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domingo, 20 de octubre de 2024

14 de octubre de 1934: Se celebra el último festejo de la historia de la Plaza de la Carretera de Aragón

El paseíllo final, Madrid 14 de octubre de 1934
Foto: Baldomero - Archivo de la Comunidad de Madrid

La plaza de toros conocida como la de la Carretera de Aragón, de la Fuente del Berro o de Felipe II en Madrid, fue proyectada por los arquitectos Emilio Rodríguez Ayuso y José Álvarez Capra. Se inauguró el 4 de septiembre de 1874 con una corrida de toros en la que participaron los espadas Manuel Fuentes Bocanegra; Rafael Molina Lagartijo; Francisco Arjona Currito; Salvador Sánchez Frascuelo; Vicente García Villaverde; José Lara Chicorro; José Machío y Ángel Fernández Valdemoro, para enfrentar toros del Duque de Veragua; Antonio Hernández; Núñez de Prado; Puente y López antes Aleas; Anastasio Martín; Miura y López Navarro.

Tenía una capacidad para algo más de trece mil espectadores y fue el sitio donde se escribieron importantes páginas de la historia de la tauromaquia y también el sitio en el que se definió el curso de la lidia en el sentido que actualmente la concebimos, cuando el 24 de mayo de 1928, ya en el ocaso del escenario, Chicuelo mostró ante Corchaíto de Graciliano Pérez Tabernero que el toreo tenía que tomar un rumbo nuevo. Ya por esos días estaba presente también la propuesta de Gallito, en el sentido de que las plazas de toros tenían que ser de gran capacidad para atraer más afición a los festejos y a precios más accesibles.

Es así que al término de la década de los veinte se inicia la edificación de la plaza de toros de Las Ventas, a partir de un proyecto del arquitecto José Espeliú quien fue asesorado por Joselito. Ese nuevo coso tendría casi el doble de capacidad del de la Fuente del Berro y tendería a sustituirlo en un futuro no muy lejano. Fue inaugurada, aunque se diga otra cosa, el 17 de junio de 1931, porque en esa fecha se dio allí la primera corrida de toros y quedó como la primera plaza de Madrid, a partir del mes de octubre de 1934.

El festejo final de la plaza de la Carretera de Aragón

Para el domingo 14 de octubre de ese 1934 se anunció una corrida de toros con el caballero en plaza Antonio Cañero, quien enfrentaría en primer término dos toros de Martín Martín y los diestros Marcial Lalanda, Joaquín Rodríguez Cagancho y Rafael Vega de los Reyes Gitanillo de Triana, quienes lidiarían toros de Ángel Sánchez y Sánchez, antes Trespalacios. Al final de cuentas, de estos últimos solamente se lidiaron cinco, porque el quinto de la corrida fue de Clairac.

Escribió Federico Morena en su tribuna del Heraldo de Madrid:

Todas las despedidas son tristes; pero plugo a los hados que ésta fuese altamente cordial. Toreros y aficionados separáronse con un «adiós» y un «hasta luego» cariñosísimos. El «adiós» para esta plaza de nuestros amores, que cumplió ayer sus destinos y que se entregará hoy resignadamente a la piqueta demoledora. El «hasta luego» como testimonio elocuente y magnífico de futura convivencia de los tres espadas y este buen público – ¿cómo bueno?; ¡jamón serrano! – de Madrid...

El primer toro de la tarde fue, decía, para Antonio Cañero, quien solamente pudo salir en esa oportunidad al ruedo, pues al intentar finiquitarlo pie a tierra, fue herido por el mismo. Escribió Recorte para el diario madrileño La Libertad:

Don Antonio Cañero lidió uno de los toros de D. Martín Martín, haciendo gala de sus grandes condiciones de caballista, teniendo rasgos de artista del toreo a caballo. El toro era bronco y tardo, teniéndole que desafiar en los terrenos de adentro para ponerle varios rejones y banderillas, un par de éstas excelentemente ejecutado y en condiciones comprometidas. Una de las veces, con la jaca castaña, desafió tan cerradamente al toro en la puerta de las cuadrillas, que alcanzó a la jaca, hiriéndola en el ijar derecho, dando muestras de gran contrariedad el caballista. Echó pie a tierra, y al dar el primer muletazo con la mano derecha, lo empuntó y campaneó, y con la cara ensangrentada pasó a la enfermería... Rota quedó aquí esta primera parte de la corrida, por la expectación que invadió la plaza, a pesar de que el novillero Trasmonte se ofreció para matar al novillo, cuyo ofrecimiento fue denegado por el presidente, originándose una gran protesta del público, acaso por la carestía de las localidades; pero tuvo su compensación, como se verá luego...

El parte que rindió el doctor Jacinto Segovia, jefe de los servicios médicos de la plaza fue el siguiente:

Durante la lidia del primer toro ingresó en esta enfermería el rejoneador D. Antonio Cañero con una herida en la región glútea derecha, que interesa tejido subcutáneo, aponeurosis y músculos glúteos, de 12 centímetros de extensión, con una trayectoria paralela al recto. Pronóstico menos grave. – Doctor Segovia.

Ese percance, que impidió que Antonio Cañero lidiara a su segundo toro, se traduciría en uno de los factores del éxito de la tarde final de la plaza, como adelanta el cronista y como podremos ver enseguida.

El cierre triunfal a cargo de Marcial Lalanda

El más grande de toda la torería... – dice su pasodoble – tuvo su gran triunfo con el cuarto de lidia ordinaria, cortándole las dos orejas. Escribió Recorte en el diario La Libertad:

...habría sido suficiente su faena de ayer al cuarto de la tarde, en esta parte de la lidia, para evidenciar que su figura se alza gloriosa, plena de luz y colores frescos, animada por un sentido científico de la lidia de reses bravas. Fue un toro berrendo, manso y difícil; lo desafió con un escalofriante pase por el lado izquierdo con las dos rodillas en tierra: pisó el terreno del toro, metiéndole la muleta en el hocico; le dio tres naturales, de los que salió humillado el animal; siguió pisándole el terreno y yéndosele a cada pase el bicho, insistiendo valerosísimo tan cerca y tan temerariamente hasta obligarle a tomar la muleta y así hacerle girar una vuelta completa, confundidos artista y toro, una vuelta tan emocionada que arrancó una ovación clamorosa, continuando con pases de todas las marcas. Y esta faena, que fue brindada al público, tuvo como remate un pinchazo en lo alto, seguido de una entera hasta el puño bien ejecutada y un descabello al primer golpe. Esta vez la plaza entera pidió las orejas, que se le concedieron, teniendo que dar la vuelta al ruedo y salir por tres veces también a saludar desde el tercio...

Y para redondear el gran suceso, pidió el que debió ser el segundo de Antonio Cañero – quien los enfrentaba en puntas – para que saliera en octavo sitio y le fue concedido por la presidencia. Ese toro lo brindó a Gregorio Corrochano. Así lo vio el propio brindado, en su tribuna del ABC madrileño:

Pero Cañero había sido herido por el primer toro. Y quedó el otro sin lidiar. No sé de dónde salió la voz de que Lalanda, acabada la corrida, mataría el toro de Cañero. Lalanda lo pidió. Y así cerraba Marcial la tarde. Salió el toro que, como el otro de Cañero, era del Conde de Orgaz, y salió dificilísimo. Manso, sin embestir, y cuando arrancaba, peligroso. Muy difícil. Menos mal que Marcial venía en tren que no le desluciera ningún torito y el público vio la importancia del regalito. Tuvo la delicadeza de brindármelo, como el último toro que se lidiaba en la plaza...

No siempre los toros de regalo resultan el pasaporte al triunfo. Ya pudimos leer que Marcial Lalanda en este caso no lo requería para esos efectos, sino para tener en su haber, quizás, el mérito de haber sido el torero que mató el último toro en la hoy llamada Plaza Vieja de Madrid y también, para dejar que la concurrencia disfrutara de su espectáculo completo. Así es ya la historia.

También triunfó Cagancho

Cagancho también tuvo una tarde brillante. Y destacó, de acuerdo con el común de las crónicas, por haber rematado debidamente las quintaesencias de su toreo, con el manejo de la espada. Alfonso, cronista de El Liberal, así describe su tarde:

El toreo parsimonioso y a la par alegre de Cagancho, tenía a la hora de matar un amargo contraste. Le fallaba el acero. ¡Cuántas bellas faenas se han perdido por esa dificultad! El gitano tenía más miedo a dejarse ir “tras de la espá” que el que dicen que sienten cuando ven a su vera a la Guardia Civil. Pues el domingo Cagancho nos hizo sentir de cerca las sensaciones del arte del volapié. Y a su primero, al que había toreado bien de cerca, lo mató de una estocada en lo alto, entrando desde cerca lentamente, muy derecho y saliendo limpio por los costillares. Un toro admirablemente muerto. Y, sin embargo, eso no fue nada al lado de lo que realizó en el siguiente. Una faena con pinturerías y gracia gitana. Adornos y majezas, vistosidad y desplantes. Esperó el momento de tener al público en situación, montó la espada para decir el clásico: “Vamos a ver si se mata así”, que tantas veces se ridiculiza después y ajustándose a las más clásicas y exigentes condiciones de la suerte del volapié, clavó todo el acero en lo alto del morrillo, haciendo rodar al bicho sin puntilla. El público – al que había brindado el toro –, entusiasmado y sorprendido por la audacia y gallardía del gitano, reclamó la oreja, que le fue concedida, y Cagancho dio la vuelta al ruedo en el último toro que mató en esta plaza...

Joaquín Rodríguez Ortega comenzaba a demostrar a los públicos de la capital española una de las divisas de su hacer ante los toros, el extraordinario manejo de la espada y no desaprovechó esta importante ocasión para hacerlo.

Por su parte, Gitanillo de Triana tuvo una tarde de poca fortuna con dos toros complicados que apenas le permitieron lucir por momentos en el toreo a la verónica.

Algunos datos para la historia

El rejoneador Antonio Cañero, quien lidiaría los dos primeros toros del festejo, llevó como auxiliadores a los banderilleros Emilio Ortega Orteguita y Faustino Vigiola Torquito II. No se le anunció sobresaliente, porque de no poder finiquitar a los toros desde el caballo, se advertía que él mismo lo haría pie a tierra. Por esa razón fue herido por el primero de su lote.

Las cuadrillas de los toreros a pie fueron integradas por los picadores Juan Atienza, Miguel Atienza y José Atienza; Francisco Zaragoza Trueno y Agustín Ibáñez Marinero; Francisco Chaves y Antonio Chaves, siendo picadores de reserva Antonio Vega y Carlos Ruiz. Como banderilleros salieron Eduardo Lalanda, Antonio Gallego Cadenas y Bonifacio Perea Boni; Alfredo Gallego Morato, Eduardo Pérez Bogotá y Antonio Vargas; Manuel Álvarez Andaluz, Manuel Ponce y Gabriel Moreno. Y como dato adicional, el último par de banderillas que se puso en esa plaza, correspondió a Bonifacio Perea Boni.

