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domingo, 19 de marzo de 2023

19 de marzo de 1933: Presentación de Lorenzo Garza en Madrid

Un lance de Lorenzo Garza
Roberto Domingo
La Libertad, Madrid, 21 de marzo de 1933
Lorenzo Garza se había presentado en el Toreo de la Condesa el 3 de mayo de 1931, alternando con Antonio Popoca y Jesús González El Indio para lidiar novillos de La Punta. Para 1932 consigue que Carlos Quirós Monosabio le recomiende con Eduardo Pagés, y parte para España, logrando actuar dos tardes en Barcelona – donde se presentó el 14 de agosto –, Santander, Bilbao, San Sebastián y Burdeos, dejando las cosas puestas para regresar el siguiente calendario.

Para 1933 le esperaba una campaña más extensa y en la que tendría que examinarse ante la cátedra madrileña. La ocasión se presentó para el día de San José del año 33. La empresa madrileña anunció un encierro de Ramón Ortega – antes Braganza – para que lo lidiaran Diego de los Reyes, Diego Gómez Láinez y el debutante mexicano Lorenzo Garza

Un trágico prólogo

La novillada estuvo a un tris de suspenderse, pues al abrirse la puerta de cuadrillas para que los alguaciles hicieran el despeje, una sección de la barandilla de la andanada que quedaba sobre el tendido siete, se desprendió y dejó a siete heridos, uno grave y los demás de pronóstico reservado. La Hoja Oficial del Lunes del día siguiente del festejo, entre otras cosas dice al respecto:

Al sonar los clarines anunciando la salida de los alguacilillos, parte de los espectadores de las primeras filas de las andanadas pasaron precipitadamente, como ocurre en todas las corridas cuando no están ocupadas todas las localidades a la delantera, con el objeto de acomodarse en el barandal... Y en aquel preciso momento, una barandilla de la andanada que da sobre el tendido número 7, se desprendió de las columnas donde aquellas se sujetan y cayó con estrépito sobre el graderío...

Al final, se determinó que los pernos que sostenían esa barandilla de hierro no estaban en su sitio y que estaba fijada apenas con unos alambres, por lo que cedió al peso de la multitud que buscaba aprovechar las localidades vacías de la sección inferior. Tras de recogerse la pieza caída y procurarse atención a los lesionados, los ocupantes de las localidades circundantes pedían la suspensión de la novillada, pero la autoridad determinó que no había causa para hacerlo.

La actuación de Lorenzo Garza

La impresión que causó quien después sería conocido como El Ave de las Tempestades fue bastante buena. Aunque no logró redondear una tarde triunfal, logró apuntar a la afición de la capital española que tenía aptitudes y posibilidades para caminar un trecho largo delante de las astas de los toros. Escribió F. Asturias para el diario Ahora, salido el 21 de marzo siguiente al festejo:

Lorenzo Garza venia precedido de una fama de valiente y artista. Por lo poco que se le vio hacer – poco en cantidad – no mentía la fama. Es valiente y artista. Con el capote y la muleta aguanta y para de una manera imponente. Su segundo fué un inútil que se cayó varias veces, falto de fuerza en los remos. Así y todo, el mejicano ejecutó algunas verónicas admirables y logró cuajar unos pases de muleta que levantaron olés y ovaciones apretadas. Mató de una atravesada y varios intentos de descabello. Fue en el sexto en el que logró entusiasmar al concurso toreando con el capotillo… Cuando lo veamos sin viento, podremos juzgarle con mayor conocimiento de causa.

