Jesús Córdoba se presentó como novillero en la Plaza México el 18 de julio de 1948 y fue el primero de Los Tres Mosqueteros en debutar en el gran escenario. Venía como triunfador de una corta serie de novilladas que el picador Juan Aguirre Conejo Chico ofreció en el Rancho del Charro ubicado en la calzada de Ejército Nacional, donde ya por su manera clásica de hacer el toreo, se le comenzó a anunciar como El Joven Maestro.
Le acompañaban en el cartel otro debutante, Rafael García, originario del Estado de México y que se decía era asilveriado en sus maneras frente al toro, el tapatío Luis Solano y otro joven que repetía después de que dos domingos antes, había puesto a la plaza más grande del mundo de cabeza al exhibir un valor desmedido y hasta temerario delante de los novillos, el hidalguense Paco Ortiz.
Jesús Córdoba se enfrentó esa tarde a Apizaquito y a Rondinero, cuarto y octavo de los de La Laguna lidiados esa tarde y en ambos dio la vuelta al ruedo. La crónica enviada por el corresponsal de la agencia que transmitía la información al diario El Informador de Guadalajara, Jalisco, narra lo siguiente acerca de lo sucedido esa tarde:
Derroche de buena voluntad en la corrida de la Plaza México. Alternaron Luis Solano, Paco Ortiz, Rafael García y Jesús Córdoba.
México D.F., julio 18. – En la Plaza México se llevó a cabo la novillada de La Laguna, alternando Luis Solano, Paco Ortiz, Rafael García y Jesús Córdoba. Los cuatro alternantes hicieron un derroche de buena voluntad, siendo los más afortunados Paco Ortiz y Rafael García, que cortaron oreja a sus segundos... Paco, al banderillear a su primero en el segundo viaje, cita a un metro escaso de la jeta del animal, saliendo prendido por la taleguilla y arrojado a la arena, resultando ileso, y en su segundo, al buscar un forzado de pecho es prendido nuevamente, levantado y despedido... Con un valor característico da dos pases por alto mirando a los tendidos que le resultan de una manera temeraria, pues a cada pase se va metiendo en los propios pitones de la res. Vuelve a colocarse a un palmo del enemigo y sufre un derrote que le parte totalmente la taleguilla por el lado derecho... En su primero recibió la gran ovación, y en este último troza la oreja de su enemigo, por petición del público.
Rafael García estuvo bien en su primero, que fue el tercero de la tarde, y en su segundo, que fue el séptimo, hace un faenón que se le premia como a Paco, con el apéndice de su enemigo... Solano estuvo desafortunado en su primero, pero no así en su segundo, que por su actuación le hace merecedor a la vuelta al ruedo... El cuarto de la tarde fue para Chucho Córdoba, su primero, al que al intentar el segundo viaje, después de haber señalado un pinchazo, es prendido por la entrepierna. Retornando al ruedo muy valiente, y dispuesto a jugarse el pellejo, coloca un formidable estoconazo. Se le ovaciona la faena de buena voluntad, ya que le tocó lidiar la res más mala y difícil de la tarde. En su segundo, el octavo de la tarde, hace una faena con prontitud, serenidad y torerismo, adornándose con pases de rodilla en tierra y un toque de pitones. Recibe fuerte ovación y el público pide la vuelta al ruedo, que le es concedida...
De la lectura de la transcripción también podemos desprender que fue entregado, sin verse la ropa cuando los novillos le echaron mano y jugándoselo todo a cara o cruz con tal de salir triunfante. En lo que narra de Jesús Córdoba, nos refiere escuetamente a un torero con valor y enterado, que sin arredrarse ante las complicaciones de su primer novillo, salió a demostrar que podía con él y ante el que se lo permitió, desplegó su tauromaquia clásica y dominadora.
Lo que me cuestiono es si hoy en día, un novillero que no terminara con las orejas en la mano, en una de las principales plazas del mundo, volvería a tener una oportunidad. En aquellos días, se valoraba la torería y la voluntad de ser; hoy, parece que solamente se mide a los toreros por su capacidad de cortar lo que Manolo Martínez llamó un día retazos de toro.
Jesús Córdoba concluiría su paso por la temporada de 1948 con 8 novilladas toreadas en un serial que 1948 constó de 29 festejos y en el número 24, celebrado el 31 de octubre, ganó la Oreja de Plata en cerrada disputa con Paco Ortiz, quien pese a haber cortado un rabo, vio como el trofeo le era adjudicado al Joven Maestro, quien solo cortó una oreja esa tarde.
