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domingo, 19 de enero de 2014

19 de enero de 1947: Manolete y Boticario. Garza en la cárcel Del Carmen

El cartel anunciador del festejo
La 12ª corrida de toros de la temporada 1946 – 47, celebrada en la Plaza México – ese serial fue el primero y único que se verificó conjuntamente con viejo Toreo de la Condesa – tendría a su término varias razones para ser uno que ocupara un lugar importante en la reciente Historia Universal del Toreo. 

En primer lugar, resultaría ser la última tarde en la que Manuel Laureano Rodríguez Sánchez – en los carteles Manolete – actuara en la capital mexicana, una actuación final no decidida o meditada, sino consecuencia de los sucesos de Linares en agosto de ese mismo año. Después, resultaría también una un legítimo triunfo del torero de Córdoba sería opacado por una de las tempestades que Lorenzo Garza sabía generar en el ruedo y transmitir a los tendidos para encenderlos a su favor y en su contra. Bien decía El Ave de las Tempestades que un requisito indispensable para ser figura era el saber dividir

Todavía el martes 14 de enero de 1947 se ignoraba quien cerraría la combinación con los toros de San Mateo, Lorenzo Garza y Manolete. La impresión de la prensa de la época era que se buscaría un torero que no apretara a las dos figuras de modo tal que se les pudiera facilitar en lo posible el triunfo. Al final el tercer hombre fue Arturo Álvarez Vizcaíno y así la corrida fue una de esas de gran expectación.

Paquiro en el número 216 del semanario La Lidia de la Ciudad de México, aparecido el 21 de enero siguiente al festejo, cuenta lo siguiente:
La corrida anunciada para el domingo pasado despertó en la afición un auténtico alboroto. La colas y los tumultos que se formaron para conseguir boletos, fueron increíbles; desde el jueves hasta el domingo la afición batalló y desesperó, con afán y pasión dignos de auténticas revoluciones. Todo aficionado tenía un solo objetivo: conseguir boletos…
La visión de Antonio Ximénez de algunos
sucesos de ese festejo
Un festejo que produce una espera en esas condiciones por lo general se realiza en un ambiente de tensa espera – lo que hoy se dice cargado de energía – y es que poco más de un mes antes – 11 de diciembre de 1946 –, Lorenzo Garza y Manolete habían realizado grandes hazañas en el mismo ruedo ante una magnífica corrida de Pastejé, cortando dos rabos el de Monterrey y uno el Monstruo – Amapolo, Buen Mozo y Manzanito –, cincelando ambos diestros obras que aún hoy, a casi siete décadas de distancia, se tienen por paradigmáticas del éxito en ese escenario.

El encierro de San Mateo prometía en una importante medida la celebración de otro fasto en la gran plaza. Lorenzo Garza era el torero de la casa de don Antonio Llaguno y al propio ganadero le resultaría ampliamente redituable que el principal torero de España cerrara su campaña en la Ciudad de México con un triunfo ante sus toros antes de emprender el viaje de regreso para iniciar su campaña europea.

De la relación de Paquiro, se expresa lo siguiente acerca del encierro a lidiarse:
Toros de San Mateo; esos bureles que han consagrado a tantos y tantos lidiadores, por su bravura y nobleza extraordinarias. Esos toros siempre constituyen garantía de triunfo, ya que se prestan al lucimiento de los toreros porque por su sangre corre la herencia de castas de prestigio indudable. Toros de San Mateo; los toros de don Antonio Llaguno – creador y criador – que no le ha importado su malestar físico causado por larga y penosa enfermedad, con tal de dar una vez más gusto al público que clama por sus ejemplares. Toros de San Mateo, en fin, los que siempre han lucido – arrogantes y orgullosos – los colores de su divisa que es blanca como la nobleza y rosa como lo imperial…
El resultado final de la corrida

Como lo expreso en el encabezado, Manolete le cortó el rabo al quinto toro de la tarde, llamado Boticario y Lorenzo Garza terminó la tarde en la cárcel Del Carmen de la capital de México. La plaza se llenó hasta el reloj – aquí en México las plazas no tienen bandera – y tras de que la corrida y la bronca concluyeron, la nueva plaza requería de muchas y muy serias reparaciones. Sigo citando a Paquiro con lo que sigue:
…la afición se volcó en los tendidos y dejó muchos miles de pesos en las taquillas. Pero – ya hay que decirlo – solo desde el aspecto económico hubo triunfo. Porque lo que se vio en la arena fue un verdadero y despreciable desastre. Al final de la corrida la bronca era endemoniada; fogatas en todos los graderíos, una auténtica lluvia – tempestad – de cojines, insultos por doquier, la policía en acción y muchas cuadrillas de corajudos y enloquecidos espectadores que, transformados en insaciables condenados, se dieron a destruir todo lo destruible en la Monumental Plaza. Aquello era un motín borrascoso imposible de describir…
Manolete y Boticario

El rabo número seis que se otorgaba en la plaza y segundo y último de su cuenta personal, fue el que Manolete le cortó al quinto San Mateo de la tarde, Boticario. Al final, el torero de Córdoba es quien rescató los valores de la Fiesta en esa tarde. La relación ya citada de Paquiro refiere su actuación triunfal de la siguiente manera:
Salió el quinto y “Manolete” lo saludó con una tanda de verónicas tremendas, de las que sobresalieron las del lado izquierdo. Ellas fueron coplas y poemas de sacra liturgia, que quedaron firmadas con una media de abolengo único… Tomó la muleta y se inició el drama. Sin mayores requisitos se echó el engaño a la mano izquierda y buriló dos series de naturales extraordinarios. En cada lance había confusión de los vuelos del engaño escarlata y de los vaivenes macabros de los pitones del toro tempestuoso. Éste hacía un círculo en torno a la cintura del torero que, más que nunca, lució orgullosamente sus sedas y sus oros. “Manolete” semejaba extraño oficiante de sangriento rito de muerte… Todavía insistió para más naturales, pero el burel se le coló, y lo derribó en la arena. Caído, “Manolete” sufrió otras peligrosas tarascadas. Se quedó inmóvil y pálido. Los gritos de angustia se reprodujeron en ecos de imploración… Las asistencias lo cargaron en brazos y se lo llevaron a la enfermería – la cornada se daba por segura – cuando el cordobés sintió el fuego de su afición y se deshizo, corajudo y temerario, de toda ayuda… Despeinado, lleno de arena y con la taleguilla completamente desgarrada se fue al toro. En medio de la admiración general, logró más derechazos y naturales extraordinarios. El público rugía. Y el torero, que se nos antojó un regio monarca que ha sufrido atroz herida pero conserva el palpitar de su corazón indomable y vencedor, se extasiaba en aquellos pases prodigiosos… Terminó con media en buen sitio y el burel se rindió vencido y admirado por tanto valor. Se concedieron a “Manolete” las orejas y el rabo y se abstuvo de recorrer el redondel en innúmeras ocasiones, porque las fuerzas lo abandonaron y, ahora sí, fue llevado a las manos de los médicos…
Al final de cuentas, Manolete resultó solamente con un palotazo en el muslo izquierdo y una conmoción cerebral leve, que fue la que le impidió continuar en la lidia.

La descoumunal bronca

Rodolfo F. Guzmán, en el diario El Siglo de Torreón del día siguiente del festejo refiere que el festejo fue accidentado. Que independientemente de la importante actuación de Manolete ante el quinto del festejo, la gente se metió con él por considerar que no estuvo a la altura del primero de su lote, que además al saltar al callejón había herido de gravedad a un empleado del servicio de plaza. Tan complicadas estuvieron las cosas, que sin esperar el resultado del segundo de su lote, Manuel Rodríguez ofreció regalar el sobrero para intentar apaciguar los ánimos.

Si a eso se suma la desgana con la que actuó Lorenzo Garza toda la tarde, la situación se acomodaba para que se produjera un cataclismo de considerables dimensiones. Dice la crónica de Guzmán:
En el tercero, que correspondió a “El Vizcaíno”, Lorenzo se limitó a bailar en los quites y volvió la gente a picarse y a insultarlo; del tendido de sombra, de la primera fila, donde se sientan los hombres de dinero y llamados cultos, surgió el grito recordándole al de Monterrey a su señora madre desaparecida; el cuello del señor de Monterrey se estiró como el de una jirafa y se enfrentó al tendido, pero no pudo precisar al anónimo grosero. Hubo una llamada de atención y Lorenzo aguantaría todas las críticas del público pero no toleraría más que se acordaran de su madre de tan fea manera... Y salió “Tapatío”, un negro zaino ancho de cuna, cabezón y feo. Lorenzo le bailó peteneras en el primer tercio y los 55,000 espectadores se dieron a silbarle y a gritarle y de nuevo surgió aquél grito destemplado, de borrachín, grito tabernario que aún los mismos ebrios se guardan de lanzar. No pudo Lorenzo localizar al que lo profirió, pero sí perdió los estribos y acabó con el burel entre una lluvia de cojines y de otros proyectiles, de una media con derrame...
Pero faltaba el episodio final. Un hecho que en la historia de la Plaza México no se ha vuelto a repetir y que hasta donde mi entender alcanza rara vez sido visto en alguna otra plaza de toros. De la narración del invocado Rodolfo F. Guzmán extraigo lo que sigue:
El acto final. – Nacho Carmona pica mal a “Monterillo” el toro que cerró plaza y de nuevo vuelan los cojines sobre el varilarguero. Lorenzo fue al quite, sin ganas, sin entusiasmo, sin nada y el público lo abuchea de lo lindo. Se encrespa el de Monterrey y éste localiza al que ha insultado a su señora madre y brinca al callejón, saca violento y exaltado el estoque de la funda que estaba ya en vías de ser acomodado en la maleta de los trastos de torear y brinca al tendido dando mandobles a diestro y siniestro; siguiéndolo van sus banderilleros Emilio Méndez y Valencia y surge la más espantosa de las broncas entre un público llamado civilizado... Cargan los granaderos y empiezan a llover en los tendidos las bombas lacrimógenas, cortan cartucho los gendarmes y las calibre 45 empiezan a relucir... La policía encontró al que había insultado a Lorenzo y lo sacó a culatazos y a golpes. Mientras tanto se pudo sujetar a Lorenzo y junto con su cuadrilla salieron de la plaza, escoltados por policías, granaderos y empleados del servicio secreto... Todavía vestido de torero, Lorenzo Garza fue conducido a la cárcel de la Delegación del Carmen, donde quedó internado en espera del castigo que le espera por su “hazaña”...
Las sanciones aplicadas

