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domingo, 3 de noviembre de 2024

1º de noviembre de 1944: Festival homenaje a Rafael El Gallo en Sevilla

Para el día de Todos los Santos del año 44 del pasado siglo, Rafael El Gallo era ya sexagenario y tenía casi una década de haber toreado vestido de luces por última vez. Sus señas reconocidas por la afición, eran las de la tertulia que en torno suyo y el de Juan Belmonte, se formaba en la calle Sierpes, en Sevilla, en Los Corales, que también tenía otro acceso por Almirante Bonifaz. Allí se podía encontrar a ese torero que, a casi siglo y medio de su natalicio, cabe cada vez más en la descripción que de él hiciera en su día Selipe:

Rafael rechazó catalogaciones y excedió las estrecheces de las escuelas. Sus suertes no se comprendían en lo definible, ni sus actuaciones dentro de lo regular: era imposible encasillar en netas cuadrículas el garbo relampagueante ni sujetar a predicciones los inequívocos alardes de valor y los celebrados eclipses del mismo. Tan genuinamente único era en su toreo Rafael "El Gallo" que anduvo solo y revistió de inverosimilitud su imitación. Al lado de la gran pareja de astros de primera magnitud, de Joselito y Belmonte, Rafael vivió su carrera diversa entre los polos de clamores hiperbólicos y de desastres ruidosos. No le estorbó el brillo más radiante porque él supo aureolarse de fulgor esplendoroso, ante el que se rendían joselitistas y belmontistas...

Rafael no se distinguió por cuidar los buenos dineros que debió ganar en su paso por los ruedos, así, para el mediar de la década de los 40 del pasado siglo, sus pares urdieron el organizar un festejo singular en el que ellos con su actuación, y la afición con su contribución, aportara algo para que el sobreviviente de aquella brillante dinastía de toreros, pudiera seguir caminando hacia adelante con la dignidad correspondiente a cualquiera que se haya vestido de luces.

En esas condiciones se programó un festival en la Maestranza para el jueves 1º de noviembre de ese año del 44 en el que se anunció que actuarían a caballo Juan Belmonte y Álvaro Domecq y a pie torearían Manuel Jiménez Chicuelo, Domingo Ortega, Pepe Bienvenida, Manuel Rodríguez Manolete, José Ignacio Sánchez Mejías y Pepín Martín Vázquez, quienes enfrentarían novillos de Juan Belmonte, Concha y SierraEnrique Calderón, Félix Moreno de la Cova, Carmen de Federico, Pablo Romero, Conde de la Corte y Marqués de Villamarta. También se agregaba al programa que el propio homenajeado y beneficiado saldría en primer lugar, enfrentándose a un novillo de Miura.

La información previa aparecida en el diario ABC de Sevilla del 26 de octubre anterior, adelanta:

Del mayor acontecimiento taurino puede calificarse el grandioso cartel que la Comisión Organizadora de este homenaje ha podido confeccionar... Actuarán como rejoneadores los afamados Juan Belmonte y Álvaro Domecq, y la lidia ordinaria, el homenajeado Rafael Gómez “El Gallo”, que ha solicitado para él el toro de MIURA (¡Rafael siempre será “El Gallo”!), Chicuelo, Ortega, Pepe Bienvenida, Manolete, Sánchez Mejías y Pepín Martín Vázquez. Presidirá este magnífico y único espectáculo un ramillete de distinguidas y bellísimas señoritas, asesoradas por veteranos ex matadores de toros, realzando aún más esta fiesta memorable la exhibición de un bello conjunto de caballistas y carruajes enjaezados a la andaluza, que desfilarán al comienzo de la corrida...

En el diario Ayer de Jerez de la Frontera, fechado el mismo 1º de noviembre, aparece una información en la que se hace saber que el 26 de octubre anterior, el doctor Fernández Zumel había intervenido a Domingo Ortega de una lesión en el tendón de Aquiles de uno de sus pies, ordenándole reposo por 15 días. Allí se encuentra la explicación de la nota aparecida en el ABC sevillano del 29 de octubre anterior, donde sin mediar mayor noticia, se anuncia que el torero toledano sería sustituido por Rafael Albaicín.

En la víspera del festival, se hacía el siguiente anuncio en la breve sección taurina de ese número del ABC sevillano:

Como se sabe, “El Gallo” es un apasionado del buen cigarro puro, y deseosa la afición sevillana de obsequiarle, satisfaciendo los gustos del genial artista, la Comisión Organizadora, recogiendo estos deseos, advierte que, en todas las puertas de entrada a la plaza de la Real Maestranza, serán colocadas unas cestas para que cuantos lo deseen puedan depositar en ellas los cigarros puros que hayan de ofrecerle. Estamos seguros que el gran Rafael estimará el obsequio, muy deveras...

El desarrollo del festejo

La tarde del primer día de noviembre de 1944 fue lluviosa, pero eso no impidió que la plaza de la Maestranza se llenara hasta el tope y que se viviera en ella una interesante tarde de toros. Al final de cuentas el cartel originalmente anunciado presentó más cambios como se verá enseguida. Actuaron por su orden: Juan Belmonte, Rafael El Gallo, Luis Fuentes Bejarano, quien sustituyó a Pepote Bienvenida, Cayetano Ordóñez Niño de la Palma, quien cubrió el sitio que no pudo ocupar Chicuelo, Álvaro Domecq, Manolete, Rafael Albaicín, quien ya apuntábamos, sustituía a Domingo Ortega, José Ignacio Sánchez Mejías y Pepín Martín Vázquez, quienes enfrentaron por su salida de toriles, novillos de Juan Belmonte, Miura, Enrique Calderón, Félix Moreno de la Cova, Concha y Sierra, Pablo Romero, Conde de la Corte, Carmen de Federico y Marqués de Villamarta.

Belmonte le cortó las orejas y el rabo al novillo que le tocó en su turno; El Gallo dio una aclamadísima vuelta al ruedo en el suyo, acompañado de su banderillero Pepe Rodas, quien bregó y cubrió con lucimiento el segundo tercio; Fuentes Bejarano, Álvaro Domecq y Manolete cortaron una oreja a los que les tocaron y todos ellos brindaron al homenajeado. El noveno del festejo, que correspondía a Pepín Martín Vázquez, regresó vivo a los corrales, dando la impresión, de acuerdo con la opinión de Filiberto Mira, como la del cronista de la agencia Cifra, de que estaba toreado.

Al final, el festival cumplió con su objetivo, Antonio Olmedo Don Fabricio, cronista del ABC de Sevilla, resume así lo sucedido:

Con la prestancia que corresponde al propio animador, se celebró la fiesta homenaje a Rafael “El Gallo”. Sevilla dio ayer una gran prueba de afecto al famoso torero, que ganó millones, pero no supo hacerse rico, siendo esta la más característica de sus genialidades entre las muchas y muy estimables que esmaltan la brillante historia del lidiador excepcional. Desafiando a la lluvia el pleno de la afición vieja y nueva acudió a la Maestranza a rendir a Rafael el tributo de su aplauso y la furia del meteoro quedó burlada...

El festival, en lo humano y en lo económico resultó ser un éxito. Nunca se reveló la suma recaudada para auxiliar al genial torero, pero Álvaro Rodríguez del Moral escribe lo siguiente:

…le preguntaron a Juan Belmonte que como debían entregarle el dinero, si anual o mensualmente. Belmonte contestó que ni siquiera semanalmente, que a diario y a ser posible la mitad por la mañana y la otra mitad por la tarde…

Ya lo decía Don Fabricio, Rafael ganó millones, pero no supo hacerse rico. Era demasiado desprendido.

El domingo 20 de octubre de 1957 se llevaría a cabo otro evento similar en Madrid, organizado por el ABC de Madrid y presidido por Vicente Pastor y Manuel Mejías Rapela El Papa Negro. En él actuaron Luis Fuentes Bejarano, Domingo Ortega, Gitanillo de Triana, César Girón, Pedrés y Rafael Jiménez Chicuelo hijo, para hacer frente a novillos de Antonio Pérez de San Fernando y de María Montalvo.

Esta clase de eventos son ya cada vez menos frecuentes, tal pareciera que la hermandad entre los actores de la fiesta se va perdiendo y también, que el sentido de la solidaridad de éstos con las mejores causas de la sociedad se disipa. En otros días, cuando una necesidad se hacía presente, nadie tenía que sugerir siquiera la celebración de un festejo para ayudar a aliviar una necesidad real. Hoy, pese a que los medios actuales nos permiten a todos conocerlas en tiempo real, no parecen inmutarse. O témpora, o mores!

domingo, 19 de mayo de 2024

19 de mayo de 1895: Guerrita torea tres corridas en un día


Torear tres festejos un mismo día en estos tiempos que corren quizás no nos parezca una hazaña singular. El avance de los tiempos y el de las vías y medios de comunicación nos ha quitado nuestra capacidad de asombro. Hoy es posible que en poco más de 24 horas se pueda torear dos corridas en dos continentes distintos, pero en las postrimerías del siglo XIX eso era materialmente impensable. Por esa razón y por las naturales limitaciones de la logística en esos tiempos, diría el maestro Aquiles Elorduy, conseguirlo sería una verdadera tarea de romanos.

Rafael Guerra y Bejarano Guerrita, había decidido a poco tiempo de la muerte de El Espartero, en mayo de 1894, apartarse de la plaza de Madrid, donde un grupo influyente de la afición no le profesaba mucha estima. Tras de cumplir su compromiso en el abono de ese calendario, el diario El Liberal anunció que en Salamanca, El Guerra anunció que se iba de los ruedos y le atribuyó una expresión que ha trascendido: en Madrid, que toree San Isidro… A este propósito, escribe Antonio Peña y Goñi en su libro Guerrita:

Así las cosas, y cuando el verano actual había sido para Guerrita una sucesión de triunfos realmente inverosímil, llevólo su mala estrella a Salamanca y le deparó allí, en forma de corresponsal de diario madrileño, a un apreciable caballero, ávido sin duda de notoriedad… El cual caballero apreciable, haciendo gala de una discreción y de un tacto superiores a todo encomio, telegrafió á El Liberal que Guerrita había manifestado ante varias personas su resolución de no volver a torear en la plaza de la corte, añadiendo estas memorables palabras: “¡En Madrid, que toree San Isidro!... La política veraniega daba poco de sí y Guerrita interesaba más que Sagasta; por lo cual gimieron las prensas, estremeciéronse los chivaletes y los cajistas temblaron... Aquello era un inesperado oasis en el árido desierto de los triunfos de Guerrita, y en él se refugiaban apresuradamente sus sempiternos enemigos para presentarlo como niño sin entrañas que desprecia e insulta a su  madre… Guerra contestó al famoso corresponsal salmantino negando en redondo la veracidad de sus asertos, pero aquél replicó e insistió en lo dicho. ¡Pues, hombre, no faltaba más! …Sí, señor; el cordobés había pronunciado las históricas palabras en el café Suizo de Salamanca, y cuantos respetabilísimos salmantinos escuchaban al diestro juraban y perjuraban haberle oído decir: “¡En Madrid, que toree San Isidro!”…

Al final de cuentas, Guerrita se desdijo de lo de la retirada y permaneció en activo un lustro más. Pero sí mantuvo su idea de mantenerse alejado de Madrid, cuando menos por ese año de 1895, prueba de ello es que, en la parte central del abono de la capital española, se anunció para torear tres festejos el domingo 19 de mayo de ese calendario. Lo haría en las plazas andaluzas de San Fernando, Jerez de la Frontera y Sevilla, ciudades todas ellas conectadas por ferrocarril y que, aunque de acuerdo a los trazados de las vías actuales, apenas representan una distancia de 137 kilómetros, en esa época, representaban por otros medios, un día de camino.