Agregaré lo que apunta Recorte en La Libertad:

La corrida empezó a las tres y media, siendo la entrada floja, acaso por las circunstancias por que atraviesa España en estos días…

Así terminaron los días gloriosos de una plaza de toros que fue ejemplar en su tiempo, poniendo siempre a la vista que la fiesta de los toros es una manifestación artística en la que la vida y la muerte se enfrentan sin cortapisas, y dejando tras de sí una enorme carga de la mejor historia taurina.

domingo, 23 de junio de 2024

23 de junio de 1929: Alberto Balderas y José El Negro Muñoz se presentan en ruedos de España

Alberto Balderas
Alberto Balderas y José El Negro Muñoz fueron de los primeros discípulos destacados de Samuel Solís, quien como ya he contado por esta Aldea, enseñaba el oficio del toreo en la placita de toros que había por el rumbo de Tacuba en la capital mexicana. Por esa razón los emparejó para que dieran sus primeros pasos en los ruedos. 

Armando de María y Campos, en su obra hagiográfica acerca del llamado Torero de México, sitúa la presentación de este vestido de luces el 6 de enero de 1926 en la plaza de toros de Mixcoac, de don Próspero Montes de Oca, alternando con José Olivera Pepete y El Niño del Brillante. Su presentación en El Toreo sería el 27 de marzo del año siguiente, en un festejo mixto, en el que su mentor y Carlos Lombardini se despedirían de los ruedos y Balderas, El Negro Muñoz y David Liceaga completarían el cartel. Alberto y Muñoz despacharían cuatro erales, Solís y Lombardini un toro cada uno y David Liceaga cerraría la tarde enfrentándose a un añojo.

Alberto Balderas y José Muñoz tendrían importantes actuaciones las temporadas novilleriles al inicio de la temporada de 1929 en El Toreo, lo que los animó a intentar el viaje a España para intentar obtener allá la alternativa de matador de toros. Samuel Solís les recomendó allá con Maera, quien fuera mozo de espadas de Rodolfo Gaona, para que les consiguiera acomodo con algún apoderado en aquellas tierras. Escribe de María y Campos:

Una mañana, al abrir los ojos, se encontró frente a Santander. Unas horas después se apeaba en la Estación de Atocha, en Madrid. Los esperaba “Maera”, el ex mozo de espadas de Gaona, a quien iban “consignados” ... “Maera” empezó a presentarlos en las tertulias taurinas de Madrid... También los llevó con Dominguín, el ex torero que había descubierto a “Cagancho” y que manejaba como empresario la plaza de toros de Tetuán, antesala de la de Madrid...

Pero las cosas no apuntaban hacia que pronto, don Domingo González los llevara a sus plazas. Tuvieron que aceptar presentarse en Carabanchel, en La Chata de Vista Alegre, plaza por cierto inaugurada por Rodolfo Gaona, en festejo que se programó para el domingo 23 de junio de 1929, hoy hace 95 años.

Los prolegómenos de una tarde triunfal

Cuando Maera le arregló a Alberto Balderas y al Negro Muñoz la novillada de su presentación, el cartel planteado inicialmente era una terna encabezada por el también mexicano Julián Pastor, quien al final de cuentas se cayó de la combinación por no estar conforme con los novillos de Aureliano García, antes Rodrigo Solís, ganadería procedente de la que en su día fue de don Valentín Collantes, producto de un cruce de ganados de origen Vázquez con reses de Murube y de Campos López, todo un galimatías ganadero.

En esas condiciones, el cartel de la presentación en ruedos hispanos de Alberto Balderas y José Muñoz quedó en un mano a mano. Como un apunte adicional, vale señalar que la prensa de la época se refiere a Balderas en esa tarde como Alberto Valderas, error que es corregido a partir de su siguiente actuación. 

La triunfal presentación de Alberto Balderas

Alberto Balderas saldría con las orejas y el rabo del quinto novillo de la función. Pero antes de llegar a ese punto en el que redondeó su tarde, impresionó al público asistente en buena cantidad al coso de Carabanchel por su clásico toreo a la verónica y por el ajuste que mostró al torear en quites por gaoneras. También se mostró como un buen banderillero y dueño de un valor sereno delante de los toros. Escribió R. Solís para el Heraldo de Madrid:

Alberto Valderas nos parece, sin duda, la figura más completa de la pareja. Ayer, por lo menos, lo demostró así. Toreó con el capote cerca, tranquilo y artista; banderilleó muy bien, hizo quites pintureros y efectistas y mató con facilidad y limpieza. Pero sobre todo lo que constituyó el triunfo pleno del joven lidiador fue la faena de muleta que realizó con su tercer toro (el quinto de la tarde), que brindó a los espectadores desde el centro de la plaza...

La faena que le representó el triunfo, la del tercero de su lote, la describe así quien sin firma, relató la novillada para el diario madrileño El Imparcial:

Y al fin el quinto... Aquí vino lo extraordinario. Unas verónicas Imponentísimas, soberbias. Y en el quite otro portento de lances. Y volvieron a tomar las banderillas… ¡Qué dos pares prendió Valderas! ¡El delirio! Pero luego vino Muñoz y riámonos del propio Gaona, padrino de estos chavales. ¡No hay quien lo haga mejor que este indio! …El novillo, mansísimo. No había tomado ni una vara, andaba hacia atrás, escarbaba y echaba la cara por los suelos. El elegante torero – ¡qué gran figura! – brindó en los centros, se fue al manso y con medios pases, tirando de él, le sacó casi a los medios. Púsose la muleta en la izquierda, se arrimó al bicho, le metió la pierna dos y tres veces y al arrancarse el manso – necesariamente tenía que arrancarse –, dibujó un natural tan extraordinario, que todo el público se puso en pie y rompió en una ovación cerrada. Otra vez metió la pierna insistentemente, otra arrancada y otro natural idéntico… La Plaza era una grillera. ¡Vaya un escándalo! Otro natural, y luego un redondo, sobre la derecha, claro. Y altos y ayudados, con una elegancia, derecho, quieto... ¡Asombroso! Y arrancando, a ley, un estoconazo completo, algo tendido, saliendo prendido. Una apoteosis; orejas, rabo, vuelta (los dos la dieron), un verdadero diluvio de prendas... Valderas es, sin prejuicio ni pasión, un torero extraordinario...

Grande debió ser la impresión que causara Balderas, que los aficionados en los tendidos reclamaban la presencia de los cronistas titulares de los diarios madrileños. G. Carrión, relator para La Voz de lo sucedido en el festejo, consigna lo siguiente:

Envío. – No faltó una voz que de un tendido salió diciendo: “¿No está Corinto y Oro? ¡Cuántas cosas no diría mañana en LA VOZ de estos buenos toreros!”. – Efectivamente, no estaba, anónimo aficionado. Yo transmito tu deseo al compañero, en la seguridad de que su brillante pluma no tardará en complacerte. Toreros son que merecen critica de tan competente escritor...

Como se puede ver, pronto se advirtió que lo que se apreciaba esa tarde, no era un mero festejo de trámite, sino el inicio de una carrera fulgurante e histórica

La tarde del Negro Muñoz

La parte dura del duro encierro jugado le tocó a José Muñoz, quien solamente pudo mostrarse como un torero enterado y como un extraordinario banderillero. Escribe Ale, en La Libertad:

A José Muñoz le tocó un lote, dentro de lo malo, lo peor. Por eso el chiquillo, ni con el capote ni con la muleta, logró convencer. Tiene, desde luego, geniecillo, y es muy probable que cuando le embista un toro pueda muy bien armar un alboroto... Con las banderillas se mostró un formidable rehiletero, consiguiendo en tres toros, por tal suerte, sucesivas ovaciones... Mató pronto a sus enemigos, y por ello también le aplaudieron...

Al final del festejo se llevaron a los dos toreros a hombros de la plaza por un largo trecho, en la correspondencia que dirigía Balderas a su amigo Arnulfo Reina y que publica en su citada obra don Armando de María y Campos, refiere lo siguiente:

...cuando mató el último toro José, se echó toda la gente al ruedo y nos sacaron en hombros; nos llevaron hasta la Puerta de Toledo, todos querían llevarnos hasta la Puerta del Sol, pero ya íbamos muy cansados y nos subimos al coche...

Por lo que se describe el torero en su misiva, efectivamente fue un rotundo triunfo para ambos.

Los novillos lidiados

La novillada, por lo que reflejan las crónicas que pude consultar, fue un compendio de mansedumbre y dificultades. Dice el anónimo relator de El Imparcial:

Para debut, mano a mano, soltáronles seis novillotes desarrollados, feos, destartalados, con muchos pitones. Seis ejemplares de mansedumbre, típicos de capea pueblerina. Diríamos, para compendiar, que uno fue sustituido – ¡si sería manso! – y cuatro de los lidiados ostentaron la caperuza, si se llama caperuza a un delantal negro, por lo sucio, que, como suponía un espectador, debía de ser un delantal de cocina. ¡Qué asco!...

Por su parte, E. Ayensa, en El Liberal, refiere lo siguiente:

Los bichos del domingo, de D. Aureliano García, antes de Solís, de Sevilla – según rezaba en los carteles –, resultaron completamente ilidiables. Feos, mansos, sin poder y muy desiguales, eran algo así como un saldo. Uno de los animalitos volvió a los corrales rechazado enérgicamente por el público, y los seis restantes se lidiaron en medio de una extraordinaria bronca del respetable. Cinco bueyes llevaron la infamante caperuza, y el primero, y único, que se libró de ella, fue por equivocación seguramente...

A propósito de la caperuza que se menciona en las crónicas que se citan, escribe el amigo Julián H. Ibáñez:

La caperuza negra: En 1929 hubo un cambio en la condena de castigo a los toros cobardes o mansos. Se cambiaron las banderillas de fuego por una caperuza negra. La caperuza era una especie de bonete negro que se le ponía al toro en el pitón durante el arrastre, para “señalar” su cobarde comportamiento y soportar el repudio del público... El primer toro en sufrir ese deshonor, fue un astado de Ildefonso Sánchez Rico, lidiado en Madrid el 24 de marzo de 1929. La caperuza negra, se trataba de un estigma ridículo e innecesario, que pretendía más castigar al ganadero, que, al toro cobarde, que es quien debería de haber sufrido ese castigo... En 1931 se volvió a aplicar el de las banderillas de fuego...

Esa es la historia en torno a la presentación de dos toreros mexicanos en ruedos españoles. Uno de ellos terminó siendo una figura histórica de los ruedos y el otro, un interesantísimo hombre de letras. Y aún así hay quienes se atreven a negar que el toreo es grandeza.

domingo, 2 de julio de 2023

1º de julio de 1923: se cierra la historia de Rodolfo Gaona en ruedos de España

Anuncio de la corrida en el diario
Noticiero Universal 30/06/1923

La temporada 1922 – 23 en el Toreo de la Condesa fue, para Rodolfo Gaona, una de marcados contrastes. En la columna de los grandes triunfos, han pasado a la historia sus actuaciones en la 12ª tarde del ciclo, cuando realizó su gran faena al toro Curtidor de Atenco y la del domingo siguiente, después de que sus seguidores le colocaran la tiara de Pontífice del Toreo, a Sangre Azul de San Diego de los Padres

Pero también tuvo tropiezos significativos, pues en la tercera, se le fue vivo Cubeto de Piedras Negras; en la cuarta, un toro de Atenco lo hirió de consideración en un brazo; en la décima, él y Marcial Lalanda salieron abroncados después de una tarde aciaga y en la décimo sexta, sin tener que ver en el asunto, la concurrencia desquitó con el Califa su enojo, porque le correspondió el lote parchado de un encierro de Palha, que llegó a México con solamente cinco toros aptos para la lidia.