Algunas gráficas de la bronca y de
Garza en la cárcel
Al final de cuentas un evento de esta naturaleza resulta en una serie de sanciones para quienes participan en él. Inicialmente se informaba que a Lorenzo Garza se le había aplicado un arresto inconmutable de 15 días. La realidad de los hechos es que para el viernes siguiente al festejo se anunciaba públicamente que había sido multado con diez mil pesos (unos 1,200 dólares al tipo de cambio de la época), misma suma con la que se sancionó a la empresa de la Plaza México, por el sobrecupo (se hablaba de 10,000 espectadores de más esa tarde). Al ganadero Antonio Llaguno se le sancionó con cinco mil pesos – no me explico el motivo – y a los banderilleros de Garza con quinientos pesos a cada uno. Y en la comunicación de las sanciones se supo que el nombre del que insultaba a Garza era Emilio Mauren, a quien se sancionó también con quinientos pesos – unos 60 dólares – y además se anunció el cese del Juez de Plaza y del delegado de la autoridad en el callejón. (NOTA ACLARATORIA: El buen amigo Gastón Ramírez Cuevas me señala que el nombre correcto del personaje que insultaba a Lorenzo Garza era EMILIO MAURER, persona a la que conoció. El dato lo obtuve yo del semanario La Lidia, que lo publicó tal como quedó transcrito inicialmente, ahora, aclarado y corregido queda).

Una reflexión posterior

Don Luis de la Torre El – Hombre – Que – No – Cree – En – Nada, reflexiona lo que sigue acerca de los sucesos en un artículo titulado Tenía que suceder, aparecido en el número 217 del semanario La Lidia del 30 de enero de 1947:
El alto costo de los derechos de apartado, más tarde la decepción sufrida al conocer que el descenso esperado en el valor de los billetes de entrada al pasarse la fiesta al monumental coso “México”, se convirtió en abusivo aumento, así como el falso anuncio de diestros que nunca llegaron a contratarse, amén de las múltiples incomodidades para trasladarse a la Ciudad de los Deportes, fueron apenas el principio del disgusto del público... Vino el anuncio de la duodécima corrida. A bombo y platillo se propagó la novedad de que serían lidiadas reses zacatecanas por el torero en ellas especializado, reforzándose el cartel con la supuesta competencia entablada con la cuña de nuestros toreros. Se tragó el anzuelo, se hizo el taquillazo; pero nadie fue capaz de percatarse de la justificada indignación del público por todos los antecedentes mencionados, ni se pensó tampoco en su cansancio al soportar por varios años la mofa y el insulto del torero más desaprensivo con que cuenta la historia, cuando habían pasado apenas quince días de un hecho bochornoso, culminación de toda su insolencia... El público, abarrotando el graderío de la anchurosa plaza de Insurgentes, no pudo soportar ya una nueva burla en la que tomaron participación todos los elementos constitutivos de la fiesta, y estalló el cohete ante tanta ignominia, desatándose la bronca más furiosa que pueda recordarse, acallada solamente por breves instantes ante la reflexión momentánea y honrada del torero cordobés, único que, si en un principio contribuyó también a la tormenta, supo cumplir con su deber como artista con el público soberano. A fuerza de valor y pundonor supo acreditarse una vez más como torero de vergüenza, ganándose por ello la voluntad de los espectadores, otorgándosele los máximos galardones...
Garza salió de la cárcel a hombros de sus incondicionales. Así critica ese hecho don Luis de la Torre:
Ahí tenemos al HÉROE sacado en hombros de donde no debió haber salido en mucho tiempo, limpio de toda culpa (según él mismo); libre para seguir actuando ante la ingenuidad de los públicos y el aplauso de sus incondicionales, haciéndose gratuita propaganda para llenar más y más sus escarcelas; no mermadas en nada ni con la multa impuesta, pues según cláusula de contrato, ésta deberá ser pagada por la empresa. Más sí eso no fuere, en justicia, ¿qué significa el monto de la multa para el fabuloso sueldo percibido, a decir, por matar toros y nunca hacerles filigranas? No es de dudarse que con gusto vuelva a pagarla, dándose con ello la satisfacción de burlarse nuevamente del público y autoridades, sí, como lo merece, no se le retira definitivamente de los ruedos ya que su ambición no le ha permitido cumplir con su palabra cuando dijo hacerlo voluntariamente. ¡Oh personalidad, divino tesoro!, que dijera cierto cronista de prensa y de radio…
En fin, que este es uno de los interesantes capítulos de la Historia – escrita aplicando la gramática parda – Universal de la Fiesta.

domingo, 24 de noviembre de 2013

25 de noviembre de 1934: Se inaugura la Plaza de Toros Torreón

El anuncio del festejo inaugural
(El Siglo de Torreón, 25/Nov./1934)
La ciudad de Torreón, Coahuila, tiene un largo historial con las cosas de esta fiesta. La plaza de toros – hoy renombrada en recuerdo de uno de sus toreros, perdido prematuramente, Valente Arellano – cuya inauguración rememoro, sustituyó a otra de madera, que indica Puyazo, en una columna titulada Reminiscencias publicada al margen de la crónica del festejo inaugural publicada en el diario El Siglo de Torreón, funcionó por mas de 20 años entre las avenidas Allende y Matamoros de esa ciudad. Esa vieja plaza fue inaugurada el 26 de enero de 1902 por Antonio Fuentes y Nicanor Villa Villita, quienes lidiaron un encierro guanajuatense de Parangueo.

A ese antiguo coso concurrieron las principales figuras de su época y así Reverte, Machaquito, Antonio Montes, Luis Mazzantini, Vicente Pastor, Rodolfo Gaona, Luis Freg, Martín Agüero, Nacional II o Nicanor Villalta entre los más renombrados, se vieron anunciados en sus rumbosas temporadas.

La plaza nueva

Desde el año de 1932, sigue contando Puyazo, un grupo de aficionados comenzaron a proyectar la construcción de una plaza de toros nueva para Torreón. En esa forma, formaron una sociedad anónima a la que denominaron Plaza de Toros de Torreón, S.A., con un capital inicial de $70,000.00 y en la que destacaron como accionistas los empresarios Fernando Rincón, José Figueroa, Fernando Rodríguez y el ganadero Rafael Gurza, en esos años titular del hierro de Torreón de Cañas.

Algunos datos técnicos

La nota de prensa previa a la celebración del festejo inaugural indica lo siguiente acerca de la nueva plaza de toros:
La plaza de toros que será el segundo coso taurino en la República, por su hermosura y por su cupo, constituye un timbre de legítimo orgullo no solo para la Comarca Lagunera sino para todo el norte de la República, y fue construida a todo costo, pues hasta ayer el costo de la plaza ascendía a ciento cuarenta mil pesos reunidos entre todos los miembros de la sociedad que se formó y de la cual es presidente el señor José Figueroa... La plaza tiene cupo para diez mil espectadores y la primera piedra se sentó en el mes de abril pero no fue sino hasta el mes de junio cuando se empezó ya en firme la obra, quedando ya terminada el 22 del pasado mes de octubre... La arena de la plaza tiene treinta y seis metros sesenta centímetros y es el más grande de la República, después de  la arena de la plaza de El Toreo... En la construcción de la plaza se emplearon seis mil cuatrocientos sacos de cemento y veinticuatro toneladas de fierro... Se ocuparon trescientos sesenta obreros que prestaron sus servicios en las distintas obras del coso... Tiene la plaza todos sus servicios de manera que puede decirse que es el único coso en la República que cuenta con los servicios de plaza completos y arreglados conforme a las últimas disposiciones de la ingeniería moderna...
Se destacaba el hecho de que la plaza de toros fuera construida de concreto armado y el hecho de su gran capacidad, cuestiones que la hacían única en su día.

