sábado, 26 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (VIII)

Sábado 26 de abril. Profusión de apéndices en la tarde más exitosa de la feria

La feria del 75 reventó al final en la séptima y penúltima corrida del serial. La tarde de los grandes triunfos y de las faenas bien logradas fue esta, en la que Manolo Martínez, Curro Rivera y Mariano Ramos se enfrentaron a un encierro de Torrecilla. Si bien en los festejos anteriores hubo algunos éxitos señalados, la tarde redonda que toda la afición espera en un serial como el que se ofreció por primera vez en la Plaza Monumental. Tardó en llegar, pero al final, justificó una feria extensa y dejó en claro que ese modelo seguía siendo válido.

Francisco Lazo, quien se encargó ese año de la mayor parte de la crónica en El Sol del Centro, hace la siguiente reflexión a propósito de esa corrida:

La de hoy, séptima corrida de la feria taurina de Aguascalientes, ha resultado excepcional. Mire usted, la plaza se llenó hasta parecer reventar de un público entusiasta, se cortaron ocho orejas y un rabo y vimos toda la gama del toreo, en sus diversas concepciones, hecho a toros débiles, pero de una nobleza poco común. Los tres alternantes, Manolo Martínez, Curro Rivera y Mariano Ramos, unidos por el común denominador del poder, pusieron sobre la arena sus mejores expresiones, sus virtudes en su manifestación más pura, para brindarnos una tarde que pasará mucho tiempo sin que se olvide. Y esa frase común que dice “el público salió toreando” cuando ve torear mucho y bien, hoy puede aplicarse con toda propiedad. Caras sonrientes a las afueras del coso, en medio del terregal ese, simulando pases con periódicos o simplemente con la palma de la mano. Y pasión a flor de piel...

Decía El Volcán de Aguascalientes que el que compra un boleto para entrar a los toros es un comprador de ilusiones, porque espera siempre ver una tarde de triunfos. Quienes asistieron a la Monumental hoy hace medio siglo, vieron esa ilusión satisfecha.

Manolo Martínez corta el único rabo de la feria

Ya habíamos podido ver que el paso de Manolo Martínez había sido marcado por el signo de la discreción. Le restaban esta tarde y la del cierre del serial al día siguiente para reafirmar su posición de cabeza del escalafón y, efectivamente, este día apretó el acelerador, porque realizó una faena tesonera con su primero, que fue saldada con salida al tercio tras petición de oreja y las orejas y el rabo del cuarto. Cuenta Francisco Lazo:

...con “Gondolero” hizo una faena de seda, sobre todo con la mano izquierda, bajo el coro de ¡torero – torero! El toro pasaba claro, pero el torero le hacía ir largo, apenas con un muñecazo ligero, en el centro mismo del anillo. ¿Describir la faena? Sería necio. El toreo es arte efímero que ilumina como una llamarada, pero que se apaga en el momento mismo de iniciar otro pase. Así fue aquello, explosiones de belleza, sucediéndose en series de ayudados, naturales, pases del desdén, trincherillas, medios pases con la mano izquierda, para de allí enganchar el de pecho. Y la estocada, un tanto traserilla, pero de rápidos efectos. Dos orejas concede el juez, pero sube el clamor y otorga el rabo que bien ganado había sido. Vuelta con el ganadero, bajo lluvia de prendas...

Cuando un torero está, diría El Gallo, en estado de gracia, no tiene objeto contar las series y las suertes practicadas, es mejor intentar presentar en un concepto unitario la impresión que dejó el artista con su obra efímera, pero definitivamente trascendente.

Curro Rivera corta cuatro orejas

También ha quedado evidencia en esta serie de apuntes que Curro Cumbre venía empujando con seriedad para tratar de hacerse del cetro del toreo en México. Y hacía delante de los toros todo lo necesario, y hasta lo imposible para llegar a ese anhelado sitio. Lo hizo entonces en Aguascalientes y lo hacía en cuanta plaza se presentaba. Dice de su actuación la crónica de El Sol del Centro:

...Con la muleta, Curro le echa alegría en el cite y lentitud al pase, con mucho temple, mando. Sus muletazos son largos y con aquel pasar despacio de la res, parecían durar una eternidad, recreándose además... Una soberbia estocada. Dos orejas. Un grupito que molesta de continuo a Curro, protesta una, sin enterarse siquiera de lo que había visto: toreo de alta calidad de capa y muleta y gran estocada, lo que ameritaba un rabo. Y vino su segundo “Fakir”... Diríamos que juega al toreo, con gracia, con inventiva, a cámara lentísima, como en aquellos “circurrets”, luego, jalando al toro con la muleta por la espalda, hasta sacarlo con el de pecho. Al público le impresiona aquella faena y la corea con fuerza. Pocas veces, por no decir nunca antes, había visto torear así, como que pocas veces se conjuntan un toro que quiere atacar, pero no lo hace por falta de fuerza y un torero que lo hace pasar, obligándolo, con la orden de mando que es su muleta. Tres cuartos de acero en el rincón y otra vez dos orejas, para ir a sacar al ganadero a dar la vuelta...

