Aclaro: Esto ya lo había publicado yo en otro lugar y tiempo, pero creo que vale ponerlo aquí una vez más. Espero que Ustedes también lo consideren así.
Cartel anunciador de Toros Bravos |
Tomás Pérez Turrent (apodado El Choni en su época de novillero), escribió en su día que el cine argumental taurino contiene mucho melodrama y poco arte. Desconozco si expresó alguna opinión sobre la cinta que da título a esta participación, pero creo que de haberla criticado, quizás le hubiera motivado a rectificar en algo su afirmación, que parece injustamente lapidaria.
El autor de la historia
The Brave Bulls es la representación cinematográfica de la novela escrita por Tom Lea (El Paso, Texas, 1907 – 2001), un personaje de la historia artística estadounidense que reúne entre sus habilidades, la de ser un extraordinario escritor y un extraordinario pintor. Además, fue corresponsal de guerra de la revista Life, cubriendo acontecimientos como la campaña de Peleliu en el Pacífico en el año de 1944. Como pintor y muralista, se inspiró en Europa en la obra de Eugene Delacroix en París y Piero Della Francesca y Luca Signorelli en Italia.
Su capacidad artística como pintor le obtuvo la posibilidad de ganar los concursos para pintar diversos murales en distintos edificios públicos a través de los Estados Unidos, como el Edificio de Correos Benjamín Franklin en Washington, D.C.; el Edificio Federal en El Paso, Texas y la Estación de Ferrocarriles Burlington en Lacrosse, Wisconsin entre otros. Pero al tiempo que pintaba, no descuidó la arista literaria de su personalidad y escribió dos novelas, The Hands of Cantú (Las Manos de Cantú) y la que nos ocupa en este momento, así como de otros 15 libros sobre otros temas diversos.
Sobre The Brave Bulls, cuya primera edición vio la luz en 1949, Tom Lea comenta lo siguiente:
…mi padre me había llevado a las corridas y había leído Muerte en la Tarde, así que empecé a seguir los toros, conocí a varios de esos jóvenes que aspiran a ser toreros, lo que me encantó y me hizo pensar que no existía manera de que yo pudiera realizar una obra ilustrada en la que pudiera plasmar mis sentimientos acerca de la fiesta de los toros, así que decidí escribir una novela. Empecé a escribir ‘Toros Bravos’ en marzo del 47. El primer capítulo lo reescribí catorce veces y para el otoño de ese año ya tenía cuatro capítulos, los que envié a Boston y la respuesta que recibí, fue en el sentido de que me darían un anticipo por los derechos de la novela… También les hice saber que concebí los capítulos de la novela como un muralista, que conocía el principio y el final de cada uno, más no el intermedio… y que por eso quería ilustrar el inicio de cada uno de ellos. Eso les sorprendió, pues las novelas dejaron de tener ilustraciones casi desde la época Victoriana, más cuando vieron el proyecto de esos primeros capítulos, consideraron que podían convertir la novela en un ‘best seller’…
La crítica de la obra en su día fue favorable, pues se consideró que no hacía consideraciones filosóficas sobre la fiesta, sino que la presentaba en su cruda realidad. Y seguramente que fue exitosa, pues entre su primera edición americana y el año de 1960 se tradujo al noruego, alemán, francés, italiano, holandés y español (México y España) y además se hicieron ediciones en inglés para Inglaterra y Australia.
Viñeta de Tom Lea que ilustra la novela The Brave Bulls |
Esa fue la materia prima que el guionista John Bright, nominado para el Óscar en 1931 por su labor en El Enemigo Público número Uno utilizó para perfilar la historia que Robert Rossen, un proscrito, dirigiría y produciría casi al tiempo en el que la novela salió a las librerías.
Robert Rossen
El director y productor de la cinta sería el entonces ya polémico Robert Rossen (Nueva York, 1908 – Hollywood, 1966), quien inició su andadura en el cine una docena de años antes de la producción de Toros Bravos, como co – guionista de La Mujer Marcada, película que tuvo como estelares a Humphrey Bogart y Bette Davis.
La novela de Tom Lea salió a la luz en abril de 1949 y el New York Times, en su edición del 24 de mayo de ese mismo año, anunciaba que Rossen había adquirido los derechos cinematográficos sobre la novela, misma que filmaría como una producción independiente para Columbia Pictures, tan pronto como concluyera con el rodaje de All the Kings Men, cinta que obtuvo tres premios Óscar el año de 1949: al mejor actor (Broderick Crawford); a la mejor actriz secundaria (Mercedes McCambridge) y a la mejor película.
Señalaba que Rossen era, al momento del inicio del rodaje de Toros Bravos, un personaje polémico. Después del 7 de diciembre de 1941, se distinguió por su oposición a la concentración de los recursos bélicos de los Estados Unidos en la guerra del Pacífico en Asia, abogó por la ampliación de un segundo frente en el teatro de operaciones europeo para contener las avanzadas de los nazis y fue cuando se comenzó a señalar su simpatía o afiliación al Partido Comunista de los Estados Unidos.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, participa en un movimiento de huelga en contra de la Warner y forma con Hal Wallis una productora independiente que solamente culmina una cinta, dado que la capacidad de Rossen motiva que se le contrate free – lance por otras compañías, lo que termina de esa manera su asociación con Wallis. Es también en ese tiempo cuando Jack Warner presenta al Comité Congresional de Actividades Antiamericanas (HUAC por sus siglas en inglés) una lista de escritores izquierdistas, entre los que incluye a Rossen y en contra de los cuales se inicia una cacería de brujas.