La corrida inaugural

La Plaza de Toros Torreón en construcción, Cª 1934
(Foto: Archivo Eduardo Guerra)
Con la debida antelación se anunciaron seis toros de San Mateo, de Saín Alto, Zacatecas, con divisa rosa y blanco, propiedad de don Antonio Llaguno, para que los estoquearan mano a mano Fermín Espinosa Armillita y Francisco Martín Caro Curro Caro.

El festejo fue presidido por el regidor José A. Zarzosa, quien llevó de cambiador de suertes a Francisco Carreño y el encargado del servicio médico fue el Dr. Francisco Ahumada. Las cuadrillas se formaron con los picadores Francisco Olvera Berrinches, Adolfo Aguirre Conejo Grande, Felipe Mota, Abraham Juárez Lindbergh, Antonio Silis Cerrajero y Arturo Frontana Portugués Chico; los banderilleros fueron Zenaido Espinosa, Juan Espinosa, Rafael López Valentino, Ricardo Areu, Vicente Cárdenas Maera y Alberto González Rolleri.

Armillita, vestido de obispo y oro fue el triunfador de la tarde. Destaca del conjunto de su actuación su faena al tercero de la tarde, misma de la que el ya citado Puyazo, hace la siguiente relación:
Se llamó “Secretario” y ostentaba el número 16, es cárdeno claro y bien armado, haciendo una bonita salida rematando en tablas… Lo corre Juan Espinosa hasta tres veces, y Fermín trata de fijarlo, porque Zenaido lo trae al terreno del Maestro quien le da cinco lances, sobresaliendo tres verónicas y terminando con una rebolera. Aplausos de la concurrencia… “Lindbergh” pone una vara en cambio de la jaca que pierde, sufriendo aparatosa caída al descubierto, quitando Fermín por chicuelinas y mandiles. Frontana pone dos veces seguidas, recargando en la segunda que fue superior, haciendo el quite con tres chicuelinas y una verónica rodilla en tierra por lo que es aplaudido… Y el Maestro de Saltillo que por lo visto viene con ganas de llevarse al público de calle, toma los garapullos y previa una adornada preparación deja un buen par al cuarteo, sigue galleando y repite otro superior asomándose al balcón y termina con otro que queda erecto en las mismísimas péndolas. Es ovacionado grandemente este formidable palitroquero… Y ya lo tenemos armado de estoque y muleta brindando al general Eulogio Ortiz, Jefe de la 31ª Jefatura de Operaciones Militares. Inicia su faena con uno de pecho, uno de pitón a rabo, uno de pecho, un alto, tres de telón, un ayudado por abajo, el de la firma, dos más arrodillado, sufriendo un desarme y una gran ovación. Rehabilitado sigue con dos molinetes y el de la firma para soltar una lagartijera que bastó. Ovación, oreja, rabo, obsequio del brindado y vuelta al ruedo. Esta fue la mejor faena de esta corrida inaugural en mi concepto...
Curro Caro, que vestía de tabaco y plata no las tuvo todas consigo. Solamente con el segundo de su lote, el bravo Clarito pudo justificarse, aunque sin alcanzar el triunfo.

El ganado, aunque de la primera ganadería mexicana, dejó que desear en cuanto a su presencia y su juego:
A acres censuras se prestó el ganadero de San Mateo, Sr. Llaguno porque a pesar de que fue público y notorio que se le pidieron y pagaron toros de PRIMERA CLASE, no supo corresponder a la afición lagunera y muy especialmente a la nueva Empresa Taurina...
El importe recaudado por el alquiler de las almohadillas – en ese festejo y los subsecuentes – fue cedido por la empresa a la beneficencia:
Los directores de la Plaza de Toros Torreón, S.A., han tenido un bello gesto que mucho les enaltece al ceder el producto de los cojines a favor de la Casa de Beneficencia de La Laguna y de esa manera los niños y los ancianos que están alojados en la casa de asilo, tendrán una entrada segura de más de doscientos cincuenta pesos esta tarde y en las subsecuentes fiestas taurinas...
Y como siempre en este tipo de acontecimientos, se vendieron más entradas de las que correspondían al cupo del inmueble:
Se regresará el importe de boletos a quienes no entraron ayer a la plaza. Por acuerdo de los empresarios de la plaza de toros “Torreón”, en sus oficinas de Cepeda número 226 se regresará íntegro el importe de los boletos que no fueron utilizados en la corrida de ayer, informándosenos que a la sola presentación de los mismos se hará el cambio respectivo...
Así fueron los hechos hace 79 años, cuando se ponía en funcionamiento un escenario taurino que hoy sigue vigente.

domingo, 4 de diciembre de 2011

El cartel del siglo… que Diego Puerta no pudo completar


El inicio de la década de los sesenta en México nos trajo una nueva generación de toreros españoles que vinieron a refrendar el interés que en esta afición dejaron justo una década antes diestros como Julio Aparicio, Litri, José María Martorell, Luis Miguel Dominguín, Manolo González, Rafael Ortega, Antonio Ordóñez, Jumillano o Manolo Vázquez, que en los distintos ruedos de nuestro país, escribieron importantes páginas de su historia personal y de la del toreo mexicano, quedando en la memoria colectiva como grandes representantes de la torería de todos los tiempos.

De esa generación siguiente de toreros, llegaron y de inmediato se instalaron en el intelecto y el corazón del aficionado mexicano Paco Camino, Juan García Mondeño, Santiago Martín El Viti, Joaquín Bernadó, Miguel Mateo Miguelín y un menudito torero sevillano del barrio de San Bernardo, Diego Puerta, quien mató el primer toro del año 1963 en la Plaza MéxicoPlaterito, de Torrecilla, que le fue cedido por Manuel Capetillo, en presencia de Jaime Rangel, para confirmarle su alternativa sevillana, recibida de manos de Luis Miguel Dominguín.

El cartel del siglo

Para el 21 de marzo de 1963, don Ignacio García Aceves anunció un cartel que en esos tiempos era difícilmente concebible y que desde su anuncio, se propuso como el cartel del siglo. Ocho toros de San Mateo, para Manuel Capetillo, Joselito Huerta, Diego Puerta y Paco Camino, en la hoy difunta plaza de toros El Progreso de la Guadalajara mexicana. Sin duda que la combinación de toros y toreros era digna de cualquier plaza o feria del mundo, pues reunía a los dos diestros mexicanos más destacados de ese momento y a dos de los principales del escalafón mayor de España. La expectación en la afición fue enorme, tal y como lo consigna el diario El Informador, de Guadalajara, en su columna Noticiero Taurino del 19 de marzo de ese año:





Como era de esperar, al abrirse las taquillas se volcaron los aficionados, con deseos de adquirir sus boletos, y como siempre sucede cuando la cosa es fuera de lo normal, hubo todos los incidentes de costumbre y los boletos se agotaban... Los toros de San Mateo de don José Antonio Llaguno García lucirán la gloriosa divisa rosa y blanca y son el número 2 con 500 kilos; No. 4 con 465; No. 9, con 470; No. 6, 435; No. 99, con 465; No. 16, con 470; No. 11, con 435 y No. 6, con 470, dando un promedio de 463 kilos. Vienen dos toros con el número 6... Como primer espada actuará el tapatío Manuel Capetillo, con alternativa en 1949. Lleva diez corridas en el presente año. Joselito Huerta, de Tetela de Ocampo, Puebla, alternativa de 1955, lleva diez corridas; Diego Puerta, del Barrio de San Bernardo en Sevilla, alternativa de 1958, también suma 10 festejos; Paco Camino, natural de Camas, Sevilla, tomó la alternativa en 1960, ha toreado 9 corridas. Las actuaciones anotadas son exclusivamente las de nuestro país... 

La actuación de Diego Puerta en este festejo, como se desprende de la nota transcrita, sería la undécima del sevillano en nuestro país ya que alternaba sus actuaciones en nuestro suelo con su temporada sudamericana. De hecho, ese día 19 de marzo se presentaba en la plaza Santa María de Bogotá, donde sucederían los hechos que precipitarían el desenlace de esta historia.