Los carteles confeccionados para la ocasión serían: en San Fernando, toros del Marqués del Saltillo para Guerrita y Pepete; en Jerez, toros de José Manuel de la Cámara, para Guerrita y Fabrilo y en Sevilla, toros de Murube para Guerrita y Antonio Fuentes. Se dispusieron trenes especiales para los aficionados que quisieran asistir a las tres corridas y también otro, especial para el torero de Córdoba y su cuadrilla. La razón de esos trenes especiales era que harían el trayecto sin escalas en las estaciones intermedias, como lo haría otro de línea regular.

San Fernando, siete de la mañana

Apenas amanecía cuando comenzó la jornada de lo que los diarios de la época llamaron el récord de Guerrita. La relación más prolija de los sucesos es la que apareció publicada en la primera plana de El Imparcial de Madrid, firmada por José de la Serna Aficiones, cronista taurino del diario en la época y que se subió a los trenes para seguir al que sería después el segundo Califa del Toreo de Córdoba. Escribió en la previa:

Comenzamos el desayuno taurino a las siete de la mañana. El cielo estaba cubierto y “chispea”... en ambos sentidos de la palabra: acuático y vinícola… No han acudido muchos forasteros: de éstos hay algunos aficionados de Madrid. La plaza, cuyo redondel allá se irá con el de la de Vallecas que llena hace seis mil entradas, está mediada de público. Noto con vivo dolor la ausencia del bello sexo. Es una corrida solo para hombres…

Los toros de Saltillo fueron, digamos, cómodos. Solamente el quinto, de acuerdo con las distintas relaciones de prensa, se distinguió por su buena presencia, y con él, Guerrita tuvo su mejor momento en esa primera corrida de las tres de la señalada fecha. Relató Aficiones:

El quinto era buen mozo, cárdeno bragao, bien puesto y de arrobas. El único de los lidiados que tenía “tipo“… Con mucho poder sufrió siete puyazos, matando un caballo… En los quites Guerrita se adornó como él sabe y puede, y Pepete también… El público entusiasmado pidió que los matadores banderilleasen. Se negaron éstos, y entre protestas y silbidos Almendro y Mojino salieron del paso… Guerrita, cerca y parando, toreó de muleta y metió un volapié neto, una gran estocada hasta la mano. Sacó el estoque y descabelló al primer intento… Ovación…

Pepete salió del paso en los dos que mató, porque el sexto de la corrida, al salir del segundo puyazo cayó al suelo y ya no pudo ser levantado, por lo que se le apuntilló allí mismo y así concluyó la corrida.

Jerez de la Frontera, once y media de la mañana

Escribió Zaldúa, corresponsal del diario madrileño El Liberal, quien cubrió las dos primeras etapas de la gesta de Guerrita:

El trayecto a la estación ha sido Un nuevo triunfo para el Guerra. Medio San Fernando en las calles, los balcones llenos de gente, los vítores y aplausos atronando el espacio. El gentío acompaña al Guerra hasta la estación. En ésta hay preparado un tren especial dispuesto por la empresa de la plaza de toros. El tren no es bastante para cuantos quieren ir en él. Muchos se disponen a hacer el camino subidos en los estribos. Arranca el tren y el público hace a Guerra la ovación de despedida. Las estaciones del tránsito están llenas de curiosos En la de Jerez recíbenos un gentío inmenso y bandas de música. Las calles están animadísimas. En los balcones hay muchas mujeres guapas…

El mismo corresponsal agregó que Guerrita hizo el viaje vestido de torero, con el terno verde y oro con el que toreó en San Fernando y a falta de referencia de que haya cambiado de ropa de torear, asumo que actuó con la misma indumentaria en Jerez, plaza en la que ahora fue el tercero de la tarde, un hidalgobarquero nombrado Canito, el del triunfo de Guerrita:

“Canito” consumió el turno tercero. Fue retinto albardao y muy voluntario… Nueve varas de castigo pusieron Beao y Pegote, perdiendo una jaca… Almendro y Mojino cumplieron en el segundo tercio, y Guerrita hizo una faena superiorísima con la muleta. Pases de pecho, adornados, molinetes... de todo hubo, para rematar con un volapié soberbio hasta la bola, que hizo polvo a Canito… Gran ovación. Esta ha sido la mejor faena del récord...

Guerrita y Fabrilo banderillearon al quinto de la tarde, con más voluntad que lucimiento. El diestro valenciano fue aplaudido tras la lidia del sexto. La plaza de Jerez no se llenó y la corrida de José Manuel de la Cámara fue más pareja y mejor presentada que la matinal.

Sevilla, cinco y media de la tarde

La corrida que cerraba el ciclo tenía también el cartel más redondo. Guerrita y Antonio Fuentes ante toros de Murube – las informaciones de la época ponen Muruve – y se estableció que daría inicio a la hora anunciada, aunque El Guerra se retrasara en llegar desde Jerez. Escribe Del Río, corresponsal de El Liberal:

Hay una animación extraordinaria; verdaderamente extraordinaria, aquí donde tan acostumbrados estamos a los espectáculos taurinos… Todo el mundo anda preguntando qué se sabe de las corridas de San Fernando y de Jerez… En las esquinas de la calle de las Sierpes se fijan boletines dando cuenta de las corridas… El día está nublado. El tren en que viene Guerrita llegará a las cuatro y cuarenta… La corrida empezará a las cinco y media. Si se retrasase el tren comenzará la lidia matando Fuentes el primero…

Pero eso no fue necesario. Guerrita llegó a Sevilla a las cuatro de la tarde y eso le permitió estar puntual a su cita en la Maestranza. Para cerrar el ciclo, de nueva cuenta sería el quinto de la tarde el toro de su triunfo. Escribió Aficiones:

Barquerito, grande, bien puesto, de mucha cabeza… Procura varios tumbos de mayor cuantía, do los que salieron lastimados el Beao y el Chano… Salieron al ruedo los matadores con los palos. Fuentes entró bien y dejó un par desigual… Guerra, después de dos salidas falsas, colgó medio par. Fuentes, al repetir, puso un magnífico par al sesgo… Y Guerra dio fin al poema, a la trilogía, a la odisea y al récord con seis buenos pases y una estocada monumental hasta el pomo… (Ovación extraordinaria, “delirium tremens” al Ercilla, Wagner, Virgilio y Zimmerman, todo en una pieza) …

Antonio Fuentes, por su parte, tuvo una actuación muy lucida ante el segundo, Regalado, al que propinó la estocada de la tarde. La entrada fue calificada por los cronistas de buena.

Reflexiones a posteriori

En el Suplemento a El Enano aparecido el 22 de mayo siguiente, se hace una prolija relación y crítica de los hechos ocurridos el 19 anterior. Aparece firmada por Carlos L. Olmedo, quien para el diario hispalense Noticiero Sevillano, firmaba sus colaboraciones como Farolillo. Entre otras cosas dijo en su día:

Tres de tres, para uno, único y solo que se ha llevado la luz, dejando a la Empresa con mucho sol; pero deslumbrada y sin moscas. (Léase dinero)... con toa la esplendidez digna únicamente de un guardia municipá agradecido, tomó los apuntes verídicos, de cómo Guerra con Pepete en la Isla, con becerros de Saltillo, y en Jerez con Fabrilo y novillos de Cámara, ejecutó las dos primeras partes del acontecimiento «cómico – bufo – taurino», que le pone a mayor altura en que se colocaron Pedro Romero y Manuel Domínguez, cuando mataban ocho toros de á siete años cumplidos, todos en la suerte de recibir… Éste también recibe... nueve mil duros libres de toda indigestión de pitones... Por datos que tenemos a la vista de las tres corridas, solo una, la de Sevilla, ha producido verdaderos resultados prácticos. En cambio, en San Fernando y Jerez, solo se ha conseguido llenar media plaza respectivamente… Con lo cual el único que no ha perdido, ha sido el beneficiado, esto es, Rafael Guerra, que esta vez puede decir, si buenas palmas me han tocado, buenos dineros les cuesta…

También se ocupa, de manera casi telegráfica, de exponer los sucesos ocurridos en el ruedo, pero la crítica al hecho de que Guerrita haya percibido sus cuartos por torear tres veces ese día y que las plazas, al menos las de San Fernando y Jerez, no se hayan llenado, son la médula de su argumentación. 

Por otra parte, está la aportación que hace Jerónimo – Antonio Peña y Goñi – en La Lidia, el 27 de mayo, en un número especial dedicado principalmente a recordar el primer aniversario de la muerte de Espartero. Allí reflexiona:

Con éxito superior a las más halagüeñas esperanzas, ha realizado Guerrita, el 19 del actual, fecha que pasará a la historia, la hazaña nunca vista hasta ahora, de torear tres corridas en un solo día, en tres plazas diferentes: a las siete de la mañana, en San Fernando; a las once, en Jerez, y a las cinco de la tarde, en Sevilla... Ovaciones en San Fernando, ovaciones en Jerez, ovaciones en Sevilla; las tres corridas han sido para Guerra una serie ininterrumpida de vítores; una verdadera marcha triunfal, homenaje merecidísimo a la maravillosa maestría del torero, a la resistencia fenomenal del hombre... Si las tres famosas corridas de Rafael hubieran traído aparejada una derrota, ¡sólo Dios sabe los denuestos de todo linaje que los antiguerristas que pululan en la prensa mucho más que en el público, hubiesen lanzado contra el gran cordobés!... El tiempo, que es gran maestro de verdades, me dará la razón; y Rafael Guerra, separado momentáneamente de nosotros, por las iras incalificables de una minoría exigua, volverá a Madrid, donde le esperan impacientes cuantos posponen las pequeñas miserias al porvenir del arte, y ven en el gran maestro de Córdoba la única áncora de salvación…

Esta es la otra cara de la moneda, la del guerrista, que intenta encontrar el atisbo de grandeza en lo realizado por el torero, despojando su actuación de las externalidades que pudieran ensombrecerla. Y sí, en lo taurino y en lo histórico, sin duda, estas tres corridas en un mismo día, quedaron como una marca, como una meta a alcanzar para todos los que se visten de torero por muchos, muchos años, independientemente de lo que hayan o no producido en otros aspectos no taurinos.

