domingo, 10 de julio de 2011

Torería (I)

11 de enero de 1981, Plaza México, tarde de la confirmación de alternativa de Pepe Luis Vargas

Esta es una de las corridas de las que tengo recuerdos muy claros. Fue la inauguración de la temporada 1981, en la que el Dr. Alfonso Gaona celebraba sus 40 años como empresario, la ganadería de Piedras Negras reaparecía en la gran plaza después de 11 años justos de ausencia, tras de resolver en alguna medida los problemas derivados de una reforma agraria mal encauzada y de la falta de fuerza que mostraron sus toros en las últimas tardes que fueron a ese ruedo y Curro Rivera realizaba lo que se dio en llamar por esos días una gesta, intentando remontar un bache que su trayectoria guardaba ante la afición de la capital mexicana desde la temporada anterior.

La última corrida que Piedras Negras había lidiado en la Plaza México antes de la que ahora les comento, fue la del 11 de enero de 1970, para Ángel Teruel y Curro Rivera, mano a mano. Esa tarde solamente Curro Rivera le cortó una oreja a Zalamero, segundo de la tarde y después de ello los toros de don Raúl González y González no volvieron a la llamada primera plaza de América, sino hasta el día que es motivo de este comentario.

El cartel de toreros era completado por el que es quizás el torero mexicano más poderoso de la segunda mitad del Siglo XX, Mariano Ramos, que cerca de cumplir una década como matador de toros, estaba a punto de llegar a la cúspide de su andar por los ruedos y un joven torero de Écija, que venía precedido de los mejores augurios y que con el andar del tiempo, terminaría ignorado por las empresas y además, como remate la fatalidad se cruzaría en su camino: Pepe Luis Vargas.

El encierro de Piedras Negras fue justo en su presencia, pero ajustado al tipo de la ganadería. Algunos de los toros acusaron todavía cierta propensión a perder las manos, pero en el conjunto, la corrida mostró el comportamiento del toro bravo, del que tiene mucho para toreársele y que cuando el torero se pone en el terreno y la distancia adecuados, puede hacerle cosas, puede torearle, no solamente dejarle pasar, citándole con la muleta retrasada y esperando que el bobalicón prácticamente siga una trayectoria preconcebida.

Pepe Luis Vargas confirmó con el toro Estanciero, del que aún recuerdo el quite por las afueras que le realizó en el primer tercio, su limpísimo toreo al natural y la manera tan pura y efectiva con la que ejecutó la suerte de matar, en la que el toro vendió cara su muerte. Voy a recurrir a la crónica aparecida en el diario El Informador de Guadalajara, pues no conservo notas propias de la corrida y la memoria elude el detalle. La relación invocada, refiere así su actuación con ese toro, del que obtuvo la oreja, la primera de la temporada:

Curro cede la muerte del primero al sevillano José Luis Vargas, un jovencillo con hechuras que se granjea simpatías con el capotillo al recibir a “Estanciero”. Tiene ideas el chaval, pisa bien en el ruedo y no le faltan cadencia ni valor. Entre sus muletazos al primero, sobresalen cuatro naturales sabrosos. No hay mucho paño de donde cortar, y el burel mete peligrosamente el pitón derecho. Se perfila clásicamente José Luis y mete el estoque en el hoyo de las agujas. Una gran estocada, de efectos escenográficos bien aprovechados por el joven misacantano. La borla es para un auténtico matador de toros; un señor de la suerte suprema. Merecida oreja, vuelta al ruedo.

Sobre el quite por las afueras, Nelson Arreaza escribe lo siguiente:

“El Quite por las Afueras” fue el tercer quite creado por el maestro tapatío Pepe Ortiz. Fue ejecutado por primera vez el 27 de enero de 1929 al toro “Duquesito”, de “La Laguna” en la plaza “El Toreo”, de La Condesa de la capital mexicana. Se ejecuta caminando, dándole el perfil al toro y pasándoselo por la espalda. Antiguamente, como su nombre lo indica, se daba al “quitar” al toro del caballo, y se realizaba de los tercios a los medios, es decir, “de dentro hacia fuera”, pero ahora es más común verlo realizar de los medios hacia los tercios para “poner” en suerte al toro. Algo muy importante: en esta suerte no se gira, sino siempre el torero camina hacia delante, alternando la salida del toro por la espalda. Algunos cronistas llaman a este lance “chicuelinas andantes” o chicuelinas al paso”, expresiones no acertadas, pero que resulta lo bastante gráfica para entender esta suerte, pues se le asemeja mucho.

Mariano Ramos por su parte, cortó la oreja de Don Fulano, tercero de la tarde, tras una faena en la que se tuvo que imponer al toro, primero dominándolo y después procurando el lucimiento. El relato del cronista anónimo de la agencia AEE es de la siguiente guisa:

Parece faltarle una vara a "Don Fulano". La muleta marianesca la sustituiría con el aliño de una lidia caminándole hacia los medios, imperativo y seco. Luego alterna las series de derechazos mandones, enérgicos, fuertes y lentos, con algunos naturales de corte clásico. La faena tiene cohesión y liga, arquitectura; y dos ayudados por abajo, tres pases de pitón a pitón, abaniqueo y el desplante severo y audaz del teléfono. Buena serie sin interrupción ni enmienda. Pincha levemente y clava el estoque fulminando. Ovación y oreja, con vuelta.

Y Curro Rivera. El hijo de Fermín el de San Luis había salido con malas cuentas con la afición de la Ciudad de México la temporada anterior, así que volvía a tratar de recuperar el sitio que le correspondía, imprimiendo un aire distinto a su toreo, dejando atrás ese aire que en sus inicios supuso una renovación a algunas formas, para presentar una imagen más propia del asentamiento que genera la madurez en los toreros. 

Él mismo, obtuvo uno de sus más grandes triunfos en la Plaza México con un piedrenegrino, fue el 20 de abril de 1969, en la corrida del Estoque de Oro, cuando le cortó el rabo a Soy de Seda de la emblemática divisa roja y negra y en esta oportunidad intentaba rehacerse ante toros de la misma ganadería.

El primero de su lote fue nombrado por don Raúl González precisamente Soy de Seda, pero en esta ocasión le sucedió lo que a todas las segundas partes y el torero nunca se confió, por lo que fue abroncado. El resarcimiento vino con Rondinero, segundo de su lote, refiriendo el cronista lo siguiente:

Con el cuarto, “Rondinero”, se saca la espina. No obstante las frecuentes caídas, el burel tiene embestida suave, y Curro logra, en terreno de toriles, varias series de derechazos sedeños, interminables y majestuosos. La faena de Rivera, hoy, apunta al inicio de un nuevo período en su carrera. Ha cambiado el chaval de ayer. Está maduro, con calidad nueva, y da a sus pases en redondo una suavidad silveriana, con un corte recogido y recoleto. Más cerca, más puro, más entregado con el capote y con la muleta, Curro es otro. Mata con certera estocada de efectos inmediatos, y con la oreja en la mano diestra recorre el anillo...

La Plaza México se llenó para ver a los toros de Piedras Negras y los toreros ante ellos exhibieron un valor que hoy en día es bien escaso en los ruedos: la torería. No se concretaron a esperar al toro de entra y sal, sino que adaptándose a sus condiciones y aprovechando sus particulares circunstancias, les realizaron las faenas que cada uno pedía y sin aspavientos o gesticulaciones inútiles, los toreros en lo suyo. Por ello los que llenamos la plaza salimos satisfechos y convencidos de que Curro Rivera, Mariano Ramos y Pepe Luis Vargas se comportaron en el ruedo con una especial torería, lo que hizo que esa tarde, la del 11 de enero de 1981, fuera diferente y digna de ser recordada por mucho tiempo.

Por eso es que, sin ser la efeméride del día, traigo al recuerdo esta corrida, porque puede ser que haya visto tardes en las que se hayan cortado más apéndices o en las que hayan sucedido hechos que destaquen más en los libros de historia por alguna razón, pero en mi opinión, la torería desplegada ese día, en el ejercicio de tres tauromaquias distintas le concede a mi parecer, un lugar distinto a esta y por eso tengo el gusto de recordárselas.

domingo, 3 de julio de 2011

Con mi invitación a su lectura

Y mi disculpa por delante

Perdóneseme por hacer este intento de parangón, pero en este caso creo que sirve aunque devenga de mi (de) formación profesional. Y es que hay derechos que derivan de la naturaleza y hay derechos que tienen por único origen la llamada voluntad del legislador. En el caso de Barcelona y de Cataluña toda (con “ñ”, en español), estamos delante de un ejemplo claro de una de esas situaciones en las que la mala voluntad de esos legisladores, privan de algo que por su naturaleza es pertenencia de una comunidad; la tauromaquia.

