domingo, 21 de junio de 2015

En el centenario de Silverio Pérez (VI)

20 de junio de 1915, natalicio de Silverio Pérez en Texcoco, Estado de México

Esta entrada parecerá a muchos un enorme gazapo histórico o cuando menos una irreverencia, dado que el Faraón celebró siempre su cumpleaños el día 20 de noviembre. Pero el paso del tiempo es inexorable y no deja lugar a dudas en cuanto a que los hechos de la naturaleza y de los hombres suceden y en el caso, el nacimiento de Silverio Pérez Gutiérrez es uno de esos que no puede ser ni ocultado, ni traspuesto en el tiempo en el que ocurrió.

Cierto es que el Tormento de las mujeres se festejaba el día 20 de noviembre, pero eso tiene una explicación. En el sitio web que su familia le ha dedicado a quien sin duda es el torero que la afición mexicana más quiere, se hace la siguiente narración biográfica:

La historia comienza el 20 de junio de 1915 en el poblado de Pentecostés, Municipio de Texcoco, Estado de México cuando nació el quinto hijo del matrimonio formado por Don Alberto Pérez y Doña Concepción Gutiérrez “Chonita”, el recién nacido, aquel niño prietito y feo era hasta cierto punto fenómeno, pues al lanzar su primer grito al mundo, se dejaron ver dos grandes dientes en el maxilar superior que le daban un raro aspecto de conejito. “Consejas” vecinales vieron en esto..., un presagio.
 El 20 de noviembre del mismo año sus padres lo llevaron a la pila bautismal a “tomar agua para que se le saliera el demonio” razón por la cual, sus padres le festejaban su cumpleaños en esa fecha. 
Huérfano de padre (1923), de madre (1929), de hermano mayor, Carmelo (1931) se convirtió en cabeza de familia a la edad de 15 años. 
Es, a la muerte su hermano Carmelo que decide convertirse en torero y el 3 de marzo de 1932, contando con 17 años, torea su primera novillada. En abril de 1935 partió rumbo a España debutando en la Plaza de Toros de Tetuán el 1o. de mayo de 1935 alternando con: Liborio Ruíz, Varelito Chico y con Manuel Rodríguez “Manolete”. 
El 24 de junio de 1938 se casó con Ma. De la Paz Domínguez  Jimeno “La Pachis” con quien tuvo 6 hijos: Silverio, Silvia, Marcelo, José Antonio, Consuelo y Ana Laura. 
Tomó la alternativa de manos del Maestro Fermín Espinosa “Armillita” en Puebla, Pue. El 6 de noviembre de 1938 y el 11 de diciembre del mismo año, nuevamente de manos del Maestro “Armillita”, confirmó la alternativa  en la plaza de Toros “El Toreo de la Condesa”. El 1o. De marzo de 1953 se despide de los toros cortándole la coleta el Maestro “Armillita”. 
Invitado a participar en la política inicia sus responsabilidades en 1951 hasta 1978 ocupando diversos cargos públicos. 
Pachis, su esposa fallece el 14 de noviembre de 2005 y 10 meses después, el 2 de septiembre fallece Silverio…
El cariño que se le profesó a Silverio Pérez, como podemos ver, trascendió a su paso por los ruedos y le permitió hacer una segunda carrera en la política, donde se distinguió por su vocación de servicio a los demás y por el deseo de mejorar el lugar que le vio nacer. Del mismo sitio de internet del que copié los datos de la efeméride de su nacimiento, extraigo los siguientes datos de su paso por los caminos del servicio público:

Silverio desempeñó las siguientes responsabilidades en el municipio de Texcoco:
Síndico Procurador de Texcoco durante 1951.
Presidente de la Junta de Mejoras Materiales del Municipio de Texcoco de 1955 a 1957. (en ese lapso se reconstruyó la carretera México-Texcoco).
Presidente Municipal de Texcoco de 1958 a 1960.
Diputado Federal de 1961 a 1963.
Posteriormente fue nombrado Coordinadoe de Desarrollo Agrícola y Ganadero del Estado de México.
De 1967 a 1969 Presidente Municipal de Texcoco por tercera ocasión. Fue durante este trienio que Silverio pudo lograr uno de sus grandes anhelos, que fue el rendir homenaje al gran rey, poeta, guerrero y urbanista que hizo de Texcoco la Atenas de Anáhuac: Nezahualcoyotl pidiéndole al Maestro Humberto Peraza erigiera una estatua digna del Rey de Texcoco y que se colocó majestuosamente a la entrada de la cabecera municipal.
La honestidad de Silverio fue irreprochable, no compraba conciencias ni repartía dinero que como siempre decía no era de él sino del Pueblo y claro, no faltó un grupo de personas bien organizadas que le ofrecieron se postulara para la  Gubernatura del Estado de México a lo que Silverio accedió con gran entusiasmo sin imaginarse que “lo iban a bajar del tren”.
Estando en una reunión llegaron unos enviados de la Presidencia de la República y le pidieron los acompañara, que el Presidente Gustavo Díaz Ordaz quería verlo. Muy sorprendido les acompañó, llegaron, lo pasaron de inmediato al Despacho Presidencial en donde fue recibido muy cordialmente por el Presidente. Le saludó y con toda seriedad le dijo: “Silverio, ¿usted fue torero no?”, sorprendido Silverio le contestó que por supuesto... “pues en las corridas de toros hay que pedirle permiso al juez para matar al toro, ¿no?... “claro Señor Presidente”, le contestó; “pues a usted se le olvidó pedir permiso y el candidato a la Gubernatura del Estado de México va a ser el Prof. Carlos Hank González…
Silverio decidió terminar ahí su actividad dentro de la política.

Esa era la calidad humana de Silverio Pérez, a quien recuerdo en estas fechas en las que se cumple el centenario de su natalicio.

domingo, 24 de mayo de 2015

En el centenario de Silverio Pérez (V)

1º de mayo de 1935: Presentación de Silverio en cosos hispanos


La historia del toreo parece reflejar únicamente la última etapa del paso de Silverio Pérez por los ruedos de España y poco repara en los primeros años de su camino por ellos, cuando novillero, intentó abrirse camino en aquellas tierras y hacerse de un sitio y de un nombre en la cuna del toreo, cuestión que a la postre lograría, caso extraño, con el bagaje de un puñado de novilladas y de corridas de toros toreadas y sin la necesidad de comparecer en las plazas de toros más importantes de aquellos lares.

Para el Día del Trabajo de 1935, Domingo Dominguín anunció en la plaza de Tetuán la lidia de ocho novillos de don Esteban Hernández para los mexicanos Liborio Ruiz – quien después sería un magnífico subalterno – y Silverio Pérez y los hispanos Bonifacio Fresnillo Varelito Chico y a quien se anunció como Ángel Rodríguez Manolete, siendo debutantes en esa ocasión de hace ochenta años tanto Silverio Pérez como Manolete.

La novillada ocupó importantes espacios en la prensa del día siguiente del festejo, pues resultó, al decir de los cronistas de la época, de mayor contenido que la que se ofreció en la plaza de Madrid. También, al paso de los años, se tornó en un importante acontecimiento histórico, pues representó el debut de dos toreros que resultaron ser dos figuras de época y de leyenda, como lo fueron y lo son Silverio Pérez y Manuel Rodríguez Manolete.

