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domingo, 26 de mayo de 2024

26 de mayo de 1968: Gastón Santos lidia en solitario seis toros en Tampico

Gastón Santos aumentó su afición a los caballos durante su estancia en una academia militar en los Estados Unidos donde cursó estudios de secundaria y bachillerato y ya de regreso en México continuó tomando clases de monta a la alta escuela. Como parte de esas clases, se incluían ejercicios relacionados con suertes del rejoneo, mismas que ligadas a su afición por la fiesta de los toros le llevaron a procurarse un mayor y mejor conocimiento del llamado Arte de Marialva.

Para ello se traslada a Portugal y consigue que Joâo Branco Nuncio, una de las piedras angulares del rejoneo lusitano moderno, a su vez discípulo de Antonio Luis Lopes y de Antonio Cañero le admita en su finca y le transmita sus conocimientos. Para el año de 1954, el maestro Nuncio considerará que su discípulo mexicano está listo para la siguiente etapa y le programa la alternativa en el coso de Campo Pequeno para el día 2 de septiembre, en un cartel en el que actuarán él mismo, el rejoneador Francisco Sepúlveda – también discípulo suyo – y los matadores de toros portugueses Diamantino Vizeu y Paco Mendes ante toros de Faustino da Gama.

En esa tarde tuvo una lucida actuación y así se Gastón Santos se convertía así en el primer rejoneador mexicano en ser alternativado en la primera plaza del mundo para el toreo a caballo, para de allí arrancar una carrera que terminaría alrededor de un cuarto de siglo después, presentándose en las principales plazas de México, España y Sudamérica. 

Toreó catorce tardes en la Plaza México, siendo la primera el 6 de marzo de 1955, precediendo a Luis Briones, Emilio Ortuño Jumillano y Juan Posada que confirmaba su alternativa en la lidia de 4 toros de Ernesto Cuevas – uno para rejones – y 3 de Tequisquiapan. El toro de su presentación se llamó Antequerano.

En 1963 haría una primera campaña europea, actuando nueve tardes en ruedos de España. Se presentó en Sevilla el 12 de mayo, tarde en la que cortó una oreja y la tarde final de esa gira la firmó en Madrid, el 23 junio, en una corrida de toros en la que alternaron Antoñete, Joaquín Bernadó y Rafael Chacarte, quienes enfrentaron un encierro portugués de Infante da Cámara. Por su parte, Gastón Santos lidió uno de Dolores de Juana de Cervantes.

Su segunda campaña en ruedos hispanos se dio en 1969 y constó de siete tardes. En esta oportunidad se presentó el día de Santiago en Barcelona, y en Madrid lo haría en dos ocasiones, el 27 julio, para enfrentar un toro de El Pizarral de Casatejada en una corrida en la que Vicente Punzón, Aurelio García Higares, José Falcón, quien confirmaba su alternativa, lidiaron una corrida de Murteira Grave y volvería el 7 de septiembre, en la corrida en la que actuaron de nuevo Antoñete José Falcón con Florencio Casado El Hencho ante toros de José María Moreno Yagüe. El toro que enfrentó el ya llamado Centauro Potosino fue de El Jaral de la Mira.

Seis toros en solitario

El que un torero a caballo enfrente seis toros en solitario es un hecho infrecuente en la historia del toreo. De la información que pude recabar para redactar estos apuntes, solamente pude encontrar breves referencias a lo que traigo a estas páginas virtuales el día de hoy, porque incluso, en su día, la prensa mexicana poco o casi nada se ocupó del hecho.

Para del domingo 26 de mayo de 1968 se anunció en la plaza de toros Rodolfo Gaona de Tampico, que Gastón Santos enfrentaría en solitario una corrida de San José de Buenavista, ganadería guanajuatense con importantes antecedentes vazqueños.

Pude localizar solamente una breve gacetilla en el periódico El Informador de Guadalajara, de la agencia Informex, que reseña lo sucedido en esa corrida y que es de la guisa siguiente:

Tampico, Tamps., mayo 26. - Buena entrada. El rejoneador Gastón Santos se encerró con éxito con seis toros, caso que se produce por primera vez en la historia del toreo... La corrida tuvo en pie un promedio de 460 kilogramos... Gastón cumplió en su primero; cortó una oreja a su segundo; las dos orejas al tercero. Realizó a pie toda la lidia del cuarto, dando una vuelta más, y volvió a cabalgar para lidiar a la jineta al quinto y al sexto, dando en ellos sendas vueltas al ruedo...

Llama la atención lo que se relata acerca de que Gastón Santos se bajó del caballo para lidiar a pie al cuarto de la tarde. No tengo duda de su capacidad y calidad como estoqueador, porque en varias tardes en las que le vi actuar en los ruedos, al no ser efectivos los rejones de muerte, preparaba con eficacia la suerte de matar a pie y se tiraba tras de la espada con decisión, dejando buenas estocadas, pero el hecho de hacerse cargo de la lidia completa de un toro a pie, es algo que no me imaginaba que pudiera haber hecho.

La capacidad y calidad como estoqueador de Gastón Santos queda patente si recordamos que en el año de 1979, se le otorgó el Trofeo Domecq a la estocada de la temporada en la Plaza México por la que le dio al toro Lisboeta de Zotoluca, en la corrida a la portuguesa que allí se dio el domingo 4 de febrero de ese año, misma que fue de extraordinaria ejecución y colocación.

En suma, la tarde del 26 de mayo de 1968 en Tampico, resultó ser para Gastón Santos una de esas que resultan ser auténticamente redondas para un torero, porque pudo probarse a sí mismo y a quienes se reunieron en la plaza a verle actuar, que tenía la capacidad artística y técnica para resolver los enigmas que le representaron los seis toros que enfrentó en esa oportunidad.

La continuación de su carrera

Gastón Santos fue un torero que mantuvo firme el bastión del toreo a caballo en nuestro país durante un cuarto de siglo. Toreó en ese lapso alrededor de 1,350 corridas de toros y se preocupó por que el rejoneo tuviera presencia en las principales plazas y ferias de la República, consiguiendo, el 22 de abril de 1974, que se incluyera por primera vez en una feria, la de San Marcos, una corrida del arte del rejoneo. 

También se dedicó a la crianza del caballo lusitano y del toro de lidia, esto último a partir del año de 1966, llevando líneas de origen Saltillo con simiente de Campo Alegre y Mariano Ramírez y de Parladé, con simiente de Palomeque, formada con vacas y sementales españoles de Gamero Cívico.

Torea su última corrida en la Plaza México el 2 de marzo de 1980, conmemorando el vigésimo quinto aniversario de su alternativa, cuando abrió la tarde en la que actuaron Gabriel de la Casa, Marcos Ortega y Cruz Flores ante toros de Santoyo. El último toro que enfrentó se nombró Don Cosme, de la ganadería tlaxcalteca de Zotoluca.

Vendrá a Aguascalientes por vez final el 5 de mayo de 1982, para actuar en una corrida nocturna en honor al Cuerpo Diplomático acreditado en México, junto con Gerardo Trueba y los matadores a pie Mariano Ramos y Marcos Ortega, con un variopinto encierro de San José de Buenavista.

La tarde final de su dilatada carrera la torearía el 2 de abril de 1983, en Tantoyuca, Veracruz, cuando formó cartel con Manolo Espinosa Armillita, Jesús Solórzano y Ernesto Sanromán El Queretano, para lidiar toros de su propia ganadería, anunciada como Palma Cerrada.

A partir de esa fecha, el nombre de Gastón Santos seguiría apareciendo en los carteles, pero ya en el renglón correspondiente al ganadero. Siguió también dedicado a la cría de los caballos lusitanos, actividad de la que fue el pionero en México.

Gastón Santos falleció en su rancho de San Luis Potosí, a los 92 años de edad, el 17 de enero de este 2024, siendo el decano de los rejoneadores. Esta es una pequeña estampa de su historia en los ruedos, de la que queda mucho por contar todavía.

domingo, 25 de junio de 2023

Mexicanos en solitario en ruedos europeos

Hace una semana el michoacano Isaac Fonseca, demostrando una vez más que lo único seguro en el toreo es el azar – Alameda dixit – terminó por matar con lucimiento él solo seis toros en la plaza de Colmenar Viejo. El festejo, final de la Copa Chenel, se anunció como un mano a mano en el que alternaría con el salmantino Juan del Álamo, con toros de tres ganaderías diferentes y de distintos encastes y que, al decir de las crónicas, algunos fueron destartalados en sus hechuras.

El que abrió plaza se echó a los lomos apenas en los quites a Juan del Álamo y ese seguro azar del toreo dejó las cosas dispuestas para que Isaac Fonseca tuviera a su disposición la corrida completa, que al final, resultó ser de cuatro ganaderías distintas y solamente se lidiaron cuatro de los toros anunciados originalmente. Es de resaltarse que el torero mexicano también fue herido por el tercero de la tarde y que, con discreción, se mantuvo en el ruedo y concluyó la tarde. Llevaba, durante la lidia de los tres últimos toros, una cornada de 18 centímetros en la zona de la rodilla derecha, lo que no le impidió cerrar triunfalmente su actuación.