De 1914 a 1923, Barcelona tuvo el honor de ser la única ciudad en el mundo que tenía tres plazas de toros que podían considerarse de primera categoría en funcionamiento y lo más importante, que en un mismo día, se daban festejos al menos en dos de ellas en muchas ocasiones. Después, de 1923 a 1977, fue de las pocas en las que funcionaron dos plazas, en las que también se ofrecían festejos a la par. El resultado de todo esto, es que en el Siglo XX, la ciudad española en la que más festejos taurinos se ofrecieron, fue precisamente Barcelona, lo que hace innegable que en lo taurino, la capital catalana y sus gentes tengan una unión indefectible, mancillada quizás en los últimos tiempos por el manejo descuidado de las cosas desde el ángulo empresarial y la actitud irrespetuosa hacia la fiesta y la afición que han observado los estamentos profesionales de esto, pero eso no destierra la afición natural que hay en el ciudadano común de Cataluña y de Barcelona, que en cuanto se le ofrece un espectáculo con visos de dignidad, acude a la Plaza Monumental de Barcelona (la única que le han dejado en pie), a ejercer el derecho que por naturaleza tiene y que un grupúsculo pretende quitarle.

A lo que vine

José Luis Cantos Torres es un catalán que es aficionado a esta fiesta. Y por sus hechos, considero que se ha propuesto reivindicar el derecho al que me he referido en la parrafada anterior. Y no lo hace en la arena de la política, ni en el foro del tribunal. Se vale del método más claro y contundente para dejar sentada la afición de un pueblo, un método que consiste en recurrir a la evidencia de los hechos ya consumados, reconocidos por la historia y por lo tanto, imposibles de ser rebatidos.

La Monumental de Barcelona. De Joselito El Gallo a Manolete, 1914 – 1947, apenas presentado el pasado 17 de junio en Barcelona y llegado a mis manos doce días después, es un minucioso recorrido por el primer tercio de la primera centuria de existencia del Coso de la Calle de la Marina, de la Plaza de las Cuatro Cúpulas, como José Luis Cantos la llama con admiración respetuosa, planteándonos a los lectores los datos esenciales y destacados a partir de su apertura como la Plaza del Sport (denominación que toma de la sociedad que se constituyó para lograr su edificación) y hasta su posterior transformación en la actual Plaza Monumental de Barcelona.

No debo dejar de lado el hecho de que el corazón de la obra son las efemérides. José Luis recoge en ella las más memorables actuaciones de los diestros que entre 1914 y 1947 vienen a representar en cierto modo, la argamasa de lo que sería el edificio de la afición taurina barcelonesa. Repasar el tránsito por ese redondel de Joselito, Rafael, Belmonte, Gaona, Luis Freg, Armillita, Marcial Lalanda, Chicuelo, Carnicerito, Manolete, Arruza, Cañitas, los Dominguín o los Bienvenida ante toros de Sánchez Cobaleda, Clairac, Pablo Romero, Concha y Sierra, Julián Fernández, Soler o Atanasio Fernández, representa el penetrar en una época en la que se generó el tránsito a lo que hoy se llama el toreo moderno, pero también y visto desde este lado del mar, se observa una plaza en la que un empresario visionario hacía los primeros ejercicios quizás, de lo que hogaño llamamos globalización, porque Pedro Balañá Espinos fue un incansable promotor de toreros mexicanos y allí están en el libro las fechas, los carteles y los resúmenes de las corridas para atestiguarlo. Y más de alguno de los nuestros entró a España por Barcelona y fue ídolo en la Ciudad Condal. Más no solo se recuentan festejos taurinos, sino otros fastos y hechos que no siendo agradables, merecen ser recordados, porque son el cimiento de la taurinidad de Barcelona, por su íntima relación con la Monumental y su existencia, tales como las diversas publicaciones taurinas que se generaron en el lapso de tiempo al que se refiere la obra.

Pero creo que aquí voy a dejar esta relación. No es de justicia, ni para la obra, ni para el autor, que les largue aquí otra parrafada con un detalle profundo sobre el contenido del libro, porque de lo que se trata, es de invitarles a que lo adquieran y a que lo lean, dado que es la única manera en la que tendremos la certeza de que José Luis Cantos podrá continuar su faena hasta el tercio final, que entiendo culminará con el centenario de la Monumental el año 2014. Afirmo esto, porque según su propio dicho, escribe sin subvención o patrocinio alguno y ese calvario se supera solamente con la revolvencia de la obra ya publicada.

Lo que yo puedo garantizarles, es que La Monumental de Barcelona. De Joselito El Gallo a Manolete, 1914 – 1947, es uno de esos libros que no se caen de las manos, de allí que logré leerlo de cubierta a cubierta en un breve espacio de tiempo. Además, tiene la ventaja añadida de ser una obra de consulta extraordinaria e indispensable para el lapso de tiempo que cubre en la historia taurina de Barcelona y de su plaza de toros.

Destaco también que La Monumental de Barcelona. De Joselito El Gallo a Manolete, 1914 – 1947 se publica mediante un novedoso sistema llamado impresión por demanda o print on demand (POD), lo que implica que se vuelve más asequible en costo en cualquier lugar del mundo, pues se reducen sus costos de envío, carece casi de gastos de almacenaje, etc.

Por último, doy mi sincera enhorabuena a José Luis por haber logrado esta publicación y le invito a seguir adelante con su labor de investigación, pues al menos en mi persona, tiene a alguien en espera ya de la siguiente etapa de esta historia.

domingo, 26 de junio de 2011

24 de junio de 1526: Se celebra el primer festejo taurino documentado en la Historia de México

Edición de las Cartas de Relación
de Hernán Cortés

Alguien afirma que México recibió tres grandes herencias de los sometedores españoles; la lengua, la religión y las corridas de toros. Durante ese sometimiento, pronto se hicieron costumbre los llamados juegos de toros y regocijo de cañas. No voy a incurrir en la irreverencia de afirmar que el festejo al que me estoy refiriendo sea efectivamente el primero que en estas tierras se celebró, pues es de sobra conocido que en los descansos de la guerra o de las labores de colonización, uno de los divertimentos preferidos por los hispanos era precisamente éste.

En las Cartas de Relación que Hernán Cortés enviaba al Emperador español, es hasta la fecha, el primer documento en el que se hace referencia a la celebración de un festejo con toros. En esa Carta de Relación, que es la Quinta, fechada el 3 de septiembre de 1526, Cortés escribe a Carlos V:

Otro día, que fue de San Juan, como despaché este mensajero, llegó otro, estando corriendo ciertos toros y en regocijo de cañas y otras fiestas…

Un cuarto de siglo después (1552), el clérigo nativo de Soria, Francisco López de Gómara, en su obra titulada Historia General de Indias, cuyo tomo segundo lleva por título Historia de la Conquista de México, vuelve a hacer relación de este acontecimiento, en los términos siguientes:

Cortés estaba en Sant Francisco confesado y comulgado cuando recibió este despacho, y ya había hecho otros alcaldes, y prendido a Gonzalo de Ocampo y a otros bandoleros y valedores del fator, y hacía pesquisa secretamente de todo lo pasado. Dos o tres días después, que fue Sant Juan, estando corriendo toros en México, le llegó otro mensajero con cartas del licenciado Luis Ponce, y con una del Emperador, por las cuales supo a qué venía...

La obra de López de Gómara fue objeto de críticas desde su aparición, una de ellas, la de fray Bartolomé de las Casas, es contundente en cuanto a que la escribe de oídas, sin haber presenciado lo que relata:

Gómara, clérigo que escribió la “Historia” de Cortés, que vivió con él en Castilla siendo ya Marqués, no vido cosa ninguna, no jamás estuvo en las Indias y no escribió sino lo que el mismo Cortés le dijo... el mismo Cortés, después de Marqués, dictó lo que había de escribir a Gómara...