En conclusión

Guerrita viajó apenas 137 kilómetros en trenes de vapor. No tuvo a su disposición, como Arruza y Dos Santos en 1951 aquí en México, un avión como el de Rico Pani; o como Efrén Adame, Antonio Canales y Felipe Zambrano en 1965, quienes contaron con el de este último, empresario y rejoneador, para torear tres festejos en un mismo día y poderse desplazar sin sobresaltos de un sitio a otro con rapidez. Hoy eso puede hacerse con una asombrosa facilidad, hace 129 años, nada más lograrlo, era una auténtica proeza.

domingo, 12 de noviembre de 2023

John Fulton, a 60 años de su alternativa

John Fulton
Foto: Santos Yubero
Hay toreros que son calificados de exóticos por no ser de origen hispano. Quizás a John Fulton, natural de Filadelfia, en Pennsylvania en los Estados Unidos, se le pueda tratar de encasillar allí, pero no es precisamente así su caso. El hecho de no llamarse hispanamente Juan y apellidarse López, Gutiérrez o Martínez, no le hace precisamente una especie de bicho raro en el ambiente de los toros en los lugares donde se verifican festejos, pues, aunque su apariencia física, su manera de hablar la llamada lengua de Cervantes y su nombre delataban su origen anglosajón, su manera de comportarse en los ambientes propios de la fiesta denotaban que se había asimilado plenamente a ella.

John Fulton fue discípulo de Pepe Ortiz, el Orfebre Tapatío, quien en San Miguel de Allende tenía su ganadería de toros de lidia en la Hacienda de Calderón. Allí se convirtió en uno de los continuadores de la verdadera Escuela Mexicana del Toreo, la iniciada por Saturnino Frutos Ojitos y llegada a él por la vía de Luis Güemes, quien fuera banderillero en la cuadrilla juvenil del maestro de Gaona y después también en la cuadrilla del Petronio de los ruedos. A la vera de Pepe Ortiz se formaron toreros como Jesús Córdoba y Pepe Luis Méndez y es significativo que varios de nacionalidad norteamericana, como Robert Ryan, Diego O’Bolger o el mismo Fulton, aprendieron el toreo allí en la casa del gran artista de Guadalajara.

En ese orden de cosas se presentó como novillero en la Plaza de Toros Oriente en 1953 y tras de observar que era complicado actuar en tierras mexicanas, en 1956 marcha a España, estableciéndose en Sevilla, logrando presentarse como novillero en Cádiz, el 29 de junio de 1958, alternando con Pepe Álvarez y Emilio Oliva, en la lidia de novillos de Pepe Luis Vázquez. Álvarez no mató ninguno por haber sido herido por el que abrió plaza y Fulton fue herido por su primero, pero salió de la enfermería a matar al quinto y al sexto, dando vuelta al ruedo en ambos.

Se presentó en Madrid el 15 de octubre de 1961, para lidiar novillos de Jesús Sánchez Arjona en unión de Luis Alviz y Francisco Raigón. A propósito de esta tarde, Benjamín Bentura Sariñena Barico, en su crónica de El Ruedo, aparecido el día 19 siguiente, dice:

Se presentaba el norteamericano John Fulton, mocetón sobrado de facultades y bastante enterado de las reglas fundamentales del arte de torear... Se adivina en el norteamericano el adiestramiento en las placitas de tienta y una cuidadosa observación de lo hecho por toreros de categoría... Mató al tercero de media estocada caída y perpendicular. En el sexto oyó los tres avisos después de trece pinchazos y diez intentos de descabello...

Esa campaña sumó dos festejos más, uno en Sanlúcar de Barrameda, el 14 de mayo, enfrentando novillos de Álvarez Hermanos, junto con el rejoneador Baldomero Gaviño, Facultades y Joaquín Ceballos Quinito y otro, el 12 de octubre, en el Puerto de Santa María, cuando para lidiar novillos de José G. Barroso, se le acarteló con Mondeño II y Antonio Ruiz.

El número de El Ruedo fechado el 31 de mayo de 1962, daba cuenta de que en el Ateneo de Sevilla, se inauguró una exposición de pintura taurina, obra de John Fulton:

En el Ateneo de Sevilla  ha inaugurado una exposición de pintura taurina John Fulton, el torero de Filadelfia, afincado en la ciudad de la Giralda, y que alterna los pinceles con su afición a los toros. John tenía - y tiene - la ilusión de llegar a doctorarse en tauromaquia. Le anima a ello Antonio Ordóñez, su gran amigo. Fulton no quisiera volver a su tierra sin recibir su alternativa de manos de aquel, y en la Plaza de Ronda. De las dieciséis obras que expone en el Ateneo sevillano, la mitad son interpretaciones del artista sobre temas poéticos de Federico García Lorca. Concretamente, cuatro de los cuadros están dedicados a dar vida al celebérrimo "Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías"...

En los ruedos, esa campaña la cerró con dos festejos toreados.

La tarde de la alternativa

Santiago Sánchez Traver, en su obra Un siglo de corridas de la prensa de Sevilla, narra lo siguiente:

Curioso y original el cartel de la Asociación de la Prensa de 1963, el 18 de julio de nuevo. (se) hablaba de estar orgullosos de haber "logrado formar un cartel verdaderamente revolucionario. Ya está listo para su uso el cartel de no hay billetes. Grandioso cartel que forman Susoni, El Bala y Gabriel Aguilar"… Susoni como El Bala fueron cogidos en esos días… Y sigue la previa: "los periodistas sevillanos cambian la novillada por una corrida. A tal fin han conseguido la contratación de tres diestros hace tiempo alejados de nuestro ruedo". Y no era cierto porque ese cartel del 18 de julio ya estaba organizado mucho antes de la suspensión del día 14. Y destaca: "La primera alternativa que se otorga en España a un torero de ese país"...

La Corrida de la Asociación de la Prensa de Sevilla se anunció finalmente para el jueves 18 de julio de 1963, con seis toros de Félix Moreno Ardanuy (Saltillo) y un novillo de Barcial para rejones que enfrentarían don Rafael Peralta, José María Montilla, César Faraco y John Fulton, que recibiría la alternativa.

Antonio de los Santos Cutiño Santiño, fue el encargado de escribir la crónica para el ABC hispalense, misma de la que extraigo lo que sigue:

John Fulton cumplió plausiblemente su quehacer como matador de toros, teniendo en cuenta sus propias aptitudes y las circunstancias adversas en las que hubo de desenvolverse. A su primero, que cabeceaba ostensiblemente al embestir, lo recogió bien en unos lances, y, tras de recibir los trastos de su padrino Montilla, realizó una faena de reducido repertorio... aprovechando las inconstantes acometidas del enemigo, hasta lograr que la música alegrara el trasteo. Se quitó de enmedio al bruto de un pinchazo, estocada contraria y media en buen sitio y hubo vuelta a la redonda, acreditativa de su primera actuación en la categoría superior... En el sexto, bronco e incierto... el diestro de Filadelfia anduvo decidido con capa y muleta, pero la faena adoleció de falta de ligazón, aunque fueron estimables algunos derechazos... repitiéndose en su honor los aplausos que el respetable le otorgase a lo largo de su voluntariosa actuación...

Por su parte, Don Celes, en el ejemplar de El Ruedo del 25 de julio siguiente, opinó en el siguiente sentido:

De John Fulton no sabemos aún si pensar que es un pintor que torea o es un torero que pinta. Ambas aficiones se dan vigorosas en su curiosa personalidad, que esta tarde afrontó valientemente la suprema ocasión de la alternativa. Recibió ésta, en un toro que cabeceaba, de manos de Montilla, teniendo que limitarse, dadas las condiciones del bicho, a un escaso repertorio de pases con la derecha, acabando de un pinchazo, estocada contraria y media en su sitio, dando la vuelta al redondel. El sexto, que también le correspondió, era bronco; pero el diestro de Filadelfia – ¿qué tal le suena, lector? – mostró decisión, tanto en el capote como con la muleta. Lástima que la faena no lograse un poco de ligazón, pues los derechazos que la integraron tuvieron gallardía y mando. Terminó de pinchazo, media y descabello...

Su alternativa sevillana, en la que el toro de la cesión se llamó Espartoncillo, la confirmaría en Madrid el 29 de octubre de 1967, de manos de José Mata con el toro Dormido de Benítez Cubero, junto a Luis Navarro El Isleño quien también revalidaba ese día. La función la abrió el rejoneador Manuel Vidrié quien enfrentó un novillo de Pío Tabernero de Vilvis.

Torearía su última corrida en España el 30 de septiembre de 1973, en Torremolinos, actuando mano a mano con Bartolomé Sánchez Simón y la rejoneadora Antoñita Linares en la lidia de toros de Isaías y Tulio Vázquez para los de a pie y uno de Pérez Valderrama para la caballista.

Después andaría a caballo entre Sevilla y México, donde actuaba esporádicamente, principalmente en las plazas de la frontera Norte y tendría su última actuación en nuestras plazas el 14 de abril de 1995, donde todo comenzó, en San Miguel de Allende, alternando con Mariano Ramos y llevando por delante al rejoneador José María Fuentes para enfrentar un encierro de San Antonio de Triana.

El Estudio de John Fulton

Después de dejar los ruedos, John Fulton instaló su estudio – galería de arte. Lo hizo en la Plaza de la Alianza número once, a unos pasos de los Reales Alcázares de Sevilla. Allí se dedicó a desarrollar su otra pasión, la pintura y pronto adquirió una gran reputación como ilustrador de temas taurinos. Desarrolló una técnica para pintar obra con sangre de toro, tratada con anticoagulantes para que no perdiera su color característico.