El resto de esta historia ha sido ya contado con amplitud y también se da seguimiento a la evolución de los toreros heridos, pero al calor de este suceso, surgen preguntas acerca del número y época de las oportunidades que han tenido nuestros toreros de actuar en solitario en ruedos de Europa, sea porque así se hayan anunciado o porque la suerte los dejó en esa circunstancia. 

Hemos hecho una revisión de los libros de la historia, y esto es algo de lo que se ha podido encontrar.

Rodolfo Gaona

28 de junio de 1908, en Tetuán de las Victorias, cuatro toros de Basilio Peñalver. Esta actuación la organizó su maestro Ojitos, con la finalidad de que la prensa madrileña y el empresario de Madrid, Manuel Retana lo vieran y le dieran la ocasión de confirmar su alternativa. Fue la primera corrida que Gaona toreó como matador de alternativa. Me he ocupado en estas páginas con mayor extensión de este festejo en este lugar.

14 de julio de 1912, en Madrid. Gaona se anunció para matar seis toros de Trespalacios. Al final se lidiaron cinco de estos y uno de Benjumea. Esa tarde salieron al ruedo por su orden Monterito, Saltador, Garabito (este de Benjumea), Granizo, Azafranero y Churrero en una tarde ventosa, que impedía el lucimiento de los toreros y sí a esto sumamos el hecho de que los seis toros, de acuerdo con la crónica publicada en El Imparcial, parecieron una parada de cabestros, el resultado para el discípulo de Ojitos no fue halagüeño, pues el de Benjumea se le fue vivo tras los tres avisos y el sexto le dio una paliza tal, que obligó a que por orden de la presidencia del festejo, lo terminara el sobresaliente Carlos Lombardini. De esta tarde ya me había ocupado por aquí en este sitio.

Fermín Espinosa Armillita, Madrid, 24 de julio de 1932

La empresa madrileña anunció para el 9 de junio de 1932 una corrida extraordinaria, en la que alternarían Luis Fuentes Bejarano, Armillita y Manolo Bienvenida, quienes darían cuenta de una corrida de Marcial Lalanda, que haría su presentación en la capital de España como ganadero de reses de lidia. No está de más hacer notar que los toros llevaban todavía el hierro de don Antonio Flores Tassara, que fue quien enajenó la ganadería al más grande, según dice su pasodoble. 

Esa corrida se suspendió por la ausencia del hijo del Papa Negro principalmente, pero la prensa madrileña de la época acusó al entorno de Armillita de pretender extorsionar a la empresa ya en el patio de cuadrillas para que se le incrementaran sus honorarios y se le firmara un par de corridas más.

Al final de cuentas, el Maestro de Saltillo logró saldar sus cuitas con Retana y para el 24 de julio siguiente se anunció en solitario con los toros de Marcial Lalanda. Huelga reiterar que continuó la conjura de la prensa madrileña en su contra, aplicando un criterio imperante en estos tiempos, en el sentido de que no salió de la plaza con las orejas en las manos y cargado a hombros por la afición. Pero tampoco fue un fracaso rotundo. La reflexión final de la crónica de Gregorio Corrochano en su crónica del ABC madrileño, es ilustrativa:

Hubiera deseado una tarde decidida, que fuese una lección a los toreros españoles que no quisieron la corrida de Marcial, incluyendo el propio ganadero. Porque ¿para cuándo se deja la ocasión de ser torero? Al ver don Marcial que no querían sus toros, debió decirle a Marcial: toréalos tú...

La carrera de los toreros, aún la de las grandes figuras de la historia, no se ilustra en blanco y negro exclusivamente, también tiene amplias gamas de grises. De esta accidentada tarde me ocupé en su día aquí y aquí.

Carnicerito de México, 12 de octubre de 1932

El mismo año en el que Armillita lo intentó en Madrid, don Pedro Balañá decidió terminar su temporada reiterando su admiración y respeto por los toreros que llegaban de este lado del mar. Para la Fiesta de la Raza, como entonces se celebraba, anunció una corrida de toros de los hermanos Pallarés Delsors para que los lidiara como único espada el diestro originario de Tepatitlán, Jalisco, José González Carnicerito, con el agregado de México, para evitar allá en España, se le confundiera con Bernardo Muñoz Carnicerito de Málaga.

El resultado no fue halagüeño, la crónica que se publicó en el semanario La Fiesta Brava de la Ciudad Condal únicamente establece que Carnicerito pudo con los toros, que, por su parte, sacaron guasa y poca fuerza, logrando cortar una oreja al segundo de la tarde.

Fermín Rivera, Burdeos, 22 de septiembre de 1946

Fermín Rivera fue uno de los diestros que durante el conflicto entre las torerías de México y España que abarcó los años de 1936 a 1944, no dejó de torear en Europa. Lo hizo en ruedos de Francia y Portugal, junto con varios otros diestros de su generación, como Silverio Pérez o Ricardo Torres, quienes tuvieron un sólido cartel ante aquellas aficiones y eran la carta de presentación de nuestra fiesta en esas tierras. Aprovechaban así el ritmo lento que las cosas de los toros toman aquí en México durante el verano.

Ya en el 46 las cosas estaban más o menos arregladas y los nuestros volvieron a España, pero también muchos se presentaron en plazas francesas y los que ya eran conocidos allí, como el Maestro de San Luis, tuvieron ocasión de ampliar los horizontes de su temporada europea aprovechando los contactos y triunfos obtenidos con anterioridad. Así fue como Fermín Rivera llegó al coso de Burdeos para matar un encierro de Pouly. La crónica publicada en el ABC madrileño del 25 de septiembre siguiente dice entre otras cosas:

...ha revestido caracteres de sensacional acontecimiento, ya que la afición y crítica han recordado como único caso el de “Guerrita”, que también fue capaz de llenar por sí solo la plaza francesa para la lidia de seis toros. Los billetes se agotaron dos días antes y concurrió la élite de la afición francesa...

Esta tarde fue triunfal para Fermín Rivera, pues la saldó con el corte de siete orejas y un rabo y fue llevado en hombros por la afición por las calles de la ciudad por un largo rato después del festejo.

Rodolfo Rodarte

San Sebastián, 25 de mayo de 1911. La novillada programada para esa fecha era un mano a mano entre el torero de San Buenaventura y el vallisoletano Pacomio Peribáñez, quienes enfrentarían seis ejemplares de Amador García, antes del Cura de la Morena. En un caso parecido al de Juan del Álamo, Peribáñez se fue a la enfermería para no salir tras los primeros lances de capa. Se fue con una herida en las inmediaciones del ojo izquierdo, que dice el parte médico que quedó al descubierto.

Así, Rodolfo Rodarte tuvo que despachar la novillada completa y lo hizo con lucimiento. La crónica aparecida en El Pueblo Vasco del día siguiente al del festejo, dice:

La corrida fue dura, muy dura; ofreció dificultades, que el gran Rodolfo supo vencer a fuerza de valor y arte, y el público, que festejó sin interrupción al chico, dio pruebas de una inteligencia y una justicia dignas del mayor elogio...

Saldó el compromiso cortándole una oreja al quinto y también, dicen las crónicas, con un metacarpiano fracturado al aguantar un derrote tras de matar al sexto. Así, sigue el cronista, se lo llevaron en hombros hasta la fonda.

Tetuán de las Victorias, 1º de agosto de 1915. Se le anunció para matar seis novillos de Antonio Arroyo, antes Ángel Cabezudo, hierro que hoy corresponde a la ganadería de La Guadamilla. El sobresaliente del festejo fue un torero que hizo campañas aquí en México, Emilio Mayor Mayorito y que cobraría protagonismo, por solicitar a la presidencia del festejo – de rodillas – que se le permitiera matar al sexto, cosa que ni Rodarte ni quien presidió aceptaron, con cierto desagrado de la concurrencia.

El coahuilense radicado en Aguascalientes terminó el festejo cortándole la oreja al cuarto de la tarde. La concurrencia, que llenó la plaza, salió complacida, algunos cronistas no tanto, como el de La Lidia”, que resumió:

El ganado cumplió, sin excederse. Rodolfo Rodarte superior en dos y bien en los restantes. Lo mejor de la corrida, dos pares de banderillas en el cuarto toro de José Rodarte, El servicio de caballos, detestable… La presidencia, muy acertada.

En la variedad estará siempre el gusto y de la discusión, normalmente, siempre nace la luz.

Dos menciones especiales

El 31 de mayo de 1911, en Cáceres, se contrató a Rodolfo Gaona para torear un mano a mano con Cocherito de Bilbao lidiándose toros de Palha. El diestro bilbaíno fue herido por el tercero de la tarde y el Califa terminó despachando cinco de los toros que se anunciaron. Le cortó una oreja al cuarto de la tarde y al final de la tarde se lo llevaron en hombros.

