NECESARIA ACLARACIÓN: Hoy debiera celebrarse la cuarta corrida de la Feria de San Marcos. Por las razones que han sido profusamente difundidas, esta corrida y las que siguen, no se llevarán a cabo. La razón de seguir publicando estos recuerdos, es que el trabajo ya lo tengo hecho y me parece algo ocioso dejarlo añejar un calendario completo, así que seguiré las fechas del cartel original de los festejos y continuaré publicando estas ideas, si Ustedes no tienen objeción.
Manolo Martínez se había ido de los toros en 1982 y solo soportó el retiro durante tres años. Seguramente la crianza de toros de lidia y la formación de nuevos toreros no dieron satisfacción a esa hambre de miedo y sed de toros negros que refiriera nuestro Volcán, Rafael Rodríguez cuando la Diosa Rubia, doña Conchita Cintrón le preguntara el por qué de la vuelta de los toreros a los ruedos.
Esta nueva etapa de la égida martinista en los ruedos tuvo más claroscuros que la anterior. Si don Lorenzo Garza dijo en los inicios de Manolo que no dividía y que eso le faltaba para ser una gran figura, en ese momento, se encontraba en el culmen de la separación de la afición en istas y antis, sobre todo, contando con que una nueva generación de toreros mexicanos encabezada por Miguel Espinosa Armillita Chico, Jorge Gutiérrez y David Silveti se ocupaban de cautivar el interés de la afición.
Aparte, ya reabierto el intercambio con Europa, veíamos de España a diestros como Pedro Gutiérrez Moya El Niño de la Capea, José Mari Manzanares, José Ortega Cano, al portugués Víctor Mendes, al francés Nimeño II y una serie de toreros que dieron un aire distinto a la fiesta de este lado del mar y que además, cambiaron en mucho el modo de ser de nuestra Feria de Abril, tanto, que para compaginarla con la de Sevilla, comenzó a adentrarse en el mes de mayo en su parte principal.
El cartel del 30 de abril de 1987 era un mano a mano entre Manolo Martínez y Miguel Espinosa Armillita Chico, con toros potosinos de De Santiago, propiedad de José Antonio Garfias de los Santos, ganadería que por esas calendas estaba en la cúspide de su trayectoria, tanto así, que con el encierro de su otro hierro, José Garfias, unos días después, también Manolo Martínez y sus alternantes, rematarían otra tarde triunfal.
La relación de don Jesús Gómez Medina en El Sol del Centro del día 1 de mayo de 1987 destaca lo siguiente:
Para ser congruente con su historia de luces y sombras, Manolo Martínez se dejó un toro vivo, pero también realizó una de las faenas que bien pueden contarse entre las más importantes de las realizadas hasta hoy en la Monumental Aguascalientes.
La que realizó con Lebrijano, públicamente fue reconocida en más de alguna ocasión por el torero de Monterrey como el compendio de su tauromaquia, diría yo, como su última lección magistral.
El cartel que estaba anunciado para hoy: Toros de San Miguel de Mimiahuápam para Zotoluco, El Juli y Arturo Macías.
Manolo Martínez se había ido de los toros en 1982 y solo soportó el retiro durante tres años. Seguramente la crianza de toros de lidia y la formación de nuevos toreros no dieron satisfacción a esa hambre de miedo y sed de toros negros que refiriera nuestro Volcán, Rafael Rodríguez cuando la Diosa Rubia, doña Conchita Cintrón le preguntara el por qué de la vuelta de los toreros a los ruedos.
Esta nueva etapa de la égida martinista en los ruedos tuvo más claroscuros que la anterior. Si don Lorenzo Garza dijo en los inicios de Manolo que no dividía y que eso le faltaba para ser una gran figura, en ese momento, se encontraba en el culmen de la separación de la afición en istas y antis, sobre todo, contando con que una nueva generación de toreros mexicanos encabezada por Miguel Espinosa Armillita Chico, Jorge Gutiérrez y David Silveti se ocupaban de cautivar el interés de la afición.
Aparte, ya reabierto el intercambio con Europa, veíamos de España a diestros como Pedro Gutiérrez Moya El Niño de la Capea, José Mari Manzanares, José Ortega Cano, al portugués Víctor Mendes, al francés Nimeño II y una serie de toreros que dieron un aire distinto a la fiesta de este lado del mar y que además, cambiaron en mucho el modo de ser de nuestra Feria de Abril, tanto, que para compaginarla con la de Sevilla, comenzó a adentrarse en el mes de mayo en su parte principal.
El cartel del 30 de abril de 1987 era un mano a mano entre Manolo Martínez y Miguel Espinosa Armillita Chico, con toros potosinos de De Santiago, propiedad de José Antonio Garfias de los Santos, ganadería que por esas calendas estaba en la cúspide de su trayectoria, tanto así, que con el encierro de su otro hierro, José Garfias, unos días después, también Manolo Martínez y sus alternantes, rematarían otra tarde triunfal.
La relación de don Jesús Gómez Medina en El Sol del Centro del día 1 de mayo de 1987 destaca lo siguiente:
Se le daba por liquidado, afirmábase que su retorno a los ruedos obedecía a móviles económicos. Más he aquí ayer, en el cálido escenario de la Monumental, el orfebre al que se consideraba extinto para el toreo abrió generosamente la vena de su arte y cinceló una faena de perfiles antológicos; y el conceptuado como mercenario de la fiesta enriqueció la historia de los festejos feriales con un trasteo de calidades extraordinarias. ¡La faena de la tarde! ¿La faena de la tarde? ¡La faena de esta feria… y de muchas ferias! Una faena, en suma, de relieves históricos: tal fue la realizada por Manolo Martínez con el estupendo Lebrijano, de Santiago, tercero de la sesión…
¡El toreo – arte, aspiración suprema, desiderátum de toreros y aficionados, tal fue el sello constante de la actuación del diestro de Monterrey en el tercio final!...
Cada vez más adentrado el diestro en su tarea; o, mejor, a cada muletazo yendo a más en temple y gallardía, prosiguió el toreo derechista de una calidad, con una hondura, con tal armonía y ritmo, con una cadencia deliciosamente musical, que a las mentes venían los versos del Divino Rubén: Era un aire suave de pausados giros / el hada Armonía ritmaba sus vuelos…
¡El toreo convertido en arte puro! El toreo, la recia y viril disciplina creada por los
bizarros lidiadores de hace dos centurias, elevado al nivel de las bellas artes…
Y, entre tanto, el torero – artista, borracho de inspiración, volcando su sentimiento en cada pase, sintiendo y haciendo sentir a plenitud todo cuanto el toreo encierra de plasticidad, de emoción y de arte.
Brotó también, el toreo con la izquierda; naturales largos, templadísimos, mandones y los adornos plenos de gallardía, los remates, torerísimos, oportunos; el despliegue más generoso, en suma, del bagaje artístico del gran torero de Monterrey, para deleite y embeleso de cuantos presenciábamos el prodigio… y del propio torero, que, literalmente se gustaba, se deleitaba con su propio arte…
Para ser congruente con su historia de luces y sombras, Manolo Martínez se dejó un toro vivo, pero también realizó una de las faenas que bien pueden contarse entre las más importantes de las realizadas hasta hoy en la Monumental Aguascalientes.
La que realizó con Lebrijano, públicamente fue reconocida en más de alguna ocasión por el torero de Monterrey como el compendio de su tauromaquia, diría yo, como su última lección magistral.
El cartel que estaba anunciado para hoy: Toros de San Miguel de Mimiahuápam para Zotoluco, El Juli y Arturo Macías.