En el post relativo al aniversario de la Plaza México, les contaba que el 5 de febrero tiene algunas otras cuestiones para recordar en lo taurino. En el caso de Aguascalientes, se cumplieron 62 años de la única presentación del Monstruo de Córdoba en la hoy centenaria Plaza de Toros San Marcos, en lo que constituyó su penúltima actuación en América, pues cuatro días después toreó en la Mérida mexicana y regresó a España para allí, encontrarse con su destino.
Di algunas vueltas para buscar la forma de comentar este hecho histórico, pero al final de cuentas concluí en que la versión más fiel de los hechos, la podría dar una crónica de la época. Así pues, transcribo íntegra la que escribiera Ramón Morales Padilla para el semanario La Lidia de México, misma que apareció en su número 219, correspondiente al 14 de febrero de 1947. Los resaltados son míos y demuestran que en una importante medida, no hay nada nuevo bajo el sol en estas cuestiones de las relaciones taurinas hispano – mexicanas.
Corrida triunfal en Aguascalientes
Aguascalientes, Ags., a 6 de febrero de 1947. – (Exclusivo para La Lidia de México). – Gran interés despertó en esta ciudad entre los aficionados la corrida efectuada ayer tarde, en la que alternaron El Monstruo de Córdoba, Manuel Rodríguez Manolete, Luis Procuna y Chicuelín, lidiando toros de Peñuelas, que vinieron a sustituir a los de Pastejé, en vista de que no se dio el permiso para que los toros salieran de sus dehesas hasta la plaza, evitando así el contagio de la epizootia.
Quince días antes que fuera anunciada esta corrida, los boletos se comenzaron a vender en gran escala y si la plaza no se llenó completamente como era de esperarse, se debió a que muchos aficionados no habían adquirido su boleto con anterioridad, y dado que también los toros no se pusieron a la vista del público sino hasta el día del festejo, no siendo de la procedencia anunciada.
¿Sabía Usted que la aftosa hizo un bien?
Aquellos que no quedaron conformes con el cambio de los toros, imaginándose que se les iba a engañar, a estas horas estarán contrariados, porque los toros de Peñuelas fueron la base para que viéramos una gran tarde de toros. Don Miguel Dosamantes Rul, propietario de la ganadería envió un lote terciado pero de mucha bravura y nobleza, que permitió el lucimiento de los alternantes. De los seis toros corridos, cuatro hicieron la pelea del verdadero toro de casta, yéndose siempre los toros para arriba, a los cuales Procuna cortó oreja y rabo del segundo y quinto; Chicuelín obtuvo iguales apéndices en el sexto y Manolete hizo una gran faena, pero no tuvo suerte con el pincho y se le fueron las orejas.
El primero llegó aplomado al último tercio pero sin presentar dificultad ninguna y el tercero se aquerenció al último. Pudiéramos asegurar que si se hubieran lidiado las reses de Pastejé, no se habría dado una corrida tan buena tanto para los toreros como para el público. Bendita sea la fiebre aftosa. ¿O no?
Orejas y rabo a Procuna
El berrendito Luis Procuna nos ha dado la impresión de poder más con el toro más valiente y más artista. Con el capote y sobre todo, al torear a la verónica, no se acomoda y lo hace de muy fea manera; en los quites está más variado y se ve adelantado. Pero con la muleta cambia totalmente. Aquel toreo que hacía en épocas pasadas, forzando demasiado el cuerpo, parece haberlo olvidado. ¡El torero se hace toreando!
Desde que el chico partió plaza la gente le hizo saludar desde el tercio al terminar el paseo: (¿Para hacer que Manolete apretara?) y estuvo animándolo para que nos diera una buena tarde como lo hizo.
En el primer toro cuando libró al picador, Procuna hizo un gran quite por chicuelinas, llevándose las primeras palmas.
A su primer toro lo lanceó de fea manera. En los quites se animó tantito, pero con la muleta prodigó algo serio. Después de echar la muleta por abajo en algunas ocasiones, se estiró para dar una serie de muletazos altos girando en la embestida. Vinieron los derechazos, manoletinas, procunesas, pasándose a un milímetro los pitones de la res. Cuando los espectadores aplaudían a rabiar, se fue tras la espada, sepultándola en todo lo alto y que bastó para que el bravo de Peñuelas cayera patas arriba. La oreja y el rabo, dos vueltas al ruedo y ovaciones a Dios dar.
