domingo, 26 de abril de 2009

Tal día como hoy: 26 de abril de 1981. Se presenta La Punta con corrida de toros en la Plaza Monumental


Para la Fiesta de los Toros, La Punta nace en el año de 1902, ya que en el mes de octubre de ese año, don Ignacio Madrazo y Carral cede un toro para ser lidiado en la Plaza de Toros San Marcos. Nos refiere su nieto, don Francisco Madrazo Solórzano, que el toro escogido por su padre don Francisco y su tío don José – hijos de don Ignacio – era uno de pelo colorado hornero y que provenía de una piara de toros ladinos que ellos poseían.


En el año de 1918 adquieren ganados de San Nicolás Peralta – vacas principalmente – y las empadran con los toros Pinchasapos de Parladé y Finezas del Marqués del Saltillo. Posteriormente adquirirán vacas y sementales a los señores Llaguno de San Mateo, con cuyos productos se presentan en El Toreo de la Ciudad de México y en 1925 dan el giro definitivo, con el consejo y ayuda de Juan Belmonte, adquiriendo simiente de Parladé y de Gamero Cívico, eliminando todo lo anterior y haciendo una nueva agregación de sangre española dos años después, para tener en México una ganadería de sangre española pura, caso único en la historia de la ganadería de lidia mexicana.


Tras de la Revolución de las primeras décadas del siglo XX y del reparto agrario que le fue consecuente, La Punta vio considerablemente mermada su superficie territorial y los medios para mantenerse como la ganadería de primera línea que siempre fue. Así, a partir de los años sesenta de esa centuria comenzó a salir de los carteles y plazas de primera línea y a tener una presencia más esporádica en los grandes acontecimientos.


Igualmente, el cierre de las fronteras a la importación de ganado europeo por el problema que la fiebre aftosa generó entre la mitad de la década de los cuarenta y la mitad de la década de los cincuenta, impedía el adquirir sangre de su mismo encaste para mejorar sus productos o superar los problemas de consanguinidad que se pudieran estar presentando, pues era de una conformación totalmente diferente a la mayoría de las ganaderías mexicanas que partían de la base creada por don Antonio y don Julián Llaguno en San Mateo con reses del Marqués del Saltillo y ganados criollos.


Aún con esas limitaciones, don Francisco Madrazo Solórzano intentó mejorar su pie de cría y agregó tres toros padres de San Miguel de Mimiahuápam que llevaban goterones de sangre del Conde de la Corte, adquiridos vía Pastejé, cuando este hierro fue propiedad de la familia Barroso, y que fueron los números 80, negro, listón bragado; el número 110, Vencido, colorado, bragado y el número 193, Ventanito, negro, entrepelado, bragado, que eran el origen de este nuevo intento de La Punta por volver a los primeros planos.


El cartel de la reaparición lo formaron Eloy Cavazos, Jesús Solórzano y Humberto Moro. La tarde fue de un triunfo rotundo para el regiomontano, que de acuerdo con la crónica de Everardo Brand Partida en El Sol del Centro, se desarrolló así:




Una bella exhibición del toreo sevillano, pinturero y alegre, brindó a la afición de Aguascalientes el diestro regiomontano Eloy Cavazos, quien se consolidó como el máximo triunfador de la 4ª corrida del serial, en la que también saboreó las mieles del triunfo el matador hidrocálido Humberto Moro, a quien vimos en plan grande con el primero de su lote, al que desorejó.


El presentimiento del torero de Monterrey logró hacerse realidad en cuanto se refiere al encierro de ‘La Punta’, ganado que el propio Cavazos pidió para torearlo en su último compromiso del serial del presente año, ya que en términos generales la corrida fue brava, encastada, bien presentada y de respeto, exhibiendo un estilo extraordinario los que se jugaron en primero, tercero y cuarto lugar…


El que abrió plaza fue un toro con toda la barba, cárdeno, marcado con el número 14 y ‘Travieso’ de nombre, al que Eloy toreó superiormente con el capote.


Al filo de las tablas exhibió su toreo de capa al que imprime un sello muy particular, ejecutando la verónica ajustada a pies juntos, con el solo juego de los brazos, rematando la serie de lances con media muy torera que arrancó la primera ovación de la tarde…
…Entre música y gritos de ¡torero!, ¡torero!, Eloy cuajó una faena de mucha calidad. Series de ayudados mandones y templados, bellamente rematados con molinetes o el forzado de pecho, pases estos que tiene bastante hechos el matador.


…Cuando el astado comenzó a mostrar agotamiento, Eloy recurrió a la ejecución de la ‘regiomontana’, pero con verdad, exponiendo mucho y llegando así fuerte a los aficionados, que observaron la forma en la que se fue detrás de la toledana, para cobrar un estoconazo hasta la empuñadura y en todo lo alto, que hizo rodar al primero de la tarde, del que el Juez concedió las dos orejas.
Pero Cavazos buscaba el triunfo grande, inobjetable, alcanzándolo con el que se corrió en cuarto sitio ‘Mayoral’, marcado con el número 9.


Este toro fue un dechado de bravura y con una embestida ‘así de clara’, colaborando con el diestro, que desde el inicio de la lidia, con el capotillo, lo toreó superiormente…
…Para algunos aficionados Eloy aprovechó plenamente las condiciones y bravura del astado, al que ejecutaba series de derechazos, pero limitadas hasta cierto punto, cuando el toro pedía mayor hondura y ligazón en todos y cada uno de los pases que eran fuertemente coreados al diestro, que conquistó, luego de cobrar un estoconazo completo y de efectos inmediatos, el triunfo grande y las orejas y el rabo del punteño fueron concedidas por la Autoridad…


…Fue ‘Señorito’, marcado con el número 11, un astado bravo, no muy fácil con los toreros de a pie, luego de que peleó fuerte con las cabalgaduras…
…Humberto lo había recibido con 5 verónicas dibujadas, preciosas en cuanto a ejecución se refiere, realizando la suerte como lo mandan los cánones, parando, cargando la suerte sobre la pierna contraria, tirando del cornúpeta llevándolo y acompañándolo con el juego de brazos, bien coordinado con el de su cuerpo, quebrando la cintura…


…Muleta en ristre, el hidrocálido se hizo de su enemigo y ante más de 12 mil espectadores bordó un faenón de antología, exhibiendo clase, hondura y sentimiento torero…
…Los millares de aficionados no daban crédito a lo que ocurría en el ruedo, donde surgía un muletero excepcional, de un corte diferente, muy dominador y seguro, ya que ayer Moro se mostró ayer diferente y en ningún momento como antes estuvo a merced de los pitones de su enemigo, al que liquidó de un estoconazo completo y en todo lo alto.


