Rogerio García Pérez Antonio Martín Maqueda El Ruedo |
La función de estreno se llevó a cabo en el añorado Teatro Apolo de la capital española el día 1º de mayo de ese 1903 a teatro lleno y era el beneficio de Emilio Carreras. La crítica teatral en los diarios madrileños le dio buen trato, según se lee enseguida:
Escrita la obrilla indudablemente para que Carreras pudiera lucir su mucha gracia, no buscaron en ella los Sres. Arniches y García Álvarez ocasiones en que sacar a plaza sus condiciones de literatos. Quisieron entretener y hacer reír, y esto lo lograron con sal muy en terrón, pero en tal medida que «El terrible Pérez» alcanzó un éxito, no sólo franco, sino ruidoso.... (Ch., en El Imparcial, Madrid, 2 de mayo de 1903)
... «El terrible Pérez» se hará centenario en los carteles, que dará mucho dinero y que los autores fueron aclamados y aplaudidos frenéticamente al terminar la representación, queda dicho lo más interesante.
Emilio Carreras, que celebraba anoche su beneficio, encarnó maravillosamente el tipo de Pérez. que está hecho a su medida, y con justicia fué ovacionado varias veces durante la representación... (A. Melanluche, en El País, Madrid, 2 de mayo de 1903)
Como se puede ver, tanto los autores de la zarzuela, como el intérprete del papel principal de ella, pasaron con sobresaliente nota el examen de la crítica y tan es así, que El Terrible Pérez se ha seguido representando en los teatros de España, como una de las piezas de ese género en que el humor es el eje de su trama.
El Terrible Pérez de los toros
Rogerio García Pérez nació en Lisboa el 8 de junio de 1890. Hijo del auxiliar de farmacia Benito Pérez y Domínguez, originario de Évora, pero hijo de españoles y de Fabiana García Pérez. Le apadrinó en su bautismo don Manuel Pereira Guimarães, el farmacéutico con el que laboraba su padre y el que años después le conseguiría la habilitación para ser el encargado de la farmacia de la plaza de toros de Campo Pequeno.
Por la ocupación de su padre, pronto acudiría a cuanto festejo se daba en la principal plaza de toros de Portugal y así, en el año de 1895, en una tarde en la que el inmenso Guerrita fue herido en ese ruedo, pasó a la enfermería a ser atendido por don Benito, el padre de Rogerio y al no haber sillas suficientes para colocar la casaquilla del Califa cordobés, esta fue colocada sobre los hombros del chiquillo. Cuenta Antonio Martín Maqueda, en el número de El Ruedo fechado el 10 de enero de 1952:
Fue el caso que, por ser cogido en 1895 en aquella Plaza de toros el gran torero cordobés que se llamó Rafael Guerra, “Guerrita”, tuvo que ser asistido en la enfermería, y como en ella no existía más que una cama y una silla – esta deficiencia de las enfermerías aún continúa en muchas Plazas portuguesas –, y ésta fuera necesaria, colocaron sobre los hombros de Rogerio Pérez la casaquilla del gran torero, lo que dio gran satisfacción a su progenitor y a su padrino, el farmacéutico de la Plaza, don Manuel Pereira Guimarães, y fué mirado con veneración por aquellos buenos aficionados del barrio de Doña Estefanía durante todo aquel invierno; hecho que dejara en su psicología profunda huella. Es posible que entonces dijera “Guerrita” aquella frase que nunca olvidan los aficionados portugueses: “Extraño país donde no se permite que los hombres maten los toros, y sin embargo, se deja que los toros maten a los hombres”.
Presenció en Campo Pequeno la cogida y muerte del caballero en plaza Fernando de Oliveira y eso le llevó a alejarse un tiempo de las plazas de toros y se sumergió en las profundidades de la literatura y el teatro, en la compañía de su amigo Mario Sa – Carneiro. En esa época fue cuando conoció la zarzuela que he mencionado al principio. Cuenta Alberto Franco en la revista portuguesa Novo Burladero, en su artículo conmemorando el 40º aniversario del fallecimiento del cronista:
…Del teatro nació el seudónimo que lo popularizó. Mientras circulaba una zarzuela cómica llamada “El Terrible Pérez”, sus amigos comenzaron a llamarlo de esa manera. Rogerio adopta de buena gana el apodo y empieza a firmar con él sus escritos taurinos. Comenzó en 1915, en “Cómicos e Fenómenos. Semanario Taurino & Teatral”, dirigido por Luis Marques Junior, pero al año siguiente se lanzó como director de “Sombra – Sol”, periódico dedicado exclusivamente a la tauromaquia…
Posteriormente llegaría al Diario de Lisboa y en 1925 recibiría la encomienda de entrevistar a Juan Belmonte, quien se reuniría allí con Eduardo Pagés para discutir una posible reaparición en los ruedos vestido de luces. Sigue contando Alberto Franco:
…fue testigo de las negociaciones con el empresario Eduardo Pagés, en Lisboa, que llevaron a la primera reaparición de “El Fenómeno”, en 1925. “Soliloquio” cuenta que Rogerio Pérez “recibió en el «Diario de Lisboa» la encomienda de entrevistar a Juan Belmonte, que regresaba del Perú, y en una cena que el fado prolongó, escuchó la fabulosa propuesta que el empresario Pagés le haría al trianero: ¡medio millón de pesetas por veinte corridas!
