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domingo, 17 de noviembre de 2024

17 de noviembre de 1963: La alternativa de Mauro Liceaga en la reinauguración de la Monumental Monterrey

Mauro Liceaga, El Queretano y José García El Charro
15 de abril de 1973
Cortesía: Francisco Tijerina
La plaza Monumental Monterrey había sido inaugurada el domingo 29 de agosto de 1937, con una corrida de toros en la que alternaron Fermín Espinosa Armillita y Lorenzo Garza ante toros de La Punta. Vestida de china poblana, la señorita Hermila Anaya realizó el despeje y las reseñas de la prensa de la época a mi alcance, señalan que el general Juan Andrew Almazán fue calurosamente ovacionado cuando se instaló en su palco de contrabarrera. Armillita le cortó el rabo a Pandereto, quinto de la tarde y por su parte, El Ave de las Tempestades se llevó la oreja del cuarto y el rabo del sexto. Lorenzo Garza salió en hombros de la multitud, no así el Maestro de maestros, que entró en la enfermería después de la vuelta del quinto, a que se le atendiera una herida en la cabeza, producto de un botellazo, seguramente dedicado por un garcista inconforme durante la vuelta después de la lidia del quinto. 

De acuerdo con la Guía de la América Taurina de Luis de Tabique, publicada en el año de 1955, tenía una capacidad de 11,500 espectadores. La plaza estaba coronada en su parte superior de sus tendidos, por una serie de palcos de madera, mismos que por el material con el que estaban construidos, algo más de un cuarto de siglo después de su estreno, seguramente tenían ya evidente deterioro y, además, por su disposición, eran de capacidad reducida. Seguramente por esa razón, quienes llevaban el coso en esos días don César Garza y don David Yamallel, representantes de Espectáculos Monterrey, S.A., decidieron suprimir esos palcos y convertirlos en localidades ordinarias, dándole a la plaza la fisonomía que actualmente tiene.

En esas condiciones se programó una feria de reinauguración con tres corridas de toros, los días 17, 20 y 24 de noviembre de 1963. La primera sería con toros de La Punta, para Juan Silveti, Juan García Mondeño y la alternativa de Mauro Liceaga; la segunda, con Alfredo Leal, el lusitano José Julio y el torero cordobés Manuel García Palmeño ante toros de Reyes Huerta y cerraría el ciclo un encierro de Mimiahuápam, de don Luis Barroso Barona, para Jesús Córdoba, Joselito Huerta y Joaquín Bernadó. Una feria breve, con carteles formados con buena imaginación y de acuerdo a lo mostrado en la prensa de ese tiempo, con encierros bien presentados.

La feria de reinauguración
Diario El Porvenir

El festejo de la reinauguración

El interés de la corrida de la reapertura de la plaza Monumental Monterrey tuvo un ingrediente adicional al implícito en el interesante cartel que era el llamado a asistir al evento y al hecho en sí mismo. Lo constituían una serie de declaraciones de Mondeño, en las que anunciaba que dejaba los ruedos y se dedicaría a la vida monástica. Entre otras cosas, declaró al Licenciado Antonio García Castillo Jarameño, lo siguiente:

Mi mayor ilusión es volver a esta tierra, porque mi pensamiento está en los corazones de todos. Pero quiero regresar, no toreando, sino bendiciendo con las sagradas palabras del Evangelio, que es la palabra más verdadera, porque es la que nunca muere…

Efectivamente, el siguiente marzo, Juan García Mondeño ingresaría al postulantado de la Orden de Predicadores (Dominicos) y tomaría los hábitos en agosto de 1964. Dejaría la vida religiosa año y medio después para reaparecer en Lisboa el 17 de marzo de 1966 y permanecer activo en los ruedos hasta 1970. Falleció en enero de 2023.

Quizás el principal atractivo del cartel de reinauguración era la alternativa de Mauro Liceaga, un torero que era parte de una de las dinastías más extensas del llamado planeta de los toros. Y llegaba a ella después de hacer una importante campaña novilleril en ruedos hispanos, presentándose y triunfando en los principales escenarios de aquellas tierras. El cierre de su temporada fue fuerte, triunfando en Jerez, en una Feria de la Vendimia que se ofreció al final del mes de septiembre, en Sevilla, en el mes de octubre donde dio dos vueltas al ruedo con petición de oreja y principalmente, en Madrid, donde cortó una oreja a un novillo de Samuel Flores, escribiéndose en el semanario El Ruedo a ese propósito lo siguiente:

El mejicano Liceaga – ¡qué recuerdos nos trae este apellido, tan de torero azteca! – lució en varios muletazos, excelentes, al quinto de la tarde. Faltó ligazón, pero hubo temple y buen estilo. Entró a matar con decisión y cobró una estocada a cambio de una cornada. Cortó la oreja. Apéndice muy merecido...

Esas eran las cartas credenciales del torero que se doctoraría en esa señalada tarde y que ante el primer toro que pisara el renovado coso, realizó lo siguiente:

Acto seguido, y ante la expectación de las 20,000 personas que llenaban la plaza; Juan Silveti cedió los trastos a Mauro Liceaga para convertirlo en el benjamín de los espadas mexicanos, atestiguando la ceremonia Juan García "Mondeño"... Después de brindar la muerte de su primer toro al público y a su padre; Liceaga se arrodilló cerrado en tablas para darle a “Africano” una tanda de escalofriantes muletazos de rodillas. Vinieron luego los ayudados por alto y los derechazos aguantando impávido el torero las acometidas de la res... Como la embestida del toro era cada vez más corta, Liceaga volvió a la carga con el toreo de rodillas, consiguiendo su propósito de entusiasmar al público, para que al dejar una estocada en todo lo alto, se le concediera una oreja, dando además la vuelta al ruedo, devolviendo prendas y recibiendo el cariño del público...

Me llama la atención el hecho de que el anónimo cronista del diario El Porvenir de Monterrey, salido al día siguiente de la corrida, aparte de describir con gran detalle la actuación del toricantano, señale como capacidad de la plaza la de 20,000 localidades. Seguramente hubo sobrecupo esa señalada tarde, pero no creo que haya llegado a tales proporciones.

Mondeño le cortó la oreja al tercero de la tarde, por una labor que llevó su sello personal:

Juan García “Mondeño” se llevó una oreja ayer tarde, galardón que ganó ante el primero de su lote, al que toreó soberbiamente de capa en sus muy personales lances... principió “Mondeño su faena para recetar al morito una tanda de estatuarios con los pies bien clavados en la arena. Vinieron luego los derechazos con el sello de la casa, rematando siempre con el forzado; naturales superiores por el temple y el aguante del torero y el colofón de su manoletina trágica y bella... Mató de una estocada hasta la yema, ligeramente caída, pero suficientemente buena para que el toro doblara y se fuera al desolladero sin uno de sus auriculares, que el público y la autoridad concedieron al misterioso torero...

Habrá que anotar para la estadística, que en el quinto de la corrida se le tiró un espontáneo a Mondeño, que fue oportunamente neutralizado por las fuerzas del orden y que en correspondencia, el torero de Puerto Real le brindó la muerte del toro a los agentes de policía comisionados en la plaza.

Por su parte, Juan Silveti apenas pudo lucir en el primer tercio con su toreo a la verónica, porque sus toros se quedaron parados. Pascual Navarro Pascualet, peón de confianza del Tigrillo, fue alcanzado al salir de un par de banderillas en el segundo de la tarde y recibió una cornada con una extensión de 15 centímetros en el muslo derecho, sin lesiones vasculares de importancia, con pronóstico de 15 días de recuperación.

El futuro de Mauro Liceaga

El porvenir de Mauro Liceaga parecía promisorio, tanto que estaba anunciado como parte del elenco de la temporada 1963 – 64 de el Toreo de Cuatro Caminos, en ese calendario en el que el ciclo de corridas de toros de la capital mexicana se ofreció a plaza partida y que tenía como cabeza de cartel a Manuel Benítez El Cordobés.

Pero apenas tres meses después de su alternativa, en la misma plaza de Monterrey, un toro de Santa Marta le daría una gravísima cornada en el vientre que lo tuvo parado bastante tiempo. Eso no le impidió ser parte de carteles importantes, como el de su confirmación de alternativa en la Plaza México el 14 de febrero de 1965 con Rafael Rodríguez y El Cordobés; el de la confirmación de Manolo Martínez en ese mismo ruedo, con Mondeño o en las presentaciones de Paquirri en diversas plazas de nuestra República.

Otra cornada, esta en Guadalajara, el 15 de febrero de 1970, por un toro de El Rocío, terminaron por ralentizar el andar por los ruedos de un torero que estaba llamado a ser una importante carta de la baraja taurina mexicana. 

Mauro Liceaga falleció el día de San José de 2017.

Aviso parroquial: Agradezco a mi Patrón Francisco Tijerina Elguezabal el que me haya facilitado el acceso a las páginas del diario El Porvenir de Monterrey, así como la información proporcionada para entender los cambios realizados a la plaza Monumental para efectos de su reinauguración.

domingo, 16 de junio de 2024

17 de junio de 1951: Juan Silveti confirma su alternativa en Madrid

Con la oreja de Pavito
Madrid 17 de junio de 1951
Foto: Martín Santos Yubero
Juan Silveti Reynoso era hijo de torero. Su padre, quien llevaba el mismo nombre y entre otros apodos, el de El Tigre de Guanajuato, fue una destacada figura en el primer cuarto del siglo XX en los ruedos de España y de México y había recibido primero una alternativa en enero de 1916 en El Toreo, misma que debió revalidar en Barcelona el 18 de junio de ese mismo año y después confirmarla en la Plaza de la Carretera de Aragón el 8 de abril de 1917, apadrinándole Rafael Gómez El Gallo y fungiendo como testigos Castor Jaureguibeitia Cocherito de Bilbao y Pacomio Peribáñez - curiosamente asesor artístico de la presidencia esta señalada tarde -, siéndole cedido el toro Zarcillo de Salvador García de la Lama.