Bien concedida la oreja, que a nuestro juicio y el de muchos otros, debió de acompañarse con otro auricular del Punteño…

La ganadería de La Punta se había presentado en la Monumental Aguascalientes el 8 de mayo de 1977 con una novillada para José Antonio Ramírez El Capitán, Paco Olivera Bombita, Roberto Ramírez El Oriental, Saúl Saleri, Gerardo Navarro y Ricardo Sánchez, pero en este 26 de abril de 1981, lo hacía con una corrida de toros y es a la fecha, la única que ha lidiado este legendario hierro en este escenario.

El cartel del hoy: Un toro para rejones de El Vergel y seis de Carranco de lidia ordinaria, para el caballero en plaza Rodrigo Santos y los matadores de toros Antonio Barrera, Ignacio Garibay y Víctor Mora.

sábado, 25 de abril de 2009

Tal día como hoy: 25 de abril de 1959. Rafael Rodríguez y Poeta de San Mateo.



Hoy se cumple medio siglo de que El Volcán de Aguascalientes, Rafael Rodríguez Domínguez, realizara en el ruedo de la Plaza de Toros San Marcos, lo que para muchos aficionados resulta ser la faena más grande de su paso por los ruedos.

Esa tarde se conjuntaron con Rafael otras tres grandes leyendas de la fiesta, Alfonso Ramírez Calesero, Luis Procuna y los toros de San Mateo, que dieron una tarde que hoy a medio siglo de su realización, sigue siendo el paradigma de una corrida de feria triunfal, en la que todos, afición, toreros, ganaderos y público salen de la plaza satisfechos por lo que les ha tocado vivir.

La primera placa que se colocó para conmemorar un fasto en la Plaza de San Marcos fue precisamente la dedicada a la faena de Rafael Rodríguez a Poeta, el toro número 9 de San Mateo y tuvo que pasar una década para que se colocara la siguiente, ésta, en homenaje a la ganadería de La Punta por haber llegado a sus 45 años de existencia. Tal ha sido la impronta de esta faena en la afición de Aguascalientes, que la tiene como una de sus memorias más preciadas.

En esta ocasión transcribo íntegra y sin ulterior comentario la crónica de don Jesús Gómez Medina, aparecida en El Sol del Centro del día 26 de abril de 1959, en la que tuvo de compañero de tendido a un aficionado de excepción, al Maestro Fermín Espinosa Armillita, según se desprende de su propia narración.



Apoteosis De Rafael Rodríguez
La faena de "Poeta"
Una tarde de extraordinaria brillantez, con el triunfo estruendoso de Calesero, Luis Procuna y Rodríguez, y la ganadería de San Mateo 5 toros desorejados; el 3o. resultó de bandera.

Surgiendo de los repletos tendidos, el grito consagrado se extendió por todos los ámbitos del Coso y fue a desgranarse a los píes de la enhiesta figura del artista:

¡Torero!...

En alas de la brisa, el clamoreo tramontó el recinto de la plaza y sus ecos esparciéronse por la vecina floresta y, luego, fueron a propagarse por todos los rincones de la ciudad en fiesta:

¡Torero!... ¡Torero!...

Pues desde ayer, la Feria y Aguascalientes toda hállase convertida en una fervorosa plática de toros.

Y en todos los labios, un nombre: ¡Rafael Rodríguez!

¡Rafael Rodríguez, sí, el forjador de esa faena de milagrería, de ese trasteo inmortal al tercer sanmateíno, que constituyó el episodio culminante de una jornada de perfiles excepcionalmente brillantes!

¡Rafael Rodríguez, el máximo triunfador de una corrida en la que el éxito acompañó con idéntica asiduidad a los toreros y el ganadero!

¡Rafael Rodríguez, sí, el artífice de ese trasteo cumbre a una burel de características igualmente extraordinarias! ¡El creador de esa prodigiosa faena, a través de la cual el hidrocálido escaló el Himalaya del arte del toreo!...
El toreo, caricia suave
Es teoría belmontiana, ratificada con la autoridad de Rafael "El Gallo". - Para torear bien – díjole una vez el Divino Calvo a su hermano Joselito –; para torear bien hay que acariciar.

¡Acariciar! ¡Templar!... Convertir el esforzado juego que crearon los rudos lidiadores dieciochescos, en un espectáculo impregnado de ritmo, de armonía y de estética: ¡he aquí la gran conquista y el mayor timbre de gloria del Pasmo de Triana!

Y bien: ¿qué, sino esto, realizó ayer Rafael, cuando toreaba de muleta al maravilloso sanmateíno? Evoquemos la escena:

Acometía el noble bicho suavemente, templadamente, con el hocico al ras de la arena; y Rafael, "convertidas las piernas en estacas", lo prendía en el engaño y tiraba de él lentamente, rítmicamente, interminablemente. ¡Aquellos inacabables derechazos, plenos de armonía y de mando, en los que se volvió realidad el toreo en redondo! ¡Aquellos prodigiosos muletazos en los que el torero obligó al astado a girar pausadamente en su derredor, mientras la plaza entera sacudíase a los efectos de un latigazo de emoción! ¡De emoción artística!

¡El toreo, caricia suave!...

Caricia, sí; pero, también solidez y firmeza. Señorío total del hombre sobre la bestia. ¡Torerísmo!

Tal fue la gran faena de Rodríguez al tercero; y aunque en menos grado las mismas virtudes durante su trasteo con el sexto.

Porque Rafael que había puesto la plaza boca abajo cuando pasaba de muleta a su primero, amen de las dos orejas y el rabo de este imponderable burel y de las numerosas vueltas al ruedo realizadas entre una ovación atronadora, interminable, efectuó idéntica cosecha de apéndices con el sexto y, finalmente salió de la plaza en hombros.
El Poeta del Toreo
"Torear – dejó escrito Federico Alcázar – torea cualquiera. Lo difícil es torear con arte, porque el arte es un don de privilegio. Y mucho más con garbo, porque el garbo sólo está reservado a los elegidos".

¡Torear con arte! ¡Torear con garbo! ¿Acaso los anteriores conceptos no parecen escritos para el Calesero?

¡Alfonso Ramírez, poeta en traje de luces! ¡Cómo esplendió ayer tu arte sin igual y el garbo con que haces el toreo, cuando lanceabas al cárdeno que abrió plaza; cuando lo toreabas de muleta con derrocha de elegancia y de imperio; cuando, tu capote prodigioso -¡el primer capote que existe en el planeta de los toros!- burillaba chicuelinas y faroles, caleserinas y recortes que eran un estallido de color, de ritmo y de gracia!

¡Alfonso Ramírez, torero en plenitud! ¡Que magistral y diestro te mostraste cuando lidiabas al cuarto, exhumando un torero por la cara que constituía alarde de precisión, de limpieza y de mando! ¡Y a qué grado la calidad singular de tu toreo representó la alcanzada del éxito en una jornada que, tras el exordio triunfal que tú le impusiste, conservaría, acrecentando, ese espléndido matiz para convertirse en una tarde de perfiles históricos!