Quizás era que la afición de la capital estaba impresionada por los alardes de valor de diestros como Luis Freg, Juan Silveti – que fue el que más tardes actuó en la Condesa – o aquél que fue banderillero de Belmonte, el trianero Manuel García Maera, quien en una tarde cortara los dos rabos de los toros que le tocaron en suerte. Y también las valerosas excentricidades de Larita. La cuestión es que, había razones suficientes para justificar la subida del nivel de exigencia hacia el llamado Petronio de los ruedos y los que pagan su entrada, las hicieron valer.

Rafael Solana Verduguillo narra en su recuento histórico de la fiesta de esa época, acerca de esa situación, lo siguiente:

A mediados de ese año de 1923, Gaona partió para España. No tenía el menor deseo de ir a despedirse de los públicos españoles, pero “Monosabio” y yo casi lo obligamos… “Debes poner tierra de por medio. Rodolfo, dijo don Carlos Quirós en cierta ocasión en que comíamos juntos accidentalmente… Le decía yo a Rodolfo, manifestó don Carlos, que sería muy conveniente que se fuera a España. Es necesario que la gente deje de verlo, que se ausente para que el público lo extrañe. Cuando los artistas viven en un lugar, como que se le pierde la estimación a fuerza estarlos viendo a todas horas… Soy de la misma opinión, dije yo, Gaona debe irse, aunque toree poco, aunque no gane nada. La ausencia estimula al afecto…”. Al terminar la comida, Gaona nos prometió que saldría para Europa. Torearía poco, unas cuantas corridas en España, otras en Francia y se despediría definitivamente de aquellos públicos…

Así fue, de acuerdo con el periodista veracruzano, que don Rodolfo Gaona se decidió a intentar una campaña de despedida en los ruedos de Europa.

La realidad de la fiesta en España

Al llegar Rodolfo Gaona a tierras hispanas, se encontró con una realidad muy distinta a la que había dejado allá un par de años antes. Ahora para actuar en las plazas de importancia había que pertenecer a la Sociedad de Matadores de Toros y Novillos, una agrupación sindical que era controlada bajo cuerda por la Asociación de Empresarios y Propietarios de Plazas de Toros de España, misma que, si hacemos caso a la historia escrita en España, surgió hasta 1924 y con la finalidad de impedir que Ignacio Sánchez Mejías pudiera torear en las plazas que pertenecían a esa asociación – Madrid, Sevilla,  Bilbao, Valladolid y Vitoria entre las más destacadas – estableciendo además para los otros toreros, un honorario máximo de siete mil pesetas. Así se lo contó a Monosabio el Indio Grande:

Yo fui a España a saludar a mis amigos y a despedirme de los públicos que más me quisieron: torearía ocho, diez corridas, en ciertas plazas: serían las últimas corridas, porque ya hay que ir pensando en otra cosa… Eso sí: mantendría mi categoría y la haría respetar en todo, especialmente en lo que mejor se demuestra: ¿Cuánto cobras? Tanto vales… Nada de pensar en pelear con nadie, ni en quitar a ninguno el sitio que justa o injustamente disfrute… Pero, no pudo ser sino a medias... Las empresas estaban sindicalizadas. Los toreros sindicalizados y los ganaderos también. Para torear había que ingresar en esa Asociación que manejan los empresarios: ellos fijaron que ningún matador de primera fila habría de cobrar más de siete mil pesetas, y para mí esa suma es una insignificancia, porque no me alcanza para los gastos más indispensables. No quisieron hacer sino una excepción en favor de Rafael “El Gallo”, pero no para mí… Y yo pensé que las categorías y el precio los señalan los públicos y no los sindicatos. Está bien que se reúnan en manada los que no pueden andar solos… El cartel hay que buscarlo toreando. Y no accedí a ingresar en el Sindicato, ni acepté la tarifa standard que habían aprobado Y... no pude torear sino en las plazas que habían quedado fuera del control de las empresas asociadas y con los toreros que no se habían sindicalizado...

Ante ese escenario, Rodolfo Gaona apenas pudo actuar en un puñado de festejos y por supuesto, las plazas de importancia quedaron excluidas de su gira de despedida. Sin embargo, en Lisboa cobró lo que ninguno antes había recibido por actuar allí y en Barcelona, no en la Monumental, tampoco en Las Arenas, pero sí en La Barceloneta, pudo impartir su postrera lección magistral, misma que ha quedado para la historia, por lo que el hecho en sí representa, como por lo que en la fecha el torero de León realizó.

Rodolfo Gaona y Beato

Para el domingo 1º de julio de 1923 se anunció una corrida de toros en la plaza de toros de La Barceloneta. La publicidad señalaba que se lidiaría un encierro de Arribas por Rodolfo Gaona, en su despedida, Diego Mazquiarán Fortuna y Francisco Vila Rubio de Valencia. Aclaro que la publicidad anunciaba los toros como procedentes de Arribas, porque posteriormente la mayoría de las crónicas señalarían que procedieron de Andrés Sánchez y Sánchez, de Salamanca y aún algún otro indicó en su información que fueron de la Viuda de Tovar.

El cuarto de la sesión se llamó Beato, fue cárdeno oscuro y tras de ver el resultado del conjunto del festejo, fue el mejor de la corrida. Ante ese Beato, fue que Rodolfo Gaona dejara su última gran exhibición de arte y de poderío en ruedos españoles. La impresión que causó a quien firmó como Carrasclás en el diario barcelonés Noticiero Universal, fue la siguiente:

El toro “Beato”, un cárdeno de buen tipo, no fue un portento de bravura. Fué más noble que bravo, aunque se arrancó pronto y bien a los caballos. Lo que hizo a pedir de boca es embestir, dando lugar a Gaona, que no deseaba otra cosa que un buen toro para torear, á que nos extasiara primero con unos lances de capa que fueron un modelo de arte, de temple y de finura, que se premiaron con una atronadora ovación… Cambiado el tercio, cogió banderillas Gaona y en un santiamén, pronto y ligero, para que no se le agotase el toro, con su arte peculiar y su seguridad pasmosa, clavó cuatro soberanos pares, premiados con otras tantas ruidosas explosiones de palmas… Pero con todo y ser lo relatado tan exquisito, dejó Rodolfo lo más asombroso para el final… Y el acontecimiento fue un faenón enorme. El soberbio ayudado con que Rodolfo lo empezó, levantó un olé, y al olé siguió una formidable ovación por tres naturales magnos que dio Gaona a continuación, ligándolos admirablemente, a los que siguieron uno alto finísimo y otro de pecho estupendo… El entusiasmo que la faena provocó, delirante. No tuvo Rodolfo completa suerte al matar. Aunque arrancó con decisión y bien, coló poco el estoque en las dos veces que entró, y tuvo que descabellar, pero no por esto dejó de ser la ovación final tan enorme como fue la faena, viéndose obligado el gran torero a dar una vuelta triunfal y á salir tres veces á los medios por no cesar los atronadores aplausos...

Por su parte, el corresponsal del diario El Heraldo de Madrid, advirtió lo siguiente:

Cuarto. – Cárdeno y bien puesto. Gaona es ovacionado al veroniquear; en un quite, en el que deja saborear su excelente estilo de torero, es de nuevo ovacionado. Gaona coge los palos, y al cuarteo, deja un par superiorísimo; repite con otro de poder a poder, inconmensurable. (Ovación). Clava otro en la misma forma y cierra el tercio con uno de frente muy bueno. Brinda la muerte desde el centro de la plaza. Comienza la faena de muleta con un pase ayudado por alto con los pies hundidos en la arena, y después lo más grande que Gaona ha hecho en Barcelona; una faena ligada de pases de pecho y naturales, pases improvisados, pases de molinete; se tira a matar y deja media estocada; sigue toreando entre ovaciones y música, y se tira de nuevo y señala un buen pinchazo; intenta el descabello, y acierta al primer intento. (Ovación, dos vueltas al ruedo y salida por tres veces a los medios. Petición de oreja que el presidente no concede)…

El diario madrileño Informaciones, en la relación de su corresponsal, destaca:

CUARTO. – Gaona da unos lances quieto y airoso y es muy aplaudido. Tardeando y sintiéndose al hierro toma el toro las varas reglamentarias y hay un quite por barba, muy adornados. Rodolfo coge los palos, y en un santiamén pone cuatro pares; los tres primeros de poder a poder, estilo Joselito, que se ovacionan, y el cuarto cambiando el viaje, muy fino. (Ovación)… Brinda desde el centro de la Plaza para despedirse, y empieza la faena con un pase por alto, superior; sigue con tres naturales, soberbios, seguidos del de pecho, continúa con la faena más grande que ha hecho este torero en Barcelona, en la que cada pase es un derroche de arte y maestría. (música, ovación continua y el delirio). Entra bien a matar para media desprendida. Más trasteo y un pinchazo alto. Descabella. a pulso y se repite la ovación grande, petición de oreja que ha debido concederse; vuelta al ruedo y salida tres veces a los medios. Todo merecido…

¿El pase del centenario?

El cronista del Noticiero Universal, al mediar el cuerpo de su narración de la faena de Gaona a Beato, se detiene a describir lo siguiente:

Loco el público, pidió música, y a sus acordes Gaona prosiguió su magnífica labor, dando dos vistosísimos pases cambiándose la muleta, tras de los cuales cayeron gorras y sombreros al redondel; dos ayudados finísimos, uno soberbio de rodillas, un molinete, dos de costado (a modo de gaoneras), dos de pecho con la izquierda y un natural con la derecha, todos ellos dados con arte soberano y una finura, una suavidad y un temple superiores a toda ponderación…

Dos de costado a modo de gaoneras... Eso seguramente es una descripción de una suerte no vista antes por el cronista de Barcelona y que fue estrenada por Rodolfo Gaona el 20 de septiembre de 1921 en el Toreo de la Condesa, aunque en las crónicas de la corrida celebrada el 27 de abril de 1919 en Madrid, al describirse su faena al toro Vizcaíno del Duque de Veragua, también se relata que con la muleta dio dos preciosos pases gaoneros, como las gaoneras o de frente por detrás… No es una suerte que se haya prodigado y parecía en buena medida una verdadera entelequia, pero ya tenemos aquí una tercera referencia escrita a su realización en una corrida de toros por parte de su autor.

