escribió Federico Morena en su tribuna del Heraldo de Madrid:

Todas las despedidas son tristes; pero plugo a los hados que ésta fuese altamente cordial. Toreros y aficionados separáronse con un «adiós» y un «hasta luego» cariñosísimos. El «adiós» para esta plaza de nuestros amores, que cumplió ayer sus destinos y que se entregará hoy resignadamente a la piqueta demoledora. El «hasta luego» como testimonio elocuente y magnífico de futura convivencia de los tres espadas y este buen público – ¿cómo bueno?; ¡jamón serrano! – de Madrid...

El primer toro de la tarde fue, decía, para Antonio Cañero, quien solamente pudo salir en esa oportunidad al ruedo, pues al intentar finiquitarlo pie a tierra, fue herido por el mismo. Escribió Recorte para el diario madrileño La Libertad:

Don Antonio Cañero lidió uno de los toros de D. Martín Martín, haciendo gala de sus grandes condiciones de caballista, teniendo rasgos de artista del toreo a caballo. El toro era bronco y tardo, teniéndole que desafiar en los terrenos de adentro para ponerle varios rejones y banderillas, un par de éstas excelentemente ejecutado y en condiciones comprometidas. Una de las veces, con la jaca castaña, desafió tan cerradamente al toro en la puerta de las cuadrillas, que alcanzó a la jaca, hiriéndola en el ijar derecho, dando muestras de gran contrariedad el caballista. Echó pie a tierra, y al dar el primer muletazo con la mano derecha, lo empuntó y campaneó, y con la cara ensangrentada pasó a la enfermería... Rota quedó aquí esta primera parte de la corrida, por la expectación que invadió la plaza, a pesar de que el novillero Trasmonte se ofreció para matar al novillo, cuyo ofrecimiento fue denegado por el presidente, originándose una gran protesta del público, acaso por la carestía de las localidades; pero tuvo su compensación, como se verá luego...

El parte que rindió el doctor Jacinto Segovia, jefe de los servicios médicos de la plaza fue el siguiente:

Durante la lidia del primer toro ingresó en esta enfermería el rejoneador D. Antonio Cañero con una herida en la región glútea derecha, que interesa tejido subcutáneo, aponeurosis y músculos glúteos, de 12 centímetros de extensión, con una trayectoria paralela al recto. Pronóstico menos grave. – Doctor Segovia.

Ese percance, que impidió que Antonio Cañero lidiara a su segundo toro, se traduciría en uno de los factores del éxito de la tarde final de la plaza, como adelanta el cronista y como podremos ver enseguida.

El cierre triunfal a cargo de Marcial Lalanda

El más grande de toda la torería... – dice su pasodoble – tuvo su gran triunfo con el cuarto de lidia ordinaria, cortándole las dos orejas. Escribió Recorte en el diario La Libertad:

...habría sido suficiente su faena de ayer al cuarto de la tarde, en esta parte de la lidia, para evidenciar que su figura se alza gloriosa, plena de luz y colores frescos, animada por un sentido científico de la lidia de reses bravas. Fue un toro berrendo, manso y difícil; lo desafió con un escalofriante pase por el lado izquierdo con las dos rodillas en tierra: pisó el terreno del toro, metiéndole la muleta en el hocico; le dio tres naturales, de los que salió humillado el animal; siguió pisándole el terreno y yéndosele a cada pase el bicho, insistiendo valerosísimo tan cerca y tan temerariamente hasta obligarle a tomar la muleta y así hacerle girar una vuelta completa, confundidos artista y toro, una vuelta tan emocionada que arrancó una ovación clamorosa, continuando con pases de todas las marcas. Y esta faena, que fue brindada al público, tuvo como remate un pinchazo en lo alto, seguido de una entera hasta el puño bien ejecutada y un descabello al primer golpe. Esta vez la plaza entera pidió las orejas, que se le concedieron, teniendo que dar la vuelta al ruedo y salir por tres veces también a saludar desde el tercio...

Y para redondear el gran suceso, pidió el que debió ser el segundo de Antonio Cañero – quien los enfrentaba en puntas – para que saliera en octavo sitio y le fue concedido por la presidencia. Ese toro lo brindó a Gregorio Corrochano. Así lo vio el propio brindado, en su tribuna del ABC madrileño:

Pero Cañero había sido herido por el primer toro. Y quedó el otro sin lidiar. No sé de dónde salió la voz de que Lalanda, acabada la corrida, mataría el toro de Cañero. Lalanda lo pidió. Y así cerraba Marcial la tarde. Salió el toro que, como el otro de Cañero, era del Conde de Orgaz, y salió dificilísimo. Manso, sin embestir, y cuando arrancaba, peligroso. Muy difícil. Menos mal que Marcial venía en tren que no le desluciera ningún torito y el público vio la importancia del regalito. Tuvo la delicadeza de brindármelo, como el último toro que se lidiaba en la plaza...

No siempre los toros de regalo resultan el pasaporte al triunfo. Ya pudimos leer que Marcial Lalanda en este caso no lo requería para esos efectos, sino para tener en su haber, quizás, el mérito de haber sido el torero que mató el último toro en la hoy llamada Plaza Vieja de Madrid y también, para dejar que la concurrencia disfrutara de su espectáculo completo. Así es ya la historia.

También triunfó Cagancho

Cagancho también tuvo una tarde brillante. Y destacó, de acuerdo con el común de las crónicas, por haber rematado debidamente las quintaesencias de su toreo, con el manejo de la espada. Alfonso, cronista de El Liberal, así describe su tarde:

El toreo parsimonioso y a la par alegre de Cagancho, tenía a la hora de matar un amargo contraste. Le fallaba el acero. ¡Cuántas bellas faenas se han perdido por esa dificultad! El gitano tenía más miedo a dejarse ir “tras de la espá” que el que dicen que sienten cuando ven a su vera a la Guardia Civil. Pues el domingo Cagancho nos hizo sentir de cerca las sensaciones del arte del volapié. Y a su primero, al que había toreado bien de cerca, lo mató de una estocada en lo alto, entrando desde cerca lentamente, muy derecho y saliendo limpio por los costillares. Un toro admirablemente muerto. Y, sin embargo, eso no fue nada al lado de lo que realizó en el siguiente. Una faena con pinturerías y gracia gitana. Adornos y majezas, vistosidad y desplantes. Esperó el momento de tener al público en situación, montó la espada para decir el clásico: “Vamos a ver si se mata así”, que tantas veces se ridiculiza después y ajustándose a las más clásicas y exigentes condiciones de la suerte del volapié, clavó todo el acero en lo alto del morrillo, haciendo rodar al bicho sin puntilla. El público – al que había brindado el toro –, entusiasmado y sorprendido por la audacia y gallardía del gitano, reclamó la oreja, que le fue concedida, y Cagancho dio la vuelta al ruedo en el último toro que mató en esta plaza...

Joaquín Rodríguez Ortega comenzaba a demostrar a los públicos de la capital española una de las divisas de su hacer ante los toros, el extraordinario manejo de la espada y no desaprovechó esta importante ocasión para hacerlo.

Por su parte, Gitanillo de Triana tuvo una tarde de poca fortuna con dos toros complicados que apenas le permitieron lucir por momentos en el toreo a la verónica.

Algunos datos para la historia

El rejoneador Antonio Cañero, quien lidiaría los dos primeros toros del festejo, llevó como auxiliadores a los banderilleros Emilio Ortega Orteguita y Faustino Vigiola Torquito II. No se le anunció sobresaliente, porque de no poder finiquitar a los toros desde el caballo, se advertía que él mismo lo haría pie a tierra. Por esa razón fue herido por el primero de su lote.

Las cuadrillas de los toreros a pie fueron integradas por los picadores Juan Atienza, Miguel Atienza y José Atienza; Francisco Zaragoza Trueno y Agustín Ibáñez Marinero; Francisco Chaves y Antonio Chaves, siendo picadores de reserva Antonio Vega y Carlos Ruiz. Como banderilleros salieron Eduardo Lalanda, Antonio Gallego Cadenas y Bonifacio Perea Boni; Alfredo Gallego Morato, Eduardo Pérez Bogotá y Antonio Vargas; Manuel Álvarez Andaluz, Manuel Ponce y Gabriel Moreno. Y como dato adicional, el último par de banderillas que se puso en esa plaza, correspondió a Bonifacio Perea Boni.

Agregaré lo que apunta Recorte en La Libertad:

La corrida empezó a las tres y media, siendo la entrada floja, acaso por las circunstancias por que atraviesa España en estos días…

Así terminaron los días gloriosos de una plaza de toros que fue ejemplar en su tiempo, poniendo siempre a la vista que la fiesta de los toros es una manifestación artística en la que la vida y la muerte se enfrentan sin cortapisas, y dejando tras de sí una enorme carga de la mejor historia taurina.

domingo, 23 de junio de 2024

23 de junio de 1929: Alberto Balderas y José El Negro Muñoz se presentan en ruedos de España

Alberto Balderas
Alberto Balderas y José El Negro Muñoz fueron de los primeros discípulos destacados de Samuel Solís, quien como ya he contado por esta Aldea, enseñaba el oficio del toreo en la placita de toros que había por el rumbo de Tacuba en la capital mexicana. Por esa razón los emparejó para que dieran sus primeros pasos en los ruedos. 

Armando de María y Campos, en su obra hagiográfica acerca del llamado Torero de México, sitúa la presentación de este vestido de luces el 6 de enero de 1926 en la plaza de toros de Mixcoac, de don Próspero Montes de Oca, alternando con José Olivera Pepete y El Niño del Brillante. Su presentación en El Toreo sería el 27 de marzo del año siguiente, en un festejo mixto, en el que su mentor y Carlos Lombardini se despedirían de los ruedos y Balderas, El Negro Muñoz y David Liceaga completarían el cartel. Alberto y Muñoz despacharían cuatro erales, Solís y Lombardini un toro cada uno y David Liceaga cerraría la tarde enfrentándose a un añojo.

