The Virginian
En mis primeros años de vida, vi a mi madre leer con fruición una novela titulada como este acápite varias veces. Ella era una feroz devoradora de novelas en lengua inglesa, sobre todo aquellas que venían en el formato paperback tan popular en la tierra que le vio nacer. La verdad es que el título de la obra permanece en mis recuerdos, pero es hasta que me siento delante de la hoja en blanco para escribir estas líneas, que me preocupo por saber acerca de esa obra.
Así, me entero que The Virginian (1902), obra de Owen Wister, resulta ser, según la opinión mayoritaria, el primer western de ficción, que vino a permitir el establecimiento de un género literario y cinematográfico – versiones de la novela de Wister se filmaron en 1914, 1923, 1929 y 1946 – en los Estados Unidos.
Pero también The Virginian es el título del séptimo capítulo de la obra de mi amigo Lyn Sherwood titulada Yankees in the Afternoon, en la que hace un repaso histórico de los toreros estadounidenses que han dejado alguna huella en la historia de esta fiesta. En ese séptimo capítulo Sherwood se dedica a relatar la vida y hazañas en los ruedos de Richard Corey, precisamente nativo de Charleston, West Virginia.
Ese virginiano vendría a hacer una interesantísima carrera en los ruedos de España y de México, a donde llegó a mitades de los años 60 y comenzó a aprender las bases del toreo en los Viveros de Coyoacán, mostrando una voluntad de aprender y una afición que no le cabían en el cuerpo. Eran los días en los que no había escuelas taurinas y a torear se aprendía en las prácticas de salón y recorriendo la legua.
Tal era la afición de Richard Corey, que el domingo 3 de diciembre de 1967, en El Toreo de Cuatro Caminos, se le tiró de espontáneo a Manolo Martínez en el segundo de su lote. Existen algunas fotografías del considerado anarquista de la fiesta en las que corre con largueza la mano diestra a ese Fundador de Mimiahuápam. La crónica de Carlos León de ese histórico festejo, recoge lo siguiente sobre este particular:
...Ahora está el de Monterrey ante “Fundador”, otro toro de solera que desde su salida se come los capotes y da ocasión a que Manolo se luzca con el suyo, en magníficas verónicas y en pinturero quite. Por desgracia la intromisión inoportuna de un espontáneo siembra el desconcierto sobre la arena. En la captura del intruso se excede brutalmente la Gestapo de San Bartolo, dando un clima de bronca y repulsa contra los esbirros y sus macanas. Para calmar las iras populares, Manolo tiene que rifársela de verdad y logra otra faena torera y temeraria. Y hunde bien la espada. Pero “Fundador” sostenido por su casta, se niega a doblar. Y entonces, Manolo echa a perder todo con una serie interminable de intentos de descabello, al grado que no hay más remedio que tocarle un aviso...
El en ese momento ignoto Richard Corey logró llamar la atención y de esa manera conseguir su vuelta a los tendidos. Ah, y, además, le puso cara la papeleta al anunciado para matar ese toro.
Toreando vestido de luces
El valor indiscutible que mostraba le permitió recorrer distintas plazas de la república. El 16 de junio de 1968 se presenta en la Monumental Jalisco, alternando con Ángel García El Chaval y Carlos Campos El Ahijado en la lidia de novillos de don Jesús Cabrera. Eso le valió torear los festejos del 8 y 15 de diciembre, además del que da motivo a que meta yo los pies en esta historia.
En Aguascalientes sería cobijado primero por el Grupo de los 5 – integrado por Gabriel Salazar, Héctor de Granada, Mario Rentería, José Luis Ornelas y Paco Muro – y posteriormente por la empresa de don Guillermo González Muñoz. En esos días asentó sus reales en esta tierra y en torno a su persona se tejían algunas leyendas, como aquella de que era un desertor de las filas estadounidenses, que no quiso ir a la guerra en Vietnam. Todavía hoy, se cuenta esa situación por quienes saben de su paso por nuestra ciudad. En algún momento de estas fechas, se le empezó a anuncia con su nombre castellanizado, como Ricardo Corey.
En el año de 1970, en la novillada de la Feria de San Marcos, ganó el Cristo Negro del Encino, después de que fuera uno de los soportes de la temporada 1969 – 70. También en ese calendario se dio su presentación en la Plaza México, el domingo 25 de julio, fecha en la que alternó con Raúl Ponce de León y el regiomontano Enrique Fernández, en la lidia de novillos de Gustavo Álvarez. En su debut le cortó la oreja al 6º, Alemán. Eso le valió torear seis novilladas en ese ciclo, entre ellas, un mano a mano con Adrián Romero, aunque salió con dos cornadas y solamente mató al primero de su lote y la del Estoque de Plata el primero de noviembre.
