Manolo dos Santos |
La temporada taurina 1947 – 48 en
la capital mexicana sería muy diferente a las tres anteriores. Nada más iniciar
1947 se rompieron – nuevamente – las relaciones entre las torerías de España y
México y las dos empresas que funcionarían en la Ciudad de México – el Toreo de
Cuatro Caminos estaba por ser inaugurado, asunto que ya he tratado en esta
Aldea aquí – tenían en perspectiva la organización de dos temporadas que organizar sin la
presencia de toreros como Manolete, Pepe Luis Vázquez o Luis Miguel Dominguín
que vinieran a enriquecer los carteles al lado de las figuras mexicanas.
El elenco de la Plaza México se formó
con toreros como Luis Procuna, Antonio Velázquez, Carlos Arruza, el reaparecido
Silverio Pérez, Fermín Rivera y Ricardo Torres – quienes también actuarían en
el coso recién inaugurado – además de Jesús Solórzano y Gregorio García. Para
El Toreo estaban en exclusiva Armillita, Luis Castro El Soldado y Carlos Vera
Cañitas, además de los que actuaron en los dos cosos. Por los extranjeros,
actuó en El Toreo Manolo dos Santos de Portugal y en la México el peruano Alejandro
Montani y el ecuatoriano Edgar Puente. Esos eran los mimbres que se tenían para
ese ciclo capitalino.
La alternativa de Manolo dos Santos
La tercera corrida de la
temporada inaugural de El Toreo de Cuatro Caminos se anunció con un encierro de
Pastejé para Armillita, Carlos Arruza y el lusitano Manolo dos Santos, que
recibiría la alternativa. La Plaza México no dio festejo ese domingo, lo que
permitió que la entrada en el nuevo circo taurino fuera total. La crónica de
Carlos León, el cáustico cronista del diario Novedades de la capital de México,
refiere lo siguiente acerca de este fasto:
Trágica alternativa. – Brevemente pasó por la arena del “Nuevo toreo” la figura del debutante lusitano Manolo dos Santos, pues “Vanidoso” de Pastejé, se encargó de eliminarlo del ruedo para ponerlo en manos de los médicos. El toro era bravo y fue el mejor de la tarde. Sacó fuerza y poderío, se revolvía alegre sobre los capotes y tomó con codicia el del diestro portugués en quien anotamos un buen lance y un excelente recorte final… En los quites dio lugar a que los tres alternantes se lucieran… Dos Santos tomó las banderillas. De los tres pares que colgó, le resultó sobresaliente el segundo de poder a poder… “Armillita” le cedió los trastos y el ahijado brindó al público. Inició su faena por alto e inmediatamente echó abajo la mano derecha, para torear en redondo con buenas maneras, hasta que una colada de la res – que era pegajosa y se cernía – lo obligó a enmendarse… Reanudó con agallas su trasteo, al “tragar paquete” en dos muletazos por alto, ceñidísimos. Y también usó con acierto la zurda en tres naturales que remató dignamente con un bello forzado de pecho… El aire le molestaba y lo descubría, pero él se desentendió de Eolo y continuó arrimándose. Fue así como quedó a merced de la fiera al querer estirarse en otro obligado de pecho, donde el pitón del burel lanzó su brutal hachazo sobre el muslo derecho de Manolo. Fue una cornada seca sin aparato, pues ni siquiera llegó a derribarlo. Pero bien pronto el terno rosa se manchó con una intensa hemorragia. Valiente el de Portugal, quiso seguir toreando, haciéndose necesario que sus compañeros y peones lo sacaran del ruedo a fuerza viva…
Manolo dos Santos reaparecería en
Cuatro Caminos hasta el 1º de febrero de 1948, alternando con Armillita y Luis
Procuna en la lidia de toros de Zotoluca, en una corrida de esas que poco dejan
para el recuerdo.
El triunfo de la tarde, de Arruza
Carlos Arruza no era personaje de
la preferencia de Carlos León. Se refería a él como el Si – Clown o Ciclón
Veloz – apelativo de un luchador de la época – y en sus agudas crónicas no lo
dejaba con cabeza, cualquiera que fuera el resultado de sus actuaciones. Al
repasar la crónica me sorprendió el talante con el que León relató la actuación
de Arruza esta tarde, en la que cortó el segundo rabo otorgado en el nuevo
Toreo – había ya cortado el primero el domingo anterior – y creo que vale la
pena recordarlo aquí:
No soy yo precisamente quien tiene que rectificar su primera impresión sobre un torero, cuando ha sido el propio Arruza, quien, ha rectificado su manera de hacer el toreo. Hace ocho días le puse el “pero” de que fuera un lidiador fundamentalmente de piernas. Ahora me place reconocer que también ha sabido serlo de brazos; más aún: de exclusivo juego de muñecas, mientras que las plantas de los pies se sembraban, estoicas e inmutables… Doblemente me complazco en señalarlo, por haber sido el único que lo dijo. Yo opiné que, a más tardar en su tercera actuación, pasada la inicial sorpresa de su portentoso alarde de facultades, el público tendría que gritarle: “¡Quieto, quieto!” Y reconozco que antes de que ese grito se oyese, el propio Carlos Arruza salió ayer a poner de manifiesto que también puede fincar sus grandes éxitos en el secreto del aguante. Ante esa evidencia y mientras en tales circunstancias se desenvuelvan sus posibilidades, ¡con que gran satisfacción me uno a quienes han proclamado al criollo como un portento taurino de la época! Y en especial, porque ha usado limpiamente la mano zurda, que ayer, como antaño y siempre, tendrá que ser la piedra de toque para valorizar un torero…
El toro al que Arruza cortó el
rabo se llamó Centenario y fue de Pastejé, quinto de la tarde. Antes ya había
cortado las orejas al tercero, de San Mateo, sustituto de Revoltoso, del
hierro titular, devuelto por lisiado y curiosamente, fue brindado por Carlos a los Duques de Montoro, de visita en México por esos días. Fue el segundo de 35 rabos cortados en
esa plaza de toros – ya extinta – historia que fue cerrada el 1º de diciembre
de 1994 por Eloy Cavazos al cortar el rabo al toro Fundador de Arroyo Zarco.
Armillita
El Maestro de Saltillo cortó las
dos orejas al primero de su lote, Serranito, en una faena que al decir de
Carlos León, se premió el ejercicio de la sabiduría del torero por sobre la
brillantez del trasteo, dado que a excepción del toro que abrió el festejo, el
resto de la corrida fue un saldo ganadero.
Y concluyo
Al volver a Europa Manolo dos
Santos renunciaría a esta alternativa para torear novilladas en la temporada
española y volver a recibir el grado el día 15 de agosto de 1948 en Sevilla, apadrinándole
Manuel Jiménez Chicuelo en presencia de Andaluz, siendo el toro de la ceremonia
Verdón, de Villamarta.
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