¡La tarde en que tres grandes figuras del toreo mexicano saturaron de emoción y de arte a los aficionados y, además, cortaron los apéndices de cinco bravos toros de San Mateo.
Luis Procuna
Procuna, o la personalidad... Porque Luis es peculiar en todo. Hasta en su concepción del toreo. Su técnica y su estilo difieren de todos; y esto, que representa una virtud, pues en el toreo, como en todas las artes, lo que cuenta es el acento personal, constituye por otra parte una deficiencia. Pues, en fuerza de ser original, Procuna suele trastocar el ritmo y el curso natural de la lidia y esto a la postre, mengua la unidad y la rotundez de sus faenas.

Pero, en lo que hace a su gusto, en lo que "siente", ayer, una vez más, estuvo Luis magnífico.

En realidad su faena al segundo fue muy buena. Por principios de cuentas, procuró hacerse del bicho que, tras de un desconcertante principio, en cuanto le pegaron los hulanos, sacó la casta y la bravura. ¡Y el buen estilo!

Y, tras de centrase con el sanmateíno, lo toreó el ‘Berrendo’ por derechazos superiores. Hizo luego lo suyo, su toreo por alto, girando en el que es único y, a continuación la estocada de efectos definitivos. Gran ovación, oreja y vuelta.

Al quinto, otro burel de excepción, Luis no llegó a entenderlo. No acertó a colocarse en el sitio justo para torearlo como la calidad del bicho merecía.

Apenas hacía el final de la faena atinó Procuna a ponerse al nivel del astado, en cuatro derechazos que reanimaron los entusiasmos. El resto, con ser muy espectacular, careció de hondura.

Empero, una vez más supo estar breve con la espada; una entera, para llevarse la segunda oreja de la sesión.
San Mateo
Estupendo, extraordinario resultó el encierro enviado por Toño Llaguno. ¡Casta, bravura, nobleza a raudales, estilo, docilidad; todo lo tuvieron los bureles de la justamente afamada divisa blanca y rosa!

¡La divisa de las tardes triunfales!

Sí magnífico fue el primero, también lo resulto el siguiente; quizás en mayor grado al final de su lidia.

El tercero, de tan bueno, de tan extraordinario, era difícil y peligroso para el toreo. Corría ésta el riesgo de fracasar y hundirse ante su estupendísima docilidad, ante su maravilloso "son". Para nuestra fortuna, este tercer astado, marcado con el número 9, encontróse con un torero que, sobre tan espléndida arcilla, supo erigir el edificio de su gran triunfo.

El cuarto desmereció un poco al lado de sus hermanos; y el segundo de Procuna, fue tan claro y tuvo un temple similar al del tercero ¿Se quiere mejor elogio?

Finalmente el que cerró plaza, en cuanto el toreo se centró con él, peleó como los buenos y dio lugar a otro largo y brillante trasteo. Para resumir, digamos que, hoy como que ayer los toros de San Mateo fueron dechado de lo que debe ser el ganado de lidia.

Y que el homenaje tributado al tercero, y a su criador, Toño Llaguno, fue tan caluroso como merecido.
Un poco de estadística
En su primero Calesero estupendo con el percal. Con los palitroques, gran par al quiebro, tras de que Procuna y Rafael había dejado solo apenas un plano.

Soberbia faena sobre la mano derecha, entusiasmo en los tendidos; estocada, dos orejas y vuelta.

De salida, el segundo parece no querer embestir. Tras los puyazos, le brota la casta llega superior al tercio final. Faena y triunfo de Luis, rematado con el corte de un apéndice.

El triunfo de Rafael en el tercero inicióse cuando le dio la bienvenida con unos lances positivamente soberbios.

En los quites, Calesero y Procuna rivalizan en brillantez y en aciertos. Igual ocurre en el segundo tercio.

Pero a continuación, se produjo esa avalancha de torerismo y de arte que fue la faena de Rafael. Con la izquierda, primero; y más tarde con la diestra, toreó con una verdad, una limpieza y un sentimiento que colmaron los entusiastas.

Lasernistas de hinojos; media en la yema; dos orejas, rabo, vuelta al ruedo con él...
¡El delirio!

Con el cuarto, Calesero hace derroche de torerismo. Sapiente y poderoso, lo lidia con señorío y desahogo.

De lo ocurrido en el quinto, ya dejamos cuenta.

Con el último Rafael principió por doblarse para hacerse del burel. Y conseguido esto, ¡a torear! Ahora exclusivamente sobre la derecha, otra faena de vigorosos relieves triunfales. Manoletinas estatuarias, estocadas. De nueva cuenta las dos orejas y el rabo. Salida final en las andas del triunfo.

Apostilla final

Es de Fermín Espinosa: “Hacía mucho tiempo que no ‘botaba’ yo en mi localidad, por ver torear como hoy lo hizo Rafael...”

El cartel para hoy: Toros de Herederos de Teófilo Gómez para Zotoluco, José Tomás y Arturo Macías.

viernes, 24 de abril de 2009

Tal día como hoy: 24 de abril de 1967. Se presenta Manolo Martínez en Aguascalientes


Hoy hace 42 años que en la segunda corrida de feria que se dio en la Plaza de Toros San Marcos actuaron Raúl García, Raúl Contreras Finito y un joven diestro regiomontano llamado Manolo Martínez, que por primera vez actuaba en esta ciudad, ante toros michoacanos de El Junco.

Como se puede ver del programa de la feria, esta corrida no estaba contemplada originalmente para el serial, pero se fraguaba ya el asalto a la cumbre del torero de Monterrey y la búsqueda del sitio privilegiado que ocupaba por esos días Manuel Capetillo, que era el eje del serial como se concibió primeramente, al estar anunciado en los dos carteles de los que constaba.

La relación que hizo de la fecha don Jesús Gómez Medina en El Sol del Centro, tiene por notas destacadas lo siguiente:



…Interrogado el Pasmo de Triana sobre el concepto del toreo, luego de explicar su parecer al respecto, terminó por aseverar categóricamente:

‘Mi visión en esto de torear se condensa en una sola frase: temple. Torear es templar, es llevar al toro pendiente del engaño, no quitárselo nunca mientras siga su impulso…’

Y añadía el más grande de los transformadores del toreo:

‘Yo creo que habrá un torero que sepa medir el empuje de todos los toros y que saque de ellos el mejor partido; creo en fin, que todos los toros tienen lidia y que a todos se les puede sacar un provecho para el lucimiento. Lo que se necesita es medir el impulso inicial de la embestida y mediante el temple, aprovecharlo para consumar la suerte.’

Estos y otros conceptos fluían a la mente mientras Manolo Martínez toreaba de muleta a su primer enemigo; un toro cárdeno, asaltillado, con buen estilo, con sedeña embestida, más con poquísima fuerza. Pero el capote y la muleta de este torero nacido en Monterrey – como Lorenzo el Magnífico, con cuyo arte tiene el de Manolo Martínez muchos puntos de contacto – lograron el prodigio de hacer pasar una y cien veces a un astado de muy menguadas energías.

¡El capote y la muleta de Manolo Martínez, manejados rítmica, acompasada, suavemente!