El día de San Juan de 1526, óleo de Antonio
Navarrete
Sin duda que escribir la historia de algo no visto es complicado, pero aun aceptando la crítica de Las Casas sin ulterior análisis, reflejaría una cuestión importante, marginal para la Historia General y de trascendencia para la de la Tauromaquia. El hecho de ver correr toros, no lo separa Cortés de otra situación de gran calado en su historia personal, como lo fue el hecho de ser sometido a Juicio de Residencia con motivo de sus actos en la referida conquista y sometimiento de lo que hoy es México, entre otras tierras.

Tras de ese festejo, el primero documentado, nuestra Historia Patria nos revela que el 13 de agosto de 1521, día de San Hipólito, cayó bajo el dominio español la Gran Tenochtitlán. Ocho años después (1528), por mandato real, se celebró un festejo con toros para celebrar el aniversario de la toma de la capital de los mexicas por los ejércitos hispanos, inaugurando formalmente una tradición cultural que vive hasta nuestros días. Cabe señalar que ese día de San Hipólito es considerado por la mayoría de los escribidores, como el del primer festejo taurino ofrecido en la capital mexicana.

Los toros lidiados

Salvador García Bolio, Julio Téllez y José Francisco Coello Ugalde, historiadores taurinos, reparan en que el calificativo ciertos respecto de los toros, revela quizás que en el festejo mencionado en la carta de Cortés, no se corrieron toros de origen europeo, sino que se trataba en el caso de bisontes americanos o cíbolos y en el mejor de los casos, ganado vacuno traído de La Española o de Cuba. La explicación de la realidad de esos toros es algo que, como lo dijera el bibliófilo Alejandro Mora Barba, está perdido en la noche de los tiempos. Lo único que se puede afirmar con certeza, es que en ese día de San Juan se celebró el primer festejo taurino documentado en nuestro País.

Ya con posterioridad, nacerá uno de los grandes mitos de la Fiesta de este lado del mar. Nicolás Rangel, en su Historia del Toreo en México, refiere que Juan Gutiérrez de Altamirano, emparentado con Hernán Cortés, en 1528 importó de Navarra, por Merced Real, doce pares de toros y vacas seleccionados, para iniciar con ellos una ganadería en el Valle de Toluca, versión esta, que es admitida como cierta – casi como artículo de fe taurina – por los principales historiadores de la materia.

Bisonte americano o cíbolo
La tesis de Rangel ha sido puesta en crisis por el bibliófilo Daniel Medina de la Serna, quién en su opúsculo Atenco... o el mito, analiza la afirmación de don Nicolás y llega a la conclusión de que objetivamente, no fue posible que Gutiérrez de Altamirano hubiera importado ganado por Merced Real y mucho menos, que dichas reses, fueran seleccionadas, pues en la época, no había todavía selección de ganado de lidia, actividad que comienza, como la historia nos lo demuestra, bien entrado el siglo XVIII.

La tesis de Medina de la Serna, se funda en algunos hechos innegables: Gutiérrez de Altamirano pisó tierra mexicana por primera vez en 1527 y dados los medios de comunicación existentes en ese tiempo, no era factible que en un año, llegara hasta aquí, regresara a España, se entrevistara con el Rey, fuera a Navarra a hacer la selección, llevara a los toros hasta Cádiz, los embarcara y llegara con ellos a México en menos de un año. Concluye Medina con un hecho inobjetable: Lo único cierto es que a partir de 1652, se lidian toros a nombre de Atenco en las plazas de México y ese simple hecho, la convierte de todas maneras en la finca ganadera más antigua del mundo.

La permanencia de la fiesta en México

No faltarían los motivos para que se celebraran los fastos de las villas o de la metrópoli con el divertimento de correr toros, acondicionándose al efecto las plazas mayores de las poblaciones para el efecto Pronto también, la fiesta además se arraigaría entre los naturales de México. Un documento que obra en el Archivo Histórico de Guadalajara, fechado en 1799, mismo que por primera vez me mostró en 1992 el Dr. Charles Cutter, profesor de la Universidad de Purdue, transcribo lo siguiente:

Los indios justiciales del pueblo de San Martín de esta mi jurisdicción acostumbran anualmente celebrar al señor San Martín como a su titular, con función de iglesia y corridas de toros, y como quiera que el 11 del mes de noviembre próximo venidero se comience dicha acostumbrada función, hace presente Vuestro Teniente que en el día no deben cosa alguna de tributos, arcas de comunidad ni hospital real y que por tanto, no se encuentra impedimento por esa parte para la licencia que impetran. Dios nuestro señor guarde a Vuestra Alteza los muchos años que estos reinos necesitan de su respetable gobierno…   

Llegada de los toros navarros a las costas de Veracruz
óleo de Antonio Navarrete
Como vemos,  aunque el documento se refiere a un pueblo de indios cercano a Cocula, Jal., nos sirve para ilustrar que la pedagogía de dominación surtía sus efectos, pues ya no era diversión exclusiva de españoles el honrar a los santos con festejos taurinos; la tradición europea se arraigó en el gusto de los naturales y de los mestizos, creando el caldo de cultivo necesario para que las cosas de los toros, quedaran definitivamente enraizadas en México.

Es por eso que recuerdo este aniversario, el 485 de una tradición que de ser puramente española, quizás con el hecho que aquí recuerdo, comenzó a universalizarse, pues como escribió el historiador aguascalentense Agustín R. González:

Las costumbres, los hábitos de esa sociedad, desde su nacimiento hasta morir el último siglo, eran los hábitos y las costumbres europeas en plena Edad Media... Y esas costumbres se impusieron por la fuerza a los pueblos de distintas razas que poblaron nuestro territorio; de manera que, siendo estos heterogéneos, fueran homogéneas aquellas…

Este es uno de los medios por los que llega a formar parte de nuestra herencia cultural la Fiesta de los Toros.

Post - scriptum: A propósito de la Universalidad de la Fiesta, les recomiendo leer esto que escribió el torero retirado Mario Carrión.

domingo, 19 de junio de 2011

Jueves de Corpus de 1954: Juan Silveti sale en hombros de La Maestranza

Algunas razones para recordar esto

La entonada actuación que han tenido los toreros mexicanos en el reciente San Isidro y la proyección que les ha dado con cara a la realización de una real campaña en ruedos hispanos, me motiva a repasar la historia y a encontrar antecedentes en ella de diestros que en otros tiempos, mantuvieron en alto el pabellón nacional y con sus buenas actuaciones abrieron el camino para que los toreros de nuestros días pudieran cruzar el Atlántico y continuar con la obra que ellos iniciaron.

Suma además al hecho, que uno de los cinco nacionales que comparecieron a Las Ventas, es precisamente Diego Silveti, nieto de quien me ocupa en esta ocasión y representante de la cuarta generación de toreros de su dinastía que comparecía en la capital hispana y en lo general, representante de una dinastía de toreros de suyo larga, de las que la Historia del Toreo registra muy pocas.

Por último, además de la efeméride, creo que vale la pena entrar un poco más a profundidad en la trayectoria de Juan Silveti Reynoso en los ruedos de España. Siempre que se habla de ella, se llega al punto de algo que ya parece un mero lugar común, la tarde de los toros de Pablo Romero en el San Isidro de 1952, cuando en el fondo su historia en esas arenas es más profunda y rica que esa única tarde. Es por eso que recurro a ella, la que en su día, confesara a don Filiberto Mira, que había sido el día más feliz de su vida y se trata de la Corrida de la Asociación de la Prensa de Sevilla, celebrada el 17 de junio de 1954 – Jueves de Corpus por cierto –, en la que para lidiar toros de don Salvador Guardiola, alternaron Cayetano Ordóñez Niño de la Palma II, Jesús Córdoba y el nombrado Juan Silveti

¿Hoy cómo ayer?