Habrá que agregar que ambos toros de Curro fueron pasmosamente débiles y que aparte de torear como lo hizo, ejecutó una importante labor de enfermero para mantenerlos en pie, lo que aumenta el mérito de lo que logró ante ellos.

El poderío de Mariano Ramos, presente otra vez

Volveré a repetir que Mariano Ramos volvía a nuestro serial abrileño exigiendo un sitio entre las figuras del toreo mexicano. No había toro o alternante que lo hiciera dar el paso atrás y el paso que mantenía era verdaderamente impresionante. Le cortó las dos orejas al toro que cerró el festejo, pero la crónica refleja, que de no haberlo pinchado antes de haberle metido la espada, le hubiera cortado el rabo:

Su segundo fue “Lucerito”, un toro con un poco más de vigor al que torea por verónicas y chicuelinas. Recargó bravo el morito. Pero lo saca pronto del caballo Mariano. Lo necesita todo lo fuerte que pueda ser. Y la res pasa completa, con claridad. Entonces Mariano le hace la faena, hondos los pases, quebrando la cintura para bajar la mano y estirarse después hasta llevar al toro muy largo. Hay temple, hay toreo macizo, de expresiones secas, pero emocionantes por el mando del diestro. Al natural, parece suavizar el pase, menos rígida la muleta, con vuelo en el último tiempo. Al natural, se afina Mariano, va cogiéndole gusto al pase. Toreaba en el tercio. Y quiso entonces hacer honor a su calidad de diestro poderoso. Sacó al toro al centro del anillo y allí le dio tres ayudados y varios pases por alto que le ganaron también el grito de ¡torero – torero! Pinchazo arriba y media estocada bien puesta que derriba. Petición. Una oreja da el juez. El público exige la otra y es concedida...

Por la manera en la que el ingeniero Jesús Herrera concedió la segunda oreja, es que me atrevo a asegurar que, de haber acertado a la primera con la espada, con seguridad, Mariano hubiera cortado el rabo. Y es que, estaba en el ánimo de la gente y en esos días, era una ráfaga de aire fresco en la baraja taurina mexicana.

El encierro de Torrecilla

Los toros enviados por don José Antonio Llaguno Ibargüengoitia adolecieron de lo mismo que se vino señalando por la prensa de la época de los demás encierros que se lidiaron: de poca presencia. Escribió Francisco Lazo:

Reses terciadas envió Torrecilla y de muy poca fuerza. Sigue padeciendo aquella ganadería zacatecana una serie de problemas, que afectan la buena crianza de su ganado. Pero hay buena sangre... Por igual, fueron al caballo, pero les pasaron apenas con un picotazo, evitándoles así mayor quebranto que el que ya traían del viaje y acusaban por su manifiesta debilidad. Todos también fueron claros, de una nobleza conmovedora... No faltó quien dijera a la salida de la plaza, que los toros habían sido unas babosas que parecían arrastrarse. El símil no se apega a la realidad, pero, suponiendo sin conceder que así fuera, ese amigo no sable lo difícil que es torear toros así y producir emoción. Lo que le falte de fiereza al toro, lo puede suplir el torero con su arte o su valor, con su poder para hacerles pasar y darles muletazos...

Aunque se dio la vuelta al ruedo al cuarto y al quinto, por mucho que se quiera justificar la falta de bravura con la boyantía y la aptitud de los toreros para aprovechar esa situación. Por lo visto, estaba gestándose, a sabiendas o no, lo que mi amigo Horacio Reiba llama el post toro de lidia mexicano. Hasta mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aquí no se compra ni se vende nada; tampoco se publicita a quienes lo hacen, y mucho menos se admiten insultos o denuestos a la fiesta o a las personas. Si tu intención es hacer cualquiera de esas cosas, como decimos aquí en México, «vete con tu música a otra parte...», porque aquí, ni eres bienvenido, ni será publicado tu comentario. Lo mismo aplica si el tema que presentas, no es relacionado con la fiesta.

Aldeanos