La novela |
Aunque Rossen no será citado a declarar ante el HUAC de inmediato, por lo pronto pierde la oportunidad de dirigir El Tesoro de la Sierra Madre, proyecto en el que había iniciado trabajos y comienza a encontrar diversos escollos para encontrar sitio profesional, tanto, que para tomar la dirección de All the Kings Men, tuvo que manifestar por escrito a Harry Cohn, de Columbia Pictures, que había dejado de pertenecer al Partido Comunista. A Cohn le resultó suficiente esa declaración escrita por un tiempo, porque en 1951, apenas un mes después del estreno de Toros Bravos, declaraba que negociaba la terminación de sus asuntos con Rossen porque éste había sido llamado a declarar con relación a sus ligas con el Partido Comunista.
En 1951 Rossen se negó a proporcionar información, bajo el argumento de que podía incriminarlo a él también. Sin embargo, otros declarantes ante el mismo HUAC lo señalaron como miembro de la izquierda y por ello entró en la lista negra, lo que le apartó de los foros por dos años, pues en 1953 vuelve, de manera voluntaria ante el HUAC y allí reconoce, haber sido miembro del Partido Comunista de 1937 a 1947 y haberle hecho aportaciones económicas por un monto aproximado de 40 mil dólares. Además, en su testimonio señaló alrededor de 60 personas que según su conocimiento, también eran simpatizantes o miembros del Partido Comunista, casi todos ya nombrados en testimonios anteriores. Eso le sacó de la lista negra y le daba la oportunidad de volver a dirigir, ya que:
Le mataba el no trabajar. Estaba roto entre su deseo de trabajar y su deseo de mantenerse en silencio y no sabía que hacer. Yo creo que lo que quería saber era lo que yo pensaría de él si hablara. Nunca me lo dijo de esa manera. Aunque luego me explicó la política sobre el tema en los estudios y me hizo ver que de permanecer callado, no tendría oportunidad de volver a trabajar. Estaba bajo mucha presión, enfermo, su diabetes estaba sin control y bebía demasiado. Para ese tiempo yo ya había entendido que se había rehusado a hablar antes y que ya había cumplido su castigo, desde mi punto de vista. ¿Qué le puede decir un hijo a su padre en ese punto? La respuesta sería: ‘Estoy contigo hasta el final…’
Esa era la visión que Stephen Rossen presentó a Lorraine Lo Bianco acerca del efecto que produjo en su padre el tener que abjurar de sus creencias para poder mantenerse en activo. No obstante, su posición en Estados Unidos no le era ya muy cómoda y por ello emigró a Europa donde estuvo 6 años y aunque volvió a dirigir en su patria, nunca recuperó el placer que le producía el hacerlo en sus inicios.
Este es el hombre que, según la crítica de su tiempo, logró con Toros Bravos:
…capturar con pasión por la autenticidad y un uso creativo de cámaras y grabadoras de sonido que se combinan para la creación de un arte fluido, la recreación del ambiente que se respira en las calles y en las plazas de toros de la Ciudad de México, hasta las fiestas y las plazas de toros de los pueblos de la provincia mexicana, hasta donde ha llevado sus cámaras, artesanos y reparto y ha capturado la esencia de una cultura que eleva el arte de matar toros…
Concluye mañana...
Xavier:
ResponderEliminarLo de las películas de toros ya hemos hablado en otras ocasiones de la poca fortuna que las ha acompañado. O abusan de los tópicos y cargan demasiado las tintas haciéndolas poco creíbles, o crean un mundo de locos a causa de los toros, o entre los tópicos meten sus propias percepciones que hacen que eso sea un adefesio. Hace unos días vi "Blancanieves" y la verdad es que salí muy contento, emocionado y pensando en la película y no en las ocurrencias de un directos fuera de quicio.
Un saludo
Yo creo que toda película, sea del tema que sea, lleva una importante dosis de las "ocurrencias" o "caprichos" de su director, que al fin y al cabo es en una gran medida su creador.
EliminarEn este caso, yo esperaría a leer la segunda parte, con relación a "Blancanieves", para ver la diferencia de finales y la diferencia de conceptos, pues hasta ahora, van apenas los prolegómenos (demasiados, quizás)
Gracias por pasar por aquí.
Xavier, he visto muchas peliculas y he leido muchos libros inspirados en la tauromaquia y muy pocos (por no decir ninguno) me han llenado. Creo que nunca se refleja con claridad la verdad de la fiesta. En muchas ocasiones se basan en la carrera exitosa del matador de turno que acaba de mal manera, en otras en la vida del matador fuera de los ruedos y casi nunca se ocupan del toro y del torero en conjunto.
ResponderEliminarSeguiremos esperando a que algun iluminado le de por conseguirlo, aunque dudo mucho que haya directores aficionados y dispuestos a hacerlos.
Un saludo.
Marín: No quisiera adelantarme en conclusiones, porque hay una parte pendiente de esta entrada que saldrá mañana, pero creo que esta película no es tan mala. Gracias por pasarte por La Aldea.
EliminarXavier:
ResponderEliminarPerdón por sacar mi comentario, el primero, con otra identidad, pero aunque parezca mentira, uno no es dueño único de su ordenador.
Un saludo
Eso le pasa a Vuecencia por no firmar lo que escribe (o sea, "tirar la piedra y esconder la mano"), de cualquier modo, creo que el desenlace deja ver que Rossen no estaba tan loco como pudiera parecer...
EliminarEnhorabuena por tu artículo Xavier. Como siempre, muy interesante y explícito. Un abrazo.
ResponderEliminarJosé Antonio: Gracias por pasar por La Aldea. Espero que en lo sucesivo encuentres interesante lo que por aquí intento expresar. Saludos desde Aguascalientes, México.
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