El hombre propone…

En la edición del 21 de marzo del mismo Informador de Guadalajara, se publicaba la siguiente información:

Diego Puerta no actuará hoy en el coso tapatío. Lo suplirá el español J. Bernadó... “El Hombre propone y Dios dispone”, reza un viejo refrán que ahora podemos muy bien aplicar a los aficionados tapatíos, especialmente a los empresarios de El Progreso, que tuvieron que luchar a brazo partido para presentar un cartel con los dos mejores diestros españoles y con los dos mejores espadas mexicanos, cartel este que se disputaron las empresas de la capital de la República, la de Monterrey y la de esta ciudad; pero que en realidad, no obstante que dicha contratación fue ganada por los empresarios locales, la corrida con Joselito Huerta, Manuel Capetillo, Paco Camino y Diego Puerta, no podrá realizarse, al menos por ahora, en ninguna plaza taurina... La razón es que ayer, don Nacho García Aceves, empresario del El Progreso, recibió un cable en el que Camará, apoderado de Diego Puerta, le informa que su poderdante no podía actuar en esta fecha, debido a que durante su actuación en Bogotá, Colombia, el pasado martes, sufrió la posible fractura de la mano derecha al ser cogido por el quinto toro, enviándole de paso el correspondiente parte facultativo... En tales condiciones y para cubrir el hueco dejado por Diego, Nacho se puso inmediatamente en contacto con los mejores diestros españoles, tratando de contratar al que mayores éxitos haya alcanzado tanto en esta ciudad como en la capital de la República, habiendo logrado incluir en el cartel a Joaquín Bernadó, quien inclusive alcanzó un gran triunfo en El Progreso el domingo 13 de enero, cortando la oreja de su primer adversario... Ahora bien, como la empresa vendió boletos para una corrida en la que figuraba Diego Puerta y éste no podrá actuar, quienes no estén conformes con el cambio, podrán pasar por las taquillas de Galeana para que les regresen el importe de su entrada, lo que creemos que harán muy pocos, tomando en consideración lo interesante del nuevo cartel confeccionado…

Así pues, por una lesión sufrida en Bogotá, Diego Puerta se vio impedido de ser parte de una tarde que resultó a la postre, ser histórica, comparada por Enrique Aceves Latiguillo, el cronista titular de El Informador, con la del 1º de enero de 1950, en la que Silverio Pérez y Antonio Velázquez tuvieron un rotundo triunfo con un bravísimo encierro de La Punta. Al festejo asistieron figuras de la talla de Fermín Espinosa Armillita – brindado por Bernadó –, Pepe Ortiz, Silverio Pérez – brindado por Huerta –, Luis Castro El Soldado y Juan Silveti; toreros en activo como Alfredo Leal, Felipe Rosas o Eduardo Moreno Morenito; ganaderos como don Pepe Madrazo, don Fernando de la Mora o don Luis Javier Barroso o políticos como el profesor Juan Gil Preciado y vale mencionar que si se devolvieron entradas  a causa de la sustitución de Diego Puerta por Joaquín Bernadó, ello no se percibió en los tendidos de la plaza según las crónicas.

El resultado de la corrida le representó las dos orejas del quinto a Manuel Capetillo; una oreja del segundo y dos vueltas al ruedo del sexto para Joselito Huerta; dos orejas del tercero para Joaquín Bernadó y para Paco Camino, las dos orejas y el rabo del cuarto y las dos orejas del octavo de la corrida, saliendo en hombros de la plaza. A ese cuarto del festejo, Pajarito, número 11, se le dio la vuelta al ruedo y cuando Camino paseaba los trofeos, le acompañaron Javier Garfias, en ese entonces, representante de la ganadería de San Mateo, en ausencia de su propietario, José Antonio Llaguno García, así como el empresario Ignacio García Aceves.

Tras del percance en Bogotá, que visto lo sucedido, privó a Diego Puerta de la oportunidad de un gran triunfo, dio por terminada su campaña americana y se volvió a Sevilla, donde el doctor Leal Castaño se encargó de su recuperación. El parte facultativo que emitió acerca de la lesión sufrida, se publicó en el ABC hispalense en estos términos:

Ayer llegó a Sevilla, procedente de Bogotá, el diestro Diego Puerta, que tan brillante campaña ha realizado en América… En la última corrida que toreó en la capital de Colombia sufrió una caída, lastimándose una mano. Tan pronto como llegó a nuestra ciudad se dirigió a la consulta del doctor Leal Castaño, quien le apreció una luxación traumático – falángica del pulgar derecho, con rotura de ligamentos. Esta lesión le impedirá durante unos veinte o veinticinco días el ejercicio de su profesión, según dice el parte facilitado por el citado médico.

La reaparición

Diego Puerta reapareció en los ruedos el domingo 14 de abril (Domingo de Resurrección) en la Corrida de Pascua en Zaragoza. Una semana después, en Barcelona, un toro de Alipio Pérez Tabernero le infirió una cornada penetrante de vientre que le dejó en el dique seco hasta el día 12 de mayo, fecha en la que reapareció en Tijuana y curiosamente, el 16 de mayo, en la Feria de San Isidro, actuó en un cuasi – remake de ese cartel del siglo ideado originalmente por Ignacio García Aceves para El Progreso, pues se presentaron en Las Ventas el tapatío Manuel Capetillo, Diego Puerta y Paco Camino – sólo faltaron Huerta y los toros de San Mateo – para dar cuenta de un encierro salmantino de Antonio Pérez de San Fernando. En esta oportunidad solo pudieron dar una vuelta al ruedo Capetillo y Diego Valor, pero por lo visto, la combinación tenía interés y valía el intentar presentarla.

Es así como recuerdo una breve estampa de lo que fue el paso por nuestros ruedos de un gran torero que, en estos últimos días, realizó el paseíllo definitivo.

domingo, 13 de noviembre de 2011

David Silveti, ocho años de ausencia


Ayer se cumplieron ocho años de la desaparición física de David Silveti. La verdad es que la confirmación de alternativa de su hijo Diego en la Plaza México el pasado domingo me había movido a escribir algo sobre “El Rey” dada la proximidad de esta fecha, evitando caer en algo que llevara un tono fúnebre o encaminado a rememorar exclusivamente la ausencia del torero ido. Fue entonces que revolviendo la hemeroteca me encontré con la crónica de la corrida celebrada en Huelva, el 11 de octubre de 1986. Un festejo que es un hito para la Historia del Toreo por dos razones. Primero, porque en ella se presentó en ruedos españoles la ganadería mexicana de San Mateo y después, porque esa corrida mexicana la lidió y mató David Silveti en unión de José Ortega Cano y Tomás Campuzano.

Previo al festejo

En una entrevista concedida a Rafael Moreno del ABC de Sevilla y publicada el 6 de octubre de ese 1986, David hace un repaso del camino de lesiones que tuvo que padecer para llegar a ese momento, iniciado prácticamente la tarde de su confirmación de alternativa en 1977 en la Plaza México y repetido con inquietante frecuencia en forma de lesiones que, a diferencia de las cornadas, no tardaban en sanar quince días, como acostumbradamente rezan los partes facultativos, sino que llegado un momento, le llevaron a los ruedos bajo su propia responsabilidad y usando un aparato ortopédico. De esa entrevista extraigo lo siguiente:

- ¿Te sientes mermado con el aparato ortopédico delante del toro?
- Me siento con la capacidad suficiente. No sería capaz de hacerlo de otra forma, primero por no engañar al público y segundo, por mí mismo.
- ¿Has tenido que aprender algún tipo de recurso por este motivo?
- Taurino no, físicos sí; tengo que aguantar mi peso de otra forma...
- ¿Se nota el aparato por fuera?
- Si te fijas bien, sí...
- ¿Qué función cumple?
- Evitar que la rodilla se doble en cualquier dirección.
El próximo sábado está anunciado en Huelva. «Mi intención es quedar bien para que me contraten para la próxima temporada. Torear en España es mi gran ilusión. He luchado mucho para lograrlo y sé que lo voy a lograr»”

David Silveti ya planteaba desde ese momento lo que Jesús Solórzano hijo llamaría después la ética, la estética y la patética del toreo, en una serie de revelaciones que hizo a Rafael Ramírez Heredia, de la siguiente guisa:

…Jesús Solórzano, matador de toros como sello en su vida, no en vano es hijo y sangre de toreros, expresó que los diestros se podían dividir en tres clases (claro, cuando son figuras, no antes): Éticos, estéticos y patéticos… Ético, cuando el torero es un dechado de pundonor, el que todas las tardes sale a cumplir consigo mismo y por supuesto con aquellos que pagaron su boleto… Estéticos, aquellos para los cuales el arte va sobre todas las cosas… - y ¿patéticos? – hicimos la pregunta… diestros que olían a drama, a pesadumbre interna…

El David Silveti que volvía a los toros tras de cada nueva lesión salía a cumplir con su deber en el ruedo, ejecutaba las suertes con una gran belleza y además, quizás sobre todo lo anterior, resultaba un verdadero drama el ver a un hombre prácticamente imposibilitado para ello, desviar las embestidas de los toros con solamente el juego de los brazos y las muñecas, devolviendo al toreo la sensación de mortal peligro que le es consustancial. El David Silveti que la afición mexicana vio, sobre todo en sus últimas actuaciones, demostró que ese ingrediente es el verdadero faltante para hacer que los públicos regresen a las plazas.

La Corrida de la Hispanidad de Huelva

De la crónica de Rafael Moreno, aparecida en el ABC de Sevilla del 12 de octubre de 1986 destaca lo siguiente:

Con estos toros, David Silveti anduvo hecho un león. Así de claro. Sin dejarse arrugar, con los dientes apretados y dispuesto a jugarse la vida para triunfar. Nos sorprendió el torero mexicano, aunque bien mirado no tendría por qué haber sido así: un hombre que ha sido capaz de superar todas las adversidades que él ha superado para poder vestirse de torero no podía ahora tirarlo todo por la borda, ahora que por fin se veía en España frente a dos toros de su tierra. Dos toros que no quisieron darle ninguna facilidad.
El primero tuvo genio para dar y regalar. David le pudo porque le llevó siempre la muleta muy baja. El toro de pronto se dio cuenta de que no asustaba al torero y se fue buscando las tablas. Luego, el puntillero lo levantó en varias ocasiones. Botaba el toro buscando al del cachete. Con el segundo, David se jugó la vida. El toro se lo quería comer, pera él fue capaz de ganarle la pelea.
Estuvo hecho un león. Creo que lo de León le viene de familia.