Escribió Félix Machuca para el ABC madrileño en 2022:

…Pintaba con la sangre de los toros. Cosa que descubrió en un viaje a las cuevas de Altamira, quedando impresionado de los que los hombres de la saga del Oso cavernario habían pintado en las rocas de sus paredes. Fulton los imitó. Habló con amigos médicos que le aconsejaron qué hacer para que la sangre no se diluyera. Y dibujó sus toros y toreros con la sangre totémica de un animal al que siempre consideró sagrado…


También quiso ser apoderado y se dedicó a introducir en el planeta de los toros a Atsuhiro Shimoyama, un gimnasta originario de Tokio, a quien anunciaba como El Niño del Sol Naciente, quien después de ver la versión de Sharon Stone de Sangre y Arena se fue a Sevilla, se inscribió en la escuela taurina de Alcalá de Guadaira e intentó hacerse torero.

El 16 de agosto de 1995, El Niño del Sol Naciente fue volteado por un utrero en Pedro Bernardo, en la provincia de Ávila y a consecuencia de ello sufrió, según unas informaciones, una cuadriplejia, según otras, una hemiplejia, pero el resultado final fue que se tuvo que quitar de torero. Actualmente reside en Sevilla, recuperado, pero sin perder su afición.

John Fulton sufrió una serie de eventos cardiovasculares el 7 de febrero de 1998, en Sevilla y no se pudo recuperar de ellos, falleciendo el día 20 siguiente.  

Concluyo estas líneas con una reflexión que hizo el torero de Filadelfia a Lyn Sherwood, para su libro Yankees in the Afternoon, acerca de su manera de entender el por qué a los toreros extranjeros y en particular a los norteamericanos, les cuesta tanto trabajo entrar en el ambiente taurino hispano:

Considero que el factor más determinante que ha impedido que los norteamericanos se conviertan en verdaderas figuras del toreo en España y México, es la creencia de que solamente un español, en particular el andaluz, puede llegar a ser figura. El español puede admitir el valor de un extranjero, pero de inmediato lo etiqueta como suicida o temerario, en lugar de valorarlo como sereno, como el de ellos. El torero extranjero jamás recibirá el apoyo o la pasión incondicional de las masas que pudiera recibir el más torpe o desangelado de los suyos...

domingo, 15 de octubre de 2023

Manolo Vázquez, a 40 años de su despedida de los ruedos

Manolo Vázquez
Foto: Santos Yubero
Manolo Vázquez, llamado por muchos El Brujo de San Bernardo, fue un torero de dinastía, formado en el matadero donde trabajaba su padre y miembro de una extensa familia de toreros, porque aparte de su hermano Pepe Luis – el Sócrates de San Bernardo le apodaban –, otra figura fundamental en la historia del toreo, sus hermanos Rafael y Juan fueron novilleros primero y hombres de plata después, y Antonio también recibió la alternativa y posteriormente cambiaría el oro por la plata también.

Manolo Vázquez se vistió de luces por primera vez el 13 de junio de 1947 en Cabezalavaca, Badajoz y debutó con picadores en Ciudad Real el 11 de julio del año siguiente. Su presentación en Madrid ocurrió el 4 de junio de 1950, alternando con los hermanos Juan de la Palma y Antonio Ordóñez. Recibió la alternativa el 6 de octubre de 1951, cuando Pepe Luis su hermano, en presencia de Antonio Bienvenida, le cedió al toro Perdulario, de Domingo Ortega y la confirmó en Madrid una semana después, con el mismo cartel de toreros, pero con toros de Fermín Bohórquez. Le cortó la oreja a Calamar, el toro de la ceremonia.

Una carrera con pausas

Manolo Vázquez toreó ininterrumpidamente desde la fecha de su alternativa hasta 1962. Se apartó de los ruedos durante el año de 1963 y volvió a la actividad el año de 1964, para anunciar su despedida la tarde del 28 de septiembre de 1968, en Sevilla, cuando alternó con Alfredo Leal y Curro Romero en la lidia de toros de Concha y Sierra. Después de esa corrida se mantuvo fuera de los ruedos durante 13 años. Esa temporada de 1981 se convirtió en la novedad en el escalafón y en el ejemplo para los nuevos aficionados. A propósito de su actuación en Sevilla el día de la alternativa de su sobrino Pepe Luis, escribió Joaquín Vidal:

Manolo Vázquez resucitó el toreo puro y este fue el acontecimiento verdadero del domingo en la Maestranza… El veterano matador ha vuelto, doce años después de su retirada, para explicarles a las jóvenes promociones qué es, exactamente, torear… Torear es aquello de aplicar las suertes adecuadas a las características y estados de los toros. Es decir, lo de Manolo Vázquez el día de la “operación retorno”. Y a mayor abundamiento, instrumentar esas suertes como mandan los cánones, en el marco de la regla de oro del toreo, que es parar – templar – mandar…

En ese año de su reaparición fue que lograría abrir por primera vez la Puerta del Príncipe en Sevilla, fue el 18 de junio, en la Corrida del Corpus y a ese propósito, escribió Filiberto Mira:

Estimulado Manolo por los muy artísticos quites que hicieron al cuarto toro Curro Romero y Rafael de Paula, se la jugó muy de verdad. En cinco minutos – suficientes – cuajó (tras muy apretadas chicuelinas después de su turno) una faena, tan sevillana como superclásica, que fue exaltación y resumen de cuanto el toreo atesora como representación plástica de belleza, enjundia y gracia”

A propósito de esa campaña de reaparición, escribía Joaquín Vidal que la vuelta de Antoñete y la de Manolo Vázquez más que dejar satisfechas las aspiraciones de los aficionados viejos, representó una verdadera revolución que llevó a la juventud a las plazas y le dejó claro que el toreo era más que la producción en serie de las figuras de aquel momento. Le comentó El Brujo de San Bernardo al cronista de El País a ese propósito:

Mi personalidad en el ruedo consiste en mi forma de concebir el toreo, que, buena o mala, es distinta a la de mis compañeros. Reaparecí porque pensaba que aún podía aportar algo importante a la fiesta… Luego, todo se desarrolló bien. Aquel día fue cuando, ¡al cabo de tantos años!, Sevilla vio a Manolo Vázquez quiero decir que reconoció mi categoría. La tarde del Corpus supuso el refrendo, y la de la feria de San Miguel, la confirmación definitiva…

Esa fue la cimentación de las últimas temporadas de Manolo Vázquez, quien terminaría su andadura vestido de luces el 12 de octubre de 1983.

La víspera de la despedida

La víspera de la tarde final, Manolo Vázquez fue entrevistado por Rafael Moreno para el ABC de Sevilla y le externó varias cuestiones interesantes:

Estoy muy ilusionado, ¿sabes?, muy ilusionado... me siento muy a gusto toreando, que mi vida es esto... pienso que todavía podría hacer cosas importantes, pero hay una razón por encima de todas las demás y es que ha llegado la hora y no tiene vuelta de hoja... Las fuerzas no me faltan; no me sobran tampoco, pero tengo las precisas para ponerme delante del toro... Cuando tomé la alternativa... mi ilusión era alcanzar una meta. Ahora esa ilusión de entonces se ha transformado en la alegría de haber alcanzado muchas cosas...

Después reflexionó sobre su hacer ante los toros, que como escribió Joaquín Vidal, causó una revolución en los tendidos de las plazas:

Las formas han sido siempre las mismas. Únicamente en mi primera etapa esas formas eran las juveniles, y ahora creo que les he imprimido más pureza, más sentimiento. Ahora creo que toreo con más cadencia, con más reposo. Quizá eso es lo que ha sorprendido al público. Ahora puede que toree con más profundidad...

Así se veía un torero que dejaba los ruedos alrededor de tres décadas después de haber recibido la alternativa y que intentaba encajar el efecto que producía lo que le hacía a los toros a una afición y con un público que quizás no había nacido en ese entonces. Así llegaba a la que sería su última tarde.

La corrida del 12 de octubre

Para el miércoles 12 de octubre de 1983 se anunció un mano a mano entre Manolo Vázquez, quien llevó un terno turquesa y oro y Antonio Chenel Antoñete quien salió vestido de lila y oro, para enfrentar toros de Juan Pedro Domecq (1o y 6o); Núñez Moreno de Guerra (2o); González - Sánchez Dalp (3o); y, Manolo González (4o y 5o). El sobresaliente fue Manuel Rodríguez El Estudiante.

De la actuación de Manolo Vázquez en esa señalada tarde, escribió Joaquín Caro Romero para el ABC hispalense:

La corrida de ayer en Sevilla, en la tarde histórica de la despedida de Manolo Vázquez, superó con creces todos los pronósticos acerca de su resultado... Decir adiós a una gloriosa profesión saliendo a hombros por la Puerta del Príncipe es un caso sin precedentes... El público, que abarrotaba la plaza, dedicó al gran maestro una enorme ovación antes que soltaran a su primer toro... Con su segundo, Manolo hizo una faena de ensueño sobre ambas manos... La música, como en el toro que abrió plaza, volvió a acompañar la inauguración y el levantamiento de la estatua de la maravilla. Dos series con la derecha y una con la izquierda pusieron el coso a revientacalderas. Luego, media docena de pases con la diestra, con las plantas como atornilladas en el albero, ligando y mandando en trance de inspiración, en las fronteras de las irrealidades sublimes, que el toreo, como la vida es sueño. Y es éxtasis...

Caro Romero se lamentaba de la brevedad del espacio y del tiempo para describir lo vivido en la Maestranza esa tarde y de prisa, pero con emoción, expuso su punto de vista de lo allí sucedido. Por su parte, Joaquín Vidal, enviado especial del diario madrileño El País, relata:

Por la puerta del Príncipe salía a hombros Manolo Vázquez, después de haber protagonizado una tarde memorable. Su despedida ha sido una continua apoteosis. Cuando su propio hijo le cortaba la coleta, rodeado de la cuadrilla y fotógrafos, lloraba el torero y yo creo que llorábamos todos en la plaza. La emoción era incontenible. Las restantes cuadrillas, con Antoñete al frente, se rompían las manos de aplaudir. Éramos conscientes de que habíamos vivido un acontecimiento histórico y nadie quería abandonar los tendidos. ¿Qué había ocurrido allí? A las cinco en punto de la tarde, hora torera y hora de romance, había comenzado el gran acontecimiento... Pero la apoteosis se produjo en el tercero, un cinqueño terciado, manso, que acabó nobilísimo. O nobilísimo lo convirtió Manolo Vázquez en los ayudados por alto ganando terreno y curvando a la cadera la trayectoria del viaje; los remates por bajo en ligazón; las series de redondos y naturales. Del toreo puro hacía esencia, y aquello ya no era torear, sino oficiar de pontifical el rito de la tauromaquia. De frente o cargando la suerte, ligando pases de pecho de espeluznante exposición, pero también de mágico dibujo. Lo tendidos se cuajaban de pañuelos la gente daba brincos y la Maestranza era un clamor: “¡torero, torero!”. Manolo Vázquez caminaba en majestad; ebrio de torería reemprendía el toreo de filigrana. Y, además, pases de pecho en vaivén, ligados, del corte de esos que han dado fama al torero de la vertical impavidez; hasta esos dio, a manera de lección, y como con desdén. Un alarde de poderío, que abandonó, porque el toreo auténtico, y el difícil, es el otro, el que había desgranado y siguió desgranando después, en medio del delirio. La grandeza de la faena de Manolo Vázquez convirtió la Maestranza en un manicomio...