Su relación con Antonio Cañero, y la corrida integral
Trabó amistad con el rejoneador cordobés Antonio Cañero y entre 1925 y 1928 se dedicó a acompañarle y apoderarle. Esa actividad le sirvió para escribir El Libro de Cañero, publicado, según sus datos del Registro General de la Propiedad Intelectual dados a conocer en la Gaceta de Madrid del 2 de septiembre de 1927, ese mismo año, por la Imprenta Helénica y tuvo por objeto el refutar una obra de quien, firmando como Pepe Luis, escribiera bajo el título de Cañero no existe.
El acompañamiento de Antonio Cañero no le impidió el participar activamente en la organización de una serie de corridas con muerte que se dieron en Lisboa en el año de 1927 – a las que me referí la semana pasada aquí mismo – y posteriormente en el año de 1933, pues El Terrible Pérez era un convencido defensor de lo que él llamaba la corrida integral. Cuenta Antonio Martín Maqueda en el ya citado número de El Ruedo:
Apartado un poco de los toros por considerar… que la “tourada” era menos verdadera que la corrida integral, de la que, ferviente partidario, ha dado y sigue dando eficientes pruebas defensivas. En este punto ha demostrado sus grandes dotes diplomáticas, porque aun haciendo la contra a la “tourada”, nadie ha podido censurarle. Tal ha sido su equilibrada propaganda aquí donde muchos consideran que el no ser partidario de ella no es ser buen portugués…
Esa afición por la corrida integral, le llevó a participar en la fundación de una Escuela Taurina en Lisboa. Y consiguió con los patronos de ella, llevar de director de la misma nada menos que a Cayetano Ordóñez Niño de la Palma. Cuenta Francisco Montero Galvache en el semanario El Ruedo del 7 de febrero de 1946:
...La Escuela – nos informa Cayetano Ordóñez – ha sido creada por iniciativa de los populares críticos taurinos lisboetas Pepe Luiz y El Terrible Pérez, entre otros notables aficionados, y bajo la protección del Club Tauromáquico de Lisboa y del sector. El sostenimiento de la Escuela correrá a cargo de estos Círculos – cuyos socios contribuyen mensualmente para este propósito - y tendrá el apoyo económico del Sindicato de Espectáculos. Se darán cursos teórico – prácticos, con la colaboración de los toreros retirados Manuel y Alfredo Dos Santos y los ganaderos señores Andrade, Palha, Pinto Barreiro, Moura y Nuncio. Las clases abarcarán toda la temporada, dando comienzo casi siempre en el próximo mes de marzo...
Rogerio García Pérez, el escritor
La obra literaria de Rogerio García Pérez no se reduce únicamente a la crónica de toros. Es además autor de la novela José Luiz El Português, que narra la historia de un joven que toma el camino de España y triunfa allí como novillero y también los libros: Vaya por Ustedes! (1925) colección de crónicas publicadas en la prensa; El Libro de Cañero (1927); Seis estrellas (1925); De Lisboa a Sevilla por los Pirineos (1929); Franco” (1940); ABC da Tauromaquia (1945), Meio Século a Ver Touros (1945) y Siervo de Reyes y Presidentes: de la Monarquía a la República, de D. D. Luís al Sr. General Carmona (1945), que recoge las memorias de Vital Fontes, mayordomo del Palacio de Belém, recientemente reeditado.
El Terrible Pérez falleció en el año 1979. Creo que son pocas las personas que pudieron contar haber visto a cuatro de los cinco Califas del toreo cordobés, pues como he apuntado al inicio, tuvo la fortuna de ver a Guerrita, Machaquito, Manolete y El Cordobés, fuera en su plaza de Campo Pequeno o en alguna de las españolas que tanto frecuentó.
Es así que de esta manera presento a Ustedes a un escritor que no es muy conocido en nuestros días, pero que seguramente tendrá en su obra, interesantes puntos de vista para discutir.