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domingo, 13 de noviembre de 2011

David Silveti, ocho años de ausencia


Ayer se cumplieron ocho años de la desaparición física de David Silveti. La verdad es que la confirmación de alternativa de su hijo Diego en la Plaza México el pasado domingo me había movido a escribir algo sobre “El Rey” dada la proximidad de esta fecha, evitando caer en algo que llevara un tono fúnebre o encaminado a rememorar exclusivamente la ausencia del torero ido. Fue entonces que revolviendo la hemeroteca me encontré con la crónica de la corrida celebrada en Huelva, el 11 de octubre de 1986. Un festejo que es un hito para la Historia del Toreo por dos razones. Primero, porque en ella se presentó en ruedos españoles la ganadería mexicana de San Mateo y después, porque esa corrida mexicana la lidió y mató David Silveti en unión de José Ortega Cano y Tomás Campuzano.

Previo al festejo

En una entrevista concedida a Rafael Moreno del ABC de Sevilla y publicada el 6 de octubre de ese 1986, David hace un repaso del camino de lesiones que tuvo que padecer para llegar a ese momento, iniciado prácticamente la tarde de su confirmación de alternativa en 1977 en la Plaza México y repetido con inquietante frecuencia en forma de lesiones que, a diferencia de las cornadas, no tardaban en sanar quince días, como acostumbradamente rezan los partes facultativos, sino que llegado un momento, le llevaron a los ruedos bajo su propia responsabilidad y usando un aparato ortopédico. De esa entrevista extraigo lo siguiente:

- ¿Te sientes mermado con el aparato ortopédico delante del toro?
- Me siento con la capacidad suficiente. No sería capaz de hacerlo de otra forma, primero por no engañar al público y segundo, por mí mismo.
- ¿Has tenido que aprender algún tipo de recurso por este motivo?
- Taurino no, físicos sí; tengo que aguantar mi peso de otra forma...
- ¿Se nota el aparato por fuera?
- Si te fijas bien, sí...
- ¿Qué función cumple?
- Evitar que la rodilla se doble en cualquier dirección.
El próximo sábado está anunciado en Huelva. «Mi intención es quedar bien para que me contraten para la próxima temporada. Torear en España es mi gran ilusión. He luchado mucho para lograrlo y sé que lo voy a lograr»”

David Silveti ya planteaba desde ese momento lo que Jesús Solórzano hijo llamaría después la ética, la estética y la patética del toreo, en una serie de revelaciones que hizo a Rafael Ramírez Heredia, de la siguiente guisa:

…Jesús Solórzano, matador de toros como sello en su vida, no en vano es hijo y sangre de toreros, expresó que los diestros se podían dividir en tres clases (claro, cuando son figuras, no antes): Éticos, estéticos y patéticos… Ético, cuando el torero es un dechado de pundonor, el que todas las tardes sale a cumplir consigo mismo y por supuesto con aquellos que pagaron su boleto… Estéticos, aquellos para los cuales el arte va sobre todas las cosas… - y ¿patéticos? – hicimos la pregunta… diestros que olían a drama, a pesadumbre interna…

El David Silveti que volvía a los toros tras de cada nueva lesión salía a cumplir con su deber en el ruedo, ejecutaba las suertes con una gran belleza y además, quizás sobre todo lo anterior, resultaba un verdadero drama el ver a un hombre prácticamente imposibilitado para ello, desviar las embestidas de los toros con solamente el juego de los brazos y las muñecas, devolviendo al toreo la sensación de mortal peligro que le es consustancial. El David Silveti que la afición mexicana vio, sobre todo en sus últimas actuaciones, demostró que ese ingrediente es el verdadero faltante para hacer que los públicos regresen a las plazas.

La Corrida de la Hispanidad de Huelva

De la crónica de Rafael Moreno, aparecida en el ABC de Sevilla del 12 de octubre de 1986 destaca lo siguiente:

Con estos toros, David Silveti anduvo hecho un león. Así de claro. Sin dejarse arrugar, con los dientes apretados y dispuesto a jugarse la vida para triunfar. Nos sorprendió el torero mexicano, aunque bien mirado no tendría por qué haber sido así: un hombre que ha sido capaz de superar todas las adversidades que él ha superado para poder vestirse de torero no podía ahora tirarlo todo por la borda, ahora que por fin se veía en España frente a dos toros de su tierra. Dos toros que no quisieron darle ninguna facilidad.
El primero tuvo genio para dar y regalar. David le pudo porque le llevó siempre la muleta muy baja. El toro de pronto se dio cuenta de que no asustaba al torero y se fue buscando las tablas. Luego, el puntillero lo levantó en varias ocasiones. Botaba el toro buscando al del cachete. Con el segundo, David se jugó la vida. El toro se lo quería comer, pera él fue capaz de ganarle la pelea.
Estuvo hecho un león. Creo que lo de León le viene de familia.

Poco más se puede agregar. Un torero que demostraba que ante todo quería ser torero y ante el toro se preocupó por serlo, honrando su dignidad y sobre todo, a sus antepasados que también lo fueron.

Los toros

La presentación en España de los toros de San Mateo, continentes de una de las vertientes más puras de la sangre del Marqués del Saltillo en el mundo, es otro hito importante que merece ser recordado. La corrida tuvo también lo suyo y aunque solamente cinco de los toros llevaron marcado el hierro de la “S” y de la “E” entrelazadas y uno el de San Marcos, el encierro terminó causando sensación. De la misma crónica recojo los siguientes pasajes:

Cuando el último toro mexicano lidiado ayer en la plaza de Huelva cayó a los pies de su matador Tomás Campuzano todos respiramos tranquilos. De pronto se había acabado la corrida. No nos habíamos dado cuenta. Nadie, absolutamente nadie, se había aburrido en la plaza. No había sido posible: los toros mexicanos nos mantuvieron a todos la tensión constantemente a flor de piel. Ni siquiera era posible hablar con el vecino. Lo que ocurría en el ruedo exigía toda nuestra atención. Aquellos toros, mejor toritos, si los juzgamos por su volumen, habían obrado el milagro de mantenernos con el alma en un vilo durante todo el festejo. La fiesta recuperó de pronto todo su sentido emotivo. El miedo llegaba a los tendidos. El peligro se veía desde lejos y también el mérito de los toreros que fueron capaces de hacerle frente… Con esta clase de toros no hace falta más. Ayer en Huelva vivimos una dimensión de la fiesta casi olvidada. Los saltillos que volvieron a su tierra de origen para morir nos trasladaron a otra época, no sabemos si definitivamente superada, pero desde luego altamente emotiva. Comprendo que en España se ha alcanzado un nivel de selección distinto. Al toro de aquí ese genio se le ha transformado en bondad. Quizá en el punto medio estaría la virtud. Pero eso es difícil. Tras una larga epopeya, estos toros descendientes de aquellas doce vacas y dos sementales que el legendario Antonio Llaguno, en combinación con su amigo Bombita, le compró al marqués de Saltillo, y que en tiempos de la revolución mexicana tuvo que esconder en los sótanos de su casa de la capital cuidándolos él mismo, estos toros, aunque no nos han dado una lección, sí al menos nos han hecho reflexionar sobre la necesidad que tenemos hoy en nuestra tierra no de raza ni de bravura, pero sí de fiereza para que el animal no se caiga y tenga movilidad durante toda la lidia…

En suma, el toro bravo, con movilidad, que requiere de una muleta poderosa que lo someta para que se le pueda torear. Eso fue lo que la corrida mexicana representó en esa Corrida de la Hispanidad de 1986 en Huelva.

¿Cuál fue el resultado? José Ortega Cano, que vistió de rosa y oro, dio la vuelta al ruedo en el que abrió plaza y fue silenciado en el cuarto; Tomás Campuzano, vestido de grana y oro, cortó la oreja al segundo y las dos al quinto, que no fue malo y David Silveti, que vestía de azul y oro, salió al tercio a pesar de ser avisado en el tercero y saludos y cortó una oreja al sexto. Tomás Campuzano salió a hombros por la puerta grande.