Quien firmó como Don Nino para El Heraldo, destacó también el conjunto armónico de la faena de Lorenzo Garza al segundo de su lote y también una circunstancia que en alguna manera emborronó su actuación, el manejo de los aceros:

Garza sabe fundir la elegancia en el hacer con el conocimiento profesional… De asombro fueron los lances con que el mejicano recibió al sexto de Ortega. Suaves, lentos, rítmicos, extraordinariamente magníficos todos y cada uno de ellos. Insuperables los dos del lado derecho y el tercero por el izquierdo del primer quite. Y cuando todo hacía presumir en un éxito de apoteosis el muletero no salió. La faena fué de recibo. Después de media estocada el novillo se «amorcilló» junto a la barrera y, como nadie tuvo decisión para sacarlo de allí, fue descabellado por Garza cuando los clarines habían marcado el tiempo del primer aviso...

Por su parte Recorte, en La Libertad, también del 21 de marzo, reflexiona entre otras cuestiones, lo siguiente:

Su forma con el capote, la forma de torear con el capote a la verónica, tomando el engaño por junto a la esclavina, seguro y desenvuelto, firme y desahogado, parando y templando, acusan un estilo y una calidad estimable... Apreciables destellos en lo forma al torear con la muleta y facilidad, al menos el domingo, en el trance supremo... acusó una buena calidad de torero y una competencia profesional superior...

Y en La Voz, por su parte José Luis Mayral Corinto y Plata, quien aquí en México, en el exilio, firmara como Curro Meloja, en verso, entre otras cosas, dijo:

Hay que mirar con cuidado

los lances de este torero.

El capote recogido

hace girar todo el cuerpo

y que pasen los pitones 

rozándole... Gran efecto;

cierta originalidad

- un poquito codillero -,

indudable exposición

y atisbos de estilo nuevo.

Me gustó con el capote:

tiene un algo, tiene un sello.

Con la muleta, lo mismo.

Hay gracia y es pinturero…

Lo que vendría para Lorenzo Garza

El 6 de agosto de ese 1933, en Santander, el torero de Monterrey recibió la alternativa de manos de Pepe Bienvenida, que le cedió al toro Repentino de Celso Cruz del Castillo, en presencia de Antonio García Maravilla. Torearía todavía otras tres corridas en España ese año, con poca fortuna, por lo que al año siguiente, el 24 de febrero, en Valencia, volvería a actuar como novillero, renunciando a ese doctorado, que recuperaría con todos los honores el 5 de septiembre en Aranjuez.

El resto de su historia tiene mucho para ser contado. La carrera de Lorenzo Garza terminó – con algunas pausas intermedias – bien entrados los años sesenta del pasado siglo y fue, sin duda, el representante de la Edad de Oro del toreo en México con la carrera más longeva.

Apéndice sobre cambios en la prensa de la época

Desde los días anteriores al festejo se venían publicando notas en torno a la producción de cambios en las páginas taurinas de varios diarios madrileños. Así, se afirmaba que Maximiliano Clavo Corinto y Oro, dejaba su tribuna en La Voz y que le sustituiría Cipriano Rivas Cheriff, director y crítico de teatro y a la sazón, cuñado del Presidente del Consejo de Ministros, Manuel Azaña; se escribió en El Adelanto de Salamanca:

La comidilla del día en las tertulias taurinas, es si “Corinto y Oro” hace o no las críticas taurinas de “La Voz” este año... Y los nombres que, al parecer, pensaban sustituirle. Pero esos nombres, no son ninguno de los que van a escribir en las columnas de “La Voz” ... En “La Voz” hay una persona capacitada para ese cargo... nos referimos a José L. Mayral, pero al parecer, se quiere llevar a la sección taurina, más que un técnico en toros, un literato: Y éste no sería otro, que... Rivas Cheriff...

En el mismo diario salmantino también se hablaba de la salida de El Imparcial de Federico M. Alcázar, sin precisar destino para su pluma, pero estableciendo que su sustituto sería nada menos que Ignacio Sánchez Mejías:

Son tantos los aspectos desde el punto de vista de la empresa de “El Imparcial” ... que a él iba de crítico el ex torero Ignacio Sánchez Mejías... Federico M. Alcázar, que estaba encargado de la crítica de toros, no pertenece ya al periódico, ocupando su puesto, ya en firme, Sánchez Mejías, y como segundo de a bordo, Alardi, que ya fue crítico taurino de un periódico de Sevilla...