En este mismo sitio he expuesto algo de la vida, obra y hazañas del también llamado Juan sin Miedo, así que hoy intentaré recordar el hecho de que su hijo, siguiendo sus pasos, confirmó también su doctorado en la capital española, ahora en la Plaza de Toros de Las Ventas, aprovechando que, después de cuatro años, las relaciones taurinas entre México y España se reanudaron el 25 de febrero anterior, con la celebración de tres Corridas de la Concordia en Madrid, Barcelona y México. Precisamente Juan Silveti se presentó en cosos hispanos actuando en la capital catalana ese día. A propósito de su actuación en ese festejo, entre otras cosas, escribió Eduardo Palacio, cronista del diario La Vanguardia al relatar la corrida:

Y ahora, mi viejo y querido amigo, Juan Silveti «Tigre de Guanajuato», llamado así por tu gran valor y haber nacido en ese pueblo hace cincuenta y ocho años, o, mejor dicho, va a hacerlos el mes próximo, voy a decirte lo que fue la presentación de tu querido «cachorro». Desde luego, no tiene tu valor, bien acreditado por tus treinta cornadas, pero torea mucho mejor, es más fino con la capa y se ha apropiado este estilo de hoy que, por lo que tiene de plasticidad, gusta sobremanera a la afición de hogaño... Mi opinión sincera es que en cuanto se familiarice con el ganado de aquí, tan diferente del vuestro como tú bien sabes, honrará el apellido que paseaste con tanta bizarría por los ruedos españoles...

Esa actuación le atrajo las miradas de las empresas y pudo presentarse en Sevilla, volver a Barcelona y actuar en La Línea de la Concepción antes del día de la confirmación de su alternativa, que se daría en uno de los primeros festejos a celebrarse después de terminada la Feria de San Isidro.

La tarde de su confirmación

El festejo del domingo 17 de junio de 1951 se anunció con un encierro salmantino de Manuel Sánchez Cobaleda, encaste Vega – Villar, para Antonio Bienvenida, Manolo dos Santos y Juan Silveti, quien confirmaría la alternativa que había recibido en la Plaza México el 15 de enero de 1950, de manos de Fermín Rivera y curiosamente, fungiendo como testigo, también el Lobo Portugués.

Juan Silveti estrenó un terno que de acuerdo con la mayoría de las crónicas era de color azul turquesa y oro, aunque alguna de ellas hablan simplemente de un vestido azul y oro y se enfrentó en primer término a Pavito, número 178. De su actuación ante este toro, escribió don Luis Uriarte, firmando como El de Tanda, en la Hoja Oficial del Lunes del día siguiente al del festejo:

A Silveti, que confirmaba su alternativa, se le aplaudió, con creciente estrépito, de principio a fin de la lidia del primer toro de los de Sánchez Cobaleda. Apenas había pisado la arena "Pavito" – reseñémoslo para la historia: número 178, negro, listón, jirón, calcetero, lucero, bien armado – y ya el mejicano sacaba a relucir su arte en unas verónicas ejecutadas como los cánones mandan: parando, templando, cargando la suerte para mandar y recoger bien, que es como se debe torear. Eso es: torear. Con toreo más perfecto aún en el primer quite a la misma suerte. Después, con la muleta, otra exhibición de toreo clásico, a base de naturales y de pecho, con ambas manos, y sin que la sobriedad y justeza de la faena la perturbasen más que el mínimo adorno de alguna tocadura de pitón o algún ligero desplante, sin perder... ¿cómo diríamos?, sin perder la formalidad. Muy bien. Y sin alargar más de lo preciso – como es corriente y moliente – aquella faena de toreo largo en su ejecución, artístico en su estilo, inteligente en su concepción, pues el cornúpeta estaba ya muy quedado, una estocada casi entera, que lo derrumbó sin puntilla. Huelga decir que hubo concesión de oreja, vuelta al ruedo y ovación de las de verdad. Silveti quedaba admitido en Madrid con todos los honores... Y Silveti, finalmente, aunque muy voluntarioso, tampoco pudo sacar partido del mansurrón y también incierto sexto toro, del que se deshizo de media estocada. Se ovacionó cariñosamente al espada mejicano...

El cronista, aunque con brevedad, advirtió prontamente las buenas maneras y el fino hacer de Juan Silveti, quien pronto caló en el ánimo de la afición madrileña y terminaría siendo uno de los toreros predilectos de esa plaza.

Por su parte, Antonio Bellón, encargado de la crónica en el diario Pueblo, reflexiona lo siguiente:

La faena es justa, sobria y seria. Los naturales, los redondos y la espera, cruzado y cruzado con el toro, para los pases de pecho, arranca ovaciones y rodean la esbelta figura del torero el oro del triunfo. ¡Torero! ¡Torero!, es el run – run admirativo del público ante la faena cada vez más pausada, más torera, rematada con un acariciar de pitones para llevar al toro, agotado en los últimos muletazos tan rítmicos como los primeros, ritmo que Silveti ha impuesto a su faena, a su gran faena, porque han ido de la mano compenetrados su valor y el arte de torear. Faena tan trabada tiene rúbrica de volapié corto. El volapié sólo es posible cuando el toro no ve nada más que el cuajarón de sangre de la muleta sin prisa ni pausa que lo encela, eleva y burla. Toro bien toreado, a volapié muere. Con muerte espectacular de calambrearse las patas y rodar levantadas hacia el cielo, de donde parece bajar un tormentón de ovaciones cuando los pañuelos blancos se guardan porque la oreja, en tan noble lid ganada va a manos de Silveti – que ordena cortar la cabeza de “Pavito” –, que da la vuelta al ruedo, recoge prendas, saluda y deja un hondo rejazo en la admiración del público de Madrid…

El relator de Pueblo, repara en algunos hechos que tienen interés, como en las reacciones que el hacer de Silveti generaba en los tendidos o en el hecho de que el torero haya pedido la cabeza del toro de su confirmación para llevarla al taxidermista.

Por su parte, Manuel Sánchez del Arco Giraldillo, en la edición del ABC madrileño del martes 19 de junio, reflexiona:

Juan Silveti ha entrado con buen pie en nuestra primera plaza. Es un torero completo, seguro, con arte. No es estilista, pero tiene estilo. Creo que, por ver a Silveti, pueden darse por bien empleados todos los trabajos hechos para arreglar el pleito. Hay que contar con él; hay que verle y considerarle muy en serio. No es efectista – eso queríamos decir cuando aludíamos al estilismo – sino un torero cabal; lidiador, sobre todo. Con la capa, perfecto; con la muleta, extraordinario. Con ambas manos tiene un perfecto dominio. La posición que adoptó para el toreo al natural es de la mejor escuela. A un toro muy soso, como era aquel con el que Bienvenida le confirmó la alternativa, le sacó el máximo partido y lo mató de un gran volapié... El sexto toro, que era receloso y se vencía mucho, ratificó las posibilidades de Silveti ante la res difícil... Fie despedido con una ovación...

En un breve párrafo condensa, sin recurrir a la descripción de la actuación del diestro, la impresión que como torero dejó en esa señalada tarde.

Otras cuestiones de esa misma tarde

El propio Giraldillo hace notar la brillante actuación de Humberto San Vicente, picador mexicano de la cuadrilla de Juan Silveti, del que escribió:

No terminaremos sin recoger una nota seria: la manera de picar del mejicano San Vicente, bueno entre los mejores que hoy montan a caballo...

Y habrá que señalar que Antonio Bienvenida, el padrino de la tarde, tuvo que matar cuatro toros, los dos de su lote y los que sorteó Manolo dos Santos, herido al empezar a pasar de muleta al primero suyo, tercero de la corrida. Así era el reglamento de entonces. Saludó una larga ovación tras de dar lidia completa al segundo de la tarde.

Y Manolo dos Santos, arrimándose como desesperado, se llevó una cornada de gravedad, según el parte rendido por el doctor Jiménez Guinea:

Manolo dos Santos sufre una herida en el tercio medio e inferior, cara interna, de la pierna izquierda, de veinte centímetros de extensión, que produce destrozos en la piel y más extensos en aponeurosis y, sobre todo, en los músculos gemelo y soleo, con una trayectoria hacia afuera, que atraviesa totalmente la pierna hasta su cura externa. Pronóstico gravísimo. – Doctor Jiménez Guinea.

Así fue como concluyó la corrida en la que se presentó en Madrid Juan Silveti, un torero que, al paso del tiempo, veríamos que se convirtió en uno de los preferidos de la afición de la Villa y Corte.

Aviso parroquial: Los resaltados en los extractos de las crónicas de Eduardo Palacio, Antonio BellónLuis Uriarte y Giraldillo son imputables únicamente a este amanuense, porque no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 25 de junio de 2023

Mexicanos en solitario en ruedos europeos

Hace una semana el michoacano Isaac Fonseca, demostrando una vez más que lo único seguro en el toreo es el azar – Alameda dixit – terminó por matar con lucimiento él solo seis toros en la plaza de Colmenar Viejo. El festejo, final de la Copa Chenel, se anunció como un mano a mano en el que alternaría con el salmantino Juan del Álamo, con toros de tres ganaderías diferentes y de distintos encastes y que, al decir de las crónicas, algunos fueron destartalados en sus hechuras.

El que abrió plaza se echó a los lomos apenas en los quites a Juan del Álamo y ese seguro azar del toreo dejó las cosas dispuestas para que Isaac Fonseca tuviera a su disposición la corrida completa, que al final, resultó ser de cuatro ganaderías distintas y solamente se lidiaron cuatro de los toros anunciados originalmente. Es de resaltarse que el torero mexicano también fue herido por el tercero de la tarde y que, con discreción, se mantuvo en el ruedo y concluyó la tarde. Llevaba, durante la lidia de los tres últimos toros, una cornada de 18 centímetros en la zona de la rodilla derecha, lo que no le impidió cerrar triunfalmente su actuación.

El resto de esta historia ha sido ya contado con amplitud y también se da seguimiento a la evolución de los toreros heridos, pero al calor de este suceso, surgen preguntas acerca del número y época de las oportunidades que han tenido nuestros toreros de actuar en solitario en ruedos de Europa, sea porque así se hayan anunciado o porque la suerte los dejó en esa circunstancia. 