Creo que así es como se debe recordar a los toreros, en sus tardes de gloria.

Post - scriptum: Hoy me doy cuenta de que el pasado viernes 11, esta Aldea cumplió 3 años de estar en el éter. Espero que desde entonces, esté aportando algo a esta Fiesta tan propensa al vilipendio. 

domingo, 18 de septiembre de 2011

10 de agosto de 1924: Se presenta la ganadería de La Punta en El Toreo de La Condesa

Cartel anunciador aparecido en
El Universal Taurino

Aunque la Hacienda de La Punta ya había visto su nombre anunciado en carteles taurinos desde el año de 1902, según el decir de don Francisco Madrazo Solórzano, es propiamente hasta el año de 1918 cuando toma forma su andadura en la crianza del ganado de lidia, al adquirir los hermanos Francisco y José C. Madrazo y García Granados una punta de vacas y su rastra, marcadas con el hierro de San Nicolás Peralta – descendientes mayoritariamente de toros del Duque de Veragua importados por don Ignacio de la Torre y Mier

Las vacas nicolaítas fueron cruzadas en la primavera siguiente con dos toros españoles procedentes de Parladé y Saltillo Pinchasapos, número 23, negro y Finezas, número 18, entrepelado, respectivamente – ambos cedidos por el torero sevillano Ignacio Sánchez Mejías a los señores de La Punta. La cruza no dio los resultados esperados, por lo que en ese mismo 1919 los hermanos Madrazo adquirieron de don Antonio y don Julián Llaguno 50 vacas y los toros números 3 y 6 de San Mateo para reiniciar su andadura ganadera con esa simiente zacatecana.

Para su presentación en la principal plaza de la Capital de la República, se señaló el día 10 de agosto de 1924, en un festejo mixto a beneficio de la candidatura de la señorita Eva Platt, candidata de los trabajadores ferrocarrileros para ser Embajadora de la Simpatía. Los diestros actuantes serían el matador de toros Manuel Navarro y los novilleros Porfirio Magaña y Juan Espinosa Armillita. Los ganados a lidiarse serían de los primeros productos de la simiente de San Mateo.

La crónica del festejo

La crónica de Rafael Solana, Verduguillo, aparecida en el número 146 de El Universal Taurino, correspondiente al 12 de agosto de 1924, en el análisis correspondiente al encierro lidiado, refiere lo siguiente:


Los toros de “La Punta”

Los señores Madrazo enviaron para esta, su primera corrida, seis toros de corta edad (ninguno de ellos pasaba de los tres años y medio), de magnífica presentación. Hubo dos, algo defectuosos de los pitacos, pero los otros cuatro, ni pintados habrían sido más bonitos.
Hubo también entre la corrida punteña sus diferencias en lo que respecta a pelos: dos fueron negros mulatos, uno fue castaño claro y los otros tres, cárdenos claros, la pinta clásica del toro bravo.
En general los toros punteños fueron bravos y codiciosos. Hubo alguno que saliera abanto y otro, el tercero, que se llegó a asustar de los primeros capotazos. Pero éstos, poco a poco fueron creciéndose, y cuando sintieron el castigo, empujaron fuerte y derribaron a los picadores con estrépito.
De todos los corridos hoy fueron los más bravos el primero, el tercero y el sexto. El cuarto tuvo mucho de lo que hoy se llama temperamento, pero, de no haberle dado la lidia infernal que le dieron, habría lucido muchísimo más y se habría prestado para que Magaña (en sustitución de Armillita) hiciera una artística faena,
El triunfo ha sido completo para los señores Madrazo, que deben estar orgullosos de que, de los seis ejemplares enviados a la plaza, cuatro hayan sido calurosamente ovacionados, y uno, el sexto, de nombre “Campanero”, cárdeno claro, bien puesto, marcado con el número 2, haya sido indultado.
Triunfo más rotundo que el de esta tarde hace tiempo que no lo obtiene ningún ganadero mexicano. Mi enhorabuena, señor Madrazo, y que siga la cosa por ese camino…

La afición congregada en El Toreo, que hizo una extraordinaria entrada, pidió la presencia de los ganaderos en el redondel, más éstos no salieron. Algunos lo consideraron una descortesía, otros, extrema modestia. Por ello, el propio Verduguillo se dio a la tarea de buscar la información pertinente y publicó, en el mismo número de El Universal Taurino la siguiente nota aclaratoria:


Por qué no salieron los señores Madrazo cuando el público los llamaba

Anoche estuvo en nuestra redacción el señor don Miguel Illanes Blanco, inteligente aficionado y representante de los señores Madrazo, propietarios de la ganadería de “La Punta”.
En medio de la charla sobre el resultado de la corrida, y los comentarios acerca del buen juego que dieron los punteños, preguntamos al señor Illanes por qué los señores Madrazo no habían salido al ruedo a recoger las calurosas ovaciones que se tributaron a sus cornúpetos.
El señor Illanes Blanco nos manifestó que los señores Madrazo no habían ocupado durante la corrida el palco que usualmente ocupan los ganaderos, sino que se fueron al tendido, donde se confundieron con los demás aficionados, para presenciar el juego que dieron sus toros. Es más, los señores Madrazo habían anunciado que no asistirían a la fiesta, y a última hora se resolvieron a asistir casi de incógnito.
Es este un rasgo de modestia de los escrupulosos ganaderos, que de ninguna manera deben considerar los aficionados como falta de atención, ya que los tantas veces citados señores Madrazo están agradecidísimos por la benevolencia con que el público los ha tratado.

El final de Campanero y el destino de La Punta

Reportaje gráfico aparecido en El Universal Taurino
Campanero al centro
Al poco tiempo del indulto de Campanero, se produjo un encontronazo – que resultaría ser definitivo – entre las fuertes personalidades de don Francisco Madrazo y don Antonio Llaguno. En ese momento, el señor de La Punta decidió deshacerse de todo el ganado de origen San Mateo que tenía en sus potreros y aconsejado por Juan Belmonte, se adquirieron 2 erales, 2 utreros y 12 vacas marcadas con el hierro de Gamero Cívico, de puro origen MurubeYbarraParladé para dar a la ganadería jalisciense la personalidad que terminó por convertirla en una de las casas fundacionales de la cabaña brava mexicana.

Sobre el final del Campanero, don Francisco Madrazo Solórzano escribió lo siguiente:

Al poco tiempo hubo un enorme distanciamiento entre don Antonio Llaguno y mi padre, por entonces grandes amigos. Cuestiones de ganadería brava que tiene tantas pasiones y que enciende pronto el carácter de los hombres metidos en este medio; al indultado lo mandó castrar mi padre, para dárselo al mediero Luis Pérez, quien lo amansó y unció a su yunta por unos años, ya que, en 1927 llegaron los cristeros y nos quemaron la casa y de paso, mataron al Campanero. Jamás hubo una reconciliación con don Antonio.

Hierro y divisa de La Punta
Muchos años después, Francisco Madrazo y Antonio Llaguno, los hijos de los fundadores de las casas de La Punta y San Mateo, superarían los obstáculos que no pudieron sortear los que les antecedieron, pero con un inconveniente, una reforma agraria mal encauzada y un cambio radical en la manera de llevar la fiesta, les había privado del señorío de ser ganaderos de bravo.

Esto lo debí haber publicado hace más de un mes, pero, aprovecho que estoy fuera de mi base por unos días, para no dejar desatendido esto y por eso diferí este recuerdo.

domingo, 17 de julio de 2011

En el centenario de Armillita VII

18 de julio de 1926: Fermín Espinosa se presenta como novillero en El Toreo de la Ciudad de México

Alegoría publicitaria de Armillita
relativa a su primera campaña novilleril
En una entrada anterior de esta serie de recuerdos, precisamente en la que dediqué al centenario del natalicio del Maestro, transcribía un breve recorte de unos apuntes autobiográficos que inició unos meses antes de su muerte y que alcanzan desde su nacimiento y hasta los días previos a su alternativa española recibida en la Plaza Monumental de Barcelona. En esas notas, Armillita deja bien clara su disposición para el toreo desde su más tierna infancia pues es a los tres años de edad que prácticamente gana sus primeros dineros del toro.

