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domingo, 22 de agosto de 2021

Agosto de 1971: La apoteosis de Curro Rivera en Bilbao

Curro Rivera
En el segundo tercio del mes de agosto de hace medio siglo, Curro Rivera iba alcanzando el ecuador de su campaña en ambos lados del mar, pues toreó en total 81 corridas de toros. 23 en América y 58 en Europa. Las tardes de los días 17 y 19 de ese agosto, inmersos en la Semana Grande bilbaína, representaban sus actuaciones 37 y 38 del calendario, es decir, casi la mitad del total. Y las solventó en el mismo tono que las del principio, en un aire de triunfo rotundo, dentro de carteles redondos y en este particular caso, arropado por el cariño de la afición, dado que su madre, doña Ángeles Agüero Ereño, era originaria de esa tierra.

Antes de 1971 y a partir del 19 de junio de 1962, fecha en la que el actual coso de Vista Alegre está en funcionamiento, habían actuado allí Alfredo Leal (1962), Manuel Capetillo (1963), Joselito Huerta (1964) y Manolo Martínez (1969 y 1970). Únicamente lograron cortar oreja Capetillo y Huerta, que además fue herido por el segundo de su lote de su segunda tarde. A esta relación debiera sumarse el nombre de Antonio Campos El Imposible quien se quedó anunciado para el 20 de agosto del 63, pero habiendo sido herido el día 15 anterior en San Sebastián, fue sustituido por Vicente Fernández El Caracol.

La presentación de Curro en Bilbao

Como lo señalaba antes, se presentó en la tercera corrida del ciclo – de un total de ocho – alternando con Diego Puerta y Dámaso González en la lidia de toros de los herederos de Manuel Arranz. Para el hijo de Fermín, el de San Luis, fue llegar y besar el santo. Quien firmó como Manolete, en el diario Norte Exprés, de Vitoria, relata:

Curro Rivera era esperado en Bilbao con mucha ilusión. No en balde su madre es de aquí. Su triunfo ha sido importantísimo. Y el muchacho ha concedido tanta importancia que, cuando iniciaba la vuelta al ruedo con las dos orejas del toro de su presentación en la mano, ha indicado a su apoderado con gesto significativo que mandase cortar la cabeza de «Botijero». Una cabeza que se llevará orgulloso para su México natal y que perpetuará el recuerdo de esta gesta con un toro astifino que hubiera quitado el tipo a muchos que presumen de toreros. Le había lanceado muy bien y brindado su muerte al público. Inició su faena con una serenidad y un son fenomenales. Y la faena fue a más. A las series de redondos, larguísimos y templados, sucedieron los naturales implacables y los de pecho de pitón a rabo. Dejó el sello de su personalidad en esos muletazos precedidos de un giro para vaciarse al toro por arriba, y se adornó con molinetes y abaniqueo, para meter un estoconazo hasta la mano, un poco pasado de tanto atracarse. Y las dos orejas, como he dicho, fueron a sus manos…

La reglamentación de las plazas del País Vasco exige que para la salida en hombros se deben cortar las dos orejas a un mismo toro. Pues Curro Rivera lo consiguió al primer intento. Ese toro lo brindó al público, ante la imposibilidad de hacerlo a su tío, el gran torero bilbaíno, Martín Agüero, quien quizás no pensó poder sobrellevar la emoción de ese momento. El que firmó como Pepe Luis, en la Hoja del Lunes salida en Madrid el 23 de agosto siguiente, al hacer el resumen de la feria, escribe:

Fermín preguntaba por su cuñado Martín Agüero, el que fue gran matador y hoy asesora al presidente de la plaza bilbaína. Martín había desaparecido, y luego se supo que se escondió, para ocultar su emoción, en una grada alta, confundido entre el público. Curro le buscó inútilmente para brindarle un toro…

La salida en hombros la compartió Curro con Dámaso González, en tanto que Diego Puerta en esta ocasión se tuvo que contentar con una vuelta al ruedo después de la muerte del cuarto de la tarde.