Poco más se puede agregar. Un torero que demostraba que ante todo quería ser torero y ante el toro se preocupó por serlo, honrando su dignidad y sobre todo, a sus antepasados que también lo fueron.

Los toros

La presentación en España de los toros de San Mateo, continentes de una de las vertientes más puras de la sangre del Marqués del Saltillo en el mundo, es otro hito importante que merece ser recordado. La corrida tuvo también lo suyo y aunque solamente cinco de los toros llevaron marcado el hierro de la “S” y de la “E” entrelazadas y uno el de San Marcos, el encierro terminó causando sensación. De la misma crónica recojo los siguientes pasajes:

Cuando el último toro mexicano lidiado ayer en la plaza de Huelva cayó a los pies de su matador Tomás Campuzano todos respiramos tranquilos. De pronto se había acabado la corrida. No nos habíamos dado cuenta. Nadie, absolutamente nadie, se había aburrido en la plaza. No había sido posible: los toros mexicanos nos mantuvieron a todos la tensión constantemente a flor de piel. Ni siquiera era posible hablar con el vecino. Lo que ocurría en el ruedo exigía toda nuestra atención. Aquellos toros, mejor toritos, si los juzgamos por su volumen, habían obrado el milagro de mantenernos con el alma en un vilo durante todo el festejo. La fiesta recuperó de pronto todo su sentido emotivo. El miedo llegaba a los tendidos. El peligro se veía desde lejos y también el mérito de los toreros que fueron capaces de hacerle frente… Con esta clase de toros no hace falta más. Ayer en Huelva vivimos una dimensión de la fiesta casi olvidada. Los saltillos que volvieron a su tierra de origen para morir nos trasladaron a otra época, no sabemos si definitivamente superada, pero desde luego altamente emotiva. Comprendo que en España se ha alcanzado un nivel de selección distinto. Al toro de aquí ese genio se le ha transformado en bondad. Quizá en el punto medio estaría la virtud. Pero eso es difícil. Tras una larga epopeya, estos toros descendientes de aquellas doce vacas y dos sementales que el legendario Antonio Llaguno, en combinación con su amigo Bombita, le compró al marqués de Saltillo, y que en tiempos de la revolución mexicana tuvo que esconder en los sótanos de su casa de la capital cuidándolos él mismo, estos toros, aunque no nos han dado una lección, sí al menos nos han hecho reflexionar sobre la necesidad que tenemos hoy en nuestra tierra no de raza ni de bravura, pero sí de fiereza para que el animal no se caiga y tenga movilidad durante toda la lidia…

En suma, el toro bravo, con movilidad, que requiere de una muleta poderosa que lo someta para que se le pueda torear. Eso fue lo que la corrida mexicana representó en esa Corrida de la Hispanidad de 1986 en Huelva.

¿Cuál fue el resultado? José Ortega Cano, que vistió de rosa y oro, dio la vuelta al ruedo en el que abrió plaza y fue silenciado en el cuarto; Tomás Campuzano, vestido de grana y oro, cortó la oreja al segundo y las dos al quinto, que no fue malo y David Silveti, que vestía de azul y oro, salió al tercio a pesar de ser avisado en el tercero y saludos y cortó una oreja al sexto. Tomás Campuzano salió a hombros por la puerta grande.

Creo que así es como se debe recordar a los toreros, en sus tardes de gloria.

Post - scriptum: Hoy me doy cuenta de que el pasado viernes 11, esta Aldea cumplió 3 años de estar en el éter. Espero que desde entonces, esté aportando algo a esta Fiesta tan propensa al vilipendio. 

domingo, 18 de septiembre de 2011

10 de agosto de 1924: Se presenta la ganadería de La Punta en El Toreo de La Condesa

Cartel anunciador aparecido en
El Universal Taurino

Aunque la Hacienda de La Punta ya había visto su nombre anunciado en carteles taurinos desde el año de 1902, según el decir de don Francisco Madrazo Solórzano, es propiamente hasta el año de 1918 cuando toma forma su andadura en la crianza del ganado de lidia, al adquirir los hermanos Francisco y José C. Madrazo y García Granados una punta de vacas y su rastra, marcadas con el hierro de San Nicolás Peralta – descendientes mayoritariamente de toros del Duque de Veragua importados por don Ignacio de la Torre y Mier

Las vacas nicolaítas fueron cruzadas en la primavera siguiente con dos toros españoles procedentes de Parladé y Saltillo Pinchasapos, número 23, negro y Finezas, número 18, entrepelado, respectivamente – ambos cedidos por el torero sevillano Ignacio Sánchez Mejías a los señores de La Punta. La cruza no dio los resultados esperados, por lo que en ese mismo 1919 los hermanos Madrazo adquirieron de don Antonio y don Julián Llaguno 50 vacas y los toros números 3 y 6 de San Mateo para reiniciar su andadura ganadera con esa simiente zacatecana.

Para su presentación en la principal plaza de la Capital de la República, se señaló el día 10 de agosto de 1924, en un festejo mixto a beneficio de la candidatura de la señorita Eva Platt, candidata de los trabajadores ferrocarrileros para ser Embajadora de la Simpatía. Los diestros actuantes serían el matador de toros Manuel Navarro y los novilleros Porfirio Magaña y Juan Espinosa Armillita. Los ganados a lidiarse serían de los primeros productos de la simiente de San Mateo.

La crónica del festejo

La crónica de Rafael Solana, Verduguillo, aparecida en el número 146 de El Universal Taurino, correspondiente al 12 de agosto de 1924, en el análisis correspondiente al encierro lidiado, refiere lo siguiente:


Los toros de “La Punta”

Los señores Madrazo enviaron para esta, su primera corrida, seis toros de corta edad (ninguno de ellos pasaba de los tres años y medio), de magnífica presentación. Hubo dos, algo defectuosos de los pitacos, pero los otros cuatro, ni pintados habrían sido más bonitos.
Hubo también entre la corrida punteña sus diferencias en lo que respecta a pelos: dos fueron negros mulatos, uno fue castaño claro y los otros tres, cárdenos claros, la pinta clásica del toro bravo.
En general los toros punteños fueron bravos y codiciosos. Hubo alguno que saliera abanto y otro, el tercero, que se llegó a asustar de los primeros capotazos. Pero éstos, poco a poco fueron creciéndose, y cuando sintieron el castigo, empujaron fuerte y derribaron a los picadores con estrépito.
De todos los corridos hoy fueron los más bravos el primero, el tercero y el sexto. El cuarto tuvo mucho de lo que hoy se llama temperamento, pero, de no haberle dado la lidia infernal que le dieron, habría lucido muchísimo más y se habría prestado para que Magaña (en sustitución de Armillita) hiciera una artística faena,
El triunfo ha sido completo para los señores Madrazo, que deben estar orgullosos de que, de los seis ejemplares enviados a la plaza, cuatro hayan sido calurosamente ovacionados, y uno, el sexto, de nombre “Campanero”, cárdeno claro, bien puesto, marcado con el número 2, haya sido indultado.
Triunfo más rotundo que el de esta tarde hace tiempo que no lo obtiene ningún ganadero mexicano. Mi enhorabuena, señor Madrazo, y que siga la cosa por ese camino…

La afición congregada en El Toreo, que hizo una extraordinaria entrada, pidió la presencia de los ganaderos en el redondel, más éstos no salieron. Algunos lo consideraron una descortesía, otros, extrema modestia. Por ello, el propio Verduguillo se dio a la tarea de buscar la información pertinente y publicó, en el mismo número de El Universal Taurino la siguiente nota aclaratoria:


Por qué no salieron los señores Madrazo cuando el público los llamaba

Anoche estuvo en nuestra redacción el señor don Miguel Illanes Blanco, inteligente aficionado y representante de los señores Madrazo, propietarios de la ganadería de “La Punta”.
En medio de la charla sobre el resultado de la corrida, y los comentarios acerca del buen juego que dieron los punteños, preguntamos al señor Illanes por qué los señores Madrazo no habían salido al ruedo a recoger las calurosas ovaciones que se tributaron a sus cornúpetos.
El señor Illanes Blanco nos manifestó que los señores Madrazo no habían ocupado durante la corrida el palco que usualmente ocupan los ganaderos, sino que se fueron al tendido, donde se confundieron con los demás aficionados, para presenciar el juego que dieron sus toros. Es más, los señores Madrazo habían anunciado que no asistirían a la fiesta, y a última hora se resolvieron a asistir casi de incógnito.
Es este un rasgo de modestia de los escrupulosos ganaderos, que de ninguna manera deben considerar los aficionados como falta de atención, ya que los tantas veces citados señores Madrazo están agradecidísimos por la benevolencia con que el público los ha tratado.

El final de Campanero y el destino de La Punta

Reportaje gráfico aparecido en El Universal Taurino
Campanero al centro
Al poco tiempo del indulto de Campanero, se produjo un encontronazo – que resultaría ser definitivo – entre las fuertes personalidades de don Francisco Madrazo y don Antonio Llaguno. En ese momento, el señor de La Punta decidió deshacerse de todo el ganado de origen San Mateo que tenía en sus potreros y aconsejado por Juan Belmonte, se adquirieron 2 erales, 2 utreros y 12 vacas marcadas con el hierro de Gamero Cívico, de puro origen MurubeYbarraParladé para dar a la ganadería jalisciense la personalidad que terminó por convertirla en una de las casas fundacionales de la cabaña brava mexicana.