La prensa de Madrid

La prensa taurina madrileña materialmente ignoró el paso de Rodolfo Gaona por España en esa breve y última temporada que hizo por sus plazas. Pero tuvo buen cuidado de anunciar su regreso a México, como se puede ver de esta nota aparecida en el semanario El Toreo del 16 de julio del mismo 1923:

Amigos íntimos de Gaona expresan la amargura que este diestro ha sentido por el vacío que se le hace en España… Volvió a España, esperando una acogida satisfactoria; pero se duele de la actitud de sus compañeros españoles, que le dificultan actuar, poniéndole vetos que le hacen imposible su estancia, malogrando sus deseos de despedirse del público español… Se dice que vendrá a España con objeto de organizar corridas por su cuenta y dar trabajo a los toreros modestos, despidiéndose después; pero las empresas y los toreros le han impedido que actúe en plazas no asociadas… La última corrida que ha toreado en Barcelona cierra su despedida en España… Ahora marcha a Lisboa, regresando seguidamente a Méjico… Hace comparación entre el modo que se le atiende a él aquí y cómo se le recibe a los toreros españoles que van a Méjico… Cree absurdo pagar una multa y sufrir un castigo que le imponga la Unión de Matadores, ligándole a una dependencia de las empresas…

Como se puede leer, las heridas que quedaron abiertas con la salida de Gaona de España en 1920, no estaban debidamente cerradas. La prensa de la capital española no le podía perdonar que se hubiera mantenido en una primera fila por más de una docena de años en competencia con las cumbres de la llamada Edad de Plata de la fiesta española.

Pero se pudo despedir, donde sus méritos fueron tenidos en cuenta, como una figura del toreo, demostrando que estaba en plenitud de facultades y que podía, de así quererlo él, competir con quien se le pusiera delante.

domingo, 4 de junio de 2023

4 de junio de 1933: Se presenta Eduardo Solórzano en ruedos de España

Eduardo Solórzano visto por Roberto Domingo
Cuando sale al recuerdo el nombre de Eduardo Solórzano, generalmente se nos presenta en lo que parece ser un discreto segundo plano. O lo traemos a la discusión como el hermano menor del Rey del Temple, o ya activo en el ruedo, en esa especie de tercer hombre en la tarde en la que Silverio Pérez le confirmó su alternativa a Manolete en El Toreo de la Condesa y si nos acercamos más en el tiempo tendremos presente a un eficaz y eficiente funcionario de la Casa Domecq o al que junto con el doctor Alfonso Pérez Romo y don Julio Díaz Torre, orquestó el giro copernicano que dio a la arista taurina de nuestra Feria de San Marcos mucho del sentido que actualmente tiene.

Pero Eduardo Solórzano, el torero, escribió en los ruedos su propia historia, quizás no tan prolija como la de su hermano Jesús y tuvo también en su hacer ante los toros el argumentario para haber podido reclamar, en su día, un sitio de figura del toreo. El recuento final quizás no lo acredite así, pero dejó obras suficientes para tener en la historia del toreo un espacio propio a su nombre, con hechos y realizaciones que merecen ser reconocidos.

Eduardo Solórzano había emigrado desde Morelia a la capital de la República a mediados de la década de los veinte del pasado siglo para buscar empleo y así apoyar a los suyos. Se pudo colocar en la Dirección de Alumbrado Público como inspector y también allí empezó a seguir los pasos de su hermano mayor, quien buscaba ser torero. Al final, la historia nos enseña que su hermano mayor, en esos días, fue el ganador de la Oreja de Plata de 1929 y que, en retribución, recibió la alternativa en la temporada grande siguiente.

Eduardo se presentaría en El Toreo de la Condesa el domingo 21 de septiembre de 1930. Lo haría en un festejo de oportunidad, penúltimo de esa temporada de novilladas, en el que junto con Miguel Gallardo El Diablito, César Rendón El Tepiqueño, Jesús Monroy, José Ledesma El Garcero y Rafael Chávez, enfrentarían un encierro de Malpaso. En la misma tarde, se ofrecía como fin de fiesta, la lidia del toro Pregonero de Rancho Seco, por parte de Jesús Guajardo El León de Mixcoac, mismo que el domingo anterior había sido enfrentado a un león, saliendo victorioso. Rafael Solana Verduguillo, en su juicio crítico del festejo, aparecido en El Taurino, salido a los puestos el jueves 25 siguiente, consideró:

Tiene el mismo estilo de su hermano Jesús, quien probablemente le dio las primeras lecciones... Desde luego Eduardo Solórzano es un valiente de verdad; no le asustan los pitacos. Torea muy despacio, tanto con el capote como con la muleta, y entusiasma y emociona por lo cerca que se pasa al enemigo... No vacilo en asegurar que será uno de los ases de la próxima temporada novilleril... Es banderillero fácil, y en todo momento está en su sitio. Hoy conquistó un triunfo auténtico; es un torero de porvenir... Debe corregir el defecto que tiene a la hora de herir, lleva siempre el brazo suelto, y la mano izquierda muy alta. Desaparecido este detalle, Eduardo ocupará sitio envidiable...

Así pues, uno de los críticos más avezados y que más toreros habían visto en la última década, consideró que en Eduardo Solórzano había un torero en ciernes. Y en retrospectiva, creo que no incurro en error al afirmar que no se equivocó.

Su campaña española en 1933

Los hermanos Solórzano salieron rumbo a España desde Veracruz, a principios de abril de 1933. El Rey del Temple convalecía del cornalón que apenas el 26 de febrero anterior le había inferido Lancero de Rancho Seco y que al final de cuentas le arruinó su campaña española y cuenta su sobrina doña Carmelita Madrazo, que Eduardo tenía por tarea el dar masajes a su hermano en la pierna herida, con la finalidad de reanimarle la circulación en el miembro lesionado.

Ya en Madrid, el apoderado del Rey del Temple, don Antonio Barrera, puso a su hermano en contacto con don Juan de Lucas, quien apoderaba toreros y, además, era empresario de la plaza de Vista Alegre en Carabanchel, quien le ofreció colocarlo en alguno de los carteles que ofrecería en esa plaza. Para prepararse, se fue con Jesús a Jandilla, la finca a la que don Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio había trasladado los ganados que adquirió en 1930 de Manuel Martín Alonso y que eran originariamente la ganadería del Duque de Veragua y que un par de años antes había aumentado con ganados de origen Parladé provenientes del Conde de la Corte, la Marquesa de Tamarón y de Ramón Mora Figueroa.

Fue en Jandilla donde Eduardo Solórzano tuvo su primer contacto con el toro español y se preparó para iniciar su andadura por aquellos ruedos, seguramente fue uno de los toreros que tomaron parte en el proceso de selección de las pocas vacas veragüeñas que permanecieron en el hato de Domecq, pues el grueso del ganado de ese origen se dejó fuera de la base de la ganadería que actualmente es el origen del encaste mayoritario del toro de lidia español.

Domingo 4 de junio de 1933

Fue en la plaza de Vista Alegre, la popular Chata de Carabanchel, donde se estimó que Eduardo Solórzano debería salir a demostrar a la afición y públicos sus cualidades como torero. Para el efecto, se anunció un encierro de don Celso Pellón, ganadería formada inicialmente con ganados de Campos Varela y aumentada después con sementales de Santa Coloma, para Félix Fresnillo Varelito II, el riojano Vicente Martínez Niño de Haro y el debutante mexicano Eduardo Solórzano.

La impresión que causó el joven torero moreliano al público de Madrid que acudió a Carabanchel en lugar de asistir a la corrida que en la misma fecha se dio en la plaza de la Carretera de Aragón, e igualmente a la prensa especializada, fue extraordinaria. Escribió R. Solís en El Heraldo de Madrid:

Lo da la tierra y además de casta le viene al galgo. Eduardo Solórzano, hermano pequeño – no por la estatura – del matador de toros que en estas tierras conquistara fama y gloria, y que ahora nos dice: «¡Ese es mi hermanito!», y lanza a la fiesta brava la figura de este mozo espigado y cimbreño que muy pronto, muy pronto, se alzará en todos los ruedos españoles como supremo artífice de la torería, dueño y señor de la técnica y del dominio y encarnación suprema del buen arte de torear… ¡De Méjico ha llegado un torero, señores!... De Méjico y más le cuadrara haber venido de Ronda o de Sevilla o de Córdoba la Sultana o de las marismas de Andalucía la baja, porque la gracia de su estilo y la fina solera de su arte y la afición que echa a las suertes pregonan el casticismo de su cuna… Porque Eduardo Solórzano, después de lo de ayer, no apuntó, «dibujó», que como torero ha de ser muy pronto figura máxima de la torería. Y si no, al tiempo…

Por su parte, quien firmó como X, en La Libertad, se expresó de su actuación de la siguiente forma:

En una sola actuación y en un solo toro se ha revelado como un excelentísimo torero el mejicano Solórzano. El domingo, por la noche, no se hablaba en Madrid de otra cosa. Diríase que fué el suceso del día. Que, si Solórzano torea con el capote con igual escuela, pero con más gracia que su hermano; que si banderillea con la elegancia de un Gaona; que si se adorna y domina con la muleta como el mismísimo Ortega... Todo esto y mucho más se comentaba a voz en grito en las peñas y corrillos taurinos. Desde luego, yo ni afirmo ni niego; no le comparo a nadie, porque creo que los artistas, todos en general, pierden valor en cuanto se íes compara. Ahora bien; lo que sí creo, y de ello estoy convencido plenamente, es que, si el joven Solórzano repite aquellos lances maravillosos que le administró al tercero de la tarde, bravo novillo, por cierto; si les anda a los loros con aquella majestad y aquella elegancia con que anduvo en los dos pares de banderillas, y si, finalmente, la faena de muleta ligada que realizó, la primera parte destinada a dominar a la fiera – algo pequeña en este caso –, y la segunda a torear con arte variado y extenso repertorio, no es fruto de la casualidad, mucho, desde luego, se puede esperar de este torero de allende los mares que ha entrado en Madrid por la puerta grande, acompañado por los halagos más entusiastas de nuestra buena afición... Cuando en otros toros se le vea y en ellos se pueda medir la densidad de su valor y sus recursos de toreo, hora será de que yo le enjuicie. Hoy por hoy, sólo diré que en un toro brevísimo se superó...

En el ABC madrileño, M. Reverte hizo las siguientes reflexiones:

Otra novillada bien organizada se celebró el domingo en esta plaza. Se lidiaron toros de Campos Varela, que fueron de buen tamaño, cornalones y de excelente presentación. Pelearon bien con los caballos, especialmente el cuarto... Eduardo Solórzano causó excelente impresión. Toreó muy bien de capa a su primero. Maneja el capote con suavidad y apuntó fineza y buen estilo. Se le aplaudió mucho, así como en el tercio de quites. Puso dos pares de banderillas, y en uno de ellos sufrió un serio achuchón. Con la muleta siguió mostrando dominio y modos de buen torero. Mató de dos pinchazos y media atravesada, y después de dar la vuelta al ruedo pasó a la enfermería...