Un par de días después de la corrida, Fernando Múgica y Antonio Petit, para el diario bilbaíno La Gaceta del Norte, lograron sentar en torno de una mesa a Martín Agüero, a Fermín Rivera y a Curro junto con el ganadero de Rancho Seco, don Carlos Hernández Amozurrutia. Les hicieron una extensa entrevista. Martín Agüero dijo acerca de su sobrino:

Yo debuté en Bilbao – decía Martín Agüero – el 3 de mayo del año 23. Lidiamos seis toros de Murube el Algabeño, Zurito y yo. Y se me dio bien la tarde. A cada toro le corté una oreja. La alternativa la cogí en Málaga, el 21 de agosto de 1924, con el toro «Sotillo» de Pablo Romero. Me la dio Chicuelo en presencia de Fuentes Bejarano.

¿Y usted que piensa de Curro?

¡Qué voy a decir yo...! A mí me parece extraordinario.

Cuando le llega el turno a Fermín Rivera viene a decir… En Bilbao debuté el 2 de mayo de 1946, para lidiar toros de Santa Coloma, con «El Estudiante» y con el Albaicín.

¿Cómo se dio aquella tarde, Fermín?

Estuve bien, pero sin llegar a lo de Curro el otro día. Yo no corté las orejas…

Martín Agüero, que anda con el chaval como un abuelo, no se para al decir: «Estoy contentísimo de cómo ha tratado el público bilbaíno mi sobrino.» …

La segunda tarde

El 19 de agosto se verificaría la quinta corrida de la feria. Toros de Carlos Urquijo para Santiago Martín El Viti, Francisco Rivera Paquirri y Curro Rivera. De nuevo un cartel bien rematado y un encierro de categoría y otra vez se alzaría con el triunfo. Y con un aliciente adicional, el toro de las orejas lo pudo brindar a su tío Martín Agüero. De nuevo recurro a la versión de Manolete en Norte Exprés de Vitoria, quien relata:

Por si era poco el que obtuvo en este ruedo el día de su presentación, hoy ha venido a reafirmarlo con otra faena de escándalo que le ha valido las dos orejas de «Robaleña». Un toro que había brindado a su tío Martin Agüero —todo un nudo de emoción en la vieja gloria taurina—, y al que toreó soberbiamente con el capotillo, y en una fenomenal faena muleteril de signo marcadamente derechista, pero con largura, con temple y con ligazón perfecta. Hubo garra, tremendo valor, y hondura en todo cuanto hizo. Pinchó en lo alto, y a renglón seguido agarró una estocada hasta la mano, un tanto pasada y tendida, pero que hizo doblar. Dos orejas y vuelta triunfal…

Tabaco y Oro, en La Gaceta del Norte del día siguiente del festejo, dentro de su crónica titulada El sobrino de su tío, remata:

El brindis de Curro Rivera, a su tío, nuestro Martín Agüero, ha simbolizado la devoción de Curro por su tierra materna. Muy agradecidos al brindis y a la entrega de Curro. Y felices todos con su triunfo legítimo, indiscutible, total. No ha sido, no, una visita de cumplido la del sobrino de su tío…

Paquirri dio tres vueltas al ruedo tras terminar con el quinto, con bronca de pronóstico al presidente, señor Carbajo por no darle las orejas y El Viti tuvo una tarde de esas que no entran en los particulares recuerdos de los toreros.

El balance de su actuación en Bilbao

Pepe Luis en la ya citada Hoja del Lunes madrileña, hace el siguiente recuento:

Curro Rivera es uno de los triunfadores de esta feria. En el bravo Arranz, al que supo entender, y con los Urquijo, se mostró torero y valiente, buen estoqueador y con sitio siempre. En honor a sus paisanos “estrenó” el pase de su creación: el “circurrete”, suerte para la que hay que tener una buena dosis de valor, aguante y facultades. Me gusta más el pase – o ligazón de dos, sin solución de continuidad – que su nombre, apócope o abreviatura - me parece a mí – de “currículum vitae”. En su éxito en Bilbao no intervino, aunque ayudó, lo sentimental y emotivo…

Se develó el misterio de esas suertes que se describieron como esos muletazos precedidos de un giro para vaciarse al toro por arriba…, resultaron ser el circurret, suerte novedosa en aquellas tierras y que era de la signatura de la figura del toreo en ciernes.