Hemos hecho una revisión de los libros de la historia, y esto es algo de lo que se ha podido encontrar.

Rodolfo Gaona

28 de junio de 1908, en Tetuán de las Victorias, cuatro toros de Basilio Peñalver. Esta actuación la organizó su maestro Ojitos, con la finalidad de que la prensa madrileña y el empresario de Madrid, Manuel Retana lo vieran y le dieran la ocasión de confirmar su alternativa. Fue la primera corrida que Gaona toreó como matador de alternativa. Me he ocupado en estas páginas con mayor extensión de este festejo en este lugar.

14 de julio de 1912, en Madrid. Gaona se anunció para matar seis toros de Trespalacios. Al final se lidiaron cinco de estos y uno de Benjumea. Esa tarde salieron al ruedo por su orden Monterito, Saltador, Garabito (este de Benjumea), Granizo, Azafranero y Churrero en una tarde ventosa, que impedía el lucimiento de los toreros y sí a esto sumamos el hecho de que los seis toros, de acuerdo con la crónica publicada en El Imparcial, parecieron una parada de cabestros, el resultado para el discípulo de Ojitos no fue halagüeño, pues el de Benjumea se le fue vivo tras los tres avisos y el sexto le dio una paliza tal, que obligó a que por orden de la presidencia del festejo, lo terminara el sobresaliente Carlos Lombardini. De esta tarde ya me había ocupado por aquí en este sitio.

Fermín Espinosa Armillita, Madrid, 24 de julio de 1932

La empresa madrileña anunció para el 9 de junio de 1932 una corrida extraordinaria, en la que alternarían Luis Fuentes Bejarano, Armillita y Manolo Bienvenida, quienes darían cuenta de una corrida de Marcial Lalanda, que haría su presentación en la capital de España como ganadero de reses de lidia. No está de más hacer notar que los toros llevaban todavía el hierro de don Antonio Flores Tassara, que fue quien enajenó la ganadería al más grande, según dice su pasodoble. 

Esa corrida se suspendió por la ausencia del hijo del Papa Negro principalmente, pero la prensa madrileña de la época acusó al entorno de Armillita de pretender extorsionar a la empresa ya en el patio de cuadrillas para que se le incrementaran sus honorarios y se le firmara un par de corridas más.

Al final de cuentas, el Maestro de Saltillo logró saldar sus cuitas con Retana y para el 24 de julio siguiente se anunció en solitario con los toros de Marcial Lalanda. Huelga reiterar que continuó la conjura de la prensa madrileña en su contra, aplicando un criterio imperante en estos tiempos, en el sentido de que no salió de la plaza con las orejas en las manos y cargado a hombros por la afición. Pero tampoco fue un fracaso rotundo. La reflexión final de la crónica de Gregorio Corrochano en su crónica del ABC madrileño, es ilustrativa:

Hubiera deseado una tarde decidida, que fuese una lección a los toreros españoles que no quisieron la corrida de Marcial, incluyendo el propio ganadero. Porque ¿para cuándo se deja la ocasión de ser torero? Al ver don Marcial que no querían sus toros, debió decirle a Marcial: toréalos tú...

La carrera de los toreros, aún la de las grandes figuras de la historia, no se ilustra en blanco y negro exclusivamente, también tiene amplias gamas de grises. De esta accidentada tarde me ocupé en su día aquí y aquí.

Carnicerito de México, 12 de octubre de 1932

El mismo año en el que Armillita lo intentó en Madrid, don Pedro Balañá decidió terminar su temporada reiterando su admiración y respeto por los toreros que llegaban de este lado del mar. Para la Fiesta de la Raza, como entonces se celebraba, anunció una corrida de toros de los hermanos Pallarés Delsors para que los lidiara como único espada el diestro originario de Tepatitlán, Jalisco, José González Carnicerito, con el agregado de México, para evitar allá en España, se le confundiera con Bernardo Muñoz Carnicerito de Málaga.

El resultado no fue halagüeño, la crónica que se publicó en el semanario La Fiesta Brava de la Ciudad Condal únicamente establece que Carnicerito pudo con los toros, que, por su parte, sacaron guasa y poca fuerza, logrando cortar una oreja al segundo de la tarde.

Fermín Rivera, Burdeos, 22 de septiembre de 1946

Fermín Rivera fue uno de los diestros que durante el conflicto entre las torerías de México y España que abarcó los años de 1936 a 1944, no dejó de torear en Europa. Lo hizo en ruedos de Francia y Portugal, junto con varios otros diestros de su generación, como Silverio Pérez o Ricardo Torres, quienes tuvieron un sólido cartel ante aquellas aficiones y eran la carta de presentación de nuestra fiesta en esas tierras. Aprovechaban así el ritmo lento que las cosas de los toros toman aquí en México durante el verano.

Ya en el 46 las cosas estaban más o menos arregladas y los nuestros volvieron a España, pero también muchos se presentaron en plazas francesas y los que ya eran conocidos allí, como el Maestro de San Luis, tuvieron ocasión de ampliar los horizontes de su temporada europea aprovechando los contactos y triunfos obtenidos con anterioridad. Así fue como Fermín Rivera llegó al coso de Burdeos para matar un encierro de Pouly. La crónica publicada en el ABC madrileño del 25 de septiembre siguiente dice entre otras cosas:

...ha revestido caracteres de sensacional acontecimiento, ya que la afición y crítica han recordado como único caso el de “Guerrita”, que también fue capaz de llenar por sí solo la plaza francesa para la lidia de seis toros. Los billetes se agotaron dos días antes y concurrió la élite de la afición francesa...

Esta tarde fue triunfal para Fermín Rivera, pues la saldó con el corte de siete orejas y un rabo y fue llevado en hombros por la afición por las calles de la ciudad por un largo rato después del festejo.

Rodolfo Rodarte

San Sebastián, 25 de mayo de 1911. La novillada programada para esa fecha era un mano a mano entre el torero de San Buenaventura y el vallisoletano Pacomio Peribáñez, quienes enfrentarían seis ejemplares de Amador García, antes del Cura de la Morena. En un caso parecido al de Juan del Álamo, Peribáñez se fue a la enfermería para no salir tras los primeros lances de capa. Se fue con una herida en las inmediaciones del ojo izquierdo, que dice el parte médico que quedó al descubierto.

Así, Rodolfo Rodarte tuvo que despachar la novillada completa y lo hizo con lucimiento. La crónica aparecida en El Pueblo Vasco del día siguiente al del festejo, dice:

La corrida fue dura, muy dura; ofreció dificultades, que el gran Rodolfo supo vencer a fuerza de valor y arte, y el público, que festejó sin interrupción al chico, dio pruebas de una inteligencia y una justicia dignas del mayor elogio...

Saldó el compromiso cortándole una oreja al quinto y también, dicen las crónicas, con un metacarpiano fracturado al aguantar un derrote tras de matar al sexto. Así, sigue el cronista, se lo llevaron en hombros hasta la fonda.

Tetuán de las Victorias, 1º de agosto de 1915. Se le anunció para matar seis novillos de Antonio Arroyo, antes Ángel Cabezudo, hierro que hoy corresponde a la ganadería de La Guadamilla. El sobresaliente del festejo fue un torero que hizo campañas aquí en México, Emilio Mayor Mayorito y que cobraría protagonismo, por solicitar a la presidencia del festejo – de rodillas – que se le permitiera matar al sexto, cosa que ni Rodarte ni quien presidió aceptaron, con cierto desagrado de la concurrencia.

El coahuilense radicado en Aguascalientes terminó el festejo cortándole la oreja al cuarto de la tarde. La concurrencia, que llenó la plaza, salió complacida, algunos cronistas no tanto, como el de La Lidia”, que resumió:

El ganado cumplió, sin excederse. Rodolfo Rodarte superior en dos y bien en los restantes. Lo mejor de la corrida, dos pares de banderillas en el cuarto toro de José Rodarte, El servicio de caballos, detestable… La presidencia, muy acertada.

En la variedad estará siempre el gusto y de la discusión, normalmente, siempre nace la luz.

Dos menciones especiales

El 31 de mayo de 1911, en Cáceres, se contrató a Rodolfo Gaona para torear un mano a mano con Cocherito de Bilbao lidiándose toros de Palha. El diestro bilbaíno fue herido por el tercero de la tarde y el Califa terminó despachando cinco de los toros que se anunciaron. Le cortó una oreja al cuarto de la tarde y al final de la tarde se lo llevaron en hombros.

El 25 de mayo de 1952, en el festejo que cerró la Feria de San Isidro de ese año, se anunció una corrida de don José Luis y los herederos de don Felipe de Pablo Romero para Raúl Acha Rovira, Juan Silveti y Pablo Lozano. El tercero de la tarde causó una conmoción cerebral a La Muleta de Castilla tras arrollarlo cuando pretendía recibirlo a porta gayola y después hirió a Rovira en la suerte de matar. Así, el hijo del Tigre de Guanajuato se quedó con cuatro toros de ese encierro y le cortó las dos orejas a Campero, el quinto, consiguiendo así abrir la Puerta de Madrid, siendo el primer torero mexicano en hacerlo en una Feria de San Isidro.

Para terminar

Cada una de las historias aquí pergeñadas merece ser contada de manera individual, extensivamente, porque encierran importantes dosis de valor y de torería. Son, en una medida importante, parte de los cimientos sobre los cuales se sostiene el edificio de nuestra tauromaquia contemporánea, pues sin ellas, sin sus actores, sin los logros que consiguieron, no es posible entender lo que hasta hoy se ha avanzado y lo que está por venir.

viernes, 31 de marzo de 2023

31 de marzo de 1963: Paco Camino y los berrendos de Santo Domingo


Paco Camino
llegó por primera vez a México durante la temporada 1961 – 62 para hacer campaña en nuestros ruedos. Junto con él llegaron a confirmar sus alternativas Mondeño, Santiago Martín El Viti, Diego Puerta, Joaquín Bernadó y Curro Romero. Cada uno de ellos tuvo un impacto y una permanencia distinta en nuestra afición y en nuestras temporadas, aunque todos se labraron su propia historia y su propia leyenda entre nosotros.