A Manolo Vázquez le dieron una vuelta al ruedo a hombros los miembros de su cuadrilla y fueron relevados – relata Vidal – por la afición sevillana para cruzar la Puerta del Príncipe con él en andas y en olor de multitud se lo llevaron por el Arenal.

Al día siguiente

El citado Rafael Moreno, del ABC de Sevilla acudió a recabar las impresiones de Manolo Vázquez al día siguiente de su triunfal corrida de despedida. En cuanto comenzaron el diálogo, comenzaron las sorpresas:

Sí, es verdad... me han ofrecido, ¡fíjate!, cinco corridas de toros en la feria de Sevilla del año que viene y veinte corridas más a lo largo de la temporada... De dinero me han dicho que lo que ha ganado este año Paco Ojeda se iba a quedar en pañales... Hay cosas que no son cuestión de dinero. Yo volví a los toros cuando creí que debía hacerlo y me he ido cuando he creído que había llegado el momento de irme. Creo que he hecho lo que tenía que hacer...

La honradez del torero, ante todo. Por esas fechas era Ojeda el que más cobraba y al menos, de palabra, la oferta para que reapareciera Manolo Vázquez el siguiente abril, era con unos honorarios más sustanciosos. Y, sin embargo, se resistió a poner donde dije digo, digo Diego

Concluyo reproduciendo estas reflexiones de Joaquín Vidal acerca de lo que aportó Manolo Vázquez al toreo y que, a veces perdemos de vista, analizando únicamente hechos aislados:

Dijeron de Manolo Vázquez en su primera época que había puesto el toreo de frente. Lo decían por su característica forma de citar al natural, el pecho por delante, juntitas las zapatillas, la pañosa cogida por el centro del estaquillador y adelante también; “¡Vente, torito, vente!”, solía gritar con su voz aguda. Pero lo decían también porque acabó con la moda de torear de espaldas que unos cuantos pretendían perpetuar, a raíz de la invención de una desafortunada suerte que llamaban espaldina… Ahora ha puesto el toreo en su sitio. La gran aportación de Manolo Vázquez en su retorno a los ruedos – y la de Antoñete, en parecida dimensión – ha consistido en exhibir el toreo tal cual es; tal cual había sido siempre hasta que llegaron las figuras de las exclusivas. Estas figuras, cuya hegemonía ha durado dos décadas, impusieron la regularidad de su oficio, el cual excluía arte y se limitaba a reiterar pases de muleta, muchos pases, siempre los mismos pases, adocenados, monótonos, cortos, citando de perfil y ahogando las embestidas…

lunes, 4 de octubre de 2021

Ruiz Miguel y Gallero de Miura. 50 años (II/II)

José Martínez Limeño
Foto: El Mundo

José Martínez Limeño

De Sanlúcar de Barrameda, fue alternativado en Sevilla el 29 de junio de 1960. Un torero que se distinguió por sus buenas maneras y por su porte, del que Paco Aguado escribió en su obra Figuras del siglo XX:

Fue siempre con elegancia, con el empaque de su figura y con la quietud de su planta, no con aspavientos ni alardes de pretendida valentonería, como el sanluqueño se fue haciendo ese marchamo de solvente ‘especialista’ en corridas duras, sobre todo en la Maestranza, allí donde su nombre se unió para siempre al de las corridas de Miura: las mató durante siete ferias de Abril, con un balance total de once orejas cortadas. (…) Limeño, como el anterior titular de su apodo, aquel eterno compañero de los inicios de Joselito El Gallo, no llegó a grandes cotas numéricas, pero solo el orgullo de esos logros sevillanos le habrán bastado para sentirse satisfecho de una carrera más que respetable.

De la relación de Paco Aguado podemos deducir, además, que aparte de ese buen hacer ante los toros, Limeño era dueño de un buen oficio para lidiar toros, porque mantenerse en un sitio en el que con frecuencia se tiene que enfrentar encierros a de esos a los que se les cuelga el sambenito de ser duros, requiere que el torero que los enfrenta sea poseedor de un conocimiento técnico superior al de la media.

Ese camino generalmente hace madurar a los toreros más lentamente, pues hay más percances y más acertijos que resolver, así, Limeño tardó casi una década en instalarse en el gusto y en el corazón de la afición hispalense, como veremos enseguida.

Desorejando corridas de Miura

Pepe Limeño fue a Sevilla en abril del 68 le cortó dos orejas al quinto Miura de la tarde, escribiendo, en palabras de Filiberto Mira, un verdadero poema épico. Ese triunfo, rotundo, le valió obtener la Oreja de Oro que anualmente concedía el diario Sevilla al triunfador de la feria abrileña.

En abril del 69, nuevamente en la de Miura, el 20 de abril, vestido de salmón y oro se entretuvo en cortarle las cuatro orejas a los toros de su lote, que por su orden fueron Cuidadito y Herizo y por segundo año consecutivo le sería adjudicada la Oreja de Oro del diario Sevilla.

La década de los setenta le vería de nuevo con los toros de Miura y otra vez saldría con las orejas de Cumbrero y Judío, los que integraron su lote. La corrida fue buena y también sus alternantes les cortaron orejas a los que les tocaron en suerte. Limeño se fue por la Puerta del Príncipe y los otros dos por la de la Calle Iris… De nuevo se le concedió a Limeño la Oreja de Oro del diario Sevilla.

El hasta cierto punto fatídico 1971

Tres grandes triunfos consecutivos, logrados todos ante toros de Miura, le generaron a Limeño el derecho de estar una vez más en los carteles de la Feria de Abril de Sevilla. La empresa Pagés, que le apoderaba, le acomodó en dos tardes, la del 22 de abril, con toros de Arranz, El Cordobés y José Luis Parada y la segunda, el día 25, fin de feria, de nueva cuenta con los de Miura, con Andrés Hernando y Florencio Casado El Hencho.

La primera corrida fue la única que toreó Limeño. En los actos previos a ella se produjeron una serie de hechos que dejaron al torero sin voluntad de seguir actuando. Así lo cuenta Paco Cañamero en su portal Glorieta Digital:

La jugada sucia contra Limeño comienza por la mañana al amañarse el sorteo a sus espaldas y no informarle nadie de ello hasta que, por la tarde, en la plaza, comprueba cómo salen cuatro toros muy cómodos de Arranz para sus dos compañeros y, sin embargo, en su turno saltan al ruedo dos sobreros fuera de tipo. Nada más salir su primer toro, Limeño incrédulo por lo que sucedía, se dirige a su peón de confianza y éste le confiesa el fraude que le habían ocultado…

El propio diestro, décadas después, le contó su versión a José Ignacio de la Serna, en los siguientes términos:

El Cordobés tenía tanto poder que se negó a sortear. Eligió los toros más bonitos, le dejó otros dos a Parada y a mí me reservaron dos torazos muy feos y astifinos que ni siquiera eran del mismo hierro. Yo no sabía nada, ni lo podía imaginar, pero cuando salió el segundo de mi lote me mosqueé. Que en una corrida te toque el más serio entra dentro de lo normal, porque a alguien le tiene que tocar. Pero ¿los dos y de otro hierro? No tenían nada que ver con la corrida. Luego en el hotel Colón uno de mis banderilleros me lo contó. Pensó que yo lo sabía…

Efectivamente, el primero de la tarde, aunque el encierro anunciado fue de Manuel Arranz, fue de Ramón Sánchez y el cuarto, aunque del hierro titular, desentonaba con el resto de la corrida. Quizás, se pensó, como Limeño era torero de la casa, tragaría sin chistar, pero el camino de esta historia fue bien distinto.

La entrega de la Oreja de Oro

La Oreja de Oro que el diario Sevilla entregaba cada año al triunfador de la feria del anterior, según votación de sus lectores, correspondió por tercer año consecutivo a Limeño. Así, el evento protocolario se anunció para la noche del 24 de abril en la caseta de la Asociación de la Prensa sita en el Real de la Feria. Se informó por los otorgantes del premio, que, en esta oportunidad, en lugar de otorgar una Oreja de Oro, se entregaría un Rabo de Oro, dado que Limeño ya se había llevado las dos orejas en los certámenes anteriores.

En el acto de la entrega, Limeño anunció que se iba de los toros por los hechos ocurridos en el sorteo de la corrida del día 22, denunciando el fraude del que fue objeto. La prensa de la época intentó silenciar la denuncia, aunque el ABC de Sevilla del día siguiente, en la nota alusiva a la entrega del premio, algo deja ver:

...Por último, Limeño dio las gracias con emocionadas palabras. Destacó la trascendencia del premio, que le ha sido otorgado tres veces, y afirmó que era «la última oreja y el último rabo que le concedían», porque ciertos «hechos de trastienda» relacionados con la corrida que toreó en la Maestranza anteayer, lo impulsaban a la retirada. Dijo que el festejo mencionado era el último, al menos por el momento, y quizás definitivamente. Tras su inesperada declaración, reiteró su gratitud sincera…

Por supuesto, las fuerzas vivas de la fiesta se confabularon para encubrir el suceso. La Hoja del Lunes de Sevilla presenta una versión higienizada y edulcorada de la retirada de Limeño y por otra parte, en la entrevista que treintaitantos años después concedió al nombrado José Ignacio de la Serna y publicada en la revista Taurodelta, se ve que el propio gobierno del Estado Español aportó lo suyo para evitar que se corrieran esos hechos de trastienda de la fiesta, como dice el diario ABC:

Cuando lo denuncié, la prensa dijo que Pepe Limeño se había vuelto loco y estaba ingresado en un manicomio… Me dejaron vendido. Pero no solo la prensa. Una persona que no quiero nombrar, con un cargo de mucha responsabilidad en Sevilla, me dijo: “Ya es usted mayorcito. Usted sabrá lo que dice”. Entonces sentí la impotencia y la rabia más grande del mundo. Todos se callaron. Nadie tuvo el valor de defenderme. Me pusieron una multa por denunciar aquella injusticia. Incluso estuve en comisaría. Allí, otro señor con poder, fuera de sí, se me arrancó con ademán de pegarme un rodillazo en la entrepierna. ¡Qué humillación…!