La crónica del festejo a la que aludiré en esta oportunidad, apareció al día siguiente de la novillada en el diario madrileño La Voz y fue firmada por B y la transcribo en su integridad dado el gran valor histórico que representa:
La novillada de ayer en Tetuán 
Ocho novillos de don Esteban Hernández para Liborio Ruiz, Silverio Pérez, Manuel Rodríguez (Manolete) y Bonifacio Fresnillo (Varelito Chico) 
"B", en La Voz, Madrid, 2 de mayo de 1935 
Corrida de competencia hispanomejicana, con elementos totalmente nuevos y con ganado de lo mejorcito, ofrecía alicientes estimables. Y que la confección del cartel fue un acierto lo demostró el lleno casi absoluto que se registró en el coso tetuaní. 
Don Esteban Hernández envió una novillada magnífica; algo desigual de presentación, pero en general brava y con no mal estilo, sobresaliendo los bichos lidiados en tercero y quinto lugar, a los que se ovacionó en el arrastre. Hubo, sin embargo, momento en el que culminó la nota de apasionamineto, regateándose a los toreros el aplauso que se prodigó a algunos de los novillos, con menos merecimientos que el que a aquellos se debiera. 
De los debutantes mejicanos, Liborio Ruiz y Silverio Pérez, fue éste el que dejó más grata impresión. 
El primero se reveló como banderillero fácil y seguro. Tres pares colocó al novillo que abrió plaza, ganándole la cara, que se premiaron con palmas nutridas y con un revolcón sin consecuencias, por fortuna. Con el capote y la muleta no hizo cosas extraordinarias. En cambio, con el estoque estuvo breve y esto hubo que agradecerle. 
En Silverio Pérez se aprecian condiciones de torero enterado y valeroso, que hicieron recordar en diversos momentos de la lidia a su malogrado hermano Carmelo. Valor frío y sereno con el capotillo y con el trapo rojo; seguridad y dominio en la ejecución de las diversas suertes del toreo, con sus características. En las dos faenas que ejecutó se arrimó enormemente, dando pases de todas marcas, alguno tan apretado, que lo puso a centímetros del hule. Matando empleó una estocada para cada novillo, entrando siempre con coraje. Fue ovacionado repetidamente, y hasta hubo petición de oreja en su segundo novillo, cuya muerte había brindado a Armillita Chico, ocupante de una barrera del 1. 
La simpática figurilla de Manolete, jovenzuelo espigado, hijo de aquél matador cordobés de igual apodo, apuntó la presencia de un futuro y formidable estoqueador de toros. Aunque algo verde con el capote, se apreciaron en él atisbos de buen muletero, soltura, tranquilidad y valentía, y sobre todo, condiciones de excelentísimo matador. Sus dos novillos rodaron de sendos volapiés, suerte que ejecutó muy limpiamente, con gallardía y precisión. ¡De casta le viene al galgo! Fue ovacionado largamente. 
También Varelito Chico dio la nota de torero valiente y enterado. Las verónicas que administró a sus dos novillos, así como en diversos quites, fueron algo emocionante y serio, que el público premió con ovaciones prolongadas. También puso valore en la labor muleteril, temple, quietud y dominio, toreando siempre metido entre los pitones, y a la hora de la verdad se echó para adelante sin arredrarle los serios achuchones que sufrió, ni siquiera el aparatoso volteo con que le obsequió el que cerró plaza. Las ovaciones para el valiente muchacho se repitieron con fuerza al final de la corrida, y Varelito Chico salió de la plaza en volandas. 
Se picó muy bien, singularmente por parte de Pontonero, Calero, los Avia, Poli, Barana de Méjico y el sobrino de Barajas, que oyeron abundantes palmas y bregaron y banderillearon con acierto, Mella, Maera de Méjico y Guerrilla. 
Durante la lidia del cuarto toro ingresó en la enfermería el picador Atanasio García Bernabé, que fue curado de una herida contusa en el dorso del pie derecho, que interesa la piel, tejido celular y músculo perix. Pronóstico reservado.
Como podemos ver, el texto de la crónica corrige el error de los programas anunciadores del festejo y ya se refiere a Manolete por su nombre correcto de Manuel, y aunque refleja que quien salió en volandas fue Varelito Chico, deja claro que el interés real de la afición se concentró en quienes terminarían escribiendo páginas importantes de la historia universal del toreo.

Al final ese interés se reflejó en el hecho de que Manolete y Silverio repitieron en Tetuán el domingo siguiente, alternando con Julio Chico, en la lidia de novillos de Parladé, pero eso puede ser objeto de otra presentación en esta misma Aldea.

domingo, 26 de abril de 2015

En el centenario de Silverio Pérez (IV)

25 de abril de 1944: Reaparece Silverio en Aguascalientes tras la cornada de Zapatero de La Punta