¡Con temple, en suma!

La apoteosis del templeApenas salió el de El Junco, Manolo Martínez se plantó en la arena. Y en esa actitud, garboso, erguido, vertical, pero con una verticalidad exenta de rigideces, con una quietud tan solo quebrantada por el perezoso movimiento de los brazos que manejaban el engaño, trazó el de Monterrey tres lances a pies juntos, tres parones esculturales. Fijó luego al cárdeno, añadió otros lances con el compás abierto y remató superiormente.

El toro – lo mostró desde el primer momento – tenía magnífico estilo. Embestía con suavidad y nobleza ducales, pero andaba muy menguado de fuerza. Por eso tan solo recibió un puyazo, en el que dobló los remos…

Pero tenía casta y casta de excelente calidad. Y como Manolo Martínez lo toreó con un temple exacto, exquisito, más a la vez imperioso, inflexible de su muleta, jardín del arte del toreo, fueron brotando en series que semejaban ramilletes de rosas purpúreas de los pases naturales, los derechazos, bañados de fragancia y torerismo con claveles nacidos en los cármenes del Alcázar sevillano…

La firmeza del trazo y el ritmo suave, uniforme del engaño, lograban el prodigio de alargar la trayectoria del muletazo.

¡Y con cuanta gallardía, con qué nuevo e impetuoso clasicismo el gran torero norteño cerraba cada serie con el broche emocionante de los pases de pecho!

Intercalados en la faena, el trincherazo y los pases de la firma surgieron como la pincelada colorista y alegre que alternaba con la solemne cadencia del toreo en redondo.

Y cuando las menguadas fuerzas del cárdeno parecían agotadas del todo, fue dable admirar de que manera Manolo Martínez, llegando al terreno necesario, insistiendo, inclusive provocando al burel con golpes del muslo en el pitón alargaba inverosímilmente el trasteo y prolongaba, acrecentándola, la locura colectiva, al consumar nuevas y mejores series de naturales y derechazos.

Cumplíase en esta forma la teoría belmontina: ‘Lo que se necesita es medir el impulso inicial de la embestida, y mediante el temple, aprovecharla para consumar la suerte’…

Así describió el cronista la primera de las 58 actuaciones que Manolo Martínez tendría en nuestras plazas y lo que a mi juicio resulta ser el inicio de su andadura para tomar el mando de la fiesta en México. También actuaría Martínez en la corrida del día siguiente, el principal de la feria, ya acartelado con Capetillo, pero su declaración de intenciones quedó establecida en esta fecha que hoy recuerdo para quienes me distinguen con su visita por esta Aldea.

Manolo Martínez solamente estaba anunciado en el segundo cartel de la feria y en las apenas 45 corridas que llevaba toreadas a esa fecha, únicamente se había encontrado con el tapatío en enero en León y en México en la corrida del Estoque de Oro y en Irapuato, estas dos últimas durante el mes de abril.

Entonces, Pepe Luis Méndez, matador de toros retirado y a la sazón, apoderado del diestro veía la necesidad de mantener al ya llamado Milagro de Monterrey en la cercanía de Capetillo, en preparación de lo que culminaría el 3 de diciembre de ese año en El Toreo de Cuatro Caminos, ante los toros de don Luis Barroso Barona, que sería el encumbramiento de Martínez y la eventual retirada del Mosquetero, como lo apunté en una entrada anterior.


Esa es, desde mi punto de vista, la razón de insertar una corrida que tiene todos los visos de extraordinaria en un día laborable – lunes – dentro de una feria ya hecha, pues de otro modo, carecería de razón, sobre todo si se considera que su torero ya tenía un puesto dentro de ella y en el día principal, pero se trataba de ir por todo y esa era la única manera de lograrlo.

El cartel para hoy: Toros de Medina Ibarra para Rafael Ortega, Antonio Barrera, Fabián Barba y Juan Antonio Adame.

miércoles, 22 de abril de 2009

Merecido homenaje a Chafik


El próximo viernes 24 el Gobernador del Estado y el Patronato de la Feria de San Marcos rendirán un homenaje a Pepe Chafik en Aguascalientes. Es un reconocimiento que sin duda merece y que por muchas razones, la mayoría difíciles de confesar, se ha dejado de lado por los que deciden en las cosas de la fiesta en este País.

No debemos olvidar que en el último tramo del Siglo XX, fue él quien tomó la iniciativa junto con don Luis Barroso Barona y don Eduardo Martínez Urquidi, de importar simiente de España para dar una nueva perspectiva a la manera de criar toros de lidia en México.

Afortunadamente hay todavía quien reconoce la cultura del emprendedor y procura que los esfuerzos de los que, como Pepe Chafik, ven más allá del corto plazo, se vean recompensados al menos en la esfera de lo entrañable, del saber que hay un grupo de personas que entienden que esa actividad desarrollada tiene algo de extraordinario y que algún día habrá de rendir los frutos que todos esperamos.

Resulta interesante desde este lado del Atlántico, ver que es más sencillo que en España se le reconozca al titular del hierro mexicano de San Martín su aportación, pues el pasado 26 de febrero, la Asociación El Toro de Madrid le rindió un sentido homenaje, con motivo de la premiación al toro Coquito, del San Martín español, hoy de la titularidad de Ignacio Huelva, como el mejor de la temporada madrileña del año 2008, toro que fue criado por don Pepe.

Desde aquí mi enhorabuena al ganadero y al visionario, que con seguridad, pronto verá los frutos de su esfuerzo.

domingo, 19 de abril de 2009

Tal día como hoy: 19 de abril de 1980. Armillita Chico y Curro Rivera triunfan en la primera de feria.


La primera corrida de la feria de 1980 se daba con la presencia de dos triunfadores de la escena taurina mexicana. Los toros de José Julián Llaguno, que como todos los de su Sangre, estaban en la cresta de la ola y la de Miguel Espinosa Armillita Chico, que venía precedido de la nombradía que le otorgó el mes de marzo del año anterior, la faena al complicado toro Arte Puro de Torrecilla – a mi juicio, la mejor que le vi en su carrera –, la tarde de la alternativa de Ángel Majano en la Plaza México.

El saldo de este primer festejo mayor sería de cuatro orejas para Miguel y una para Curro Rivera, siendo lo más destacado del recuento de don Jesús Gómez Medina en El Sol del Centro del 20 de abril de 1980 lo siguiente:


¿Será Miguel Espinosa el anhelado regenerador del toreo, el nuevo mesías taurino de cuyo arribo vive siempre pendiente la afición?...