El 25 de mayo de 1952, en el festejo que cerró la Feria de San Isidro de ese año, se anunció una corrida de don José Luis y los herederos de don Felipe de Pablo Romero para Raúl Acha Rovira, Juan Silveti y Pablo Lozano. El tercero de la tarde causó una conmoción cerebral a La Muleta de Castilla tras arrollarlo cuando pretendía recibirlo a porta gayola y después hirió a Rovira en la suerte de matar. Así, el hijo del Tigre de Guanajuato se quedó con cuatro toros de ese encierro y le cortó las dos orejas a Campero, el quinto, consiguiendo así abrir la Puerta de Madrid, siendo el primer torero mexicano en hacerlo en una Feria de San Isidro.

Para terminar

Cada una de las historias aquí pergeñadas merece ser contada de manera individual, extensivamente, porque encierran importantes dosis de valor y de torería. Son, en una medida importante, parte de los cimientos sobre los cuales se sostiene el edificio de nuestra tauromaquia contemporánea, pues sin ellas, sin sus actores, sin los logros que consiguieron, no es posible entender lo que hasta hoy se ha avanzado y lo que está por venir.

domingo, 2 de octubre de 2022

Joaquín Bernadó y seis miuras en la Monumental de Barcelona

El anuncio de la corrida
La Vanguardia
Cuando se empezó a delinear la actual temporada, que está en sus últimos estertores, se anunció que este año 2022 habría un par de corridas en las que un diestro enfrentaría, en solitario, seis toros de Miura. La historia del toreo nos deja en sus páginas la seguridad de que esa es una hazaña que no se repite con frecuencia. Tanto así, que desde la fundación de la vacada hace ya 180 años, apenas rebasan una docena los festejos de esa naturaleza. 

Manuel Fuentes Bocanegra, Rafael Molina Lagartijo, Luis Mazzantini, José Gómez Ortega Gallito, Antonio Chenel Antoñete, Juan Antonio Ruiz Espartaco, Juan José Padilla, Javier Castaño y Antonio Ferrera – dos veces –, entre los matadores de toros y el novillero Antonio Moreno Moreno de Alcalá, son esos toreros que entre 1873 y 2022 han intentado y culminado algo que justamente puede ser considerado una gesta.

También se encuentra entre la lista de los toreros de alternativa el de Santa Coloma de Gramanet, Joaquín Bernadó, quien el domingo 3 de septiembre de 1972, se enfrentó en solitario – con el intermedio ecuestre de don Manuel Vidrié – a seis toros de la finca de Zahariche. Este particular asunto es el que me trae con Ustedes en esta oportunidad.

Un antecedente necesario

Como antecedente, es prudente recordar que el 5 de septiembre de 1971, en Barcelona, se lidió una corrida de Miura. El cartel de toreros lo formaron Joaquín Bernadó, Santiago López y Antonio José Galán, quien se alzó como triunfador del festejo. Tras de cumplir el compromiso, Joaquín Bernadó pidió a la empresa, para sí otra corrida de ese hierro, para matarla en solitario, en ese mismo calendario.

Pedro Balañá y el torero catalán llegaron a un acuerdo para una fecha en ese mismo 1971. Así lo cuenta José Luis Cantos Torres:

La encerrona... fue un reto personal que se impuso a sí mismo... pero por incumplimiento de la empresa Balañá, no cuajó... su postura fue contundente, no volver a torear en Barcelona hasta que la empresa cumpliera con lo ofrecido...

Por otra parte, Joaquín Bernadó le contó a su biógrafo Juan González Soto lo siguiente:

...por la corrida de toros de Miura vino eso... me dijo que sí, y luego no me lo cumplió. Y yo ya lo había anunciado a la prensa que iba a matar los seis suyos y el que quedó mal fui yo... La función fue la siguiente: me prometió una fecha de la que luego se desdijo. Y esa fecha la ocupó Luis Miguel Dominguín. En aquel momento Pedro Balañá apoderaba a Luis Miguel. ¡Esa era la cosa! Pedro Balañá puso a Luis Miguel Dominguín y me apartó a mí cuando, desde el principio, y tenía esa fecha apalabrada y negociada, prometida y asegurada...

Seguía diciendo Bernadó que ni Pedro Balañá, ni él mismo estaban en condiciones de mantener pleitos con nadie, razón por la cual llegaron a una resolución y se programó el enfrentamiento con los toros de Miura para el domingo 3 de septiembre de 1972, prácticamente un año después de que el torero hubiera matado una corrida de la misma procedencia en esa misma plaza.

Solo ante seis de Miura

Para 1972, apenas media docena de toreros se habían encontrado en solitario con esos toros. Y entre ellos, solamente Gallito había podido cortarles orejas, en esa legendaria corrida de Valencia, enfrentada a reclamo de la afición, que le había visto lidiar el solo a seis del Marqués de Guadalest. En esos días, Joaquín Bernadó sería el séptimo torero en acometer una gesta de esa naturaleza y le tocó una tarde lluviosa, que evitó la concurrencia a los tendidos de muchos aficionados. Cuenta Julio Ichaso, en su breve crónica publicada en La Vanguardia de Barcelona, el martes 5 de ese septiembre:

No estaba la tarde, muy entonada, para la brillantez de los festejos taurinos. Llovió al principio de la función, aunque con mesura, pero del «sirimiri» norteño se pasó a la lluvia continuada, molesta en grado superlativo, para los lidiadores y para el público. La falta de luminosidad no ayudó mucho al espectáculo. Le ovacionaron mucho a Bernadó, después del paseíllo… No se puede echar a barato el plausible gesto de «Quimet» de lidiar seis miuras, seis, él solito. Se puede calificar de una auténtica hombrada artística pues es un hierro al que muchos lidiadores lo marginan, o dicho más claramente, lo dejan de lado para enfrentarse con divisas más suaves, manejables y pastueñas, aparentemente…

Bernadó recordó siempre con gusto que el cronista de La Vanguardia se refiriera a él como Quimet, cariñoso diminutivo del nombre Joaquín, en catalán, pues consideró que esa era la prueba del cariño de la afición de su tierra.

Al final de cuentas Joaquín Bernadó saldó su actuación con vuelta al ruedo, dos orejas, palmas, división de opiniones, pitos y vuelta al ruedo. La mejor parte de su tarde fue como se puede ver, con el segundo, llamado Lanudo y del que, en su día, el ya nombrado Julio Ichaso, narró lo que sigue:

Segundo, con unos puñales prominentes y afilados, pero muy trotoncete. Recibió tres varas y un picotazo. El sobresaliente Jiménez Márquez realizó un gran quite. La res flojeaba de la pata derecha. Faena de corte bernadorista sin omitir unos naturales de clamor; más unos muletazos de calidad por su atracción perfilista. Finiquitó la serie con el obligado de pecho. Ovaciones. Mató muy bien, entrando sin vacilaciones. Le concedieron las dos orejas, con una vuelta clamorosa por el ruedo…

Quizás la pieza que mejor aplaude la hazaña de Joaquín Bernadó es la aparecida en la Hoja del Lunes de Madrid, que lleva una más desarrollada crónica del corresponsal R. Huertas, dictada por teléfono, según reza la nota y de la que extraigo:

…hay que destacar que esta gesta ha sido realizada ante una auténtica corrida de toros y no con un encierro preparado para el éxito de una figura. Las seis reses de la divisa verde y grana han sido como copia de aquellas viejas estampas de La Lidia. Altos como mulos, con la lámina característica de la casa, afiladas y pavorosas defensas, edad, fuerza, faltos de casta y con los defectos de la vacada acusados, ninguno ha sido apto para el lucimiento, si bien los dos primeros toros, de embestida al final un tanto noble, dieran ocasión para que Bernadó nos ofreciera las exquisiteces de su muleta…

Al final del festejo, contra lo que pudiera deducirse hasta aquí, Joaquín Bernadó no fue sacado en hombros de la Monumental. Pero sí pudo dar un par de aclamadas vueltas al ruedo acompañado de su cuadrilla. Y terminó con el vestido negro y plata que sacó en la ocasión, sin una mancha. Sigue diciendo R. Huertas:

Así se fue Joaquín Bernadó. Entre palmas y limpio, igual que inició el paseíllo, salvo las medias, ya que hubo de actuar descalzo a partir de la salida del tercer toro a causa de la lluvia, que desde ese momento se hizo intensa y puso difícil el ruedo…

El intermedio de la corrida

El caballero en plaza Manuel Vidrié actuó entre los toros tercero y cuarto, ante un astado portugués de Ernesto Louro Fernández de Castro. En retrospectiva, eso no resultó del agrado de Bernadó, que contó a González Soto:

En la corrida de los miuras también estuvo el rejoneador Manuel Vidrié. Rejoneó un toro entre el tercero y cuarto míos. Se supone que lo hizo para que yo descansara. Ese tipo de inventos... Yo hubiera preferido que Manuel rejoneara antes de que yo empezara con el primero. Para mí fue peor como se hizo. Lo mejor hubiera sido que yo toreara los seis toros seguidos, sin interrupción...