Y es que, al final de cuentas, la carrera taurina de Pepe Limeño dependía en una importante medida de Diodoro Canorea, que era el mandamás de la casa Pagés, que era la que lo apoderaba y también de El Cordobés que lo llevaba de telonero y que para ese 1971 le tenía firmadas algo así como treinta corridas. Ese arranque de dignidad profesional y humana, le vino a costar la carrera al torero de Sanlúcar.

Lo que siguió

Ante esos hechos, como decía al principio de este mamotreto, Pepe Limeño no salió a torear a los Miura el 25 de abril. Cosa curiosa es que los diarios sevillanos de esa fecha, seguían manteniéndole a la cabeza de los carteles anunciadores del festejo. Los malpensados afirman que se dejaron así con la intención de devolver el importe de la menor cantidad de entradas posibles.

Por esa razón y quizás sin saber la causa, la noche del día 24 o quizás la madrugada del 25, fue que se le avisó a Francisco Ruiz Miguel que torearía esa corrida en sustitución de alguien. Y le tocó la lotería y despegó una carrera que le hizo figura del toreo.

Pepe Limeño no duraría en el paro muchos días, pues el 2 de mayo ya estaba toreando en Toledo. Allí le dijo a Carlos Briones, de El Ruedo salido a los puestos el 4 de ese mes, entre otras cosas, lo siguiente:

Un grave problema de carácter moral es la clave de todo, comienza diciendo. Han dicho que estoy loco. No es verdad. El grave problema que me afectó – y que me gustaría contarle, pero no puedo – me hizo reaccionar en consecuencia. Unos buenos amigos me aconsejaron que no hablara. Y creo que han acertado plenamente. Yo nunca dije que me retiraba definitivamente, sino que lo hacía por una temporada... De verdad que Manuel Benítez no tuvo la culpa, aunque se ha dicho por ahí que fue el único culpable... Tengo seis corridas firmadas. No sé qué haré. Esto está cada vez más complicado. Yo tengo tres hijos a los que, sin remedio, debo defender. Algún día... Me gustaría decirle... Ya se aclararán las cosas...

Al final del día se vería que ya le quedaban pocos paseíllos por hacer a José Martínez Limeño. Se dedicaría después a ser veedor de toros y era uno de los buenos. Falleció en su Sanlúcar, el 18 de diciembre de 2015.  

domingo, 3 de octubre de 2021

Ruiz Miguel y Gallero de Miura. 50 años (I/II)

Francisco Ruiz Miguel
Hoy se debe lidiar la corrida de Miura en la Feria de San Miguel de Sevilla, que este año caótico, se convirtió en un sucedáneo de la Feria de Abril. La intención de estos apuntes es el recordar una hazaña que hace unos meses cumplió medio siglo de haberse realizado y por otra parte, el dejar patente que también a los encierros llamados – mal por cierto – por todo el mundo, como duros, también se les pueden cortar las orejas y triunfar con ellos. 

Unos las contratan, otros las torean…

El día de San Marcos de este año se cumplió medio siglo de que Francisco Ruiz Miguel cortara lo que es, hasta hoy, el último rabo concedido en la plaza de toros de Sevilla. Y el discípulo de Rafael Ortega ni siquiera estaba anunciado para torear esa corrida de Miura que cerraba la Feria de Abril del 71 con Andrés Hernando y Florencio Casado El Hencho. Es más, si se revisa la prensa hispalense del día del festejo, se podrá ver que todavía la mañana de la corrida se publicaba el cartel ofrecido originalmente a la afición, encabezado por el torero sanluqueño José Martínez Limeño.

Unas décadas después Ruiz Miguel, que el torero que quizás ha toreado más corridas de hierros considerados duros, como el que pasta en Zahariche o el de Victorino Martín, le contaba lo siguiente a José Ignacio de la Serna para la revista Taurodelta:

...Tenía 21 años, llevaba dos como matador de alternativa y era la primera vez que me ponía delante de uno de Miura. Le corté las dos orejas y el rabo. El último rabo que se ha cortado en la Maestranza de Sevilla. Recuerdo que ni siquiera en el campo había toreado una vaca de este hierro. Estaba muy nuevo y apenas tenía oficio. Pero mi maestro, Rafael Ortega, antes de torear me dio un consejo que me sirvió mucho, me dijo que me olvidara del hierro, y que la clave del éxito estaba en que el toro se fuera para el desolladero sin haberme visto. Antes que yo, él también había cortado un rabo a uno de Miura en Sevilla… Recuerdo que no estaba anunciado en el cartel original, así que la víspera me llamó mi apoderado para decirme que íbamos a Sevilla a matar la de Miura. “¿La de Miura?”, le pregunté. “Sí, ¿Pasa algo?”, me contestó muy enfadado. “Nada, nada, sólo preguntaba” …

Honesta la confesión de un torero que a partir de ese momento cambió el rumbo de su destino. Que apenas un par de años antes se había presentado en la Maestranza y en el San Isidro anterior había confirmado en Madrid en una tarde pasada por agua y en la que estuvo “interesante” ante una complicada corrida de Osborne. Iniciaba la ascensión de la cuesta y la pendiente parecía ser empinada.

El cierre de la Feria de Abril del 71

Como le contó a José Ignacio de la Serna, la noche anterior Ruiz Miguel fue llamado para sustituir a Limeño en la corrida de Miura. La versión oficial fue que José Martínez no actuaría por enfermedad, habiendo presentado parte médico. Y así lo consigna la cabeza de la crónica de Manuel Olmedo Don Fabricio II, en el ABC de Sevilla, publicada el martes 27 siguiente:

Plaza de la Real Maestranza de Caballería. Decimotercera y última corrida de feria. Un toro de don Fermín Bohórquez Gómez, «Aceitero», negro zaino, para el rejoneador Fermín Bohórquez Escribano, y seis de don Eduardo Miura. Primero, número 95, «Tomate», negro listón, 549 kilos; segundo, número 100, «Gallero», negro bragao meano, 521: tercero, número 149, «Espigado», cárdeno salpicado, 526 kilos; cuarto, número 127, «Boquituerto», de igual pelo, 520 kilos; quinto, número 77, «Boquerón», negro bragao meano, 535 kilos; sexto, número 63, «Gañafote», cárdeno salpicado, 605 kilos. Espadas: Andrés Hernando, Ruiz Miguel, sustituto de Limeño, ausente por enfermedad, y Florencio Casado «El Hencho».

El gran éxito de Ruiz Miguel sucedió con el segundo de la tarde, Gallero, al que le cortó el rabo. Las crónicas son en su mayoría coincidentes en la importancia de la faena que le realizó. En la Hoja del Lunes de Sevilla del día siguiente del festejo, sin firma visible, se escribió:

Desde hace mucho tiempo, en la corrida de Miura, no se mataba un toro recibiendo. Hoy hemos visto esta suerte antigua, pero maravillosa, ejecutada por un torero moderno, casi con cara de niño, valiente hasta la temeridad, cual es Ruiz Miguel, que protagonizó una jornada inolvidable. El toro fue su colaborador, porque era muy bravo, pero él supo sacarle el máximo partido, llegó a la cumbre, entre clamores de la multitud. De capa y de muleta, poniéndolo en suerte, ganándole terreno, con parsimonia y arte, Ruiz Miguel nos demostró cuáles son sus cualidades artísticas y cuánto el valor que posee. Había brindado la faena a la plaza, y aceptó la responsabilidad, saliendo a jugárselo todo en pos del triunfo. Su faena con la franela, bellísima toda ella, fue coreada con olés, y, al final, en el momento sublime de la entrada a matar, aún nos sorprendió más en su forma de hacerlo, citando a la res, que se vino pronta tras la espada que casi entera quedó enterrada en su morrillo. La muerte sin puntilla, espectacular en grado sumo, elevó más aún el rango de la faena. Y para él fueron las dos orejas y el rabo, que esta vez, estamos seguros, hasta el propio presidente, señor Mediano, los entregó con sumo gusto...

Por su parte, el ya invocado Don Fabricio II, relata desde su tribuna, lo que sigue:

Un bravo toro de Miura y un prometedor torero, en feliz conjunción, en armoniosa inteligencia, han dado la nota cumbre de la Feria. «Gallero» se llamaba el toro; Ruiz Miguel fue su afortunado matador. El animal embistió incansablemente y con el mejor son del principio al fin de su lidia, de su bella lidia, promotora de un caluroso entusiasmo. Ruiz Miguel aprovechó cumplidamente la boyantía del toro, que tomó bravamente dos varas. El joven isleño jugó el capote con arrogancia y temple en verónicas de la mejor ley y compuso una enjundiosa y vibrante faena de muleta, a tono con las condiciones del extraordinario toro. En los medios desarrolló el lucido trasteo, iniciado con dos ayudados altos y uno de pecho sin enmendar la posición de la erguida figura. Ruiz Miguel explayaría luego con superlativo acierto, con decisión y buen arte, toda la teoría del toreo fundamental, esmaltada de airosos adornos, entre ellos un pase rodilla en tierra, de singular prestancia. La gallardía y la calidad se aunaron y complementaron en el excelente trasteo al noble, al suave toro, siempre bien toreado, siempre embebido en el engaño. Citó a recibir Ruiz Miguel, y, marcando admirablemente los tiempos de la bellísima suerte, clavó en los rubios, parte del acero. Fue una estocada perfecta, realizada con destreza y tino superlativos, deslumbrante colofón de la extraordinaria faena. El joven matador obtuvo, con plena justicia, las dos orejas y el rabo de su bravo y dócil colaborador, toro de bandera, al que se otorgaron merecidamente los honores póstumos de la vuelta al ruedo en el arrastre...