La realidad es que Federico M. Alcázar fue quien sustituyó a Corinto y Oro en La Voz, lo que se anunció precisamente el lunes 20 de marzo de 1933, aunque la crónica  de la novillada, la escribiera José Luis Mayral Corinto y Plata, como era habitual. Igual, Ignacio Sánchez Mejías no fue cronista de El Imparcial, durante el breve tiempo que sobrevivió, se encargó de ella José Quilez.

Así estaban las cosas de lo que unos años después sería llamado el planeta de los toros hace 90 años. Y ahora sí, hasta la próxima semana.

domingo, 30 de mayo de 2021

31 de mayo de 1931: Gitanillo de Triana y Fandanguero de Graciliano Pérez Tabernero I/II

Francisco Vega de los Reyes
Gitanillo de Triana
Foto: Paco Marín/Kutxateka
La temporada madrileña de 1931 no caminaba precisamente sobre ruedas. Las noticias de la prensa y las crónicas de los festejos dejaban ver que la afición y los informadores no estaban contentos con lo que la empresa estaba presentando. En los dos festejos anteriores a este que me ocupa, los domingos 17 y 24 de mayo, se protestaron respectivamente los toros de Victoriano Angoso y Santiago Sánchez Rico, así como los de Juan Sánchez de Terrones y Tovar por chicos y débiles.

Alguna luz se vio cuando en esa corrida del 24, Armillita cortó una oreja al sexto de Terrones que le tocó en suerte y fue sacado en hombros o cuando el día 30, víspera de los hechos que me tienen aquí, David Liceaga, que renunciando a la alternativa que había recibido en El Toreo el anterior enero, se decidió a hacer campaña en ruedos hispanos y ese día se presentó en la Carretera de Aragón alternando con Chiquito de la Audiencia, Antonio García Maravilla y Manuel Fuentes Bejarano en la lidia de novillos de Alipio Pérez Tabernero – también criticados por flojos –. David le cortó la oreja al octavo, de Clairac, sustituto del titular devuelto por inválido, saliendo a hombros en esa presentación.

Quiero hacer notar que en estos apuntes no tendré información del ABC madrileño, pues fue incautado por las autoridades de la República Española el día 10 de mayo de 1931 y dejó de aparecer entre el 11 de ese mes y hasta el 5 de junio siguiente, pero la demás prensa de la capital de España se ocupó abundantemente del tema, con extraordinarias firmas, pero nunca deja uno de necesitar, en casos como este, la de don Gregorio Corrochano.

La octava corrida del primer abono del 31

Ese era el ambiente previo a la corrida del 31 de mayo del 31. La empresa de Madrid intentó remontar el ambiente negativo que rodeaba la situación y puso en los corrales de la plaza una bien presentada corrida de don Graciliano Pérez Tabernero, de Salamanca, para Manuel Jiménez Chicuelo, que se presentaba en la temporada, Marcial Lalanda, que reaparecía después de una lesión y Gitanillo de Triana que había estado desafortunado en su última actuación que, si mal no recuerdo, fue la confirmación de Jesús Solórzano.

La plaza de Madrid se llenó. El bien presentado encierro y el cartel de toreros no dejaban lugar a las dudas de los aficionados, que al ir ocupando sus localidades no tenían idea de que la fiesta de los toros tiene sus propios mecanismos para resarcir sus pérdidas. Por una parte, Marcial Lalanda tendría una de sus grandes tardes en la plaza vieja de la capital española y por la otra, la fatalidad se encargaría de recordar a todos los que asistieron, a los que no y a los que, en el futuro, nos interesáramos por esto, que la fiesta de los toros es un juego de vida y de muerte y que ese es uno de sus activos.