Sobre el final del Campanero, don Francisco Madrazo Solórzano escribió lo siguiente:

Al poco tiempo hubo un enorme distanciamiento entre don Antonio Llaguno y mi padre, por entonces grandes amigos. Cuestiones de ganadería brava que tiene tantas pasiones y que enciende pronto el carácter de los hombres metidos en este medio; al indultado lo mandó castrar mi padre, para dárselo al mediero Luis Pérez, quien lo amansó y unció a su yunta por unos años, ya que, en 1927 llegaron los cristeros y nos quemaron la casa y de paso, mataron al Campanero. Jamás hubo una reconciliación con don Antonio.

Hierro y divisa de La Punta
Muchos años después, Francisco Madrazo y Antonio Llaguno, los hijos de los fundadores de las casas de La Punta y San Mateo, superarían los obstáculos que no pudieron sortear los que les antecedieron, pero con un inconveniente, una reforma agraria mal encauzada y un cambio radical en la manera de llevar la fiesta, les había privado del señorío de ser ganaderos de bravo.

Esto lo debí haber publicado hace más de un mes, pero, aprovecho que estoy fuera de mi base por unos días, para no dejar desatendido esto y por eso diferí este recuerdo.

domingo, 17 de julio de 2011

En el centenario de Armillita VII

18 de julio de 1926: Fermín Espinosa se presenta como novillero en El Toreo de la Ciudad de México

Alegoría publicitaria de Armillita
relativa a su primera campaña novilleril
En una entrada anterior de esta serie de recuerdos, precisamente en la que dediqué al centenario del natalicio del Maestro, transcribía un breve recorte de unos apuntes autobiográficos que inició unos meses antes de su muerte y que alcanzan desde su nacimiento y hasta los días previos a su alternativa española recibida en la Plaza Monumental de Barcelona. En esas notas, Armillita deja bien clara su disposición para el toreo desde su más tierna infancia pues es a los tres años de edad que prácticamente gana sus primeros dineros del toro.

Lo anterior viene a cuento porque cuando se propaló que debutaría como novillero en El Toreo de la Condesa, habiendo toreado su última becerrada apenas el 21 de marzo de 1926, no faltaron en ese tiempo los oficiosos defensores del menor, que hasta cierto punto se escandalizaron porque un chico de apenas 15 años de edad se enfrentaría a novillos hechos y alternando en algunos casos con novilleros que le superaban en edad por bastantes años. Mariano Alberto Rodríguez, paisano del torero, compadre y biógrafo suyo, narra este episodio de su vida de la siguiente forma:

Hasta mediados de mayo de 1926 Fermín siguió toreando becerradas, novillitos de poca presencia y fuerza. La temporada de novilladas de aquél año en la plaza El Toreo fue organizada por el viejo taurino don José del Rivero en sociedad con don Romualdo Guzmán... La temporada chica se inició el 9 de mayo con poco lucimiento y se fue dando bandazos porque los noveles no daban una, la afición se retraía y había muy pobres entradas. Para el 30 de aquél mes la empresa recurrió a corridas mixtas, matadores de segunda y novilleros para seguir adelante... El 11 de julio se presentó José González, “Carnicerito”, el León de Tepatitlán. Torero tremendista, con poca idea de la lidia. Sus triunfos fueron siempre a base de redaños... En la revista taurina “Universal Taurino” del día 13 de junio apareció, junto con el anuncio de que “Armillita” debutaría como novillero el día 18, un artículo en el que se hacían consideraciones sobre el crimen que se cometía con Fermín, quien sólo contaba con 15 años de edad, y se enfrentaría a novillos cuajados y puntales. Conminaban a don Fermín y a las gentes que habían movido al niño a que esperaran un año más para que se diera aquél paso en su carrera… El domingo 18 de julio el cartel lo formaron Edmundo Maldonado “El Tato”, Julián Pastor y “Armillita” con novillos de San Mateo. El niño sabio de Saltillo, como un hiperbólico cronista bautizó a Fermín demostró desde el primer momento, con el novillo toro, puntal y con fuerza, que tenía recursos para lidiar y matar lo que le saliera desde los chiqueros… La peonería y sus compañeros en el cartel, gente mayor y de más experiencia estuvieron aquella tarde de su presentación listos para ayudar al crío cuando se enfrentó a su primer enemigo. Enseguida se dieron cuenta de que podía sin auxilio desenvolverse solo, que no necesitaba que lo cuidaran, que podía andar solo por el mundo. Dio la sensación de ser un diestro cuajado. Hizo dos trasteos muy lucidos y fue largamente ovacionado…

Como se puede ver, las dudas de quienes cuestionaban la capacidad torera del debutante se vieron superadas por lo sucedido en el ruedo. En los parámetros actuales, no se trató de una tarde triunfal, en la que se cortaran trofeos a carretadas, más se vio por la afición a un aspirante a torero con posibilidades serias de serlo y eso, desde mi óptica, la mayor parte de las veces, vale más que muchas orejas cortadas al socaire de la emoción de un momento o del ejercicio indebido de Jueces de Plaza o Presidentes manirrotos.

Rafael Solana, Verduguillo – en ese tiempo corresponsable de la publicación de El Universal Taurino y en cierta manera protector del joven prospecto – relata de la siguiente manera el suceso que hoy intento conmemorar:

En la quinta novillada, el tuxpeño “Pepete”, Carralafuente y “Carnicerito” lidiaron novillos de Malpaso, y en la sexta se presentó Fermín Espinosa “Armillita” con novillos de San Mateo, propiedad de los señores don Antonio y don Julián Llaguno. Fue el primer lleno de la temporada; los billetes de sol se agotaron desde el sábado, y en sombra el graderío se cubrió casi totalmente, pues apenas si quedaron unos pequeños claros en la parte superior del tendido. A nadie sorprendió el entradón: las reses de San Mateo arrastraban ya una enorme cantidad de público; la combinación de matadores no dejaba que desear. Acompañaron a “Armillita Chico”, Edmundo Maldonado “Tato” y Heriberto García; los tres espadas gozaban de gran cartel, y en esa época los tres por igual se disputaban con los mismos merecimientos el honor de ocupar el sitio que había dejado vacante Gaona dos años antes… De los tres, solamente llegó uno. “Armillita”; Heriberto no se quedó muy atrás pues años después ya era figura y actuaba en carteles de tronío. Una cornada al entrar a matar después de inolvidable faena, lo quitó de enmedio. Esto fue en la plaza de Madrid. En cuanto al “Tato”, se hundió sin que nadie sepa por qué… La actuación de Fermincito sorprendió a los aficionados y muy especialmente a los críticos; era el caso de una extraordinaria intuición taurina. “Sabe más de lo que le han enseñado”, dijo don Carlos Quirós “Monosabio”, mientras “Don Verdades” afirmaba en Excélsior: “Yo nunca he visto un torero que a esa edad haga lo que este niño hace”. Mi comentario inicial fue: “Este niño nació torero, lo mismo que Mozart nació músico”... Acababa Fermincito de cumplir los 16 años, pues nació en la ciudad de Saltillo el 3 de mayo de 1911. Su padre, el viejo Fermín, torero muy bueno y muy conocedor de la profesión, tenía centrada en el chico toda su esperanza...

Poco deja la versión de Verduguillo para el comentario. Lo escrito por él algunos años después contiene un sucinto pero completo resumen de lo que representaba en ese momento la llegada de Armillita a la fiesta y de lo que implicaba su proceder delante de los toros. Indudablemente que por su falta de profundidad, deja de lado el comentario del artículo proteccionista al que alude el autor citado antes y al que albergó el semanario que él co – dirigía.

El mismo Armillita escribió lo que su debut en el escalafón novilleril le representó. En las notas autobiográficas que entregó al nombrado Mariano Alberto Rodríguez, el Maestro refiere lo siguiente:

El 18 de julio de 1926 hice mi debut como novillero en la Plaza de El Toreo alternando con Edmundo Maldonado “El Tato” y Julián Pastor, con novillos de San Mateo. El salto del becerrote al novillo me impresionó, pero no me asusté. Seguí los mismos procedimientos que usaba con el becerrote. Sí noté que el novillo siendo de casta era más fácil torearlo bien. Les veía las puntas de los cuernos, sentía que eran mucho más fuertes, que podían dañarme, pero gracias a Dios casi nada pasó. Sobre todo mi primer novillo me parecía por lo menos ya un toro con 500 kilos. Tuve una buena tarde pero sin hacer nada sobresaliente pues solo di una vuelta al ruedo en mi primero. Con todo y esto yo seguía siendo un chiquillo pues no tuve amigos que me sonsacaran a divertirme por el camino que no conviene, sobre todo cuando uno quiere ser torero, al contrario, mis amistades seguían siendo chicos de mi edad y más chicos todavía, así que mi mayor diversión era jugar a las canicas, al balero y desde luego, los juegos al toro...

Como vemos, aún dedicándose profesionalmente al toreo, la infancia de Armillita no pareció verse afectada. Ya decía al principio que desde su primera infancia sus juegos eran taurinos y después de dar el paso a la novillería, él mismo deja claro que seguía frecuentando a jovencitos de su edad para procurarse las diversiones propias de ella.