El 13 de febrero de 1944 Silverio Pérez recibió en El Toreo de la Condesa la que quizás fue la cornada más grave de toda su trayectoria en los ruedos. Se la infirió el toro Zapatero de La Punta, en un festejo en el que alternaba con Luis Castro El Soldado y Carlos Arruza. El parte facultativo rendido por los médicos Javier Ibarra y José Rojo de la Vega fue en el siguiente sentido:
Herida por asta de toro en la región inguino frontal derecha, con exteriorización de testículo, presentando tres trayectorias: Una hacia arriba que llega hasta la fosa iliaca externa interesando la piel, tejido celular subcutáneo, aponeurosis, desgarrando los músculos y el tejido celular subperitoneal. La segunda hacia afuera, que llega a la cara externa del muslo y la tercera, que llega al tercio medio del muslo interesando tejido celular subcutáneo y aponeurosis y fibras musculares con 22 cts. de extensión. De no presentarse complicaciones, tardará en sanar 45 días.
La reaparición del Faraón se preparó para el día de San Marcos de ese 1944. Sería actuando en el coso de nuestra calle de la Democracia, alternando mano a mano con Armillita, en la lidia de seis toros de Torrecilla. La crónica de don Jesús Gómez Medina, en esos días corresponsal del semanario La Lidia de México, relata lo siguiente acerca de ese festejo, crónica que transcribo en su integridad por el valor histórico que representa:
Armillita orejeado en la Feria de San Marcos 
Aguascalientes, 25 de abril. – La lidia completa del estupendo ejemplar de Torrecilla, salido en quinto lugar durante la tradicional corrida de hoy, hecho por el maestro “Armillita”, constituyó la nota más brillante de la Feria de San Marcos. Por su parte, el “Faraón de Texcoco”, Silverio Pérez, ligó al cuarto toro una serie de muletazos como los que le han valido llamarse el torero del drama y de la emoción por excelencia. 
La entrada superó a la del día 23, siendo la primera ovación para el “Meco” Juan Silveti, que con su mechón y su puro llegó al tendido de sol a sentarse entre los “cuates”. 
Los toros de don Julián Llaguno, propietario de la afamada ganadería de Torrecilla, formaron un encierro desigual en su tamaño y en sus condiciones para la lidia. El primero y el sexto fueron muy chicos y débiles de los remos. Por lo contrario, el tercero, el cuarto y el quinto lucieron magnífica estampa, especialmente el cuarto, un cárdeno precioso. En cuanto a bravura, los mejores fueron el mismo cuarto toro, y el magnífico burel, dechado de nobleza y alegría, con el que triunfó “Armillita”.  
Éste, en su primero, tiró únicamente a abreviar, en vista de la pequeñez de su enemigo. El segundo toro nos dio oportunidad de ovacionar un quitazo por ceñidísimas chicuelinas, realizado por Silverio. Después, el toro vino a menos y no hubo la faena que esperábamos. 
El tercero era un bicho con fuerza, que peleó duramente con los caballos y sabía usar de los pitones. “Armillita” lo dominó prono y bien, pero sin mayor relieve. Y fue Silverio el primero en conmover a la multitud cuando muleta en mano llegó al cárdeno que ocupó el cuarto lugar para hacerse de él con esos doblones a los que imprime un sello y un sabor tan especiales, y después estirarse en una serie de formidables derechazos, brutalmente ceñidos y maravillosos de temple y de mando. Se adornó con trincherazos y pase lasernistas; y de nuevo puso el entusiasmo al rojo vivo con otros derechazos de los suyos, de los cuales hubo uno sencillamente increíble por su ajuste. Entre ovaciones y dianas entró a herir, pinchando antes de conseguir una honda que hizo doblar; pero el puntillero levantó al bicho y obligó al texcocano a intentar el descabello repetidas veces, enfriando con esto el alboroto provocado por la faena. Y todo quedó en la vuelta al ruedo y salida a los medios. Decididamente, el “Faraón” vuelve a la lid sin dolerse a la cornada, tan valiente y tan artista como antes del percance con “Zapatero”. 
El salido en lugar de honor, hizo bueno el famoso axioma taurino, pues resultó de una bravura y nobleza estupendas. Casi sin que lo corrieran, Fermín se le enfrentó para dar dos magníficas verónicas a pies juntos; y después, cargando la suerte, toda una serie de lances al natural, haciendo gala de mando, de arte y de valor. Cuando remató con la media, la plaza entera, puesta de pie, lo aclamaba con entusiasmo.  
Y en los quites, de nuevo se ganó las ovaciones delirantes, que no habían de cesar durante toda la lidia de estupendo burel de Torrecilla, al hacer primeramente el lance su invención que le resultó lucidísimo, y después las orticinas. Él mismo se encargó de cubrir el segundo tercio con gran brillantez, siendo mejores el segundo par, por lo que expuso y el tercero en el que desde el estribo, se fue por las afueras para sesgar magníficamente, dejando el morrillo del bicho perfectamente adornado con los seis palos en todo lo alto. Después de brindar al todo el público, inició su faena con suaves doblones para sujetar; y luego a vaciar sobre el coso el repertorio de las grandes ocasiones, aprovechando la nobleza de su adversario. Punto culminante de su trasteo fue la serie de pases naturales rematados con el de pecho, en los que, sin cambiar de sitio, hizo girar a su alrededor al de Torrecilla en un círculo perfecto, mientras vino toda la gama del toreo de adorno: lasernistas, molinetes de pie y de rodillas, cambios de mano, etc., entre ovaciones y dianas incesantes, y cuando el toro dobló a efectos de una estocada hasta el puño, en la que Fermín hizo el viaje muy por derecho, la plaza entera concedió al triunfador la oreja y el rabo de su enemigo, al que se paseó en torno a la barrera como premio a su bravura y nobleza, en tanto que “Armillita” recibía el homenaje del público en una ovación que parecía interminable. 
En el sexto, otro de los chicos, Silverio trató solo de acabar cuanto antes. 
Bregando se distinguieron Juan y Zenaido, así como el “Güero” Guadalupe, “Limberg” y el viejo “Berrinches”.
Así es como el Monarca del Trincherazo retomó su carrera en los ruedos, para continuar construyendo su historia y su leyenda en ellos.