Lo anterior viene a cuento porque cuando se propaló que debutaría como novillero en El Toreo de la Condesa, habiendo toreado su última becerrada apenas el 21 de marzo de 1926, no faltaron en ese tiempo los oficiosos defensores del menor, que hasta cierto punto se escandalizaron porque un chico de apenas 15 años de edad se enfrentaría a novillos hechos y alternando en algunos casos con novilleros que le superaban en edad por bastantes años. Mariano Alberto Rodríguez, paisano del torero, compadre y biógrafo suyo, narra este episodio de su vida de la siguiente forma:

Hasta mediados de mayo de 1926 Fermín siguió toreando becerradas, novillitos de poca presencia y fuerza. La temporada de novilladas de aquél año en la plaza El Toreo fue organizada por el viejo taurino don José del Rivero en sociedad con don Romualdo Guzmán... La temporada chica se inició el 9 de mayo con poco lucimiento y se fue dando bandazos porque los noveles no daban una, la afición se retraía y había muy pobres entradas. Para el 30 de aquél mes la empresa recurrió a corridas mixtas, matadores de segunda y novilleros para seguir adelante... El 11 de julio se presentó José González, “Carnicerito”, el León de Tepatitlán. Torero tremendista, con poca idea de la lidia. Sus triunfos fueron siempre a base de redaños... En la revista taurina “Universal Taurino” del día 13 de junio apareció, junto con el anuncio de que “Armillita” debutaría como novillero el día 18, un artículo en el que se hacían consideraciones sobre el crimen que se cometía con Fermín, quien sólo contaba con 15 años de edad, y se enfrentaría a novillos cuajados y puntales. Conminaban a don Fermín y a las gentes que habían movido al niño a que esperaran un año más para que se diera aquél paso en su carrera… El domingo 18 de julio el cartel lo formaron Edmundo Maldonado “El Tato”, Julián Pastor y “Armillita” con novillos de San Mateo. El niño sabio de Saltillo, como un hiperbólico cronista bautizó a Fermín demostró desde el primer momento, con el novillo toro, puntal y con fuerza, que tenía recursos para lidiar y matar lo que le saliera desde los chiqueros… La peonería y sus compañeros en el cartel, gente mayor y de más experiencia estuvieron aquella tarde de su presentación listos para ayudar al crío cuando se enfrentó a su primer enemigo. Enseguida se dieron cuenta de que podía sin auxilio desenvolverse solo, que no necesitaba que lo cuidaran, que podía andar solo por el mundo. Dio la sensación de ser un diestro cuajado. Hizo dos trasteos muy lucidos y fue largamente ovacionado…

Como se puede ver, las dudas de quienes cuestionaban la capacidad torera del debutante se vieron superadas por lo sucedido en el ruedo. En los parámetros actuales, no se trató de una tarde triunfal, en la que se cortaran trofeos a carretadas, más se vio por la afición a un aspirante a torero con posibilidades serias de serlo y eso, desde mi óptica, la mayor parte de las veces, vale más que muchas orejas cortadas al socaire de la emoción de un momento o del ejercicio indebido de Jueces de Plaza o Presidentes manirrotos.

Rafael Solana, Verduguillo – en ese tiempo corresponsable de la publicación de El Universal Taurino y en cierta manera protector del joven prospecto – relata de la siguiente manera el suceso que hoy intento conmemorar:

En la quinta novillada, el tuxpeño “Pepete”, Carralafuente y “Carnicerito” lidiaron novillos de Malpaso, y en la sexta se presentó Fermín Espinosa “Armillita” con novillos de San Mateo, propiedad de los señores don Antonio y don Julián Llaguno. Fue el primer lleno de la temporada; los billetes de sol se agotaron desde el sábado, y en sombra el graderío se cubrió casi totalmente, pues apenas si quedaron unos pequeños claros en la parte superior del tendido. A nadie sorprendió el entradón: las reses de San Mateo arrastraban ya una enorme cantidad de público; la combinación de matadores no dejaba que desear. Acompañaron a “Armillita Chico”, Edmundo Maldonado “Tato” y Heriberto García; los tres espadas gozaban de gran cartel, y en esa época los tres por igual se disputaban con los mismos merecimientos el honor de ocupar el sitio que había dejado vacante Gaona dos años antes… De los tres, solamente llegó uno. “Armillita”; Heriberto no se quedó muy atrás pues años después ya era figura y actuaba en carteles de tronío. Una cornada al entrar a matar después de inolvidable faena, lo quitó de enmedio. Esto fue en la plaza de Madrid. En cuanto al “Tato”, se hundió sin que nadie sepa por qué… La actuación de Fermincito sorprendió a los aficionados y muy especialmente a los críticos; era el caso de una extraordinaria intuición taurina. “Sabe más de lo que le han enseñado”, dijo don Carlos Quirós “Monosabio”, mientras “Don Verdades” afirmaba en Excélsior: “Yo nunca he visto un torero que a esa edad haga lo que este niño hace”. Mi comentario inicial fue: “Este niño nació torero, lo mismo que Mozart nació músico”... Acababa Fermincito de cumplir los 16 años, pues nació en la ciudad de Saltillo el 3 de mayo de 1911. Su padre, el viejo Fermín, torero muy bueno y muy conocedor de la profesión, tenía centrada en el chico toda su esperanza...

Poco deja la versión de Verduguillo para el comentario. Lo escrito por él algunos años después contiene un sucinto pero completo resumen de lo que representaba en ese momento la llegada de Armillita a la fiesta y de lo que implicaba su proceder delante de los toros. Indudablemente que por su falta de profundidad, deja de lado el comentario del artículo proteccionista al que alude el autor citado antes y al que albergó el semanario que él co – dirigía.

El mismo Armillita escribió lo que su debut en el escalafón novilleril le representó. En las notas autobiográficas que entregó al nombrado Mariano Alberto Rodríguez, el Maestro refiere lo siguiente:

El 18 de julio de 1926 hice mi debut como novillero en la Plaza de El Toreo alternando con Edmundo Maldonado “El Tato” y Julián Pastor, con novillos de San Mateo. El salto del becerrote al novillo me impresionó, pero no me asusté. Seguí los mismos procedimientos que usaba con el becerrote. Sí noté que el novillo siendo de casta era más fácil torearlo bien. Les veía las puntas de los cuernos, sentía que eran mucho más fuertes, que podían dañarme, pero gracias a Dios casi nada pasó. Sobre todo mi primer novillo me parecía por lo menos ya un toro con 500 kilos. Tuve una buena tarde pero sin hacer nada sobresaliente pues solo di una vuelta al ruedo en mi primero. Con todo y esto yo seguía siendo un chiquillo pues no tuve amigos que me sonsacaran a divertirme por el camino que no conviene, sobre todo cuando uno quiere ser torero, al contrario, mis amistades seguían siendo chicos de mi edad y más chicos todavía, así que mi mayor diversión era jugar a las canicas, al balero y desde luego, los juegos al toro...

Como vemos, aún dedicándose profesionalmente al toreo, la infancia de Armillita no pareció verse afectada. Ya decía al principio que desde su primera infancia sus juegos eran taurinos y después de dar el paso a la novillería, él mismo deja claro que seguía frecuentando a jovencitos de su edad para procurarse las diversiones propias de ella.

Esa es la versión del propio interesado, que en la temporada de su presentación actuó en 9 de las 17 novilladas de las que se integró, ganó la Oreja de Plata que en la misma se disputó y que por esas cuestiones que no alcanzan a veces la comprensión de uno, en la votación popular para la designación del triunfador de la temporada, el que obtuvo la mayor cantidad de sufragios, fue Edmundo Maldonado Tato.

Esta es la manera en la que inició el camino de un torero que escribió en los ruedos algunas de las páginas más importantes de la Historia del Toreo.

domingo, 20 de febrero de 2011

En el centenario de Armillita, II

20 de febrero de 1944, Fermín Espinosa corta el rabo a Paracaidista de La Laguna, tras de matar 6 de San Mateo en solitario y ejecuta en El Toreo por primera vez el quite de La Saltillera.