Incluso, el cronista difícil de convencer, como lo es don Antonio Díaz – Cañabate, terminó conforme con la actuación del torero de la Isla ese domingo 25 de abril. En la edición madrileña del diario ABC, salida el martes 27 siguiente, entre otras cosas, escribió:

El miura era un toro con estilo. Recta, sostenida, alegre su embestida. Metía la cabeza en la muleta y la seguía como si no tuviera el cuello largo ni instintos de rufián que pelea buscando la ventaja, como si desconociera la leyenda miureña. En una palabra, embestía como lo que era: un toro bravo, noble y pastueño. Ruiz Miguel no tenía más remedio que darse cuenta. ¡Ay!, pero de esto ahora no puede uno fiarse. Una cosa es que los toreros se den cuenta del toro y otra que lo toreen dándose cuenta de cómo lo torean, porque ya sabemos que casi todos los actuales trabajan mecánicamente. La inspiración, tan remisa en acudir cuando se la necesita, descendió próvida a la muleta de Ruiz Miguel. El toro encontró a un torero y la faena fue de entera colaboración. Toro y torero se entendieron, y de la compenetración surgían los pases, a los que se unía el temple y el mando del torero, el arte y la obediencia del toro... La excelente faena (justa, medida y cabal) culmina con perfección más aquilatada, con una gran estocada dentro de las estrictas reglas de la suerte de recibir... Al fin hemos visto en toda su pureza esta difícil, y hoy muy rara suerte, premiada con las dos orejas y el rabo. Al toro se le dio la vuelta al ruedo...

La triunfal Feria de 1971

La feria sevillana de 1971 concluyó bajo el signo del triunfo. Fueron trece los festejos y en ellos obtuvieron actuaciones resonantes Curro Rivera, quien debió salir por la Puerta del Príncipe el 18 de abril; Curro Romero, que se llevó tres orejas en dos tardes, José Luis Parada, que cortó dos orejas en  las tres corridas en las que actuó. También alguna oreja suelta cortó El Cordobés. Por el capítulo de los rejoneadores, don Ángel Peralta se llevó un rabo en las alforjas en la matinal del 24 de abril y don Fermín Bohórquez otras dos orejas en el festejo que en este momento me ocupa.

De acuerdo con el doctor Carlos Crivell, el rabo concedido a Ruiz Miguel era el decimocuarto otorgado en la Maestranza desde 1939 y apenas el segundo cortado a un toro de Miura en ese lapso de tiempo. El anterior se lo había cortado a Tormenta su maestro, Rafael Ortega, el 20 de abril de 1956 – tarde en la que se quedó con media corrida por cornada de Gregorio Sánchez – y el inmediato anterior lo había cortado Diego Puerta, al colorao Gallineto, número 114, del Marqués de Domecq, el 26 de abril de 1968. 

El día de mañana continuaré con estos apuntes…

Aviso parroquial: El resaltado en el texto de Don Fabricio II, es obra exclusiva de este amanuense, pues no obra así en su respectivo original.

domingo, 11 de julio de 2021

Gastón Santos, decano de los rejoneadores

Gastón Santos
Plaza de Las Ventas, Madrid
Gastón Santos Pue nació en Tamuín, San Luis Potosí el 12 de julio de 1931. Es hijo de un connotado militar y político mexicano que fue diputado federal, senador y gobernador de su estado. Se educó en una academia militarizada en los Estados Unidos, donde encauzó su afición por los caballos y ya de regreso en México siguió tomando clases de monta a la alta escuela. En esas clases, como ha sucedido en muchos casos, se presentan ejercicios relacionados con suertes del rejoneo y esos ejercicios y su afición por los toros llevaron al joven Gastón Santos a procurar a un buen instructor en el llamado Arte de Marialva.

Es así que se traslada a Portugal y consigue que Joâo Branco Nuncio, una de las piedras angulares del rejoneo portugués moderno, a su vez discípulo de Antonio Luis Lopes y de Antonio Cañero le admita en su finca y le transmita sus conocimientos. Será en el año de 1954, cuando considere el maestro Nuncio que su discípulo mexicano está listo para la siguiente etapa y le programa la alternativa en el coso de Campo Pequeno para el día 2 de septiembre, en un cartel en el que actuarán él mismo, el rejoneador Francisco Sepúlveda – también discípulo suyo – y los matadores de toros Diamantino Vizeu y Paco Mendes ante toros de Faustino da Gama.

El festejo se hizo público el día 28 de agosto cuando se anunció en las páginas del Diario de Lisboa y el día 30 de ese mes apareció la siguiente nota publicitaria:

Jueves 2 de septiembre a las 22 hrs. 8 hermosos toros 8 de variedad española de la ganadería acreditada en Excmo. Sr. Faustino da Gama. Una corrida que será memorable por su perfecta organización.

El Maestro JOÃO BRANCO NUNCIO Dará la alternativa de un torero al distinguido caballista mexicano GASTON SANTOS, de quien es íntimo amigo. FRANCISCO SEPULVEDA Un artista tan querido por el público volverá a revelar sus méritos en el arte del toreo a caballo.

Pero por si esto fuera poco, los amigos de la Fiesta Brava tendrán la oportunidad de presenciar un sensacional mano a mano, que será inolvidable, entre nuestros dos grandes matadores portugueses.

DIAMANTINO VIZEU y FRANCISCO MENDES, cada uno con su propia característica individual son dos ases consagrados por la afición. Ambos tienen su estilo y también sus admiradores. El público, sin parcialidades, tiene ahora el momento de elegir su ídolo: ¿DIAMANTINO?, MENDES? Aquí está lo desconocido que se presenta a los aficionados.

El Excmo. Ricardo Rhodes Sergio dirigirá el distinguido Grupo de Forcados Amateurs de Santarém, cuyas tradiciones de valentía se han establecido desde hace mucho tiempo. La venta de entradas comienza hoy en la taquilla de Plaza de los Restauradores 7, Tel. 21712. Señores, los abonados deben recoger sus entradas antes del día 30 y 31. Después de este período, perderán el derecho a sus apartados.

El reclamo publicitario fue eficaz. Campo Pequeno tuvo un lleno esa noche y la actuación de los toreros a caballo fue exitosa. El Terrible Pérez, cronista del Diario de Lisboa, refiere, el día después de la corrida, lo siguiente acerca de su actuación y de la alternativa de Gastón Santos:

Campo Pequeno se llenó por segunda vez y, si pregunta por qué el queso tenía agujeros antes, cada uno atribuye el milagro a su propio tronco. Solo mediante un balance retroactivo, o la futura exclusión de nuevos elementos, se podría llegar a una conclusión que, de hecho, es más importante para la empresa y para los propietarios. Pero el partidismo prevalece, y afortunadamente, en cierta medida, y ayer, además de la riada, hubo debate de opiniones, llegando al punto de dar en el 6 y gritar a todo el mundo. Que la corrida fue a menudo animada, y los toros del Sr. Faustino da Gama, todos bien presentados y satisfaciendo a casi todos, se debe, en gran parte, al éxito de los toreros, empezando por el caballero Joâo Branco Nuncio, a quien le gusta la bravura de esta vacada, que en esta oportunidad le dio una apoteosis triunfal. Antes, le había dado la alternativa a Gastón Santos. Joven mexicano que lo eligió como maestro, y que se formó en el toreo ecuestre a la portuguesa, con casaca bordada y tricornio de plumas. Por todo ello, recibió bien merecidos elogios, el joven caballero fue aplaudido y brindado incluso por los valientes forçados amadores de Santarém, que brindaron, junto con Joâo Nuncio, por el exiliado Simâo da Veiga…

Gastón Santos se convertía así en el primer rejoneador mexicano en ser alternativado en la primera plaza del mundo para el toreo a caballo. Y de allí arrancaría una carrera que terminaría tres décadas después, actuando en las principales plazas de México, España y Sudamérica. Se presentó en la Plaza México el 6 de marzo de 1955, precediendo a Luis Briones, Emilio Ortuño Jumillano y Juan Posada que confirmaba su alternativa en la lidia de 4 toros de Ernesto Cuevas – uno para rejones – y 3 de Tequisquiapan. El toro de su presentación se llamó Antequerano.

Regresaría a Europa en 1963 y se presentaría en Sevilla y en Madrid. En la Maestranza incluso cortaría una oreja en su debut, el 12 de mayo, en una novillada en la que actuaron Luis Parra Jerezano, Curro Montenegro y nuestro paisano Oscar Realme, que también debutaba. De su actuación allí, Manuel Olmedo Sánchez Don Fabricio II, escribió en el ABC hispalense:

El caballero en plaza Gastón Santos venía precedido de renombre, que justificó plenamente en su debut en la plaza del Arenal. Vistosamente ataviado a la federica, realizó montas notabilísimas, seguras y espectaculares, sobre corceles de bella estampa, que evidenciaron perfecta doma, a la par que demostró relevantes cualidades de lidiador, cuyos méritos encarecieron las condiciones de su enemigo, un novillo de don José Luis Hidalgo Rincón, distraído, de irregular embestida y quedado al final... Siempre hizo la reunión con habilidad y justeza y siempre clavó en lo alto. Una certera lanza de muerte acabó rápidamente con el novillo, del que, a petición unánime, le fue otorgada al caballero una oreja. Brillante presentación la del rejoneador mejicano, rubricada por admirativos clamores...

El 23 de junio siguiente haría lo propio en Las Ventas en Madrid. Ahora en una corrida de toros con Antoñete, Joaquín Bernadó y Rafael Chacarte. Los toros serían de Dolores de Juana de Cervantes para rejones y 6 de Infante da Cámara para los de a pie. Una típica corrida del verano madrileño. Las crónicas se concentran en la alabanza de la bravura de los toros portugueses y reseñan con brevedad la actuación de quien ya era anunciado aquí en México como El Centauro Potosino, así, José María del Rey Caballero Selipe, en la Hoja del Lunes del día siguiente a la corrida, dice:

Abrió el espectáculo el rejoneador mejicano Gastón Santos, que salió vestido a la usanza de los caballeros en plaza portugueses; montó con soltura y dominio magníficos caballos, consintió al enemigo, emplazado, y clavó, con diversa suerte, arpones, banderillas y rejones de muerte; remató al enemigo pie a tierra. Creemos que puede alcanzar superior brillantez...

Toreó también en Santa Cruz de Tenerife – donde abrió su campaña –, El Puerto de Santa María y Barcelona en esa campaña. Volvería a ruedos españoles en 1969.

Es en la década de los 70 cuando junto con don Pedro Louceiro impulsa la cultura del toreo a caballo entre los aficionados mexicanos. Así, logra que en la Feria de San Marcos de 1974 se incluya por primera vez una corrida de rejoneadores, que se celebró la noche del 22 de abril de ese año y en la que actuaron tanto Gastón Santos como don Pedro, junto con Felipe Zambrano y Jorge Hernández Andrés en la lidia de toros de El Rocío y Las Huertas, en la que todos cortaron orejas y en la que Triunfador uno de los caballos veteranos de la cuadra de Gastón resultó con una cornada de consideración.