Los resaltados de la crónica transcrita son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en su respectivo original.

domingo, 29 de marzo de 2015

30 de marzo de 1958: Escultor de Zacatepec hiere gravemente a Antonio Velázquez

Antonio Velázquez tras la cornada de Escultor
El 30 de marzo de 1958 era Domingo de Ramos. Había toros en El Toreo de Cuatro Caminos, para lo que se anunció una corrida de toros de Zacatepec, misma que sería lidiada y muerta a estoque por Antonio Velázquez, Humberto Moro y José Ramón Tirado. Velázquez vivía un bache en su brillante carrera y necesitaba triunfar esa tarde para remontarlo, porque él ya sabía lo que era salir de una racha de triunfos y quedarse parado de repente. Tenía que salir a morirse, como lo hacía tarde a tarde para sostener el sitio de figura del toreo que tanto le costó conquistar.

El toro escogido para salir al ruedo en cuarto lugar fue llamado por don Daniel Muñoz Escultor. José Alameda recuerda de la faena a ese toro, un quite por saltilleras, al que calificó de espeluznante, porque el toro quedó crudo después de su encuentro con los montados. La escena es perpetuada por un cuadro de Pancho Flores que reproduce el momento del cite, que nos muestra a Velázquez citando con el capote plegado a la espalda y el toro arrancado hacia él, en una composición que refleja en mucho el drama de ese momento y que puede darnos una cercana idea de lo que sucedía en Cuatro Caminos ese Domingo de Ramos de 1958.

La necesidad del triunfo era evidente y para obtenerlo, Antonio ya conocía el medio: Había que reescribir la historia de la Oreja de Oro de trece años atrás, pues los sucesos parecían estarse repitiendo y sabedor el torero de lo que causa el estar sin torear, no quería volver a vivir las consecuencias de esa inactividad. Así pues, intenta la faena por naturales, pero al tratar de rematar uno de ellos, Escultor se le cuela y le tira un derrote seco,  homicida y el pitón le penetra por el lado derecho del cuello, produciéndole a Velázquez una de las cornadas más impactantes que se recuerdan. 

La crónica de la agencia United Press, publicada en el diario El Informador de Guadalajara al día siguiente del festejo, señala con brevedad lo siguiente:
Velázquez fue cogido ayer en El Toreo. – México D.F., marzo 30. (U.P.). – Antonio Velázquez fue cogido aparatosamente en la corrida de esta tarde en la Plaza del Toreo y sufrió dos cornadas, una en el cuello y otra en el muslo… Se torearon reses de Zacatepec. Tres toros fueron protestados por su pequeñez… Velázquez veroniqueó regularmente en el primero y dejó pinchazo y estocada entera en buen sitio. (Silencio). En el cuarto, el del percance, Velázquez ejecutó buenas verónicas y saltilleras. Fue cogido aparatosamente y vuelto a recoger en la arena, en medio de gran impresión del público. Terminó con el causante de la cogida con una estocada caída, refrendada con certero descabello… Moro tuvo actuación medrosa e incolora en sus dos enemigos… Ramón Tirado lidió valientemente pero estuvo sin suerte al matar. En el último, Tirado veroniqueó regularmente y fue aplaudido… Durante la corrida el público insultó a la empresa por la pequeñez del ganado.
Me llama sobremanera la atención el desplante de valor y de torería de Antonio Velázquez, quien no obstante estar gravemente herido – con dos cornadas –, tuvo los arrestos para ir a estoquear a Escultor y después pasar a la enfermería a ser atendido.