Y por su parte G. Carrión, en La Voz, escribió en su crónica el siguiente relato:

La presentación en esta plaza del novillero mejicano Eduardo Solórzano había despertado gran interés, pues venía precedido de un cartel estimable. Su debut respondió a la expectación. Con e1 capote toreó de forma admirable, parando, templando, cargando la suerte, adelantando la pierna, llevando las manos bajas; toda la técnica del toreo clásico, macizo, verdad. El público, entusiasmado con la labor del torero mejicano, le aclamó en cada lance y al final la hizo objeto de una gran ovación. La faena de muleta, valiente y lucida, no estuvo a tono con los lances, pero fué también muy aplaudida. Banderilleó a este novillo con facilidad y soltura. Con el acero pinchó tres veces. Se le ovacionó y dio la vuelta al ruedo, pasando después a la enfermería, de donde ya no salió. Un debut brillante y prometedor de mejores tardes…

El parte facultativo

Los doctores Verdú y Lumbreras, encargados del servicio médico en la plaza de Vista Alegre, rindieron el siguiente parte de las lesiones que impidieron a Eduardo Solórzano salir a lidiar el sexto de la tarde:

Durante la lidia del tercer toro ha ingresado en la enfermería el espada Eduardo Solórzano con una distensión ligamentosa en la articulación del pie derecho, que le impide continuar la lidia.

Varias de las crónicas, sobre todo las publicadas en los diarios Ahora, La Tierra y Luz cuestionaron la gravedad de la lesión y el pundonor del diestro y la necesidad de que los médicos decretaran que no podía continuar en la lidia. Por su parte, doña Carmen Madrazo narra en sus apuntes relativos a la vida del torero, que la realidad es que el sexto novillo de Pellón fue desechado por los veterinarios y fue sustituido por uno de Leopoldo Abente, viejo y corraleado y por consejo de don Juan de Lucas, se emitió el parte para que no tuviera que salir a lidiarlo.

Sus números finales

Eduardo Solórzano, de acuerdo con el semanario Toros y Toreros fue uno de los tres novilleros mexicanos que actuaron en España ese 1933 – los otros dos fueron Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado – y sumó 9 tardes en plazas como la mencionada de Vista Alegre y las de Tetuán, La Línea de la Concepción y Barcelona

Eduardo Solórzano permanecería en España hasta el año de 1936, esperando recibir la alternativa hasta el final de esa temporada, pero entre la ruptura de las relaciones entre las torerías de España y México y la Guerra Civil, lo hicieron volver a México a obtener el grado aquí. De esos asuntos habrá espacio y tiempo para escribir en su momento. 

domingo, 19 de marzo de 2023

19 de marzo de 1933: Presentación de Lorenzo Garza en Madrid

Un lance de Lorenzo Garza
Roberto Domingo
La Libertad, Madrid, 21 de marzo de 1933
Lorenzo Garza se había presentado en el Toreo de la Condesa el 3 de mayo de 1931, alternando con Antonio Popoca y Jesús González El Indio para lidiar novillos de La Punta. Para 1932 consigue que Carlos Quirós Monosabio le recomiende con Eduardo Pagés, y parte para España, logrando actuar dos tardes en Barcelona – donde se presentó el 14 de agosto –, Santander, Bilbao, San Sebastián y Burdeos, dejando las cosas puestas para regresar el siguiente calendario.

Para 1933 le esperaba una campaña más extensa y en la que tendría que examinarse ante la cátedra madrileña. La ocasión se presentó para el día de San José del año 33. La empresa madrileña anunció un encierro de Ramón Ortega – antes Braganza – para que lo lidiaran Diego de los Reyes, Diego Gómez Láinez y el debutante mexicano Lorenzo Garza

Un trágico prólogo

La novillada estuvo a un tris de suspenderse, pues al abrirse la puerta de cuadrillas para que los alguaciles hicieran el despeje, una sección de la barandilla de la andanada que quedaba sobre el tendido siete, se desprendió y dejó a siete heridos, uno grave y los demás de pronóstico reservado. La Hoja Oficial del Lunes del día siguiente del festejo, entre otras cosas dice al respecto:

Al sonar los clarines anunciando la salida de los alguacilillos, parte de los espectadores de las primeras filas de las andanadas pasaron precipitadamente, como ocurre en todas las corridas cuando no están ocupadas todas las localidades a la delantera, con el objeto de acomodarse en el barandal... Y en aquel preciso momento, una barandilla de la andanada que da sobre el tendido número 7, se desprendió de las columnas donde aquellas se sujetan y cayó con estrépito sobre el graderío...

Al final, se determinó que los pernos que sostenían esa barandilla de hierro no estaban en su sitio y que estaba fijada apenas con unos alambres, por lo que cedió al peso de la multitud que buscaba aprovechar las localidades vacías de la sección inferior. Tras de recogerse la pieza caída y procurarse atención a los lesionados, los ocupantes de las localidades circundantes pedían la suspensión de la novillada, pero la autoridad determinó que no había causa para hacerlo.

La actuación de Lorenzo Garza

La impresión que causó quien después sería conocido como El Ave de las Tempestades fue bastante buena. Aunque no logró redondear una tarde triunfal, logró apuntar a la afición de la capital española que tenía aptitudes y posibilidades para caminar un trecho largo delante de las astas de los toros. Escribió F. Asturias para el diario Ahora, salido el 21 de marzo siguiente al festejo:

Lorenzo Garza venia precedido de una fama de valiente y artista. Por lo poco que se le vio hacer – poco en cantidad – no mentía la fama. Es valiente y artista. Con el capote y la muleta aguanta y para de una manera imponente. Su segundo fué un inútil que se cayó varias veces, falto de fuerza en los remos. Así y todo, el mejicano ejecutó algunas verónicas admirables y logró cuajar unos pases de muleta que levantaron olés y ovaciones apretadas. Mató de una atravesada y varios intentos de descabello. Fue en el sexto en el que logró entusiasmar al concurso toreando con el capotillo… Cuando lo veamos sin viento, podremos juzgarle con mayor conocimiento de causa.

Quien firmó como Don Nino para El Heraldo, destacó también el conjunto armónico de la faena de Lorenzo Garza al segundo de su lote y también una circunstancia que en alguna manera emborronó su actuación, el manejo de los aceros:

Garza sabe fundir la elegancia en el hacer con el conocimiento profesional… De asombro fueron los lances con que el mejicano recibió al sexto de Ortega. Suaves, lentos, rítmicos, extraordinariamente magníficos todos y cada uno de ellos. Insuperables los dos del lado derecho y el tercero por el izquierdo del primer quite. Y cuando todo hacía presumir en un éxito de apoteosis el muletero no salió. La faena fué de recibo. Después de media estocada el novillo se «amorcilló» junto a la barrera y, como nadie tuvo decisión para sacarlo de allí, fue descabellado por Garza cuando los clarines habían marcado el tiempo del primer aviso...

Por su parte Recorte, en La Libertad, también del 21 de marzo, reflexiona entre otras cuestiones, lo siguiente:

Su forma con el capote, la forma de torear con el capote a la verónica, tomando el engaño por junto a la esclavina, seguro y desenvuelto, firme y desahogado, parando y templando, acusan un estilo y una calidad estimable... Apreciables destellos en lo forma al torear con la muleta y facilidad, al menos el domingo, en el trance supremo... acusó una buena calidad de torero y una competencia profesional superior...

Y en La Voz, por su parte José Luis Mayral Corinto y Plata, quien aquí en México, en el exilio, firmara como Curro Meloja, en verso, entre otras cosas, dijo:

Hay que mirar con cuidado

los lances de este torero.

El capote recogido

hace girar todo el cuerpo

y que pasen los pitones 

rozándole... Gran efecto;

cierta originalidad

- un poquito codillero -,

indudable exposición

y atisbos de estilo nuevo.

Me gustó con el capote:

tiene un algo, tiene un sello.

Con la muleta, lo mismo.

Hay gracia y es pinturero…

Lo que vendría para Lorenzo Garza

El 6 de agosto de ese 1933, en Santander, el torero de Monterrey recibió la alternativa de manos de Pepe Bienvenida, que le cedió al toro Repentino de Celso Cruz del Castillo, en presencia de Antonio García Maravilla. Torearía todavía otras tres corridas en España ese año, con poca fortuna, por lo que al año siguiente, el 24 de febrero, en Valencia, volvería a actuar como novillero, renunciando a ese doctorado, que recuperaría con todos los honores el 5 de septiembre en Aranjuez.

El resto de su historia tiene mucho para ser contado. La carrera de Lorenzo Garza terminó – con algunas pausas intermedias – bien entrados los años sesenta del pasado siglo y fue, sin duda, el representante de la Edad de Oro del toreo en México con la carrera más longeva.

Apéndice sobre cambios en la prensa de la época

Desde los días anteriores al festejo se venían publicando notas en torno a la producción de cambios en las páginas taurinas de varios diarios madrileños. Así, se afirmaba que Maximiliano Clavo Corinto y Oro, dejaba su tribuna en La Voz y que le sustituiría Cipriano Rivas Cheriff, director y crítico de teatro y a la sazón, cuñado del Presidente del Consejo de Ministros, Manuel Azaña; se escribió en El Adelanto de Salamanca:

La comidilla del día en las tertulias taurinas, es si “Corinto y Oro” hace o no las críticas taurinas de “La Voz” este año... Y los nombres que, al parecer, pensaban sustituirle. Pero esos nombres, no son ninguno de los que van a escribir en las columnas de “La Voz” ... En “La Voz” hay una persona capacitada para ese cargo... nos referimos a José L. Mayral, pero al parecer, se quiere llevar a la sección taurina, más que un técnico en toros, un literato: Y éste no sería otro, que... Rivas Cheriff...

En el mismo diario salmantino también se hablaba de la salida de El Imparcial de Federico M. Alcázar, sin precisar destino para su pluma, pero estableciendo que su sustituto sería nada menos que Ignacio Sánchez Mejías:

Son tantos los aspectos desde el punto de vista de la empresa de “El Imparcial” ... que a él iba de crítico el ex torero Ignacio Sánchez Mejías... Federico M. Alcázar, que estaba encargado de la crítica de toros, no pertenece ya al periódico, ocupando su puesto, ya en firme, Sánchez Mejías, y como segundo de a bordo, Alardi, que ya fue crítico taurino de un periódico de Sevilla...

La realidad es que Federico M. Alcázar fue quien sustituyó a Corinto y Oro en La Voz, lo que se anunció precisamente el lunes 20 de marzo de 1933, aunque la crónica  de la novillada, la escribiera José Luis Mayral Corinto y Plata, como era habitual. Igual, Ignacio Sánchez Mejías no fue cronista de El Imparcial, durante el breve tiempo que sobrevivió, se encargó de ella José Quilez.

Así estaban las cosas de lo que unos años después sería llamado el planeta de los toros hace 90 años. Y ahora sí, hasta la próxima semana.

domingo, 11 de septiembre de 2022

Armillita, ¿el invulnerable?

Armillita en El Toreo de la Condesa

Fermín Espinosa Armillita ha pasado a la historia del toreo por múltiples causas y todas ellas notables. Una de ellas reside en el hecho de que se considera que solamente sufrió una sola cornada, el 20 de noviembre de 1944, en San Luis Potosí, recibiéndola del toro Despertador de Zotoluca, fecha en la que actuaba mano a mano con Silverio Pérez. De ese asunto ya me he ocupado por este sitio (primera partesegunda parte) con alguna extensión y es dable que afirme que ese percance representó ser el más grave de la carrera del Maestro, porque la excavación de las hemerotecas refleja que no fue el único que sufrió en casi tres décadas de enfrentarse a los astados en público. 