La difusión de una gesta

Interesante es ver a esta distancia de los hechos, que salvo la breve crónica de La Vanguardia, la información relativa a esta corrida se limitó casi a meras gacetillas, como se puede ver en las páginas de El Ruedo o en el diario Mundo Deportivo, también de la Ciudad Condal, en el que Juan Fontanet le dedicó un brevísimo espacio, pero que alcanzó a reflexionar lo siguiente:

Matar seis toros no constituye nada nuevo, pues lo han hecho otros muchos diestros; pero, en general, sólo los tenidos por largos, en el sentido de completos, de dominadores con repertorio amplio, que incluía el segundo tercio. No puede decirse que Bernadó figura entre ellos. Lo insólito, en el caso del diestro catalán, es haberlo hecho con toros, y toros de verdad, no de mentirijillas procedentes de una vacada en la que la historia y la leyenda se dan la mano, lo que, indudablemente, agranda el gesto. Gesto que debió de ser debidamente estimado, por cuanto la plaza, a pesar del mal tiempo, registró una entrada tan buena que nos hizo pensar que de haberlo hecho bueno pudo muy bien haberse llenado…

Aparte de la importante actuación del espada catalán, las relaciones destacan la lucida tarde del banderillero Herrerita y del sobresaliente Rafael Jiménez Márquez, murciano afincado en Barcelona, quien quizás como premio a su participación en este festejo, recibió en la misma plaza la alternativa el 15 de octubre siguiente. Sería su única actuación como matador de toros, puesto que casi de inmediato trocó el oro por la plata, escalafón en el que se desempeñó hasta bien entrados los años 80.

En conclusión

Joaquín Bernadó ha sido quizás, el torero catalán que más ha dejado escrito para la historia de esta fiesta. Es también, a estos días, el torero español que más ha actuado en México a partir del último tercio del siglo XX. Sin ser un legionario, tuvo el oficio y la clase para enfrentar todo tipo de encierros y encastes, la prueba, en estos hechos que hoy intento contar. Joaquín Bernadó es uno de esos toreros que, al hablar de clase reunida con oficio, hay que mencionar siempre en primer lugar.

lunes, 25 de julio de 2022

Hace 90 años: Armillita y seis toros de Marcial Lalanda en Madrid (II/II)

Pasajes de la corrida del 24 de julio de 1932
Roberto Domingo
La Libertad, Madrid, 26 de julio de 1932

Puestas las cosas como quedaron, el diario ABC madrileño anunciaba el domingo 24 de julio del 32 en su sección Cartelera madrileña lo siguiente:

Plaza de toros de Madrid. – Hoy, domingo 24 de julio de 1932, a las cinco y cuarto de la tarde, tendrá lugar el esperado acontecimiento taurino del año. Los seis toros de la ganadería de D. Marcial Lalanda, que tantos comentarios han despertado entre la afición, los matará el artista mejicano Armillita Chico, que en su última actuación se consagró como una de las primeras figuras del toreo. Esta corrida ha despertado enorme expectación.

Por otra parte, en el número del 29 de julio del semanario La Fiesta Brava de Barcelona, José Díaz de Quijano Don Quijote, escribía:

¡Gallardo modo de saldar un incidente que sí ha tenido mucha publicidad, no nos interesa por lo que tenga relación entre el artista y la Empresa! ... Sólo nos incumbe recoger la bizarría del gesto que supone, como fin y coronamiento del incidente, encerrarse sólo, en la Plaza de Madrid, con los mismos seis toros de la corrida suspendida, origen de él... Sea cual fuere el resultado artístico de la hazaña (escribo en vísperas del acontecimiento), basta ese bello gesto para registrarlo como algo insólito en estos tiempos, como algo que tiene aroma y empaque de antigua estampa, gesto de figura de otra época... Celebraré que la suerte acompañe a Fermín Espinosa en la proeza, y que nos pueda brindar una segunda edición de la faena cumbre del 5 de junio, la mejor de la presente temporada.

Con esos deseos y a la hora anunciada, salió Fermín Espinosa por la puerta de cuadrillas, vestido de verde con bordados en pasamanería negra, llevando entre sus cuadrillas a Alfredo Gallego Morato, Luis Suárez Magritas, Eduardo Anlló Nacional y Antonio Duarte y a caballo, a Pablo Suárez Aldeano, Dacio Martín Pontonero, y Sevillanito. Como sobresaliente fue el novillero Eulogio Domingo. Fue llamado varias veces a agradecer ovaciones en el tercio antes de que saliera el primero de la tarde, parecía que todo marcharía sobre ruedas.

Los toros que se lidiaron, de acuerdo con lo publicado por los diarios La Nación de Madrid y El Adelanto de Salamanca se llamaron por su orden Relator, negro, número 9 con 430 kilos; Pegajoso, berrendo en negro, número 25, con 475 kilos; Peruano, negro bragado, número 20, con 471 kilos; Hierrodulce, berrendo en negro, número 1, con 474 kilos; Reculón, número 8, con 468 kilos y Pescador, número 7, con 474 kilos.

La conjura de la prensa madrileña

La historia nos deja claro que Armillita no asegundó su triunfo del 5 de junio anterior, pero la mayor parte de la prensa de Madrid de la época parece haberse empeñado en establecer que su actuación fue un rotundo fracaso. Pondré aquí extractos de las firmas más conspicuas, para que se pueda apreciar la forma en la que se le tiraron al cuello al Maestro de Saltillo.

El ya nombrado Carlos Revenga Chavito, en La Nación tituló su crónica Armillita Chico fracasa en Madrid de manera rotunda. La absurda vanidad de un torero y entre otras cosas escribió:

...El público, inocente y cándido, acudió al circo taurino ayer, domingo, hasta llenarlo, y acogió la presencia de Armillita Chico con una ovación de simpatía, de aliento, de esperanza... No me alegré al ver los carteles, porque desde el primer momento adiviné que se trataba de la absurda vanidad de Armillita Chico, que, cegado, equivocado, se creía con arte suficiente para matar los seis toros y divertir al respetable... Yo, de haber escrito algo, hubiera sido para decir que incluyeran el nombre de algún otro torero, pues Armillita, él solo, aburriría a la afición... Durante la lidia de los seis toros, con la capa dio unos lances compuestitos, que no convencieron a nadie; unas chicuelinas feas, y ejecutó un quite rabiosete, y tal... Prodigó los lances movidos, encorvados, medrosos, sosos, faltos de temple, de mando, de gracia, de valor, de deseos de agradar... Con la muleta toreó siempre muy movido, indeciso, con precauciones, sin ton ni son... El fracaso de Armillita Chico fue grande y merecido, pues no tuvo ni un solo destello de arte y valor... Abandonó la plaza en medio de una gran bronca y varios guardias...

Por su parte, José Luis Mayral Martínez Corinto y Plata, en La Voz, asevera:

... ¿Análisis técnico de la actuación de Armillita? Sería largo, penoso, improcedente. Decoro y decisión al matar a su primero; dos pares de banderillas en su segundo; unos quites apretados, repartidos entre los seis toros; unos naturales buenos ligados con algún pase de pecho, creemos recordar que al quinto toro. Y eso fue. Nada más que eso. Muy poco para diluido entre la lidia de seis toros: lo suficiente para taparse y para no quedar mal en una corrida corriente, en la que hubiese despachado dos toros nada más... El triunfo grande fue del ganadero D. Marcial Lalanda: dos toros excelentes, dos regulares y dos, aunque sin exceso de bravura, manejables y sin dificultades insuperables. Con esto de ayer y con cuidar de que no se filie a las reses con nombres extraños, desacostumbrados, que puedan dar lugar a coincidencias indiscretas, se puede seguir adelante, camino de otros éxitos...

El que deja un mensaje lacónico, pero contundente, es quien firma como Cayetano, en el diario madrileño Luz:

...Ayer hubo toros, hubo buenos peones que los supieron torear y un equivocado: el público, que confió en el valor de Armillita Chico... Lo único que probó el mejicano es su constancia: salió decidido a no arrimarse y lo cumplió. ¡¡Es todo un carácter!! ...

Gregorio Corrochano, en el ABC, con algo más de clase, también atiza a Armillita y al propio ganadero, por no salir a matar sus propios toros:

Para torear seis toros hace falta estar sobrado de recursos, de valor, de entusiasmo. Salir a poder con los seis. En esta corrida los toros dudaron mucho y Armillita dudó más, y anduvo como borrado, casi invisible, toda la tarde. Y yo lo sentí mucho. Hubiera deseado una tarde decidida, que fuese una lección a los toreros españoles que no quisieron la corrida de Marcial, incluyendo el propio ganadero. Porque ¿para cuándo se deja la ocasión de ser torero? Al ver don Marcial que no querían sus toros, debió decirle a Marcial: toréalos tú.

Como se puede apreciar de lo citado, los principales de la crónica taurina madrileña de la época parecieron querer acabar con Armillita. No le quisieron perdonar el que se hubiera salido de la corrida que perdió su carácter de extraordinario el 9 de junio anterior cuando Manolo Bienvenida se cayó de ella por una lesión, siendo sustituido por un torero que a esa fecha apenas tenía una tarde toreada en la temporada. En retrospectiva, veo también la mano negra de Marcial Lalanda, ganadero en la oportunidad, líder del escalafón en el calendario y presidente de la Unión de Toreros, es decir, tenía todo el poder en sus manos para tratar de echar fuera del primer círculo a cualquiera.