Alberto Balderas y José Muñoz tendrían importantes actuaciones las temporadas novilleriles al inicio de la temporada de 1929 en El Toreo, lo que los animó a intentar el viaje a España para intentar obtener allá la alternativa de matador de toros. Samuel Solís les recomendó allá con Maera, quien fuera mozo de espadas de Rodolfo Gaona, para que les consiguiera acomodo con algún apoderado en aquellas tierras. Escribe de María y Campos:

Una mañana, al abrir los ojos, se encontró frente a Santander. Unas horas después se apeaba en la Estación de Atocha, en Madrid. Los esperaba “Maera”, el ex mozo de espadas de Gaona, a quien iban “consignados” ... “Maera” empezó a presentarlos en las tertulias taurinas de Madrid... También los llevó con Dominguín, el ex torero que había descubierto a “Cagancho” y que manejaba como empresario la plaza de toros de Tetuán, antesala de la de Madrid...

Pero las cosas no apuntaban hacia que pronto, don Domingo González los llevara a sus plazas. Tuvieron que aceptar presentarse en Carabanchel, en La Chata de Vista Alegre, plaza por cierto inaugurada por Rodolfo Gaona, en festejo que se programó para el domingo 23 de junio de 1929, hoy hace 95 años.

Los prolegómenos de una tarde triunfal

Cuando Maera le arregló a Alberto Balderas y al Negro Muñoz la novillada de su presentación, el cartel planteado inicialmente era una terna encabezada por el también mexicano Julián Pastor, quien al final de cuentas se cayó de la combinación por no estar conforme con los novillos de Aureliano García, antes Rodrigo Solís, ganadería procedente de la que en su día fue de don Valentín Collantes, producto de un cruce de ganados de origen Vázquez con reses de Murube y de Campos López, todo un galimatías ganadero.

En esas condiciones, el cartel de la presentación en ruedos hispanos de Alberto Balderas y José Muñoz quedó en un mano a mano. Como un apunte adicional, vale señalar que la prensa de la época se refiere a Balderas en esa tarde como Alberto Valderas, error que es corregido a partir de su siguiente actuación. 

La triunfal presentación de Alberto Balderas

Alberto Balderas saldría con las orejas y el rabo del quinto novillo de la función. Pero antes de llegar a ese punto en el que redondeó su tarde, impresionó al público asistente en buena cantidad al coso de Carabanchel por su clásico toreo a la verónica y por el ajuste que mostró al torear en quites por gaoneras. También se mostró como un buen banderillero y dueño de un valor sereno delante de los toros. Escribió R. Solís para el Heraldo de Madrid:

Alberto Valderas nos parece, sin duda, la figura más completa de la pareja. Ayer, por lo menos, lo demostró así. Toreó con el capote cerca, tranquilo y artista; banderilleó muy bien, hizo quites pintureros y efectistas y mató con facilidad y limpieza. Pero sobre todo lo que constituyó el triunfo pleno del joven lidiador fue la faena de muleta que realizó con su tercer toro (el quinto de la tarde), que brindó a los espectadores desde el centro de la plaza...

La faena que le representó el triunfo, la del tercero de su lote, la describe así quien sin firma, relató la novillada para el diario madrileño El Imparcial:

Y al fin el quinto... Aquí vino lo extraordinario. Unas verónicas Imponentísimas, soberbias. Y en el quite otro portento de lances. Y volvieron a tomar las banderillas… ¡Qué dos pares prendió Valderas! ¡El delirio! Pero luego vino Muñoz y riámonos del propio Gaona, padrino de estos chavales. ¡No hay quien lo haga mejor que este indio! …El novillo, mansísimo. No había tomado ni una vara, andaba hacia atrás, escarbaba y echaba la cara por los suelos. El elegante torero – ¡qué gran figura! – brindó en los centros, se fue al manso y con medios pases, tirando de él, le sacó casi a los medios. Púsose la muleta en la izquierda, se arrimó al bicho, le metió la pierna dos y tres veces y al arrancarse el manso – necesariamente tenía que arrancarse –, dibujó un natural tan extraordinario, que todo el público se puso en pie y rompió en una ovación cerrada. Otra vez metió la pierna insistentemente, otra arrancada y otro natural idéntico… La Plaza era una grillera. ¡Vaya un escándalo! Otro natural, y luego un redondo, sobre la derecha, claro. Y altos y ayudados, con una elegancia, derecho, quieto... ¡Asombroso! Y arrancando, a ley, un estoconazo completo, algo tendido, saliendo prendido. Una apoteosis; orejas, rabo, vuelta (los dos la dieron), un verdadero diluvio de prendas... Valderas es, sin prejuicio ni pasión, un torero extraordinario...

Grande debió ser la impresión que causara Balderas, que los aficionados en los tendidos reclamaban la presencia de los cronistas titulares de los diarios madrileños. G. Carrión, relator para La Voz de lo sucedido en el festejo, consigna lo siguiente:

Envío. – No faltó una voz que de un tendido salió diciendo: “¿No está Corinto y Oro? ¡Cuántas cosas no diría mañana en LA VOZ de estos buenos toreros!”. – Efectivamente, no estaba, anónimo aficionado. Yo transmito tu deseo al compañero, en la seguridad de que su brillante pluma no tardará en complacerte. Toreros son que merecen critica de tan competente escritor...

Como se puede ver, pronto se advirtió que lo que se apreciaba esa tarde, no era un mero festejo de trámite, sino el inicio de una carrera fulgurante e histórica

La tarde del Negro Muñoz

La parte dura del duro encierro jugado le tocó a José Muñoz, quien solamente pudo mostrarse como un torero enterado y como un extraordinario banderillero. Escribe Ale, en La Libertad:

A José Muñoz le tocó un lote, dentro de lo malo, lo peor. Por eso el chiquillo, ni con el capote ni con la muleta, logró convencer. Tiene, desde luego, geniecillo, y es muy probable que cuando le embista un toro pueda muy bien armar un alboroto... Con las banderillas se mostró un formidable rehiletero, consiguiendo en tres toros, por tal suerte, sucesivas ovaciones... Mató pronto a sus enemigos, y por ello también le aplaudieron...

Al final del festejo se llevaron a los dos toreros a hombros de la plaza por un largo trecho, en la correspondencia que dirigía Balderas a su amigo Arnulfo Reina y que publica en su citada obra don Armando de María y Campos, refiere lo siguiente:

...cuando mató el último toro José, se echó toda la gente al ruedo y nos sacaron en hombros; nos llevaron hasta la Puerta de Toledo, todos querían llevarnos hasta la Puerta del Sol, pero ya íbamos muy cansados y nos subimos al coche...

Por lo que se describe el torero en su misiva, efectivamente fue un rotundo triunfo para ambos.

Los novillos lidiados

La novillada, por lo que reflejan las crónicas que pude consultar, fue un compendio de mansedumbre y dificultades. Dice el anónimo relator de El Imparcial:

Para debut, mano a mano, soltáronles seis novillotes desarrollados, feos, destartalados, con muchos pitones. Seis ejemplares de mansedumbre, típicos de capea pueblerina. Diríamos, para compendiar, que uno fue sustituido – ¡si sería manso! – y cuatro de los lidiados ostentaron la caperuza, si se llama caperuza a un delantal negro, por lo sucio, que, como suponía un espectador, debía de ser un delantal de cocina. ¡Qué asco!...

Por su parte, E. Ayensa, en El Liberal, refiere lo siguiente:

Los bichos del domingo, de D. Aureliano García, antes de Solís, de Sevilla – según rezaba en los carteles –, resultaron completamente ilidiables. Feos, mansos, sin poder y muy desiguales, eran algo así como un saldo. Uno de los animalitos volvió a los corrales rechazado enérgicamente por el público, y los seis restantes se lidiaron en medio de una extraordinaria bronca del respetable. Cinco bueyes llevaron la infamante caperuza, y el primero, y único, que se libró de ella, fue por equivocación seguramente...

A propósito de la caperuza que se menciona en las crónicas que se citan, escribe el amigo Julián H. Ibáñez:

La caperuza negra: En 1929 hubo un cambio en la condena de castigo a los toros cobardes o mansos. Se cambiaron las banderillas de fuego por una caperuza negra. La caperuza era una especie de bonete negro que se le ponía al toro en el pitón durante el arrastre, para “señalar” su cobarde comportamiento y soportar el repudio del público... El primer toro en sufrir ese deshonor, fue un astado de Ildefonso Sánchez Rico, lidiado en Madrid el 24 de marzo de 1929. La caperuza negra, se trataba de un estigma ridículo e innecesario, que pretendía más castigar al ganadero, que, al toro cobarde, que es quien debería de haber sufrido ese castigo... En 1931 se volvió a aplicar el de las banderillas de fuego...

Esa es la historia en torno a la presentación de dos toreros mexicanos en ruedos españoles. Uno de ellos terminó siendo una figura histórica de los ruedos y el otro, un interesantísimo hombre de letras. Y aún así hay quienes se atreven a negar que el toreo es grandeza.

domingo, 30 de julio de 2023

30 de julio de 1926: Gitanillo de Triana se presenta en Madrid

Gitanillo de Triana
Mayo de 1927
Imagen: Semanario Mundo Gráfico
Francisco Vega de los Reyes, conocido en los ruedos como Gitanillo de Triana o más familiarmente como Curro Puya, nació en la Triana de Sevilla según algunos, el 23 de septiembre de 1904; según otros, el 2 de diciembre de ese mismo año; aunque en la lápida que cubre su sepulcro, como lo señala José Manuel López Mohiño, se establece como la fecha de su llegada a este mundo, la del 23 de septiembre de 1903. Su nacimiento se produce en la calle de la Verbena, actualmente de Rodrigo de Triana. Hijo de Manuel y de Carmen, fue el tercero de siete hermanos y se crio entre los trabajos y los cantes de la fragua de su padre, sita en el número 120 de la Cava de los Gitanos, hoy parte de la calle Pagés del Corro.

A los quince años de edad empieza a recorrer los ambientes de la fiesta junto con Joaquín Rodríguez Cagancho y es en el invierno de 1923 tras de participar en los tentaderos de las ganaderías de Narciso Darnaude y Moreno Santamaría, se avisa a Juan Belmonte de la exquisitez de su toreo, y El Pasmo queda interesado en verle, por lo que en el mes de abril de 1924, la ganadería de don Antonio Flores, junto con Antonio Cañero, Belmonte quedó impresionado y se dice que afirmó: ¡Cómo  torea  ese gitanillo de Triana! ..., y así, casi desde ese momento se empezó a conocer a Curro Puya como Gitanillo de Triana.

Se presentó vestido de luces en San Fernando el 18 de mayo de ese mismo 1924, para lidiar novillos de Félix Gómez en unión de Manuel Fernández y después lo haría en Sevilla, el 15 de agosto de 1925, alternando con Andrés Mérida y Joaquín Rodríguez Cagancho, en la lidia de novillos de Molina.