Su hacer delante de los toros le valió que el día de Navidad de ese mismo 1948, el maestro Fermín Espinosa Armillita, mano a mano, le cediera el primer toro de Xajay corrido en la plaza de toros Rodolfo Gaona de Celaya, Guanajuato, cerrándose así una importante etapa de la historia taurina mexicana, en la que tres toreros juntos cimentaron el porvenir de su oficio y de la historia futura del toreo en su patria.
El clasicismo de Jesús Córdoba contrastó con el valor sincero e indomable del Volcán de Aguascalientes y la personalísima expresión taurina de Manuel Capetillo. Por ello, antes de finalizar la temporada novilleril de 1948, Los Tres Mosqueteros marcaban el paso en las cosas del toro.
Nada fácil fue este logro. Recordaré una vez más que la llamada Generación del 48 en materia de novilleros fue muy rica. Basta revisar los carteles de las 29 novilladas ofrecidas por el doctor Alfonso Gaona ese año y veremos nombres como los del recordado Alfonso Pedroza La Gripa – después un excelente torero de plata –; Héctor Saucedo; Jorge El Ranchero Aguilar; Fernando López El Torero de Canela; Curro Ortega; Paco Ortiz; Alfredo Leal y otros nombres ilustres de la tauromaquia mexicana. Para sobresalir en esas condiciones, algo muy grande tenía que llevarse dentro y además se debía tener una gran facilidad para expresarlo, lo que sin duda se conjugó en estos tres toreros. Sobre esta última afirmación, creo que la historia me da la razón.
De su paso por los ruedos nos queda la grata impronta de faenas como las de Luminoso, Cortijero o Estanquero en la Plaza México o las realizadas en Madrid el 29 de septiembre de 1957, fecha que marcó la reaparición de Luis Miguel Dominguín en Las Ventas, o la del Miura de Sevilla del 24 de abril de 1953, junto a Calerito y Jerónimo Pimentel, festejo al que asistió el entonces Jefe del Estado y que le valió levantarse como triunfador de esa edición de la feria de abril sevillana.
Los toreros de su corte siempre tienen la desventaja de ser considerados o fríos o estilistas o académicos y el primer reproche que se les hace es su supuesta incapacidad de conectar con los tendidos. Creo esas afirmaciones son equivocadas pues hoy recordamos a una figura del toreo, a un gran torero que hizo de su conocimiento de los toros y de sus terrenos y de la finura con la que realizaba las suertes, una tauromaquia que es hoy día un referente.
La visión del Maestro Córdoba acerca de algunos temas de la Fiesta es la siguiente:
La expresión del torero:
Siempre hay una razón del por qué existe algo que se puede expresar con certeza, consciente en la realidad de la expresión natural de un arte. Es la interpretación al exterior de sí mismo, de la inspiración con la seguridad técnica de su ejecución; siendo la razón el estudio y la enseñanza práctica que se ha recibido, unido a la intuición propia…
Nuestra capacidad de asombro:El ser humano…. ha creado una de las artes más hermosas, en la que refleja su destreza y personalidad. En una sola frase, su expresión física e inteligente…
El estilo en el torero:El arte del toreo, que actualmente lo entendemos como la expresión que pone a flote los más hondos sentimientos del hombre - miedo, valor, coraje, duda, alegría y nobleza - hacen brotar también una de sus más grandes cualidades: La capacidad de admiración (tan desgastada en la actualidad)…
La personalidad del torero:En la ejecución de los pases nacieron los estilos… Algunos son inspirados por una capacidad creadora, otros simplemente son técnicos, es decir, aplican hábilmente su conocimiento de la lidia, o como a veces decimos, su oficio. Ambos estilos son muy importantes. Pero hay otro tipo de torero fundamental para la fiesta: El valiente. Es el que hace alarde de ese dominio al miedo llamado valor, estrujando así al espectador, despertando en él una angustia que le provoca emoción. El público siente admiración y respeto por quienes ejecutan ese tipo de toreo…
El estilo de los toreros se define conforme a su sensibilidad, su forma de ser, su personalidad y propio sentimiento, su carácter y naturalmente, su valor. De todo esto va impregnado su toreo, ¡qué es lo que nos gusta! Más aún cuando llega la inspiración y todo el entorno se muestra propicio. Por ello los diferentes estilos mantienen ese interés por la fiesta. Nunca se pida que un torero actúe como el otro. Debemos conservar esa variedad, pero siempre dentro de una autenticidad…
Tras de dejar los ruedos, se preocupó por formar a quienes habían de continuar llevando adelante la tradición y la historia que representa la Fiesta de los Toros. Jesús Córdoba entró en la inmortalidad el pasado 16 de febrero, por eso es que hoy, con admiración y respeto, reconozco a este gran hombre y gran torero su inmenso aporte a la fiesta.