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domingo, 10 de noviembre de 2024

5 de noviembre de 1994: Entre César Pastor y Joselito, Teodoro Gómez se alza con el triunfo en el Toreo de Cuatro Caminos

El Toreo de Cuatro Caminos se inauguró el 23 de noviembre de 1947 y funcionó con intermitencia hasta 1968, año en el que se anunció que sería cubierta para permitir su utilización en diverso tipo de espectáculos aparte de los festejos taurinos, que serían más cómodos, pues no serían molestados por el viento o la lluvia. La última corrida que se dio en esa primera etapa de su existencia fue el 29 de diciembre de 1968 y fue un mano a mano que sostuvieron Manolo Martínez y Eloy Cavazos ante seis toros de Javier Garfias.

Al iniciar 1969 se cerró para intensificar los trabajos de colocación de una estructura metálica que sostendría la techumbre y que tardó muchos años en ser terminada y una vez concluida. Pasarían 26 años para que se reabriera con una corrida y el cartel para la ocasión fue integrado por José Mari Manzanares, Manolo Arruza, Fermín Espinosa Armillita y Pepín Liria, quienes el 15 de octubre de 1994, dieron cuenta de ocho toros de Vistahermosa.

Pero antes, al menos de manera pública, en el mes de agosto de ese 1994, se ofreció un festival taurino en el que actuaron el rejoneador Rodrigo Santos, Joselito Huerta, Eloy Cavazos, Mariano Ramos, David Silveti y Jorge Gutiérrez ante novillos de José Julián Llaguno. Ese festejo tuvo la finalidad de allegar fondos a un partido político (PRI). En el ejemplar del semanario madrileño El Ruedo fechado el 16 de agosto de ese año, el corresponsal Tadeo Alcina Rivera, refiere entre otras cuestiones:

Después de haber permanecido durante 25 años cerrada a espectáculos taurinos la plaza de Toros “EL TOREO DE CUATRO CAMINOS”, que se encuentra casi ya en la Capital de México, fue reabierta para ofrecer un festival taurino para recabar fondos que serán adjudicados al partido político en el poder (PRI); para tal efecto se preparó un gran cartel encabezándolo el rejoneador Rodrigo Santos y a pie el matador de toros Joselito Huerta (dos orejas), Eloy Cavazos (dos orejas), Mariano Ramos (rabo), David Silveti (vuelta), Jorge Gutiérrez (oreja). Cabe mencionar que durante el mes de octubre comenzarán a realizarse festejos en esta plaza, las corridas se darán en sábado para evitar la competencia con la Plaza Monumental México... El empresario de dicho coso es EDGARDO MEADE GARFIAS, quién al parecer está en tratos con “EL CAPEA”, JULIO APARICIO, MIGUEL BÁEZ “LITRI”, “ESPARTACO” y posiblemente “EL CORDOBÉS” entre los diestros mexicanos están los jóvenes Arturo Gilio y Eulalio López “El Zotoluco” ... Por desgracia durante el festival antes mencionado, en el enchiqueramiento fue corneado por un toro de José Julián Llaguno el torilero Jaime Ramírez, quien recibió tres cornadas una en el tórax, otra en la pierna y una en la cabeza, dos de ellas eran mortales de necesidad, por lo que al día siguiente falleció en un hospital de esta capital...

Al final de cuentas, el elenco presentado por la empresa organizadora de los festejos en Cuatro Caminos, que efectivamente iniciaron en octubre de hace 30 años, se formó con los diestros hispanos José Mari Manzanares, Pepín Liria, Manolo Cortés, José Miguel Arroyo Joselito, Fernando Lozano, y Vicente Barrera; por los nacionales participaron Manolo Arruza, Fermín Espinosa Armillita, Alejandro Silveti, César Pastor, Manuel Capetillo hijo, Teodoro Gómez, Enrique Garza, Jorge de Jesús El Glison, Eloy Cavazos, Joselito Ruiz y recibieron la alternativa Carlos Rondero y Rogelio Treviño

Los rejoneadores que se presentaron en la temporada, dentro de la Gira del Arte del Rejoneo Bancrecer – Banoro fueron Jorge Hernández Andrés, Gerardo Trueba, Rodrigo Santos, Enrique Fraga y fueron alternativados en ese ruedo Giovanni Aloi y José Antonio Hernández Andrés. Los toros que se lidiaron en todos los festejos procedieron de Vistahermosa (14), Montecristo (7), Julio Delgado (6), Marco Garfias (8), Santo Domingo (7), San Martín (8), Arroyo Zarco (6), Real de Saltillo (6), Teófilo Gómez (2), Guanamé (1), Jesús Cabrera (1) y para los festejos de rejones los toros fueron de La Guadalupana (6) y El Junco (6).