Agosto del 71 cerró de gran manera para Curro Rivera. En el número de El Ruedo, salido a los puestos el 31 de ese mes, apareció la siguiente información:

Reunido el Jurado para la concesión del “Capote de Oro” del Club Colavidas, III Trofeo al triunfador de la Feria 1971, se acordó, por unanimidad, otorgarlo a Curro Rivera, por el conjunto de su labor en las corridas que ha toreado. Firman el acta don Juan José Abrisqueta, presidente del Club Cocherito; don Ángel Eleicegui, vicepresidente del Club Taurino; don Luis Uruñuela, crítico del diario “Hierro” y de “Hoja del Lunes”; don Emiliano Uruñuela, crítico de Radio Bilbao; don Carlos Barrena, crítico de “El Correo Español”; don Antonio Díaz – Cañabate, de “ABC” de Madrid; don Vicente Zabala, de “Nuevo Diario” y TVE; y don Alfonso Navalón, de “Informaciones” …

Es decir, contra cualquier pronóstico, Curro Rivera terminó alzándose como el triunfador de esa edición de la Semana Grande, así como también resultó ser el primero y hasta esta fecha el único torero mexicano que ha abierto la puerta grande de ese coso.

Hace 50 años había feria y toros en Bilbao y el triunfador absoluto fue un torero mexicano. Hoy las cosas están en una especie de puntos suspensivos. Esperemos que pronto se den las condiciones para reanudar con la normalidad que sea posible las actividades de las ferias alrededor del mundo.

domingo, 21 de agosto de 2011

En el centenario de Armillita, VIII

21 de agosto de 1935: Plaza de Vista Alegre, Bilbao. Armillita realiza una de sus más grandes obras en ruedos hispanos

Las Corridas Generales de 1935
(Colección del Club Cocherito de Bilbao)
Tuve la oportunidad de sentarme a la mesa del Maestro Armillita quizás un par de veces en mi vida. En ambas la charla obligada era acerca de la trayectoria en los ruedos del que, insisto, con escaso margen para la discusión, es el torero más grande que ha dado este país – cualquiera que sea el periodo de la historia que se examine – y uno de los más importantes que la Historia de la Fiesta haya reconocido. 

En ese par de ocasiones, en forma directa, escuché al Maestro Fermín hablar con la respetuosa emoción del que evita el elogio en boca propia, de dos tardes de una trayectoria prácticamente inmaculada. Una, la del 5 de junio de 1932 en la Plaza de la Carretera de Aragón, en Madrid, cuando alternando con Fortuna y Luis Fuentes Bejarano, se encontró con Centello de la Viuda de Aleas y la otra, la que será motivo de este espacio, en la que para lidiar toros de Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio – anunciados todavía como antes Veragua – alternaron Vicente Barrera, el propio Fermín y Domingo Ortega. Cuando lo hacía, el torero hablaba con cierta vehemencia de la tarde del toro ensabanado de Bilbao.

A la vuelta de los años resulta sorprendente que tardes más atractivas por el volumen de apéndices obtenidos, como las del 29 de julio de 1934 en Barcelona, en la que cortó todo lo que pudo apetecer según alguna crónica al toro Clavelito de Justo Puente – y en la que la mayoría de los diarios solamente documentan una pata – o la del 24 de septiembre de 1935, en la misma Monumental de Barcelona, en la que obtuvo otra pata de otro Clavelito, éste, de Atanasio Fernández, no ocuparan en la expresión del torero un lugar privilegiado, pese a que en alguna crónica relativa a la corrida de 1934, se dijera algo así como esto: la gente fue a la plaza a ver a Belmonte, y se encontró con Joselito…, en alusión a que en ese festejo el primer espada era nada menos que El Pasmo de Triana.