El cierre de la temporada 1962 – 63 para Paco Camino es el que viene a marcar lo que quizás represente la cota más alta de su presencia en nuestras plazas. El ciclo de corridas en la capital mexicana se celebró en las dos plazas de toros que en esas fechas existían en la zona urbana de la Ciudad de México, la Plaza México y el Toreo de Cuatro Caminos – que territorial y administrativamente se ubicaba en el Estado de México – y en ese lapso de tiempo tuvo ocasión de actuar en ambos ruedos, aunque en números, su presencia en el coso cuatrocaminero era mayoritaria si consideramos que en su primera incursión a nuestros ruedos, la temporada anterior, su presencia en la Capital de la República fue exclusivamente en ese desaparecido coso.

La corrida y su preámbulo

La temporada se había dado de una manera espléndida para el ya llamado Niño Sabio de Camas. El 27 de enero de 1963 cortó el rabo al toro Novato del Ingeniero Mariano Ramírez en la Plaza México. Ya trasladada la temporada a El Toreo, la noche del miércoles 27 de marzo, en la Corrida de la Oreja de Oro, había realizado una importante faena a un toro de Pastejé, de regalo, llamado Catrín, al que solamente cortó una oreja por un desastroso manejo de la espada, pero al apéndice sumó seis apoteósicas vueltas al ruedo.

En ese ambiente se anunció para el domingo 31 de marzo de 1963 la despedida de Paco Camino de la afición mexicana, dado que retornaría a España para iniciar su campaña en las plazas de su patria. El cartel que la empresa ofrecía se formó con toros de Santo Domingo para Juan Silveti, José Ramón Tirado y Paco Camino. La corrida de los señores Labastida tenía la particularidad de que los seis toros eran de pelo berrendo aparejado. Además, el festejo sería televisado – como todos en aquellos días – en abierto a todo el país.

El hecho de que el festejo fuera televisado permitió que lo sucedido en él adquiriera una mayor trascendencia. La posibilidad de presenciar en la plaza o a través de las pantallas lo que en el ruedo sucedía permitió a cada aficionado formarse su propio criterio de lo allí sucedido.

El ambiente de esa tarde

La crónica de don Alfonso de Icaza, Ojo, en El Redondel, salido a los puestos la misma noche del festejo, en su preámbulo, refiere:

Otra magnífica entrada debida especialmente a dos causas: la faena cumbre de Paco Camino en la corrida nocturna del miércoles y la preciosa estampa de los seis toros berrendos de Santo Domingo, que se desencajonaron hace ocho días... El público pensó y con razón: si hay toros y hay toreros, vale la pena ir a la plaza de Cuatro Caminos a presenciar una gran corrida...

Así pues, todo estaba servido para que se viera una tarde de toros de esas que nunca se olvidan.

La muy redonda actuación de Paco Camino

Tengo a mi alcance tres crónicas de la corrida. La primera, aparecida en el hoy extinto diario Novedades de la Ciudad de México el 1º de abril de 1963 y obra del que en esas fechas era su cronista titular Carlos León. Está, como era acostumbrado, redactada en forma epistolar y dirigida al entonces Secretario de Educación Pública, don Jaime Torres Bodet. De ella extraigo lo siguiente:

Junto a Camino, los toreros son catecúmenos. Enseñó a embestir a dos berrendos y cortó cuatro orejas y un rabo. Silveti y Tirado resultaron alumnos reprobados frente al talento taurino del sevillano…  
Aunque en México ya no exista una escuela taurina – tan olvidada, que es de urgencia darle una manita para restaurarla –, es evidente que no por fortuita coincidencia tiene usted de secretario particular a un culto cronista taurino como Rafael Solana, autor de “El Crepúsculo de los dioses”, que anticipó el ocaso de nuestros astros, dramaturgo de un “Debiera haber obispas” que ha de ser la obra favorita de “Mondeño”, o novelista de “Las islas de oro” en las cuales, según las fábulas, los piratas gambusinos encontraron la muleta que se adjudicó a Capetillo… Además señor ministro, su agudo secretario ha revelado al ático ingenio en “Trata de muertos”, “La música por dentro” o “Los santos inocentes”, donde su recopilación de cuentos adquiere más justas proporciones taurófilas, en una fiesta donde nuestra literatura de toros está tan pródigamente llena de cuentistas. 
“Magister dixit”. – Claro es que usted, UNESCOnocido como patriarca de la enseñanza, sabe de sobra que la pedagogía se originó en el hecho de que, en la antigua Grecia, pedagogo era el que conducía a los niños a la escuela. Y mire usted lo que son las cosas: ahora es un niño – el genial infante de Camas – el que toma de la mano a los grandes analfabetas de la lidia, para mostrarles el camino hacia la Escuela de Tauromaquia de Sevilla que fundó el conde de la Estrella… Y sin embargo es curioso: Paquito no aspira a ser el Pestalozzi de las verónicas, ni el Spencer de las chicuelinas, ni el Horacio Mann de los naturales, ni mucho menos el Froebel o el Condorcet que dicte pragmáticas para la pureza de las estocadas… Paquito tampoco anda, como Locke, hablando de “Some Thoughts Concerning Education”, Paquito – sevillano como don Juan Belmonte García, a quien Dios tenga en su santa gloria – no sale en plan de catedrático a decir de los catecúmenos: “Hay que torear así”, sino que simplemente demuestra: “El toreo es esto”. Y el que quiera que lo haga… si puede… Además sería tiempo perdido si nuestros escolapios de coleta, que a sus años siguen en el “kínder”, cuando el niño sevillano ya es universitario, trataran, tardíamente, de aprender la lección. Hay cosas que no se aprenden y que se nace con ellas. Por allí anda una película de gran éxito de taquilla, intitulada “Lo que los amantes deben aprender”. Durante dos semanas y más semanas, las curiosas parejas de enamorados han abarrotado la sala, creyendo que van a salir convertidos en Casanovas de Bondojito, Rubirosas de Iztapalapa o Mesalinas de Peralvillo. Pero, ¡sí Chucha! Con lo que allí enseñan de arrumacos, roncería y soflama, los que esperaban encontrarse con la versión fílmica del “Arte de amar” de Ovidio, salen más ignorantes que si esa asignatura amatoria la hubieran cursado en el colegio de monjas de Tecoyotitla… Paquito, en suma, no es un dómine que haya tratado de alfabetizar a nuestros diestros reprobados, que ya no pasan de año ni a título de suficiencia. Pero ha logrado otro milagro mejor: hacer que los espectadores abran al fin los ojos a la realidad y entiendan lo que es un torero y lo que es el toreo. Ahora, por muchas leyendas que le cuenten, nuestro público ya nunca más volverá a dejarse engañar con tontas consejas de fantasmas. 
Cuatro orejas y un rabo para el torero cumbre de la época. – Seguramente se queda uno corto al afirmar que Paco Camino es la figura impar del momento presente, pues tal vez pudiera llegarse a la afirmación de que así no se había tenido nunca. Aún estaba imborrable su trasteo maravilloso del miércoles anterior – aquel tan rutilante como las gemas de María Félix – cuando en esta tarde ha cuajado dos faenones inconcebibles que no los iguala ni supera nadie… Dos faenas diferentes. El primero, jugándose la vida, exponiendo temerariamente, arrancando a la fuerza el trasteo a un toro que se negaba a colaborar con el niño prodigioso. Porque hay una circunstancia tan notable como insólita. Los lidiadores se habían dividido siempre en tres categorías: los dominadores, los artistas y los valientes. Pero de pronto, en este chaval milagroso se funden las tres cualidades. Y, junto a una sapiencia increíble, brota el primer artista que es valiente, sin perder por ello su calidad artística… En ese trasteo a “Gladiador”, Paquito se rifó el pellejo y logró un impresionante conjunto de muletazos espartanos, de estoicismo ejemplar, para rubricar su bravía labor con el estoconazo fulminante y tumbarle un par de orejas a bicho de Santo Domingo… Con el sexto y último, que además era el toro con el que se despedía de México, Paco Camino estuvo en gigante y en coloso. “Traguito” era un burel sin malas ideas y de buen estilo, pero se iba suelto de los muletazos, sin celo ni codicia alguna para el engaño. Pero el niño catedrático, que no pierde el tiempo en enseñar a torear a nuestros toreros, sí se mostró como un maestro para enseñar a embestir al toro. Y el berrendo que se iba suelto, empezó a seguir el círculo mágico que el niño sabio le mostraba en esos muletazos preparatorios. A los pocos instantes el milagro se había consumado y “Traguito” embestía dócil y amaestrado ante el imperio de la muleta poderosa. Vino entonces el faenón antológico, el poderío muleteril de quien dejó allí, como postrer recuerdo, una hazaña imperecedera, coronada soberbiamente con nuevo estoconazo. ¡Y la locura! Las dos orejas y el rabo, la salida a hombros, los paseos triunfales que acabó compartiendo con los ganaderos Labastida y la confirmación de que con Paco Camino no puede nadie… 
Mientras tanto, como intelectuales, celebramos el advenimiento del toreo franciscano, que es la forma de torear de Francisco Camino. Pues el franciscanismo es todo un estilo de pensamiento, de literatura y de arte, que lo mismo dio filósofos y teólogos de la talla de San Buenaventura o de Raimundo Lulio, que políticos como el cardenal Cisneros o pontífices como Sixto V. Faltaba un torero, y ya surgió… Solo me resta expresarle mis deseos de que usted pueda lanzar un libro gratuito para desasnar a nuestros toreros que, en vez de las orejas de los toros, sólo merecen las de burro con que se señala a los ignorantes. Y acepte un cordial saludo de Carlos León.
La segunda de las crónicas aparece firmada por Pepe Luis en el diario El Informador de Guadalajara y de allí destaco lo siguiente:

Paco Camino, español, se despidió esta tarde del público mexicano, logrando un triunfo de apoteosis. Brillantes verónicas dio al tercero. Aplausos. Gran faena. De mucho mérito. Muletazos suaves por bajo, enseñando a embestir al toro, que llegó tardo al último tercio. Insistiendo mucho logró varias tandas de naturales rematadas soberbiamente con el de pecho entre aclamaciones. Derechazos de larga dimensión, lasernistas y cambios de muleta por la espalda. Estocada buena… Los tendidos se cubrieron de blancos pañuelos y al grito de ¡torero, torero!, se le otorgaron las dos orejas y dio dos vueltas al ruedo y saludó desde los medios… Al son de "Las Golondrinas" veroniqueó estupendamente al sexto. Ovación y música. Faenón de antología, principiando por enseñar al toro a embestir con suaves muletazos por bajo. Fue intercalando series de derechazos y naturales templadísimos, algunos circulares, enmedio del delirio del público que no se cansaba de aclamarlo y de gritarle ¡torero, torero!, la destacada serie tuvo como remate el pase de pecho… Antes de que entrara a matar estaban los tendidos cubiertos de albos pañuelos. Estocada entrando a ley. Ovacionaza, orejas y rabo, vueltas interminables a pie y a hombros, el grito entusiasta del público de ¡torero, torero!, la despedida del diestro sevillano Paco Camino constituyó un grandioso triunfo para el torero y el empresario, siendo inolvidable para el público que no quería abandonar el coso.
La tercera es la ya invocada que firmó Ojo para su semanario El Redondel. Es la más inmediata y la menos rebuscada literariamente, porque en la forma que la hacía, dictándola a su redacción por teléfono, según iban ocurriendo los acontecimientos, poco lugar dejaba para el alambicamiento o la creación. Al contar lo que sucedió en el sexto de la tarde, entre otras cosas, dice:

Paco Camino brinda a todo el público, que lo ovaciona y ordena a sus peones que se retiren, dejándolo solo. Hay toro y hay torero y por lo tanto esperamos que la despedida del niño sabio de Camas sea sonada... Muletea por abajo, hasta hacerse de su enemigo, pero éste se aploma y se va en ocasiones, lo que no es obstáculo para que Paco corra la mano con primor en tres magníficos derechazos, que remata con un gran pase de pecho. Ovación y música... A continuación, nos recuerda Paco a Guadalajara, donde enseñó a embestir a su enemigo; lo propio hace con este “Traguito”, al que no se le despega de la cara. Después viene el bien torear, naturales extraordinarios, ligados con el de pecho, y con la plaza convertida en un manicomio, sigue bordando Paco con la franela, dando ahora derechazos de maravilla... Imposible describir lo que estamos viendo. Los naturales se suceden, los de pecho quedan ahí para ver quién los mejora, y mientras todo el mundo agita pañuelos, la música toca nuestras simbólicas “Golondrinas”. Derechazos de tres vueltas, quien sabe cuántos alardes más y como despedida, una estocada un poquitín trasera, que, con la ayuda de los capotes, hace doblar ... ¡El acabose! Miles de pañuelos en los tendidos, gente que se baja al ruedo a abrazar al diestro, concesión de las dos orejas y el rabo y salida triunfal de la plaza en hombros, enmedio de un entusiasmo indescriptible... Paco Camino, con sus últimas hazañas se ha hecho el año de México, como lo será de España, si Dios no dispone otra cosa... Hoy por hoy nadie puede disputarle el número uno... La ovación final que le tributó el público mexicano, fue interminable y no nos extrañaría que durara hasta que este número salga a circulación.
Si se compara lo escrito por don Alfonso de Icaza con lo que los videos nos han dejado para la posteridad, veremos que su recuento es bien, pero bien ajustado a la realidad de los hechos.

El resto del festejo y lo que después vendría

Juan Silveti y José Ramón Tirado tuvieron una tarde que podríamos calificar de aciaga, pues al segundo toro del lote de cada uno de ellos – Andasolo (4º) y Marquesito (5º) – se les premió con el arrastre lento y ambos diestros resultaron abroncados tras de su lidia. Al sexto, Traguito, también se le premió con la vuelta al ruedo, pero entre las protestas de la concurrencia.

Paco Camino volvería a tierras mexicanas el mes de junio de 1963 a cumplir con tres compromisos en la frontera Norte – 2 en Tijuana y uno en Ciudad Juárez – y al año siguiente realizaría una campaña de veinticuatro festejos, para completar los cincuenta y uno – 23 de ellos en la Ciudad de México – que sumaría en esa primera etapa de su paso por nuestras plazas, dado que una vez completado ese ciclo del año 64, se alejaría de nosotros por circunstancias extrataurinas hasta el año de 1976, cuando reaparece en la plaza Santa María de Querétaro y que culminaría dos años después con su despedida de nuestros ruedos en la Plaza México, alternando con Manolo Martínez y Eloy Cavazos en la lidia de toros de Mimiahuápam, en una corrida que fue transmitida por televisión a España y a México y en la que no tuvo suerte.

En video

En la internet he podido encontrar la faena de Paco Camino a Traguito en esta ubicación emotivamente narrada por José Alameda y esta otra versión interesante, filmada por un aficionado en 8mm, en color y convertida a vídeo, aunque no refleja la faena completa al toro Gladiador, tercero de la tarde, que pueden ver aquí.

Aviso parroquial: Hace 10 años publiqué por aquí mismo una primera versión de estos recuerdos, misma que pueden consultar en esta ubicación.

domingo, 23 de enero de 2022

21 de enero de 1962: Alfredo Leal y Tejón de Mariano Ramírez

Alfredo Leal, Manolo Vázquez y Curro Romero
Madrid, 20 de mayo de 1962
Archivo de la Comunidad de Madrid
Foto: Sánchez Yubero
La temporada 1961 – 62 en el Toreo de Cuatro Caminos no iba dando malos resultados. En sus primeros cuatro festejos ya se registraban triunfos de Juan Silveti, Antonio del Olivar, Felipe Rosas, el madrileño Luis Segura y el más resonante hasta el momento, el de Paco Camino el día de año nuevo, del que ya me he ocupado por estas virtuales páginas. La quinta corrida de esa serie – no hay quinto malo – se conformaría con un encierro de la ganadería debutante del ingeniero Mariano Ramírez para Juan Silveti, Alfredo Leal y Paco Camino, sumando el primer y tercer espada, su segunda comparecencia en el coso de Naucalpan.

Se anunciaba también que ese festejo sería la despedida de Camino, aunque después se vería que regresaría en la temporada cuatro fechas más – 2 en marzo y 2 en abril –. Y es que había caído de pie ante la afición de la capital, aunque a algún sector de la prensa especializada no le pareciera de la categoría suficiente, ya fuera por su juventud o fuera por la manera que tenía de resolver las cosas delante de los toros. La realidad es que quienes objetaban su presencia en esos momentos, no alcanzaban a apreciar que tenían delante a un torero destinado a ser una figura de época.

Alfredo Leal y Tejón, segundo de la tarde

Alfredo Leal fue uno de los toreros surgidos en la generación de 1948. Quizás tardó en cuajar un poco más que varios de sus contemporáneos, por la arrolladora fuerza del fenómeno de los Tres Mosqueteros, pero su elegante planta y la pureza con la que ejecutaba el toreo, le llevaron a caminar un trecho largo por los ruedos del mundo y a ser considerado una importante figura de la tauromaquia mexicana en su día.

Ese domingo 21 de enero de 1962 Alfredo Leal tendría una de sus grandes tardes ante el público de la capital mexicana. En oportunidades anteriores había tenido ocasión de dejar apuntes de sus capacidades, emborronándolos con la espada o simplemente dejándolos allí, anotados, pero ese día, se mostró en plenitud. En un interesante documento, por la excepción que importa, don Abraham Bitar, en El Redondel del día de la corrida, relata el festejo en ausencia del cronista titular Alfonso de Icaza Ojo – por enfermedad – y dice:

“Tejón”, cárdeno, de bonita lámina y bien armado, sale como huracán y Alfredo Leal lo recibe con un farol de rodillas. Ya de pie suministra preciosísimas verónicas con los pies juntos, y como el remate fue airoso, se le aplaudió fuertemente… El del ingeniero Ramírez se arrancó de largo al caballo, y cosa rara, el piquero dejó la vara en todo lo alto. Quite de Alfredo Leal por ceñidas chicuelinas. Ovación. El mismo matador pide el cambio de tercio… Brinda Leal a la autoridad y luego a un particular. Cita desde lejos dando un pase cambiado por la espalda que resulta ser emocionantísimo. Luego toma la muleta con la izquierda para instrumentar seis grandes naturales en los que corrió la mano estupendamente, pasándose al toro por la faja. Ovación. Después de un breve intervalo, vuelve a poner cátedra con la izquierda, toreando a dos centímetros de los pitones. Remata la serie con un ajustado pase de pecho. Un molinete de rodillas, otro de pecho con la izquierda, y ahora con la derecha, templando y muy valiente; remata con un pase de pecho, y sigue la ovación. Un trincherazo que ni dibujado, pases cada vez más templados y ceñidos. La plaza es un manicomio. Un molinete, y entrando derecho y acostándose sobre el morrillo, coloca la espada en muy buen sitio, cayendo el toro muerto a sus pies. Ovación clamorosa, vueltas al ruedo, las dos orejas y el rabo. El público pide arrastre lento para el bravo ejemplar del ingeniero Mariano Ramírez… Todo en su punto, pues Leal no sólo lanceó estupendamente con el capote, sino que también realizó una extraordinaria faena con la muleta, en la que corrieron parejas el arte y el valor… Además, entró a matar como pocas veces se estila. Un triunfo grande, muy merecido…

Para don Abraham, la faena fue completa y no le encuentra exceso a los trofeos concedidos en el caso. 

