El cartel original de la Corrida de la Rosa Guadalupana |
En marzo del pasado año, al responder a uno de los comentarios que recibió la entrada que dediqué a la presencia de Pepín Martín Vázquez en la plaza El Progreso de Guadalajara – en específico, uno de José Morente –, hacía notar mi contrariedad por no tener a mano la información relativa a lo que quizás haya sido su obra más acabada en nuestros ruedos y que ha trascendido su tiempo, porque Luis de Lucía, director de la película Currito de la Cruz (CIFESA, 1948), utilizó la filmación de esa faena a manera de stock shots para la cinta en cuestión, estelarizada por el diestro sevillano.
Hoy, sin mediar efemérides alguna, obra en mi poder la información de la prensa especializada de la época, que hace el recuento de aquella corrida celebrada el jueves 14 de febrero de 1946 a beneficio del Sanatorio de Toreros de la Capital Mexicana y en la que disputándose la Rosa Guadalupana, alternaron para lidiar toros de Xajay; Fermín Espinosa Armillita, Silverio Pérez, Gitanillo de Triana – que sustituía a Manolete –, Pepe Luis Vázquez, Luis Procuna y el ya nombrado Pepín Martín Vázquez.
Originalmente se había anunciado en el cartel a Manolete, pero éste presentó un certificado médico invocando una exacerbación de las lesiones sufridas semanas antes en la tarde de su presentación en El Toreo. Eso ocasionó que se decretara una suspensión en contra del Monstruo de Córdoba por la Unión de Matadores y provocó una escisión en su seno, según lo contaba el pasado 19 de febrero, pues pudo el torero actuar sin problemas el día 5 anterior – inauguración de la Plaza México – y el 16 y 17 posteriores, pero de eso me ocuparé dentro de unos párrafos.
La gran faena de Pepín Martín Vázquez
Pepín Martín Vázquez con Rafael Albaicín y Antonio Velázquez, Madrid, 1945 |
Borroneado, el toro que abrió plaza, le sirvió a Armillita para escribir una de las grandes páginas de su historia. Con Gorrito, Bateo, Almendrado y Barranqueño, Silverio, Gitanillo, Pepe Luis y Procuna poco tuvieron para decir a la afición que llenó hasta la azotea el viejo Toreo de la Condesa. Fue hasta que salió el sexto, Caribeño, que se perfiló una competencia por la obtención del trofeo donado por la redacción de la Revista de la Basílica y que en ese año, ocupó el lugar que tradicionalmente correspondía a la Corrida de la Oreja de Oro, que reunía a los toreros más destacados de la temporada en su disputa.
Francisco Montes, cronista por esas calendas del semanario La Lidia, en el número 168, fechado el 22 de febrero de 1946, describe de esta guisa la actuación del torero de la calle de la Resolana:
La “Rosa Guadalupana” para “Armillita”... Pepín Martín Vázquez también merecía el trofeoPor fin vimos lo que vale Pepín Martín VázquezLas dos orejas y el rabo de “Caribeño” fueron el premio a la exquisita, fina y artística faena que ejecutó el sevillano Pepín Martín Vázquez al burel que cerró plaza en esta magnífica corrida en que vimos la grandeza de su arte que arrebató las pasiones en los tendidos y en que puso de manifiesto lo que vale este pequeño, pero inmenso torero, al que el público lo sacó de la plaza en hombros y llegó al hotel con el lujoso terno azul celeste y oro hecho garras… Inició su triunfal actuación con lances preciosistas que remató con media dibujada, estallando calurosa la ovación