El principio de la década de los ochenta fue promisorio para César Pastor, que se encontraba en la cresta de la ola al haber participado en la capital del país en los carteles más destacados de las dos temporadas anteriores y en preparación para acudir al siguiente ciclo europeo para confirmar su alternativa en la Plaza de Las Ventas de Madrid.
En esta octava y última corrida del serial de San Marcos de 1981, fue acartelado con Manolo Espinosa Armillita y Jesús Solórzano hijo, para lidiar un encierro de San Marcos, propiedad del arquitecto Ignacio García Villaseñor y el festejo fue, de acuerdo con la crónica aparecida al día siguiente del mismo en diario El Sol del Centro, firmada por don Jesús Gómez Medina, uno de larga duración, pues anunciado para comenzar a las cinco de la tarde – aún no se aplicaba aquí el horario de verano – concluyó a las siete de la noche con cuarenta minutos.
Las razones a las que atribuye el cronista la extraordinaria duración temporal del festejo, fueron tanto la lidia de un toro de regalo, como las constantes interrupciones de la lidia por parte de los diestros actuantes para increpar a don Fernando Soto García, en esos días director de la Banda Sinfónica Municipal, para que ejecutara algún pasodoble durante su labor en el ruedo.
Dice don Jesús al respecto:
...Para que los festejos recobren su duración normal y los espectadores no salgamos de la plaza como lechuzas despistadas, yo propondría lo siguiente: Que el Juez de Plaza, volviendo por sus fueros y velando por la seriedad del espectáculo, sea el que tome la batuta y ponga a toreros y músicos en su respectivo sitio; es decir, que sea de veras Autoridad; o que, de lo contrario, “de perdida”, como dicen los “chavos”, doten a cada matador de un teléfono con hilo directo hasta la tribuna de la música para que no se pierda tanto tiempo y al instante puedan ponerse de acuerdo el espada y los filarmónicos; con lo que la corrida saldría ganando, si no en formalidad, sí en brevedad. ¡Y todos tan contentos!...
El triunfo de César
Ya lo comentaba en alguna fecha anterior, que en cierta medida, los apéndices para los toreros, pueden resultar meros retazos de toro. En el festejo que hoy sirve para el recuerdo, el triunfador de la corrida se retiró con la espuerta vacía, pero con el reconocimiento de la afición. A ese propósito, la crónica ya citada nos refiere lo que sigue:
...Para este joven espada sonaron las palmas más estruendosas y reiteradas de la corrida y su labor en sus dos enemigos tuvo como epílogo, el aplauso rotundo que acompañó las dos vueltas al ruedo con que lo premió el público hidrocálido... Su primer enemigo, “Glotón”, gordo, enmorrillado, fue bravo, alegre. Pastor lo veroniqueó lucidamente antes de rematar por partida doble... Del segundo tercio se encargó el espada en turno: En primer término, un par de poder a poder estupendo, emotivo, seguido de un cuarteo desigual y de otro al sesgo por las afueras, magnífico... El prólogo del trasteo lo constituyeron varios emotivos muletazos con ambas rodillas en tierra... a fuerza de aguante y determinación le extrajo varias series de naturales y de mejores derechazos antes de terminar mediante media en buen sitio... Ovación y vuelta al ruedo... Al sexto, “Parrandero”... a guisa de bienvenida, le propinó un lúcido farol de rodillas, seguido de lances al natural que fueron muy aplaudidos. De nueva cuenta tomó los garapullos cuajando brillantísimo tercio de banderillas que le mereció una de las más estrepitosas ovaciones de la tarde. Y su trasteo muleteril, realizado a base de exponer, de llegarle al bicho, de obligarlo y, luego, de mandar y templar su embestida, en ocasiones logró un nivel de brillantez y torerismo singulares... Tras un pinchazo, sepultó Pastor todo el acero; dobló el bicho, lo levantó el puntillero y poco después “Parrandero” rodaba definitivamente por la arena. Ovación fuerte con vuelta al ruedo devolviendo prendas... Yo, como aficionado y en el pellejo del juez, le hubiera otorgado la oreja...
Manolo Espinosa lidió tres toros esa tarde, los dos de su lote ordinario y el de regalo, procedente de Boquilla del Carmen. Pudo saludar en el tercio en su primero, fue avisado en su segundo y escuchó palmas en el obsequio. Por su parte, Jesús Solórzano salió al tercio en el segundo de la tarde y logró dar la vuelta al ruedo tras la lidia del quinto, señalado por don Jesús como el momento en el que se produjeron los desatinos musicales a los que alude en su relación del festejo.
El festejo de hoy. 8ª corrida de feria: 6 de Teófilo Gómez para Uriel Moreno El Zapata, Alejandro Talavante y Octavio García El Payo que sustituye al herido Joselito Adame.