Armillita siempre fue poderoso con las banderillas
Esta cuarta corrida de la Semana Grande de 1935 representó, además del gran triunfo de Armillita, una especie de epifanía del primer Juan Pedro Domecq ganadero. De acuerdo con la historia oficial de la ganadería, a las vacas de Veragua se les agregaron en 1930, sementales del Conde de la Corte y participó en la selección de esos productos Ramón Mora Figueroa. Pues bien, seguramente en esa feria bilbaína, se lidiaban los primeros productos del cruce entre lo originario del Duque y la nueva sangre de Vistahermosa procedente del tronco Parladé TamarónConde de la Corte, mismo que daría un toro algo diferente a lo conocido hasta ese momento, pero también, bien distinto a lo que se lidia hoy con ese hierro, divisa y denominación (aún no se acuñaba el disparate ese del toro artista por uno de los descendientes del criador al que ahora me refiero).

A Armillita le correspondieron dos toros que han pasado por su nombre a la historia, Arrempuja y Mocito, segundo y quinto del festejo. La versión de Federico Morena, en El Heraldo de Madrid, en su edición de la noche misma del festejo sobre la faena realizada al segundo de la tarde:
Segundo. «Arrampuje». Negro, bragao y largo de cuerna. Armillita es aplaudido en unos lances a la verónica, que remata con media superior. El reserva sufre una caída al descubierto y el toro le tira un derrote tremendo y le arranca la manga, seguida de la casaquilla. El toro se lleva en un pitón del picador. Pasa el piquero a la enfermería, quejándose de dolores en la espalda. Armillita hace un quite precioso por chicuelinas, que le vale una ovación. El toro cumple en varas. Los otros matadores también se hacen aplaudir en quites. Cambiado el tercio coge los palos Fermín y cuartea un buen par. (Muchas palmas.) Otro superiorísimo. Las banderillas quedan tiesas en lo alto del morrillo. (Gran ovación.) Cierra el tercio con otro par enorme. Ahora la ovación es clamorosa. Armillita empieza la faena de muleta con un soberano pase ayudado por alto; echa la muleta a la izquierda y dibuja un magnífico natural, pero el bicho le pisa el trapo rojo y le desarma. Coge otra muleta y mete tres naturales formidables y liga el último con uno de pecho enormísimo. (Ovaciones clamorosas.) Continúa Fermín toreando en redondo de manera sorprendente, quietos los pies, erguida la figura y torerísimo. El público enloquece. Hay pases de todas las marcas y adornos de buena ley. Con el estoque ha estado superior. Un pinchazo magnífico y una estocada atacando muy bien. (Ovación clamorosa con petición casi general de oreja, que el presidente no concede.) El toro es aplaudido en el arrastre y se le da la vuelta al ruedo. Sigue la ovación al espada, que sale varias veces al tercio a saludar. Al salir el tercer toro continúa la ovación a Armillita, que sale de nuevo al tercio. El presidente escucha una bronca por no conceder la oreja.

La faena a Mocito, – Federico Morena, en El Heraldo de Madrid dice que se llamó Bonito – el quinto de la tarde, de pelo ensabanado, fue vista por Gregorio Corrochano del ABC de Madrid de la siguiente manera:
Salió el quinto. En el quinto toro, que era de una bravura más pastueña, más fácil por tanto, menos peligroso, hizo Armillita exactamente lo mismo, y acaso un poco mejorado. No. No me cansaré en detallarlo. Basta con releer. Toreó otra vez con la izquierda. Había banderilleado también, y en los pases con la derecha se separó del toro el grueso de un alamar. Hizo una cosa que a mí no me gusta, porque, o es nada, o es peligrosísimo. Pero hasta en esto se vio perfectamente su calidad de torero, que sabía lo que hacía y lo que iba a hacer el toro. Dio un molinete de rodillas, con las dos rodillas en tierra, y, sabiendo ya que, al terminar, el toro le podía dar un derrote al tiempo de levantarse, echó la muleta por alto, con lo que se quitó el derrote del toro. Son detalles de torero que no pierde la serenidad ni en lo que parecen locuras. Mató de una estocada. Le dieron las dos orejas, la de éste y la que se le debía. Tuvo Armillita el detalle de buen gusto de no dejar que le cortaran al toro la pata. Esta tarde Armillita ha triunfado plenamente en Bilbao.