unánime en los tendidos… De la primera vara libró con temerarias y artísticas gaoneras que estrujaron a la multitud y remató con media revolera plena de gracia y majestad. “Armillita” quitó con un lance, dos chicuelinas y remató con el manguerazo de Villalta… Por primera vez en México tomó los palos el sevillano y después de mucho insistir quebró por fuera y dejó los palos igualados, escuchando fuerte ovación; en vista de que el burel no se arrancaba con franqueza, optó por que sus peones cerraran el tercio… Dio principio a su faena con ambas rodillas en tierra y ligó tres pases por alto, en los cuales aguantó de verdad, ya de pie se echó la muleta a la mano del corazón y ligó tres naturales con el forzado de pecho, resbaló y “Armillita” hizo un quite oportuno; echando coraje se levantó el pequeño y fue a su enemigo para engranar cuatro naturales bellos, hondos, artísticos y señoriales que arrebataron a la plaza entera, rematando por alto y luego con apretado molinete, siguió un pase de costado, un derechazo fantástico, el pase de la firma y entró a matar dejando la estocada de muchas tardes, se perfiló muy en corto, flexionó la pierna como mandan los cánones y arrancando muy derecho hizo la cruz a la perfección y dejó el acero en los propios rubios, se tambaleó el burel y rodó a los pocos segundos en medio del delirio del público puesto de pie. Las dos orejas y el rabo le fueron concedidas además de la vuelta al ruedo. Y como final fue sacado en hombros de la entusiasta multitud… Por fin nos recreamos con el arte exquisito de este torero privilegiado que con tan mala suerte ha tropezado en los sorteos de las corridas que ha lidiado en la capital…
Como podemos ver, del título de la crónica se refleja que para Francisco Montes, el otorgamiento del galardón fue correcto, pues en su opinión, cualquiera de los dos toreros, Armillita o Pepín Martín Vázquez, de haberlo obtenido, se lo hubiera llevado con justicia.
La crónica que envió el corresponsal de la agencia que remitía la información al diario El Informador de Guadalajara, refiere lo siguiente:
Fue dura la pelea de ayer en El Toreo por La Rosa Guadalupana entre Fermín y Pepín Martín Vázquez.
El sevillano merecía este bello trofeoLos dos recibieron oreja y rabo, pero se cree que la estocada de Pepín fue muy superior a la de Fermín, que se quedó con el emblema...
Reñidísima resultó la competencia por el trofeo Rosa Guadalupana, en la corrida a beneficio del Sanatorio de Toreros, efectuada hoy en la plaza El Toreo... El público se dividió para conceder el premio, entre “Armillita” y el sevillano Pepín Martín Vázquez. Varias veces se tuvo que consultar al público y por una ligerísima mayoría, tal vez no apreciada por todos, el trofeo fue concedido al saltillense… Ambos toreros cortaron oreja y rabo, y tal vez la faena de Pepín fue más bien coronada al lograr un soberbio volapié, mientras que “Armillita” mató de una estocada un poco caída… A “Armillita” se le concedió el galardón y a Pepín una extraordinaria ovación...
Ante la casi imperceptible mayoría en los tendidos – aquí en México esos trofeos se conceden por aclamación popular cuando hay igualdad en el número de trofeos obtenidos –, el cronista de la agencia informativa, toma como referente diferenciador – y como elemento decisorio, a su juicio – la gran estocada de Pepín Martín Vázquez.