Los percances a los que haré referencia, según podrán apreciar, no revistieron mayor gravedad, pero reflejan que al final de cuentas, Armillita era un ser humano, superdotado, sí, pero hombre al fin y por esa razón, proclive a cometer errores, de esos que cuestan heridas a los toreros.

El Toreo de la Condesa, 8 de agosto de 1926

Ese domingo fue una tarde lluviosa que impidió que se concluyera el festejo, suspendido justo cuando el quinto de la tarde había saltado a la arena. La tarde no fue muy plácida para don Antonio Llaguno, que vio regresar a los corrales al cuarto del festejo por manso y para mayor incomodidad suya, ser sustituido por uno de Piedras Negras.

Armillita solamente se enfrentó al tercero, de la ganadería anunciada y conforme a la relación publicada en Toros y Deportes y firmada por Rafael Solana Verduguillo, sucedió lo siguiente:

La faena que ejecutó Fermín con el de San Mateo, resultó larga y un tanto esaboría. Comenzó el chiquillo toreando por bajo, por ver de hacer parar a su adversario, que no estaba quieto un momento. Castigó Espinosa, dio varios muletazos de maestro; pero eso no duró mucho. Dejó que el toro se repusiera, y luego se dificultó su muerte… Hubo momentos en que Fermín se impuso y dominó la situación, y otros en que dejó que el torito hiciera lo que le diera la gana. En un instante de duda, “Armillita” se llevó un achuchón, y esto lo descompuso; después ya no paró lo debido, y en una de tantas se dejó meter al toro y resultó enganchado. De pronto nadie dio importancia al percance; un susto y nada más; Fermín continuó la lidia, y no fue sino hasta que se desvistió cuando se dio cuenta que estaba herido. El doctor Francisco Ortega, Médico del Montepío de Toreros, nos proporcionó el siguiente parte facultativo:

“El matador de novillos toros Fermín Espinosa ‘Armillita Chico’, presenta las lesiones siguientes: Herida contusa por cuerno de toro, en la pared posterior de la axila derecha, como de cuatro centímetros de extensión, interesando piel, tejido celular y aponeurosis, descubriendo fibras musculares. Un varetazo en la región costal y anterior derecha. Dichas lesiones fueron curadas después de la corrida en el Sanatorio del Montepío de Toreros en México, y son de las que tardan en sanar menos de quince días. – Firmado: Doctor Francisco Ortega”.

Fermín Espinosa mató al toro que lo hirió, de cuatro pinchazos y una media bien puesta. Cada vez que el espada hacía el viaje, el toro se tapaba y no había manera de meter el brazo; por eso resultó pesada la labor del coahuilense.

Como lo dice el parte médico, la lesión tardó en sanar menos de quince días, pues al siguiente domingo, Armillita se volvía a presentar en El Toreo para actuar junto a Edmundo Maldonado Tato y Julián Rodarte, en el debut de la ganadería de Matancillas, tarde en la que le cortó las orejas y el rabo al primero de su lote, asunto que ya he comentado aquí.

Pamplona, 9 de julio de 1928

En esa fecha se celebraba en Pamplona la llamada Corrida de Prueba, un festejo que tenía por intención el ofrecer toros a precios económicos a diversos núcleos de afición que quizás no podían permitirse la adquisición del abono completo para San Fermín. Ángel Erro, del Club Taurino de Pamplona, me lo explica así:

La corrida de prueba se celebraba en Pamplona durante la mañana de un día de fiestas, habitualmente el día 8 o 9, alrededor de las 9 de la mañana… tenía como fin – de ahí lo económico de las entradas –, la asistencia de jóvenes, guarniciones militares y personas con menor capacidad económica. En ella actuaban los matadores contratados para la feria, lidiando un toro por coleta, tres o cuatro en cada festejo… Por la tarde se celebraba la corrida organizada para ese día… a partir de la primera década de 1900 se trasladó a la tarde, y desde 1929… hasta su desaparición en 1934, ya fue una corrida normal con seis astados, aunque de forma testimonial, se mantuvo el nombre de “Corrida de Prueba”. Hay poca documentación al respecto de su origen…

Pues bien, la Corrida de Prueba de 1928 la torearían Marcial Lalanda, Francisco Tamarit Chaves, Vicente Barrera – quien sustituía a Martín Agüero – y Armillita quienes enfrentarían dos toros de Antonio Flores, anunciados como antes Braganza y dos de Villagodio. La breve relación del corresponsal del ABC madrileño, publicada el 10 de julio siguiente, dice a este propósito:

Realizado el paseíllo suéltase el primero, “Almendrillo”, negro, bragao, perteneciente a la ganadería de Flores. Lalanda sujeta al toro, veroniqueando desde lejos. Lalanda y Armillita quitan regular, Armillita sale perseguido, enganchado por la taleguilla y cogido aparatosamente. Se levanta por su pie y se retira a la enfermería en brazos de las asistencias... El parte facultativo dice que Armillita tiene un puntazo leve en el muslo izquierdo, lesión que le impide continuar la lidia...

Ha sido Antonio Fernández Casado quien en su libro titulado Dr. Jacinto Segovia Caballero: Cirujano de la Plaza de Toros de Madrid, militante socialista y exiliado en México me puso sobre la pista de este percance y de este tema. Y es que en la relación de intervenciones destacadas que tuvo el cirujano, se relaciona ésta.

Armillita, tras las primeras curas en la enfermería de la plaza, fue trasladado a Madrid, avisándose al doctor Segovia de que su intervención sería necesaria. Así se relata en El Heraldo de Madrid del 10 de julio siguiente:

Esta mañana, a las nueve y cuarto, llegó a Madrid el diestro Armillita Chico, que resultó herido por un toro de Flores en la corrida celebrada ayer tarde en Pamplona… Acompañaban al diestro los individuos de su cuadrilla y el apoderado, D. Victoriano Argomaniz… Desde la estación se trasladó al herido a su domicilio, calle de la Salud, número 5. El doctor Segovia reconoció la lesión, que se halla situada en la cara interna del muslo derecho. Su extensión es de unos diez centímetros por cuatro de profundidad… Armillita tardará en curar diez o doce días. No podrá torear hasta el 22 en San Sebastián. Por tanto, perderá varias fiestas, entre ellas la del día 15 en La Línea…

Se dirá que fue apenas un puntazo hondo, pero la realidad es que, Diógenes Ferrand, corresponsal de Toros y Deportes en España, relató para el número de este semanario mexicano salido a los puestos el 27 de julio, lo siguiente:

El doctor Segovia me manifestó que, a su juicio, de no sobrevenir complicaciones, que no eran de esperarse, tardaría de diez a quince días en curar… Por la abundante hemorragia que sufrió, el estado de Fermín era de bastante debilidad… Según me manifestaron Argomaniz y los hermanos de Armillita éste no se amilanó ni tuvo el menor momento de desmayo… No perdió el conocimiento al ser cogido y aguantó con entereza y sin cloroformizar la cura que le hicieron… La causa principal de la cogida, según me manifestó Fermín, fue porque en el momento de estrecharse mucho en la media verónica, el toro hizo un extraño por haberle llamado la atención, sin quererlo, un mono sabio, que se cruzó detrás y cerca del diestro…

El percance le costó a Armillita el estar en el dique seco durante prácticamente dos semanas, pues reapareció hasta la corrida goyesca de San Sebastián el día 22 siguiente alternando con Manuel Jiménez Chicuelo, Marcial Lalanda, Joaquín Rodríguez Cagancho y el rejoneador Antonio Cañero, con toros de Santa Coloma.

San Martín de Valdeiglesias, 11 de septiembre de 1929

La corrida de feria de esta localidad madrileña se dio con cuatro toros de José García – anunciados como antes Aleas – para Julián Saiz Saleri II y Fermín Espinosa Armillita, llevando como sobresaliente a Saturio Torón. En esta oportunidad fue también en su turno al quite del que abrió plaza, cuando fue lesionado. La breve reseña del vespertino La Voz de Madrid, señala:

Primero. — Saleri es aplaudido en tres verónicas. Armillita se luce en su turno; pero al rematar sufre un palotazo y se ve obligado a ingresar en la enfermería. Se aplaude un buen par de Saturio Torón. El toro se declara manso, y Saleri hace una faena de aliño para una estocada a paso de banderillas…

El corresponsal de la agencia Febus remitió a los diarios de Madrid el siguiente parte médico:

Fermín Espinosa (Armillita Chico) ha ingresado en esta enfermería con una herida punzante en el segundo espacio interdigital de la mano derecha, de pronóstico leve, y no le permite continuar la lidia.

La lesión, así leída, parecía ser prácticamente insignificante, pero le costó reaparecer hasta dieciocho días después en Jerez de la Frontera, cuando compartió cartel con Nicanor Villalta, y Martín Agüero, para lidiar toros de Pérez de la Concha, que fue la antepenúltima de su campaña en aquellos ruedos, que terminó el 27 de octubre en Barcelona.

De este percance se cumplen hoy 93 años de que ocurrió.

Bogotá, 14 de febrero de 1954

El 20 diciembre de 1953 se produjo en Aguascalientes la reaparición de Armillita en los ruedos, después de que se había despedido de ellos en la Plaza México el 3 de abril de 1949. Esa vuelta a vestir el terno de luces sería breve, pues apenas constó de 15 actuaciones, de las cuales dos fueron en el extranjero, una en Bogotá, en la que para lidiar toros de Clara Sierra alternó con Antonio Ordóñez y Emilio Ortuño Jumillano y otra en Arles, Francia, el 20 de junio.

Armillita se mostraba optimista de su porvenir en ese inicio de su reaparición y así se lo expresó a quien firmó como Picas en el diario El Tiempo de la capital colombiana:

Me siendo más seguro que nunca, he toreado miles de corridas, pero el temor ante lo incierto, ante el enigma de cómo embestirán los toros, no se pierde nunca... Con la muleta estoy más a gusto; pero no comparto con la tendencia moderna de casi suprimir las suertes de capa. Esta es muy bella y tiene tantos matices... Ahora salgo a torear en Bogotá como un debutante... Hace años cuando estuve, las cosas no se prestaron para grandes hazañas. Ojalá hoy pueda justificar mi larga historia ante un público tan entendido y respetable como es este...

Al día siguiente de la corrida, una fotografía ilustró la primera página de El Tiempo, un toro prácticamente llevaba en cada pitón a un torero. El pie de foto resume extraordinariamente el momento:

El cuarto toro de la corrida de ayer, un poderoso ejemplar de doña Clara Sierra hizo una extraña embestida mientras Armillita lo toreaba en forma magnífica y lo enganchó derribándolo como se ve en la foto. Su banderillero Jesús Meléndez acudió prontamente al quite, pero con tan mala suerte que también fue cogido y así en breves segundos los dos mexicanos quedaban fuera de combate. Milagrosamente ninguno de ellos sufrió la cornada que parecía inevitable y solo ligeras magulladuras y varetazos sin mayores consecuencias. Pocas veces la cámara fotográfica había registrado con tanta oportunidad un momento de tal dramatismo en la fiesta brava.