Esa es la versión del propio interesado, que en la temporada de su presentación actuó en 9 de las 17 novilladas de las que se integró, ganó la Oreja de Plata que en la misma se disputó y que por esas cuestiones que no alcanzan a veces la comprensión de uno, en la votación popular para la designación del triunfador de la temporada, el que obtuvo la mayor cantidad de sufragios, fue Edmundo Maldonado Tato.

Esta es la manera en la que inició el camino de un torero que escribió en los ruedos algunas de las páginas más importantes de la Historia del Toreo.

domingo, 20 de febrero de 2011

En el centenario de Armillita, II

20 de febrero de 1944, Fermín Espinosa corta el rabo a Paracaidista de La Laguna, tras de matar 6 de San Mateo en solitario y ejecuta en El Toreo por primera vez el quite de La Saltillera.

La 12ª corrida de la temporada 1943 – 44 en El Toreo de la Condesa estaba pensada originalmente en un mano a mano entre el Maestro de Saltillo y Silverio Pérez para dar cuenta del encierro de don Antonio Llaguno. Desde esta perspectiva o desde la que finalmente se dio, despertó de inmediato un interés malsano en la afición, dado que la malquerencia entre el ganadero de Zacatecas y los dos toreros que formarían el cartel era de sobra conocida. Al final de cuentas, una semana antes el certero pitón de Zapatero de La Punta se atravesó en el camino del Faraón de Texcoco y la fecha se cerró para la actuación exclusiva de Fermín.

Don Antonio Llaguno tenía una especial antipatía hacia Armillita y todo lo que representaba. La negociación de la empresa de El Toreo con el ganadero culminó en la aceptación de este para que Fermín matara su corrida, lo que Luis Niño de Rivera, en su obra Sangre de Llaguno, explica de la siguiente manera:


…El ganadero estaba convencido de la enemistad del torero hacia su persona, misma que canalizaba a través de la lidia que daba a los toros de San Mateo. Reconocía en Fermín una enorme capacidad como torero, que servía de fundamento para creer que con tanto talento, la única explicación era que no quería darle a sus toros la lidia adecuada para hacerlos lucir. A Llaguno únicamente le cabía en la cabeza que “Armilla” tuviera propósitos ulteriores con los toros de San Mateo, y por consiguiente con él, al torearlos a contra estilo, doblándose con ellos, cuando lo que requerían era darles recorrido para que fueran a más...

…La culminación de esta confrontación se dio la tarde del 20 de febrero de 1944, cuando ambos accedieron a una encerrona del diestro coahuilense con seis bureles del zacatecano. Un verdadero duelo de titanes que no estaba planeado como tal originalmente. El programa inicial incluía al “Faraón de Texcoco”, en lo que sería también un cartel controvertido, en mano a mano entre Fermín y Silverio, con toros de San Mateo, pero el destino puso las cosas de tal manera que había que tomar decisiones de gran altura, si querían comportarse como grandes del toreo...
Los toros escogidos por el ganadero de San Mateo para la ocasión fueron cinco de encaste Llaguno (producto del cruce de ganados nacionales con lo importado de Saltillo) y uno de origen Saltillo puro, de los cuales cuatro tenían 6 años de edad y dos eran cinqueños. Por su orden salieron al ruedo: 1º Lucerito, número 32 con nota de tienta regular, nacido en 1939; 2º Tinajero, número 32, con nota de tienta bueno, nacido en 1938; 3º Vencedor, número 37, con nota de tienta regular, nacido en 1938. Este era Saltillo puro y en la plaza fue anunciado como Jerezano; 4º Barretero, número 82, con nota de tienta bueno, nacido en 1938; 5º Desertor, número 17, no se proporciona nota de tienta, nacido en 1938 y 6º Peregrino, número 50, con nota de tienta regular, nacido en 1939.

Si se observa, la corrida, en el papel, tenía mucho que toreársele. Era muy diferente a los toritos de plomoAlfonso de Icaza dixit – que el mismo don Antonio le enviaba a Lorenzo Garza – en esa temporada en el retiro – o a El Soldado, por lo que Fermín El Sabio tenía la certeza de que para triunfar esa tarde no solamente tenía que poderle al envío del señor de San Mateo, sino que tendría además que obtener un triunfo rotundo. En esas condiciones, pidió a su amigo Romárico González, ganadero de La Laguna, un toro para regalar si las condiciones se daban. El propio Luis Niño de Rivera lo narra así:

…Armillita sabía de la capacidad de Llaguno para escoger un encierro que le fuera particularmente molesto y difícil. Por su parte, don Antonio entendía con toda claridad que el torero iría bien pertrechado con un “séptimo cajón”. El encierro no podría ser simplemente malo, puesto que se jugaba el prestigio de San Mateo y la posición de su propietario. Por su parte, el maestro tenía que buscar el triunfo a como diera lugar, para demostrar su superioridad sobre los astados del zacatecano...
Al final del festejo, Armillita le había cortado la oreja al primero, Lucerito, la que le tuvo que ser traída del desolladero y dio una aclamada vuelta al ruedo tras de la lidia del cuarto, Barretero, por no haber culminado con la espada lo que varias de las crónicas consideraron que fue la faena de la tarde. Allí se abrió la ventana para el obsequio de Paracaidista – brindado a Mario Moreno Cantinflas – que le permitió al Maestro la realización de una gran faena y el corte de la oreja y el rabo y la salida en hombros de la plaza.

Críticas posteriores a la actuación de Fermín Espinosa se decantaron por intentar minimizar su triunfo ante Paracaidista, señalando la diferencia notoria de trapío que guardaba con los toros de San Mateo que compusieron el encierro titular de la corrida del 20 de febrero. Uno de los que con más insistencia puntualizaron ese hecho, fue Roque Armando Sosa Ferreyro Don Tancredo, en La Lidia de México, que desde su crónica del festejo refería el triunfo del Maestro ante un utrero.

Don Luis de la Torre, El – Hombre – Que – No – Cree – En – Nada, en refutación a Don Tancredo, expresó lo siguiente:

...nos hemos mostrado extrañados de que el señor ganadero de San Mateo en esta ocasión haya enviado a la arena de “El Toreo” una corrida con toda la barba... Si hablamos de dedicatoria especial por parte del señor Llaguno, téngase en cuenta que lo hemos hecho no por tratarse de “Armillita” y de Silverio, para quienes estuvo destinado el encierro, sino porque de de la ganadería de San Mateo es de donde salen la mayor cantidad de toros con bravura tendiente a la docilidad y en edad cercana a la juventud, con los cuales puede hacerse alarde de preciosismo y pinturería, y siempre han sido puestos sus pupilos en manos de determinados lidiadores para quienes nunca hubo vetos ni prohibiciones. Esta es la verdad escueta, no “nuestra verdad”, pues en ella solamente está comprendida nuestra manera de pensar, y en la primera se halla también el convencimiento de toda la afición... Que hábilmente “Armillita” haya obsequiado un toro de distinta ganadería y en condiciones diversas de edad, peso y estilo, en relación con los primeramente lidiados, para con él hacer patente la diferencia de lo que encierra el lidiar un TORO y un utrero, también es una verdad unánimemente aceptada; pero ello, a mi humilde entender, carece de relación directa con la hazaña momentos antes realizada. Se trató de un obsequio y en él concurrieron las características que quedan mencionadas, y no vamos a querer que Fermín haya contado de antemano con tropezar con un toro que de manera definitiva redondeara su triunfo. Pudo haberse equivocado y entonces, quizá, pudiera él mismo haber hecho disminuir el valer de su actuación, quedando, entonces sí, en un posible ridículo...
No puedo coincidir en que porque se tratara de un regalo, se justificara la alegada falta de presencia del toro de La Laguna, aunque ninguna de las relaciones del festejo – las favorables y las que no lo son – refieren que Paracaidista haya sido protestado, lo que me sugiere que en todo caso desentonó entre los toros de 5 y 6 años por ser quizás cuatreño; pero también me queda claro que el encierro de San Mateo sí iba con dedicatoria y que al final de cuentas, Armillita resolvió con eficacia la papeleta que le planteó don Antonio Llaguno con los toros que le preparó para la ocasión. En esa tesitura, el Maestro obtuvo el triunfo que la afición esperaba y mantuvo su categoría con el toro de Romárico González que previsoramente estaba dispuesto como sobrero.