El día siguiente
En el número 169 del semanario La Lidia, fechado el 1º de marzo de 1946, el periodista Alberto Lázaro, en su columna Cargando la Suerte, hace una serie de reflexiones en torno a la amplia polémica que generó la concesión de la Rosa Guadalupana a Armillita, dejando de lado a Pepín Martín Vázquez el 14 de febrero anterior. Su reflexión se titula El color del cristal y en ella, considera justificada la concesión del trofeo al Maestro de Saltillo. De ella extraigo lo que sigue:
…Ahora bien, ¿el trofeo debe concretarse a ser otorgado a quien haga la mejor faena de muleta o a quién realice la más brillante lidia en todo un toro?... Si ha de ser por la mejor faena de muleta, pensamos que esta es aquella en que el torero, maestro en la técnica que desarrolla de acuerdo con las condiciones del toro, manda en todos los instantes sobre el bruto, le impone su voluntad, engrana los pases, aprovechando las oportunidades para lucir su arte y desarrollar belleza o simplemente maestría, según el astado se lo permita... Si juzgamos ya concretando, la faena de “Armillita” con “Borroneado” podemos llegar a esta conclusión: Se ajustó en un todo a las condiciones del astado, que terminó aplomado y noble; que por falta de alientos con frecuencia se quedaba ya en la suerte, muy a pesar del mando imperioso del torero; que fue hecha en un palmo de terreno y que durante ella hubo ligazón perfecta y dominio absoluto; que el torero dio verdadera cátedra exhibiendo sus enormes recursos ya para pasarse al toro, bien para torearlo por la cara, que éste, cuando de verdad es toreo y el de “Armillita” lo fue, es de maestros y ofrece gran valor si es adecuado a condiciones y circunstancias... Por su parte, la faena de Pepín Martín Vázquez con “Caribeño”, graciosa, llena de salero, valiente, corajuda, clásica porque en ella brilló el pase natural, si fue muy espectacular, si se antojó muy bella y graciosa, careció de ligazón perfecta, no se hizo en un palmo de terreno, ni hubo dominio y maestría... Recuérdese que Pepín en varias ocasiones, entre natural y natural mejoraba su terreno mediante una carrerita, que combinada con otras hizo que la faena no se ligara como mandan los cánones; en un palmo de terreno y con dominio absoluto por parte del torero... Ahora que si el trofeo debe otorgarse a quien haga la lidia más completa de un toro, en los tres tercios, nos parece fácil calificar, ya que Pepín con banderillas no demostró la suficiencia del maestro, habida cuenta de que tampoco fueron sus tres pares de los mejores que le hemos visto... Esto es lo que miraron mis anteojos; que por lo demás cada quien es dueño de sus propios gustos, siempre que no olvide que no es lo mismo decir: “a mí me gustó más la obra de fulano”, que sostener: “la obra de fulano fue la mejor”...
Pepín Martín Vázquez en México, 14 de febrero de 1946 |
En descargo de Alberto Lázaro, he de decir que siempre reconoció su militancia como armillista y en este caso la sostiene y además, como lo señala al final del extracto que les presento, no expresa su gusto, sino que manifiesta sus razones por las que cree mejor la faena de Armillita sobre la de Pepín Martín Vázquez.
Las consecuencias del festejo
Ya les decía que la corrida tuvo un más allá. La Unión de Matadores de Toros que presidía Luciano Contreras decretó a Manolete una suspension en sus derechos sindicales. La prensa mexicana, de esos días – en específico, la agencia que remitía noticias al diario El Informador de Guadalajara – publicó la siguiente información:
…La Unión de Matadores de Toros, del cual es Secretario Luciano Contreras, anunció un veto a Manolete, por dos años para no torear en plazas mexicanas… La determinación de la Unión, obedece por no haber toreado hoy el diestro cordobés estando anunciado, pretextando estar enfermo, pero los médicos que lo reconocieron dictaminaron que estaba bien. Esto viene a suspender la corrida “mano a mano” que estaba anunciada para el sábado próximo en la Plaza México con Silverio Pérez. Se dice también que el cordobés está siendo atacado por un diestro mexicano, que hace labor subterránea en contra de él…
Al final de cuentas, Manolete no dejó de torear ninguna de las corridas que tenía contratadas en México en ese año de 1946 y volvería al siguiente calendario, aunque las relaciones profesionales entre las torerías de España y México, que apenas se habían reanudado un par de años antes, se agriaron y a mediados de 1947 se darían por interrumpidas. No se volverían a reanudarse hasta 1951.
Pero el corolario aquí es que la gran obra de Pepín Martín Vázquez con Caribeño de Xajay sigue viva en la memoria colectiva y nos recuerda que el hijo del Señor Curro nos anunció con ella un modo nuevo de hacer el toreo, uno que se quedaría para la posteridad.