El Maestro pasó en ese día un nuevo momento de apuro. La crónica del citado Picas, entre otras cosas dice:

Lanceó bien, banderilleó colosalmente, toreó por derechazos armónicos y templados, dio en su segundo sus impecables naturales... y hasta fue cogido ¡cosa extraña!, en un derrote inesperado, pero el maestro no se arredró, sino que volvió a la pelea con más coraje. Macheteó como se hacía en las épocas en que aún se lidiaban los toros y coronó sus faenas con buenas estocadas. Cortó la oreja de su segundo en medio de enorme ovación y del grito consagratorio de “¡torero!, ¡torero!”. Sí señores, TORERO con mayúscula, torero en el más largo y ancho sentido de la palabra... Porrazos y traumatismos. – Armillita, varetazo en el muslo derecho y varias heridas en los dedos de la mano izquierda, heridas producidas con la espada...

Esta última no fue una herida por cuerno de toro, pero sí a causa de sus embestidas. A propósito de las heridas causadas por los toros, expresó Frascuelo:

Los toros dan esto porque no pueden dar otra cosa. Si dieran caramelos daría gusto torear. Pa evitar verse así no hay más que dos caminos: huir o cortarse la coleta… El que no quiera eso, que se meta a obispo...

El Maestro seguramente tenía presente ese razonamiento y nunca echó la pata pa’tras.

Esta lesión fue la que menos detuvo el andar de Armillita, pues el domingo 21 siguiente reaparecía en Monterrey para lidiar toros de San Mateo en unión del peruano Rafael Santa Cruz y el albaceteño adoptivo – nació en Iniesta, Cuenca – Manuel Jiménez Chicuelo II.

Concluyendo

Armillita fue poco castigado por los toros en casi tres décadas. Ya lo decía al inicio, solamente sufrió una cornada calificada de grave. Escribe Leonardo Páez:

… Fermín Espinosa Saucedo supo equilibrar… la miseria con el prodigio de ser hombre, y provocar en quienes lo aclamaron y en quienes, lo seguimos admirando, un orgullo profundo como aficionados pensantes a la misma Fiesta que tanto amó y a la que tanta grandeza dio…

Por razones así, es que Fermín Espinosa Saucedo Armillita es considerado uno de los más grandes de la historia del toreo.

lunes, 18 de julio de 2022

17 de julio de 1927: Refulgente Álvarez recibe la alternativa en Madrid (II/II)

Refulgente Álvarez
Archivo Casasola - Fototeca Nacional - INAH

Rumbo a la alternativa

Rafael Gómez, en su sitio Toreros Mexicanos, le consigna a Refulgente Álvarez una alternativa en el Puerto de Veracruz el día 14 de noviembre de 1926, otorgada por Luis Freg, mismo dato que contiene el opúsculo de don Luis Ruiz Quiroz titulado De Ponciano Díaz a Mario del Olmo. Matadores mexicanos, número 17 de la colección de Lecturas Taurinas Mexicanas publicadas por los Bibliófilos Taurinos de México. La revisión de la prensa mexicana disponible no refleja que Refulgente haya podido hacer uso de su título de doctor en tauromaquia en plazas mexicanas, sino que en cuanto se dieron las condiciones, regresó a España a intentar torear novilladas allá.

La tarde de Madrid

En el diario ABC de Madrid del 17 de julio de 1927, aparece la siguiente información:

Plaza de Toros de Madrid. – Hoy domingo, día 17, se celebrará una corrida de toros extraordinaria, con rebaja de precios, en la que se lidiarán seis toros de la acreditada ganadería de D. Antonio López Plata, de Sevilla, por los afamados diestros Bernardo Muñoz (Carnicerito), Francisco Peralta (Facultades) y Refulgente Álvarez, de Méjico, que tomará la alternativa.

La prensa española que pude consultar no refleja actuaciones de Refulgente Álvarez en 1927 sino hasta el día 17 de julio, esa, la tarde de su alternativa en Madrid, obtenida, según la prensa de la capital hispana, en condiciones sorpresivas, según cuenta Rafael Hernández y Ramírez de Alda Rafael, en el diario madrileño La Libertad, salido a los puestos el 19 de julio siguiente al festejo:

El cartel no fue del agrado de los aficionados, que, por primera vez en esta temporada, dejaron la plaza medio vacía. En realidad, estuvo justificada la actitud de los aficionados. La atracción del cartel era únicamente la alternativa del mejicano Refulgente, quien después de llevar más de tres años en Madrid luchando por que le dieran una novillada, se encuentra que de golpe y porrazo le ofrecen el doctorado en nuestra plaza…

Refulgente Álvarez esperaba ser contratado para torear una novillada en la plaza de la Carretera de Aragón y sin esperarlo, casi a los 40 años de edad, se le ofrece una alternativa en la plaza de toros más importante del mundo.

Respecto de su actuación esa tarde, Ángel Caamaño El Barquero, en El Heraldo de Madrid, consignó:

El recipiendario Refulgente Álvarez a ratos tuvo valentía, a ratos acusó manifiestas torpezas, y a ratos no pasó de querer, sin llegar a poder. Del torerito bullidor y suelto que vino en la cuadrilla de Lombardini y López no queda nada. Se ha transformado en un señor anticuado, que ofrece un arte anticuado también, falto de soltura, escaso de agilidad y únicamente repleto de gran voluntad, con la que no hay bastante para vivir desahogadamente en el toreo. Si la alternativa que recibió ayer le abre las puertas de las plazas mejicanas, sea muy enhorabuena. Para las plazas españolas es poco relieve el que adorna al buen Refulgente, quien con su claro criterio (que lo tiene, nos consta) comprenderá que no le decimos ningún disparate...

Y por su parte, Don Pepe, en El Noticiero, equivalente a la Hoja del Lunes de la época, en un imaginario diálogo entre los amigos Machimbarrena y Vizmanos, escribió:

- Vamos con Reluciente.

- Refulgente, señor. En el primero, que se llamaba “Capotero”, era negro bragado, terciado, con pitones y marcado con el número 33, veroniqueó movido, puso un par fácil de banderillas y después de brindar la suerte al doctor Segovia, pasa al manso con ambas manos, solito y molestado por el aire, para media baja y pescuecera, sin moverse la res en el encuentro. (Palmas de simpatía y salida a los medios).

- ¿Y en el último?

- En el sexto colocó un gran par de banderillas, medio malo y uno regular; brinda al palco de la empresa y tras pocos pases, con tanta valentía como desentrenamiento, atiza un gran pinchazo, otro, una estocada tendida y varios intentos de descabello con el estoque y la puntilla, escuchando un recadito de la presidencia...

Como podemos ver, Refulgente Álvarez mostró una tauromaquia de otro tiempo, falta de sitio y eso sí, un valor a toda prueba, pocos activos para caminar largo en esta fiesta.

Lo que después vendría

Regresó a España en 1928 y solamente alcanzó un contrato. Fue para las fiestas de Jadraque, provincia de Guadalajara, el 16 de septiembre, donde se anunció para matar dos toros de Carreros. Solamente pudo despachar al primero, pues el segundo le hirió de consideración. El semanario barcelonés Fiesta Brava, del 7 de diciembre de ese año, contenía la siguiente información:

NOTAS CORTESANAS: El matador de toros Refulgente Álvarez, ha salido para Méjico, casi repuesto de la grave cornada que le causó un toro en Jadraque en el pasado mes de Septiembre...

Como se puede ver, la cornada de Jadraque fue de bastante consideración, pues todavía en diciembre, no se había repuesto totalmente de ella.

Curiosamente, en una entrevista realizada en 1987 por Joaquín Vidal a Luis Gómez Estudiante, éste afirma que debutó como novillero el 28 de septiembre de 1928 en Pastrana, alternando con Yerberito y Refulgente Álvarez. El recuerdo de Estudiante me parece impreciso, pues el torero queretano era ya matador de alternativa por una parte y por la otra, estaba convaleciente de la cornada recibida doce días antes y que tardó mucho tiempo en sanar.

Decano de los matadores

Algo más de medio siglo después de su alternativa, caído casi en el más absoluto olvido, Refulgente Álvarez volvía a ser noticia. Por edad resultaba ser el decano de los matadores de alternativa en el retiro. José Guerra Montilla, del Círculo Taurino de Córdoba y nieto nada menos que de Guerrita, así lo daba a conocer al ABC madrileño del 11 de febrero de 1978:

Don José Guerra Montilla, vicepresidente y archivero del Círculo Taurino de Córdoba, gran erudito e historiador de la fiesta de los toros, nos remite una carta en la que tras comunicarnos el noventa aniversario del nacimiento del torero mejicano Refulgente Álvarez, matador de toros de más edad de todos los retirados, nos ofrece la relación y numerosos datos de los ocho siguientes que siguen al azteca en edad... Sebastián Suárez Aniño («Chanito»)... Eugenio Ventoldrá Niubu... Bernardo Casielles Puerta... Pedro Alfaro Castro («Facultades de Lima»)... Rafael Rubio Oltra («Rodalito»)... Salvador Freg Castro... Nicanor Villalta Serrés... José Flores («Camará»)... «Camará» es en cambio, el decano por antigüedad de los matadores de alternativa, desde el 21 de mayo de 1975, fecha en la que falleció el famoso torero mejicano Rodolfo Gaona, Su doctorado data del mes de marzo de 1918, en la plaza de Madrid...

Como podemos ver, Refulgente Álvarez retornaba a tener un puesto de importancia en la historia del toreo. Nació nació 2 años, 3 meses y 20 días antes de que Ponciano Díaz recibiera la alternativa en Madrid y él recibió la propia 37 años, 9 meses después, y además en ese determinado momento de su existencia, resultó ser, aunque fuera por un mero accidente demográfico, el matador de toros de más edad con vida sobre la tierra.

Leía en un comentario, lamentablemente sin firma, a esta entrada del blog Toreros Antiguos, del amigo Carlos González Ximénez, custodio y titular del Archivo Ragel, que concentra también los de Aurelio Rodero y Manuel Vaquero, que Refulgente Álvarez terminó sus días como portero en las instalaciones de Televisa en la Ciudad de México. Esa versión no la he podido comprobar con las distintas personas a las que he consultado al respecto. De ser así, el de Refulgente es uno de esos casos en los que, a pesar de haberse doctorado en la principal plaza del mundo, no tuvo espacio para hacer la vida en los vericuetos de la fiesta.

Así concluyo estos apuntes que, pretenden recordar en estampas algo deslavazadas, el paso por los ruedos de un torero valiente, sin duda, de esos de medio sol, de esos que lo dan todo, de esos que son los que constituyen la argamasa del edificio de la historia del toreo.

Dedico estos extensos apuntes a un queretano nativo, el amigo Octavio Lara Chávez, Callao en sus días de bloguero, quien en otro medio se había ocupado ya de este asunto y a otro adoptivo, Gabriel Lecumberri, al que creo que le gustan este tipo de historias.