…Pues triunfador por partida doble, vencedor en la lidia de sus dos enemigos con los que llevó a cabo otras tantas faenas de mérito y brillantez excepcionales: conquistador en buena lid de las dos orejas de ‘Licenciado’ y de las dos orejas de ‘Agrónomo’ – galardones que, a juzgar por el entusiasmo y la demanda colectiva, debieron de estar acompañados por otros trofeos – Miguel Espinosa salió de la plaza en pleno éxito, arropado por el aura de la idolatría popular y deja para las tardes subsecuentes y sus futuros alternantes, una marca difícil de alcanzar…

…cuando se daba por descontado un trasteo de mero trámite, Miguel fue al de José Julián Llaguno y con suaves muletazos lo desengañó y se hizo de él, para cuajar luego un faenón superior al del tercer toro. ¡Arte, torerismo, verticalidad y buen gusto fueron virtudes que dieron relieve y brillantez extraordinarios al trasteo, realizado todo él a base de temple y mando, de quietud y de bien hacer! ¡Lo que se llama una gran faena! Vino luego la estocada en buen sitio, dobló finalmente el astado y las dos orejas – el público demandaba también el rabo – la ovación estrepitosa, el triunfo rotundo.

La afición de Aguascalientes tiene ya ‘su’ torero: Miguel Espinosa. Había brindado éste la faena a Paquito Madrazo y cuando concluida aquella, Miguel y Paquito se fundieron en un estrecho abrazo, nos pareció ver en éste un reflejo de la gran amistad y la mutua admiración que existió entre aquellos dos grandes señores de la fiesta que fueron don Francisco Madrazo y don Fermín Espinosa…


Al final de cuentas, como lo barrunta la crónica de don Jesús, el resultado más trascendente de ese serial sería el asentamiento en el gusto de la afición hidrocálida, de los hermanos Fermín y Miguel Espinosa Menéndez, los hijos del llorado Maestro Armillita como los portadores del estandarte de la torería de esta tierra en los ruedos locales y en los del resto de la Aldea de Tauro, donde los dos escribieron interesantes páginas de la Historia del Toreo.

También vemos en el programa general de los festejos, que una historia paralela, que se entrecruzaría por las veredas del arte con las de los hermanos Armillita comenzaba a escribirse. En las novilladas de feria aparecían ya los nombres de los hermanos Ricardo y Luis Fernando Sánchez, pero de eso, quizás habrá espacio para comentar más adelante.

Por último cabría señalar que en rigor, este festejo era el segundo de la feria a la que hago referencia, pues como se ve del programa general de ella, el día anterior, arrancó con una novillada.

El cartel para hoy: Novillos de Malpaso para Fernando Labastida, Jorge Adame y Fernando Alzate.

sábado, 18 de abril de 2009

Hoy comienza la Feria de San Marcos


Dentro de unas horas se inician los actos protocolarios que darán inicio formal a la Feria Nacional de San Marcos en su edición número 181, correspondiente al año 2009.

En su aspecto taurino inicia mañana, domingo 19 de abril con una novillada en la ante un encierro de Malpaso, de origen Llaguno (San Mateo vía Torrecilla Valparaíso), actuarán el potosino Fernando Labastida, el local Jorge Adame y el colombiano Fernando Alzate, quienes obtuvieron el derecho a ello en la temporada celebrada en la Plaza San Marcos entre febrero y el principio de este mismo mes.

El grueso de la feria se concentrará entre los días 30 de abril y 5 de mayo, fechas en las que se darán 6 de los 11 festejos programados para el serial y en los que además, se concentra la presencia de los toreros ultramarinos como El Juli, Antonio Barrera y Sebastián Castella y los mexicanos que vienen del otro lado del mar, como Joselito Adame y El Payo.

Solo queda esperar que los encierros anunciados, algunos de procedencias que reiteradamente incurren en presentarse con ganado falto de trapío y falto de edad (Fernando de la Mora) o que es de reiterado mal juego por su manifiesto descastamiento o debilidad (Carranco, Bernaldo de Quirós, Herederos de Teófilo Gómez), aunque se espera también que los de Medina Ibarra y Corlomé, este último mayoritariamente de encaste Parladé – Campos Varela, representen la diferencia en cuanto al juego de los toros.

Ya habíamos comentado que los carteles poco auguran en el papel. Esperemos que en los hechos, ofrezcan una realidad diferente.

sábado, 11 de abril de 2009

Peñuelas. Una ganadería de Aguascalientes (Anexo gráfico)



Esta es la casa grande de la Hacienda de Peñuelas, asiento de la ganadería que lleva el mismo nombre.





De acuerdo con don Francisco Madrazo Solórzano, esta imagen corresponde al toro Terciopelo, de los herederos de don Vicente Martínez




Los toros de Peñuelas fueron parte de carteles históricos en la Plaza de San Marcos.




Gallareto, uno de los sementales que llegaron de San Nicolás Peralta en 1928




La mitad del Siglo XX fue también una cita importante para los toros de Peñuelas




El 5 de febrero de 1947 fue quizás la cumbre de la historia ganadera de Peñuelas, sin estar anunciada siquiera.

Peñuelas. Una ganadería de Aguascalientes

Introducción


Es interesante acudir a fuentes no taurinas cuando se trata de reconstruir la historia de la fiesta, porque en esas fuentes cuya consulta casi siempre desdeñamos por no referirse expresamente a cosas del toro, nos encontramos con claves que pueden ilustrarnos en forma muy clara el por qué de ciertos hechos de la tauromaquia.


Tal es el caso de la obra de nuestra coterránea Beatriz Rojas Nieto - obviamente gente de toro y gallo como diría Juan Castaingts - intitulada La Destrucción de la Hacienda en Aguascalientes misma en la que con base en las evidencias documentales, desarrolla un interesante estudio sobre ese fenómeno en nuestro Estado y nos muestra, quizá sin pretenderlo, la propensión de nuestra gente hacia la fiesta de toros, pues en la obra que se menciona, nos ubica en el tiempo y en el espacio haciendas como las de El Pabellón, Cieneguilla, La Cantera, Venadero, Garabato, Chichimeco, Santa María de Gallardo y por supuesto Peñuelas.


Todos estos nombres se han visto colgados alguna vez de los carteles de las plazas de toros, especialmente de la de San Marcos identificando la crianza y el origen de los toros lidiados allí.


Los Orígenes


Es sabido que los Condes de Valenciana y también de la Casa Rul fueron los originales propietarios de la Hacienda de Cieneguilla, lugar en el que desde finales del siglo XVIII los jesuitas criaban ganado, entre el que había bastante que era apto para la lidia.


Posteriormente ya iniciado el siglo XIX, se pasó ese ganado bravo a la finca de Venadero, obteniendo renombre ambas heredades por la bravura de sus toros. Al morir don Miguel Rul, Conde de Valenciana, heredarían la propiedad sus nietos Miguel, José y Salvador, ellos apellidados Dosamantes Rul y por ser menores de edad, la administración de dichas fincas recaería en manos de su padre, don José María Dosamantes quien se dio a la tarea de mejorar el ganado allí criado, introduciendo simiente española.


José María Dosamantes fue además el constructor y primer empresario de la Plaza de Toros San Marcos misma que construyó en brevísimo tiempo a efecto de poder dar los festejos de abril de 1896. Cabe señalar que los toros lidiados en la nueva plaza, el 24 de abril de ese año, fueron del hierro de Venadero, con divisa azul y oro.