Al día siguiente del percance se dio cuenta de la gravedad de la herida que Antonio llevaba en el cuello. En nota aparecida de nueva cuenta en el diario El Informador de Guadalajara, se daba cuenta de lo siguiente:
Ligera mejoría de Antonio Velázquez. – México D.F., marzo 31. – Una ligera mejoría dentro de la gravedad, fue anotada ayer por los médicos que atienden al matador Antonio Velázquez, gravísimamente herido por el toro “Escultor” de Zacatepec… Dijeron los doctores Rojo de la Vega e Ibarra que hasta pasadas setenta y dos horas no se podrá emitir el parte facultativo… Tres complicaciones podrían presentarse hasta entonces: flemón en el cuello, encefalitis y meningitis… Velázquez no ha perdido un solo momento la lucidez y esta madrugada pidió un recado de escribir para preguntar: “¿podré volver a hablar?”, cuando se le contestó que sí, guiñó un ojo y tuvo un destello de alegría… También por escrito preguntó sobre el matador que le sustituirá en la corrida inaugural de la temporada el domingo próximo de la plaza monumental de Ciudad Juárez… Esta mañana los médicos le hicieron una larga curación y más tarde fue llevado al radiólogo a bordo de una ambulancia, para sacarle varias radiografías a fin de orientar mejor a los cirujanos… La cornada que sufrió el diestro leonés es de las más impresionantes que recuerdan los aficionados, y solo comparable a la que sufrió Carmelo Pérez en 1929 por el toro “Michín” de San Diego de los Padres.
La nota habla por sí sola, el temor de los médicos ante el peligro de la infección en el tejido del cuello o en la cavidad craneal dejaba en espera la comunicación de la extensión de las lesiones sufridas por el diestro, mismas que serían atendidas, creo, una vez que esa amenaza estuviera superada. La realización del estudio radiográfico “para orientar mejor a los cirujanos” así me lo sugiere.

Transcurridas las setenta y dos horas señaladas por los médicos Rojo de la Vega e Ibarra, se hizo el siguiente anuncio, también por medio de la prensa:
Ha salvado la vida Antonio Velázquez. – México, D.F., abril 2. – Se cumplieron setenta y dos horas del accidente de Antonio Velázquez, durante los cuales los médicos temieron que empeorara la gravedad del diestro, herido el domingo en la plaza El Toreo, por el toro “Escultor” de Zacatepec… Los médicos consideraron que si en el plazo señalado no se presentaban complicaciones, ahora sería remoto el peligro de las mismas, y de hecho firmaron que el bravo torero leonés ha salvado la vida… Sin embargo, el tratamiento requerirá un plazo no menor de cuarenta y cinco días… La temperatura fue normal en el curso de todo el día, no pasando de treinta y siete grados y un décimo. Asimismo, el pulso y la presión arterial son los de una persona que dista mucho de inspirar temores a los médicos… Velázquez en varias ocasiones dio pequeños pasos dentro de su cuarto de enfermo y ha recibido amigos, compañeros y admiradores que fueron a visitarlo… Todo hace pensar que el valiente torero ha ganado la partida contra la muerte, en su lucha que empezó el domingo a las cinco y media de la tarde hasta la misma hora del miércoles dos de abril.
En consecuencia de esa declaración, se emitió el siguiente parte facultativo:
Herida por cuerno de toro, de dos centímetros de extensión, por dieciocho de profundidad, con trayectoria ascendente en la región submaxilar derecha, que interesó planos blandos, rompiéndolos; fracturó la masa horizontal derecha del maxilar inferior derecho; perforó el piso de la boca; desgarró totalmente la lengua en tres porciones de cinco, cuatro y tres centímetros; fracturó el paladar óseo, el maxilar superior sobre la línea media del hueso etmoides, llegando al piso anterior del cráneo en su base. Esta herida es de las que ponen en peligro la vida. (Ignacio Solares y Jaime Rojas Palacios, Las Cornadas, Cía. General de Ediciones, 1ª edición, México 1981, Pág. 199.).
Cuentan los familiares del torero que en cuanto recuperó la conciencia tras la cirugía que le fue practicada para reparar los destrozos de la cornada, lo primero que preguntó fue: ¿Cuándo vuelvo a torear?