El Estoque de Plata de Guadalajara en 1968
El día de Navidad del año de los Juegos Olímpicos en la capital mexicana, se anunció la 14ª novillada de la temporada, en la que en disputa del Estoque de Plata aportado por la empresa de don Leodegario Hernández, actuarían en el ruedo de la Monumental Jalisco el acalitano Armando Mora, Arturo Ruiz Loredo, el portugués Oscar Rosmano, Ricardo Corey, Jorge Blando y Alfredo Alonso ante novillos de Guayabé, hierro de la titularidad de don Luis Obregón Santacilia.
Richard Corey le cortó las dos orejas al cuarto de la tarde, la relación del festejo, firmada por Enrique Aceves Latiguillo, cronista titular del diario El Informador de Guadalajara, dice sobre este particular:
Al norteamericano correspondió lidiar el mejor novillo del encierro, aprovechándolo perfectamente bien, tanto con el percal como con la muleta, con aquel en valientes faroles de rodillas y en preciosas orticinas, y con ésta, en templados derechazos, en estupendos naturales, en estatuarios ayudados por alto, en riñonudos molinetes de hinojos y en algunos estatuarios de pecho, y como mató de un pinchazo en buen sitio y de una media de rápidos efectos, se le concedieron las dos orejas de su adversario y con ellas tuvo más que suficiente para quedarse también con el trofeo ofrecido por la Organización de Leodegario Hernández.
El trofeo se lo disputó con cercanía el lusitano Oscar Rosmano, quien le cortó la oreja al segundo del festejo. Por su parte, Armando Mora, Arturo Ruiz Loredo, Jorge Blando y Alfredo Alonso no pudieron más que mostrar voluntad ante los bravos novillos de Guayabé.
En ruedos de España
Para 1971 Richard Corey enfrentó a su destino en ruedos hispanos. Torearía nueve novilladas ese ciclo, presentándose en Sevilla el 11 de julio y el 1º de agosto, y en la primera de esas tardes, en la que alternó con Curro Vega y Diego Sanlúcar en la lidia de novillos de Alfonso y Manuel Lacave, le cortó una oreja al primero de su lote. Sobre esa primera actuación en el ruedo maestrante, Manuel Olmedo Don Fabricio II, escribió en el ABC hispalense:
Dio la nota de emoción, en el segundo de la tarde, el mexicano Ricardo Corey, torero físicamente granado, que acreditó un valor desmedido al aguantar impávido los impresionantes derrotes del novillo, en una faena sin calidad, pero con el mérito indiscutible de la decisión inquebrantable que la inspiró. A lo largo del trasteo imperó el ¡uy! sobre el ¡olé!. Corey sufrió una aparatosa cogida. No se amilanó por el percance, incruento afortunadamente. Continuó cerquísima, jugándose el tipo, y coronó sus temeridades con una certera estocada. Obtuvo una oreja...
Al llegar al cierre de la temporada recibió una primera alternativa en la plaza castellano – manchega de Guadalajara, de manos de José Ruiz Calatraveño y con Rafael Torres de testigo, ante toros de don Luis Algarra Polera, cortando una oreja al toro de la ceremonia.
No ejercería mucho como matador de toros con ese doctorado, pues para el siguiente calendario lo renunció y toreó una decena de novilladas, a las que sumó otras once en 1973. En 1974 fue investido en definitiva como matador de toros en Cabra, apadrinándole Curro Girón y atestiguando José Fuentes. Los toros fueron de Clemente Tassara. Esa tarde le cortó las dos orejas a cada uno de sus toros.
Después de la alternativa actuó en otras ocho corridas en ruedos andaluces y para 1975, solamente se le registra una actuación el día 12 de octubre, en la Monumental de Barcelona, donde compartió cartel con César Morales y Félix López El Regio, en la lidia de toros de Juan Guardiola Soto y Manuel Sanz Jiménez (2º). Esa tarde en la capital catalana es la que se registra como su última actuación vestido de luces.
El devenir de Richard Corey
Tras de su presentación en Barcelona, volvió a los Estados Unidos y se dedica desde entonces a negocios agroindustriales. Richard Corey ya no confirmó su alternativa, ni en Madrid ni en México, tierra en la que, de acuerdo a los anuarios, tampoco se presentó ya como matador de toros.
Una apostilla final
El festejo taurino de Navidad es una tradición verdadera de esta fiesta. Ese 25 de diciembre de 1968, en Guadalajara, se dio, además del festejo que aquí me ha ocupado, otra novillada en El Progreso, en la que alternaron Alberto Martínez, Miguel Ángel Núñez y un fenómeno que, de no haberse encontrado con las astas de los toros, hubiera llegado lejos, me refiero a Curro Gama, quienes lidiaron novillos de Cerro Viejo.
Las crónicas reflejan que El Progreso se llenó y que la Monumental Jalisco registró la mejor entrada de su temporada novilleril, entradas ambas, prueba de que cuando se presentan carteles formados con imaginación y con nombres que interesan a la afición, ésta acude al llamado de las empresas.
No me resta más que desearles que tengan una Feliz Navidad en unión de aquellos a quienes quieren y pedirles que si está en su mano ayudar a alguien que tenga la suerte en contra en estos días, lo hagan, que algún día serán recompensados.
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