En cuanto al encierro, recurro también a la versión de Gregorio Corrochano, que es quien hace un análisis más detallado del juego de la corrida:
Domecq ha mandado una gran corrida de toros. La casta de Veragua vuelve con Domecq, adonde estuvo, a la cabeza de la ganadería española. Por esta corrida se le ve buscar lo antiguo. Algunos toros eran por su lámina, de hace cincuenta años. Parecían sacados del conocido cuadro de la Muñoza, en el que un garrochista aparta unos toros. Por primera vez viene a Bilbao. ¡Para años hay toros de Domecq en Bilbao! Los toros segundo y quinto fueron extraoridinarios. Para el ganadero, aún mejor el segundo. Este toro tenía una casta como hace muchos años yo no recuerdo en toros de Veragua. Porque este toro sólo tuvo un momento de flaqueza, en el último puyazo. Pero empezó el toro a crecer, a ir a más, a sacar cada vez más casta, y, si no da con un torero como Armillita, no sé a dónde llega el toro. ¡Hay que seguir esta reata, D. Juan Pedro, que debe ser de lo mejor que hay en Jandilla! Además de esto, la presentación ha sido una preciosidad. ¡Qué lástima de toros! El mayoral de Domecq salió al ruedo a saludar y dio la vuelta con Armillita en el quinto toro.

Por su parte, Recorte, cronista de La Libertad de Madrid, expone en breves líneas el resultado final del festejo:
No quiero incurrir en el defecto de detallar lo que ha hecho Armillita esta tarde con dos buenos toros de Domecq, antes de Veragua. No es necesario cansarles a nuestros lectores ni gastar tinta y tiempo. Además, me sería difícil encontrar adjetivos, a pesar de la cantera que existe en nuestro idioma. Basta con lo dicho. Basta con decir que Armillita ha tenido una tarde perfecta, grandiosa, que todo le ha salido bien, que ha toreado de filigrana con las dos manos, que ha banderilleado y ha matado en este mismo tono y que todo se ha producido con toros de verdad y ante público tan severo como el de Bilbao…

La antigua Plaza de Vista Alegre en Bilbao
escenario de este relato
Después de leer los relatos de lo sucedido esa tarde, saber por qué el Maestro Fermín sentía tan grande satisfacción en recordar esa tarde del 21 de agosto de 1935 como una de las grandes suyas. Y es que esas crónicas de su actuación, firmadas por los periodistas de ese día, que con el paso del tiempo se tornaron en los grandes historiadores del Toreo, aclaran sin lugar a dudas, que en esa corrida  realizó una de las faenas que más hondamente calaron en la afición bilbaína – ante la que Armillita tenía gran predicamento – y por eso dejó una huella imborrable en la Historia de la Fiesta.

domingo, 23 de mayo de 2010

Juan Espinosa Armillita

Hoy se cumplen 46 años del fallecimiento de Juan Espinosa Armillita, el primero que como matador de toros llevara a los ruedos del mundo el sobrenombre que llenaría muchas páginas importantes de la historia del toreo. En esta fecha quiero recordarle en una tarde poco común de su paso por los ruedos, misma que paso a contarles a continuación.

Una tarde singular

La segunda corrida de la feria de Bilbao de 1933, a celebrarse el 21 de agosto de ese año, se anunció con Domingo Ortega, Maravilla y Victoriano de La Serna, para dar cuenta de un encierro de doña Carmen de Federico. Maravilla fue herido de consideración por un Pablo Romero el día anterior; La Serna mandó un certificado médico y no compareció. Armillita fue llamado a sustituir a Antonio García y se anunció al trianero Cagancho para sustituir a Victoriano, pero a la hora anunciada, Joaquín Rodríguez no llegó y el festejo se tuvo que dar como mano a mano.