Una segunda versión es la de Carlos León, en su tribuna del Novedades, al día siguiente de la corrida, en forma de carta abierta dirigida a la cantante Lola Beltrán, a la sazón esposa del torero, de la que extraigo:

Desde que entrevisté a tu Alfredo por la radio y declaró que uno de los toros que le gustaban era el que llevaba el nombre de “Tejón”, bicho que la suerte le deparó en su lote, me latió que iba a salir en plan de me he de comer esa tuna, aunque me espine la mano. Pues, aun sin saber cómo era la embestida del bicho – que luego fue ideal –, se arrodilló en el tercio y lo saludó con un lance afarolado que arrancó un alarido de emoción, a pesar de la enorme distancia. Pero, ya de pie, le hizo la estatua en lances erguidos, como dos arbolitos que parecen gemelos, para luego cargarle la suerte desdeñosamente y hacer que las verónicas se abrieran como jacaranda en flor. Y luego, tras la primera y única vara, brotaron las chicuelinas cadenciosas, solemnes, donde el noble bicho iba y venía pegado a él, como la hiedra… ¡Gran toro era ese “Tejón”, el hermoso cárdeno de las dehesas tapatías de Don Mariano Ramírez! Pero en plan grande, también, se puso tu marido, después de haber brindado al coronel García Valseca, tal vez porque torear a tan sedeño bicho era como lidiar a una bicicleta. Pero no creas que con eso – ¡nada más lejos de mi intención! – trato de restarle mérito. Al contrario, Lola: bien sabes que mientras más tonto es un toro, más inteligente tiene que ser el torero. Pues las reses bravas son como las cuerdas de la guitarra: hay que empezar por templarlas... o no hay concierto posible… ¡Y vaya si hubo concierto! Después del garboso y estatuario pase cambiado, por la espalda, Alfredo se quedó con la muleta en la mano torera, para ligar cinco naturales extraordinarios que rubricó con el forzado de pecho, pero de gorrioncillo pecho amarillo, que hizo estallar en trinos de entusiasmo a los millares de jilgueros que volvieron a abarrotar la jaula de San Bartolo)… Siguió con la zurda, en nueva serie de estupendos naturales, para otra vez rematar con ceñido pectoral, donde los pitones, como las balas perdidas, pegaron siempre en su pecho. De hinojos, se adornó con el molinete de rodillas y uno de costado sin incorporarse, para continuar en redondo con tandas de derechazos por abajo, que te hubieran hecho exclamar jubilosa: ¡Ay, qué laureles tan verdes, qué rosas tan encendidas! … Y lo mató superiormente, en corto y por derecho, sepultando en lo alto el acero, con lo cual “Tejón” le duró menos que Rosita Alvírez. Desbordado el justo entusiasmo por tan triunfal presentación, le dieron las dos orejas y el rabo y un par de vueltas al ruedo, habiendo salido también el ganadero escrupuloso que envió tan nobilísimo ejemplar. Había habido perfecta correspondencia entre la bondad del toro y lo bueno del torero y, ¡qué bonito es el amor, cuando es bien correspondido! … ¡Como la pinten la brinco y al son que toquen bailo! …

La versión del puntilloso Carlos León también coincide en la grandeza del triunfo del llamado Príncipe del Toreo, lo que puede dejar claro que el triunfo de Leal esa tarde fue rotundo y sin mancha.

Así firmó Alfredo Leal El Príncipe del Toreo su primer triunfo rotundo ante la afición de la capital mexicana, porque, aunque en la Plaza México y en el mismo Cuatro Caminos había tenido ocasión de dejar destellos de las posibilidades de su hacer ante los toros, no había tenido una tarde con la rotundidad de la que redondeó ante Tejón del ingeniero Mariano Ramírez. No exageraría al decir que este fue su despegue para convertirse en una auténtica figura del toreo mexicano.

Los demás sucesos del festejo

Juan Silveti estuvo bien con Compadrito el que abrió plaza y ante el sardo cuarto, Sardito, tuvo un inicio de faena de gran lucimiento que se vio interrumpido de pronto por la falta de fuerza del toro. Fue tan buena su actuación que hasta al mismísimo Carlos León, que lo fustigaba por considerar que su toreo no emocionaba, le pareció valedera su actuación.

Y Paco Camino volvió a tener una tarde exitosa, ante el sexto, Chatito, al que le cortó las orejas, y contó Carlos León:

… Pero vino lo asombroso. Aunque el toro “Chatito” estaba como la yerba mala, sin poderse arrancar, Paco lo enceló con el engaño y con el cuerpo, se le puso muy cerca y lo obligó a embestir. A partir de ese instante en que Paco convirtió a la res en noble colaboradora, desde un principio se vio que las primeras gotas fueron las de un fuerte chaparrón. Las tandas de derechazos y de naturales fueron un prodigio por el mando de sus brazos y por la manera de quebrar la cintura para darle dimensión de eternidad a los extraordinarios mule-tazos. ¡Un faenón... lo que se dice un faenón! El toro, como hipnotizado, iba tras la muleta como si no supiera que embestía, así como el agua no tiene sed y el sol no sabe que alumbra… La multitud que momentos antes silbaba “Las Golondrinas” en, plan de chufla, tuvo que entregarse y aclamar al gran artista de Sevilla, al torero niño que había logrado una hazaña de hombre. De hombría fue igualmente la forma en que Paco se volcó sobre el morrillo de “Chatito” para lograr un estoconazo de los que se ven pocas veces, en medio de tantas auroras que son puñaladas… Un adiós que tendrá que ser un hasta luego, pues el sevillano deja un cartel de torero predilecto del público mexicano. Le dieron solamente dos orejas, pues el juez – que está en la higuera más que en palco de la autoridad – no comprendió el portento y negó la concesión del rabo. Pero las masas populares, con más sentido de la justicia, izaron sobre sus hombros a Paquito Camino, que abandonó la plaza ensordecido por aclamaciones de escandalera grande…

Los toros de Mariano Ramírez

Decía al inicio que la ganadería del ingeniero Ramírez debutaba ante el público de la capital. Prudente es aclarar que lo hacía con corrida de toros, pues con la simiente con que inició su andadura ganadera – toros y vacas de Pastejé, comprados a don Eduardo N. Iturbide –, había presentado una novillada en la Plaza México en 1956.

En 1958, enajena la totalidad de ese ganado y adquiere de don Rubén Carvajal la mitad de la ganadería de Zotoluca – 110 vacas y 5 sementales –, a la que agrega sementales de Piedras Negras y La Laguna y es a partir de esa base genética con la que construye la historia y la leyenda de su ganadería.

La crónica de Bitar en El Redondel expresa acerca de los toros lidiados:

Se nos informa que Leal le había pedido al doctor Gaona la corrida del ingeniero pues ya había tenido muchos éxitos en los Estados con ellos. Sigue la ovación a Leal, que continúa dando vueltas al ruedo… Leal se dirige al palco del ganadero, que es fuertemente ovacionado, y se hace acompañar de él en su tercera vuelta al ruedo en medio del entusiasmo grande…

Así, esa tarde de hace seis décadas, se veía el esfuerzo de la primera camada de toros lograda con esa procedencia y que representó un importante éxito para toreros y ganadero. Una tarde definitivamente redonda, de las que no se viven con frecuencia.

sábado, 1 de enero de 2022

1º de enero de 1962. El debut de Paco Camino en México (II/IV)

El Toreo de Cuatro Caminos

Las noticias llegadas de España daban a entender que las cosas estaban ya dispuestas para que empezaran los trámites relativos al ofrecimiento de la temporada 1961 – 62 en el Toreo de Cuatro Caminos, pero también en México soplaban vientos de fronda. Los días pasaban y el doctor Gaona no anunciaba ni el arranque de la temporada ni la venta del derecho de apartado. Es, en una de las fechas inicialmente proyectadas para el inicio del serial – 14 de diciembre de 1961 –, que aparece en el semanario El Redondel, la siguiente información:

La Unión de Picadores y Banderilleros Exige Ahora Contratos Colectivos Pudo Presentar sus Demandas a Tiempo, Pero no; Esperó a Ultima Hora, Para Presionar a la Empresa… Decididamente, la fiesta brava, siendo el espectáculo más popular de México, halla a su paso, en nuestro país, los más grandes obstáculos… Dígalo, si no, la actitud de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros, que ahora exige contratos colectivos de trabajo, pudiendo haber hecho sus peticiones con tiempo, y no a última hora, cuando trata de presionar a la empresa, que ya tenía todo arreglado para inaugurar la temporada el domingo próximo… Hace tiempo la Junta de Conciliación y Arbitraje falló en contra de la Unión, un pleito en que se discutía quiénes eran los “patrones” de los subalternos; si las empresas o los matadores a cuyas órdenes salen al ruedo y que son, además, quienes los designan… Así las cosas, los picadores y banderilleros siguieron toreando sin protestar, pero en vísperas y a de temporada exigen a la empresa capitalina la firma de contratos colectivos, tal y como si dependieran de ella… Por de pronto, al no haber recibido órdenes de la empresa de que publicáramos sus habituales anuncios, podemos sacar la conclusión de que no habrá corridas, ni el domingo 24, ni el lunes 25, tal y como se proyectaba… ¿Y las del 31 de este mes y el 1º de enero? … Posiblemente tampoco, porque hay que abrir, previamente, el Derecho de Apartado, y llevar a cabo otros varios preparativos que probablemente no seguirán su curso ante lo incierto de la situación…


Efectivamente, en una inserción pagada, en una página diversa del semanario, la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros convocaba a una Asamblea General para el día 20 de diciembre siguiente, a las diez de la mañana, para tratar urgentes asuntos que deben resolverse en asamblea, siendo los asuntos, la cuestión del contrato colectivo al que querían vincular al Toreo de Cuatro Caminos como centro de trabajo y en consecuencia, a las empresas que en ella dieran festejos taurinos.

La asamblea de la UMPYB

La asamblea se celebró y al final se impuso la cordura. Un grupo más radical, encabezado por el inefable Pancho Balderas y al que acompañaban el banderillero Antonio Rangel y los picadores Felipe Bedolla El Hielero y Perete, proponían parar hasta que la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolviera si había relación de trabajo con la empresa organizadora de los festejos o con el torero que los llevaba en su cuadrilla, asunto que estaba pendiente desde tiempo antes y los más, moderados, viendo que esa resolución podía tomarse quizás algunos años, propusieron y consiguieron que se siguiera adelante con la temporada en las condiciones acostumbradas, pues de ser favorable la resolución de la Corte, podrían exigir después todo lo que les correspondía.