La crónica que me sirve de apoyo para esta remembranza, es la de Gil Gómez Bajuelo, quien fuera cronista del diario ABC de Sevilla entre 1952 y 1960. Al inicio de ella, hace una reflexión que, pese al tiempo que ha transcurrido entre la celebración del festejo y estas calendas, creo que vale en todos sus términos:

Decíamos días pasados que lo de menos era el éxito económico. Y lo demás, procurar que el público saliera satisfecho. Creo que esto se ha conseguido plenamente. Lo primordial es darle a la afición sevillana su sitio, rendir a la plaza respetuoso vasallaje, velar por el rango de una fecha tradicional y la pureza de una fiesta de nacional raigambre y reiterar el prestigio de la entidad organizadora. Lo demás viene, o debe venir por añadidura, si es cierto que la rectitud del procedimiento tiene su premio…”

Hoy, pareciera que no se respeta ni a las plazas, a las aficiones ni se vela por el rango de fechas tradicionales o por la pureza de la fiesta. Igual, sale sobrando la integridad o el prestigio de la entidad que organiza o a cuyo nombre se organiza un festejo determinado. Ahora – el mundo al revés – el éxito económico es el principio y fin de la organización de cualquier festejo. Y sí la fecha tradicional, la pureza de la fiesta o el prestigio de la entidad organizadora se van al caño por un puñado de dólares… pues bien empleado, que de ganar se trata.

Hasta en eso han cambiado los tiempos, pues si vemos los festejos benéficos de estos días, veremos que la organización es rácana y en consecuencia, la finalidad es obtener el mayor retorno a cambio de una inversión mínima o nula y si no, remito a Ustedes al recuerdo de la últimas Corridas de la Beneficencia celebradas en Madrid, en la que ni la Asociación de la Beneficencia, ni la Plaza de Las Ventas, ni la fiesta en su conjunto, ni la afición, ni nada importaron a los organizadores. Sólo les interesaba el lleno y lo demás… pues lo demás era añadidura y si venía o no, parecía no importarles realmente.

Información previa a la corrida

En la nota previa al festejo del que hago este recuerdo, se hacen los siguientes apuntamientos:

…La animación fue extraordinaria, especialmente después que los aficionados vieron el desencajonamiento en la plaza de los seis soberbios ejemplares escogidos y enviados por el prestigioso criador de reses bravas don Salvador Guardiola. Los aficionados salieron gratísimamente impresionados, haciendo encendidos elogios de la presentación de los hermosos toros… La baratura de los precios fue también gran aliciente para este movimiento taquillero, haciéndose gran acopia por los aficionados de las entradas de cinco duros, cifra "récord" en esta época, de precio económico, tratándose de una corrida de toros… La terna de maestros, todos ellos de categoría artística, pueden ofrecernos una gran tarde de toros. Y esperamos que, al hacer el paseíllo, el público les reciba con una cariñosa ovación, lo que en realidad merecen quienes han mostrado una elogiosa decisión al no oponer reparo alguno a la lidia de toros de respeto, como tiene que ser, si queremos que la fiesta mantenga el tono de riesgo, seriedad y majeza que la han hecho singular y famosa en el mundo…

Anuncio de la Corrida de la Prensa en el diario
ABC de Sevilla, la víspera del festejo
Los presagios que hacía el redactor del ABC de Sevilla, según veremos enseguida, serían debidamente honrados por el encierro y por los diestros actuantes, dado que la Corrida de la Prensa del año 54 fue triunfal – en el recto sentido del término – dado que los toros lo fueron y dieron juego de tales y los toreros cumplieron ante ellos lo que se esperaba.

La Corrida de la Prensa del año 54

Como lo indica el título de esta entrada, el triunfador del festejo fue Juan Silveti. No obstante, por fallos a espadas, Niño de la Palma II y Jesús Córdoba solamente tuvieron la ocasión de dar sendas vueltas al ruedo, manteniendo el tono de un calendario que don Filiberto Mira llama el año de los extranjeros, pues no olvidemos que en la Feria de Abril de ese año, es en la que César Girón salda su participación con el corte de dos rabos. ¿Pero cómo fue el triunfo del hijo del Tigre de Guanajuato? La crónica de Gómez Bajuelo, ya citada en parte líneas arriba, en su médula, dice lo siguiente:

Para Juan Silveti, la tarde fue de éxito. Cortó las dos orejas a su primero y salió a hombros de la plaza. Le tocó en suerte el mejor lote, y el mejicano sacó de ello provechoso fruto, dejando en el público una impresión inmejorable de torero valiente y de torero artístico. Si vino a Sevilla con ambiciosas metas, no cabe duda que las consiguió plenamente y las conquistó en buena lid. Silveti ganó a pulso la inclusión de su nombre en futuros carteles sevillanos. 
Su manera de torear en el primero, con lances bellísimos, de suavidad y mando, con las manos bajas, puso el ambiente en muchas atmósferas. En los cuatro colosales lances, repetida la calidad en otro tiempo y reafirmada en el quite soberbio, con remate airoso de pies juntos, coronando el temple precedente. Las ovaciones fueron entusiastas y enardecidas. En este tercio de quites, el «Niño de la Palma» y Jesús Córdoba pusieron también de manifiesto su indiscutible clase. Ya hacía tiempo que no se veía en la plaza un tercio de quites así. Parecía olvidado o soterrado en el recuerdo tejano de los aficionados, y ayer surgió en toda su belleza de plástica ejecución y noble competencia de los maestros. 
Así estaba el ambiente, abonado de felices presagios, cuando Silveti, tras brindar a la plaza, se dirigió al encuentro de la res, arropado por la expectación del graderío. Dos pases altos, pasando toda la caja del animal, fueron el inicio, seguidos por dos por bajo finísimos y con sello, en los que «mataba» la arrancada del animal con un corte del pase en el que la fiera quedaba «fijada» obediente al original y torero mando. Prodigó los redondos, y en el cambio de mano de muleta por la espalda engendraba los pases de pecho colosales, coreados por olés, con el alegre fondo de la música torera. La suavidad de los derechazos tenía una continuación en los personalísimos pases por bajo, de airoso remate. Se perfiló Juan Silveti y clavó todo el estoque en la carne del bravo y noble animal. Al toro se le dio lenta y apoteósica vuelta al ruedo. Y cuando ésta terminó, Silveti, con las dos orejas que Barrera le llevó, dio dos vueltas al ruedo, entre incesantes aclamaciones. Todavía durante la lidia del toro siguiente, el público seguía ovacionando al mejicano…”

Al Tigrillo le tocó el toro bueno de la corrida y sin cuidarlo, aceptó la competencia en los quites de sus alternantes. Sin falso celo aprovechó ese momento en el que tradicional y reglamentariamente los demás espadas del cartel pueden intervenir para hacer crecer el ambiente y dejarlo a punto para el momento en el que tuviera que enfrentar con el trapo rojo y la espada al toro, hecho que consumó con su toreo clásico, vertical y profundo.

A Juan Silveti se lo llevaron en hombros de La Maestranza al terminar el festejo. Por la calle Iris, pues no había cortado más de dos orejas para salir por la Puerta del Príncipe, pero con esa actuación quedó en el ánimo de la afición de Sevilla y encantado con la ciudad, tanto, que es Cófrade de San Roque y como decía antes, en los años 80, cuando Filiberto Mira vino a México a estudiar el origen de nuestro toro de lidia, le confesó lo siguiente:

El día más feliz de mi vida, fue aquél en el que le corté las dos orejas a un toro de Guardiola en La Maestranza…

Fue el jueves 17 de junio de 1954. Jueves de Corpus, fecha tradicional del calendario taurino de Sevilla y una de las páginas importantes en la historia de Juan Silveti Reynoso.

lunes, 13 de junio de 2011

Abel Flores, El Papelero, la busca de sí mismo (II/II)

Una buena estocada en la Plaza México
Cortesía Ing. Luis Castro Pérez
La alternativa

La Feria de San Miguel de 1963 se anunció el 20 de septiembre de ese año. El diario ABC de Sevilla contenía la siguiente información:

Dos corridas de toros que se celebrarán en los días 20 de septiembre y 1 de octubre, integran la tradicional feria taurina de San Miguel. En el primero de estos festejos se lidiarán siete reses de Núñez Hermanos, una para el rejoneador don Álvaro Domecq Romero, y las seis restantes para Diego Puerta, «Mondeño» y el mejicano Abel Flores, que tomará la alternativa. Esta corrida, que es de abono, está patrocinada por las Damas de la Caridad de San Vicente de Paúl. En la del primero de octubre - fuera de abono - se correrán toros de don Carlos Núñez, para Diego Puerta, Curro Romero y «El Cordobés»...