Los que mostraron objetividad

Pero no todos los escribas se sometieron a los poderes fácticos. En la prensa de esos días encontré un par de relaciones que vale la pena tener en cuenta. Expresan puntos de vista diametralmente opuestos a los revisados hasta este momento, y si bien no presentan una tarde triunfal de Fermín Espinosa, creo que ponen las cosas en su justo sitio.

La primera es la de Rafael Hernández y Ramírez de Alda Rafael, encargado de la crónica taurina en el diario madrileño La Libertad, que tituló su reseña Los toros de Marcial y el rasgo de Armillita, de la que extraigo:

... ¿Fracasó Armillita Chico? Si se atiende a que no alcanzó grandes ovaciones, ni cortó orejas, ni salló en triunfo, entonces sí, hay que declarar que fracasó. Pero si se tiene en cuenta la consideración que hemos expuesto anteriormente y la forma en que pelearon los toros, no sería justo decir que fracasó el torero mejicano, porque otros muchos, aunque con menos frialdad, hubieran estado peor que él... No hubo, en realidad, ni éxito ni fracaso. Ocurrió lo que los aficionados esperaban. Armillita, torero fácil y seguro, se deshizo fácilmente de la corrida, enviando al desolladero en poco más de hora y medía los seis toros más gordos, la corrida mejor presentada y de más respeto que se ha lidiado esta temporada en Madrid. Pero, eso sí, en medio del mayor aburrimiento del público, porque toda la corrida se deslizó en un tono gris, sin emociones ni incidentes... El éxito lo tuvo Armillita Chico antes de la corrida. Llenar la plaza de Madrid a fines del mes de julio es un éxito grande, y ese se lo apuntó el mejicano, que oyó al hacer el paseo una cariñosa y larga ovación... Yo creo que Marcial no ha tenido acierto al enviar a Madrid una corrida tan bien criada y tan bien armada, porque, entre otras razones, y no es la menor la de que él sigue siendo torero, ha contribuido a que se forje en torno de su ganadería una leyenda terrorífica que dista mucho de ser acertada...

La segunda es la que firma V. Bejarano en El Adelanto de Salamanca. La titula Nada menos que todo un hombre y trae pasajes de esta guisa:

...Armillita Chico ha demostrado que salía dispuesto a evitar la actuación del “sobresaliente”; que es torero fácil, quizá excesivamente fácil, y por esto no produce emoción, que lo mismo le dan seis toros que sesenta; que sabe tanto como el que más; y que cuando a otros les llega el agua al cuello, a él ni a los tobillos... consciente Marcial de su deber, ha mandado una corrida de toros como se debe mandar a la plaza de Madrid. Nada de “corridón”, una corrida gorda, bien puesta de cabeza, de tipo fino, una corrida preciosa... Es cumplir su mayor obligación como ganadero nuevo, pues en los demás aspectos, él no puede dar más que lo que compró. Que después vendrá el modificarlo, si fuera menester, conforme lo demanden su afición a la nueva modalidad taurina en que ingresa y conforme a su competencia, que es grande... Un “quid pro quo” absurdo, apartó a Armillita Chico de la plaza de Madrid, momentáneamente. Se salvaron los “tiquis miquis” con la empresa y Armillita Chico pudo ver en práctica su ofrecimiento y su deseo de torear él solo los seis toros que hubieron de quedar sin torear el día que se le anunció y que hubo que suspender la corrida... El público, apasionada y engañadamente injusto. Esperaba seis (SEIS, ni una menos) faenas como AQUELLA, y no se da cuenta que AQUELLO sólo lo hace el que sabe (este Armillita) cuando puede. Y hoy no “se” ha podido... Excelente “debut” de Marcial como ganadero. Tanto han gustado sus toros al público, sus bravísimos toros, que como bravos se ovacionó a casi todos en el arrastre, y para uno se pidió el máximo honor de la vuelta al ruedo...

Creo que la lectura de estos dos pasajes nos permite ver que la actuación del Maestro Armillita no fue lo triunfal que se hubiera podido esperar, pero tampoco el gran fracaso que plantearon las crónicas de los principales escribidores madrileños de esas calendas.

No obstante, el hecho merece ser recordado, sobre todo porque en estos tiempos que corren resulta impensable que un torero mexicano vuelva a enfrentar, solo, seis toros en la plaza de toros de Madrid, vamos, ni siquiera en la de Vistalegre, así pues, estamos recordando un hecho singular, que en la historia de nuestra fiesta ha ocurrido un par de ocasiones. Esta que traigo aquí ahora, ha sido la segunda y seguramente, la última.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra exclusiva de este amanuense, pues no constan así en sus originales.

domingo, 24 de julio de 2022

Hace 90 años: Armillita y seis toros de Marcial Lalanda en Madrid (I/II)

Armillita en Madrid
Roberto Domingo
La Libertad, Madrid, 26 de julio de 1932

Hace trece años me había ocupado, más o menos marginalmente aquí, de este asunto. Pero dado el importante aniversario, intentaré abordarlo con algo más de profundidad, porque del examen de la prensa de la época, se advierten muchas circunstancias que hacen interesante su resultado y, sobre todo, la forma en la que se gestó.

Era la segunda ocasión – y la última hasta este día – en la que un torero mexicano mataba en solitario una corrida de toros en Madrid, pues la anterior había ocurrido el 14 de julio de 1912, cuando Rodolfo Gaona se enfrentó a 5 toros de Trespalacios y uno de Benjumea (3º). Esa tarde, el Califa de León tuvo una de esas tardes que no merecen ser recordadas, pues se le fue el tercero vivo a los corrales y el sexto le dio una paliza tal, que el sobresaliente, Carlos Lombardini, tuvo que terminar con él.

Así pues, el tema que intento presentarles, por sí solo, tiene su miga.

Armillita y Centello de la Viuda de Aleas

El 5 de junio de 1932, Fermín Espinosa firmó, en el ruedo de la plaza de la Carretera de Aragón, lo que quizás fue allí, su obra más acabada. Lo hizo alternando con Fortuna y Luis Fuentes Bejarano ante el sexto toro de la tarde, un toro negro llamado Centello, al que le cortó la oreja, a pesar de haberlo pinchado cuatro veces antes de meterle bien la espada.

Ese gran triunfo motivó a la empresa a anunciar para el jueves 9 siguiente una corrida extraordinaria, en la que el propio Luis Fuentes Bejarano, Armillita y Manolo Bienvenida darían cuenta de una corrida de Marcial Lalanda, que haría su presentación en la capital de España como ganadero de reses de lidia. Así salieron los programas a la calle.

Marcial Lalanda, ganadero de reses de lidia

Marcial Lalanda comparecía a la principal plaza del mundo con un encierro proveniente de la ganadería que en el año 1919 Antonio Flores Tassara adquiriera a Patricio Medina Garvey – y que antes fuera propiedad de Carlos Otaolaurruchi y Adolfo Gutiérrez Agüera – es decir, se trataba de la fundada por el canónigo Diego Hidalgo Barquero. Lalanda le compra a Flores Tassara todo el ganado de ese origen, y el vendedor se reserva las vacas que tenía de origen Braganza – Veragua, a las que pone con un semental de Santa Coloma, para mantener y rehacer su ganadería. En los últimos años Flores Tassara estuvo encastada en Murube.

De lo anterior resulta evidente que la corrida que Marcial Lalanda envió a la plaza de Madrid para el 9 de junio de 1932 llevaba el hierro de Flores Tassara y fue criada y seleccionada por este ganadero y que, por ende, solamente se lidiaba a nombre del diestro de Vaciamadrid, que utilizó la ocasión para adquirir la antigüedad que da el lidiar a su nombre una corrida completa en la capital española. Pero en el fondo, el encierro ofrecía la misma garantía que la del ganadero que la crio en los hechos. Eso iba a precipitar una serie de situaciones en los siguientes días.

Baile en el sorteo y suspensión

A la hora del sorteo el jueves 9 de junio de 1932, se anunció que Manolo Bienvenida no acudiría a cumplir su compromiso esa tarde, pues había sido lesionado la tarde anterior en una tienta a campo abierto en la ganadería de Graciliano Pérez Tabernero en Matilla de los Caños, Salamanca. A la par de ese comunicado, la empresa hizo saber que el sustituto de el hijo de El Papa Negro sería Manuel del Pozo Rayito, diestro que, de acuerdo con el anuario Toros y Toreros de Tomás Orts Ramos Uno al Sesgo correspondiente a esa temporada, para esa fecha había toreado apenas una corrida, la del día primero de mayo, allí mismo, en Madrid. 

Evidentemente que la calidad de extraordinaria de la corrida quedaba desmerecida con la salida del cartel de Bienvenida, por las causas que haya sido y aún más, con la sustitución concedida a Rayito, que poco aportaba a mantener la calidad de la combinación en cuanto a nombre, independientemente de su calidad como torero.