El apunte de Antonio Ximénez en el que se describe
el nuevo quite de Armillita llamado después saltillera


Para concluir y sobre la nueva suerte que presentó a la afición, el pintor Antonio Ximénez, que elaboraba apuntes para La Lidia de México, la describe brevemente como una gaonera renovada, en tanto que Alberto Lázaro, en su columna semanal Cargando la Suerte en la misma publicación, dice lo siguiente:

…El 20 de febrero de 1944 – fecha que figurará con letras de oro en los anales de la tauromaquia – creó Fermín Espinosa un lance nuevo… Quién afirmó que Fermín había practicado la “tapatía”, quién aseguró que era la “fregolina” y quién, por fin, dijo que era la “caleserina”… Está inspirada en la “gaonera” y en el pase alto ligado a la manera de Victoriano de La Serna… El torero se echa la capa atrás, como para torear por “gaoneras”. Inicia la suerte exactamente como si fuera a dar una “gaonera”, pero en lugar de rematarla llevando el brazo a la altura natural, el torero lo levanta como para dar un pase alto… Es, pues, la suerte creada por Armillita, mezcla de “gaonera” y de pase alto. En su ligazón cobra gran semejanza con los pases lasernistas que se dan con la muleta… Este lance puede ligarse también por el lado izquierdo en la misma forma en que se hace hoy por el lado derecho… Y como la creación es obra de Armillita, por más que haya quienes, como siempre, le discutan el mérito, debemos llamarla en justicia “armillina”…
La historia nos demuestra que el nombre que le quedó al lance, sería el de saltillera, no en recuerdo al nombre taurino de su creador, sino al del lugar del nacimiento de Armillita, Saltillo, Coahuila.

Así es como se escribió otra de las páginas de gloria de la historia en los ruedos de Fermín Espinosa, Armillita.

N.B. El subrayado en la transcripción de la obra de Niño de Rivera es obra de este amanuense.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Zorrito de San Mateo


Hace cuatro días, Javier, en Toro, Torero y Afición, publicó una entrada a partir de un comentario de Oselito, en el que se aludía al indulto del toro Zorrito de San Mateo, que le tocó en suerte a Manolo Espinosa, Armillita, la tarde del 5 de febrero de 1966, en la desaparecida plaza de toros de El Progreso, en Guadalajara, Jalisco, en cartel en el que alternaron con el hijo mayor del Maestro de Maestros, Santiago Martín, El Viti y Jaime Rangel, llevando por delante a Carlos Arruza, en la última tarde que actuara en esa plaza El Ciclón Mexicano, quien perdiera la vida en un accidente de carretera el siguiente mes de mayo.

Este asunto va a quedar algo extenso, así que me pongo manos a la obra. Espero que quede entendible.

El origen de Zorrito

En algún otro sitio de esta misma Aldea, comentaba que los hermanos Antonio y Julián Llaguno importaron de España entre 1908 y 1911 dos toros padres y 16 vacas del Marqués del Saltillo. Entre el primer lote de ganado que importaron, venía una vaca, la Vidriera, número 11, que en el año de 1909 parió un becerro, nombrado Vidriero por su madre y herrado con el número 2. Este Vidriero fue engendrado en España y junto con el Conejo, toro importado en 1908, fue uno de los hacedores de la hoy ganadería madre de la cabaña brava mexicana, San Mateo. El gráfico que está enseguida, ilustra la genealogía paterna del toro que es el tema en esta oportunidad.

Zorrito se llamó en los libros de la ganadería Zorrillo, pero para lidiarlo en la plaza, se modificó su nombre para evitar la cacofonía del mismo, pues en nuestro lenguaje coloquial, es la forma con la que designamos a la mofeta. Su nacencia es del año de 1962, lo que me sugiere que se lidió de utrero, lo que se confirma de observar su trapío en el primer tramo del vídeo que ilustra la entrada de Javier y que da pie a que yo meta los míos en esta oportunidad.

La afirmación que hago en el sentido de que se lidió de utrero, la deduzco también de la reseña del encierro publicada en el diario El Informador de Guadalajara, la víspera del festejo, que refleja en lo sustancial lo siguiente:

El ganado que lucirá la ilustre divisa rosa y blanco de "San Mateo" a lidiarse en la primera de las tres corridas de que consta la Tercera Feria Taurina de Guadalajara en la plaza "El Progreso" se compone de siete toros que oportunamente se han estado exhibiendo.

Para que los aficionados conozcan sus características, ofrecemos la información. El ejemplar cárdeno listón marcado con el número 67, pesó al desembarcarlo 445 kilos netos. Hay otro de igual pinta que hizo mover la báscula hasta los 475 kilogramos y se distingue por el número 37. También el mismo pelaje tiene el número 47 con un peso de 455. El que ostenta en los costillares el número 51, cárdeno, se carga sobre los lomos 480 kilos. Los toros de color negro, uno meano, el otro bragado y el restante entrepelado, son respectivamente los marcados con los números 42, 66 y 65 de un tonelaje de 485, 465 y 450 kilos.

Todos estos astados de la propiedad de los señores José Antonio Llaguno e Ignacio García Aceves, reúnen finura, juventud, correctas cornamentas, escogidos de lo de la mejor nota; sin ser unas catedrales están en su mero punto…


Como se puede ver, desde la reseña periodística del encierro, se advertía que el encierro era cómodo y sobre todo, joven.

El festejo

El festejo tuvo como mayor fasto el indulto de Zorrito, el triunfo de Manolo Espinosa y el hecho de que Jaime Rangel saliera herido. La crónica de Latiguillo en El Informador revela que la corrida al final no dio el resultado esperado:



Para apreciar debidamente la labor de los matadores, diremos que el primero de San Mateo resultó bravo a secas, el segundo tuvo el defecto de llegar soso y aplomado al final, el tercer mereció el indulto y prestigió, tanto, al espada en turno, como a sus dueños, el cuarto también llegó soso y aplomado al último tercio, el quinto resultó demasiado difícil y el sexto no permitió el éxito a su victimario. El que correspondió al "Ciclón" Carlos Arruza empezó quedado, pero terminó embistiendo con bravura…


Sobre la actuación del hijo mayor de Armillita ante el toro de la tarde, el mismo Enrique Aceves escribió:

…Le tocó al hijo del que fuera gran maestro de los ruedos, don Fermín Espinosa "Armillita", lidiar al mejor toro del encierro, es decir al que los propios aficionados pidieron su indulto, después de la extraordinaria pelea que dio en los tres tercios pues fue bravo con el percal, arremetió con fuerza a los caballos y llegó al final embistiendo fieramente a la muleta. ¡Un gran toro!...

…la escandalera vino con la muleta, cuando Espinosa, después de brindar la faena a su señor padre, ejecutó toda clase de suertes del toreo, sin que faltaran los clásicos naturales y templados derechazos, todos a la mínima distancia y en medio de una gran algarabía, ya que los olés resonaban en los tendidos y las ovaciones se sucedían unas a otras…

Otra efeméride a destacar, es en el sentido de que esta tarde fue la primera vez que los señores García Aceves y García Villaseñor, compartían una vuelta al ruedo por un triunfo con José Antonio Llaguno García, ya como condueños de San Mateo y al paso de los años, acabarían por adquirir la totalidad de la titularidad de la vacada.

…Como este bravo toro, ya lo mencionamos fue indultado a petición del público, al diestro triunfador se le otorgaron, simbólicamente, las dos orejas y el rabo, con los cuales dio varias vueltas al ruedo, primero solo y luego con los ganaderos José Antonio Llaguno e Ignacio García Villaseñor, hijo de Nacho García Aceves, y con su señor padre, don Fermín Espinosa…


El destino de Zorrito

Zorrito volvió a los potreros de San Mateo, donde fue puesto con las vacas, pero también dejó progenie en las ganaderías de San Martín, Los Martínez y con Javier Garfias, quien lo retentó aproximadamente al año de haber sido indultado, en la plaza de la Hacienda de Santiago, donde entonces tenía el asiento de su ganadería y allí lo volvió a lidiar Manolo Espinosa y el toro no acusó los efectos de la lidia previa a la que había sido sometido. Si se ve con cuidado el segundo tramo del vídeo al que he aludido antes y se compara el trapío del toro con el que lucía cuando fue a la plaza, se puede ver que efectivamente, fue lidiado de utrero.

Años después, concluido su ciclo reproductivo, el toro fue llevado de nueva cuenta al ruedo de El Progreso, donde por última vez, lo lidió Armillita. Sobre el particular, el torero le contó lo siguiente a Guillermo Salas Alonso, cronista del diario El Universal hace algo más de 5 años:

Fue un gran toro. La tarde que se indultó lo lidié a placer con la mano derecha, me tocó la inspiración con su varita mágica. Al año siguiente, en el tentadero de Javier Garfias iba temeroso de que Zorrito, que me dio tanto, hubiese adquirido resabios que ya no me permitieran torearlo.

Como dejando volar el pensamiento tras una pausa, nos explica: En Guadalajara la faena reunió muchos pases por el pitón derecho, ya con Garfias fue mejor por el izquierdo… Volví a sentirlo, a gozar con su raza y estilo.

Cuando me habló don José Antonio Llaguno García y me dio a conocer el plan de volverlo a torear para matarlo en Guadalajara, la plaza que el destino le dio la oportunidad de seguir viviendo, acepté, pero con las dudas de que si se dejaría torear por tercera ocasión. Me dejó mudo… ¡Volvió a embestir!

Es un caso que deja ver la raza de procedencia del encaste de Saltillo, a través de San Mateo... ¡Bendita sangre!

Esto es pues algo de la historia de Zorrito (Zorrillo en los libros), número 51, cárdeno claro, apretado y vuelto de cuerna, nacido en el año de 1962, corrido en tercer lugar de la lidia ordinaria de esa corrida inaugural de la Tercera Feria Taurina de Guadalajara, el 5 de febrero de 1966 y no de 1960, como equivocadamente dice, hasta el portal oficial de la propia ganadería de San Mateo.

Aldeanos