domingo, 4 de septiembre de 2011

En el centenario de Armillita, IX


5 de septiembre de 1954. Nogales, Sonora. La última tarde de Armillita vestido de luces.

Armillita
El 3 de abril de 1949, en la Plaza México y en un ambiente de triunfo, Fermín Espinosa Saucedo había impartido lo que parecía ser su postrera lección magistral. Un poco menos de un lustro después, el 20 de diciembre de 1953, en la Plaza de Toros San Marcos de Aguascalientes, el Maestro de Saltillo volvía a los ruedos. Unas versiones señalan que acuciado por dificultades económicas y otras, las menos, que por ese rescoldo de afición que no se puede apagar y que queda dentro de todo aquél que se viste de luces y a la que Conchita Cintrón se refiere así en torno a la despedida de Rafael Rodríguez El Volcán de Aguascalientes en su libro ¿Por qué vuelven los toreros?:






...no tardaron en llegar Carlos Sánchez Llaguno, Manuel Vega, Fernando Topete, Víctor Rodríguez y Leoncio Jiménez. Entre ellos – todos vestidos de rigor – había representantes de cuatro asociaciones. Faltaba uno de los invitados: Rafael Rodríguez, matador de toros, que al rato dio la entrada en la sala repleta de trofeos y cuadros de Icaza. Llegó con María Teresa, su mujer. Fue recibido con demostraciones de afecto y consternación. ¿Cómo era posible que volviera a los toros? ¡Y para colmo, matando seis punteños! ¡Con toda la barba! El torero explicó tratarse apenas de "una despedida"... Vuelven por los aplausos – comentó Leoncio Jiménez –... Nada menos cierto – interpuse –... Rafael Rodríguez jaló una silla y se colocó a nuestro lado. Entonces – insistió Leoncio – ¿por qué vuelven? Miré al torero. Tienen hambre – dije – y tienen sed y no saben de qué. El torero me miró. Yo sí sé – dijo por fin. Tenía la soledad escrita en la mirada –. Tengo sed de toros negros... y tengo hambre de miedo...
La de Aguascalientes – en donde para matar toros de Xajay alternó con Calesero y Antoñete – fue la verdadera reaparición, aunque la que se considera oficial es la que se produjo en la Plaza México el domingo 10 de enero de 1954, fecha en la que con toros de Jesús Cabrera, se acarteló con el propio Poeta del Toreo y Jesús Córdoba, en tarde en la que Armillita no tuvo más opción que la de exhibir su maestría y el llamado Joven Maestro se fue a la enfermería nada más al abrirse de capa, en tanto que Alfonso El de Triana, fue propuesto por Carlos León, el ordinariamente vitriólico cronista del diario Novedades de la Ciudad de México, para el otorgamiento de un Premio Nobel del Toreo, dada la gran tarde que ofreció a la afición capitalina, quizás la mejor de su vida torera.

Esa campaña del retorno de Fermín el Sabio constaría de 15 corridas. Las dos primeras se dieron en diciembre de 1953 en Aguascalientes y Celaya. En el siguiente calendario tendrían lugar las siguientes en las plazas de México (3), Monterrey (2), Ciudad Juárez (2), y una en Guadalajara, Autlán de la Grana y Saltillo. La última corrida que toreó en la Plaza México fue el 28 de febrero de 1954, en la que alternó mano a mano con el madrileño Julio Aparicio en la lidia de 5 toros de La Laguna y uno de Zacatepec (3º). El último toro que lidió en la gran plaza fue Casquetero, de La Laguna.

El anuncio de la reaparición de Armillita
en la Plaza México
Además en el extranjero actuó en dos más, una en Bogotá, en la que para lidiar toros de Clara Sierra alternó con Antonio Ordóñez y Emilio Ortuño Jumillano el 14 de febrero de 1954 y otra en Arles, Francia, el 20 de junio, con toros de Lisardo Sánchez y llevando a Antonio Ordóñez y Pablo Lozano de compañeros de cartel, junto con el rejoneador Ángel Peralta. Respecto de este último festejo, la Hoja Oficial del Lunes publicada en Madrid al día siguiente de la corrida, da cuenta del triunfo de Pablo Lozano en el coliseo francés.

En ese viaje a Arles, se señaló con insistencia que torearía en el Jueves de Corpus, la Corrida de la Prensa de Sevilla y se ponía incluso como fecha para ello, el 19 de junio, con un cartel formado por toros de Alipio Pérez Tabernero para Armillita, José María Martorell y Antonio Ordóñez. El 13 de junio anterior, en el diario ABC de Sevilla, aparece la siguiente información:

La Asociación de la Prensa de Sevilla de acuerdo con la Empresa de la plaza de toros, empezó a su debido tiempo a organizar su tradicional corrida de toros. Quedó ultimado el cartel con Armillita, Martorell – que se había ofrecido a torear – y Antonio Ordóñez. Se contaba para ello con una corrida de toros de don Alipio Pérez Tabernero, que había ofrecido el apoderado de Ordóñez. El último día del mes de mayo Armillita hizo saber que desistía de volver a los ruedos...”
Al final la corrida se dio con toros de Salvador Guardiola para Niño de la Palma, Jesús Córdoba y Juan Silveti, en la fecha programada, asunto del que ya me he ocupado en esta misma Aldea.

La reseña de la Hoja del Lunes del 21 de junio
de 1954
La corrida que falta en el resumen que les presento, es la del 5 de septiembre de 1954, en la plaza de Nogales, Sonora, población fronteriza con los Estados Unidos. Ese domingo se anunciaron toros potosinos de Santo Domingo para un mano a mano con el torero maño Luis Mata, quien tuvo cierto predicamento como novillero en Madrid en los primeros años de la posguerra y que recibió la alternativa en Zaragoza el 5 de mayo de 1946, de manos de Morenito de Valencia, llevando a Domingo Dominguín como testigo, alternativa que confirmó en Madrid de manos de Cañitas el 21 de julio del mismo año con el toro Carteremo de Miura, ante el testimonio de Julián Marín. Luis Mata llegó a México prácticamente después de confirmar su alternativa y se quedó entre nosotros para siempre.

Al término del festejo, Fermín, discretamente, sin el aire de apoteosis de aquél tres de abril de un lustro antes, y sin anunciarlo antes o después, puso ahora sí, el punto final a una carrera en los ruedos que se distinguió por la brillantez y la grandeza, para dedicarse a la cría de toros de lidia y a estar cerca de sus hijos, de los que los tres varones fueron toreros también.

2 comentarios:

  1. Xavier:
    Que privilegio es que un maestro pueda decidir cuando y como se va y que no le vayan echando, o lo que casi es peor, que se cuestione el ¿por qué sigue todavía? A mi ahora se me ocurre algún caso de mucha actualidad. Pero la diferencia será eso que los maestros deciden irse y a los semidioses no hay quien les baje del altar.
    Un saludo

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  2. Enrique: Es esta una etapa de la carrera del Maestro de la que sus biógrafos guardan prudente silencio. Y es que no fue precisamente brillante. Los gustos de los públicos habían cambiado radicalmente (el "tremendismo/encimismo" había sentado sus reales) y muy principalmente, el toro era otro, disminuido en su bravura y en su presencia, hacía que el toreo de Armillita se viera demasiado fácil, simple, sin riesgo. Saludos y gracias por pasarte por aquí.

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