Eso fue seguramente lo que motivó la salida de Armillita del cartel. La prensa maneja que, de último momento, sin dar oportunidad a conseguir un sustituto, presentó un parte médico que señalaba que estaba lesionado de una muñeca e impedido para torear ese día, y seguramente lo estaba, pues no volvió a actuar sino hasta el día 26 en Vinaroz. Pero ese parte facultativo levantó mucho polvo.

En la edición nocturna de El Heraldo de Madrid de la misma fecha, se publica lo siguiente:

...anoche se supo que Manolo Bienvenida fué cogido por una vaca en la ganadería de D. Graciliano Pérez Tabernero, que le revolcó y pisoteó. Contusiones y magullamientos de primer grado que le impedían tomar parte en la corrida de Madrid... Así se lo comunicó a la Empresa, que, después de activas gestiones, contrató para sustituirle a Manuel del Pozo (Rayito) ... Y el contratiempo quedó conjurado... Pero he aquí que esta mañana, cerca de mediodía, Armillita comunicó a la Empresa que no podía torear por haberse resentido de la muñeca derecha, que la tiene lesionada, como es sabido... Y ... nada más. La corrida se ha suspendido, después de una intervención infructuosa de las autoridades...

Otra versión es la de Carlos Revenga Chavito, para el diario La Nación, también aparecido la noche de ese 9 de junio, que dice:

...Para esta tarde se había anunciado una corrida extraordinaria a base de seis toros de Marcial Lalanda para Luis Fuentes Bejarano, Armillita Chico y Manolito Bienvenida... El nuevo ganadero había enviado, según dicen, seis toros grandes, gordos y con buenos pitones...

PRIMER EPISODIO

Los actuales diestros, en vez de estar descansando para torear, algunas veces, la víspera de la corrida, se van al campo a entrenarse, y ... allí ocurren muchas cosas... Manolito Bienvenida ayer, en Salamanca, fue revolcado y lastimado por una vaca, y esto le impidió venir a Madrid... Avisó a la Empresa y ésta lo substituyó con Manuel del Pozo (Rayito).

SEGUNDO EPISODIO

Estamos en el apartado. Todo marcha a mil maravillas. De pronto aparece D. Arturo Barrera, apoderado de Armillita Chico, y en estas o parecidas palabras dice a la Empresa: Como el cartel ya no es el primitivo; como ya no torea Manolo Bienvenida, para que actúe mi torero es preciso que le firmen ustedes otras dos corridas, a once mil pesetas cada una... La Empresa no ha querido acceder a esta pretensión, y entonces Armillita Chico se ha puesto malo y al no «poder» torear, se ha suspendido la corrida, pues buscarle otro substituto hubiera sido una burla al público.

TERCER EPISODIO

Unos taurómacos charlan en un café:

- ¿Qué te ha parecido lo de Armillita Chico?

- Una «charraná».

- No. De ninguna manera.

Tercia un aficionado de verdad, y dice sentencioso: Esto se terminará cuando las autoridades tomaran el firme acuerdo de que el torero que se «pone malo» y «padece la enfermedad» que hoy sufre el mejicano, guarde forzosamente, como convalecencia, seis meses de alejamiento de los ruedos españoles.

Como este aficionado chipén piensa el que esto firma.

Al día siguiente, en El Imparcial, sin firma, entre otras cosas, se dice:

La corrida de ayer fue suspendida por las imposiciones de Armillita Chico. Los atracadores del toreo... Después del éxito de Armillita el domingo último, la empresa le ofreció dos corridas a 9,000 pesetas – por la del domingo cobró cinco –, entre ellas la de ayer jueves. Se fijaron los carteles, y ayer, cuando se iba a proceder al sorteo, el hermano de Armillita, sacando las cosas de quicio y queriendo explotar el éxito de su hermano Fermín, quiso darle un «trágala» a la empresa pidiéndole otras dos corridas a 11,000 pesetas. Y, naturalmente, la empresa no cedió a las intolerables pretensiones del torero mejicano, y como era ya la una de la tarde y no había tiempo suficiente para buscar un sustituto, se suspendió la corrida... Don Arturo Barrera, apoderado del mismo Armillita, tan pronto como se dio cuenta de las pretensiones del torero se apresuró a escribirle una carta dejando la representación y otra a la empresa dejando las cosas en claro para que no quede la menor duda de su proceder, que ha sido en esta ocasión, como siempre, ponderado y correcto...

Por su parte, el corresponsal de El Adelanto de Salamanca añade el hecho de que Juan Espinosa Armillita exigía, además, una corrida en Madrid para sí:

...Ayer marchó Bienvenida a Salamanca y anoche la empresa recibió un telegrama anunciándose que Bienvenida había sido lastimado por una vaca de don Graciliano Pérez Tabernero y por lo tanto no podía torear hoy... La empresa sustituyó a Bienvenida por Rayito, pero a la hora del sorteo de los toros, el hermano de Armillita planteó a la empresa la cuestión de que, si firmaba para su hermano tres corridas extraordinarias a 11,000 pesetas y otra para él, Armillita torearía la corrida, pues de lo contrario se pondría enfermo... La empresa no accedió a estas pretensiones y decidió suspender la corrida...

Eduardo Palacio en el ABC se pronuncia en el mismo sentido y en La Voz y Luz, simplemente se informa la suspensión. El 11 de junio el ABC publicó una nota consignando una rectificación de Armillita, firmada por Eduardo Palacio, en el siguiente tenor:

El diestro mejicano Fermín Espinosa (Armillita) dirige a este periódico una atenta carta rectificando la información publicada ayer sobre la suspensión de la corrida anunciada para la tarde anterior, en el sentido de asegurar que no exigió nada a la Empresa, y que el motivo de no haber podido actuar fueron unas lesiones que sufre en la muñeca de la mano derecha, según certificado de dos facultativos... No obstante la rectificación insertada, he de insistir en que el mismo día de la corrida, el jueves, un allegado al espada Armillita pidió a la Empresa la firma de dos corridas para éste, a 11,000 pesetas cada una, y fecha para que su hermano Juan, también matador de toros, actuase como tal en el ruedo madrileño... Negóse la Empresa a las dos peticiones, y a los pocos minutos se presentaba el certificado facultativo a que alude Armillita... Que se curen pronto las lesiones que sufre es lo que deseo con toda sinceridad...

Así entonces, los toros de Flores Tassara que se lidiarían a nombre de Marcial Lalanda volvieron a La Muñoza, a la espera de ser lidiados en una nueva oportunidad. La noticia se diluyó en el tiempo y no se tuvo noticia de esos toros ni de Armillita en Madrid, sino en las vísperas del domingo 24 de julio, cuando se anunció que el torero mexicano mataría él solo los toros del torero que, según su pasodoble, era el más grande.

Esto se va extendiendo, así que terminará el día de mañana.

Aviso parroquial: Este amanuense es el único responsable de los resaltados en los textos transcritos, pues no obran así en sus respectivos originales.

sábado, 23 de abril de 2022

La Feria de San Marcos hace medio siglo (VII)


Complicada encerrona de Curro Rivera

La quinta corrida de feria de 1972 representaba la segunda ocasión en la que Curro Rivera lidiaría en solitario una corrida de toros. La anterior se produjo la noche del 6 de febrero del año anterior, cuando se inauguró el alumbrado de la Plaza San Marcos y el encierro fue de Santo Domingo. Esa fecha, las cosas no se le dieron bien a Curro, quien por una parte se mostró displicente, pero por la otra, hay que decirlo, tampoco tuvo mucha colaboración de los escasamente presentados toros de los señores Labastida.

En esta oportunidad el ganado anunciado era de Torrecilla. La narrativa de la feria, como se ha podido apreciar hasta ahora, descansó importantemente, en el cronista del diario Esto de la capital de la República y en este año, huésped de El Sol del Centro, Francisco Lazo, quien en la columna que publicó la víspera, adelantó lo siguiente:

Fue desencajonado el encierro de Torrecilla con el que se encerrará mañana “Currito” Rivera… A nosotros nos causó grata impresión uno astillado y Toño preguntó entonces a Fermín Rivera: “¿Qué te recuerda ese toro?”. Y Fermín, ni tardo ni perezoso respondió: “A Clavelito”. Y echó la memoria a andar el Maestro de San Luis: “Clavelito fue un gran toro que me tocó en suerte en México en febrero de 1951, para ser exactos...”. Viene también un toro que es medio hermano de “Payaso”, astado de Torrecilla que indultó “Currito” Rivera en la Plaza México y que hoy pasta en la finca de Fermín y otros dos que son hermanos de “Jococón”, aquél al que cortó el rabo Eloy Cavazos hace tres temporadas en Insurgentes. El señor Llaguno, al que todos llaman con afecto “El Mudito”, habla más de lo que muchos creen. Ahora que se fija bien en lo que dice… Así pues, no adelanta ningún, digamos, pronóstico, ni da datos de sus toros... Están en 420 de promedio y uno pesó 478 kilos... Y ya solo faltan dos horas para que comience el cuarto festejo de la feria que se ha calentado bastante... Y no precisamente por el sol…

Como podemos apreciar, pocos son los datos que se adelantan del encierro a lidiarse. El origen de alguno de los toros y la remembranza de una de las muy grandes tardes de Fermín Rivera, el padre del diestro que actuaría en la señalada fecha. Para el día del festejo, Lazo no publicó columna, pero El Sol del Centro publicó una nota previa de la que se puede destacar lo siguiente:

El encierro de Torrecilla está imponente y es de esperarse que haga honor al prestigio de que disfruta la ganadería porque el público tiene verdaderas ganas de admirar el arte y el valor de Curro Rivera que atraviesa por el mejor momento de su carrera y convertido en un auténtico fenómeno por el derroche de voluntad que imprime a sus faenas, siempre con ese sello personal que provoca la ovación de los tendidos… Y gran mérito tiene el hecho de que el diestro potosino se encierre solitario con los seis astados en un derroche de valor y deseos de brindar a la afición la tarde inolvidable que espera, y es por ello que el lleno está asegurado, demostrándose así la expectación unánime por la hazaña de Curro Rivera…

Ya se verá más adelante la veracidad o no de lo aquí citado.