La 12ª corrida de la temporada 1943 – 44 en El Toreo de la Condesa estaba pensada originalmente en un mano a mano entre el Maestro de Saltillo y Silverio Pérez para dar cuenta del encierro de don Antonio Llaguno. Desde esta perspectiva o desde la que finalmente se dio, despertó de inmediato un interés malsano en la afición, dado que la malquerencia entre el ganadero de Zacatecas y los dos toreros que formarían el cartel era de sobra conocida. Al final de cuentas, una semana antes el certero pitón de Zapatero de La Punta se atravesó en el camino del Faraón de Texcoco y la fecha se cerró para la actuación exclusiva de Fermín.

Don Antonio Llaguno tenía una especial antipatía hacia Armillita y todo lo que representaba. La negociación de la empresa de El Toreo con el ganadero culminó en la aceptación de este para que Fermín matara su corrida, lo que Luis Niño de Rivera, en su obra Sangre de Llaguno, explica de la siguiente manera:


…El ganadero estaba convencido de la enemistad del torero hacia su persona, misma que canalizaba a través de la lidia que daba a los toros de San Mateo. Reconocía en Fermín una enorme capacidad como torero, que servía de fundamento para creer que con tanto talento, la única explicación era que no quería darle a sus toros la lidia adecuada para hacerlos lucir. A Llaguno únicamente le cabía en la cabeza que “Armilla” tuviera propósitos ulteriores con los toros de San Mateo, y por consiguiente con él, al torearlos a contra estilo, doblándose con ellos, cuando lo que requerían era darles recorrido para que fueran a más...

…La culminación de esta confrontación se dio la tarde del 20 de febrero de 1944, cuando ambos accedieron a una encerrona del diestro coahuilense con seis bureles del zacatecano. Un verdadero duelo de titanes que no estaba planeado como tal originalmente. El programa inicial incluía al “Faraón de Texcoco”, en lo que sería también un cartel controvertido, en mano a mano entre Fermín y Silverio, con toros de San Mateo, pero el destino puso las cosas de tal manera que había que tomar decisiones de gran altura, si querían comportarse como grandes del toreo...
Los toros escogidos por el ganadero de San Mateo para la ocasión fueron cinco de encaste Llaguno (producto del cruce de ganados nacionales con lo importado de Saltillo) y uno de origen Saltillo puro, de los cuales cuatro tenían 6 años de edad y dos eran cinqueños. Por su orden salieron al ruedo: 1º Lucerito, número 32 con nota de tienta regular, nacido en 1939; 2º Tinajero, número 32, con nota de tienta bueno, nacido en 1938; 3º Vencedor, número 37, con nota de tienta regular, nacido en 1938. Este era Saltillo puro y en la plaza fue anunciado como Jerezano; 4º Barretero, número 82, con nota de tienta bueno, nacido en 1938; 5º Desertor, número 17, no se proporciona nota de tienta, nacido en 1938 y 6º Peregrino, número 50, con nota de tienta regular, nacido en 1939.

Si se observa, la corrida, en el papel, tenía mucho que toreársele. Era muy diferente a los toritos de plomoAlfonso de Icaza dixit – que el mismo don Antonio le enviaba a Lorenzo Garza – en esa temporada en el retiro – o a El Soldado, por lo que Fermín El Sabio tenía la certeza de que para triunfar esa tarde no solamente tenía que poderle al envío del señor de San Mateo, sino que tendría además que obtener un triunfo rotundo. En esas condiciones, pidió a su amigo Romárico González, ganadero de La Laguna, un toro para regalar si las condiciones se daban. El propio Luis Niño de Rivera lo narra así:

…Armillita sabía de la capacidad de Llaguno para escoger un encierro que le fuera particularmente molesto y difícil. Por su parte, don Antonio entendía con toda claridad que el torero iría bien pertrechado con un “séptimo cajón”. El encierro no podría ser simplemente malo, puesto que se jugaba el prestigio de San Mateo y la posición de su propietario. Por su parte, el maestro tenía que buscar el triunfo a como diera lugar, para demostrar su superioridad sobre los astados del zacatecano...
Al final del festejo, Armillita le había cortado la oreja al primero, Lucerito, la que le tuvo que ser traída del desolladero y dio una aclamada vuelta al ruedo tras de la lidia del cuarto, Barretero, por no haber culminado con la espada lo que varias de las crónicas consideraron que fue la faena de la tarde. Allí se abrió la ventana para el obsequio de Paracaidista – brindado a Mario Moreno Cantinflas – que le permitió al Maestro la realización de una gran faena y el corte de la oreja y el rabo y la salida en hombros de la plaza.

Críticas posteriores a la actuación de Fermín Espinosa se decantaron por intentar minimizar su triunfo ante Paracaidista, señalando la diferencia notoria de trapío que guardaba con los toros de San Mateo que compusieron el encierro titular de la corrida del 20 de febrero. Uno de los que con más insistencia puntualizaron ese hecho, fue Roque Armando Sosa Ferreyro Don Tancredo, en La Lidia de México, que desde su crónica del festejo refería el triunfo del Maestro ante un utrero.

Don Luis de la Torre, El – Hombre – Que – No – Cree – En – Nada, en refutación a Don Tancredo, expresó lo siguiente:

...nos hemos mostrado extrañados de que el señor ganadero de San Mateo en esta ocasión haya enviado a la arena de “El Toreo” una corrida con toda la barba... Si hablamos de dedicatoria especial por parte del señor Llaguno, téngase en cuenta que lo hemos hecho no por tratarse de “Armillita” y de Silverio, para quienes estuvo destinado el encierro, sino porque de de la ganadería de San Mateo es de donde salen la mayor cantidad de toros con bravura tendiente a la docilidad y en edad cercana a la juventud, con los cuales puede hacerse alarde de preciosismo y pinturería, y siempre han sido puestos sus pupilos en manos de determinados lidiadores para quienes nunca hubo vetos ni prohibiciones. Esta es la verdad escueta, no “nuestra verdad”, pues en ella solamente está comprendida nuestra manera de pensar, y en la primera se halla también el convencimiento de toda la afición... Que hábilmente “Armillita” haya obsequiado un toro de distinta ganadería y en condiciones diversas de edad, peso y estilo, en relación con los primeramente lidiados, para con él hacer patente la diferencia de lo que encierra el lidiar un TORO y un utrero, también es una verdad unánimemente aceptada; pero ello, a mi humilde entender, carece de relación directa con la hazaña momentos antes realizada. Se trató de un obsequio y en él concurrieron las características que quedan mencionadas, y no vamos a querer que Fermín haya contado de antemano con tropezar con un toro que de manera definitiva redondeara su triunfo. Pudo haberse equivocado y entonces, quizá, pudiera él mismo haber hecho disminuir el valer de su actuación, quedando, entonces sí, en un posible ridículo...
No puedo coincidir en que porque se tratara de un regalo, se justificara la alegada falta de presencia del toro de La Laguna, aunque ninguna de las relaciones del festejo – las favorables y las que no lo son – refieren que Paracaidista haya sido protestado, lo que me sugiere que en todo caso desentonó entre los toros de 5 y 6 años por ser quizás cuatreño; pero también me queda claro que el encierro de San Mateo sí iba con dedicatoria y que al final de cuentas, Armillita resolvió con eficacia la papeleta que le planteó don Antonio Llaguno con los toros que le preparó para la ocasión. En esa tesitura, el Maestro obtuvo el triunfo que la afición esperaba y mantuvo su categoría con el toro de Romárico González que previsoramente estaba dispuesto como sobrero.