La presentación en Madrid

Para el viernes 30 de julio de 1926 se anunció una novillada en la que actuarían Francisco Royo Lagartito, el venezolano Julio Mendoza y el debutante Gitanillo de Triana, ante un encierro salmantino de Andrés Sánchez de Coquilla. El aragonés Lagartito estaba a punto de recibir la alternativa, en tanto que el caraqueño Mendoza, quien debutó apenas el día 25 anterior, poniendo a la plaza de cabeza, era repetido en correspondencia al triunfo obtenido en su actuación anterior. Los novillos procedían de la ganadería que apenas el 1º de junio anterior había propiciado a Valencia II, Antonio Márquez y Marcial Lalanda, un triunfo rotundo en la corrida del Montepío de Toreros.

Sin importar el predicamento de la ganadería titular, en Madrid el baile de corrales es legendario y así, las crónicas aparecidas en los diarios El Imparcial y ABC hablan de que los dos últimos del festejo fueron del Duque de Tovar, en tanto que La Nación y La Correspondencia Militar por su parte, señalan a esos quinto y sexto como procedentes de Santa Coloma. La realidad es que el reconocimiento veterinario previo es estricto y muchas veces impide el juego de toros que en cualquiera otra parte pasarían sin dificultad alguna.

La actuación de Curro Puya

Francisco Vega de los Reyes lidió en primer lugar al tercero de la tarde, Soldadito, número 6, negro bragado, de Andrés Sánchez. Las opiniones de la prensa de la época están divididas en cuanto a su hacer ante ese novillo. Por un flanco se encuentran aquellos que juzgan con dureza a ese torero que viene de Despeñaperros para abajo y por el otro, los que intentaron encontrar en su actuación los detalles que pudieran revelar el por qué era el triunfador en las plazas del Sur de España y que había los méritos necesarios para presentarse en la principal plaza de España.

Por los primeros, escribe inicialmente Enrique Minguet Pensamientos, para La Correspondencia Militar, salida a los puestos al día siguiente del festejo:

¿Qué es lo que hizo Gitanillo? …Poco bueno. A mí me dio la sensación de una cosa vulgar. Claro es que por esta sola actuación no voy a juzgar a Gitanillo de Triana, espero verlo otra vez, con toros distintos, y entonces será el momento indicado para decir la verdad; hoy por hoy, no digo nada más que todo cuanto hizo esto torero me resultó vulgarísimo. Se le ve que sabe andar entre toros, y esto no es ningún mérito, tratándose, de un torero que no cesa de actuar… El público no se entusiasmó con Gitanillo de Triana… Esperemos su repetición…

En la misma cuerda, quien firmó como J.Q.V., para El Imparcial, de la misma fecha, dijo:

¿Qué es Gitanillo de Triana?... Difícil es contestar a esta incógnita… Su primer novillo, bravo y que se dejaba colocar, fue lanceado por el sevillano sin pena ni gloria, componiendo la figura más de lo preciso, y para final un lance exquisito de temple y dominio y otro de la misma factura al hacer el quite. La faena, equivocada, como la del último. Ninguno de los dos bichos reclamaba todas aquellas series de pases por bajo, dados con mucha facilidad, pero innecesarios, pues lo que pedían era enderezarse con ellos, dejarlos pasar y echarse el enemigo por delante, cosa que pudo apreciar al hacerlo un instante, nada más que un instante, en el último. No lo hizo, no supo o no quiso, y el público, el espectador que no se sugestiona, quedó defraudado. Al matar, mal en su primero, por no jugar la mano del engaño, y breve en el último... En fin, que no vimos al «espanto de Triana», como le llaman los flamencos, y sí mucha mandanga, mucha, muchísima «guasa» en toda su actuación...

En cambio, aquellos que al menos le concedieron el beneficio de la duda, plantearon en su relación del festejo las virtudes que mostró Gitanillo de Triana y las posibilidades que en su hacer le advirtieron.

Así, Rafael Hernández y Ramírez de Alda, Rafael, en La Libertad, del mismo 31 de julio, entre otras cosas, contó:

No tuvo una tarde brillante, es cierto; su actuación no llegó a provocar el entusiasmo del público, y, sin embargo, a mí me dio la sensación de que Gitanillo de Triana es un excelente torero. Para juzgarlo así me bastó verle cómo jugaba los brazos en algunos lances, llevando al toro bien toreado y templando bien la tela, y la facilidad y el dominio que tiene con la muleta. Un reparo sólo merece su labor de ayer, y es el olvido en que tuvo la mano izquierda, en la que está el secreto do las grandes faenas... No es suficiente una corrida para juzgar a un torero, y menos cuando los dos toros que le correspondieron no se prestaban a grandes filigranas; pero en detalles, en destellos, se pudo apreciar que Gitanillo de Triana es un torero artista de buen estilo. Matando estuvo muy decidido. El público, que ya hemos dicho que le recibió con severidad, le aplaudió, convencido de que el de Triana es «gente», cómo se dice en las «peñas» taurinas...

Por su parte, quien suscribió como Tarrero, en La Nación, de la misma fecha del festejo, manifestó:

Gitanillo de Triana, precedido de fama de buen torero, era uno de los principales atractivos del cartel… Dio la sensación de torero enterado, de dominar bien con el capote, y demostró que, ya lo anotábamos ayer, abre el compás excesivamente, pero hay ocasiones en que, para mucho, junta los pies y templa y manda, como pudo verse en el quite que hizo en los tercios del 7, que fué lo mejor de su actuación… Mató mal a su primero, pero muleteó muy bien al último y lo mató de una estocada a un tiempo en lo alto… Esperamos sus actuaciones posteriores para juzgarle, porque ayer se le veía impresionado por el debut en la plaza madrileña, que tanto pesa…

También Eduardo Palacio, en su tribuna del ABC madrileño, se pronunció en similar sentido:

Es realmente el gitano un torero que, singularmente, con el capote tiene dominio y facilidad; pero no parecía ayer la gran figura que en infinidad de plazas aseguran que es... En su primer toro hizo un quite precioso, y con la muleta, después de una faena voluntariosa, pinchó tres veces, largando al fin una estocada contraria. Con el bicho que cerró plaza toreó mejor de muleta el debutante. Y a la hora suprema clavó todo el estoque en lo alto, arrancando a un tiempo diestro y res. El público aplaudió mucho al de Triana, al que seguramente vería otra vez con agrado, perdido ya el torero el miedo natural a la Plaza madrileña…

Como podemos ver, aunque las opiniones de la prensa de la capital hispana están divididas, parece que el torero natural de la Triana hispalense logró llamar la atención de la crítica y crónica del lugar y dejar preparado el terreno para una futura presentación en la Plaza de la Carretera de Aragón, que ocurrió el 8 de agosto siguiente. 

El resto del festejo

Lagartito cortó la única oreja de la tarde a partir de una faena dominadora al primero del festejo y Julio Mendoza pudo cortarle una a cada uno de sus adversarios si no hubiera sacado la espada de palo en lugar de la de acero, pues con su desparpajo y poderío con la muleta, volvió a poner de cabeza a los repletos tendidos de la plaza madrileña.

Lo que permanece un suspiro

Apenas un lustro después, Curro Puya saldría por última ocasión al ruedo de la Plaza de la Carretera de Aragón. En ese breve lapso de tiempo, apenas logró torear 132 corridas de toros, pero su toreo de capa y su profunda personalidad le convirtieron en una leyenda que trascendió a su tiempo y que, a casi 120 años de su nacimiento, sigue siendo espejo y modelo para la perfección del toreo de capa, del que Luis Nieto escribiera:

Su lance puede ser perfectamente un minuto de silencio o una verónica adormecida. O un poema a la elegancia. Y, cómo no, una fotografía en blanco y negro o en sepia, ligada a la añoranza. Lógicamente, no le vi torear. Pero hasta en el helado momento de la instantánea, uno queda impresionado por un concepto de toreo distinto. Si a través del vomitorio de la historia uno entra la Maestranza –repleta de gente– y echa un vistazo, se puede encontrar con esa especie de medio verónica y revolera, que es un canto a la improvisación. Aunque lo que emociona sobremanera es esa verónica que dibuja en la plaza de El Toreo, de México. Esa verónica tan personalísima, grácil y con duende, en la que, como los grandes toreros, esos que cuando ponen el alma se olvidan del cuerpo, se ve a Gitanillo hundirse, abandonarse, metiendo el mentón como si quisiera traspasar su corazón, y bajando las manos lo indecible para conducir la embestida del toro. Pura enjundia. Un lance que era interminable. Este tipo de toreros salta muy de tarde en tarde. Y sus lances son chispazos de arte que traspasan las pupilas para entrar en el corazón. Como los chispazos que saltaban en las fraguas de los Puya, gitanos de Triana que rezuman arte, cuando a golpe de martillo contra el yunque creaban aquellas puyas para cerrados, que dieron nombre a una dinastía cuyo máximo representante es Curro Puya, en la historia: Gitanillo de Triana.

Curro Puya pasó por la historia de la fiesta como un suspiro, pero en estos días, cerca del 120º aniversario de su natalicio, le recuerdo también en el aniversario de su presentación ante la cátedra madrileña.

domingo, 4 de junio de 2023

4 de junio de 1933: Se presenta Eduardo Solórzano en ruedos de España

Eduardo Solórzano visto por Roberto Domingo
Cuando sale al recuerdo el nombre de Eduardo Solórzano, generalmente se nos presenta en lo que parece ser un discreto segundo plano. O lo traemos a la discusión como el hermano menor del Rey del Temple, o ya activo en el ruedo, en esa especie de tercer hombre en la tarde en la que Silverio Pérez le confirmó su alternativa a Manolete en El Toreo de la Condesa y si nos acercamos más en el tiempo tendremos presente a un eficaz y eficiente funcionario de la Casa Domecq o al que junto con el doctor Alfonso Pérez Romo y don Julio Díaz Torre, orquestó el giro copernicano que dio a la arista taurina de nuestra Feria de San Marcos mucho del sentido que actualmente tiene.