La costumbre y la reglamentación exigen la presencia de un sobresaliente o espada sustituto en los festejos en los que se anuncian menos de tres espadas, para que en caso de algún percance de los diestros actuantes, éste pueda dar fin a la corrida. Ante la indisponibilidad de toreros de alternativa en la capital vizcaína en ese momento, se recurrió a Juan Espinosa, que aunque integrado a la cuadrilla de su hermano, era matador de toros, para cubrir esa vacante. Federico Morena, del diario El Heraldo de Madrid, en su edición nocturna de esa misma fecha, lo contó de esta manera:


Mal empieza la feria. En la segunda corrida de abono hay dos sustituciones; la de Maravilla, herido ayer tarde por un toro de Pablo Romero, y la de La Serna, que a última hora ha enviado un certificado facultativo. Sustituye al primero Armillita Chico y debía sustituir al segundo Cagancho; pero el gitanísimo matador estaba ayer en Almería y minutos antes de la hora anunciada para la corrida no se ha presentado. Y como dan las cuatro y media se hace el desfile, capitaneando las cuadrillas Armillita Chico y Ortega. De sobresaliente actúa Juan Espinosa, el que fue bravo matador de toros y hermano de Fermín...
En el diario madrileño Luz del día siguiente al festejo el corresponsal Cayetano lo narra así:


Cagancho, Armillita y Ortega; toros de Carmen de Federico (antes Murube). La fatalidad ha trasformado en absoluto el cartel de hoy, del que desaparece el gran aliciente del torero universitario doctor Victoriano de la Serna. Armillita sustituye a los diestros heridos, y el cartel no deja de tener interés por el mano a mano. Cagancho, que estaba anunciado, no torea, pues ha pedido la plaza de Las Arenas y un coche (¡qué exagerado!). Hoy ha amanecido lloviendo, pero cesó la lluvia y la tarde está tibia y con un deseo ligero de continuar sus humedades anteriores. En la plaza hay un lleno regular, y en el paseo se oyen aplausos a los dos matadores y al sobresaliente, el peón Armillita...
Juan y Fermín banderillearon al tercero de la tarde, luciendo Juan, según las crónicas en dos pares extraordinarios y siendo largamente ovacionado.

Así fue como por una última ocasión, Juan Espinosa Armillita, volvió a salir al ruedo con la dignidad de matador de toros. El azar del toreo (lo único seguro que hay en él, Alameda dixit), le colocó en la disyuntiva de volver a colocarse en una posición en la que dadas las circunstancias, quedaría al mando de las cuadrillas. No obstante, esta última tarde no fue así, solamente pudo parear con lucimiento y disputando las palmas a su hermano Fermín, sin tener que guardar la discreción y la eficacia de ordinario.

Algo de su vida

Nació en Saltillo, Coahuila el 26 de junio de 1905 y al influjo del ejercicio de su padre como banderillero, se inicia como novillero en 1922, logrando ser el más destacado de la promoción de 1924 en la capital mexicana.

Le cabe el honor de ser el último torero al que Rodolfo Gaona le otorga la alternativa, lo que ocurre en el viejo Toreo de la Ciudad de México, el día 30 de noviembre de 1924 ante el testimonio de Antonio Márquez. El toro de la ceremonia se llamó Costurero y fue el primero de los de Zotoluca lidiados esa tarde.

Marcha a España para hacer campaña en 1925 y recibe su alternativa española en Talavera de la Reina el 16 de mayo, de manos de Marcial Lalanda, con toros de Justo Puente, en tarde que también actuó el rejoneador Alfonso Reyes. Este doctorado lo confirmaría en Madrid el 29 de septiembre de manos de Torquito y llevando como testigo a Valencia I, mediante la cesión del toro Rebozado de José Bueno. Sumó esa campaña 8 corridas.