Casi seis meses después volvería Velázquez a los ruedos. Reapareció en Ciudad Juárez, el 17 de agosto de 1958, alternando con quien fuera su matador en sus días de torero de plata, Luis Castro El Soldado y Jorge El Ranchero Aguilar, para lidiar la terna toros de La Punta y en prueba del temple adquirido con el percance, le cortó las orejas y el rabo a los dos toros que mató esa tarde.

Edito: Don José Ramírez me escribe por vía distinta a esta y me manifiesta lo siguiente: "Yo presencié esta corrida y esta tragedia. Antonio Corazón de León no regresó a la arena a matar a Escultor de Zacatepec. No estaba en condiciones físicas de hacerlo, ni nadie se lo hubiera permitido, desde los monosabios, a los médicos de plaza".

Queda aclarado pues, el desliz del cronista de la agencia United Press, que así lo consignó en su día y entonces fue Humberto Moro quien terminó con los días del causante del grave desaguisado.

Aclaración pertinente: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 22 de marzo de 2015

21 de marzo de 1982: Mariano Ramos y Timbalero de Piedras Negras

Si algún día se hace algún recuento de las faenas más importantes que se han realizado en la historia de la Plaza México, sin duda alguna que entre las principales de éstas se contará la que el día de la primavera de 1982 realizó Mariano Ramos al toro Timbalero de Piedras Negras. No fue una faena que vaya a recordar por los momentos de sublimación artística que en ella se generaron, o por la cantidad de suertes que en la misma se realizaron, sino porque en su realización el torero dominó y después toreó al toro imponiéndose a las condiciones de éste.

El cartel de la octava corrida de la temporada 1982 de la Plaza México se formó con toros de Piedras Negras para Mariano Ramos, Christian Montcouquiol Nimeño II y Felipe González hijo, quien recibió la alternativa esa tarde, con la cesión del toro Tercia de Ases

El segundo toro de la tarde fue Timbalero. Daniel Medina de la Serna cuenta lo siguiente acerca del desarrollo de esa memorable tarde:
Mariano Ramos... se sacó la espina con creces cuando se enfrentó (8a) a “Timbalero” de Piedras Negras, al que le hizo la faena de la temporada, y aún de muchas temporadas; fue aquella una lidia (de lid, lucha, pelea) que nos tuvo al borde de los asientos y con el alma en los dientes, pues dicho astado era, más que bravo (en algún momento trató de saltar al callejón, un toro de mala leche que no permitía a su lidiador la menor vacilación; cualquier otro le hubiera largado tres trapazos y se lo hubiera quitado de enfrente a la mayor brevedad posible, pero el de La Viga, profesor numerario de geometría y trigonometría de la Universidad Taurómaca, se enfrentó bizarro al morito y le pudo. La narración que Alberto Bitar envió por teléfono a la redacción de “El Redondel” fue esta: 
“dos muy buenos doblones y una especie de trincherilla que gusta a la asamblea. Con la derecha y por abajo, a un animal de mucha fuerza y muy mal estilo, tres intentos de derechazos y un terrible estilo de Ramos. Procede como de él se espera, de un torero poderoso y le vemos tres formidables doblones, muy bien instrumentados, que le festejan todos, para que luego se diga hoy en día, que eso no se comprende. Se juega la vida, con la zurda y volvemos a ver al diestro poderoso que nos gustara en sus inicios... cuatro derechazos, que no hay tela para más, hacen vibrar a los tendidos... preciosos doblones rodilla en tierra y un abaniqueo de torero poderoso y el teléfono, jugándose la vida, ante un aullido en los tendidos. Casi todo el estoque, en sitio apenas desprendido, cayendo el toro a los pies de Ramos y pidiendo la gente una oreja que concede el juez. A fe nuestra que merecía las dos...”
Otra versión que nos recuerda esta gran faena es la de Guillermo Salas Alonso, que algo más de dos décadas después del suceso, lo recuerda de esta manera:
El artista de La Viga después de dos series de muletazos, al intentar torearle por abajo con la mano diestra, el astado piedrenegrino se le puso por delante. Segundos de incertidumbre, belleza, peligro y resplandor. Todavía no se explican ni aficionados, ni toreros, ni críticos, cómo pudo írsele de distancia, tras recorrer medio ruedo, sin hacerle daño... Todo mundo pensó lo inevitable: que lo “trincaría” y le lesionaría. No. A partir de ese momento el trasteo transcurrió en medio de una emoción que se marcaba con los aficionados al borde de sus asientos. Estremecidos. Oliendo la sangre y el peligro... Tras ello, el diestro se volvió el protagonista de esa escena; procedió dándole una tanda de poderosos doblones para después torearlo, sobre todo, con la mano izquierda, en el pase fundamental del toreo, o sea, el natural. Uno, otro. Y uno más, elaborándolos con ritmo y con cadencia. Siempre de menos a más. Los últimos pases de las dos series, con el toro entregado al mandato del poder humano, ya seguía el engaño dando la impresión de una docilidad que, indudablemente, no era un atributo marcado por el burel que crió Raúl González y González... Tanto fue el poder de Mariano Ramos, que concluyó la labor haciéndole a “Timbalero” el desplante del “teléfono”... Y el público en fervorosa comunión con el arte, el toro, el peligro y el torero... Habría más: la estocada que terminó con la vida del toro tlaxcalteca, mortal por necesidad, no hizo que el estado doblara, sino que cayó rodado como pelota, en fracasado intento de embestir a quien le está proporcionando la muerte. Morir queriendo coger a su matador. ¡Cuánta emoción! Una obra de torero para toreros. Pero... En la opinión del juez en turno, Pedro López Anaya, sólo fue merecedora de una oreja. Una placa recuerda aquella tarde...
En suma, una de las grandes obras cinceladas delante de un toro en la Plaza México. La pueden apreciar en el vídeo (pinchando aquí), comentada por el propio torero, veintitantos años después de haberla realizado, junto con el Licenciado Julio Téllez.