Pero Eduardo Solórzano, el torero, escribió en los ruedos su propia historia, quizás no tan prolija como la de su hermano Jesús y tuvo también en su hacer ante los toros el argumentario para haber podido reclamar, en su día, un sitio de figura del toreo. El recuento final quizás no lo acredite así, pero dejó obras suficientes para tener en la historia del toreo un espacio propio a su nombre, con hechos y realizaciones que merecen ser reconocidos.

Eduardo Solórzano había emigrado desde Morelia a la capital de la República a mediados de la década de los veinte del pasado siglo para buscar empleo y así apoyar a los suyos. Se pudo colocar en la Dirección de Alumbrado Público como inspector y también allí empezó a seguir los pasos de su hermano mayor, quien buscaba ser torero. Al final, la historia nos enseña que su hermano mayor, en esos días, fue el ganador de la Oreja de Plata de 1929 y que, en retribución, recibió la alternativa en la temporada grande siguiente.

Eduardo se presentaría en El Toreo de la Condesa el domingo 21 de septiembre de 1930. Lo haría en un festejo de oportunidad, penúltimo de esa temporada de novilladas, en el que junto con Miguel Gallardo El Diablito, César Rendón El Tepiqueño, Jesús Monroy, José Ledesma El Garcero y Rafael Chávez, enfrentarían un encierro de Malpaso. En la misma tarde, se ofrecía como fin de fiesta, la lidia del toro Pregonero de Rancho Seco, por parte de Jesús Guajardo El León de Mixcoac, mismo que el domingo anterior había sido enfrentado a un león, saliendo victorioso. Rafael Solana Verduguillo, en su juicio crítico del festejo, aparecido en El Taurino, salido a los puestos el jueves 25 siguiente, consideró:

Tiene el mismo estilo de su hermano Jesús, quien probablemente le dio las primeras lecciones... Desde luego Eduardo Solórzano es un valiente de verdad; no le asustan los pitacos. Torea muy despacio, tanto con el capote como con la muleta, y entusiasma y emociona por lo cerca que se pasa al enemigo... No vacilo en asegurar que será uno de los ases de la próxima temporada novilleril... Es banderillero fácil, y en todo momento está en su sitio. Hoy conquistó un triunfo auténtico; es un torero de porvenir... Debe corregir el defecto que tiene a la hora de herir, lleva siempre el brazo suelto, y la mano izquierda muy alta. Desaparecido este detalle, Eduardo ocupará sitio envidiable...

Así pues, uno de los críticos más avezados y que más toreros habían visto en la última década, consideró que en Eduardo Solórzano había un torero en ciernes. Y en retrospectiva, creo que no incurro en error al afirmar que no se equivocó.

Su campaña española en 1933

Los hermanos Solórzano salieron rumbo a España desde Veracruz, a principios de abril de 1933. El Rey del Temple convalecía del cornalón que apenas el 26 de febrero anterior le había inferido Lancero de Rancho Seco y que al final de cuentas le arruinó su campaña española y cuenta su sobrina doña Carmelita Madrazo, que Eduardo tenía por tarea el dar masajes a su hermano en la pierna herida, con la finalidad de reanimarle la circulación en el miembro lesionado.

Ya en Madrid, el apoderado del Rey del Temple, don Antonio Barrera, puso a su hermano en contacto con don Juan de Lucas, quien apoderaba toreros y, además, era empresario de la plaza de Vista Alegre en Carabanchel, quien le ofreció colocarlo en alguno de los carteles que ofrecería en esa plaza. Para prepararse, se fue con Jesús a Jandilla, la finca a la que don Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio había trasladado los ganados que adquirió en 1930 de Manuel Martín Alonso y que eran originariamente la ganadería del Duque de Veragua y que un par de años antes había aumentado con ganados de origen Parladé provenientes del Conde de la Corte, la Marquesa de Tamarón y de Ramón Mora Figueroa.

Fue en Jandilla donde Eduardo Solórzano tuvo su primer contacto con el toro español y se preparó para iniciar su andadura por aquellos ruedos, seguramente fue uno de los toreros que tomaron parte en el proceso de selección de las pocas vacas veragüeñas que permanecieron en el hato de Domecq, pues el grueso del ganado de ese origen se dejó fuera de la base de la ganadería que actualmente es el origen del encaste mayoritario del toro de lidia español.

Domingo 4 de junio de 1933

Fue en la plaza de Vista Alegre, la popular Chata de Carabanchel, donde se estimó que Eduardo Solórzano debería salir a demostrar a la afición y públicos sus cualidades como torero. Para el efecto, se anunció un encierro de don Celso Pellón, ganadería formada inicialmente con ganados de Campos Varela y aumentada después con sementales de Santa Coloma, para Félix Fresnillo Varelito II, el riojano Vicente Martínez Niño de Haro y el debutante mexicano Eduardo Solórzano.

La impresión que causó el joven torero moreliano al público de Madrid que acudió a Carabanchel en lugar de asistir a la corrida que en la misma fecha se dio en la plaza de la Carretera de Aragón, e igualmente a la prensa especializada, fue extraordinaria. Escribió R. Solís en El Heraldo de Madrid:

Lo da la tierra y además de casta le viene al galgo. Eduardo Solórzano, hermano pequeño – no por la estatura – del matador de toros que en estas tierras conquistara fama y gloria, y que ahora nos dice: «¡Ese es mi hermanito!», y lanza a la fiesta brava la figura de este mozo espigado y cimbreño que muy pronto, muy pronto, se alzará en todos los ruedos españoles como supremo artífice de la torería, dueño y señor de la técnica y del dominio y encarnación suprema del buen arte de torear… ¡De Méjico ha llegado un torero, señores!... De Méjico y más le cuadrara haber venido de Ronda o de Sevilla o de Córdoba la Sultana o de las marismas de Andalucía la baja, porque la gracia de su estilo y la fina solera de su arte y la afición que echa a las suertes pregonan el casticismo de su cuna… Porque Eduardo Solórzano, después de lo de ayer, no apuntó, «dibujó», que como torero ha de ser muy pronto figura máxima de la torería. Y si no, al tiempo…

Por su parte, quien firmó como X, en La Libertad, se expresó de su actuación de la siguiente forma:

En una sola actuación y en un solo toro se ha revelado como un excelentísimo torero el mejicano Solórzano. El domingo, por la noche, no se hablaba en Madrid de otra cosa. Diríase que fué el suceso del día. Que, si Solórzano torea con el capote con igual escuela, pero con más gracia que su hermano; que si banderillea con la elegancia de un Gaona; que si se adorna y domina con la muleta como el mismísimo Ortega... Todo esto y mucho más se comentaba a voz en grito en las peñas y corrillos taurinos. Desde luego, yo ni afirmo ni niego; no le comparo a nadie, porque creo que los artistas, todos en general, pierden valor en cuanto se íes compara. Ahora bien; lo que sí creo, y de ello estoy convencido plenamente, es que, si el joven Solórzano repite aquellos lances maravillosos que le administró al tercero de la tarde, bravo novillo, por cierto; si les anda a los loros con aquella majestad y aquella elegancia con que anduvo en los dos pares de banderillas, y si, finalmente, la faena de muleta ligada que realizó, la primera parte destinada a dominar a la fiera – algo pequeña en este caso –, y la segunda a torear con arte variado y extenso repertorio, no es fruto de la casualidad, mucho, desde luego, se puede esperar de este torero de allende los mares que ha entrado en Madrid por la puerta grande, acompañado por los halagos más entusiastas de nuestra buena afición... Cuando en otros toros se le vea y en ellos se pueda medir la densidad de su valor y sus recursos de toreo, hora será de que yo le enjuicie. Hoy por hoy, sólo diré que en un toro brevísimo se superó...

En el ABC madrileño, M. Reverte hizo las siguientes reflexiones:

Otra novillada bien organizada se celebró el domingo en esta plaza. Se lidiaron toros de Campos Varela, que fueron de buen tamaño, cornalones y de excelente presentación. Pelearon bien con los caballos, especialmente el cuarto... Eduardo Solórzano causó excelente impresión. Toreó muy bien de capa a su primero. Maneja el capote con suavidad y apuntó fineza y buen estilo. Se le aplaudió mucho, así como en el tercio de quites. Puso dos pares de banderillas, y en uno de ellos sufrió un serio achuchón. Con la muleta siguió mostrando dominio y modos de buen torero. Mató de dos pinchazos y media atravesada, y después de dar la vuelta al ruedo pasó a la enfermería...

Y por su parte G. Carrión, en La Voz, escribió en su crónica el siguiente relato:

La presentación en esta plaza del novillero mejicano Eduardo Solórzano había despertado gran interés, pues venía precedido de un cartel estimable. Su debut respondió a la expectación. Con e1 capote toreó de forma admirable, parando, templando, cargando la suerte, adelantando la pierna, llevando las manos bajas; toda la técnica del toreo clásico, macizo, verdad. El público, entusiasmado con la labor del torero mejicano, le aclamó en cada lance y al final la hizo objeto de una gran ovación. La faena de muleta, valiente y lucida, no estuvo a tono con los lances, pero fué también muy aplaudida. Banderilleó a este novillo con facilidad y soltura. Con el acero pinchó tres veces. Se le ovacionó y dio la vuelta al ruedo, pasando después a la enfermería, de donde ya no salió. Un debut brillante y prometedor de mejores tardes…

El parte facultativo

Los doctores Verdú y Lumbreras, encargados del servicio médico en la plaza de Vista Alegre, rindieron el siguiente parte de las lesiones que impidieron a Eduardo Solórzano salir a lidiar el sexto de la tarde:

Durante la lidia del tercer toro ha ingresado en la enfermería el espada Eduardo Solórzano con una distensión ligamentosa en la articulación del pie derecho, que le impide continuar la lidia.

Varias de las crónicas, sobre todo las publicadas en los diarios Ahora, La Tierra y Luz cuestionaron la gravedad de la lesión y el pundonor del diestro y la necesidad de que los médicos decretaran que no podía continuar en la lidia. Por su parte, doña Carmen Madrazo narra en sus apuntes relativos a la vida del torero, que la realidad es que el sexto novillo de Pellón fue desechado por los veterinarios y fue sustituido por uno de Leopoldo Abente, viejo y corraleado y por consejo de don Juan de Lucas, se emitió el parte para que no tuviera que salir a lidiarlo.