El apunte de Antonio Ximénez en el que se describe
el nuevo quite de Armillita llamado después saltillera


Para concluir y sobre la nueva suerte que presentó a la afición, el pintor Antonio Ximénez, que elaboraba apuntes para La Lidia de México, la describe brevemente como una gaonera renovada, en tanto que Alberto Lázaro, en su columna semanal Cargando la Suerte en la misma publicación, dice lo siguiente:

…El 20 de febrero de 1944 – fecha que figurará con letras de oro en los anales de la tauromaquia – creó Fermín Espinosa un lance nuevo… Quién afirmó que Fermín había practicado la “tapatía”, quién aseguró que era la “fregolina” y quién, por fin, dijo que era la “caleserina”… Está inspirada en la “gaonera” y en el pase alto ligado a la manera de Victoriano de La Serna… El torero se echa la capa atrás, como para torear por “gaoneras”. Inicia la suerte exactamente como si fuera a dar una “gaonera”, pero en lugar de rematarla llevando el brazo a la altura natural, el torero lo levanta como para dar un pase alto… Es, pues, la suerte creada por Armillita, mezcla de “gaonera” y de pase alto. En su ligazón cobra gran semejanza con los pases lasernistas que se dan con la muleta… Este lance puede ligarse también por el lado izquierdo en la misma forma en que se hace hoy por el lado derecho… Y como la creación es obra de Armillita, por más que haya quienes, como siempre, le discutan el mérito, debemos llamarla en justicia “armillina”…
La historia nos demuestra que el nombre que le quedó al lance, sería el de saltillera, no en recuerdo al nombre taurino de su creador, sino al del lugar del nacimiento de Armillita, Saltillo, Coahuila.

Así es como se escribió otra de las páginas de gloria de la historia en los ruedos de Fermín Espinosa, Armillita.

N.B. El subrayado en la transcripción de la obra de Niño de Rivera es obra de este amanuense.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Zorrito de San Mateo


Hace cuatro días, Javier, en Toro, Torero y Afición, publicó una entrada a partir de un comentario de Oselito, en el que se aludía al indulto del toro Zorrito de San Mateo, que le tocó en suerte a Manolo Espinosa, Armillita, la tarde del 5 de febrero de 1966, en la desaparecida plaza de toros de El Progreso, en Guadalajara, Jalisco, en cartel en el que alternaron con el hijo mayor del Maestro de Maestros, Santiago Martín, El Viti y Jaime Rangel, llevando por delante a Carlos Arruza, en la última tarde que actuara en esa plaza El Ciclón Mexicano, quien perdiera la vida en un accidente de carretera el siguiente mes de mayo.

Este asunto va a quedar algo extenso, así que me pongo manos a la obra. Espero que quede entendible.

El origen de Zorrito

En algún otro sitio de esta misma Aldea, comentaba que los hermanos Antonio y Julián Llaguno importaron de España entre 1908 y 1911 dos toros padres y 16 vacas del Marqués del Saltillo. Entre el primer lote de ganado que importaron, venía una vaca, la Vidriera, número 11, que en el año de 1909 parió un becerro, nombrado Vidriero por su madre y herrado con el número 2. Este Vidriero fue engendrado en España y junto con el Conejo, toro importado en 1908, fue uno de los hacedores de la hoy ganadería madre de la cabaña brava mexicana, San Mateo. El gráfico que está enseguida, ilustra la genealogía paterna del toro que es el tema en esta oportunidad.

Zorrito se llamó en los libros de la ganadería Zorrillo, pero para lidiarlo en la plaza, se modificó su nombre para evitar la cacofonía del mismo, pues en nuestro lenguaje coloquial, es la forma con la que designamos a la mofeta. Su nacencia es del año de 1962, lo que me sugiere que se lidió de utrero, lo que se confirma de observar su trapío en el primer tramo del vídeo que ilustra la entrada de Javier y que da pie a que yo meta los míos en esta oportunidad.

La afirmación que hago en el sentido de que se lidió de utrero, la deduzco también de la reseña del encierro publicada en el diario El Informador de Guadalajara, la víspera del festejo, que refleja en lo sustancial lo siguiente:

El ganado que lucirá la ilustre divisa rosa y blanco de "San Mateo" a lidiarse en la primera de las tres corridas de que consta la Tercera Feria Taurina de Guadalajara en la plaza "El Progreso" se compone de siete toros que oportunamente se han estado exhibiendo.

Para que los aficionados conozcan sus características, ofrecemos la información. El ejemplar cárdeno listón marcado con el número 67, pesó al desembarcarlo 445 kilos netos. Hay otro de igual pinta que hizo mover la báscula hasta los 475 kilogramos y se distingue por el número 37. También el mismo pelaje tiene el número 47 con un peso de 455. El que ostenta en los costillares el número 51, cárdeno, se carga sobre los lomos 480 kilos. Los toros de color negro, uno meano, el otro bragado y el restante entrepelado, son respectivamente los marcados con los números 42, 66 y 65 de un tonelaje de 485, 465 y 450 kilos.

Todos estos astados de la propiedad de los señores José Antonio Llaguno e Ignacio García Aceves, reúnen finura, juventud, correctas cornamentas, escogidos de lo de la mejor nota; sin ser unas catedrales están en su mero punto…


Como se puede ver, desde la reseña periodística del encierro, se advertía que el encierro era cómodo y sobre todo, joven.

El festejo

El festejo tuvo como mayor fasto el indulto de Zorrito, el triunfo de Manolo Espinosa y el hecho de que Jaime Rangel saliera herido. La crónica de Latiguillo en El Informador revela que la corrida al final no dio el resultado esperado:



Para apreciar debidamente la labor de los matadores, diremos que el primero de San Mateo resultó bravo a secas, el segundo tuvo el defecto de llegar soso y aplomado al final, el tercer mereció el indulto y prestigió, tanto, al espada en turno, como a sus dueños, el cuarto también llegó soso y aplomado al último tercio, el quinto resultó demasiado difícil y el sexto no permitió el éxito a su victimario. El que correspondió al "Ciclón" Carlos Arruza empezó quedado, pero terminó embistiendo con bravura…


Sobre la actuación del hijo mayor de Armillita ante el toro de la tarde, el mismo Enrique Aceves escribió:

…Le tocó al hijo del que fuera gran maestro de los ruedos, don Fermín Espinosa "Armillita", lidiar al mejor toro del encierro, es decir al que los propios aficionados pidieron su indulto, después de la extraordinaria pelea que dio en los tres tercios pues fue bravo con el percal, arremetió con fuerza a los caballos y llegó al final embistiendo fieramente a la muleta. ¡Un gran toro!...

…la escandalera vino con la muleta, cuando Espinosa, después de brindar la faena a su señor padre, ejecutó toda clase de suertes del toreo, sin que faltaran los clásicos naturales y templados derechazos, todos a la mínima distancia y en medio de una gran algarabía, ya que los olés resonaban en los tendidos y las ovaciones se sucedían unas a otras…

Otra efeméride a destacar, es en el sentido de que esta tarde fue la primera vez que los señores García Aceves y García Villaseñor, compartían una vuelta al ruedo por un triunfo con José Antonio Llaguno García, ya como condueños de San Mateo y al paso de los años, acabarían por adquirir la totalidad de la titularidad de la vacada.

…Como este bravo toro, ya lo mencionamos fue indultado a petición del público, al diestro triunfador se le otorgaron, simbólicamente, las dos orejas y el rabo, con los cuales dio varias vueltas al ruedo, primero solo y luego con los ganaderos José Antonio Llaguno e Ignacio García Villaseñor, hijo de Nacho García Aceves, y con su señor padre, don Fermín Espinosa…


El destino de Zorrito

Zorrito volvió a los potreros de San Mateo, donde fue puesto con las vacas, pero también dejó progenie en las ganaderías de San Martín, Los Martínez y con Javier Garfias, quien lo retentó aproximadamente al año de haber sido indultado, en la plaza de la Hacienda de Santiago, donde entonces tenía el asiento de su ganadería y allí lo volvió a lidiar Manolo Espinosa y el toro no acusó los efectos de la lidia previa a la que había sido sometido. Si se ve con cuidado el segundo tramo del vídeo al que he aludido antes y se compara el trapío del toro con el que lucía cuando fue a la plaza, se puede ver que efectivamente, fue lidiado de utrero.