Llegado el 30 de septiembre, salieron de los toriles al final de cuentas uno de Sánchez Cobaleda para rejones y 6 de Núñez Hermanos para los de a pie. El toro de la alternativa se llamó Buenasnoches y la crónica de Manuel OlmedoDon Fabricio II sobre su actuación, es en los términos siguientes:

Abel Flores, que recibía la investidura de matador de toros, lanceó con buen estilo a su enemigo, que pasó al segundo tercio con una sola vara, tomada con bríos. Diego Puerta, en presencia de “Mondeño”, cedió los trastos al toricantano, quien, tras brindar al público, empezó la faena con tres ayudados por alto y un pectoral. Prólogo de buena calidad, pero inadecuado, porque el toro tenía la cabeza alta, y este defecto no corregido restó brillantez a los naturales que instrumentó después el de Méjico, con un valor extraordinario. Luego de unos muletazos sobre la derecha, cobró una estocada corta a la tercera agresión y acertó con el verduguillo a la segunda tentativa. En premio a su decisión oyó afectuosos y alentadores aplausos. En el último de la tarde, que llegó quedadísimo a la muleta y cuya embestida fue muy corta, estuvo el muchacho cerca y tranquilo y porfió mucho, sin poder alcanzar lucimiento. Clavó medio estoque y después de intentar varias veces el descabello, se echó el toro. Alternativa sin pena ni gloria la de Abel Flores, a quien hemos de conceder un amplio margen de confianza…

Con esta actuación, la vigésima en ruedos hispanos, concluyó Abel Flores su temporada en el viejo continente.

De vuelta en México

Alternativa de Abel Flores
Imagen aparecida en El Ruedo de Madrid
Ya en México Abel Flores inició su campaña en León, alternando con Jaime Rangel y el portugués José Julio, lidiando toros de Jesús Cabrera. En esa tarde de su presentación, el primero de su lote lo mandó a la enfermería con un puntazo en un muslo y aunque salió a despachar al que cerró plaza, estuvo en el dique seco 15 días, reapareciendo en Torreón el 20 de noviembre, formando cartel con Joselito Huerta y Mondeño. El 1º de diciembre va a Mérida con Pepe Luis Vázquez (mexicano) y de nuevo Mondeño, donde corta la oreja a uno de los de Zamarrero que le tocaron en suerte. 

El 8 de diciembre reaparece en Guadalajara, una de las plazas que le lanzaron a los primeros planos. Lidiarían toros de Santo Domingo, de don Manuel Labastida, el muletero non, Manuel Capetillo, el artista catalán Joaquín Bernadó y el propio Abel. De la crónica publicada por Latiguillo en el diario tapatío El Informador, extraigo lo siguiente:

…Este muchacho, que tanto aplaudimos el año pasado en la temporada de novilladas y que ayer se nos presentó como matador de toros, después de haber recibido la alternativa en España, no tuvo la suerte de ocasiones anteriores y aparte de que taurinamente no había tenido éxito en su primer toro, en su segundo, cuando empezaba a triunfar, fue cornado en el muslo derecho... en su segundo fue ovacionadísimo con el percal, y a la hora de iniciar su faena le sonaron fuerte las palmas al ejecutar tres ceñidos estatuarios ayudados por alto, pero desgraciadamente fue enganchado por el muslo derecho, recibiendo, según opinión del Dr. Mota Velasco, una cornada de pronóstico...

En la propia relación del festejo, se transcribe el parte facultativo emitido por el médico J. Jesús Ramírez Mota Velasco, que refleja que la cornada que le infirió Playero fue de gran extensión:

Durante la lidia del sexto toro ingresó a la enfermería el diestro Abel Flores, presentando una herida por cuerno de toro situada en la cara interna del tercio superior de la pierna derecha, con una trayectoria hacia arriba y afuera en una extensión de 22 centímetros, siendo la entrada de 7 centímetros de longitud. El cuerno interesó piel, tejido celular, aponeurosis, vasos medianos y pequeños y músculos de la región. Rompió el periostio, dejando al descubierto el hueso en una extensión de 6 centímetros. Se desbridó ampliamente la herida, se lavó con suero fisiológico, se hizo la desinfección de la misma, se ligaron vasos practicando sutura entre planos, dejando tres tubos de drenaje. Se aplicaron antitóxicos tetánicos y antibióticos, y de no sobrevenir complicaciones, tardará aproximadamente 22 días en sanar. Firma el Dr. J. Jesús Ramírez Mota Velasco.

Ya no volvería a actuar El Papelero sino hasta el 29 de diciembre de ese año, para confirmar su alternativa sevillana en la Plaza México, es decir, dos días antes de lo pronosticado por el recordado doctor Mota Velasco. Fue su padrino Jaime Bravo y llevó de testigo a Miguel Mateo Miguelín, quien también ratificó su alternativa en la misma fecha Los toreros de a pie llevaron por delante al caballero jerezano don Álvaro Domecq Romero. Los toros fueron 6 tlaxcaltecas de La Laguna (uno para rejones) y uno de Pastejé (7º, sustituto de uno de La Laguna, devuelto por manso). El toro de la ceremonia para Abel fue Montañés, segundo de la lidia ordinaria. La suerte no estuvo del lado de Abel Flores, quien con esta actuación concluyó su temporada en este calendario.

El año de 1964 le representó el mayor número de fechas alcanzado en el escalafón mayor, pues alcanzó a sumar 15; en 1965 solamente ligó tres contratos y en 1966 se vistió de luces solamente una vez. Lo hizo en la Plaza México, el domingo 13 de marzo de 1966, alternando con Emilio Rodríguez y Felipe Rosas en la lidia de 5 toros de Santín y uno de Pastejé (5º), en festejo anunciado como beneficio del matador retirado Arturo Álvarez Vizcaíno. Pedro Ponce, en la Revista Taurina del 20 de marzo de ese año, hace la siguiente reflexión sobre ese festejo y la actuación de Abel Flores:

Corrida casi secreta con tres toreros modestísimos. Una entrada como de teatro… cuando hay dos columnas, un tercero de poco nombre no estorba y a lo mejor aprovecha la oportunidad; pero poner tres toreros de esa medida el mismo día es como para que la gente salga corriendo  y la entrada no alcance ni para los músicos. ¿Y qué salen ganando los toreros con eso? Si están bien, no los ve nadie; ahora qué, si están mal… como nadie se entera, pues siguen donde estaban, sin empeorar su situación, que sigue siendo la misma, desesperada… Abel Flores; ese que hizo una buena campaña novilleril en “El Toreo”, y tiene hambre de triunfo, y probablemente también de la otra; ese iba a salir a buscar una cornada, así de voluntarioso, de valiente y de decidido. ¿Y qué fue lo que sucedió? Que la consiguió, la cornada. Y ahora está con el mismo cartel que antes. Siquiera a Chito le llevaron una oreja a la enfermería. ¿Quién se benefició con esta corrida? ¿El Vizcaíno? Lo dudamos mucho. Los tres toreros no mejoraron su posición en el escalafón taurino… El ganadero de Santín tampoco… El público pasó un mal rato... Ahora la empresa está en deuda con estos muchachos, a los que sacrificó tan tontamente…

Cabe mencionar que el mismo día y a la misma hora, en El Toreo de Cuatro Caminos se daba una corrida en la que Luis Procuna, Joselito Huerta y Antonio Ordóñez se enfrentaron a 5 toros de La Punta y uno de Ernesto Cuevas, con un lleno hasta el reloj. Esta fue la última actuación de Abel Flores como matador de toros.

En El Toreo de Cuatro Caminos
Cortesía Ing. Luis Castro Pérez
Unas semanas después de la celebración del festejo, El Papelero anunció que renunciaba a la alternativa y el día 5 de junio de ese 1966 volvía al escalafón menor en Monterrey, alternando con Eloy Cavazos y José Luis Medína en la lidia de novillos de Tequisquiapan.

El último intento

En el año de 1969 Abel Flores retornó a la Plaza México. Actuó en dos novilladas los domingos 13 y 20 de julio. En la primera alternó con el portugués Julio da Gomes y Alfredo Acosta, en la lidia de novillos de Santín y en la segunda fue acartelado con Juan Clemente y el venezolano Jorge Jiménez en la lidia de novillos de Pastejé, festejo que quedó en un forzado mano a mano entre el sudamericano y El Papelero, dado que Clemente no mató ninguno por haber sido herido por el primero de su lote. El último novillo al que se enfrentó en la gran plaza fue Bonito de Pastejé.