La cuarta corrida de la temporada 94 – 95 

Para la tarde del sábado 5 de noviembre de 1994 se anunció un encierro de Vistahermosa para César Pastor, José Miguel Arroyo Joselito y el moreliano Teodoro Gómez. El madrileño reaparecía después de haber cortado una oreja el sábado anterior a un toro de Teófilo Gómez, que se vio precisado a regalar dada la desesperante debilidad de los de Julio Delgado que salieron al ruedo esa tarde. El cronista de la agencia EFE, remitió al ABC de Madrid la siguiente relación sobre la tarde que nos ocupa:

El diestro mexicano Teodoro Gómez, que cortó una oreja, fue el triunfador de la cuarta corrida del serial en la plaza de toros El Toreo a las puertas de esta capital, celebrada el sábado, en la que actuó el español José Miguel Arroyo «Joselito», que luchó con un lote problemático y fue ovacionado... Al conjuro del madrileño, el serial tomó otro sendero y en esta ocasión mejoró muchísimo la entrada, poco más de media plaza, y se corrieron seis toros de Vistahermosa, debiluchos que deslucieron el festejo y uno de Teófilo Gómez que cumplió... El mexicano César Pastor con el primero, toro con clase, pero sin fuerza, tuvo destellos toreros y saludó en el tercio; con el cuarto, bien con el capote, banderillas y trasteo ante un ejemplar sin problemas, pero muy pegado al piso. Lo mató de estocada para escuchar palmas. Regaló un séptimo, el de Teófilo Gómez, aplausos con el capote y faena voluntariosa, para ser aplaudido... «Joselito» la armó con el capote con el primero en verónicas y dos medias colosales. El toro recibió un puyazo y se acobardó, se paró y, además, con recorrido, espión, no obstante Joselito le expuso y lo mató de estocada, para saludar en el tercio. El quinto, un toro cuajado, bien con el capote, inició su trasteo con siete muletazos, sentado en el estribo y un remate muy torero. El toro cambió de lidia, tuvo muchos problemas, estaba con el torero y el madrileño valiente, le sacó los pases y lo mató de estocada para salir al tercio con algunos injustos pitos... Gómez tuvo el mejor astado del encierro, el tercero, al que toreo espléndidamente con el capote en verónicas y chicuelinas, trasteo que ya no tuvo el mismo nivel, pues la res se paró y mató de tres pinchazos y estocada. Aplausos en los medios. Se superó en el sexto, al que toreó muy bien con el capote, faena valiente hasta ser cogido sin consecuencias, le sacó los pases a fuerza y lo mató de estocada tirándose por derecho. Una oreja y vuelta al ruedo...

De acuerdo con lo que contó en su día el relator de EFE, la entrada mejoró considerablemente, porque se podían leer y escuchar reiteradas quejas de que el escenario era de acceso difícil y que su interior era lóbrego, por la manera en la que se concluyó su techumbre. Sin embargo, cuando hay imaginación en la confección de los carteles, no es complicado conseguir que la afición ocurra a las plazas.

Otros hechos de esa breve temporada

El 19 de noviembre de 1994, en la sexta corrida del serial, misma en la que actuaron Fernando Lozano, Enrique Garza, Teodoro Gómez y Pepín Liria ante toros de Santo Domingo (7) y Jesús Cabrera, se rindió un sentido homenaje a Paco Camino en reconocimiento y recuerdo a las brillantes tardes que tuvo en ese ruedo tres décadas antes cuando se presentó por primera vez ante la afición mexicana. Se le entregó una placa conmemorativa por ese aniversario y dio una emotiva y aclamada vuelta al ruedo en la que fuera, quizás, la mejor entrada de esa temporada.

Por otra parte, retumbó en los medios la diatriba de Rafael Herrerías en el sentido de que toreros y ganaderos que hayan participado en la temporada de Cuatro Caminos no volverían a pisar la Plaza México mientras él estuviera al frente de la empresa que la llevaba. Herrerías cumplió a medias y en episodios su advertencia. La mayoría de los toreros volvieron alguna vez a la gran plaza, pero otros se quedaron sin torear allí hasta el final de sus carreras.