Años después, concluido su ciclo reproductivo, el toro fue llevado de nueva cuenta al ruedo de El Progreso, donde por última vez, lo lidió Armillita. Sobre el particular, el torero le contó lo siguiente a Guillermo Salas Alonso, cronista del diario El Universal hace algo más de 5 años:

Fue un gran toro. La tarde que se indultó lo lidié a placer con la mano derecha, me tocó la inspiración con su varita mágica. Al año siguiente, en el tentadero de Javier Garfias iba temeroso de que Zorrito, que me dio tanto, hubiese adquirido resabios que ya no me permitieran torearlo.

Como dejando volar el pensamiento tras una pausa, nos explica: En Guadalajara la faena reunió muchos pases por el pitón derecho, ya con Garfias fue mejor por el izquierdo… Volví a sentirlo, a gozar con su raza y estilo.

Cuando me habló don José Antonio Llaguno García y me dio a conocer el plan de volverlo a torear para matarlo en Guadalajara, la plaza que el destino le dio la oportunidad de seguir viviendo, acepté, pero con las dudas de que si se dejaría torear por tercera ocasión. Me dejó mudo… ¡Volvió a embestir!

Es un caso que deja ver la raza de procedencia del encaste de Saltillo, a través de San Mateo... ¡Bendita sangre!

Esto es pues algo de la historia de Zorrito (Zorrillo en los libros), número 51, cárdeno claro, apretado y vuelto de cuerna, nacido en el año de 1962, corrido en tercer lugar de la lidia ordinaria de esa corrida inaugural de la Tercera Feria Taurina de Guadalajara, el 5 de febrero de 1966 y no de 1960, como equivocadamente dice, hasta el portal oficial de la propia ganadería de San Mateo.

sábado, 25 de abril de 2009

Tal día como hoy: 25 de abril de 1959. Rafael Rodríguez y Poeta de San Mateo.



Hoy se cumple medio siglo de que El Volcán de Aguascalientes, Rafael Rodríguez Domínguez, realizara en el ruedo de la Plaza de Toros San Marcos, lo que para muchos aficionados resulta ser la faena más grande de su paso por los ruedos.

Esa tarde se conjuntaron con Rafael otras tres grandes leyendas de la fiesta, Alfonso Ramírez Calesero, Luis Procuna y los toros de San Mateo, que dieron una tarde que hoy a medio siglo de su realización, sigue siendo el paradigma de una corrida de feria triunfal, en la que todos, afición, toreros, ganaderos y público salen de la plaza satisfechos por lo que les ha tocado vivir.

La primera placa que se colocó para conmemorar un fasto en la Plaza de San Marcos fue precisamente la dedicada a la faena de Rafael Rodríguez a Poeta, el toro número 9 de San Mateo y tuvo que pasar una década para que se colocara la siguiente, ésta, en homenaje a la ganadería de La Punta por haber llegado a sus 45 años de existencia. Tal ha sido la impronta de esta faena en la afición de Aguascalientes, que la tiene como una de sus memorias más preciadas.

En esta ocasión transcribo íntegra y sin ulterior comentario la crónica de don Jesús Gómez Medina, aparecida en El Sol del Centro del día 26 de abril de 1959, en la que tuvo de compañero de tendido a un aficionado de excepción, al Maestro Fermín Espinosa Armillita, según se desprende de su propia narración.



Apoteosis De Rafael Rodríguez
La faena de "Poeta"
Una tarde de extraordinaria brillantez, con el triunfo estruendoso de Calesero, Luis Procuna y Rodríguez, y la ganadería de San Mateo 5 toros desorejados; el 3o. resultó de bandera.

Surgiendo de los repletos tendidos, el grito consagrado se extendió por todos los ámbitos del Coso y fue a desgranarse a los píes de la enhiesta figura del artista:

¡Torero!...

En alas de la brisa, el clamoreo tramontó el recinto de la plaza y sus ecos esparciéronse por la vecina floresta y, luego, fueron a propagarse por todos los rincones de la ciudad en fiesta:

¡Torero!... ¡Torero!...

Pues desde ayer, la Feria y Aguascalientes toda hállase convertida en una fervorosa plática de toros.

Y en todos los labios, un nombre: ¡Rafael Rodríguez!

¡Rafael Rodríguez, sí, el forjador de esa faena de milagrería, de ese trasteo inmortal al tercer sanmateíno, que constituyó el episodio culminante de una jornada de perfiles excepcionalmente brillantes!

¡Rafael Rodríguez, el máximo triunfador de una corrida en la que el éxito acompañó con idéntica asiduidad a los toreros y el ganadero!

¡Rafael Rodríguez, sí, el artífice de ese trasteo cumbre a una burel de características igualmente extraordinarias! ¡El creador de esa prodigiosa faena, a través de la cual el hidrocálido escaló el Himalaya del arte del toreo!...
El toreo, caricia suave
Es teoría belmontiana, ratificada con la autoridad de Rafael "El Gallo". - Para torear bien – díjole una vez el Divino Calvo a su hermano Joselito –; para torear bien hay que acariciar.

¡Acariciar! ¡Templar!... Convertir el esforzado juego que crearon los rudos lidiadores dieciochescos, en un espectáculo impregnado de ritmo, de armonía y de estética: ¡he aquí la gran conquista y el mayor timbre de gloria del Pasmo de Triana!

Y bien: ¿qué, sino esto, realizó ayer Rafael, cuando toreaba de muleta al maravilloso sanmateíno? Evoquemos la escena:

Acometía el noble bicho suavemente, templadamente, con el hocico al ras de la arena; y Rafael, "convertidas las piernas en estacas", lo prendía en el engaño y tiraba de él lentamente, rítmicamente, interminablemente. ¡Aquellos inacabables derechazos, plenos de armonía y de mando, en los que se volvió realidad el toreo en redondo! ¡Aquellos prodigiosos muletazos en los que el torero obligó al astado a girar pausadamente en su derredor, mientras la plaza entera sacudíase a los efectos de un latigazo de emoción! ¡De emoción artística!

¡El toreo, caricia suave!...

Caricia, sí; pero, también solidez y firmeza. Señorío total del hombre sobre la bestia. ¡Torerísmo!

Tal fue la gran faena de Rodríguez al tercero; y aunque en menos grado las mismas virtudes durante su trasteo con el sexto.

Porque Rafael que había puesto la plaza boca abajo cuando pasaba de muleta a su primero, amen de las dos orejas y el rabo de este imponderable burel y de las numerosas vueltas al ruedo realizadas entre una ovación atronadora, interminable, efectuó idéntica cosecha de apéndices con el sexto y, finalmente salió de la plaza en hombros.
El Poeta del Toreo
"Torear – dejó escrito Federico Alcázar – torea cualquiera. Lo difícil es torear con arte, porque el arte es un don de privilegio. Y mucho más con garbo, porque el garbo sólo está reservado a los elegidos".

¡Torear con arte! ¡Torear con garbo! ¿Acaso los anteriores conceptos no parecen escritos para el Calesero?

¡Alfonso Ramírez, poeta en traje de luces! ¡Cómo esplendió ayer tu arte sin igual y el garbo con que haces el toreo, cuando lanceabas al cárdeno que abrió plaza; cuando lo toreabas de muleta con derrocha de elegancia y de imperio; cuando, tu capote prodigioso -¡el primer capote que existe en el planeta de los toros!- burillaba chicuelinas y faroles, caleserinas y recortes que eran un estallido de color, de ritmo y de gracia!

¡Alfonso Ramírez, torero en plenitud! ¡Que magistral y diestro te mostraste cuando lidiabas al cuarto, exhumando un torero por la cara que constituía alarde de precisión, de limpieza y de mando! ¡Y a qué grado la calidad singular de tu toreo representó la alcanzada del éxito en una jornada que, tras el exordio triunfal que tú le impusiste, conservaría, acrecentando, ese espléndido matiz para convertirse en una tarde de perfiles históricos!