El ejemplar de La Lidia del 4 de enero de 1925 adelantaba el siguiente juicio sobre este torero:

…es un torero fácil y elegante con el capote, que torea y para y empapa con un temple y una suavidad maravillosos. Bravo y fuerte, se asoma al balcón con las banderillas en la mano, sabiendo componer la figura y ejecutando la muerte con un acierto lleno de facilidad y de gracia. Con la muleta domina y templa, corre la mano en los naturales, pasándose todo el toro por la cintura y ligándolos con el de pecho, y en conjunto, domina y manda hasta el supremo instante, en que entra por derecho, pincha arriba y sale limpio de la suerte…

Entre 1925 y 1932 Juan Espinosa Armillita sumó en plazas de España 93 corridas de toros, siendo los años más fructíferos los de 1926, 27 y 28, cuando sumo respectivamente 22, 22 y 16. En 1930 solamente toreó 7 y en 1932 nada más 2, por lo que en 1933 decide integrarse a la cuadrilla de su hermano Fermín, en calidad de primero, cambiando el oro por la plata y sería, junto con Zenaido su hermano, integrante de una de las mancuernas históricas en la brega y en el segundo tercio, como Blanquet y Cantimplas o Magritas y Valencia, pues como bien lo señala Mariano Alberto Rodríguez, biógrafo del Maestro Fermín:

...Juan tenía el toreo en la cabeza y fue un eficaz peón de brega. Con los toros difíciles el capote de Juan fue látigo y tralla para domeñarlos, quitarles resabios, toreando sin enseñarles malas ideas. Solía cambiar los toros de tercio con el capote a dos manos, moviéndolo rítmicamente mientras se movía hacia atrás. En el sitio en que lo quería su matador entraba el capote de Zenaido y cortaba el viaje del toro. La colocación de aquella pareja de Juan – Zenaido fue única…

Epílogo

Juan Espinosa Saucedo fue primera figura en las filas de los toreros de plata entre 1933 y 1952. Hasta 1949 militó en la cuadrilla de Fermín el Sabio y entre 1950 y 51 lo hizo en la de Silverio Pérez. El 21 de diciembre de 1952 salió a la Plaza México con Luis Miguel Dominguín y en esa tarde el toro Cañí de Rancho Seco le hirió gravemente. Esa fue la última tarde en la que Juan Armillita se vistió de luces. Así le recuerda José María de Cossío:

…toreaba muy bien con el capote y la muleta, que en sus manos era eficaz; era seguro con el estoque. Con las banderillas era notabilísimo… Entre los recuerdos salientes están muchos de los pares vistos clavar por Armillita.



Por su finura, por su elegancia, por su arte, por su exquisito gusto en los jugueteos, un tanto sobrios en la preparación; por su ejecución perfectísima, puede parangonarse con los mejores banderilleros que en el mundo han sido. No se me olvide la impresión producida en Madrid cuando por primera vez tomó los palos.

Apenas empezó a ejecutar, el público en pie, como electrizado y emocionado, le tributó una formidable ovación, que no cesó hasta la muerte del toro, sugestionado el público por la magna manera de parear y recuerdo que pidió la concurrencia que pusiera algún par más…

Es un gran peón y como banderillero de vez en cuando, sin querer, podríamos decir que contra su voluntad, muestra aquel arte inmenso, innato en él, pero claro es, ordinariamente no filigranea y el aficionado puede apenarse de esto, ya que estas galanuras las ejerce por derecho propio el matador.

Hace unos días mi amigo Martín Ruiz Gárate recordaba en su Taurofilia una sobremesa venteña con Antonio Corbacho y citaba al hoy apoderado que decía que él nunca había sido sub nada… Pues bien, aquí tienen otro ejemplo de un torero, que a pesar de haber vestido durante muchos años la plata, Juan Espinosa, Armillita tampoco fue sub de nada, ni de nadie.



Aldeanos