Fandanguero, número 98, negro, tercero de la tarde

Francisco Vega de los Reyes, natural de la Triana de Sevilla, pues nació allí en la entonces llamada calle de La Verbena – hoy Rodrigo de Triana – se encontraría con su destino al salir ese toro negro, tercero de la tarde. Federico Morena, en El Heraldo de Madrid, al relatar los sucesos ocurridos al día siguiente del festejo, reflexiona lo siguiente acerca de este toro y del encierro lidiado ese día:

¿Está seguro D. Graciliano Pérez Tabernero de que ha logrado extinguir por completo en sus toros la sangre de Miura? … Como es sabido – la tragedia de ayer justifica el recuerdo –, D. Fernando Pérez Tabernero, padre de D. Graciliano, fundó su ganadería en 1884 con vacas de Veragua y un semental de Miura... pero el resultado no satisfizo a D. Graciliano, y en abril de 1920 adquirió 126 vacas de los hermanos conde de Santa Coloma y marqués de Albaserrada y un eral escogido de cada una de estas ganaderías. Al decir de D. Graciliano, en 1924 lidió los restos de la antigua ganadería y estrenó la nueva con gran éxito en Barcelona. Y desde entonces, D. Graciliano cree firmemente que sus toros llevan sangre pura de Vistahermosa… Pero la corrida de ayer parece rectificar al ganadero salmantino. La sensación que recibimos los aficionados es la de que asistíamos a una miurada. ¡Qué cambios más notables se operaban en los toros! Diríase que en cada uno de ellos se manifestaban alternativamente las distintas sangres de las diferentes cruzas; pero predominando siempre la de Miura. Era una corrida como para traer de cabeza al mejor aficionado… Un toro, por ejemplo, tomaba una vara a ley, volvía luego la cara, y, en fin, recargaba de modo sorprendente... Quedaba aplomado en el tercio de varas y cortaba el terreno peligrosamente en banderillas. Era docilísimo en el segundo tercio y se arrancaba bronco y descompuesto al final… Se vencía primero por un lado y después por el otro... En fin, que en ningún momento sabía el aficionado a qué atenerse sobre la calidad de los toros de D. Graciliano. El más igual de los seis fue, sin duda, el quinto, de Marcial, que doblaba idealmente por el lado izquierdo… Por lo demás, dentro del tipo de la casa, la corrida estuvo bien de presentación...

Como podemos ver, salvo el sexto, según lo relata Morena, ese encierro de don Graciliano fue una colección de prendas y hoy se diría en el lenguaje de los profesionales que eran toros a contraestilo tanto para Chicuelo, como para Gitanillo, pero eso era lo que había y nada más.

El percance

Después de lucirse en el primer tercio y solventado el de banderillas, Curro Puya se dispuso a torear de muleta. Lo hizo según la costumbre al uso, al hilo de las tablas e iniciando por alto, seguramente para calibrar la distancia de la embestida del toro. Al realizar una de esas suertes fue prendido. Sigue contando Federico Morena:

Empezó con un pase ayudado por alto, erguido y torero, y al pretender dar el cambiado, también por arriba, se le venció el toro y le cogió de lleno por el muslo derecho. Le suspendió un instante y le despidió luego con fuerza. El pobre Curro quedó caído, boca arriba, entre el toro y la barrera. El bruto acometió furiosamente a su presa y le tiró, con rapidez, varias cornadas. Fueron unos instantes de horror. El público, puesto en pie, prorrumpía en un alarido de espanto. El cuerpo del infeliz torero, como un pelele, rebotaba contra la barrera a cada embestida del bruto. ¡Hasta que llegó el capote providencial de Lalanda! ...