Sus motivos

En el epílogo de Cornadas que no se curan, publicado en 1989, veinte años después de que toreara su última novillada en la Plaza México, Abel Flores dijo a Eloy Pineda lo siguiente:

…gracias a mis complejos y heridas tuve la oportunidad de pelearle a la vida y creo que si no hubiera estado herido, mi vida hubiera estado hueca, sin chiste. Ahora le doy gracias a mi Dios y a mi padre por haberme puesto a prueba de esa manera, porque gracias a ello he tenido todo lo que pude soñar… Porque realmente es contra uno mismo contra el que uno debe luchar…

Años después confesaría a Leonardo Páez:

Hubo quien afirmó que no me faltaba mucho para ser una gran figura, pero por escuchar unas voces que databan de mi infancia tuve más necesidad de encontrarme como hombre que como torero. Preferí la búsqueda honesta en mi interior a buscar fama y riqueza. Ese desencuentro existencial y la responsabilidad con mi familia me hicieron retirarme intempestivamente y empezar a ganarme la vida como si no hubiese triunfado en los ruedos…

Abel Flores escribió dos libros, Tal como fue. La vida de Abel Flores y Torero viejo, e inspiró un tercero, el ya citado Cornadas que no se curan, de Eloy Pineda, mismos en los que procura reflejar los caminos que siguió, entre ellos los de la tauromaquia, para encontrarse a sí mismo.

Abel Flores Ortega falleció en la Ciudad de México el pasado 25 de mayo a los 74 años de edad.

Agradezco a Paco Abad el tiempo que dedicó a localizar en su colección de El Ruedo la información generada por la campaña española de Abel Flores, misma que me ha sido de gran utilidad para armar esto y al Ing. Luis Castro Pérez, la oportunidad de utilizar algunas de las imágenes que ilustran este texto.     

domingo, 12 de junio de 2011

Abel Flores, El Papelero, la busca de sí mismo (I/II)

Abel Flores El Papelero
Cortesía del blog Toreros Mexicanos

Pocos son los casos de toreros que, obteniendo a una edad digamos avanzada una oportunidad en una plaza de importancia, logran sacar la cabeza. El caso de Abel Flores es uno de esos, pues es a los 27 años de edad – y además, casado – cuando consigue ser anunciado en un festejo sabatino en El Toreo de Cuatro Caminos e iniciar allí el camino a la consecución de lo que antes que él, solamente tres toreros mexicanos habían conseguido: recibir la alternativa en la Maestranza de Sevilla.

El camino hacia el hoy extinto coso cuatrocaminero fue uno de esos que no se ve con frecuencia en estos tiempos. No es producto de las escuelas taurinas. Se hizo torero recorriendo la legua, toreando cebúes y animales de media casta – en el mejor de los casos – en pueblos pequeños, siendo, según su propio decir, el héroe por un día de muchos pueblos de algo más de cincuenta habitantes… Eso le facilitó la templanza necesaria para saber esperar la oportunidad que un romántico de la fiesta, Guillermo Martínez El Pilón – quien desde los tiempos de Joselillo se dedicaba a intentar descubrir toreros entre un gran número de muchachos que intentaban serlo –, se interesara por él, pese a que, en principio, no hubiera química entre ambos.

El Pilón agrega a la técnica de Abel un recurso que definiría su manera de hacer en los ruedos. En Cornadas que no se curan, se describe así:
Antes de salir, en su primer toro, el Pilón le puso una mano sobre el hombro. «Toréalo como quieras – le dijo –. Pero que no se te olvide el muñecazo». Se trataba de que en el momento de que fijaba al toro, de pronto moviera la muñeca para marcarle el viaje con la punta de la muleta. Parecía no tener importancia este movimiento, pero el toro se vio obligado a bajar más los pitones y terminó entregándose…
Ese modo de torear, metido entre los pitones y desviando las embestidas con el juego de la muñeca le valió actuar cuatro festejos seguidos en ese escenario y conseguir, como esperaba El Pilón, que Abel Flores llamara la atención hasta del vendedor de cervezas que trabajaba en la última fila…, lo que le valió que el doctor Alfonso Gaona, que regentaba también la Plaza México, decidiera llevarle a los festejos dominicales que daba en Insurgentes, aunque en este último escenario, la temporada ya fuera en su recta final.

Esa temporada de novilladas de la Plaza México constó de 31 festejos, entre el 6 de mayo y el 2 de diciembre de 1962 y El Papelero llegó en el número 24, celebrado el domingo 14 de octubre, cuando para lidiar novillos de la Viuda de Miguel Franco, fue acartelado con Antonio Duarte El Nayarit y Chucho Morales. Cortó una oreja al novillo Purero de Piedras Negras en su tercera actuación, el 4 de noviembre y la siguiente, celebrada el 11 de ese mismo mes, fue un mano a mano con Gabino Aguilar, que era hasta ese momento, el triunfador de la temporada; los novillos, de Coaxamalucan

El 25 de noviembre se celebra la novillada de la Oreja de Plata, que se disputan Eduardo Moreno Morenito, Juan Anguiano, Joel Téllez El Silverio, Martín Bolaños, David Sánchez El Campa y el propio Papelero. El trofeo fue para Abel Flores, tras cortar el rabo al novillo XX de La Laguna y de cuya actuación esa tarde, se escribió lo siguiente:
Cuando rodó el quinto  de la tarde, se pensó que el disputado trofeo se lo debería llevar el ganadero Romárico González, quien envió un lote magnífico, que francamente hasta ese momento mereció mejor suerte, el que abrió plaza fue algo incierto y el quinto salió débil de remos, pero a los demás no se les podía poner trabas, sobre todo el tercero, que resultó extraordinario, con bravura y codicia, mereciendo mucho más del arrastre lento que ordenó la Autoridad… Pero vino el sexto del encierro y ahí se armó la buena. Abel Flores salió como es su costumbre decidido a demostrar afición y valor. Lo recibió con unos lances espectaculares, demasiado cerrado en tablas y empezó a armar la tremolina con el lance de Arturo Álvarez "El Vizcaíno", en el respectivo quite intentó el toreo caleserista, en el que expuso por el viento que soplaba. Y después de un puyazo cuajó un trasteo muy corto, que se inició con varios pases estatuarios por alto, dos derechazos superiores y dos muletazos de pecho de la misma calidad y que concluyó con efectivo estoconazo que lo hizo merecer el corte de los apéndices, la Oreja de Plata y su salida en hombros, que tuvo tintes apoteóticos, al novillo se le dio la vuelta y el ganadero la dio también con el valeroso muchacho...
Diario El Informador, Guadalajara, 13/12/1963
Cerraría su campaña en la plaza más grande del mundo en la última novillada de la temporada, el domingo 2 de diciembre, siendo anunciado con el tapatío Pedro Jiménez Pedrín y Ricardo Torres para lidiar novillos otra vez de la Viuda de Franco. El festejo quedó en forzado mano a mano entre Pedrín y El Papelero, dado que Ricardo Torres no mató ninguno por haber sido herido por el primero de su lote. Abel cortó la oreja del sexto, Pajarito.

El 12 de diciembre se proclamó ganador de la Rosa Guadalupana en Guadalajara, plaza en la que también había realizado una campaña triunfal y en la que alternó sus actuaciones con las de la capital mexicana. La crónica de Enrique Aceves Latiguillo, en el diario El Informador de esa ciudad dice lo siguiente:
Un mano a mano donde hubo casta, enjundia, valor por toneladas y pelea de verdad entre los alternantes fue el que se realizó ayer en El Progreso con la participación de Gabino Aguilar y Abel Flores... Este pleito de Gabino y Abel nos recordó aquellos mano a mano que sostuvieron en esta ciudad hace bastantes años ya Luis Castro "El Soldado" y "El Ahijado del Matadero"... En la novillada de ayer, tanto Aguilar como Flores buscaron el éxito por todos los medios posibles, aguantando en ocasiones a sus adversarios en forma tan temeraria, que varias veces fueron cogidos aparatosamente... para su fortuna le tocó en tercer lugar un magnífico toro al que primero toreó estupendamente por verónicas y luego por chicuelinas, arrimándose en tal forma que al ejecutar una de estas últimas fue aparatosamente cogido… Y con la muleta vino la escandalera. Derechazos de superior calidad, naturales de gran factura, adornos entre los propios pitones y un estocadón hasta la bola. Los tendidos se blanquearon de pañuelos; la autoridad otorgó la oreja y Abel, con este triunfo, se ganó "La Rosa Guadalupana" en disputa...
El viaje a España

En Cornadas que no se curan, Abel Flores cuenta que la primera vez que se enfrentó a un astado, las cosas se le dieron bien y que después de ello caminó durante horas sin rumbo fijo y una vez que recobró la serenidad pensó que podría triunfar en los toros en México y por qué no, en Madrid y desde ese momento se propuso llegar a actuar y lograr una actuación triunfal en la Plaza de Las Ventas.