Al llegar a la mayoría de edad los hermanos Dosamantes Rul, es Miguel quien adquiere de sus hermanos la titularidad del hierro, divisa y ganado de Venadero, mismo que pacía en sus potreros desde el año de 1888, fecha en la que se le trasladó de los potreros de Cieneguilla y en 1925, el ganado pasaría a la Hacienda de Peñuelas, misma que era propiedad de la señora doña María Guadalupe Nieto y Belaunzarán, primera esposa de don Miguel.


Dos años después será la fecha en la que se lidie ganado a nombre de Peñuelas, precisamente en la San Marcos, ya que el 13 de enero de 1927, se lidiarían seis novillos de esta ganadería para el infortunado Esteban García y el valentísimo queretano Paco Gorráez. Aquí nace pues la historia de esta ganadería de Aguascalientes.


El encaste


Al trasladarse el ganado de Cieneguilla a Venadero, don Miguel Rul adquirió dos toros españoles para mejorar su sangre, siendo uno del hierro de Miura y el otro de Pérez de la Concha, es decir, uno de casta Gallardo – Cabrera y el otro Vistahermosa, pues el hierro de Pérez de la Concha es al igual en origen que el de Saltillo, derivados ambos de la porción que Pedro José Picavea de Lesaca adquirió de la sucesión del Conde de Vistahermosa.


Posteriormente ya entrado el pasado siglo, don José María Dosamantes agregó por consejo de su amigo Diego Prieto Cuatrodedos, vacas y sementales de Tepeyahualco, mismas en las que predominaba la sangre de Saltillo y agregó nueva simiente hispana con sementales de Concha y Sierra de puro origen vazqueño y nuevamente de Miura, lo que explica las historias acerca del variopinto pelaje de los originales Peñuelas, pues los agregados tlaxcaltecas también llevaban en sus venas sangre de hierros derivados, tanto del que fuera del utrerano Vicente José Vázquez, como del otrora sombrerero hispalense.


Esta es la base ganadera que adquiere don Miguel Dosamantes Rul en 1924 y con la que inicia su andar como titular del hierro de Peñuelas, iniciando igualmente sus trabajos por mejorar el ganado allí criado y así veremos que una de las primeras actividades a las que se lanza es la de hacer nuevos agregados de simiente española y así adquiere un semental del hierro de Arcadio Albarrán, de nombre Paletas, número 5, de pelo negro zaino, otro del histórico hierro de don Vicente Martínez, ganadero colmenareño que inició un encaste propio al cruzar toros del Colmenar con un semental de Eduardo Ibarra llamado Diano y un tercer padre con el hierro del Marqués del Saltillo. El toro de Martínez se llamó Terciopelo, número 27, de pelo negro mulato. El toro de Albarrán era de origen Campos Varela, es decir, Murube – Ybarra – Parladé.


Por otra parte, en 1927, se agregarían cinco toros con el hierro de Campos Varela, adquiridos originalmente por los señores don Francisco y don José Madrazo y García Granados, ganaderos de La Punta para la mejora de su vacada, dichos toros los obtuvo a cambio de la propiedad de la Plaza de Toros San Marcos, que había heredado de su padre y se dio el hecho de que la retienta de los sementales la hizo Marcial Lalanda, llamado el mas grande. Posteriormente don Miguel agregaría toros de Matancillas y La Punta a sus dehesas, estos de puro origen Parladé vía Domingo Ortega y Campos Varela.


Hasta aquí podemos observar que en alguna forma se intentó mantener un equilibrio entre las sangres de Vistahermosa (Parladé, Campos Varela, Saltillo, Ibarra, etc.) y las que no son de ese origen (Vázquez, Gallardo – Cabrera, Martínez y otras), pero de nueva cuenta se hace una agregación que yo llamaría explosiva en 1928 cuando se adquiere de doña Amada Díaz Viuda de de la Torre la vacada de San Nicolás Peralta, misma que tenía orígenes de Anastasio Martín (Vistahermosa), Concha y Sierra (Vázquez), Veragua (Vázquez) y Arribas Hermanos (Colmenar). Estos ganados serían retentados en su totalidad, refiriéndose que era tal la bravura o el nervio de alguna de las vacas, que morían acalambradas al pelear con los caballos en el tentadero de la ganadería.


Con esas raíces seguiría Miguel Dosamantes Rul su andadura como ganadero de bravo durante veinte años más, pues en 1948 agregó dos toros españoles de Luis Vallejo Alba encastados en Murube y en 1950 otro semental de Ernesto Cuevas de origen Coquilla.


Estas bases ganaderas darían a Peñuelas la oportunidad de presentarse en El Toreo de la Colonia Condesa el 26 de junio de 1932, con seis novillos para José María Calderón, Liborio Ruiz y Luis Castro El Soldado, destacando en la lidia el sexto, de nombre Opalito, de pelo jabonero sucio, pero al tiempo el segundo un negro de nombre Fogoso, fue devuelto al corral por manso. Curiosamente el toro que abrió plaza, aunque anunciado a nombre de Peñuelas, llevó el hierro de Cieneguilla y fue un cárdeno bragado de nombre Niño.


De este polifacético encaste salieron toros muy bravos, recordándose la lidia que dieron Rubito, jabonero barroso, Anacleto, cárdeno bragado, Capullito de Alhelí, salinero, Pegajoso, berrendo en albahío, Calzonudo, negro, Rayito, negro, desorejado en la México por Curro Ortega y Pinturero, desorejado por Calesero en Cuatro Caminos.


También hay toros que pasan a la historia por algún otro hecho, no siempre glorioso, como el llamado Barqueño, que el 26 de abril de 1959 causó la muerte a Paco Pavón, hijo del ganadero de Rancho Seco, don Carlos Hernández, quien iba de sobresaliente en la corrida que mano a mano torearon Alfonso el de Triana y Luis Procuna en el coso Cuatrocaminero.


También cupo el honor a don Miguel Dosamantes Rul de ser el ganadero que lidiara sus toros el 5 de febrero de 1947, fecha en la que Manuel Rodríguez, Manolete, se presentó en la Plaza San Marcos alternando con Manuel Jiménez Chicuelín y Luis Procuna, en la penúltima tarde en la que actuara en México.


Los toros originalmente anunciados eran de Pastejé, pero por el problema de la fiebre aftosa, estos no pudieron pasar a Aguascalientes y así se vio salir de los toriles a Lucerillo, que correspondió a Procuna y se fue sin el rabo al destazadero, Pajarito, que perdió igualmente su apéndice caudal para Chicuelín y Espadachín, toro con el que el Monstruo de Córdoba la armó en el ruedo sanmarqueño perdiendo las orejas por fallar con la espada.