Pero si la faena del primer toro entusiasmó mucho al público, la del quinto toro los volvió locos. Sus mismas deficiencias con el capote, pero después con la muleta, vimos el toreo bueno, sin trampas. ¡Qué bien toreó! El principio de esta faena fue como la del primero. Muy quieto citó Luis de largo para instrumentar unos pases altos, con la particularidad de la casa. Derechazos, naturales, lasernistas, manoletinas, procunesas y pases de adorno, rematando todos ellos. Con el ruedo tapizado de sombreros, Procuna se volcó en el morrillo del bravo animal, volviendo a tirar patas arriba al de Peñuelas. Nuevamente se le concedieron la oreja y el rabo; dio tres vueltas al ruedo, acompañado en una de ellas de Calesero, representante del ganadero.
¡Juventud, valor, clase, personalidad y todo lo que hay que tener para ser figura del toreo lo tiene LUIS PROCUNA!
También en Jalisco hace aire y fresco
Pero en el cartel figuraba además de Procuna y Manolete, otro matador de toros muy bravo y con mucha enjundia. Casta de torero tiene Manuel Jiménez Chicuelín, que si no tiene un lugar de figura entre los primates por el momento, aseguramos que si sigue por esa ruta, muy pronto lo tendrá.
Manolo no había tenido suerte en su primero y hasta se tardó para matarlo. Cuando el toro cayó por fin, el público le premió con algunas palmas. En los toros de sus alternantes había hecho varios quites muy valientes y muy artísticos; pero Procuna había estado enorme y Manolete había toreado estupendamente bien. ¿Qué decisión tomaría Chicuelín para salir adelante? Valor, toreo bueno y otras cosas. A Jiménez se le había puesto la cosa muy dura y pudo salir avante y es cuando se premia más un esfuerzo de esa magnitud.
Al sexto toro lo recibió con una serie de verónicas con los pies juntos, pasándose al toro por los adornos del traje. En los quites Chicuelín hizo el lance creado por su homónimo, volteando la cara a los tendidos. Remató guapamente y las ovaciones, que en esta vez fueron continuas, volvieron a ensordecer el coso.
Inició la última faena de la tarde con tres pases de rodillas. Ya de pie, toreó por derechazos, naturales, un gran pase de pecho. Manoletinas con la vista fija en los tendidos y en fin, desplantes suicidas. Un pinchazo en lo duro y una estocada en la que Manolo salió rebotado de la suerte, dieron fin al festejo. Los pañuelos volvieron a salir rebosantes por enésima vez para pedir las orejas y el rabo para este diestro, que el público sacó en hombros hasta el hotel.
Sí, en San Juan hace aire, pero en Jalisco también lo hay, y muy perfumado.
Manolete, muy buen torero
Hemos dejado al último al torero cordobés cometiendo una arbitrariedad. Pero hay que juzgarlo a la manera que lo vimos.
No cabe duda que el nombre de MANOLETE en el cartel es garantía para la empresa que lo contrata. En Aguascalientes no se había visto nunca que se apartaran boletos con anticipación. Esta vez lo hubo y en qué forma. A Manolete fuimos a ver todos, parece que su nombre tuviera arte de magia; pero si no de magia, sí de arte de torear con mucha grandeza.
La nueva escuela trazada por este señor, trae a la fiesta un alarde más de tragedia, pero para el torero, una forma más sencilla de torear. Así lo creímos.
En su primer toro no pudo redondear una faena de las más grandes pero sí un alarde de torerismo indiscutible; y de no haberse puesto pesado con el estoque, se hubiera ganado una oreja.
Pero también este torero tiene grandeza de no dejarse ganar la pelea, y por ello, le vimos instrumentar unos lances rematados en forma peculiar, para recibir al cuarto.
Con la muleta le vimos estar siempre muy cerca del toro, aguantarlo, consentirlo y sacárselo de abajo. Así tiró varias veces del toro en unos derechazos y naturales. Como sus alternantes, Manolete volteó la cara hacia los tendidos para torear de esa manera. El muletazo de su invención hizo calentar más a la gente y si hubiera tenido suerte con la toledana, se hubiera llevado iguales apéndices que sus compañeros.
Aguascalientes ya vio a MANOLETE, al igual que en otras partes, ha dejado la impresión de lo que es: UN TORERO MUY GRANDE y muy honrado.
El Corresponsal
Ramón Morales Jr.
Como podemos ver, en seis décadas y algo más las cosas no han variado mucho. Se aprecia la grandeza de las figuras, pero también que a veces optan por la comodidad. Creo que la crónica transcrita, así lo revela. Curiosamente, en Aguascalientes no volvieron a darse festejos taurinos, sino hasta octubre de ese 1947, por lo que más adelante les contaré las impresiones de la época sobre un abril sin toros.
"...abril sin toros". ¡qué buen título para un post.
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