Evidentemente había un trasfondo extrataurino en la actitud de los dirigentes de la Unión, porque cuenta don Alfonso de Icaza en el propio semanario que al recibir la visita de esos directivos, primero negaron conocer el laudo que era objeto de examen en la Suprema Corte, pero después aceptaron que fueron ellos quienes promovieron el juicio de amparo en su contra y posteriormente admitieron que realmente no les interesaba un contrato colectivo con la empresa de Cuatro Caminos, sino solamente con la de la Plaza México. Es decir, manifestaron un sinsentido tras otro para tratar de justificar algo que no tenía explicación alguna. 

El anuncio del inicio de la temporada

En el número de El Redondel aparecido el 24 de diciembre de ese 1961 se hizo por fin público que la temporada 1961 – 62 arrancaría en el Toreo de Cuatro Caminos:

En vista de la loable actitud conciliadora de los subalternos, el domingo próximo se inaugurará la temporada en la plaza “El Toreo”, de Cuatro Caminos, con el siguiente cartel: seis toros de primera clase de la ganadería de La Laguna, para Antonio Velázquez, Juan Silveti y Fermín Murillo, que será el primer diestro hispano que actúe en una plaza capitalina, una vez reanudado el intercambio taurino entre ambos países… Al día siguiente, lunes 1º de enero de 1962, se celebrará la segunda corrida, presentándose el atildado diestro Alfonso Ramírez, “Calesero”, y debutando el sevillano Paco Camino…

También, en la misma nota, se dieron a conocer los elementos del derecho de apartado, que desde ese momento estaba a disposición de los aficionados en las oficinas de la empresa, ubicadas en Edison 91:

La empresa que regentea el doctor Alfonso Gaona ofrece un cartel de primer orden, indiscutiblemente, por más que falten algunos nombres, por la sencilla razón de que no podían figurar todos.

He aquí la lista de matadores contratados: Mexicanos: “El Calesero”, Velázquez, Rodríguez. Capetillo, Juan Silveti, Jorge Aguilar, Alfredo Leal, Antonio del Olivar, J. Ramón Tirado, Jaime Rangel. Felipe Rosas y “El Imposible”. Españoles: Joaquín Bernadó, Luis Segura, Fermín Murillo, Paco Camino, Juan García “Mondeño” y además el rejoneador Angel Peralta…

En cuanto al elemento toro hay comprados suficientes encierros de las ganaderías de Piedras Negras, La Laguna, Coaxamalucan, Xajay, Zacatepec, Rancho Seco, La Punta. Pastejé, Tequisquiapan, Peñuelas y Mariano Ramírez, siendo de esperarse que la lista se complete con nombres tan prestigiados como los de Valparaíso, Torrecilla, J. Julián Llaguno, Las Huertas, Mimiahuápam, y algunas vacadas más…


La misma información agrega que en El Toreo se darían 10 festejos y en la Plaza México 12, para completar la temporada. Al final en Cuatro Caminos se dieron 19 festejos. También agregó acerca de los diestros contratados lo siguiente: 

Los nombres que más falta hacen son, entre los mexicanos, las de Fermín Rivera, que no quiso torear por motivos de delicadeza; Luis Procuna, torero de gran arraigo entre nuestra afición; Joselito Huerta, cuyas posibilidades son muchas; Jesús Córdoba, el otro “Mosquetero”, que tan buenas actuaciones ha tenido últimamente en Colombia, Humberto Moro, al gran muletero norteño; y Jaime Bravo, de valor desconcertante, amén de los de otros diestros que tienen cartel y que prometen, y en cuanto a los españoles se echa de menos a Antonio Ordóñez, que está impedido por lesiones en un pie; Diego Puerta, Curro Romero y “El Viti”, pero repetimos, no era cosa de contratar a todos para esta temporada; ya los conoceremos en la próxima, o antes, si tes circunstancias así lo requieren…

En torno a esta última información, valdría agregar que Luis Castro El Soldado, Raúl Acha Rovira, Joselito Huerta y Pablo Lozano actuaron sin estar anunciados en el apartado cuatrocaminero. También aclarar que, en el caso de Antonio Ordóñez, más que una lesión en un pie, como quedó asentado en la primera parte de esta serie, su ausencia se debió más bien a su inconformidad con los términos del convenio que se pactó entre las torerías de su país y el nuestro.

La corrida inaugural


El triunfador del festejo resultó ser Juan Silveti, quien cortó una oreja al primer toro de su lote, segundo de la tarde. El encierro de La Laguna no se prestó a mayores hazañas y Antonio Velázquez estuvo digno con lo que le salió de toriles, en tanto que Fermín Murillo saldó su tarde con una cornada. Quien firmó como Juan de Dios, corresponsal del semanario madrileño El Ruedo, en el número fechado el 11 de enero de 1962, resume así esta tarde:

Y la gran ovación – primera de la temporada – iba dirigida, más que a los que en ese momento se adelantaban a enfrentarse con las astas ¡del peligro!, a aquellos que habían hecho posible hacer realidad las ansias de la afición entera: ¡el intercambio taurino entre España y Méjico! …

Velázquez, Juanito Silveti y Fermín Murillo, el espigado «mañico» al que cabía el alto honor de romper el luego sagrado en pos de un prestigio que en España tiene raigambre: ¡el prestigio en la fiesta, más bonita y hermosa que existe! ¡En la fiesta heroica de los toros! Y en verdad que el simpático Fermín dejó en muy buen lugar la categoría taurina española. ¡Con su sangre rindió tributo! Y con su dolor – moral, por no conseguir el triunfo ansiado – y dolor físico en sus carnes dejaba patentizado el estoicismo de los hombres que en la vieja Iberia se juegan la vida ante las astas de los toros…

Pero la realidad es que, a pesar de la oreja cortada por Silveti, poco hay que destacar en esta corrida inicial, a no ser la traicionera cornada que dio su primer toro al aragonés Murillo, quien dejó muy buen sabor de boca y al que se le auguran buenos triunfos en Méjico. Vuelve a torear a mediados de mes y ojalá triunfe el bueno de Fermín…

Así fueron vistas las cosas ese último día de 1961, víspera de la presentación de Paco Camino en las plazas de México. Como veremos el día de mañana, los ánimos no estaban muy dispuestos a su favor, lo que a la vista de lo que consiguió a la vuelta de los años, le añade un mérito mayor. Pero sobre eso, hasta mañana.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Tal día como hoy. 1964: Destacan Juan Silveti y Humberto Moro


Los toreros de la Edad de Plata mexicana seguían siendo la base de las ferias importantes del país, aunque dentro de las filas de los novilleros ya aparecían algunos nombres que pronto pasarían al escalafón superior y pronto iniciarían el asalto a la cumbre. Tanto Juan Silveti hijo, como Humberto Moro eran integrantes de esa generación de toreros mexicanos y eran quienes llevaban el peso de la corrida del Día del Trabajo, que se completaba con la presencia del utrerano Juan Gálvez y una corrida de toros de Peñuelas.

El encierro enviado a la Plaza de Toros San Marcos por don Miguel Dosamantes Rul fue uno que se distinguió por su bravura y por su fiereza, destacando el juego que dio en varas. Quizás en estos días sería calificada como una corrida dura que dificultó el triunfo de los toreros. Del juego de los toros, don Jesús Gómez Medina escribió para su tribuna de El Sol del Centro lo que sigue:

Peñuelas envió un bravo y bien presentado encierro, el viernes. Por obra de los astados de Peñuelas volvimos a presenciar la suerte de varas con todo lo que encierra de emoción y dramatismo; de gallardía y de espectacularidad. Por obra de los toros de Peñuelas, los picadores, mal de su grado, visitaron varias veces la inhóspita arena – ¡los primeros tumbos de la Feria! –; y también en dos o tres ocasiones, el poderío de los bureles aunado a su fiereza, lanzó estrepitosamente a jinete y cabalgadura contra los tableros, para reproducir una escena que arrancada, al parecer, de las añejas estampas de Daniel Perea, conserva aún su abigarrado patetismo. Fueron los de Peñuelas en suma, fieramente bravos, con la bravura que emociona y entusiasma; con esa bravura, con esa fiereza que son y serán siempre las cualidades esenciales del toro de lidia...

Destaco aquí el hecho de que el cronista haga especial énfasis en el hecho de que es la bravura del toro la que produce emoción y entusiasmo en los tendidos y agregaría yo, lo que incrementa el valor de lo que los toreros hacen delante de ellos. Aquí don Jesús toca un punto sensible de todo esto, en el sentido de que el toro es la esencia y el eje de la fiesta y que si el toro no está presente, no hay fiesta posible.

Respecto de la actuación de los toreros, la relación que traigo aquí nos deja ver que Juan Gálvez no tuvo suerte; que Juan Silveti fue aplaudido en sus intervenciones, dando la vuelta al ruedo en el que abrió la tarde y jugándosela en serio con el cuarto, que le dio tanto a él como a su banderillero Francisco Lora Pericás un serio achuchón. El triunfo fue del muletero de Linares, Humberto Moro al cortar una oreja al segundo de la tarde. La crónica de don Jesús Gómez Medina relata así la actuación de los toreros:

Una oreja para Moro. La obtuvo en su primero, un hermoso ejemplar cárdeno oscuro, corto de pitones y con más kilos que un monopolista... Humberto lo había lanceado sin gran éxito hasta que sufrió una voltereta. El incidente le hizo brotar la casta: se ciñó entonces en un quite por chicuelinas y continuó arrimándose al librar con el lance final... Tras unos muletacillos de exploración, Humberto conduce al astado a los medios. Allí con la facilidad y buen estilo que tanto realzan su toreo, cuajó dos tandas de magníficos naturales, en los que corrió la mano y mandó en el bicho en gran forma. Y naturalmente, lo aplaudimos... Posteriormente el trasteo se convirtió en “derechista”. También con la llamada mano de cobrar Humberto mostró las excelencias de su estilo, con el entusiasta beneplácito de los paganos... Y en la primera oportunidad y metiéndose con decisión, clavó el acero delantero, pero con resultados definitivos. Ovación, oreja y dos vueltas al ruedo...