Sus números finales

Eduardo Solórzano, de acuerdo con el semanario Toros y Toreros fue uno de los tres novilleros mexicanos que actuaron en España ese 1933 – los otros dos fueron Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado – y sumó 9 tardes en plazas como la mencionada de Vista Alegre y las de Tetuán, La Línea de la Concepción y Barcelona

Eduardo Solórzano permanecería en España hasta el año de 1936, esperando recibir la alternativa hasta el final de esa temporada, pero entre la ruptura de las relaciones entre las torerías de España y México y la Guerra Civil, lo hicieron volver a México a obtener el grado aquí. De esos asuntos habrá espacio y tiempo para escribir en su momento. 

domingo, 19 de marzo de 2023

19 de marzo de 1933: Presentación de Lorenzo Garza en Madrid

Un lance de Lorenzo Garza
Roberto Domingo
La Libertad, Madrid, 21 de marzo de 1933
Lorenzo Garza se había presentado en el Toreo de la Condesa el 3 de mayo de 1931, alternando con Antonio Popoca y Jesús González El Indio para lidiar novillos de La Punta. Para 1932 consigue que Carlos Quirós Monosabio le recomiende con Eduardo Pagés, y parte para España, logrando actuar dos tardes en Barcelona – donde se presentó el 14 de agosto –, Santander, Bilbao, San Sebastián y Burdeos, dejando las cosas puestas para regresar el siguiente calendario.

Para 1933 le esperaba una campaña más extensa y en la que tendría que examinarse ante la cátedra madrileña. La ocasión se presentó para el día de San José del año 33. La empresa madrileña anunció un encierro de Ramón Ortega – antes Braganza – para que lo lidiaran Diego de los Reyes, Diego Gómez Láinez y el debutante mexicano Lorenzo Garza

Un trágico prólogo

La novillada estuvo a un tris de suspenderse, pues al abrirse la puerta de cuadrillas para que los alguaciles hicieran el despeje, una sección de la barandilla de la andanada que quedaba sobre el tendido siete, se desprendió y dejó a siete heridos, uno grave y los demás de pronóstico reservado. La Hoja Oficial del Lunes del día siguiente del festejo, entre otras cosas dice al respecto:

Al sonar los clarines anunciando la salida de los alguacilillos, parte de los espectadores de las primeras filas de las andanadas pasaron precipitadamente, como ocurre en todas las corridas cuando no están ocupadas todas las localidades a la delantera, con el objeto de acomodarse en el barandal... Y en aquel preciso momento, una barandilla de la andanada que da sobre el tendido número 7, se desprendió de las columnas donde aquellas se sujetan y cayó con estrépito sobre el graderío...

Al final, se determinó que los pernos que sostenían esa barandilla de hierro no estaban en su sitio y que estaba fijada apenas con unos alambres, por lo que cedió al peso de la multitud que buscaba aprovechar las localidades vacías de la sección inferior. Tras de recogerse la pieza caída y procurarse atención a los lesionados, los ocupantes de las localidades circundantes pedían la suspensión de la novillada, pero la autoridad determinó que no había causa para hacerlo.

La actuación de Lorenzo Garza

La impresión que causó quien después sería conocido como El Ave de las Tempestades fue bastante buena. Aunque no logró redondear una tarde triunfal, logró apuntar a la afición de la capital española que tenía aptitudes y posibilidades para caminar un trecho largo delante de las astas de los toros. Escribió F. Asturias para el diario Ahora, salido el 21 de marzo siguiente al festejo:

Lorenzo Garza venia precedido de una fama de valiente y artista. Por lo poco que se le vio hacer – poco en cantidad – no mentía la fama. Es valiente y artista. Con el capote y la muleta aguanta y para de una manera imponente. Su segundo fué un inútil que se cayó varias veces, falto de fuerza en los remos. Así y todo, el mejicano ejecutó algunas verónicas admirables y logró cuajar unos pases de muleta que levantaron olés y ovaciones apretadas. Mató de una atravesada y varios intentos de descabello. Fue en el sexto en el que logró entusiasmar al concurso toreando con el capotillo… Cuando lo veamos sin viento, podremos juzgarle con mayor conocimiento de causa.

Quien firmó como Don Nino para El Heraldo, destacó también el conjunto armónico de la faena de Lorenzo Garza al segundo de su lote y también una circunstancia que en alguna manera emborronó su actuación, el manejo de los aceros:

Garza sabe fundir la elegancia en el hacer con el conocimiento profesional… De asombro fueron los lances con que el mejicano recibió al sexto de Ortega. Suaves, lentos, rítmicos, extraordinariamente magníficos todos y cada uno de ellos. Insuperables los dos del lado derecho y el tercero por el izquierdo del primer quite. Y cuando todo hacía presumir en un éxito de apoteosis el muletero no salió. La faena fué de recibo. Después de media estocada el novillo se «amorcilló» junto a la barrera y, como nadie tuvo decisión para sacarlo de allí, fue descabellado por Garza cuando los clarines habían marcado el tiempo del primer aviso...

Por su parte Recorte, en La Libertad, también del 21 de marzo, reflexiona entre otras cuestiones, lo siguiente:

Su forma con el capote, la forma de torear con el capote a la verónica, tomando el engaño por junto a la esclavina, seguro y desenvuelto, firme y desahogado, parando y templando, acusan un estilo y una calidad estimable... Apreciables destellos en lo forma al torear con la muleta y facilidad, al menos el domingo, en el trance supremo... acusó una buena calidad de torero y una competencia profesional superior...

Y en La Voz, por su parte José Luis Mayral Corinto y Plata, quien aquí en México, en el exilio, firmara como Curro Meloja, en verso, entre otras cosas, dijo:

Hay que mirar con cuidado

los lances de este torero.

El capote recogido

hace girar todo el cuerpo

y que pasen los pitones 

rozándole... Gran efecto;

cierta originalidad

- un poquito codillero -,

indudable exposición

y atisbos de estilo nuevo.

Me gustó con el capote:

tiene un algo, tiene un sello.

Con la muleta, lo mismo.

Hay gracia y es pinturero…

Lo que vendría para Lorenzo Garza

El 6 de agosto de ese 1933, en Santander, el torero de Monterrey recibió la alternativa de manos de Pepe Bienvenida, que le cedió al toro Repentino de Celso Cruz del Castillo, en presencia de Antonio García Maravilla. Torearía todavía otras tres corridas en España ese año, con poca fortuna, por lo que al año siguiente, el 24 de febrero, en Valencia, volvería a actuar como novillero, renunciando a ese doctorado, que recuperaría con todos los honores el 5 de septiembre en Aranjuez.

El resto de su historia tiene mucho para ser contado. La carrera de Lorenzo Garza terminó – con algunas pausas intermedias – bien entrados los años sesenta del pasado siglo y fue, sin duda, el representante de la Edad de Oro del toreo en México con la carrera más longeva.

Apéndice sobre cambios en la prensa de la época

Desde los días anteriores al festejo se venían publicando notas en torno a la producción de cambios en las páginas taurinas de varios diarios madrileños. Así, se afirmaba que Maximiliano Clavo Corinto y Oro, dejaba su tribuna en La Voz y que le sustituiría Cipriano Rivas Cheriff, director y crítico de teatro y a la sazón, cuñado del Presidente del Consejo de Ministros, Manuel Azaña; se escribió en El Adelanto de Salamanca:

La comidilla del día en las tertulias taurinas, es si “Corinto y Oro” hace o no las críticas taurinas de “La Voz” este año... Y los nombres que, al parecer, pensaban sustituirle. Pero esos nombres, no son ninguno de los que van a escribir en las columnas de “La Voz” ... En “La Voz” hay una persona capacitada para ese cargo... nos referimos a José L. Mayral, pero al parecer, se quiere llevar a la sección taurina, más que un técnico en toros, un literato: Y éste no sería otro, que... Rivas Cheriff...

En el mismo diario salmantino también se hablaba de la salida de El Imparcial de Federico M. Alcázar, sin precisar destino para su pluma, pero estableciendo que su sustituto sería nada menos que Ignacio Sánchez Mejías:

Son tantos los aspectos desde el punto de vista de la empresa de “El Imparcial” ... que a él iba de crítico el ex torero Ignacio Sánchez Mejías... Federico M. Alcázar, que estaba encargado de la crítica de toros, no pertenece ya al periódico, ocupando su puesto, ya en firme, Sánchez Mejías, y como segundo de a bordo, Alardi, que ya fue crítico taurino de un periódico de Sevilla...

La realidad es que Federico M. Alcázar fue quien sustituyó a Corinto y Oro en La Voz, lo que se anunció precisamente el lunes 20 de marzo de 1933, aunque la crónica  de la novillada, la escribiera José Luis Mayral Corinto y Plata, como era habitual. Igual, Ignacio Sánchez Mejías no fue cronista de El Imparcial, durante el breve tiempo que sobrevivió, se encargó de ella José Quilez.

Así estaban las cosas de lo que unos años después sería llamado el planeta de los toros hace 90 años. Y ahora sí, hasta la próxima semana.

lunes, 25 de julio de 2022

Hace 90 años: Armillita y seis toros de Marcial Lalanda en Madrid (II/II)

Pasajes de la corrida del 24 de julio de 1932
Roberto Domingo
La Libertad, Madrid, 26 de julio de 1932

Puestas las cosas como quedaron, el diario ABC madrileño anunciaba el domingo 24 de julio del 32 en su sección Cartelera madrileña lo siguiente:

Plaza de toros de Madrid. – Hoy, domingo 24 de julio de 1932, a las cinco y cuarto de la tarde, tendrá lugar el esperado acontecimiento taurino del año. Los seis toros de la ganadería de D. Marcial Lalanda, que tantos comentarios han despertado entre la afición, los matará el artista mejicano Armillita Chico, que en su última actuación se consagró como una de las primeras figuras del toreo. Esta corrida ha despertado enorme expectación.

Por otra parte, en el número del 29 de julio del semanario La Fiesta Brava de Barcelona, José Díaz de Quijano Don Quijote, escribía:

¡Gallardo modo de saldar un incidente que sí ha tenido mucha publicidad, no nos interesa por lo que tenga relación entre el artista y la Empresa! ... Sólo nos incumbe recoger la bizarría del gesto que supone, como fin y coronamiento del incidente, encerrarse sólo, en la Plaza de Madrid, con los mismos seis toros de la corrida suspendida, origen de él... Sea cual fuere el resultado artístico de la hazaña (escribo en vísperas del acontecimiento), basta ese bello gesto para registrarlo como algo insólito en estos tiempos, como algo que tiene aroma y empaque de antigua estampa, gesto de figura de otra época... Celebraré que la suerte acompañe a Fermín Espinosa en la proeza, y que nos pueda brindar una segunda edición de la faena cumbre del 5 de junio, la mejor de la presente temporada.

