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domingo, 31 de marzo de 2013

Hoy hace medio siglo (III): Paco Camino y los berrendos de Santo Domingo

Paco Camino con uno de los berrendos de
Santo Domingo (31/03/1963)
Paco Camino llegó por primera vez a México durante la temporada 1961 – 62 para hacer campaña en nuestros ruedos. Junto con él llegaron a confirmar sus alternativas Mondeño, Santiago Martín El Viti, Diego Puerta, Joaquín Bernadó y Curro Romero. Cada uno de ellos tuvo un impacto y una permanencia distinta en nuestra afición y en nuestras temporadas, aunque todos se labraron su propia historia y su propia leyenda entre nosotros.

El cierre de la temporada 1962 – 63 para Paco Camino es el que viene a marcar lo que quizás represente la cota más alta de su presencia en nuestras plazas. El ciclo de corridas en la capital mexicana se celebró en las dos plazas de toros que en esas fechas existían en la zona urbana de la Ciudad de México, la Plaza México y El Toreo de Cuatro Caminos – que territorial y administrativamente se ubicaba en el Estado de México – y en ese lapso de tiempo tuvo ocasión de actuar en ambos ruedos, aunque en números, su presencia en el coso cuatrocaminero era mayoritaria si consideramos que en su primera incursión a nuestros ruedos, la temporada anterior, su presencia en la Capital de la República fue exclusivamente en ese desaparecido coso.

La corrida y su preámbulo

La temporada se había dado de una manera espléndida para el ya llamado Niño Sabio de Camas. El 27 de enero de 1963 cortó el rabo al toro Novato del Ingeniero Mariano Ramírez en la Plaza México. Ya trasladada la temporada a El Toreo, la noche del miércoles 27 de marzo, en la Corrida de la Oreja de Oro, había realizado una importante faena a un toro de Pastejé, de regalo, llamado Catrín, al que solamente cortó una oreja por un desastroso manejo de la espada, pero al apéndice sumó seis apoteósicas vueltas al ruedo.

En ese ambiente se anunció para el domingo 31 de marzo de 1963 la despedida de Paco Camino de la afición mexicana, dado que retornaría a España para iniciar su campaña en las plazas de su patria. El cartel que la empresa ofrecía se formó con toros de Santo Domingo para Juan Silveti, José Ramón Tirado y Paco Camino. La corrida de los señores Labastida tenía la particularidad de que los seis toros eran de pelo berrendo aparejado. Además, el festejo sería televisado – como todos en aquellos días – en abierto a todo el país.

El hecho de que el festejo fuera televisado permitió que lo sucedido en él adquiriera una mayor trascendencia. La posibilidad de presenciar en la plaza o a través de las pantallas lo que en el ruedo sucedía permitió a cada aficionado formarse su propio criterio de lo allí sucedido.

Crónicas de lo sucedido

Localicé dos crónicas de la corrida. La primera, aparecida en el hoy extinto diario Novedades de la Ciudad de México el 1º de abril de 1963 y obra del que en esas fechas era su cronista titular Carlos León. Está, como era acostumbrado, redactada en forma epistolar y dirigida al entonces Secretario de Educación Pública, don Jaime Torres Bodet. De ella extraigo lo siguiente:

Junto a Camino, los toreros son catecúmenos. Enseñó a embestir a dos berrendos y cortó cuatro orejas y un rabo. Silveti y Tirado resultaron alumnos reprobados frente al talento taurino del sevillano…  
Aunque en México ya no exista una escuela taurina – tan olvidada, que es de urgencia darle una manita para restaurarla –, es evidente que no por fortuita coincidencia tiene usted de secretario particular a un culto cronista taurino como Rafael Solana, autor de “El Crepúsculo de los dioses”, que anticipó el ocaso de nuestros astros, dramaturgo de un “Debiera haber obispas” que ha de ser la obra favorita de “Mondeño”, o novelista de “Las islas de oro” en las cuales, según las fábulas, los piratas gambusinos encontraron la muleta que se adjudicó a Capetillo… Además señor ministro, su agudo secretario ha revelado al ático ingenio en “Trata de muertos”, “La música por dentro” o “Los santos inocentes”, donde su recopilación de cuentos adquiere más justas proporciones taurófilas, en una fiesta donde nuestra literatura de toros está tan pródigamente llena de cuentistas. 
“Magister dixit”. – Claro es que usted, UNESCOnocido como patriarca de la enseñanza, sabe de sobra que la pedagogía se originó en el hecho de que, en la antigua Grecia, pedagogo era el que conducía a los niños a la escuela. Y mire usted lo que son las cosas: ahora es un niño – el genial infante de Camas – el que toma de la mano a los grandes analfabetas de la lidia, para mostrarles el camino hacia la Escuela de Tauromaquia de Sevilla que fundó el conde de la Estrella… Y sin embargo es curioso: Paquito no aspira a ser el Pestalozzi de las verónicas, ni el Spencer de las chicuelinas, ni el Horacio Mann de los naturales, ni mucho menos el Froebel o el Condorcet que dicte pragmáticas para la pureza de las estocadas… Paquito tampoco anda, como Locke, hablando de “Some Thoughts Concerning Education”, Paquito – sevillano como don Juan Belmonte García, a quien Dios tenga en su santa gloria – no sale en plan de catedrático a decir de los catecúmenos: “Hay que torear así”, sino que simplemente demuestra: “El toreo es esto”. Y el que quiera que lo haga… si puede… Además sería tiempo perdido si nuestros escolapios de coleta, que a sus años siguen en el “kínder”, cuando el niño sevillano ya es universitario, trataran, tardíamente, de aprender la lección. Hay cosas que no se aprenden y que se nace con ellas. Por allí anda una película de gran éxito de taquilla, intitulada “Lo que los amantes deben aprender”. Durante dos semanas y más semanas, las curiosas parejas de enamorados han abarrotado la sala, creyendo que van a salir convertidos en Casanovas de Bondojito, Rubirosas de Iztapalapa o Mesalinas de Peralvillo. Pero, ¡sí Chucha! Con lo que allí enseñan de arrumacos, roncería y soflama, los que esperaban encontrarse con la versión fílmica del “Arte de amar” de Ovidio, salen más ignorantes que si esa asignatura amatoria la hubieran cursado en el colegio de monjas de Tecoyotitla… Paquito, en suma, no es un dómine que haya tratado de alfabetizar a nuestros diestros reprobados, que ya no pasan de año ni a título de suficiencia. Pero ha logrado otro milagro mejor: hacer que los espectadores abran al fin los ojos a la realidad y entiendan lo que es un torero y lo que es el toreo. Ahora, por muchas leyendas que le cuenten, nuestro público ya nunca más volverá a dejarse engañar con tontas consejas de fantasmas. 
Cuatro orejas y un rabo para el torero cumbre de la época. – Seguramente se queda uno corto al afirmar que Paco Camino es la figura impar del momento presente, pues tal vez pudiera llegarse a la afirmación de que así no se había tenido nunca. Aún estaba imborrable su trasteo maravilloso del miércoles anterior – aquel tan rutilante como las gemas de María Félix – cuando en esta tarde ha cuajado dos faenones inconcebibles que no los iguala ni supera nadie… Dos faenas diferentes. El primero, jugándose la vida, exponiendo temerariamente, arrancando a la fuerza el trasteo a un toro que se negaba a colaborar con el niño prodigioso. Porque hay una circunstancia tan notable como insólita. Los lidiadores se habían dividido siempre en tres categorías: los dominadores, los artistas y los valientes. Pero de pronto, en este chaval milagroso se funden las tres cualidades. Y, junto a una sapiencia increíble, brota el primer artista que es valiente, sin perder por ello su calidad artística… En ese trasteo a “Gladiador”, Paquito se rifó el pellejo y logró un impresionante conjunto de muletazos espartanos, de estoicismo ejemplar, para rubricar su bravía labor con el estoconazo fulminante y tumbarle un par de orejas a bicho de Santo Domingo… Con el sexto y último, que además era el toro con el que se despedía de México, Paco Camino estuvo en gigante y en coloso. “Traguito” era un burel sin malas ideas y de buen estilo, pero se iba suelto de los muletazos, sin celo ni codicia alguna para el engaño. Pero el niño catedrático, que no pierde el tiempo en enseñar a torear a nuestros toreros, sí se mostró como un maestro para enseñar a embestir al toro. Y el berrendo que se iba suelto, empezó a seguir el círculo mágico que el niño sabio le mostraba en esos muletazos preparatorios. A los pocos instantes el milagro se había consumado y “Traguito” embestía dócil y amaestrado ante el imperio de la muleta poderosa. Vino entonces el faenón antológico, el poderío muleteril de quien dejó allí, como postrer recuerdo, una hazaña imperecedera, coronada soberbiamente con nuevo estoconazo. ¡Y la locura! Las dos orejas y el rabo, la salida a hombros, los paseos triunfales que acabó compartiendo con los ganaderos Labastida y la confirmación de que con Paco Camino no puede nadie… 
Mientras tanto, como intelectuales, celebramos el advenimiento del toreo franciscano, que es la forma de torear de Francisco Camino. Pues el franciscanismo es todo un estilo de pensamiento, de literatura y de arte, que lo mismo dio filósofos y teólogos de la talla de San Buenaventura o de Raimundo Lulio, que políticos como el cardenal Cisneros o pontífices como Sixto V. Faltaba un torero, y ya surgió… Solo me resta expresarle mis deseos de que usted pueda lanzar un libro gratuito para desasnar a nuestros toreros que, en vez de las orejas de los toros, sólo merecen las de burro con que se señala a los ignorantes. Y acepte un cordial saludo de Carlos León.
La segunda de las crónicas aparece firmada por Pepe Luis en el diario El Informador de Guadalajara y de allí destaco lo siguiente:

Paco Camino, español, se despidió esta tarde del público mexicano, logrando un triunfo de apoteosis. Brillantes verónicas dio al tercero. Aplausos. Gran faena. De mucho mérito. Muletazos suaves por bajo, enseñando a embestir al toro, que llegó tardo al último tercio. Insistiendo mucho logró varias tandas de naturales rematadas soberbiamente con el de pecho entre aclamaciones. Derechazos de larga dimensión, lasernistas y cambios de muleta por la espalda. Estocada buena… Los tendidos se cubrieron de blancos pañuelos y al grito de ¡torero, torero!, se le otorgaron las dos orejas y dio dos vueltas al ruedo y saludó desde los medios… Al son de "Las Golondrinas" veroniqueó estupendamente al sexto. Ovación y música. Faenón de antología, principiando por enseñar al toro a embestir con suaves muletazos por bajo. Fue intercalando series de derechazos y naturales templadísimos, algunos circulares, enmedio del delirio del público que no se cansaba de aclamarlo y de gritarle ¡torero, torero!, la destacada serie tuvo como remate el pase de pecho… Antes de que entrara a matar estaban los tendidos cubiertos de albos pañuelos. Estocada entrando a ley. Ovacionaza, orejas y rabo, vueltas interminables a pie y a hombros, el grito entusiasta del público de ¡torero, torero!, la despedida del diestro sevillano Paco Camino constituyó un grandioso triunfo para el torero y el empresario, siendo inolvidable para el público que no quería abandonar el coso.

El Toreo de Cuatro Caminos (1967)
Foto: Compañía Mexicana Aerofoto S.A.
Juan Silveti y José Ramón Tirado tuvieron una tarde que podríamos calificar de aciaga, pues al segundo toro del lote de cada uno de ellos – Andasolo (4º) y Marquesito (5º) – se les premió con el arrastre lento y ambos diestros resultaron abroncados tras de su lidia. Al sexto, Traguito, también se le premió con la vuelta al ruedo, pero entre las protestas de la concurrencia.

Paco Camino volvería a tierras mexicanas el mes de junio de 1963 a cumplir con tres compromisos en la frontera Norte – 2 en Tijuana y uno en Ciudad Juárez – y al año siguiente realizaría una campaña de veinticuatro festejos, para completar los cincuenta y uno – 23 de ellos en la Ciudad de México – que sumaría en esa primera etapa de su paso por nuestras plazas, dado que una vez completado ese ciclo del año 64, se alejaría de nosotros por circunstancias extrataurinas hasta el año de 1976, cuando reaparece en la plaza Santa María de Querétaro y que culminaría dos años después con su despedida de nuestros ruedos en la Plaza México, alternando con Manolo Martínez y Eloy Cavazos en la lidia de toros de Mimiahuápam, en una corrida que fue transmitida por televisión a España y a México y en la que no tuvo suerte.

