Viernes 25 de abril. Un arrollador Mariano Ramos vuelve llevarse el Escapulario de Oro
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Hace 50 años se acartelaron Manolo Martínez, Jesús Solórzano, Antonio Lomelín, Curro Rivera, Mariano Ramos, Fermín Espinosa Armillita y Humberto Moro para lidiar siete toros de Los Martínez. Los siete toros anunciados al final fueron ocho, porque fuera de concurso, se lidió un octavo, de regalo, por parte de Humberto Moro.
El encierro de Los Martínez
La ganadería de don Jorge Martínez Gómez del Campo se presentaba en Aguascalientes. El ganadero, que era un declarado orticista, bautizó a sus toros con nombres de otros que fueron famosos por ser importantes en la carrera de su amigo Pepe Ortiz, quien falleciera unos días antes. Por su orden salieron de toriles Sapito, Barrionuevo, Espía, Monterillo, Garlopo, Periodista y Aretito. Fue un gentil detalle del ganadero debutante. Acerca de la presencia del encierro, dice la crónica de El Sol del Centro escrita por Francisco Lazo:
Se lidiaron siete toros de Los Martínez, jóvenes, gordos, bien presentados, que tuvieron dos características definidas: unos querían huir, otros se agarraron pronto al piso. Imperó la mansedumbre, habiéndose salvado uno de ellos, el jugado en tercer lugar pero que desgraciadamente estaba lastimado de las manitas y rodaba constantemente…
De la descripción del cronista se puede advertir que se pretendió encubrir la falta de edad con el exceso de peso, de allí que su movilidad fuera limitada y se agarraran al piso y perdieran la vertical. También, ese peso desproporcionado, exagera la falta de raza y de casta. En suma, el trapío de los toros no se calibra en la báscula, sino en su apariencia externa y se adquiere con la edad.
La actuación triunfal de Mariano Ramos
Decía que Mariano Ramos se levantó como el triunfador de la tarde, porque a partir de este día, las corridas volvieron a su horario tradicional, a las cinco de la tarde. Si hemos de hacer caso a la reseña del encierro que hizo Lazo, el toro que le tocó fue uno de los que se quedaron parados, y, sin embargo, lo hizo moverse. El propio cronista de El Sol del Centro contó:
Muy buenas verónicas y mejores mandiles le dio Mariano a “Garlopo”, un manso al que Campos le puso dos pares superiores. Este toro no huye tanto, pero sale del muletazo con la cabeza alta. Ahí vemos al Mariano poderoso, sujetando y haciendo que la res humille, para torearle luego con mando, llevando muy bien a su enemigo. Por momentos parece destemplarse, pero vuelve a coger el ritmo a la embestida y llevaba los pitones a milímetros de la muleta. Terminó con la “regiomontana” en medio del júbilo popular. Cita a recibir y dejó un pinchazo a un tiempo. Luego otro echándose sobre el morrillo y finalmente, media arriba. Ligera petición (¿aquí no sacan pañuelos?). Oreja concede el juez. Chillan. La tira Mariano y da la vuelta…
La relación de Francisco Lazo es breve pero completa y destaca, la brillante actuación también, de Leonardo Campos, uno de los destacados banderilleros mexicanos de la época, que iban siempre colocados con los toreros que encabezaban el escalafón de estas tierras.
El resto de la tarde
Manolo Martínez estuvo breve, pero exponiendo y fue aplaudido. Jesús Solórzano tuvo una actuación que lo resarcía en parte de las pérdidas anteriores ante el segundo del festejo, incluso, puso el par de La Moreliana de su creación, que le valió dar la vuelta al ruedo a mitad de la lidia. Al final salió al tercio. Antonio Lomelín siguió hecho un león y también consiguió salir al tercio, tras de que su toro terminara hecho un marmolillo. Curro Rivera por su parte le robó una faena a un toro que huía en todos los terrenos y al igual que Mariano Ramos, fue llamado a dar la vuelta al ruedo.
Humberto Moro terminó enfrentado al respetable con el que le tocó en el sorteo y para resarcirse, regaló un octavo de Tequisquiapan, al que le hizo una faena que fue de menos a más. Aquí hay una controversia en cuanto a la premiación de la faena que realizó, porque en tanto que Francisco Lazo en El Sol del Centro habla de que se le otorgó una oreja, Alejandro Hernández en el Heraldo de Aguascalientes, refiere dos. Viendo el talante de Lazo hacia Humberto y otros diestros, me inclino más a creer en la versión de Alejandro, que en la suya. Y Fermín Armillita apenas tuvo material para salir del paso.
La concesión del trofeo
La tradición para la concesión del Escapulario de Oro era que se otorgara por aclamación popular en los casos en los que no hubiera un triunfador claro en la corrida en la que se ponía en disputa. Así se tuvo por sentado, pero al parecer, la Casa Pedro Domecq, patrocinadora en este año del 75 del trofeo, decidió designar un jurado para determinar al torero galardonado. Cuenta Francisco Lazo:
Al fin se llenó la plaza. Hasta arriba. Y es que hoy es gran día de fiesta, pues se celebra a San Marcos, patrono de la feria aquicalitense... Y, además, se ofrecía un cartel con siete toreros por un solo boleto, los que se disputaban el “Escapulario de Oro” que finalmente fue otorgado a Mariano Ramos por un jurado que nadie supo quienes lo integraron, pasando por alto el anuncio que hicieron al comenzar el festejo: que el trofeo sería otorgado por votación popular. Sí hubiera sido de esta última manera, Curro Rivera habría sido, junto con Mariano, fuerte candidato a quedarse con el galardón. Ambos hicieron muy buenas faenas a toros que presentaron dificultades, más el de Curro, que toreó con largueza y calidad; menos, pero sin dejar de tenerla, el de Mariano, que hizo una faena con poderío y mando. Los dos mataron mal, de dos pinchazos y entera desprendida Curro y Mariano de dos pinchazos, el primero intentando matar recibiendo, y media. El juez dio una oreja que el público protestó. La tiró Mariano y dio la vuelta, la misma que había dado Curro Rivera...
Así dice Lazo, que nunca se supo quienes integraron ese jurado y que antes de iniciar la corrida se había anunciado que el trofeo sería concedido por aclamación popular. Creo que a estas alturas de estos recuerdos queda clara la preferencia de don Francisco por su tocayo Curro Rivera, lo que me deja claro su deseo – o interés – de que su favorito se hubiera llevado el galardón, pero las cosas discurrieron de otra forma. Esa era la manera de ser del inefable Francisco Lazo.
Así pues, nada más arrastrado el octavo de la tarde, bajaron al ruedo S.G.M. Luz María I y Alfonso Ramírez Calesero, éste último en representación de la Casa Pedro Domecq a entregar a Mariano Ramos el Escapulario de Oro obtenido, con el que volvió a dar una triunfal vuelta al ruedo. Otra vez, hasta mañana.
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