Es así que tras de sus triunfos en las plazas principales de México, comienza a buscar la manera de cristalizar esa ilusión y aunque le va a representar la ruptura con quien le había llevado a ese punto, Guillermo Martínez El Pilón. Por intermedio de Joselito Huerta, consigue que le apodere en España Alberto Alonso Belmonte.

Acerca de esa relación de apoderamiento, Ricardo Colín Flamenquillo, corresponsal de la revista El Ruedo, publicaba en el número correspondiente al 14 de febrero de 1963:
Cuando estas líneas vean la luz, se encontrará en Madrid, o posiblemente en su Sevilla natal, el dinámico taurino Alberto Alonso Belmonte. No regresa con las manos vacías, pues de aquí se llevó los poderes de Abel Flores, la revelación de la pasada temporada novilleril.
El propio Alberto Alonso Belmonte nos cuenta sus proyectos:
Vi torear a Abel y me llamó la atención. Tiene condiciones. Luego intervinieron amigos comunes y nos entendimos rápidamente.
¿Le tiene firmadas actuaciones en los cosos peninsulares?
He firmado diez novilladas con «Chopera» y con mi primo Pepe Belmonte ajusté para Abel varias fechas más en sus Plazas.
¿Dónde debutará?
En la feria de Jerez de la Frontera, durante el mes de mayo.
¿Y cuándo sale para España?
Se irá el 15 de marzo en compañía de «Mondeño» a quien acompañará a las corridas falleras para irse ambientando.
Se presenta el domingo 5 de mayo de 1963 en Jerez de la Frontera, alternando con Luis Parra Jerezano y Gabriel de la Haba Zurito en la lidia de novillos de Manuel Álvarez y Hermanos. La relación que hace el corresponsal del diario ABC de Sevilla R de M, de la actuación de Abel Flores – a partir de este tiempo ya no se le anunciaría como El Papelero – es la siguiente:
La Feria de Jerez ha sido el arco triunfal para la entrada en España del mejicano Abel Flores. Toda su primera actuación nos descubre estar en presencia de un gran torero. Sus lances buenísimos estaban impregnados de una gran belleza. Brindó al público y volcó todo un caudal de auténtica maestría en pases que se jalean, matando de media soberbia que le vale una oreja. En el que cerró plaza, brindado al antiguo matador Armillita, el mejicano supera aún su anterior actuación, mostrando clase y estilo de los más puros. Un pinchazo, una media estocada y descabello constituyen el punto final a su presentación. No se le concede oreja, pero recibe clamorosas ovaciones con la petición, dando vuelta al ruedo. El «Jerezano» y Abel Flores fueron despedidos clamorosamente...
Va a Barcelona el 6 de junio de 1963. Sus alternantes fueron el ya nombrado Zurito y José María Susoni. El encierro fue de don Baltasar Ibán Valdés. Le cortó una oreja al tercero de la tarde y el sexto le dio una cornada grave, que no le impidió permanecer en el ruedo hasta terminar con el autor del desaguisado. El parte facultativo publicado en el diario La Vanguardia de la capital catalana del día siguiente del festejo, dice lo siguiente:
«Durante la lidia del quinto toro fue asistido en esta enfermería el diestro Abel Flores, de una cornada con orificio de entrada en la cara interna y tercio medio del muslo izquierdo, de dirección ascendente, que produce desgarros en los músculos recto – anterior y sartorio de diez centímetros de extensión Por veinte de profundidad. Pronóstico grave. Doctor Olivé Millet.» 
El 29 de junio debuta en la Maestranza de Sevilla para lidiar novillos de Benítez Cubero en compañía de Miguel Oropesa y José María Susoni. Don Fabricio II, en el diario ABC de Sevilla del día siguiente al festejo, relata lo siguiente de la actuación de El Papelero:
El mejicano Abel Flores sacó a relucir un variado repertorio de suertes de capa, todas ellas practicadas con garbo y justeza. Veroniqueó a la manera clásica, lanceó con el capote a la espalda y por faroles, y ejecutó otros lances con el percal vuelto y echado sobre el brazo. Como muletero evidenció mando, temple y elegancia. Corrió bien la mano y giró con flexibilidad la cintura en los naturales que instrumentó en sus dos novillos. Toreó sobre la derecha con parigual precisión y en fin, todos sus pases, fundamentales y adjetivos, tuvieron sello de calidad. Mató al tercero de tres pinchazos y una estocada, de la que salió trompicado, y se le otorgó una oreja. En el sexto empleó también cuatro veces el acero. 
Apoteosis final. Los tres espadas alzados en hombros, y uno de ellos - José María Susoni - sacado así por la puerta grande. Grato epílogo de una tarde de triunfos en la que hubo toros y hubo toreros.  
Abel Flores en Las Ventas
Cortesía Ing. Luis Castro Pérez

La presentación de Abel Flores en Las Ventas – y la culminación de su sueño – se daría el 27 de septiembre de 1963. Dice Eloy Pineda en Cornadas que no se curan, que el torero le contó que su insistencia de actuar en la Villa y Corte le causó una dificultad con su apoderado Alonso Belmonte, que en alguna medida trataba de evadir esa plaza. El mentor le decía que una mala actuación allí podía echar por tierra todo lo conseguido hasta entonces, pero el torero tenía una meta por cumplir y consigue que se le incluya en la novillada de la Feria de Otoño de ese año, el viernes 27 de septiembre de 1963, alternando con José García Mondeño II y Agapito García Serranito (el cartel publicado en los diarios dice Ángel), en la lidia de 4 novillos de Manuel García – Aleas y 2 de María Sánchez de Terrones (4º y 6º). Lo que le vio a El Papelero esa tarde Antonio Díaz – Cañabate fue lo siguiente:


 Abel Flores nos sorprendió y nos complació con un variado repertorio de quites, por lo que le felicitamos de todo corazón. Con la muleta en el tercero, estuvo valiente y, tras de matarlo y de un pinchazo y una estocada, oyó una ovación. En el sexto, el otro de doña María, volvió a estar más valiente que torero. Manda poco, y por este grave defecto, sufrió dos volteretas y varios achuchones que no amilanaron su valor. Mató de una estocada y dio la vuelta al ruedo.

Aparte de Madrid, Sevilla y Barcelona, va a plazas como Valencia, Granada, Málaga, Cádiz, La Línea de la Concepción, Ceuta, El Puerto de Santa María o Constantina, repitiendo en varias de ellas. De 30 festejos firmados alcanzó a cubrir 19, pues fue herido de consideración en Barcelona, como ya quedó reseñado y en Málaga, plaza en la que posteriormente, cortaría un rabo.

Concluye mañana...

domingo, 5 de junio de 2011

En el centenario de Armillita, VI

3 de junio de 1945: Armillita corta un rabo en su reaparición en Sevilla

Anuncio de la Corrida de la Prensa
de Sevilla de 1945 aparecido en el
diario ABC de Sevilla
Todas las referencias de la Historia parecen llevarnos a la conclusión de que en el año de 1936, Armillita sería el torero que más fechas sumaría en España. La misma Historia nos deja claro que dos acontecimientos, en apariencia desvinculados entre sí, acabarían por impedir en definitiva ese logro. El primero fue la Orden Ministerial publicada en la Gaceta de Madrid del 3 de mayo de ese año, mediante la cual se impusieron a los toreros extranjeros – sin distinguir nacionalidades, aclaro – una serie de condiciones difíciles de cumplir ya iniciada la temporada y suscrita por Enrique Ramos, en esos días Ministro del Trabajo, Sanidad y Previsión de la República Española y el segundo, el inicio de las hostilidades de la Guerra Civil, un par de meses después. Afirmo que la desvinculación de ambos hechos es aparente, porque el tufo político de la Orden Ministerial que menciono no se puede ocultar y creo que algo tiene que ver con los demás conflictos que desembocaron en la sangrienta confrontación armada, pero eso lo discutiré en otro espacio, probablemente aquí mismo.