En video

En la internet he podido encontrar la faena de Paco Camino a Traguito en esta ubicación emotivamente narrada por José Alameda y esta otra versión interesante, filmada por un aficionado en 8mm, en color y convertida a vídeo, aunque no refleja la faena completa al toro Gladiador, tercero de la tarde, que pueden ver aquí.

Disfrútenlos antes de que las buenas conciencias antitaurinas logren privarnos de ese placer.

domingo, 2 de enero de 2011

3 de enero de 1954: Manolo Vázquez corta el rabo a un toro de Xajay en El Toreo de Cuatro Caminos

Monumento a Manolo Vázquez
Paseo Colón, Sevilla
Obra de Luis Álvarez Duarte
Ya expresaba en algún otro espacio de esta misma Aldea que Manolo Vázquez tuvo sus mejores momentos en México en El Toreo de Cuatro Caminos, plaza en la que se presentó ante la afición mexicana en la temporada 1953 – 54 y en la que fue uno de los ejes de la temporada allí ofrecida pues actuó en 5 tardes de las 14 que se dieron en ella.

Para la quinta corrida de esa temporada de Cuatro Caminos se anunciaron toros de Rancho Seco, y a los diestros Héctor Saucedo, Manolo Vázquez y Jumillano. La corrida al final fue remendada con tres toros de Coaxamalucan y ni los de la ganadería titular, ni los de la suplente dieron el juego esperado. El torero del barrio de San Bernardo, que esperaba refrendar la buena impresión dejada el 20 de diciembre anterior ante Cartero de Tequisquiapan, se vio precisado a recurrir al regalo de un toro. Estaba como sobrero uno de la ganadería de Xajay, del que no se anunció su nombre – en esos días no se acostumbraba hacerlo en la mayoría de las plazas – y la remembranza que hace Don José – presumiblemente José Octavio Cano – en el ejemplar de la Revista Taurina correspondiente al 6 de febrero de 1966 es la siguiente:


...Se anunciaron toros de Coaxamalucan y Rancho Seco, pero ni con “Estudiante”, el segundo toro de la primera ganadería, ni con “Tejedor”, de la segunda, había logrado el sevillano el éxito de la tarde de su presentación.

Fue con uno de Xajay, la ganadería queretana que entonces pertenecía a los señores Edmundo y Jorge Guerrero, que Manolo lució plenamente, aún más que en su primera tarde ante nuestro público. Si en aquella ocasión causó magnífica impresión por sus características, esta vez triunfó rotundamente, manifestando su torerismo, la alegría de su estilo, el arte luminoso que atesoraba y sus peculiaridades diferentes.

Casi todos los toreros podían verse y siguen viéndose hasta la fecha, a través de un mismo corte y bajo la influencia de una misma norma, confundiéndose en sus procedimientos y en la realización muy semejante de las pocas suertes que le han quedado al arte del toreo.

De ahí que Manolo Vázquez, con la gracia propia de los toreros sevillanos, con el celo propio de un lidiador joven e impetuoso, que salía en pos del triunfo siempre en todas las ocasiones y buscándolo en todos los toros y en cada tarde, hizo que el público se le entregara con todo su alboroto, por el sabor, el aroma y el colorido de su toreo, capaz de arrebatar a los públicos, que lo veían distinto y se dejaban embriagar con el son alegre de sus faenas, con la emoción de su verdad y con la diferente forma y variantes que presentaba.

Armó la escandalera al torear de capa al de Xajay, con cinco lances formidables. Y continuó alborotando a toda la plaza al quitar, combinando las verónicas y las chicuelinas, hasta rematar la serie con una ondulante rebolera.

Y más tarde, desarrolló un faenón indescriptible, ejecutando primeramente los pases por alto, estatuarios y engarzando enseguida los derechazos rítmicos, templados y de ligazón ejemplar. Como acostumbraba, citó de frente, a la manera más clásica, con la muleta pendiente de la mano zurda, desde largo, para correr la mano con suavidad maravillosa en varias tandas de naturales, que se sucedieron entre el escándalo del gentío, que los coreaba ensordecedoramente. Añadió adornos variados, el molinete, el afarolado, los medios pases, el remate por bajo, los cambios de mano, en medio de aquél manicomio en que saltaban millares de espectadores desquiciados, mientras el ruedo se alfombraba de sombreros.