Con esos deseos y a la hora anunciada, salió Fermín Espinosa por la puerta de cuadrillas, vestido de verde con bordados en pasamanería negra, llevando entre sus cuadrillas a Alfredo Gallego Morato, Luis Suárez Magritas, Eduardo Anlló Nacional y Antonio Duarte y a caballo, a Pablo Suárez Aldeano, Dacio Martín Pontonero, y Sevillanito. Como sobresaliente fue el novillero Eulogio Domingo. Fue llamado varias veces a agradecer ovaciones en el tercio antes de que saliera el primero de la tarde, parecía que todo marcharía sobre ruedas.

Los toros que se lidiaron, de acuerdo con lo publicado por los diarios La Nación de Madrid y El Adelanto de Salamanca se llamaron por su orden Relator, negro, número 9 con 430 kilos; Pegajoso, berrendo en negro, número 25, con 475 kilos; Peruano, negro bragado, número 20, con 471 kilos; Hierrodulce, berrendo en negro, número 1, con 474 kilos; Reculón, número 8, con 468 kilos y Pescador, número 7, con 474 kilos.

La conjura de la prensa madrileña

La historia nos deja claro que Armillita no asegundó su triunfo del 5 de junio anterior, pero la mayor parte de la prensa de Madrid de la época parece haberse empeñado en establecer que su actuación fue un rotundo fracaso. Pondré aquí extractos de las firmas más conspicuas, para que se pueda apreciar la forma en la que se le tiraron al cuello al Maestro de Saltillo.

El ya nombrado Carlos Revenga Chavito, en La Nación tituló su crónica Armillita Chico fracasa en Madrid de manera rotunda. La absurda vanidad de un torero y entre otras cosas escribió:

...El público, inocente y cándido, acudió al circo taurino ayer, domingo, hasta llenarlo, y acogió la presencia de Armillita Chico con una ovación de simpatía, de aliento, de esperanza... No me alegré al ver los carteles, porque desde el primer momento adiviné que se trataba de la absurda vanidad de Armillita Chico, que, cegado, equivocado, se creía con arte suficiente para matar los seis toros y divertir al respetable... Yo, de haber escrito algo, hubiera sido para decir que incluyeran el nombre de algún otro torero, pues Armillita, él solo, aburriría a la afición... Durante la lidia de los seis toros, con la capa dio unos lances compuestitos, que no convencieron a nadie; unas chicuelinas feas, y ejecutó un quite rabiosete, y tal... Prodigó los lances movidos, encorvados, medrosos, sosos, faltos de temple, de mando, de gracia, de valor, de deseos de agradar... Con la muleta toreó siempre muy movido, indeciso, con precauciones, sin ton ni son... El fracaso de Armillita Chico fue grande y merecido, pues no tuvo ni un solo destello de arte y valor... Abandonó la plaza en medio de una gran bronca y varios guardias...

Por su parte, José Luis Mayral Martínez Corinto y Plata, en La Voz, asevera:

... ¿Análisis técnico de la actuación de Armillita? Sería largo, penoso, improcedente. Decoro y decisión al matar a su primero; dos pares de banderillas en su segundo; unos quites apretados, repartidos entre los seis toros; unos naturales buenos ligados con algún pase de pecho, creemos recordar que al quinto toro. Y eso fue. Nada más que eso. Muy poco para diluido entre la lidia de seis toros: lo suficiente para taparse y para no quedar mal en una corrida corriente, en la que hubiese despachado dos toros nada más... El triunfo grande fue del ganadero D. Marcial Lalanda: dos toros excelentes, dos regulares y dos, aunque sin exceso de bravura, manejables y sin dificultades insuperables. Con esto de ayer y con cuidar de que no se filie a las reses con nombres extraños, desacostumbrados, que puedan dar lugar a coincidencias indiscretas, se puede seguir adelante, camino de otros éxitos...

El que deja un mensaje lacónico, pero contundente, es quien firma como Cayetano, en el diario madrileño Luz:

...Ayer hubo toros, hubo buenos peones que los supieron torear y un equivocado: el público, que confió en el valor de Armillita Chico... Lo único que probó el mejicano es su constancia: salió decidido a no arrimarse y lo cumplió. ¡¡Es todo un carácter!! ...

Gregorio Corrochano, en el ABC, con algo más de clase, también atiza a Armillita y al propio ganadero, por no salir a matar sus propios toros:

Para torear seis toros hace falta estar sobrado de recursos, de valor, de entusiasmo. Salir a poder con los seis. En esta corrida los toros dudaron mucho y Armillita dudó más, y anduvo como borrado, casi invisible, toda la tarde. Y yo lo sentí mucho. Hubiera deseado una tarde decidida, que fuese una lección a los toreros españoles que no quisieron la corrida de Marcial, incluyendo el propio ganadero. Porque ¿para cuándo se deja la ocasión de ser torero? Al ver don Marcial que no querían sus toros, debió decirle a Marcial: toréalos tú.

Como se puede apreciar de lo citado, los principales de la crónica taurina madrileña de la época parecieron querer acabar con Armillita. No le quisieron perdonar el que se hubiera salido de la corrida que perdió su carácter de extraordinario el 9 de junio anterior cuando Manolo Bienvenida se cayó de ella por una lesión, siendo sustituido por un torero que a esa fecha apenas tenía una tarde toreada en la temporada. En retrospectiva, veo también la mano negra de Marcial Lalanda, ganadero en la oportunidad, líder del escalafón en el calendario y presidente de la Unión de Toreros, es decir, tenía todo el poder en sus manos para tratar de echar fuera del primer círculo a cualquiera.

Los que mostraron objetividad

Pero no todos los escribas se sometieron a los poderes fácticos. En la prensa de esos días encontré un par de relaciones que vale la pena tener en cuenta. Expresan puntos de vista diametralmente opuestos a los revisados hasta este momento, y si bien no presentan una tarde triunfal de Fermín Espinosa, creo que ponen las cosas en su justo sitio.

La primera es la de Rafael Hernández y Ramírez de Alda Rafael, encargado de la crónica taurina en el diario madrileño La Libertad, que tituló su reseña Los toros de Marcial y el rasgo de Armillita, de la que extraigo:

... ¿Fracasó Armillita Chico? Si se atiende a que no alcanzó grandes ovaciones, ni cortó orejas, ni salló en triunfo, entonces sí, hay que declarar que fracasó. Pero si se tiene en cuenta la consideración que hemos expuesto anteriormente y la forma en que pelearon los toros, no sería justo decir que fracasó el torero mejicano, porque otros muchos, aunque con menos frialdad, hubieran estado peor que él... No hubo, en realidad, ni éxito ni fracaso. Ocurrió lo que los aficionados esperaban. Armillita, torero fácil y seguro, se deshizo fácilmente de la corrida, enviando al desolladero en poco más de hora y medía los seis toros más gordos, la corrida mejor presentada y de más respeto que se ha lidiado esta temporada en Madrid. Pero, eso sí, en medio del mayor aburrimiento del público, porque toda la corrida se deslizó en un tono gris, sin emociones ni incidentes... El éxito lo tuvo Armillita Chico antes de la corrida. Llenar la plaza de Madrid a fines del mes de julio es un éxito grande, y ese se lo apuntó el mejicano, que oyó al hacer el paseo una cariñosa y larga ovación... Yo creo que Marcial no ha tenido acierto al enviar a Madrid una corrida tan bien criada y tan bien armada, porque, entre otras razones, y no es la menor la de que él sigue siendo torero, ha contribuido a que se forje en torno de su ganadería una leyenda terrorífica que dista mucho de ser acertada...

La segunda es la que firma V. Bejarano en El Adelanto de Salamanca. La titula Nada menos que todo un hombre y trae pasajes de esta guisa:

...Armillita Chico ha demostrado que salía dispuesto a evitar la actuación del “sobresaliente”; que es torero fácil, quizá excesivamente fácil, y por esto no produce emoción, que lo mismo le dan seis toros que sesenta; que sabe tanto como el que más; y que cuando a otros les llega el agua al cuello, a él ni a los tobillos... consciente Marcial de su deber, ha mandado una corrida de toros como se debe mandar a la plaza de Madrid. Nada de “corridón”, una corrida gorda, bien puesta de cabeza, de tipo fino, una corrida preciosa... Es cumplir su mayor obligación como ganadero nuevo, pues en los demás aspectos, él no puede dar más que lo que compró. Que después vendrá el modificarlo, si fuera menester, conforme lo demanden su afición a la nueva modalidad taurina en que ingresa y conforme a su competencia, que es grande... Un “quid pro quo” absurdo, apartó a Armillita Chico de la plaza de Madrid, momentáneamente. Se salvaron los “tiquis miquis” con la empresa y Armillita Chico pudo ver en práctica su ofrecimiento y su deseo de torear él solo los seis toros que hubieron de quedar sin torear el día que se le anunció y que hubo que suspender la corrida... El público, apasionada y engañadamente injusto. Esperaba seis (SEIS, ni una menos) faenas como AQUELLA, y no se da cuenta que AQUELLO sólo lo hace el que sabe (este Armillita) cuando puede. Y hoy no “se” ha podido... Excelente “debut” de Marcial como ganadero. Tanto han gustado sus toros al público, sus bravísimos toros, que como bravos se ovacionó a casi todos en el arrastre, y para uno se pidió el máximo honor de la vuelta al ruedo...

Creo que la lectura de estos dos pasajes nos permite ver que la actuación del Maestro Armillita no fue lo triunfal que se hubiera podido esperar, pero tampoco el gran fracaso que plantearon las crónicas de los principales escribidores madrileños de esas calendas.