Por su parte, el que firmó como Jerezano, en Ahora, salido en Madrid el 1º de junio de 1931, relata:

“Fandanguero” se muestra incierto, receloso y se defiende por el lado del dolor: el izquierdo, Curro Puya no quiere “ver” el defecto; sólo piensa en “torear” para “enseñar a torear”. Muy cerrado en tablas del 2, desafía el gitano. Un buen ayudado por alto sobre ambas manos, venciéndose el toro y siguiendo su viaje a las tablas. En ellas – en terrenos del 1 – aguanta Paco Vega, en un muletazo por alto con la derecha..., pero por ser sobre el pitón izquierdo – el lado lastimado –, el bicho “defiende” ese sitio, cierne la cabeza y tropieza, hiere, suspende, se cambia de pitón y derriba al clásico torero. Este cae debajo del estribo de la barrera, y allí el de Graciliano le busca, pisa, cornea y engancha varias veces. La escena es horrible y emocionantísima, hasta que Marcial y las cuadrillas consiguen llevarse al cornúpeto. Gitanillo, herido, destrozada la ropa, cubierto de sangre y desvanecido, es transportado a la enfermería entre una grandísima, tristísima y sentimental ovación al purísimo artista. ¡Pobre Gitanillo! ...

El resultado del percance fueron tres cornadas, una en cada muslo y la más grave la que Fandanguero le infirió en la parte baja de la espalda, a la altura del coxis, perforándole el hueso sacro y rompiéndole el saco dural, es decir el tejido de la médula espinal que se inserta en esa parte final de la columna vertebral. Esa herida, al final, sería la que le causaría la muerte al infortunado Gitanillo de Triana.

El día de mañana concluiré con estas notas, dada la extensión que van tomando…

Aviso Parroquial: Los resaltados en los textos de Federico Morena y de Jerezano son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 11 de abril de 2021

12 de abril de 1936: Ricardo Torres confirma su alternativa en Madrid

Ricardo Torres
Aguascalientes Cª 1937
Colección: Isidoro Cárdenas Carranza
La temporada madrileña de 1935 se cerró con la actuación de dos toreros mexicanos. La última corrida se dio el 20 de octubre y en ella actuaron José Amorós, Jesús Solórzano y Gitanillo de Triana ante toros de Demetrio y Ricardo Ayala y la última novillada se dio una semana después, cuando ante tres novillos de Juan Sánchez de Terrones y tres de los nombrados hermanos Ayala (3º, 4º y 5º), se presentaron Miguel Cirujeda, Jesús González El Indio y Ricardo Gutiérrez Navas. Nuestro paisano El Indio, cortó última oreja del ciclo al segundo de la tarde.

Al año siguiente sería Jesús González quien abriría la temporada de toros en Las Ventas, al actuar en el primer festejo del calendario el 8 de marzo, alternando con Cayetano de la Torre Morateño y José Vera Niño del Barrio en la lidia de novillos de Celso Cruz del Castillo. Después le seguiría Paco Hidalgo, que debutaría allí el Domingo de Ramos, 5 de abril, alternando con Enriqueta Palmeño, Daniel Luca de Tena y Mariano García y el tercer torero mexicano y único matador de toros en actuar en ese calendario en el ruedo venteño, sería precisamente quien me ocupa en estas líneas, el hidalguense Ricardo Torres.

La primera corrida de 1936

Se anunció como primer festejo mayor para ese Domingo de Resurrección de 1936, una corrida de ocho toros de los hermanos Luis y José Pallarés para Victoriano Roger Valencia II, José Amorós, Pepe Gallardo y el mexicano Ricardo Torres que confirmaría su alternativa. La tarde fue lluviosa y el ambiente en las tribunas estaba crispado porque la empresa suprimió el abono y emitió unos carnets de aficionado que no terminaron de convencer a los tenedores y que al día siguiente serían suprimidos, regresando al sistema anterior, según cuenta en su tribuna del ABC madrileño don Gregorio Corrochano:

Este año nos encontramos con una novedad: no se abre abono. La empresa, buscando sin duda una solución o una sustitución a la reserva de localidades, ideó el «carnet», que tiene analogía con lo que en Méjico llaman «derecho de apartado». El ensayo no cayó bien por lo visto en la opinión y se han anulado los «carnets». Pero no se abre abono. Y ahora va a surgir otra dificultad. Si no se abre abono ¿qué fórmula van a dar para la reserva de localidades abonadas?

