Una tarde en la que se otorgan dos alternativas no es frecuente en la historia de la fiesta. Así lo discurre Julio Ichaso, cronista del diario barcelonés La Vanguardia, quien, en el introito de su relación de esta corrida, refiere:
En lo que va de siglo se han otorgado las siguientes: el 10 de octubre de 1909, en Barcelona, La recibieron los diestros mejicanos Carlos Lombardini y Piña y Pedro López e Hinojosa, de manos de «Machaquito» y Moreno de Alcalá. El 26 de septiembre de 1918, en Madrid, con Joselito «El Gallo», como padrino se doctoraron Manuel Varé y García «Varelito» y Domingo González Mateos «Dominguín». Hasta el 12 de octubre de 1950 no se efectúa otra doble alternativa. «Cagancho» la confirió, en Valencia, a Julio Aparicio y Miguel Báez «Litri». El 1o de noviembre de 1951 tuvo lugar en Utrera (Sevilla) la misma ceremonia a favor de Juanito Doblado y Juan de Dios Pareja Obregón, de manos de «Chicuelo». De nuevo, nuestra plaza de Barcelona y durante los festejos de Nuestra Señora de la Merced, el 27 de septiembre de 1956, César Girón se las otorga a sus hermanos Rafael y Curro Girón, diestros venezolanos. La última alternativa doble que nos acordamos se refiere a Diego Cadena Torres, ecuatoriano, y Pepín Vega, los cuales, precisamente el 19 de septiembre de 1971, en el coso de La Algaba (Sevilla) recibieron los entorchados de matadores de toros de manos de «Utrerita»…
El encierro a lidiarse fue de Juan Mari Pérez Tabernero, de Matilla de los Caños, Salamanca, ganadería que actualmente lidia como Montalvo. Una corrida escasa de fuerza, que, a decir de las crónicas, condicionó en gran medida el resultado final de la corrida. Escribió Rafael Manzano para la Hoja del Lunes de la capital catalana:
El encierro de don Juan María Pérez Tabernero careció de fuerzas. El primero ya se ha dicho: cayó en la arena y allí tuvo que ser apuntillado; el segundo, llegó a la muerte con un refilonazo y dos pares de banderillas; el tercero, no aguantó más que una vara; el cuarto, una res más hecha, acusó media arrancada en el último tercio; el quinto tuvo una embestida larga, aunque punteó algo por el derecho; y, el que cerró plaza fue un pan sin sal, y también carecía de fuelle…
Y agregaría Juan Fontanet del diario Mundo Deportivo, más o menos en la misma línea de pensamiento:
…la corrida de Juan Mari Pérez Tabernero de ayer tarde en la Monumental de nuestra ciudad, primera de este ejercicio, no pudo satisfacer más que a contados espectadores, de esos que cuando un toro no puede con el rabo, y se cae y se vuelve a caer y el espada, montera en mano, solicita el cambio de tercio después un puyazo, cuando no de un leve picotazo, aplauden alborozados, sin comprender que al hacer esto, lo que hacen, en realidad, es aplaudir la inexistencia del toro. Porque si lo que salió por chiqueros es un toro, un toro de verdad, ni con vara ni con dos lleva suficiente castigo…
Y es que, dice la máxima, cuando se cae el toro, se cae la fiesta, y eso es una verdad que no se puede negar.