No obstante, el hecho merece ser recordado, sobre todo porque en estos tiempos que corren resulta impensable que un torero mexicano vuelva a enfrentar, solo, seis toros en la plaza de toros de Madrid, vamos, ni siquiera en la de Vistalegre, así pues, estamos recordando un hecho singular, que en la historia de nuestra fiesta ha ocurrido un par de ocasiones. Esta que traigo aquí ahora, ha sido la segunda y seguramente, la última.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra exclusiva de este amanuense, pues no constan así en sus originales.

lunes, 18 de julio de 2022

17 de julio de 1927: Refulgente Álvarez recibe la alternativa en Madrid (II/II)

Refulgente Álvarez
Archivo Casasola - Fototeca Nacional - INAH

Rumbo a la alternativa

Rafael Gómez, en su sitio Toreros Mexicanos, le consigna a Refulgente Álvarez una alternativa en el Puerto de Veracruz el día 14 de noviembre de 1926, otorgada por Luis Freg, mismo dato que contiene el opúsculo de don Luis Ruiz Quiroz titulado De Ponciano Díaz a Mario del Olmo. Matadores mexicanos, número 17 de la colección de Lecturas Taurinas Mexicanas publicadas por los Bibliófilos Taurinos de México. La revisión de la prensa mexicana disponible no refleja que Refulgente haya podido hacer uso de su título de doctor en tauromaquia en plazas mexicanas, sino que en cuanto se dieron las condiciones, regresó a España a intentar torear novilladas allá.

La tarde de Madrid

En el diario ABC de Madrid del 17 de julio de 1927, aparece la siguiente información:

Plaza de Toros de Madrid. – Hoy domingo, día 17, se celebrará una corrida de toros extraordinaria, con rebaja de precios, en la que se lidiarán seis toros de la acreditada ganadería de D. Antonio López Plata, de Sevilla, por los afamados diestros Bernardo Muñoz (Carnicerito), Francisco Peralta (Facultades) y Refulgente Álvarez, de Méjico, que tomará la alternativa.

La prensa española que pude consultar no refleja actuaciones de Refulgente Álvarez en 1927 sino hasta el día 17 de julio, esa, la tarde de su alternativa en Madrid, obtenida, según la prensa de la capital hispana, en condiciones sorpresivas, según cuenta Rafael Hernández y Ramírez de Alda Rafael, en el diario madrileño La Libertad, salido a los puestos el 19 de julio siguiente al festejo:

El cartel no fue del agrado de los aficionados, que, por primera vez en esta temporada, dejaron la plaza medio vacía. En realidad, estuvo justificada la actitud de los aficionados. La atracción del cartel era únicamente la alternativa del mejicano Refulgente, quien después de llevar más de tres años en Madrid luchando por que le dieran una novillada, se encuentra que de golpe y porrazo le ofrecen el doctorado en nuestra plaza…

Refulgente Álvarez esperaba ser contratado para torear una novillada en la plaza de la Carretera de Aragón y sin esperarlo, casi a los 40 años de edad, se le ofrece una alternativa en la plaza de toros más importante del mundo.

Respecto de su actuación esa tarde, Ángel Caamaño El Barquero, en El Heraldo de Madrid, consignó:

El recipiendario Refulgente Álvarez a ratos tuvo valentía, a ratos acusó manifiestas torpezas, y a ratos no pasó de querer, sin llegar a poder. Del torerito bullidor y suelto que vino en la cuadrilla de Lombardini y López no queda nada. Se ha transformado en un señor anticuado, que ofrece un arte anticuado también, falto de soltura, escaso de agilidad y únicamente repleto de gran voluntad, con la que no hay bastante para vivir desahogadamente en el toreo. Si la alternativa que recibió ayer le abre las puertas de las plazas mejicanas, sea muy enhorabuena. Para las plazas españolas es poco relieve el que adorna al buen Refulgente, quien con su claro criterio (que lo tiene, nos consta) comprenderá que no le decimos ningún disparate...

Y por su parte, Don Pepe, en El Noticiero, equivalente a la Hoja del Lunes de la época, en un imaginario diálogo entre los amigos Machimbarrena y Vizmanos, escribió:

- Vamos con Reluciente.

- Refulgente, señor. En el primero, que se llamaba “Capotero”, era negro bragado, terciado, con pitones y marcado con el número 33, veroniqueó movido, puso un par fácil de banderillas y después de brindar la suerte al doctor Segovia, pasa al manso con ambas manos, solito y molestado por el aire, para media baja y pescuecera, sin moverse la res en el encuentro. (Palmas de simpatía y salida a los medios).

- ¿Y en el último?

- En el sexto colocó un gran par de banderillas, medio malo y uno regular; brinda al palco de la empresa y tras pocos pases, con tanta valentía como desentrenamiento, atiza un gran pinchazo, otro, una estocada tendida y varios intentos de descabello con el estoque y la puntilla, escuchando un recadito de la presidencia...

Como podemos ver, Refulgente Álvarez mostró una tauromaquia de otro tiempo, falta de sitio y eso sí, un valor a toda prueba, pocos activos para caminar largo en esta fiesta.

Lo que después vendría

Regresó a España en 1928 y solamente alcanzó un contrato. Fue para las fiestas de Jadraque, provincia de Guadalajara, el 16 de septiembre, donde se anunció para matar dos toros de Carreros. Solamente pudo despachar al primero, pues el segundo le hirió de consideración. El semanario barcelonés Fiesta Brava, del 7 de diciembre de ese año, contenía la siguiente información:

NOTAS CORTESANAS: El matador de toros Refulgente Álvarez, ha salido para Méjico, casi repuesto de la grave cornada que le causó un toro en Jadraque en el pasado mes de Septiembre...

Como se puede ver, la cornada de Jadraque fue de bastante consideración, pues todavía en diciembre, no se había repuesto totalmente de ella.

Curiosamente, en una entrevista realizada en 1987 por Joaquín Vidal a Luis Gómez Estudiante, éste afirma que debutó como novillero el 28 de septiembre de 1928 en Pastrana, alternando con Yerberito y Refulgente Álvarez. El recuerdo de Estudiante me parece impreciso, pues el torero queretano era ya matador de alternativa por una parte y por la otra, estaba convaleciente de la cornada recibida doce días antes y que tardó mucho tiempo en sanar.

Decano de los matadores

Algo más de medio siglo después de su alternativa, caído casi en el más absoluto olvido, Refulgente Álvarez volvía a ser noticia. Por edad resultaba ser el decano de los matadores de alternativa en el retiro. José Guerra Montilla, del Círculo Taurino de Córdoba y nieto nada menos que de Guerrita, así lo daba a conocer al ABC madrileño del 11 de febrero de 1978:

Don José Guerra Montilla, vicepresidente y archivero del Círculo Taurino de Córdoba, gran erudito e historiador de la fiesta de los toros, nos remite una carta en la que tras comunicarnos el noventa aniversario del nacimiento del torero mejicano Refulgente Álvarez, matador de toros de más edad de todos los retirados, nos ofrece la relación y numerosos datos de los ocho siguientes que siguen al azteca en edad... Sebastián Suárez Aniño («Chanito»)... Eugenio Ventoldrá Niubu... Bernardo Casielles Puerta... Pedro Alfaro Castro («Facultades de Lima»)... Rafael Rubio Oltra («Rodalito»)... Salvador Freg Castro... Nicanor Villalta Serrés... José Flores («Camará»)... «Camará» es en cambio, el decano por antigüedad de los matadores de alternativa, desde el 21 de mayo de 1975, fecha en la que falleció el famoso torero mejicano Rodolfo Gaona, Su doctorado data del mes de marzo de 1918, en la plaza de Madrid...

Como podemos ver, Refulgente Álvarez retornaba a tener un puesto de importancia en la historia del toreo. Nació nació 2 años, 3 meses y 20 días antes de que Ponciano Díaz recibiera la alternativa en Madrid y él recibió la propia 37 años, 9 meses después, y además en ese determinado momento de su existencia, resultó ser, aunque fuera por un mero accidente demográfico, el matador de toros de más edad con vida sobre la tierra.

Leía en un comentario, lamentablemente sin firma, a esta entrada del blog Toreros Antiguos, del amigo Carlos González Ximénez, custodio y titular del Archivo Ragel, que concentra también los de Aurelio Rodero y Manuel Vaquero, que Refulgente Álvarez terminó sus días como portero en las instalaciones de Televisa en la Ciudad de México. Esa versión no la he podido comprobar con las distintas personas a las que he consultado al respecto. De ser así, el de Refulgente es uno de esos casos en los que, a pesar de haberse doctorado en la principal plaza del mundo, no tuvo espacio para hacer la vida en los vericuetos de la fiesta.

Así concluyo estos apuntes que, pretenden recordar en estampas algo deslavazadas, el paso por los ruedos de un torero valiente, sin duda, de esos de medio sol, de esos que lo dan todo, de esos que son los que constituyen la argamasa del edificio de la historia del toreo.

Dedico estos extensos apuntes a un queretano nativo, el amigo Octavio Lara Chávez, Callao en sus días de bloguero, quien en otro medio se había ocupado ya de este asunto y a otro adoptivo, Gabriel Lecumberri, al que creo que le gustan este tipo de historias.

Aviso parroquial segundo: De nueva cuenta los resaltados en los textos transcritos son obra de este amanuense, toda vez que en sus originales, no constan de esa manera.

domingo, 17 de octubre de 2021

18 de octubre de 1931. Muere Carmelo Pérez en Madrid

Carmelo Pérez
Cª 1920 Foto: Casasola
Carmelo Pérez
había recibido una de las cornadas más terroríficas que registra la historia del toreo el 17 de noviembre de 1929 en El Toreo de la Condesa, cuando Michín, de San Diego de los Padres, sexto de un festejo en el que alternó con Antonio Márquez y Pepe Ortiz le prendió en los primeros escarceos de la lidia y le envió a la enfermería, de donde las noticias que salían eran contradictorias y casi todas de tono funesto. De eso ya me he ocupado por esta Aldea aquí y aquí.

La oportuna intervención de los médicos Javier Ibarra, José Rojo de la Vega y Carlos Herrera Garduño salvaron la vida de Carmelo, pero en una situación en la que la medicina carecía de los avances que hoy tiene, la ausencia de equipos de diagnóstico y de antibióticos, convirtieron en un verdadero via crucis la recuperación del torero de Texcoco. A ese propósito, cuenta Guillermo H. Cantú:

Al despertar de la anestesia, Carmelo constató una cosa: el infierno no habían sido las cornadas tremendas de “Michín”, sino la penosísima, lenta e incompleta recuperación que en esos instantes se iniciaba… En 1929 aún no existía la penicilina ni otros antibióticos, la fístula de la espalda hubo de ser controlada con métodos prolongados como dolorosos. Una a una, las costillas del costado derecho de Carmelo fueron extirpadas… No fue únicamente tener que respirar con un solo pulmón, ni cargar el resto de su ya corta vida apósitos de algodón para dar volumen a aquél medio torso disimulado y supurante… sino además “un sufrimiento todavía mayor y para el que Carmelo necesitó echar mano de toda su hombría y de toda su fuerza de voluntad: desacostumbrarse a la droga, a la morfina, a base de la cual había vivido medio año”. ¡Y también lo logró! …

Los médicos que le atendían, advirtieron a Carmelo que era necesario guardar reposo absoluto para completar su recuperación y permitir en un futuro la reparación de la fístula que se generó a causa de la cirugía a la que se le sometió para reparar las heridas de la cornada. Pero el torero tenía otros planes al parecer, y en cuanto sintió las fuerzas suficientes se puso a prepararse para reaparecer, haciendo ejercicio para recuperar la condición física y haciendo toreo de salón.