La temporada terminó el 7 de enero de 1995 con el segundo festejo de rejones y el Toreo de Cuatro Caminos volvió a cerrar sus puertas. No se volvería a abrir sino hasta el 28 de abril de 1996, para dar inicio a una accidentada temporada que llegó a los diez festejos. La última corrida de toros que se dio allí y que fue la de la no anunciada despedida del coso como escenario taurino, contó con las actuaciones del rejoneador Pedro Louceiro hijo y los matadores Javier Escobar El Fraile, Manolo García Méndez y Manolo Sánchez, quienes dieron cuenta de siete toros de Quiriceo

Después de esta fecha, el Toreo de Cuatro Caminos no volvió a funcionar como plaza de toros y en agosto de 2008 se inició su demolición, hoy quizás sería la alternativa para ofrecer festejos en la zona conurbada de la Ciudad de México sin las restricciones de carácter político que se imponen en la capital mexicana, pero los intereses económicos se impusieron, como siempre, a los de la fiesta, y así, actualmente, se ubica un centro comercial en el sitio que ocupó.

domingo, 6 de octubre de 2024

Recuerdos de un festival en honor de Nicanor Villalta

Nicanor Villalta
Foto: Martín Santos Yubero
Nicanor Villalta y Serrés fue originario de Cretas, provincia de Teruel, hijo de Joaquín Villalta Odena, banderillero, quien fuera discípulo del matador de toros zaragozano Nicanor Villa Villita y en cuyo honor fue nombrado así. En el año de 1907 su familia se trasladó a México a causa de la profesión de su padre y es en estas tierras donde Nicanor Villalta inicia sus pasos en los ruedos, puesto que el 22 de junio de 1918, al decir de unos, en Querétaro y de otros, en Veracruz, es donde se viste de luces por primera vez, cuando tenía veintiún años de edad.

En 1919 los Villalta regresan a España y será el 2 de abril de 1922 cuando se presente en Madrid, alternando con Francisco Peralta Facultades y José Moreno Morenito de Zaragoza, enfrentando un encierro de Moreno Santamaría. Después de esa tarde encadenó una importante cadena de triunfos, mismos que le llevaron a recibir la alternativa en San Sebastián el 6 de agosto siguiente, apadrinándole Luis Freg, en presencia de Marcial y Pablo Lalanda. El toro de la ceremonia se llamó Capotero y fue de la ganadería de José Bueno. Esa alternativa la confirmaría el 21 de septiembre posterior, de manos de Diego Mazquiarán Fortuna y atestiguando Emilio Méndez. Los toros fueron de Matías Sánchez.

A partir de esa fecha Nicanor Villalta se convirtió en un fijo en las temporadas madrileñas y al final de su carrera fue quizás el torero que más orejas había cortado en la plaza vieja de Madrid. También es importante destacar que actuó en la Corrida de la Beneficencia de 1923 a 1935 de forma ininterrumpida, cuando la Beneficencia era un festejo de triunfadores; también actuó en varias corridas del Montepío de Toreros, de la Cruz Roja y del Montepío de Empleados de la Diputación Provincial. Como se ve, la presencia de Nicanor Villalta en un cartel extraordinario, era un atractivo adicional.

El anuncio de un festival de auténtico lujo

En el número de El Ruedo salido el 20 de septiembre de 1956, se anunciaba que una semana después se verificaría en el ruedo de la plaza de Las Ventas – cuya corrida inaugural toreó Nicanor Villalta – un festival en su honor y beneficio:

El cartel organizado para esta corrida de homenaje a Villalta es por demás atractivo. La comisión organizadora que preside el marqués de la Valdavia, se ha visto y deseado para poder hacer una selección de los ofrecimientos que han llegado... Y es que son muchos los amigos y admiradores del ex diestro aragonés. En definitiva, según el cartel dado a conocer por la comisión se lidiarán seis magníficos ejemplares de acreditada ganadería de Escudero Calvo hermanos, antes de Albaserrada… como espadas irán Antonio Márquez, Nicanor Villalta, Luis Fuentes, «Bejarano»; «Gitanillo de Triana», Manolo Escudero y Paquito Muñoz. Un cartel, pues, que suma nombres «ilustres» de todos los tiempos; de ayer y de anteayer…

Agregaba la información que saldrían de banderilleros toreros como Jaime Marco El Choni, Antonio del Olivar, Juanito Bienvenida, Pepe Bienvenida, José María Martorell, Antonio Bienvenida o Gregorio Sánchez, y que serían picadores entre otros César Girón, Rafael Ortega, Mario Carrión y Raúl Acha Rovira. Agregaba la nota al final que serían asesores de la autoridad del festejo actuarán los matadores retirados Vicente Pastor y Manuel Mejías Bienvenida

Como se puede ver, toda la torería presente en España en ese momento se puso a la disposición de Nicanor Villalta para reconocerle y también para tratar de auxiliarle en el momento de dificultad en el que se encontraba.