El encierro cordobés de los hermanos Pallarés, a decir del citado don Gregorio fue serio:

Se lidiaron toros de Pallarés, bien presentados y con sus años completos. Decimos con sus años completos, porque con los toros ocurre lo contrario que suele acontecer con las mujeres: los toros se ponen años; o se los ponen los que quieren hacerles pasar por toros. Pero con sus años y todo, la corrida fue magnífica para los toreros. De los ocho, los seis primeros no hay quien los mejore en nobleza, en buen estilo de embestir. El séptimo tuvo más peligro, porque había que llegarle mucho y cuando arrancaba, lo hacía con fuerza y seguido. El octavo no se le pudo ver porque se lidió tan mal, que el toro no sabía a qué capote acudir...

Ricardo Torres confirmaba la alternativa que había recibido en Barcelona el 16 de septiembre de 1934 y que ya había confirmado en El Toreo el 2 de diciembre de ese mismo año. Lo haría con Esparragueño, que así se llamaba el primero de la corrida que me ocupa en este momento. Tuvo una actuación interesante. Quien hizo la crónica para la Hoja Oficial del Lunes, aparecida al día siguiente de la corrida – no está firmada – entre otras cuestiones relata lo siguiente:

Los cuatro matadores, con afición, con conciencia de su saber, con voluntad decidida, tuvieron gestos que dieron consistencia y calor de corrida grande a esta primera del año... Los inició Ricardo Torres al veroniquear, ceñidísimo, pero suave y lento, a su primero en una serie de lances superiores, al que siguieron otros, en el primer quite, de verdadero torero... Y luego tres pares de banderillas buenos, a cargo del nuevo matador de toros, con alegre preparación y ejecución perfecta, a los que siguió – después de recibir los trastos de manos de Valencia – una faena reposada, tranquila, fina, elegante, con gusto y ciencia. Ricardo Torres corrió la mano una y otra vez por alto y de pecho, parado, erguido, sacando la muleta por la penca del rabo del enemigo, y luego con la izquierda, desafiando, consintiendo, aguantando de verdad, consiguió dos naturales perfectos en los que tuvo que adelantar el engaño y tirar de él para que el toro pasase. Terminó la faena con un pinchazo y media, y el nuevo matador oyó una ovación grande y saludó desde los medios...

Por su parte, el que firma como López Cansinos, en el diario madrileño Ahora, escribe esto:

Empecemos por el recipiendario, que, después de todo, fue el protagonista del primer episodio de la corrida. El diestro mejicano – buen novillero en sus anteriores actuaciones en Madrid y con posibilidades de ser un buen torero en su nueva categoría – toreó con el capote al bicho que rompió plaza con mucho valor y finura y repitió estas muestras de buen estilo en el primer quite. Tomó banderillas y con excelentes maneras clavó dos pares y medio que arrancaron justas ovaciones. Brindó al público después del ceremonial doctorado y empezó con dos pases por alto soberbios, seguidos de un natural, aguantando el viaje lento del animal que estaba muy quedado. Continuó con otros pases altos pasándose todo el toro por delante, pero como el de Pallarés no hacía por el engaño, tuvo que abreviar la brillante faena. Tras un pinchazo en lo alto metió media superior que tiró al enemigo patas arriba. Fue ovacionadísimo el nuevo matador y tuvo que salir a saludar al tercio…

Como podemos ver, Ricardo Torres tuvo una confirmación de alternativa que le podría permitir la obtención de posteriores actuaciones en otras plazas españolas, pero primero, el conflicto generado por la dirigencia de los toreros españoles apenas un mes después y posteriormente la Guerra Civil, interrumpieron el camino que apenas había empezado a andar.