Una conversación en el callejón

Ya en la crónica del festejo, Francisco Lazo relata una conversación que sostuvo con José Antonio Llaguno, en esos días ganadero de Torrecilla, acerca de la corrida que había enviado para ese 23 de abril de 1972. La narración es de la siguiente guisa:

…Toño Llaguno, el ganadero, pasaba la pena grande, al mismo tiempo que nos decía: “Currito es un gran torero. Ni quien lo discuta, pero en lo particular, nunca me ha gustado que un solo espada disponga de toda una corrida...”. Por nuestra parte pensamos que cuando un encierro es tan disparejo en edad, necesariamente debe haber diferentes estilos para lidiarlos. Prontamente de acuerdo con el ganadero…

Esa charla es previa a la descripción que el cronista hace de lo que salió al ruedo:

Los tres primeros toros no lo parecían. tenían cara de “chotos”. Los otros tres tenían mal aspecto. Los primeros presentaron mejores condiciones de lidia y el diestro los aprovechó toreramente, sólo que, por la falta de presencia de esos astados, la gente no se lo tomó en cuenta…

Así pues, de lo expresado por el ganadero y de lo que cuenta el cronista que lo vio, y que no fue conocido precisamente por ser duro en sus juicios tratándose de figuras del toreo, podrán ustedes ir imaginándose las proporciones que las cosas iban tomando.

Una oreja dentro del naufragio

Efectivamente, nadie tomó en serio a Curro Rivera ese 23 de abril de hace 50 años. En el propio callejón de la plaza, sitio en donde generalmente se guarda compostura y prudente silencio, Lazo afirma haber escuchado cosas como estas:

Allí junto a nosotros, en el coso aquicalitense, varios amigos taurinos, muchos de ellos conocedores y algunos otros, hombres que vistieron de luces un día y fueron figuras del toreo, no vamos a dar nombres. Vamos a aprovecharnos de algunos de sus conceptos: “Currito anda muy bien, pero no está bien que mate toros con tan poco peso, con poca cabeza, con tan poco respeto...”. Otros nos decían: “Según el toreo actual, se necesita ese tipo de toro, chico y con buen son. Pero vemos que el Curro no lo aprovechó...

Así pues, Curro pudo rebañar una oreja del quinto, que pese a su desmedrado aspecto, le pegó un buen arropón y la paseó entre división de opiniones. Decía Lazo en la previa que las cosas estaban calientes y seguramente que sí, tanto, que en esta tarde quedaron al borde del estallido. La gente salió defraudada de la plaza, y no es que aquí se acostumbrara el toro de Bilbao, pero, retomo la apreciación del cronista, saltaron a la arena verdaderos chotos.

Al final, Pancho Lazo intentó recomponer en algo lo que ya había dicho, tratando de culpar al ganado del despropósito ocurrido, pero las líneas anteriores dejaron en claro que el asunto fue distinto:

La plaza, que registró una gran entrada, mantenía actitud de expectativa. Quería aplaudir al “Curro”, pero pocas oportunidades tuvo de hacerlo. El torero siempre estuvo en la cara del toro, pero siempre también topó con enemigos que no se prestaban al toreo que hoy en día emociona a las masas. Eran toros para lidiar y matar, a los que el espada tenía que intentar lances que agradaran a la multitud. Y ante esa disyuntiva “Currito” no se quedó corto. Intentó todo y terminó sin poder redondear un trasteo que hubiera sacudido a la afición de Aguascalientes. En resumen: el gozo, al pozo.

Corolario

Tengo la impresión, viendo por el retrovisor, de que esa encerrona se pactó un poco de manera improvisada, cuando menos en el renglón ganadero. El propio criador expresó que no se sentía cómodo mandando sus toros para ese tipo de festejos, me pregunto entonces, ¿por qué anunciarlos así? Esas son, diría mi profesor de Derecho Agrario, cosas muy científicas, que solamente los que las organizaron podrían explicar, y ya ninguno está aquí para hacerlo, así que cada uno de nosotros estamos en libertad de hacer nuestra propia conjetura.

Para el día siguiente, víspera del de San Marcos, estaba anunciada la despedida de Alfredo Leal, quien alternaría con Antonio Lomelín y el propio Curro Rivera, en su tercera comparecencia, ante toros de don Jesús Cabrera. Mañana nos enteraremos del desenlace.

domingo, 7 de julio de 2019

Rovira, a 70 años de su encerrona en Madrid

Rovira 

Rovira y Luis Miguel Dominguín
Lima, noviembre de 1949
Raúl Acha Sanz nació en Buenos Aires en 1920. Un mero accidente demográfico diría yo. Hijo de españoles, tenía en las venas una sangre que le impulsaría a andar caminos distintos a los que se dedican los hijos de la tierra en la que nació. Vivió en España durante su infancia y primera juventud y se trasladó con su familia después a Perú, donde decidió ser peruano y caminar así por el resto de sus días. Allí, en las tierras de Atahualpa, es donde decide hacerse torero y después de actuar en sus primeros festejos, viene a México, donde debuta en el Toreo de la Condesa como novillero en el año de 1945 y también en estas tierras recibirá una primera alternativa en nuestra Mérida, de manos de Luis Gómez Estudiante, con el testimonio de Gregorio García, siéndole cedido el toro Diablito de Palomeque.

Vuelve a España y conforme a la normatividad de la época tiene que recibir la alternativa de nuevo. Lo hace en lo que durante décadas fue el puerto de entrada de los toreros que llegaban a España desde América, en Barcelona. Fue el día de San Juan de 1946. Le apadrinó Manolo Escudero y atestiguaron Julián Marín y Luis Briones. El toro de la ceremonia fue Mochuelo, de Arturo Sánchez Cobaleda. Eso le permitió hacer campaña en ruedos hispanos y confirmar su alternativa en Madrid el 10 de octubre de ese mismo año, llevando como padrino a Gitanillo de Triana, quien ante Parrita, le cedió la muerte de Barbas Blancas de Joaquín Buendía.

Rovira mantuvo un buen cartel en los ruedos de España y el accidente demográfico de su nacimiento le permitió actuar en un singular festejo taurino celebrado el 12 de junio de 1947, en honor de Eva Duarte de Perón, en la que para lidiar toros de Clemente Tassara, se acartelaron el rejoneador Pepe Anastasio y los espadas Gitanillo de Triana, Pepe Luis Vázquez y el personaje que motiva estas líneas.

La encerrona

El 3 de julio de 1949 era domingo. Día de toros. La empresa de la plaza de Madrid tenía que dar el festejo del abono. Mucho se especula sobre el origen de esta corrida de único espada en pleno verano madrileño. Una de las leyendas en torno al asunto es en el sentido de que existiendo un fuerte pique entre Rovira y Luis Miguel Dominguín y estando anunciado éste último para el martes siguiente (5 de julio) para actuar en solitario en la Corrida de la Prensa, Raúl Acha movió lo movible y lo inamovible para lograr matar él en solitario antes que el hijo de don Domingo seis toros en Madrid y tratar de írsele por delante. Cierta o falsa esta especulación, el hecho es que así se produjeron y resultaron los hechos.