El hecho es que debido a esa Orden Ministerial, Armillita y un importante número de toreros mexicanos que actuaban en España, sin distinción de categoría tuvieron que volver a México y durante el transcurso de la Guerra y un lustro después de ella, permanecieron alejados de los ruedos hispanos, porque si bien algunos diestros hacían campañas europeas en Portugal y en Francia, el arreglo con la torería española tardó unos años más en producirse y fue precisamente cuando para la campaña invernal 1944 – 45, don Antonio Algara contrató a los primeros diestros españoles que venían a México en preparación de la traída de Manolete para el siguiente invierno.

La vuelta del Maestro Fermín a las plazas españolas

En el ámbito de esa nueva apertura, es que Armillita vuelve a hacer una campaña española, pero ya en términos distintos a las que llevó a cabo entre los años de 1928 a 1936, pues fue a torear en plazas de primera, en un número reducido de festejos y percibiendo honorarios de acuerdo a su indudable categoría. Es así que el resultado final de esa temporada de 1945 se redujo solamente a 32 festejos, 28 en España y 4 en Lisboa. Dos de ellos tuvieron lugar en la Maestranza sevillana y el que me ocupa en este espacio, fue la Corrida de la Asociación de Prensa de Sevilla, misma que tuvo lugar el domingo 3 de junio de ese calendario.

Molinete de Armillita
por Carlos Ruano Llopis
Refiere Filiberto Mira en su libro Medio Siglo de Toreo en La Maestranza, 1939 – 1989, que originalmente se había pensado en Silverio Pérez para formar parte del cartel, dado que El Faraón nunca había actuado en esa plaza, pero al final, la dirección de la Asociación de Prensa consiguió que fuese Armillita el que integrara el cartel de ese tradicional festejo junto con Domingo Ortega y Pepe Luis Vázquez, para enfrentar un encierro de Manuel González Martín – de origen Juan Contreras y hoy correspondiente a la ganadería de Baltasar Ibán –, una vacada que en esas fechas se encontraba en sus horas bajas.

Como dato curioso, Fermín Espinosa había tenido solo 4 actuaciones anteriores en Sevilla. Se había presentado en la Maestranza el 27 de abril de 1930, alternando con Marcial Lalanda y Mariano Rodríguez Exquisito en la lidia de toros de Villamarta; volvió en 1932 y en 1933 actuó 2 veces, cortando una oreja el 20 de abril. Así que en alguna manera, en el decir de José Carlos Arévalo, era un torero visto y no visto…, pero también, quedaba en cierto modo patente aquello que se imputa a la afición hispalense, en el sentido de que los toreros que no son de por esos rumbos, tardan en calar en su ánimo.

La Corrida de la Prensa de 1945

La crónica del festejo, suscrita por Antonio Olmedo DelgadoDon Fabricio en la edición sevillana del diario ABC del martes 5 de junio de 1945, titulada Decíamos ayer…, en clara alusión a la expresión que se atribuye a Fray Luis de León al momento de retomar su cátedra en Salamanca después de dos años de injusta prisión y por ende de separación de ella, en lo medular dice:
¡Con qué gusto ha vuelto a torear Armillita en la Real Maestranza de Sevilla! Había el domingo en la famosa plaza fiesta de campanillas. Armillita era el primer espada de una terna de maestros, que la Asociación de Prensa había elegido para su tradicional y renombrada corrida y en tal oportunidad la preeminente figura mejicana volvía a pisar el ruedo sevillano al cabo de poco más de una década. 
La emoción del artista, ganada por el ambiente, que otro tiempo auspiciara sus claros triunfos, era ostensible en la franca sonrisa que irradiaba la cara de Fermín al hacer el paseo las cuadrillas. Armillita, sin duda, sentía cercano el halago de las palmas logradas en pretéritas tardes triunfales: se le había pasado el tiempo. Y no a renovar añejas proezas, sino a continuarlas salió a la plaza Fermín. Abrió éste su capote ante el primer toro para dibujar unos lances majestuosos a la verónica, que arrancaron el olé unánime; terció en quites con idéntica perfección y las palmas restallaron como el trueno. Aquello era sencillamente que Armillita reanudaba sus enseñanzas en la famosa cátedra del Baratillo, y así, al comienzo de la interesante lección de tauromaquia con que había de regalar el gusto de la afición docta e iniciar en los secretos del arte a los aprendices de aficionado, pudiera haber repetido la famosa frase: «Decíamos ayer... ». 
La lección fue completa, sin tacha alguna. Banderilleó Armillita a sus dos toros con facilidad y limpieza, llegándoles alegremente para lograr la más ajustada reunión; brilló con el capote en lances y quites de ley, más con la muleta logró dos faenas magníficas, la primera brindada al público e iniciada con un perfecto pase de pecho y otro natural por alto, continuada con cuatro naturales soberbios de puro estilo. Esto es, dando la pierna y cargando la suerte como ésta quiere cuando se ejecuta a la verdad. No importó que el toro se aplomara para que Armillita desgranase toda la gama de su extenso repertorio, en el que ni siquiera está excluido el novísimo molinete de rodillas. Vistosísimos adornos pusieron fin a la faena, por sí sola merecedora de la oreja, que no fue concedida, aunque el público la instara insistentemente. Señaló bien Armillita y secundó con media lagartijera. ¿Por qué, pues, el rigor presidencial? Huelga decir que Armillita fue objeto de todos los homenajes. 
En su segundo, un toro manso y gazapón, cuya muerte brindara a Juan Belmonte, Armillita cuajó otra faena por bajo, de muletero grande, la que culminó en derroche de arte y gallardía al torear en redondo, pisando el espada un terreno en la que la jurisdicción del toro quedaba anulada. Después de señalar dos veces, Armillita fulminó a la res de una estocada hasta la bola. Las orejas y el rabo del manso lucieron en las manos del triunfador al dar la vuelta al ruedo y salir al tercio a saludar. Hoy como ayer…
Lo que no cuenta la crónica en torno al suceso

Filiberto Mira tendría cerca de 18 años cuando los hechos ocurrieron y casi once de vivir en Sevilla y asistió al acontecimiento, aunque en sus obras cita también las versiones de dos aficionados, Manuel Baena y Rafael Ríos Mozo. En el libro arriba mencionado afirma que el brindis de Armillita a Juan Belmonte fue de la siguiente guisa:
Con el recuerdo a Gallito, tengo el honor de brindarle esta faena en Sevilla, con el deseo de que sea digna del torero al que se la dedico. Va por Usted, Maestro…
De la versión de Manuel Baena, el mismo Filiberto Mira invoca directamente la siguiente afirmación:
Al terminar esta corrida me comentó Manuel Baena, aficionado ultragallista: Niño, con lo que le has visto hoy a Armillita, ya tienes idea de lo que fue José el Gallo. Sólo José podrá igualar lo que esta tarde le ha hecho Armillita al cuarto toro. Y fíjate bien, que te digo igualar, porque superar lo de Armillita es un imposible en el toreo…
Años después, Fermín Espinosa le referiría al propio don Filiberto el siguiente suceso, ocurrido en los días posteriores a la corrida:
…fui yo con mi esposa después a dar un paseo en coche con caballos por Sevilla y los hombres se descubrían al verme pasar. Después hicimos parada en el Parque de María Luisa, para tomar un refresco en el Bar Bilindo. Al verme descender los que estaban allí se pusieron de pie y me dieron una gran ovación. Ese ha sido uno de los más grandes momentos de mi vida de torero. Una cosa como esa, sólo es posible en Sevilla…
Para terminar

Armillita, triunfador
Tras de este, su gran triunfo en Sevilla, Armillita volvería a La Maestranza al año siguiente y actuaría tres veces en su albero. El día de la Asunción – de la Virgen de Los Reyes, dicen allá – dictaría su postrera lección magistral en el Baratillo – también en Corrida de la Prensa –, pero eso quizás sea objeto de otro espacio, aquí mismo.

Aldeanos