La segunda novillada del serial de 1984 contaba con la comparecencia de Valente Arellano, quien ya se encontraba en la etapa final de la fase novilleril de su carrera en los ruedos, pues en un mes escaso, estaría recibiendo la alternativa en Monterrey, de manos de Eloy Cavazos y en tres meses más, estaría cumpliendo con su cita inevitable con el destino, en Torreón, a bordo de una motocicleta.
No me queda duda de que ese accidente de tráfico nos despojó del gran potencial torero que Valente llevaba dentro. Seguramente esta fiesta, que hoy está en el ojo del huracán – por causa de los que, desde detrás de la barrera mueven el agua y velan por sus particulares intereses sin reparar en que los de la Fiesta en su conjunto son de un orden superior y por ello intangible por los individuos – se vería enriquecida por un torero con el carisma y la frescura que en su día, el torreonense trajo a los ruedos mexicanos.
Esa segunda novillada de la feria del 84 se anunció con un encierro de San Antonio de Triana para Roberto Ramírez El Oriental, Paco Ramírez y Valente y la Plaza Monumental se llenó hasta el tope, como sucedía cuando el lagunero se presentaba en ella. El festejo fue uno de esos que provocaron una expectación que al final no fue correspondida por el resultado del mismo, dado que el encierro enviado por don Manuel Ibargüengoitia Llaguno, fue enrazado y con las complicaciones que da la bravura seca, motivo por el cual, los alternantes no pudieron estar a la altura de las condiciones del ganado que les salió por la puerta de toriles.
Más eso no arredraba a un torero como Valente, quien regaló un séptimo novillo, de José Garfias nombrado Jugador. Éste fue más noble, boyante y ante él pudo realizar una faena de gran calado en los tendidos, variada en los quites y sin los sobresaltos que los encastados novillos de la lidia ordinaria le causaron a él y a sus alternantes. Como lo matara de una estocada entera, se pidió y obtuvo para él el rabo de Jugador, saliendo en hombros de la plaza.
Ese fue el resultado de la postrera actuación en Aguascalientes de un torero diferente, que tenía la capacidad de despertar pasiones en los tendidos y que era intuitivo en la cara del toro y que despojándose de comodidades, se lanzó al camino para aprender a torear y hacerse torero y que de no haber terminado su vida en la forma tan temprana en la que ocurrió, hubiera representado un efectivo parteaguas en la historia taurina de México.
El festejo de hoy: 8ª corrida de feria. 8 toros de San Isidro. para Rafael Ortega, Antonio Barrera, Fabián Barba y Joselito Adame.
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