En el ABC madrileño del día del festival, aparece una entrevista que realizó Santiago Córdoba al diestro homenajeado, en el que habla, primero, de las razones por las que se tuvo que retirar de los ruedos en 1935 y después, de las causas que motivaban la realización del festival:

Estuve hasta el 35, en que me tuve que ir, no por falta de facultades, sino por política, yo que era apolítico... Fue cuando la revolución de Asturias. A raíz de aquello brindé un toro en Madrid a la Guardia de Asalto y ya no me dejaron en paz...

¿Recuerda usted el dinero que tenía al cortarse la coleta?

Una finca de campo, valorada en sesenta mil duros, y una casa en Madrid, de un valor aproximado. En total, alrededor de un millón de pesetas. Por cada toro que maté, unas seiscientas pesetas... En la guerra disminuyó el capital considerablemente. Ese fue el motivo de volver a torear en el año 39. Pero ya no podía seguir, porque como dice el refrán “toro de cinco y torero de veinticinco”. O sea, que nos engaña el pensamiento y el corazón... Puse un salón de té en Argüelles y, como no lo entendía, tuve que abandonarlo de mala manera. Entonces me hice empresario de toros y era muy complicado ser empresario de una sola plaza en estos tiempos. Tuve que desistir también...

Entonces, el festival tenía su razón y su mérito. 

La tarde del festejo

El jueves 28 de septiembre de 1956 llegó con algunos ligeros cambios al cartel que originalmente se anunció, porque Antonio Márquez no comparecería al festival como era la intención original, por lo que quedaría de la siguiente manera: Nicanor Villalta, Luis Fuentes Bejarano, Gitanillo de Triana, Manolo Escudero, Jaime Marco El Choni y Paquito Muñoz, estando fijos los novillos de Escudero Calvo, así como la presencia de numerosos matadores, novilleros y subalternos que integrarían las cuadrillas de los espadas actuantes en el festival.

Del inicio del festejo y de la actuación de Nicanor Villalta, escribió el que firmó como Un Reserva, en el diario madrileño Pueblo del día siguiente del festival:

Lleno en la Plaza, como, cuando torea el trío de moda. Casi todos españoles, porque los extranjeros se van marchando... Habanos de las grandes solemnidades. Parecía que estábamos en San Isidro, cuando apareció Nicanor y sus compañeros, en una tarde de fino vientecillo, tarde otoñal, como la figura enhiesta del torero, con traje marrón claro y sombrero de ala ancha… Sale el primero, un novillito que recoge Nicanor y le instrumenta unos lances muy pintureros que hacen brotar la primera ovación de la tarde y los olés surgidos de gargantas roncas, gargantas viejas que han fumado mucho, porque son de aficionados que vieron a Villalta en sus tiempos… El único en desacuerdo de la Plaza, porque el resto no cesa de ovacionar los redondos, los pases que fue el primero en instrumentar y que llamaron “el parón de Villalta” a toros con más de 200 kilos sobre el peso actual, que mataba como él sólo sabía. “¡Así!”, parece que dijo ayer, al perfilarse y cobrar media estocada en todo lo alto que hizo rodar al novillo sin puntilla, entre ovaciones do la gente que aclamaba al torero con las dos orejas de su enemigo, las últimas orejas cortadas en la Plaza de Madrid…

Fuentes Bejarano, Gitanillo de Triana, Manolo Escudero y El Choni cortaron una oreja cada uno al novillo que sacaron en el sorteo. Pero en el sexto, correspondiente a Paquito Muñoz, sucedió otro de los sucesos relevantes del festival y que lo han hecho pasar a la historia. Aparece en un pie de foto de El Ruedo del 4 de octubre de 1956:

Nunca dejó de tener sangre joven un corazón generoso. He aquí a don Manuel Mejías y Rapela, torero en Madrid desde 1898 y matador de toros en 1905, «El Papa Negro» de «Don Modesto», que abandonó el lugar que ocupaba en la presidencia para lanzarse al ruedo dispuesto a prender un par de banderillas. No le dejaron, pero el gesto queda ahí para siempre, ejemplar y emocionante...

Las crónicas del festejo tocaron con brevedad el hecho. José María del Rey Selipe, en el ABC madrileño, refiere:

...dejemos constancia del último título o subtítulo que llevado al papel cuando D. Manuel Mejías Bienvenida, padre, quiso prender el par de rehiletes de que se había provisto...