El resto del festejo

Valencia II dio la vuelta al ruedo tras despachar al segundo, fue silenciado en el quinto y volvió a dar la vuelta en el séptimo que mató por Pepe Gallardo; José Amorós: silencio en el tercero y vuelta tras la muerte del sexto; Pepe Gallardo: cortó las 2 orejas al cuarto, Rompelindo y fue gravemente herido por el séptimo que tenía el curioso nombre de Manta al hombro. Por su parte, Ricardo Torres, tras la muerte del que cerró plaza, escuchó palmas al retirarse.

El parte médico rendido acerca del percance sufrido por Pepe Gallardo, sin firma en los diarios, pero que me arriesgo a atribuir al doctor Jacinto Segovia, dice lo siguiente:

Durante la lidia del séptimo toro ha ingresado en esta enfermería el diestro José Gallardo, quien sufre una herida por asta de toro, situada en la cara posterior, tercio medio del muslo izquierdo, de unos veinte centímetros de trayectoria y que lesiona piel, tejido celular subcutáneo, músculos bíceps y semitendinoso, contusionando el nervio ciático mayor, acompañado de abundante hemorragia procedente de las ramas de la femoral profunda. Pronóstico grave.

Dramatis personae

Victoriano Roger Valencia II. Murió asesinado en la carretera de Hortaleza el 18 de diciembre de ese 1936 – fusilado dicen otros – a causa de su afiliación falangista y de su belicoso deseo de hacer ostentación de ella en todo lugar, incluso en las plazas de toros.

José Amorós. Las cornadas y la guerra civil truncaron su carrera. Toreó la Corrida de la Victoria en Las Ventas el 24 de mayo de 1939. Cambió el oro por la plata a partir de 1944 y actuó en cuadrillas de diestros como Gitanillo de Triana, Antonio Bienvenida o Rovira. Cuando dejó los ruedos fue asesor de la presidencia en Las Ventas. Falleció el 15 de julio de 1997.

Pepe Gallardo. Siguió toreando intermitentemente después de la Guerra Civil. En 1942 toreó con Manolete en San Fernando, al año siguiente volvió a Las Ventas y al final del calendario dejó de torear. Se dedicó a ayudar a un muchacho de Barbate llamado Antonio Rivera, quien después sería el padre de Riverita y de Paquirri. Falleció en Cádiz el 1º de abril de 1988.

El devenir de Ricardo Torres

Mañana lunes se cumplen 85 años de que Ricardo Torres resultara ser el último torero mexicano en actuar en la plaza de Madrid, como decía, a causa de un rompimiento de relaciones y entenderes entre las torerías de España y México y de la Guerra Civil Española. Sería hasta el 18 de julio de 1944, cuando volvería a hollar esa arena un torero mexicano y tocaría a Carlos Arruza presentarse allí para, precisamente, confirmar su alternativa. 

Ricardo Torres, heredero de las enseñanzas de Ojitos por la vía de Samuel Solís, continuó su carrera en México y durante la imposibilidad de actuar en España, lo siguió haciendo en Portugal y Francia, haciéndolo en la Plaza México por última ocasión el 6 de marzo de 1949, alternando con Lorenzo Garza y Luis Procuna y en esa ocasión cortó la oreja al toro Africano de Pastejé.

Posteriormente participó en la formación como toreros de sus sobrinos Jaime y Manolo Rangel, ambos matadores de toros. Ricardo Torres falleció el 3 de agosto de 1953 a consecuencia de un accidente automovilístico sufrido 5 días antes en las inmediaciones de Matamoros, Tamaulipas.

Sirvan estos párrafos para recordar a este gran – pero altamente incomprendido por la historia – torero mexicano.

Aldeanos