Después, para los festejos del aniversario de la Plaza México en 1979, convencen al doctor Gaona de dar una corrida a la portuguesa, es decir, con el paseíllo donde los rejoneadores parten plaza en carruajes, los toreros de a pie, salen por un costado, los forçados por el otro y se hacen las llamadas cortesías. Ese 4 de febrero, domingo, actuó junto con don Pedro Louceiro, Jesús Solórzano y el torero de Mozambique, Ricardo Chibanga, que confirmaba su alternativa. Fue un espectáculo de gran lucimiento y que, atrajo a muchos aficionados y a una gran cantidad de curiosos.

El intento era para, decía, difundir la cultura del toreo a caballo, para quitarle el sambenito de ser una especie de añadido extraordinario o lúdico que poco o nada tenía que ver con lo que se podría considerar el programa principal, que sería el cartel de toreros a pie – aunque más de alguno haya utilizado rejoneadores con tal fin – y eso motivó que muchos jóvenes se interesaran primero, por aprender la monta a la alta escuela y de allí, a un paso, el toreo a caballo.

En nuestro país impulsó y defendió el sitio de los rejoneadores mexicanos. Creo que no es casualidad que sea precisamente el estado de San Luis Potosí donde se concentre una importante veta de dinastías de rejoneadores de renombre, con los que, curiosamente aquellos llegados de ultramar, en sus giras invernales, no gustan de alternar. Es sintomático, desde mediados del pasado siglo, que los toreros de a caballo que vienen de Europa, en pocas tardes actúan en carteles con los nuestros. 

Gastón Santos fue durante algo más de treinta años el representante más destacado del toreo a caballo de México. Cumple mañana noventa años de edad y con seguridad es el decano de los rejoneadores en el mundo. ¡Que los lleve de maravilla!

domingo, 9 de mayo de 2021

10 de mayo de 1956. Joselito Huerta confirma su alternativa en Madrid

Joselito Huerta confirmando
Foto: El Ruedo
En 1956, Joselito Huerta era una de las figuras emergentes de nuestra tauromaquia. Discípulo de Heriberto García, había iniciado su actividad en los ruedos desde 1951 y se presentó en la Plaza México el 16 de mayo de 1954, temporada en la que actuó en once tardes en la gran plaza, tres de ellas mano a mano, dos con Amado Ramírez y el restante con Antonio del Olivar. En Guadalajara se presentó tres veces, llegando a la disputa del Estoque de Plata el día de Navidad de ese año.

El curso de 1955 lo haría en ruedos españoles. Le llevó sus asuntos Alberto Alonso Belmonte y el 2 de mayo arranca su campaña en Jerez de la Frontera, tarde en la que alternando con el original Ciclón de Jerez, Juan Antonio Romero y el malagueño Manolo Segura en la lidia de novillos de Juan Guardiola, cortó tres orejas y dejó una excelente impresión, según cuenta Gil Gómez Bajuelo, en el diario ABC de Sevilla, del día siguiente del festejo:

Y ahí va un torero. Se llama Joselito Huertas y es de Méjico. De allá vino recomendado por quien sobrados motivos tiene para saber de estos menesteres. Acá toreó en el campo, causando admiración. Por eso a la novillada de Jerez - presentación de Huertas en España - acudieron muchos y muy buenos aficionados sevillanos... Huertas tiene un sello de elegancia en su toreo. Pero también tiene personalidad. Reúne dos cosas, que pocas veces van juntas: arte y valor. Y si cualquiera de ellas separadas basta para labrar un prestigio taurino ¿qué no lograrán ambas juntas? ...

Sin mayores probaturas se le anuncia para el siguiente domingo – 8 de mayo – en Sevilla, tarde que salda con el corte de una oreja y salida en hombros y para el 24 de julio se señala su presentación en Madrid, fecha en la que saldó su actuación con vueltas al ruedo y en el festejo de día siguiente, ante un complicado encierro de Molero Hermanos ratifica su gran sitio ante los toros.

Torea 37 novilladas en ese ciclo y aunque la prensa indicaba que recibiría la alternativa en Jerez o en Valladolid, ésta se le otorga en Sevilla, en la corrida de la Feria de San Miguel, apadrinándole Antonio Bienvenida y yendo de testigo Antonio Vázquez. Esa tarde le corta la oreja a Servilleto, de don Felipe Bartolomé, toro de la ceremonia. Torearía dos corridas más en aquellas tierras y regresaría a México, donde se iniciaba la temporada.

Su confirmación en la Plaza México se pacta para el día de Navidad de ese 1955. Su padrino sería el leonés Antonio Velázquez e iría como testigo César Girón. El toro de la ceremonia se llamó Limonero y fue negro, como todos los de La Punta lidiados esa tarde y le cortó una oreja. Arranca a torear por los estados y entre sus tardes destacadas está la de su presentación como matador de alternativa en Guadalajara, el 8 de enero de 1956, cuando le corta el rabo a Florido de Pastejé o la nocturna del 2 de febrero en Aguascalientes, cuando le tumba dos orejas al colorado Cordobés de don Heriberto Rodríguez.

La confirmación madrileña

Con ese bagaje, regresó a la Península para el año de 1956, en el que confirmaría su alternativa en la Feria de San Isidro, que por aquellas calendas constó de 9 corridas de toros y una novillada. La confirmación se pactó para el festejo de apertura del ciclo, el jueves 10 de mayo y le apadrinaría de nuevo Antonio Bienvenida, atestiguando el albaceteño Manuel Jiménez Chicuelo II. La tarde fue desapacible y el juego de los toros de Salvador Guardiola tampoco cooperó al éxito de la tarde. El toro de la ceremonia se llamó Vivachón. De esta tarde, José María del Rey Caballero Selipe cuenta entre otras cosas lo siguiente, en su tribuna del ABC madrileño:

Confirmó su alternativa Joselito Huerta con escasa fortuna, porque al viento, que estimamos al igual que para sus dos compañeros, como atenuante, añadió el lote de los enemigos menos apacibles, según de la mención de arriba se desprende; aunque no pudo lucir en los lances de saludo a sus dos toros, escuchó la ovación más cálida en el tercio, ya expresado, del cuarto, al torear con garbo por unos lances de la estirpe de las navarras que realizó el mejicano con notable armonía. En la faena al bicho que rompió plaza no faltaron al muletero ardientes deseos, pero sí el mando necesario para despegarse una arrancada, que casi siempre le quedó ahogada y muchas veces comprometida, consiguió algunos pases aislados, que el público alentó con aplausos; pero no obtuvo consecuencias más halagüeñas de una porfía peligrosa. Los derrotes del sexto, más sensibles por el lado izquierdo, apagaron los muletazos, que terminaron por la cara, luego de haber empezado con bríos y entereza; mató al primero de dos pinchazos y un descabello, y al último, que acabó sin pasar, de tres pinchazos y dos golpes con la espada de descabellar...

Por su parte quien firmó como C en El Ruedo de Madrid salido a los puestos el 17 de mayo siguiente, cuenta entre otras cosas esto:

A Joselito Huerta, mejicano hecho torero en Sevilla, donde disfruta de buen cartel, no le rodó bien la bola en la tarde de su alternativa. Mucho viento y dos toros muy encastados, sobre todo el sexto, que se revolvía en un palmo de terreno y con el que no pudo Huerta, pese a haberse doblado valentísimamente con él. Con la muleta, el muchacho lo intentó todo, con la derecha y con la izquierda, logrando algunos pases lucidos, aunque con ahogos. No estuvo fácil al matar. Al primero lo despachó de dos estocadas y un descabello, siendo muy aplaudido y saliendo al tercio a saludar. AI último hubo de entrarle tres veces para descabellar al segundo intento... Con el capote se ganó al público en dos quites finísimos, y como además tiene buena planta y camina por el ruedo con soltura, es torero al que se volverá a ver con gusto...

La suerte no estuvo del lado de quien sería conocido como El León de Tetela ese día. Regresó a ese San Isidro para la fecha del cierre, el 19 de mayo, alternando con Antonio Bienvenida otra vez y César Girón en la lidia de toros de Alipio Pérez Tabernero. Esa fecha la cerró con una salida al tercio en el tercero y con palmas al retirarse tras de despachar al sexto.

Luis Uriarte Don Luis en la Hoja del Lunes del 21 de mayo de ese 1956, hace un resumen de la feria y entre otras cosas dice:

Les cabría a los toreros la disculpa de que han fallado, en general, los toros. Por su presentación, irreprochables – esmero en los criadores y cuidadosa atención de la empresa –; pero deficientes por sus condiciones de lidia, y acaso más en aquellos de los que menos se podía esperar... Por clase, los mejores fueron los de Guardiola, Barcial, Galache y Cobaleda. Con un toro superior, entre otros buenos, cada una de aquellas dos primeras, que podrían aspirar al consabido premio... Joselito Huerta. – Voluntad... Valentía... No está mal, claro; pero tampoco lo suficientemente bien para un torero que viene a Madrid a confirmar su alternativa con la legítima aspiración de abrirse paso y lo deja tan cerrado como estaba...

Pese a ese análisis lleno de crítica, Joselito Huerta cerraría esa temporada española con 39 corridas. Todavía volvería a Madrid el 10 de junio siguiente, para atestiguar la confirmación de alternativa de Joaquín Bernadó, otorgada por el torero macareno Mario Carrión y en su dilatada trayectoria sumaría 10 corridas en la plaza más importante del mundo, todas excepto una, en la Feria de San Isidro y con alternantes de primera línea.

Coda final

Ese diez de mayo de hace 65 años, era realmente el arranque de una carrera en la que Joselito Huerta, por mérito propio, conquistó el título de figura del toreo. Lo sería tanto en España, como en México. Su pundonor lo llevó a ser duramente castigado por los toros, sufriendo percances que en alguna circunstancia le llegaron a alejar casi un año de los redondeles. Permaneció en activo hasta el año de 1973, cuando se despidió en la Plaza México, cortando el rabo al toro Huapango, de don José Julián Llaguno.

Su calidad de figura le fue reconocida cuando se le invitó a participar en un festival en homenaje y beneficio del diestro valenciano Vicente Ruiz El Soro, celebrado en la plaza de Las Ventas el 2 de marzo de 1997. Esa tarde, luciendo con galanura el traje de charro mexicano, dio la vuelta al ruedo tras despachar al novillo de Torrestrella que salió en segundo lugar y al que pudo cortar la oreja de haber estado fino con la espada.

Joselito Huerta ha sido sin lugar para la discusión, una de las grandes figuras de la Edad de Plata del toreo mexicano. Falleció en la Ciudad de México el 11 de julio del año 2001.

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