Y por su parte, el cronista ya citado del diario Pueblo, señala tras relatar lo sucedido en el sexto del festejo:

Bienvenida, padre, quiso poner un par de banderillas a este novillo, ¡a sus setenta y pico de años!, pero no lo dejaron…

El Papa Negro pretendiendo banderillear
Foto: El Ruedo

Un extraordinario gesto de afición y de torería el del Papa Negro, que más que formar parte de un palco de autoridades, quería participar como torero en el festival a beneficio del amigo y compañero de lides. 

Un espontáneo autorizado

Domingo Ortega estaba en el tendido acompañando al comité organizador del festival, entre los que destacaban el Marqués de la Valdavia, como presidente del mismo; Carlos de Larra, Curro Meloja, que fue iniciador y promotor de la idea del festival y Tomás Martin, Thomas, presidente de la Peña Taurina El 7, que, con sus asociados, fue quien llevó la idea a buen término. En ese sitio se invitó a Ortega a bajar al ruedo a lidiar el sobrero. El de Bórox no se hizo del rogar y saltó al ruedo, y una vez allí obtuvo el permiso de la presidencia para lidiar al sobrero vestido de paisano. Sigue narrando Selipe:

Por último, Domingo Ortega, invitado a saltar al redondel, despachó, previa la venia presidencial, al séptimo novillo, ya fuera del nutrido programa, y bordó el toreo especialmente en pases modelo de suavidad y temple; al matar de un estoconazo sin puntilla, fue objeto de las aclamaciones del complacido graderío... Y para terminar y dar idea de la singularidad del festejo, señalemos que la música, a requerimiento del público, amenizó las dos últimas faenas, rompiendo el formal protocolo madrileño, incomprensible para quien tantas veces oyó en la añeja y gloriosa plaza de la Maestranza los sones de la banda para subrayar el mérito de las faenas practicadas en el mismo redondel donde hicieron sus proezas los fundadores del toreo...

Otra singularidad del festival se nos cuenta aquí. La música sonó durante la lidia en la plaza de Las Ventas. No es un hecho común y por ello merece ser destacado. 

Agrega Selipe su reconocimiento a quienes colaboraron en la lidia a guisa de cuadrillas:

Gustaríamos de mencionar a todos y cada uno de los que intervinieron en el festival... más como ello exigiría extenso espacio, consignemos que banderillearon con acierto Antonio Sánchez, Pepe y Juanito Bienvenida, este marcadamente lucido; Manolo Martín Vázquez, que reverdeció no lejanos laureles; Manolo Sevilla y Emilio González Garzón, y que entre otros, actuaron de picadores Jaime Malaver, Mario Carrión y “Chicuelo III”...

La reflexión posterior

Muchos fueron los comentarios que se hicieron acerca del éxito del festival en honor de Nicanor Villalta, la mayoría de ellos girando alrededor del lleno en los tendidos y de la importante suma recaudada para auxiliar al torero. Pero también se meditó públicamente sobre la solidaridad que es parte del medio taurino. Escribió quien firmó como C en el número de El Ruedo del 4 de octubre de 1956:

En él vibró intensamente, no sólo el altruismo nunca desmentido de los toreros, si se trata de colaborar en causas nobles, sino el público, que, llenando la Plaza como en los acontecimientos taurinos de más fuste, permaneció en sus localidades incluso después de acabado el festejo, ovacionando incansablemente a cuantos lidiadores, ya retirados en su mayoría, habían intervenido en él… No era fiesta mayor taurinamente hablando; no había trajes de luces ni pasiones enconadas; pero tuvo una solemnidad imponente por el tono de nobleza, de generosidad que en ella pusieron todos – toreros y público –, en una emulación consoladora frente a tantas pequeñitas miserias y tantos rencores agazapados como a menudo la vida pone al paso. Acaso no sea demasiado cierta la observación benaventina de que para medrar en la vida mejor que crear afectos es crear intereses. O quizá sí; pero cuando ya se anda por el final de ella hay una satisfacción intima en haber creado afectos, o intentado crearlos; aunque en muchas ocasiones no hayan sido correspondidos. Nicanor Villalta, con su buena hombría, su manera de ser y de estar, sencilla y abierta, halló, por fortuna, una correspondencia merecida…

Nicanor Villalta supo hacer amigos, por lo que se puede desprender de estos sucesos. Sobreviviría todavía casi un cuarto de siglo al festival que hoy trato de recordar. Fue asesor de la presidencia de la plaza de Madrid y se le recuerda siempre como un torero honrado, valiente, pundonoroso y, sobre todo, como un extraordinario estoqueador que alternó con todas las figuras de su tiempo, desde Belmonte y hasta Manolete

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