¡La tarde en que tres grandes figuras del toreo mexicano saturaron de emoción y de arte a los aficionados y, además, cortaron los apéndices de cinco bravos toros de San Mateo.
Luis Procuna
Procuna, o la personalidad... Porque Luis es peculiar en todo. Hasta en su concepción del toreo. Su técnica y su estilo difieren de todos; y esto, que representa una virtud, pues en el toreo, como en todas las artes, lo que cuenta es el acento personal, constituye por otra parte una deficiencia. Pues, en fuerza de ser original, Procuna suele trastocar el ritmo y el curso natural de la lidia y esto a la postre, mengua la unidad y la rotundez de sus faenas.

Pero, en lo que hace a su gusto, en lo que "siente", ayer, una vez más, estuvo Luis magnífico.

En realidad su faena al segundo fue muy buena. Por principios de cuentas, procuró hacerse del bicho que, tras de un desconcertante principio, en cuanto le pegaron los hulanos, sacó la casta y la bravura. ¡Y el buen estilo!

Y, tras de centrase con el sanmateíno, lo toreó el ‘Berrendo’ por derechazos superiores. Hizo luego lo suyo, su toreo por alto, girando en el que es único y, a continuación la estocada de efectos definitivos. Gran ovación, oreja y vuelta.

Al quinto, otro burel de excepción, Luis no llegó a entenderlo. No acertó a colocarse en el sitio justo para torearlo como la calidad del bicho merecía.

Apenas hacía el final de la faena atinó Procuna a ponerse al nivel del astado, en cuatro derechazos que reanimaron los entusiasmos. El resto, con ser muy espectacular, careció de hondura.

Empero, una vez más supo estar breve con la espada; una entera, para llevarse la segunda oreja de la sesión.
San Mateo
Estupendo, extraordinario resultó el encierro enviado por Toño Llaguno. ¡Casta, bravura, nobleza a raudales, estilo, docilidad; todo lo tuvieron los bureles de la justamente afamada divisa blanca y rosa!

¡La divisa de las tardes triunfales!

Sí magnífico fue el primero, también lo resulto el siguiente; quizás en mayor grado al final de su lidia.

El tercero, de tan bueno, de tan extraordinario, era difícil y peligroso para el toreo. Corría ésta el riesgo de fracasar y hundirse ante su estupendísima docilidad, ante su maravilloso "son". Para nuestra fortuna, este tercer astado, marcado con el número 9, encontróse con un torero que, sobre tan espléndida arcilla, supo erigir el edificio de su gran triunfo.

El cuarto desmereció un poco al lado de sus hermanos; y el segundo de Procuna, fue tan claro y tuvo un temple similar al del tercero ¿Se quiere mejor elogio?

Finalmente el que cerró plaza, en cuanto el toreo se centró con él, peleó como los buenos y dio lugar a otro largo y brillante trasteo. Para resumir, digamos que, hoy como que ayer los toros de San Mateo fueron dechado de lo que debe ser el ganado de lidia.

Y que el homenaje tributado al tercero, y a su criador, Toño Llaguno, fue tan caluroso como merecido.
Un poco de estadística
En su primero Calesero estupendo con el percal. Con los palitroques, gran par al quiebro, tras de que Procuna y Rafael había dejado solo apenas un plano.

Soberbia faena sobre la mano derecha, entusiasmo en los tendidos; estocada, dos orejas y vuelta.

De salida, el segundo parece no querer embestir. Tras los puyazos, le brota la casta llega superior al tercio final. Faena y triunfo de Luis, rematado con el corte de un apéndice.

El triunfo de Rafael en el tercero inicióse cuando le dio la bienvenida con unos lances positivamente soberbios.

En los quites, Calesero y Procuna rivalizan en brillantez y en aciertos. Igual ocurre en el segundo tercio.

Pero a continuación, se produjo esa avalancha de torerismo y de arte que fue la faena de Rafael. Con la izquierda, primero; y más tarde con la diestra, toreó con una verdad, una limpieza y un sentimiento que colmaron los entusiastas.

Lasernistas de hinojos; media en la yema; dos orejas, rabo, vuelta al ruedo con él...
¡El delirio!

Con el cuarto, Calesero hace derroche de torerismo. Sapiente y poderoso, lo lidia con señorío y desahogo.

De lo ocurrido en el quinto, ya dejamos cuenta.

Con el último Rafael principió por doblarse para hacerse del burel. Y conseguido esto, ¡a torear! Ahora exclusivamente sobre la derecha, otra faena de vigorosos relieves triunfales. Manoletinas estatuarias, estocadas. De nueva cuenta las dos orejas y el rabo. Salida final en las andas del triunfo.

Apostilla final

Es de Fermín Espinosa: “Hacía mucho tiempo que no ‘botaba’ yo en mi localidad, por ver torear como hoy lo hizo Rafael...”

El cartel para hoy: Toros de Herederos de Teófilo Gómez para Zotoluco, José Tomás y Arturo Macías.

jueves, 5 de febrero de 2009

La México, 63 años después

La Plaza de Toros México fue inaugurada el 5 de febrero de 1946. La corrida inaugural se anunció con seis toros de San Mateo para Luis Castro El Soldado, Manuel Rodríguez Manolete y Luis Procuna, siendo estos dos últimos quienes a la postre, resultarían los triunfadores de la tarde de la efeméride, cortando una oreja cada uno.

Al preparar este post, recordé que hace algún tiempo leí una versión en el sentido de que la Plaza México fue construida al influjo de la aparición del Monstruo de Córdoba en el planeta de los toros. Intenté recordar de quien era la afirmación, pero la memoria se ponía esquiva. Así que me puse a releer algunos textos en en su busca y me encontré de nuevo con la cita, que es de don Filiberto Mira, quien al realizar una magnífica biografía del hijo de doña Angustias, afirma lo siguiente:

La afición española saboreó poco a poco la transfiguración que al arte de torear le imprimió el carácter propio de Manolete. La mexicana se lo encontró de pronto, y tal fue la colosalidad del impacto, que habiéndolo visto – y solo en un toro, pues su segundo lo hirió al abrirse de capa – por primera vez el 9 de diciembre de 1945, la conmoción hizo que se hiciera – para él, con él y por él – la mayor plaza de toros que en el mundo existe. Esta se inauguró el 5 de febrero de 1946. Es la de México, Monumental con monumento a Manolete. ¿Qué otro torero ha provocado que en tan corto tiempo – menos de dos meses – se haya construido un coso tan descomunal como el de Insurgentes, con cabida para 50.000 espectadores? (Mira, Filiberto. Manolete. Vida y Tragedia. Ed. Aplausos – Salvador Pascual Benet, Valencia, 1984, Págs. 204 y 206).


Aunque a veces hoy no lo parezca, la Plaza México no es una plaza de talanqueras que pueda levantarse en dos meses. Por los antecedentes apuntados arriba, fue meramente circunstancial el hecho de que estuviera lista para ser inaugurada a los pocos días de la llegada de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez a suelo patrio. Las obras de construcción de la plaza se iniciaron en 1944 y duraron dieciséis meses más de los referidos por mi admirado don Filiberto, quien seguramente al socaire de su veneración por Manolete, incurrió en ese gazapo histórico.

Al final de cuentas, lo que vale es que la Ciudad de México tiene para sí la plaza de toros con mayor capacidad en el mundo, escenario que hoy cumple 63 años y que en buena medida, es el punto focal – por este día – de la atención de los aficionados a la Fiesta en el mundo, aunque a veces, por lo que allí se presenta, no lo merezca.

Espero en los próximos días, agregar algunos comentarios sobre los inicios de esta plaza de toros y sobre alguna otra cosa sucedida en un día como hoy.

martes, 16 de diciembre de 2008

El toro de Palha de los Llaguno

Ya había publicado en otro tiempo y lugar otra versión de este trabajo, pero no he dejado de seguir buscando datos a propósito del tema y es ahora que me he topado – no puedo describirlo de otra manera – con información que nos lleva hasta el año de 1887, donde en la Plaza de Toros de San Rafael de la capital mexicana (Semanario La Banderilla números 3, 4 y 5 correspondientes a los días 27 de noviembre y 4 y 11 de diciembre de 1887), se lidiaban toros de la Hacienda de San Mateo del Estado de Zacatecas, apenas 17 años después de que la familia Llaguno la adquiriera de los sucesores de el último Conde de San Mateo y Valparaíso, don Juan Nepomuceno Moncada Berrio y de la Campa y Cos. Esa circunstancia hace todavía más interesante la presencia del toro de Palha que Bombita obsequiara a los hermanos Antonio y Julián Llaguno en 1907, como cimiento de la fundación y mejora de la base genética de esta ganadería madre de la cabaña brava mexicana.