Edito: Después de que apareciera esta publicación, encontré la crónica aparecida el 22 de marzo de 1982 en el desaparecido diario capitalino Novedades, suscrita por el psiquiatra Enrique Guarner. De la misma, extraigo lo que sigue:
...Mariano ha dejado oscilar su cartel; sin embargo, esta temporada ha salido con cualquier encierro que le pongan y por ello merece nuestra admiración. La tarde de ayer Mariano Ramos volvió a ser el diestro que conocimos en sus inicios y logró imponerse a un pésimo astado de Piedras Negras, del que se llevó una justa oreja... El ganado. - La corrida en general dejó bastante que desear... En cuanto a trapío los dos primeros pasaban... Por ello solamente pudo lucir Mariano Ramos con el corrido en segundo lugar. No todos los toreros poseen la capacidad suficiente o el valor necesario para trastear esta clase de bichos... Mariano Ramos... buenas verónicas, pero donde el público le aplaude es en los lances a pies juntos, lo cual me parece decepcionante... En seguida el diestro de La Viga lleva al burel frente a Domingo López quien pica dos veces en lo alto. Los Kingston cubren banderillas haciéndolo adecuadamente Felipe, en tanto que Eduardo deja solo un palo... Ramos brinda a don Jesús Garduño, quien es Oficial Mayor del Departamento del Distrito. Comienza doblándose cerca de toriles y de pie instrumenta excelente pase cambiado. La primera serie de redondos se inicia bien, pero el toro lo busca en el cuarto y entonces Mariano pone rodilla en tierra y produce extraordinarios cambios al estilo de Vicente Pastor... El de La Viga toma la muleta con la izquierda y aguantando tarascadas pega algunos naturales mandones. Viene a continuación con cuatro pases en redondo con la derecha que son buenos en verdad. Claro que hay algún enmiende de repente, pero es que el burel no es de carril ni mucho menos. Termina Mariano Ramos su labor con muletazos de pitón a pitón y un desplante. Se tira a matar y cobra una buena estocada ligeramente delantera... Se pide la oreja que concede el ingeniero Pedro López Anaya, pero el público en forma absurda e intransigente pide otra. Mi opinión es que el Juez de Plaza estuvo en lo justo y que la faena valía ese apéndice. Aguardemos mayores hazañas para otorgar más trofeos. Lo que sí es criticable y debiera haberse multado, fue que el torero arrojara al suelo el premio, despreciando a las autoridades. Mariano a continuación dio dos merecidas vueltas al ruedo...
La apreciación de Guarner no coincide con las anteriores en cuanto a la premiación de la faena y nos deja más datos (la inmediatez respecto de los hechos le otorga ese valor añadido), acerca del desarrollo de la lidia. Creo que es un interesante complemento a lo expuesto originalmente en esta entrada.

Aclaración necesaria: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.


Aldeanos