Será en 1974, que don Miguel Dosamantes Rul decida variar el rumbo de su vacada y así agrega dos sementales de Jesús Cabrera, puro San Mateo y será su viuda, la siempre recordada doña Raquel González quien agregue a la ganadería otros toros de Javier Garfias en 1979 y Valparaíso, en 1980. Después se ha continuado con los añadidos, principalmente de la familia Garfias en sus distintas denominaciones, pero se conservan algunas líneas de sangre puras de lo original de la ganadería.


Una corrida que marcó la transición en esta ganadería, ha sido la lidiada en la Plaza Monumental Aguascalientes en el año de 1977, una corrida bien comida, de hermosa presencia que fue lidiada por Fabián Ruiz, Guillermo Montero y Armando Mora, destacando el sexto, que se llamó Rubio, premiado con la vuelta al ruedo y que permitió al trianero Mora lucirse aún evidenciando falta de sitio.


A guisa de conclusión


La historia de Peñuelas está ligada a la de nuestra Ciudad y de su Plaza de Toros San Marcos pues sus orígenes convergen en el mismo punto de partida que es la afición que tuvieron los señores Condes de Valenciana y don José María Dosamantes, constituyéndose pues en los iniciadores de una tradición que a mucha honra, es de Aguascalientes y de su gente, lo que nos debe llenar de orgullo, pues como nuestra Ciudad, en lo taurino, muy pocas.

domingo, 5 de abril de 2009

Hace seis décadas: La Feria de San Marcos sin toros (y II)


En la anterior entrada, les ofrecí presentar la visión de la época, escrita por don Luis de la Torre, El-hombre-que-no-cree-en-nada, acerca de lo que fue una Feria de San Marcos sin toros. Pues aquí pongo a su consideración el artículo aparecido en el número 231, correspondiente al 9 de mayo de 1947, del semanario La Lidia de México, en el que este extraordinario periodista taurino, hace sus reflexiones acerca de las causas y de los efectos de la ausencia de la fiesta en la que hoy es llamada La Feria de América:

Feria sin toros

El-hombre-que-no-cree-en-nada

A mi estimadísimo amigo Alberto Chequi, enamorado de la tierra y de la fiesta.

Tradicional, sin punto de comparación, ha sido en la ciudad de Aguascalientes la Feria de San Marcos o Fiestas de Primavera, con sus vendimias y apetitosos platillos regionales, sus incomparables paseos matutinos y vespertinos reuniones de sabor netamente provinciano; sus peleas de gallos, partidas y ruletas, centros de reunión ampliamente animados con el contingente de enorme cantidad de visitantes de todos los rincones de la República. Pero a todos estos atractivos, como acontece en los lugares en los que ha tenido asiento la fiesta, les eran indispensables las corridas de toros, para las que siempre se tuvo cuidado especial en la confección de los carteles, con ganaderías escogidas y lidiadores postineros.

Aguascalientes, todavía hasta no hace muchos años, debido precisamente a sus corridas de feria, estuvo constituida en la ciudad más taurina de este país heredero directo de lo que hasta hace muy poco había sido la más hermosa, varonil y gallarda de todas las fiestas. Por su pequeño coso, en donde hubo épocas de celebración anual de más de medio centenar de festejos taurinos, han desfilado todas nuestras grandes figuras y muchas de las más destacadas españolas que nos han visitado en muchos años.

De entre el considerable número de aficionados prácticos que ha producido esta Sevilla mexicana, algunos se hicieron profesionales, seguramente sin gran relieve; pero en la actualidad, desgraciadamente en esta época de decadencia y desencanto, nacido allí, en su popular Barrio de Triana, uno de los cuatro tan sabrosamente cantados por el poeta Reyes Ruiz, contamos con un torero de verdad, Alfonso Ramírez Calesero, que si por circunstancias nada propias de relatar en este caso, no ocupa el sitio por sus cualidades de artista merecido, tampoco por ello deja de ser en el momento uno de los toreros que justificadamente dan gloria y brillo a nuestra historia taurina.

Pues bien, en este año de gracia de 1947, tomándose infantil pretexto la decantada fiebre aftosa, las autoridades, haciéndose cómplices en el decaimiento del espectáculo, tuvieron a bien no autorizar las corridas de toros durante la feria que acaba de celebrarse. En cambio, no tuvieron empacho en dejar libertad absoluta a las peleas de gallos, partida de ruleta, con beneplácito de viciosos y tahúres, no obstante la prohibición legal existente para tales manejos.

No ignoran tampoco la afición aguascalentense ni los numerosos asistentes a la feria, las exigencias monetarias de elevadísimo monto puestas en juego para la concesión de la licencia, así como tampoco lo improcedente de tal determinación, contándose, como se cuenta, en las cercanías de la población del pequeñísimo Estado, con ganaderías bravas de una de las cuales, recientísimamente se trajeron toros para ser lidiados en la Plaza México, sin la más insignificante traba, sin tomar en cuenta los peligros de la fiebre aftosa. Sábese además, que en los propios corrales de la plaza descansaba plácidamente un encierro completo, no habiéndose permitido su lidia ni siquiera para seguir la tradición en la fecha central de tan renombradas fiestas primaverales.

Feria de San Marcos sin toros. ¡Vaya atrocidad! Este fue el clamor general de habitantes y visitantes al saberse la absurda medida de las autoridades, las que sin embargo, no hubieran cometido el desacato si se atiende a sus peticiones, como no tuvieron inconveniente de pasar sobre una prohibición legal que, si bien es cierto ha sido siempre factor principal en el esplendor y alegría de la feria, no por ella deja de ser una inmoralidad legalmente penada, lo que no acontece con la fiesta taurina, en forma también legalmente autorizada en todo el país y propiedad actual en el Distrito y Territorios, de una Secretaría de Estado.

El acopio de visitantes a la ciudad de Aguascalientes, con motivo de su feria, representa una fuente segura para el comercio, y las corridas de toros un fuerte atractivo para la población flotante, base del auge comercial durante los festejos primaverales. Pero esto no importó a las autoridades, nada les significó para sostener su capricho, mientras permitían el desplumadero en beneficio único de los tahúres, seguros apostadores de personales ambiciones.

No cabe duda que todos los elementos se han puesto en contra de la fiesta, Aquí, allá y acullá, todos, absolutamente todos se han propuesto apuntillarla, acabando con una tradición, dando al traste con una herencia racial que parecía imposible que pudiera desaparecer de nuestro medio. Pero en todo ello no existe más que una razón: el mercantilismo desenfrenado, origen fundamental de la incomprensión de las tendencias de un pueblo, al que hay que exprimir a todo trance sin concederle la más mínima satisfacción, sabiendo, como saben, que a todo responde, que siempre está dispuesto al sacrificio. Sin embargo, hay que temer a sus reacciones, no hay que confiar mucho en sus bondades. No debemos olvidar que en esta Capital, ante el abuso continuado, primero se amotinó, con tendencias de destrucción del nuevo coso, para después abandonarlo casi en definitiva, dando con ello una lección a sus insaciables explotadores.