El asunto que nos ocupa

En este año en que se cumplió el primer centenario de la llegada a Zacatecas del ganado español de Saltillo y que marca en cierta manera, la revolución de la fiesta de los toros en México – se suma al fasto el centenario también de la alternativa de don Rodolfo Gaona –, quiero apuntar lo que considero una teoría personal sobre un aspecto del origen de San Mateo, hoy por hoy básicamente la ganadería madre de toda la cabaña brava mexicana.

Trataré de explicar de una manera breve y espero que entendible, en lo que consiste esa teoría, que gira alrededor de un toro portugués de Palha, sobrero de una corrida que se lidió en la ciudad de México y obsequiado por Ricardo Torres Bombita, a los hermanos Antonio y Julián Llaguno.

La corrida de la que provino el toro de don José Palha Blanco, se celebró el 17 de febrero de 1907 en la antigua Plaza México y fue la 17ª de esa temporada. Los espadas actuantes fueron Antonio Fuentes y el ya mencionado diestro de Tomares, que enfrentaron a dos toros nacionales de San Diego de los Padres y a cuatro lusitanos del origen que da título a este trabajo.

En la información sobre el festejo, que me ha sido proporcionada gentilmente por don Heriberto Lanfranchi, resulta que sobresalió el quinto de la tarde, un arrogantísimo cárdeno que fue bravo y noble y tomó seis varas recargando, causando cinco tumbos y matando un caballo. Correspondió al elegantísimo Antonio Fuentes, que lo mató bien.

Es un hecho notorio, que los hermanos Llaguno fundaron un encaste particular a partir de una reducida base de ganado comprado al Marqués del Saltillo. En 1908, adquirieron dos machos, el número 10 negro zaino, de nombre Conejo, con nota de tienta superior y el número 59, llamado Trianero, cárdeno oscuro, muy bueno en el tentadero. Cabe señalar que este último toro, aparentemente nunca padreó en San Mateo, pues existen notas de que fue vendido a don Benjamín Gómez Gordoa, ganadero de Malpaso, pero luego, existen otros documentos que lo ubican años después en la posesión de don Antonio y don Julián.

Las vacas fueron la Lebrijana, número 7; la Recobera, número 40; la Vidriera, número 11; la Zapita, número 6; la Gandinguera, número 42 y la Platillera, número 39. La Gandinguera y la Platillera fueron las únicas que tuvieron familias extensas; la Lebrijana y la Recobera se extinguieron casi al llegar a México y la Vidriera aportó uno de los toros padres que hicieron prácticamente la ganadería.

En 1911, don Antonio Llaguno acude personalmente a Sevilla a adquirir una segunda piara de vacas, pues la compra anterior la hizo por intermedio de su amigo Bombita y trajo para sus potreros de Pozo Hondo a la Cominita, número 66; Guantera, número 93; Campanera, número 141; Andaluza, número 148; Pardita, número 150; Remolona, número 154; Zorrilla, número 159; Cumplida, número 161; Vencedora, número 168 y Coquinera, número 172.

Esa base se continuó en mayor medida por parte de la Cumplida y la Vencedora, que fueron las que mayor progenie dejaron, aunque la calidad se decantó por el lado de la Pardita y la Guantera y en las ganaderías que tienen líneas puras de lo de San Mateo aún se encuentran ejemplares que llevan estos nombres.

México se convulsionó con una guerra civil que tuvo principalmente como origen la lucha por la tenencia de la tierra y se desarrolló entre 1910 y 1917 en su etapa armada más cruenta. Concluyó con la promulgación de la Constitución Política que mutatis mutandis sigue vigente en estos días – ha sufrido muchas reformas a la fecha – y con una Reforma Agraria que estableció límites a la propiedad rural. Algunos de los escenarios más cruentos de esa guerra civil fueron precisamente las grandes extensiones en las que se criaba ganado de cualquier tipo, estando en peligro la vida del ganadero y del ganado.

Como todos los conflictos fratricidas, las heridas que se causan tardan mucho tiempo en cerrar y a veces no cierran nunca. Por eso, los señores de San Mateo movieron de sus tierras de Zacatecas a unos cercados que en ese tiempo estaban en las cercanías de la ciudad de México, en los parajes conocidos como Sotelo y Taxqueña, la base de su ganadería. Se han tejido leyendas de que don Antonio protegió su simiente española en las habitaciones de su casa de la colonia Santa María la Ribera, pero su propia familia se ha encargado de desmentir eso. Los toros pastaban en Sotelo y Taxqueña, lugares que después utilizaron durante años para aclimatar las corridas que lidiarían en la Capital de la República, después de la Revolución.

Es sabido también que la base de Saltillo sirvió para fundirla con el ganado nacional que los Llaguno tuvieron seleccionado desde finales del Siglo XIX y a partir de reiteradas cruzas, ir fijando los caracteres que los ganaderos pretendían, eliminando por absorción, los correspondientes al ganado criollo que sirvió nada más como base de expansión.

Es aquí donde comienza el juego del toro de Palha, que fue obsequiado por Ricardo Torres Reina a los hermanos Llaguno en 1907, tras de que el día de Navidad del año anterior, matara la primera corrida anunciada a nombre de San Mateo en la Plaza de Toros San Marcos de Aguascalientes, compuesta por ganado criollo seleccionado para la ocasión. El toro portugués, de indudable procedencia vazqueña, sirvió como raceador en Pozo Hondo. Quizás no daría las características que los ganaderos pretendían, pero agregaría un porcentaje de sangre brava de origen conocido a sus reses, lo que en el inicio, no tenían.

Cuando al año siguiente llegan los primeros ganados de Saltillo, era necesario reproducirlos en pureza, pero también mezclarlos con lo nacional y abrir en cuanto fuera posible, alguna otra línea genética que permitiera opciones a los ganaderos, dada la base de sangre tan limitada con la que contaban. De allí que se conservara al toro de Palha, aún con la nueva adquisición.

En 1912, cuando el conflicto revolucionario cobraba intensidad, los Llaguno trasladan de Zacatecas a Sotelo entre otros haberes, 136 vacas de San Mateo, 108 novillos, el toro de Palha y el toro Trianero de Saltillo, según remisión hecha el 9 de noviembre de 1912 por el administrador de los ganaderos Manuel J. Varela. Me llaman particularmente la atención estos dos últimos toros padres, pues cualquiera pensaría que habiéndose decantado por la base de Saltillo, el toro portugués dejaría de tener utilidad y por el Trianero, si en 1908 se le vendió a don Benjamín Gómez Gordoa, ¿qué hacía en San Mateo?

El toro de Palha me lo explico en el sentido de que tenía que seguir cubriendo vacas mansas para dejar hijas de media casta que pudieran ser cubiertas por los toros de pura sangre saltilla. Y del Trianero, los dos recientes cronistas de la gran obra de don Antonio Llaguno, la de Luis Niño de Rivera y el bibliófilo José Antonio Villanueva Lagar, ninguna mención hacen a su presencia genética en los libros de San Mateo, que tuvieron a la vista para escribir sus obras. ¿Sería su función la misma que la del toro portugués? Seguramente.

Así pues y vistas las evidencias de la historia, considero que el toro de Palha resulta ser un importante gozne en la historia de San Mateo, pues en torno a ellos gira la pervivencia del encaste que le es mayoritario, al aportar – lo asumo, pues no encuentro otra razón lógica para conservarlo en esas condiciones – a las madres que darían lugar a un nuevo encaste que es el mayoritario y singular en la cabaña brava mexicana.

Aldeanos