Así se resume lo más destacado de este pedazo de historia de nuestra Feria.

El festejo de hoy: Seis de Montecristo para Rodolfo Rodríguez El Pana, Morante de la Puebla y Juan Pablo Sánchez.

domingo, 19 de junio de 2011

Jueves de Corpus de 1954: Juan Silveti sale en hombros de La Maestranza

Algunas razones para recordar esto

La entonada actuación que han tenido los toreros mexicanos en el reciente San Isidro y la proyección que les ha dado con cara a la realización de una real campaña en ruedos hispanos, me motiva a repasar la historia y a encontrar antecedentes en ella de diestros que en otros tiempos, mantuvieron en alto el pabellón nacional y con sus buenas actuaciones abrieron el camino para que los toreros de nuestros días pudieran cruzar el Atlántico y continuar con la obra que ellos iniciaron.

Suma además al hecho, que uno de los cinco nacionales que comparecieron a Las Ventas, es precisamente Diego Silveti, nieto de quien me ocupa en esta ocasión y representante de la cuarta generación de toreros de su dinastía que comparecía en la capital hispana y en lo general, representante de una dinastía de toreros de suyo larga, de las que la Historia del Toreo registra muy pocas.

Por último, además de la efeméride, creo que vale la pena entrar un poco más a profundidad en la trayectoria de Juan Silveti Reynoso en los ruedos de España. Siempre que se habla de ella, se llega al punto de algo que ya parece un mero lugar común, la tarde de los toros de Pablo Romero en el San Isidro de 1952, cuando en el fondo su historia en esas arenas es más profunda y rica que esa única tarde. Es por eso que recurro a ella, la que en su día, confesara a don Filiberto Mira, que había sido el día más feliz de su vida y se trata de la Corrida de la Asociación de la Prensa de Sevilla, celebrada el 17 de junio de 1954 – Jueves de Corpus por cierto –, en la que para lidiar toros de don Salvador Guardiola, alternaron Cayetano Ordóñez Niño de la Palma II, Jesús Córdoba y el nombrado Juan Silveti

¿Hoy cómo ayer?

La crónica que me sirve de apoyo para esta remembranza, es la de Gil Gómez Bajuelo, quien fuera cronista del diario ABC de Sevilla entre 1952 y 1960. Al inicio de ella, hace una reflexión que, pese al tiempo que ha transcurrido entre la celebración del festejo y estas calendas, creo que vale en todos sus términos:

Decíamos días pasados que lo de menos era el éxito económico. Y lo demás, procurar que el público saliera satisfecho. Creo que esto se ha conseguido plenamente. Lo primordial es darle a la afición sevillana su sitio, rendir a la plaza respetuoso vasallaje, velar por el rango de una fecha tradicional y la pureza de una fiesta de nacional raigambre y reiterar el prestigio de la entidad organizadora. Lo demás viene, o debe venir por añadidura, si es cierto que la rectitud del procedimiento tiene su premio…”

Hoy, pareciera que no se respeta ni a las plazas, a las aficiones ni se vela por el rango de fechas tradicionales o por la pureza de la fiesta. Igual, sale sobrando la integridad o el prestigio de la entidad que organiza o a cuyo nombre se organiza un festejo determinado. Ahora – el mundo al revés – el éxito económico es el principio y fin de la organización de cualquier festejo. Y sí la fecha tradicional, la pureza de la fiesta o el prestigio de la entidad organizadora se van al caño por un puñado de dólares… pues bien empleado, que de ganar se trata.

Hasta en eso han cambiado los tiempos, pues si vemos los festejos benéficos de estos días, veremos que la organización es rácana y en consecuencia, la finalidad es obtener el mayor retorno a cambio de una inversión mínima o nula y si no, remito a Ustedes al recuerdo de la últimas Corridas de la Beneficencia celebradas en Madrid, en la que ni la Asociación de la Beneficencia, ni la Plaza de Las Ventas, ni la fiesta en su conjunto, ni la afición, ni nada importaron a los organizadores. Sólo les interesaba el lleno y lo demás… pues lo demás era añadidura y si venía o no, parecía no importarles realmente.

Información previa a la corrida

En la nota previa al festejo del que hago este recuerdo, se hacen los siguientes apuntamientos:

…La animación fue extraordinaria, especialmente después que los aficionados vieron el desencajonamiento en la plaza de los seis soberbios ejemplares escogidos y enviados por el prestigioso criador de reses bravas don Salvador Guardiola. Los aficionados salieron gratísimamente impresionados, haciendo encendidos elogios de la presentación de los hermosos toros… La baratura de los precios fue también gran aliciente para este movimiento taquillero, haciéndose gran acopia por los aficionados de las entradas de cinco duros, cifra "récord" en esta época, de precio económico, tratándose de una corrida de toros… La terna de maestros, todos ellos de categoría artística, pueden ofrecernos una gran tarde de toros. Y esperamos que, al hacer el paseíllo, el público les reciba con una cariñosa ovación, lo que en realidad merecen quienes han mostrado una elogiosa decisión al no oponer reparo alguno a la lidia de toros de respeto, como tiene que ser, si queremos que la fiesta mantenga el tono de riesgo, seriedad y majeza que la han hecho singular y famosa en el mundo…

Anuncio de la Corrida de la Prensa en el diario
ABC de Sevilla, la víspera del festejo
Los presagios que hacía el redactor del ABC de Sevilla, según veremos enseguida, serían debidamente honrados por el encierro y por los diestros actuantes, dado que la Corrida de la Prensa del año 54 fue triunfal – en el recto sentido del término – dado que los toros lo fueron y dieron juego de tales y los toreros cumplieron ante ellos lo que se esperaba.

La Corrida de la Prensa del año 54

Como lo indica el título de esta entrada, el triunfador del festejo fue Juan Silveti. No obstante, por fallos a espadas, Niño de la Palma II y Jesús Córdoba solamente tuvieron la ocasión de dar sendas vueltas al ruedo, manteniendo el tono de un calendario que don Filiberto Mira llama el año de los extranjeros, pues no olvidemos que en la Feria de Abril de ese año, es en la que César Girón salda su participación con el corte de dos rabos. ¿Pero cómo fue el triunfo del hijo del Tigre de Guanajuato? La crónica de Gómez Bajuelo, ya citada en parte líneas arriba, en su médula, dice lo siguiente:

Para Juan Silveti, la tarde fue de éxito. Cortó las dos orejas a su primero y salió a hombros de la plaza. Le tocó en suerte el mejor lote, y el mejicano sacó de ello provechoso fruto, dejando en el público una impresión inmejorable de torero valiente y de torero artístico. Si vino a Sevilla con ambiciosas metas, no cabe duda que las consiguió plenamente y las conquistó en buena lid. Silveti ganó a pulso la inclusión de su nombre en futuros carteles sevillanos. 
Su manera de torear en el primero, con lances bellísimos, de suavidad y mando, con las manos bajas, puso el ambiente en muchas atmósferas. En los cuatro colosales lances, repetida la calidad en otro tiempo y reafirmada en el quite soberbio, con remate airoso de pies juntos, coronando el temple precedente. Las ovaciones fueron entusiastas y enardecidas. En este tercio de quites, el «Niño de la Palma» y Jesús Córdoba pusieron también de manifiesto su indiscutible clase. Ya hacía tiempo que no se veía en la plaza un tercio de quites así. Parecía olvidado o soterrado en el recuerdo tejano de los aficionados, y ayer surgió en toda su belleza de plástica ejecución y noble competencia de los maestros. 
Así estaba el ambiente, abonado de felices presagios, cuando Silveti, tras brindar a la plaza, se dirigió al encuentro de la res, arropado por la expectación del graderío. Dos pases altos, pasando toda la caja del animal, fueron el inicio, seguidos por dos por bajo finísimos y con sello, en los que «mataba» la arrancada del animal con un corte del pase en el que la fiera quedaba «fijada» obediente al original y torero mando. Prodigó los redondos, y en el cambio de mano de muleta por la espalda engendraba los pases de pecho colosales, coreados por olés, con el alegre fondo de la música torera. La suavidad de los derechazos tenía una continuación en los personalísimos pases por bajo, de airoso remate. Se perfiló Juan Silveti y clavó todo el estoque en la carne del bravo y noble animal. Al toro se le dio lenta y apoteósica vuelta al ruedo. Y cuando ésta terminó, Silveti, con las dos orejas que Barrera le llevó, dio dos vueltas al ruedo, entre incesantes aclamaciones. Todavía durante la lidia del toro siguiente, el público seguía ovacionando al mejicano…”

Al Tigrillo le tocó el toro bueno de la corrida y sin cuidarlo, aceptó la competencia en los quites de sus alternantes. Sin falso celo aprovechó ese momento en el que tradicional y reglamentariamente los demás espadas del cartel pueden intervenir para hacer crecer el ambiente y dejarlo a punto para el momento en el que tuviera que enfrentar con el trapo rojo y la espada al toro, hecho que consumó con su toreo clásico, vertical y profundo.

A Juan Silveti se lo llevaron en hombros de La Maestranza al terminar el festejo. Por la calle Iris, pues no había cortado más de dos orejas para salir por la Puerta del Príncipe, pero con esa actuación quedó en el ánimo de la afición de Sevilla y encantado con la ciudad, tanto, que es Cófrade de San Roque y como decía antes, en los años 80, cuando Filiberto Mira vino a México a estudiar el origen de nuestro toro de lidia, le confesó lo siguiente:

El día más feliz de mi vida, fue aquél en el que le corté las dos orejas a un toro de Guardiola en La Maestranza…

Fue el jueves 17 de junio de 1954. Jueves de Corpus, fecha tradicional del calendario taurino de Sevilla y una de las páginas importantes en la historia de Juan Silveti Reynoso.

Aldeanos