Para la ocasión se anunció una corrida del Marqués de Albayda para Rovira y uno de Manuel García – Aleas para rejones que lidiaría Pepe Anastasio entre el tercer y cuarto toro de la lidia ordinaria. Alberto Vera Areva, en el número 263 de el semanario El Ruedo, aparecido el 7 de julio de 1949, en columna titulada Las reses y sus condiciones de los cuatro últimos festejos celebrados en Madrid, analiza lo siguiente sobre los toros de Albayda:
El domingo 3 de julio, se jugó una notable corrida del marqués de Albaida, cuyo único "defecto" consistió en ser brava y en conservar los seis toros en la testa, por expresa voluntad de su criador, eso que han dado en llamar el “venenillo”. Corrida algo desigual en tipo, pero uniforme casi toda en casta y buen estilo, que proporcionó al ilustre y esmerado ganadero un legítimo triunfo. 
El primero, “Bravío”, número 40, negro bragao, tuvo poca presencia; bravo y codicioso, tomó tres varas y embistió rectamente, doblando las manos en alguna ocasión; pesó en canal 231 kilos. “Ignorado”, número 31, negro, apretó en tres varas y llegó a la muerte con poco gas, pero con temple y nobleza; pesó 277 kilos. “Carcelero”, número 22, negro bragao, gordo y de trapío, fue un espléndido bicho; suelto de la primera vara, crecióse en las cuatro siguientes, en las que recargó valientemente, derribando y volteando dos veces a caballo y picador; bravo y suave, llegó a la muerte embistiendo como un borrego; pesó el bicho, ovacionado en el arrastre, 285 kilos, “Cocherito”, número 42, negro bragao, terciado y con casta, tomó tres varas con mucha codicia, equivaliendo la última a media estocada; con bravura peleó en el mismo terreno, como todos sus hermanos y pasó a la muerte agotado, pero noblote; pesó 261 kilos. “Gastador”, número 34, negro bragao, recibió cuatro varas, saliendo suelto de la primera y recargando bravamente en las demás; embistió muy dócil, aunque gazapeando a lo último, por haberle pegado en demasía; pesó 281 kilos. “Bolero”, número 43, negro y serio, fue otro toro de bandera, que se dejó meter el palo en seis ocasiones, dando fuertes costaladas a los piqueros, sin acobardarse, siguió embistiendo hasta el último momento, con extraordinaria bravura y nobleza; pesó el bravo toro 294 kilos...
Areva hace algunas puntualizaciones interesantes. En primer término se refiere a la integridad de las astas de los toros. Faltaría alrededor de tres años para que Antonio Bienvenida denunciara que el afeitado era práctica cotidiana en las plazas de España y que una importante mayoría de los toros que se lidiaban en las plazas estaban mutilados. Después, hace notar con claridad que la bravura del toro no está reñida con la nobleza en el juego que dan en la faena de muleta y también que cuando el toro es bravo y tiene fuerza, rinde en la faena de muleta. No cabe duda que eran otros tiempos, desgraciadamente ya idos.

La tarde de Rovira fue redonda. Terminó cortando cuatro orejas entre el beneplácito de la concurrencia que no llenó la plaza de Las Ventas. Manuel Sánchez del Arco Giraldillo, en su crónica del ABC madrileño del 5 de julio siguiente a la corrida, expone lo siguiente:
Al margen de todo comentario sobre la significación y la oportunidad de la corrida celebrada el domingo, atendiendo solo a la reseña de lo que en el ruedo ocurrió, el mero relato ya es un elogio para el gesto de Rovira. Tarde de fuego. Bajaban unas nubes de plomo para fundirse en el crisol de la plaza. Se acentuaba la borrasca veraniega; el ventarrón de Levante, típico solano, recogía todo el ardor de la estepa manchega. Las nubes, pesadas, se sentían perezosas y no descargaban. Este era el ambiente; nada favorable, por cierto. 
Cuenta Raúl Ochoa “Rovira”, con el fervor de los aficionados madrileños, inclinados hacia él, no por capricho, sino ganados por un valor a toda prueba y una voluntad siempre ofrecida. Se le puede discutir si tiene eso que se llama “clase” y que muchas veces consiste no más que en ser pícaro; se le puede negar eso que se llama "salero" y que suele ser no más que un fraude de triste gracia; pero, lo que nadie negará a “Rovira” es su valerosa voluntad, sus deseos sin medida, su propósito de luchar y seguir adelante. En este orden le consideramos capaz no ya de encerrarse con seis de Albayda, sino con doce ya de Palha, ya de Coruche o Miura. Por él, contra viento y marea, llueva agua helada o plomo derretido, no ha de quedar la cosa.
Algo sorprendente fue el gesto de Raúl. La sorpresa estaba en la ocasión, que, creo sinceramente, no fue bien elegida. En otro momento de la temporada hubiéramos considerado mejor encajada la hazaña. Si algo deliberado hubo en la organización, ese algo iba en contra del propio matador. ¡Pero váyanle ustedes con obstáculos al gallardo “Rovira”! Allá va él dando el pecho...
Y dar el pecho a todo fue lo que hizo el simpático y valeroso torero americano de contextura vasca, auténtico “morrosko” o así…
Vamos a la labor de “Rovira”, el animoso. En el primero, faena breve y estoconazo que mereció ovación prolongada hasta el saludo desde el tercio. En el segundo, gran faena con pases en redondo, que emocionan. La gente se ha puesto en pie. No es posible ceñirse más. Hay unas manoletinas y unos adornos por la cara. Cuadra la res. ¿Es un rayo que por fin ha dejado escapar la tormenta cernida sobre la plaza? No; es la espada de “Rovira”, la de alta tensión, que ha caído sobre el toro, fulminándolo. Hay ovación, corte de oreja, vuelta al ruedo y muestras de entusiasmo...  
Sale el tercer toro, “Carcelero”, honra de su divisa. Bravo y noble. Raúl ha hecho un quite muy vistoso. Brindis a Andrés Martínez de León. El toro, al que dejaron dentro el hierro y una cuarta de palo, sigue boyante. En el centro de “la candente arena” es la cosa. Y la cosa es que vemos unos pases de buen temple, sobre redondo. El torero marca el son y el toro le sigue. Hay mando. La faena, sencillamente buena. Pases de pecho. Ovaciones. Otra vez descarga el rayo, es decir, que la espada ha entrado por las agujas. Entusiasmo en signo “rovirista” y las dos orejas con dos vueltas al ruedo...

Por su parte don Luis Uriarte, firmando como El de Tanda, en la Hoja del Lunes del 4 de julio de 1949, relata lo siguiente:
Matar seis toros, lo que se dice matarlos, puede ser cosa relativamente fácil. Matarlos con éxito, de cuatro estocadas y dos medias y tres intentos de descabello, en poco más de hora y media, cortando cuatro orejas en tres toros, dando la vuelta al ruedo en uno, oyendo muchas palmas en los otros dos y ni una sola voz de protesta en ningún momento de la lidia, esto ya es más difícil. Y esto es lo que ayer hizo Rovira... 
El sexto entraba mejor al engaño, y Rovira, que en el primer tercio lo aprovechó para instrumentar un buen quite por chicuelinas, le sacó en el último una bonita y muy completa faena, que inició con seis ayudados por alto aguantando impávido el embroque, prosiguió con afarolados, redondos, molinetes y manoletinas, muy valiente y muy dueño de la situación, y remató con otra estocada de las suyas y un descabello. Nueva oreja, nueva vuelta al ruedo, en hombros ahora de los “capitalistas”, y salida en andas por la puerta grande. 
Eran las nueve de la tarde. Como la corrida empezó a las siete menos cuarto, y de esas dos horas y cuarto hay que descontar media hora larga, larga, que se llevaron el rejoneador y los preliminares, quiere decirse que Rovira empleó poco más de hora y media en su hazaña de matar seis toros de seis entradas, a una por toro, refrendadas con tres descabellos. 
¡Ah! Y sin usar en ninguno la malhadada espadita de madera, sino la de acero, la de verdad, que es la única que deberían usar los toreros que no sean demasiado comodones.
El resumen de la actuación de Rovira se puede condensar en las palabras de Benjamín Bentura Barico, publicadas en el ejemplar de El Ruedo arriba citado:

Es indudable que “Rovira” logró el pasado domingo uno de sus más sólidos éxitos. A nuestro entender llegó al ápice de la perfección como estoqueador. Ni una sola vez pudo el más exigente espectador poner el más leve reparo a la ejecución de las estocadas del peruano. Ya es notable que un matador mate seis toros de cuatro estocadas, dos medias estocadas y tres intentos de descabello, pero si se tiene en cuenta que en todas las ocasiones en que entró a matar el estoque quedó en la cruz, en cuatro, hasta la cruz, y el matador cruzó siempre bien, la hazaña – las tres cruces en cuatro toros y dos cruces en dos – ha de calificarse de extraordinaria…”
Colofón

Dicen las crónicas que los capitalistas se llevaron en hombros a Rovira hasta el obelisco de Manuel Becerra. La leyenda cuenta que él pidió que lo llevaran hasta la casa de Luis Miguel… y que lo llevaron. La encerrona de Dominguín, un par de días después, pasada por agua, pocas opciones de triunfo tuvo, lo que agrandó el de Raúl Acha

El hecho es que la rivalidad entre ambos se fue agrandando, tanto que en la Feria del Señor de los Milagros de Lima de ese año, celebrada en la Nueva Plaza de Toros de Lima, acabaron a los golpes en el ruedo en el festejo celebrado el día 6 de noviembre.

Rovira es el único torero de a pie no nacido en España que ha matado una corrida en solitario en el ruedo de Las Ventas desde que se celebró el primer festejo en ella hace ya algo más de 88 años. ¿Veremos algún día a otro torero de este lado del mar repetir esa hazaña?

Después de dejar los ruedos Rovira se dedicó a apoderar toreros. Falleció en Cuernavaca, México el 3 de junio de 2007.

Aldeanos