La alternativa de Frascuelo
El primero en recibir los trastos de Curro Romero fue Carlos Escolar Frascuelo, con la cesión del toro Desconocido, número 27. Pero lo destacado de su primera tarde como matador de toros lo tuvo con el quinto de la corrida, de nombre Gatuno, ante el que, de conformidad con lo que escribió el cronista de la Hoja del Lunes, realizó lo siguiente:
Al quinto, una res cornivuelta la saludó «Frascuelo» con dos largas cambiadas, de hinojos. Y volvió a lucirse en un quite por gaoneras. Esta vez fue premiado con palmas en las banderillas. Construyó el maestro una faena larga y voluntariosa, iniciada con tres pases ambas rodillas en la arena. Nos gustaron algunos naturales, pero siempre con el defecto de que la res le engatillase el engaño. Mató con agallas, de una hasta la bola, chispa tendida. Y como el respetable había ido con ganas de divertirse pidió la oreja concedida por el «usía». Dio la vuelta al ruedo con una cargazón de flores…
La tarde de Paco Alcalde
El torero manchego fue investido como matador de toros en el tercero de la tarde, nombrado Azuceno, número 36, pero al igual que Frascuelo, la médula de su actuación se encontraría con el toro que cerró plaza, anunciado como Leñador y del que refiere Julio Ichaso que su actuación fue:
Sexto, número 75, «Leñador». Se escobilló al rematar en tablas. Admiramos lances estupendos. Los garapullos los clavó Alcalde con gran juego de brazos, el último extraordinario, por dentro jugándose el tipo. Muchas palmas. Faena muy peculiar del manchego iniciándola con pases por la derecha, en dos tandas, a cuál más atractivas y llevando a su oponente uncido al engaño, sin perderle la cara. Olés y música. Todo lo realizó cerca, cerquísima, sin vacilaciones ni dudas. Un metisaca y, a la segunda ida hacia el morlaco, clavó la espada con una herida mortal de necesidad. Cortó una oreja y lo pasearon a hombros por la arena, al igual que a su compañero «Frascuelo»…
La tarde de Curro Romero
Las opiniones acerca de la actuación de Curro Romero son encontradas. No hay dos que coincidan en cuanto a forma ni en cuanto a fondo. La opinión de Rafael Manzano en la Hoja del Lunes es la más desarrollada, pero sin dejar de señalar que el maestro salió abroncado de la Monumental:
…confesemos que lo más artístico de la tarde a él se lo vimos: cuatro verónicas, lentas, armoniosas, con aire de sonata. Lástima que el toro, de chocolate, leche y mantequilla, careciera de fuerza. Casi sin picar y con dos pares de banderillas pasó al último tercio. Montó el maestro una faena adornada, donde destacaron algunos pases de la firma, llenos de garbo, así como algunos ayudados. Pero la res estaba completamente agotada. Y el maestro la rindió de un pinchazo y un bajonazo. Protestas. El cuarto de la tarde, una res astifina, no gustó al faraón desde que pisó la arena. Lo lanceó con la pañosa, movido. La res tomó dos varas, muy fuertes y llegó con media arrancada al último tercio. Curro Romero, se limitó a un toreo por la cara y a aventarle las moscas a su enemigo. Al que despenó de un pinchazo hondo y una estocada propinada a paso de banderillas. Bronca…
Fue Curro Romero en estado puro.
El devenir de los toricantanos
Paco Alcalde tuvo un breve espacio de gloria en las temporadas de 1975 a 1978, en las que toreó más de una cincuentena de corridas en cada una de ellas, llegando a ser una de las cabezas del escalafón, posteriormente comenzó a descender su número de actuaciones hasta que en el año de 1994, cambió el oro por la plata, habiéndose colocado en diversas cuadrillas, entre ellas, la de su sobrino Francisco Rivera Ordóñez.
Por su parte Carlos Escolar Frascuelo a la fecha se mantiene dentro del escalafón de matadores de toros, y hasta hace relativamente poco tiempo, era un infaltable en las corridas del verano madrileño, festejos en los que enfrentaba toros de los que no todos los diestros aceptan, y siempre desarrollando una tauromaquia clásica e inclinada hacia la pureza.
La corrida del día siguiente
La corrida del lunes 15 de abril, con los toros de don Lisardo Sánchez para El Viti, Niño de la Capea y Manolo Arruza, se suspendió por lluvia y quedó pospuesta para el domingo 28 de abril.