Aviso parroquial segundo: De nueva cuenta los resaltados en los textos transcritos son obra de este amanuense, toda vez que en sus originales, no constan de esa manera.

domingo, 20 de junio de 2021

Hace 90 años: La alternativa de David Liceaga en Barcelona

El anuncio de la alternativa de David Liceaga
Mundo Deportivo, Barcelona 21/06/1931
David Liceaga fue uno de los triunfadores de la temporada novilleril de 1930 en El Toreo – sumó 11 festejos en ella – y eso le valdría el boleto para recibir allí mismo la alternativa en la temporada grande 1930 – 31. El hecho ocurrió el domingo 11 de enero de 1931, apadrinándole Chicuelo y fungiendo como testigo Carmelo Pérez con un encierro de Zacatepec. David tuvo una actuación triunfal con Palillero, toro de la ceremonia y fue sacado a hombros de la plaza al final del festejo.

Volvería al coso de la colonia Condesa el 8 de febrero de ese año para alternar con Chicuelo, Marcial Lalanda, Pepe Ortiz, Heriberto García, Manolo Bienvenida, Carmelo Pérez y Alberto Balderas en la lidia de toros de La Laguna y disputándose la Oreja de Oro. Fue una tarde de esas que quedan en la memoria de los aficionados, pues Manolo Bienvenida le cortó el rabo a Corbetero, el quinto de la corrida y se daba por hecho que era el ganador del trofeo, pero David Liceaga tenía todavía algo que decir y con Melandro, el que cerró plaza, realizó una faena de esas que hacen historia, le cortó el rabo y el público asistente a la plaza le adjudicó al final el trofeo en disputa.

Reaparecería el domingo siguiente acartelado con Chicuelo, mano a mano, en la corrida de Covadonga para lidiar tres toros de San Mateo y tres de Queréndaro. Esa tarde le cortaría el rabo a Espartero de San Mateo, tras de cuya lidia daría la vuelta al ruedo junto con don Antonio Llaguno y al final del festejo, saldría nuevamente en hombros de El Toreo.

Su campaña española de 1931

Con ese bagaje David Liceaga marchó a hacer campaña en ruedos hispanos. Tenía, sin duda, las credenciales para obtener con inmediatez una alternativa allá y comenzar a actuar como matador de toros de inmediato, pero prefirió comenzar por torear novilladas y de esa manera adquirir rodaje ante el toro español y darse a conocer ante los distintos públicos de aquellas tierras.

Se presentó el 3 de mayo de ese calendario nada menos que en la plaza de Sevilla, alternando con Juan Martín Caro Chiquito de la Audiencia y Antonio García Maravilla en la lidia de novillos del conde de Santa Coloma. Su buena actuación le valió para que al cartel ya anunciado para el siguiente domingo se le agregaran otros dos novillos de la ganadería anunciada, Miura y repetir junto a Pepe Bienvenida, Chiquito de la Audiencia y Alfredo Corrochano y esa tarde le consiguió actuar por tercer domingo consecutivo en la Maestranza, ante novillos del marqués de Guadalest junto a José Luis Bernal Capillé y Maravilla.

Acerca de su actuación ante los novillos de Miura, José María del Rey Caballero Selipe, en esas calendas cronista del diario Noticiero Sevillano, escribió:

David Liceaga se aparta como banderillero de todos los rehileteros conocidos; juega con el toro venciendo en las vueltas y los quiebros las acometidas bruscas y violentas que todavía tienen los animales en el segundo tercio; llega con precisión rara a coger los pitones de los toros, salvando matemáticamente el embroque de frente; conoce los momentos del tercio de tal modo que puede hacer cara al cornúpeto deteniéndolo en su embestida... Con la flámula marca y acusa de un modo absoluto su personalidad exclusiva y en este particular de su labor confirmó hasta el máximo las loables cualidades apuntadas en su debut que nos hicieron decir al juzgarle que recordaba por su esfuerzo y por su consciente arrojo los tiempos en los que se toreaba a todos los toros... Fue sacado de la plaza, en hombros, por la Puerta del Príncipe y así lo llevaron hasta el hotel, y al balcón de éste lo hicieron asomarse repetidas veces para corresponder al entusiasmo de las numerosas personas que le aplaudían...

En ese entonces las salidas por la Puerta del Príncipe no estaban reguladas como hoy en día, pero el hecho de que la afición hispalense haya sacado por allí a David Liceaga, sin que las crónicas reflejen corte de apéndices, deja ver la importancia de su actuación esa tarde.

Tras de esas actuaciones continuadas en la plaza del Baratillo, David Liceaga hizo una campaña intensa por las principales plazas de España, hasta llegar de nueva cuenta a la alternativa, la que recibiría el 21 de junio de ese año del 31, en la Plaza Monumental de Barcelona.

La corrida de la alternativa

La empresa de don Pedro Balañá siempre fue generosa con los toreros mexicanos. No es gratuito que se considere siempre que Barcelona fuera el puerto de entrada de los diestros de nuestra tierra a las plazas de España. Me cuentan quienes lo conocen, que en el despacho del Balañá viejo, había un gran muro tapizado de fotografías de diestros mexicanos que habían actuado en sus plazas. Es una pena que hoy eso sea solamente un recuerdo.

Para el domingo 21 de junio se anunciaron toros del marqués de Guadalest para Manolo Bienvenida, un novedoso torero toledano que recién había confirmado en Madrid llamado Domingo Ortega y como decía, la alternativa de David Liceaga.

A la vuelta de los años lo que trascendió fue la efeméride, porque el mal juego de los toros echó a perder las ilusiones del toricantano y las de sus alternantes. Trincherilla, cronista del semanario barcelonés La Fiesta Brava, en el ejemplar fechado el 26 de junio de ese 1931, reflexiona acerca del ganado lidiado lo siguiente:

¿Pero a quién se le ocurriría destinar para tan solemne ocasión los productos ganaderiles del Sr. Marqués de Guadalest? … Colgar este nombre en los carteles y darle al aficionado en la nariz un tufo nauseabundo a buey de carreta todo fué uno… Era cosa prevista el indecente juego de las reses del prócer sevillano, pero no podíamos imaginar que llegase a tanto la desesperante mansedumbre. Grandotes, con pitones, bastos y zancudos. Una verdadera delicia de presentación. ¡Y fué lo mejor que tuvieron! La desesperante mansedumbre de los Guadalest sacaron de sus casillas a los espectadores que no cesaron en toda la tarde de abroncar al ganadero, y momento hubo en que la paciencia del público llegó al límite y a punto estuvo de originarse un conflicto… Si en la tierra hubiera justicia el nombre de este ganadero no figuraría jamás en los carteles de Barcelona… Lo de hoy fué una indecencia en la más amplia acepción de la palabra…

Manolo Bienvenida le cedió los trastos a David Liceaga para pasaportar a Chuponero, negro y cornalón, un toro que pudo traer de cabeza a más de alguno. Sigue contando Trincherilla:

La flamenquería de “Chuponero” crecía por momentos, cuando Bienvenida entregó los trastos a Liceaga, aplaudiendo el pueblo la ceremonia… Un ayudado por bajo, doblando bien, fue la inicial de la faena en la que el nuevo doctor hubo de porfiar mucho y meterle al bicho la franela en los hocicos para que embistiera. No cabían fililíes con aquel huesarranco que cabeceaba sin parar, espantándose las moscas a cornadas. Unos tirones y unas dobladas eficaces por bajo y cuando el galán se puso a tiro, un pinchazo bien señalado, y dos medias estocadas. Dobló el mansurrón, volvió a ponerse en pie y atronó Liceaga con el descabello…Se pitó de recio al toro en el arrastre y al nuevo doctor se le ovacionó fuertemente. Tenía mucho que roer aquel hueso que se le hubiera atragantado a muchos toreros y Liceaga se lo quitó de encima con más decoro del que merecía el flamenco “Chuponero” …

Ante el sexto de la corrida tuvo David oportunidad de lucimiento. Los diarios madrileños se ocuparon del festejo con mayor o menor extensión. El corresponsal de El Heraldo de Madrid, refleja lo siguiente:

Sexto. – Mansurrón y sosote. Liceaga se luce con la capa, toreando a la verónica ceñido y con arte. (Ovación.) El toro cumple en varas, luciéndose en los quites los maestros. Liceaga coge los palos y prende tres superiorísimos pares, que se ovacionan con entusiasmo. Con la franela el mejicano instrumenta una gran faena por naturales, en redondo, ayudados y de pecho, que se jalean, ovacionan y premian con música. Liceaga, muy valiente, hace toda la faena metido entre los pitones. En cuanto el toro cuadra Liceaga se arranca por derecho y cobra una entera, de la que rueda sin puntilla. (Ovación y petición de oreja.) …

En El Imparcial, José Quilez relata con brevedad lo ocurrido en la corrida, pero atribuye a David Liceaga el haber cortado la oreja del sexto:

David Liceaga, que tomaba la alternativa, trasteó al peligrosísimo bicho primero cerca y tranquilo y lo tumbó de un gran pinchazo y dos medias estocadas. En el último, manso también, lo sacó al centro del ruedo y allí hizo una excelente faena con la muleta, valentísima y torera, artística y emocionante, para una entera superior. Oyó una gran ovación, se le concedió la oreja y dio la vuelta al ruedo en medio de una clamorosa ovación…

La crónica aparecida en La Fiesta Brava ya referida, señala al final que la afición quiso sacar en hombros a David Liceaga, pero que él se opuso con rotundidad, en lo que hoy calibro yo como un gesto de honradez, al no haber culminado un triunfo redondo en esa tarde.

El resto del festejo

Manolo Bienvenida trajo el santo de espaldas, pues le correspondió lidiar un lote de sobreros, el segundo bis de Gabriel González y el cuarto bis de Mariano Bautista. Con el primero que le tocó estuvo discreto y con el cuarto, fue abroncado junto con el ganadero. Domingo Ortega por su parte, fue aplaudido en el primero de su lote y dio una vuelta al ruedo tras de una fuerte petición de oreja, después de despachar al quinto.

El día después de David Liceaga

Confirmaría su alternativa barcelonesa el 25 de septiembre de ese mismo año de manos de Nicanor Villalta y fungiendo como testigo Domingo Ortega, los toros fueron de José Encinas y el de la cesión se llamó Buñuelo.

Posteriormente renunciaría a la alternativa que recuerdo este día y volvería a recibir otra en El Toreo de la Condesa, la definitiva, el Fecha: 18 de diciembre de 1938, siendo su padrino Fermín Espinosa Armillita y atestiguando la ceremonia Silverio Pérez. Los toros fueron de La Punta y el de la alternativa fue llamado por sus criadores Cabrero. Esa tarde, lo grande lo realizó ante el sexto, Trianero, al que le cortó el rabo.

Todavía quedaban grandes faenas que firmar por David Liceaga: Bombonero de La Laguna, Azafranero de Carlos Cuevas, Zamorano de San Mateo, Bonfante de Xajay, Afinador de Torrecilla, Cirquero de Zotoluca o Florista de Torrecilla, historias todas que merecen ser contadas y a las que seguramente, en su día encontraré un espacio por aquí.

Aviso Parroquial: Los resaltados en los textos de Selipe, Trincherilla y José Quilez son obra imputable únicamente a este amanuense, pues no están así en sus respectivos originales.

Aldeanos