Si ahora las autoridades han quitado un factor de lucimiento a las tradicionales fiestas de Aguascalientes, quién sabe si más tarde sean ellas las perjudicadas al ver abandonada una fuente de ingresos bien segura. De todas maneras, a través de los años, es el primero que se priva a una feria tradicional de uno de sus mayores atractivos, porque Aguascalientes fue intensamente taurina, sigue conservando su afición y se ha visto lastimada en algo que ama con pasión.


Como podemos apreciar, algunas explicaciones para lo que en el fondo no tiene razón alguna, no varían en el tiempo. Se siguen externando como moneda al uso, pensando que quienes las recibimos carecemos de la capacidad neuronal adecuada para entender que a veces, la realidad de las cosas es que quienes tienen la capacidad de decidir, simplemente no quieren hacer las cosas. Ojalá que este texto de tiempos idos, haya resultado de su interés.

sábado, 4 de abril de 2009

Hace seis décadas: La Feria de San Marcos sin toros (I)


En realidad hace un poco más de las 6 décadas. Fue en el año de 1947 cuando nuestra feria abrileña transcurrió sin uno de sus ejes, es decir, sin corridas de toros no obstante que en el febrero anterior, se podría haber barruntado un serial de gran tronío, pues se había presentado en la Plaza de San Marcos el Monstruo de Córdoba, que aún sin salir con los apéndices en la espuerta, dejó constancia ante la afición hidrocálida de su trascendencia en el mundo del toreo.

La razón de la ausencia de la fiesta de los toros en la feria, se atribuyó al combate a una epizootia de fiebre aftosa que se había reconocido por un decreto presidencial publicado en diciembre de 1946, en el que se declaró de interés público el combate a esa enfermedad del ganado, principalmente vacuno.

La realidad es que las primeras referencias del mal ya fuera de control se produjeron en el mes de octubre de 1946, cuando veterinarios oficiales del estado de Veracruz reportaron la incidencia de la enfermedad en esa zona de México, aparentemente diseminada por la extracción de una estación cuarentenaria establecida en la Isla de Sacrificios, de ganado cebú importado de Brasil, antes de que se cumpliera el plazo de su estancia en ese lugar.

Las primeras entidades afectadas fueron la propia Veracruz, Tlaxcala, Puebla y el Distrito Federal y el avance del mal amenazó con quedar fuera de control. Lo anterior motivó la alerta de las autoridades sanitarias de los Estados Unidos, país con el que compartimos 3,000 kilómetros de frontera, que a toda costa pretendía evitar el ingreso del mal a su territorio.

Lo anterior motivó la creación de una comisión binacional encargada del combate y erradicación de la fiebre aftosa y la aplicación de una serie de medidas zoosanitarias que incluían la vacunación de la cabaña ganadera existente, la zonificación del país de acuerdo con la incidencia del mal y la utilización del llamado rifle sanitario para exterminar a todo el ganado enfermo o sospechoso de estarlo. La utilización del citado rifle era casi siempre por técnicos norteamericanos, pues en ese entonces, solamente había una escuela de Veterinaria en México, la de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La última circunstancia mencionada, motivó un grave disgusto en la población, pues muchos tenían por todo activo unas cuantas cabezas de ganado. Así, en un estado laico, en el que apenas se cerraban las heridas de la Guerra Cristera, fue necesario que el Arzobispo Primado de México, don Luis María Martínez, en concordancia con la posición estatal, entrara al quite y dejara patente a la feligresía católica – la mayoría de la población mexicana – que la utilización del temido rifle sanitario era indispensable en esas circunstancias y aún en esas condiciones se relatan casos en los cuales los tenedores de ganados en esas condiciones ejercieron actos de violencia contra los que pretendían sacrificar sus animales - aún mediando indemnización -, hablándose de más de algún linchamiento.

Entre el final de 1946 y 1952, que fue el lapso en el cual se llevó esa campaña de erradicación de la fiebre aftosa, se sacrificaron más de un millón de cabezas de ganado de un hato total que rondaba los 14 millones. La zona infestada, fue el Sur de México, que aproximadamente llegaba hasta la ciudad de México; la zona de seguridad que era el Centro del País, llegaba hasta la ciudad de San Luis Potosí y la zona libre, que abarcaba el Norte de la República hasta los Estados Unidos era objeto de rígidos controles y aduanas, con los llamados vados de la aftosa, en los que las personas y vehículos al cruzar de una a otra, debían desinfectar su calzado y rodamientos pasando por tapetes y vados desinfectantes. En cada puesto había una guarnición militar que obligaba a los renuentes a hacerlo, para evitar una mayor propagación del mal.

Quién haya llegado hasta este punto de la entrada, podrá preguntarse: ¿y esto qué tiene que ver con los toros? Pues mucho. En su obra La Fiesta Brava en México y España, 1519 – 1969, Heriberto Lanfranchi dedica un breve párrafo a este problema, mencionando que muchos ganaderos de lidia sufrieron los estragos del rifle sanitario, aunque no se conoce una estadística confiable del número de toros de lidia que hayan sido sacrificados por enfermos o sospechosos de padecer la glosopeda.

Las 10 ganaderías que más toros lidiaron (encierros o toros sueltos) en las plazas de la capital del país en ese tiempo (México y El Toreo), fueron por su orden La Laguna (17 veces), Pastejé (16 veces), Coaxamaluca (15 veces), Piedras Negras (13 veces), San Mateo (13 veces), Torrecilla (11 veces), Zotoluca (10 veces), La Punta (9 veces), Xajay (8 veces) y Tequisquiapan (6 veces), veremos que la mitad de ellas están fuera de la zona infestada, pero dentro de la de seguridad y en el caso de las de San Mateo y Torrecilla, habrá que considerar si los toros que jugaron no estaban aclimatándose en los potreros que tenían en el Estado de México, pues entonces, su situación cambiaría radicalmente, pues aunque nacidos en la zona libre, se desarrollaron en la infestada.

La fiebre aftosa pues impedía el libre movimiento de ganado vacuno, motivó la reducción y hasta la supresión del uso de bueyes en las labores agrícolas y su sustitución por acémilas, la suspensión de la exportación de carne, la disminución en la producción de lana, pieles, lácteos y por supuesto el trasiego de los toros de lidia necesarios para los festejos que ese daban en las plazas de la República. Ya planteaba en una entrada anterior, que para la presentación de Manolete en nuestra tierra, se le anunció con toros de Pastejé, pero la restricción de la aftosa motivó que tuviera que lidiar toros locales de Peñuelas.

Pues bien, ese estado de cosas motivó que en abril de 1947 se anunciara que no habría corridas de toros en la Feria de San Marcos y que el desaguisado se atribuyera a la fiebre aftosa. En la continuación de este asunto, pondré a la consideración de Ustedes la visión de don Luis de la Torre, El-hombre-que-no-cree-en-nada, a quién ya les había presentado, sobre este particular asunto.

Sobre el problema de la fiebre aftosa en México, les recomiendo la lectura de este número especial de la revista Imagen Veterinaria, de la UNAM.

Aldeanos