Así, logra volver a presentarse en El Toreo de la Condesa el 4 de enero de 1931, alternando con Luis Freg y Manolo Bienvenida ante toros de La Laguna. En esa campaña actuaría otras cuatro fechas, los días 11 y 18 de enero y el 8 y el 22 de febrero, fecha esta, que representaría su última actuación en la capital mexicana. Ya tenía en mente viajar a España, decía él, para hacerse ropa de torear y conocer aquellas tierras.

Pero antes, el 15 de febrero, en Guadalajara, alternando con Juan Espinosa Armillita y José Olivera Pepete, realizó una faena por naturales al quinto de la tarde, de Zacatepec, que en la versión de quien firmó como Tío Castuera en el diario El Informador de Guadalajara del día siguiente del festejo, fue de la siguiente guisa:

El lugar de honor lo ocupó un toro que hizo honor a la ganadería: el toro de seda, el que se ha llevado la palma de nobleza y bravura... Era cárdeno, entrepelado y ostentaba en sus lomos el número 44... Su faena portentosa es la siguiente. Tres ayudados por abajo, un natural, luego otro, otro y otro que hacen que el público se ponga de pie para aplaudir. Cambia de mano la flámula y luego vienen cinco naturales más, girando suavemente sobre los talones para quedar colocado en una nueva suerte. El delirio viene, y para saborear más la faena intercala uno de costado... tres naturales más, uno de costado y como si no bastara el sinnúmero de pases naturales, nos brinda la oportunidad de verlo embarrarse el toro en la cintura cual se tratara de sedosa paja. Cuatro naturales dados durmiéndose el matador en la cara del burel, cinco más... “Ya esto es torear como en la gloria”, decían al unísono los espectadores estupefactos... Viene para rubricar la muerte de su toro una estocada que tumba sin puntilla. El público pidió las orejas y el rabo...

La realidad, de acuerdo con Cantú, es que Carmelo tenía la idea de ir a confirmar su alternativa en Madrid y hacer una campaña en forma por aquellas plazas, encargándose de sus asuntos allá don Domingo González Mateos Dominguín. Enterados sus médicos de su intención de viajar, le volvieron a recomendar reposo y sobre todo el evitar que se sometiera a alguna cirugía de la fístula del tórax, pues las complicaciones posoperatorias previsibles, serían fatales.

La alternativa en Toledo

Las alternativas recibidas en México no fueron reconocidas en España durante muchos años, así que los toreros mexicanos y en general, quienes las recibían aquí, tenían que volver a hacerlo en una plaza de allá para poder actuar como matadores de toros. La de Carmelo Pérez se programó para el 6 de junio de ese 1931, en Toledo. Era la tradicional Corrida del Corpus. Originalmente estaba puesto como su padrino Gitanillo de Triana, pero el 31 de mayo anterior Fandanguero de Graciliano Pérez Tabernero acabó a plazo con su vida en Madrid y se contrató para sustituirle a Manuel Jiménez Chicuelo. El testigo sería un torero de la tierra llamado Domingo Ortega. Los toros fueron del Conde de Antillón antes de Ildefonso Sánchez Rico, de origen Contreras.

El encierro al final no se lidió completo. Uno de los toros, el que sería primero de la tarde, murió en los corrales y fue sustituido por uno de Terrones – nombrado Presidente –, del mismo origen – los Sánchez Rico eran descendientes del ganadero salmantino, don Juan Sánchez de Terrones – y hago esta aclaración porque en la obra de Cantú se repite con insistencia la presencia de encierros parchados cuando de la actuación de toreros mexicanos en España se trata, como una mala jugada de los taurinos de allá. No hubo tomate en la sustitución del toro, ni fue del agarradero el sustituto, las cosas, como son.

Esa tarde, aparte de incompleto, el juego de los toros dejó que desear. Al tercero se le condenó a banderillas de fuego. La actuación de Carmelo fue vista así por Recorte, cronista del diario La Libertad de Madrid, aparecido al día siguiente de la corrida:

El alternativado Carmelo Pérez no estuvo muy afortunado en el reparto, y de aquí que el resultado de su actuación no respondiese a lo que nos habían prometido sus mentores y nuestros compañeros del país de Moctezuma. Quizá la diferencia de temperamento en el ganado, unido al desentrenamiento que motivó una convalecencia de cerca de un año, a consecuencia de una gravísima cornada que recibió, y por añadidura el desconocimiento del carácter de nuestro público. Influyese en cierto apocamiento, azoramiento o preocupación que observamos en el nuevo matador… Sin embargo, le vimos ceñirse extraordinariamente con el capote y templar, ejecutando algo así como aquel lance que se denominó el «puente trágico», y en esto fue ovacionado… Luego, con la muleta, estuvo demasiado breve en el toro de la alternativa; dos muletazos tan solo, porque vio el mejicano que el enemigo no estaba para adornos. Al sexto, que ofrecía peligro por el lado derecho, le dio tres soberbios muletazos de pecho por el lado izquierdo, «haciendo la estatua». Matando estuvo muy breve también…

Una cirugía a destiempo y el final

Después de la corrida de Toledo, Carmelo Pérez decidió ponerse en las manos del renombrado cirujano Jacinto Segovia para intentar librarse de la fístula torácica que tanto le molestaba. Ello a pesar de que ya desde antes de salir de México se había advertido que era una cirugía de muy alto riesgo. Pocos se enteraron de la intervención. Refiere Cantú que David Liceaga le contó que pasó un día por el sanatorio del doctor Crespo a interesarse por el estado de salud de Gitanillo de Triana y que allí se le informó que el que iba en franca mejoría era un paisano suyo el que tenía nombre de mujer… 

Salido del hospital comenzó el proceso de recuperación, advertido de nuevo de que el reposo absoluto era importantísimo para salir adelante. Pero un espíritu indómito como el de Carmelo Pérez no sabría mantenerse quieto. En cuanto pudo, salió a pasear por las calles de Madrid, comenzó a hacer vida social, incluso, llegó a conocer a Federico García Lorca – afirmaba el Negro Muñoz – y añoraba recuperarse plenamente para poder volver a México y retomar las cosas donde las había dejado pendientes.

Recurro de nuevo a la versión de Cantú:

El 15 de septiembre, como todo mexicano en el extranjero que se respete, Carmelo asistió a la Embajada de México para conmemorar la Independencia y dar “El grito” junto con sus compatriotas… La “siguieron” toda la noche… Regresaron a la pensión de la Carrera de San Jerónimo, donde vivía, pasadas las seis de la mañana, entonando con la guitarra los nostálgicos versos de “Canción Mixteca”: “Qué lejos estoy del suelo donde he nacido…”… Se metió en la cama para recuperarse de lo que parecía un fuerte resfriado, y durante 30 largos días rumió su última cita con el dolor y la frustración… entre una respiración que se iba haciendo más dificultosa y unos recuerdos cada vez menos claros, su vida se fue apagando…

La prensa de Madrid se ocupó con alguna profusión del hecho, aunque casi todos los diarios que pude consultar reproducen el mismo boletín de prensa. La nota que me parece más lograda es la de La Libertad, salida el 20 de octubre siguiente, que entre otras cosas cuenta:

El domingo, a la una de la tarde, le visitó, como de costumbre, el doctor Rozabal, que se había encargado de su asistencia, y le encontró con bastante fiebre.

Carmelo dijo al doctor que pasaba muy malos ratos y que sólo descansaba cuando se le aplicaba alguna inyección de morfina. Rogó al médico que diera la orden oportuna para que le aplicaran otras. El doctor Rozabal le contestó que su ayudante quedaría encargado de aplicarlo el calmante pedido. Entonces Carmelo, al ver que el doctor se marchaba, le dijo a su mozo de estoques:

«Raspa», acompaña al «doctorcito» hasta la puerta.

Cuando el «Raspa» volvió al lado de Carmelo, éste había muerto...

El siguiente paso sería el traslado de los restos de Carmelo a su lugar de reposo definitivo. Problemas, principalmente quizás de índole económica, dilataban – y quizás imposibilitaban – el traslado a la Ciudad de México. Los toreros mexicanos allá en España, en trance de regresar a enfrentar sus campañas en ruedos nacionales, no contaban con los recursos líquidos para afrontar un asunto de esa naturaleza, pero providencialmente, el Papa Negro, don Manuel Mejías Bienvenida, salió al quite. Así se publicó en El Heraldo de Madrid del 22 de octubre de ese 1931:

Un rasgo del Papa Negro

Los parientes del infortunado diestro Carmelo Pérez enviaron un cablegrama en el que exponían su deseo de que los restos del lidiador fuesen enviados a Méjico, su país natal. Anunciaban la remisión de los fondos necesarios; pero transcurrían las horas y el dinero no llegaba. Y como para la operación de embalsamamiento y otros gastos se precisaba una suma importante, los amigos del torero, ante la imposibilidad de sufragarlos, renunciaron a satisfacer los naturales deseos de la familia de Carmelo. Don Manuel Mejías, padre de los matadores de toros Manolo y Pepe Bienvenida, tuvo noticia de lo que ocurría e inmediatamente se puso en relación con D. Román Mercelian, apoderado del diestro fallecido, y le facilitó diez mil pesetas, que era la cantidad que se precisaba para trasladar a Méjico el cadáver de Carmelo Pérez.

El rasgo de Bienvenida, padre, ha sido muy elogiado por la afición y los toreros.

Así fue como los restos de Carmelo Pérez pudieron salir a México el 1º de noviembre para regresar a reposar a la tierra que lo vio nacer. Fue inhumado el día 13 de ese mismo mes.

Aldeanos