¡Daba gloria ver torear así a Manolo Vázquez! Engarzaba los pases para luego rematarlos con gracia luminosa y desbordante y salir andando, paso a paso, acariciado por las aclamaciones y las dianas. Y para coronar su labor, entró decidido, recto, entregándose y metiendo un estoconazo, que hizo rodar al pupilo de los hermanos Guerrero a los pocos momentos, sin puntilla y con las patas por alto.

Entonces se cubrió de pañuelos toda la torera plaza cuatro caminera y se otorgaron las dos orejas y el rabo, pedido con creciente insistencia. Y vinieron las vueltas al ruedo, una, dos, cuatro, hasta cinco, así como otras tantas salidas a los medios, sin que aquella ovación ensordecedora ni aquella apoteósica escena, pareciera tener fin.
Del resto del festejo, cabe relatar que el saltillense Héctor Saucedo no tuvo posibilidad de lucimiento ante toros deslucidos y Jumillano salió con dos puntazos, uno en el pecho, otro en la cadera  y varias contusiones – según lo reportado por la Agencia Efe y con una cornada en el pecho, según Heriberto Lanfranchi – que le dejó Sultán, de Rancho Seco, sexto de la tarde.

¿Pero cuál es el recuerdo del torero acerca de esta faena? Transcribo lo que le contó a mi amigo Heriberto Murrieta en una entrevista realizada para su sección Jueves Taurino del noticiero 24 Horas del Canal 2 de la televisión mexicana, el año de 1985:

...Guardo como uno de los gratos recuerdos de mi vida profesional como torero el haber sido aquí en México, donde he toreado uno de los toros que yo recuerdo con muchísimo cariño, un toro de la ganadería de Xajay, en El Toreo de Cuatro Caminos, que tuve la suerte de acomodarme con él, de ponernos de acuerdo los dos y al final le corté el rabo. Para mí aquello fue muy importante, fue muy bonito y desde entonces, no he dejado de tener a México presente...
De esta manera Manolo Vázquez había entrado en el gusto de la afición mexicana, aún antes de confirmar la alternativa, pues su presentación en la Plaza México no tendría lugar sino hasta casi dos años después, ya que sería hasta el 11 de diciembre de 1955, en la inauguración de la temporada 1955 – 56 cuando Juan Silveti, en presencia de Jaime Bolaños le cedería al toro Bandolero de Tequisquiapan. Actuaría 3 corridas en esa temporada y no le volveríamos a ver en La México sino hasta el 12 de octubre 1985, cuando junto con Antoñete vino a torear un festival a beneficio de los damnificados por los sismos que casi destruyó la Ciudad de México el 19 de septiembre anterior, junto con Alfredo Leal, Joselito Huerta, Jaime Rangel y Eloy Cavazos.

Como podemos ver, la historia de El Toreo de Cuatro Caminos tiene muchos y grandes episodios que merecen ser contados. Este es uno de ellos, cuyo recuerdo me han despertado la propia efeméride y una hermosa viñeta de Enrique Martín, que pueden ver aquí.

Apostilla final

Esa temporada de El Toreo coincidirá con la 53 – 54 de la Plaza México y el mismo domingo 3 de enero de este último año, se ofreció en la plaza más grande del mundo, una corrida a beneficio de la Asociación de la Protección de la Infancia, en la que actuaron Rafael Rodríguez, Jesús Córdoba, El Ranchero Aguilar, Calerito, Pedrés y Antoñete para lidiar toros de Pastejé. Esa tarde Pedrés cortó la oreja de Gitanito, 5º de la tarde; Antoñete la de Giraldillo, el que cerró plaza y Jesús Córdoba escribió una de las páginas más importantes de su historia en los ruedos ante el segundo de la tarde, Estanquero, del que también se llevó la oreja. Lo que también es relevante aquí es que la Plaza México estuvo llena, al igual que El Toreo.

De este asunto del Maestro Córdoba con Estanquero, ofrezco ocuparme en otro tiempo y en otro lugar de esta misma Aldea.

Post - scriptum: El subrayado en la remembranza de Don José, es imputable solamente a este amanuense.

martes, 23 de noviembre de 2010

23 de noviembre de 1947: Se inaugura El Toreo de Cuatro Caminos (II/II)

Algunos datos técnicos

Ya en la fecha del aniversario, les presentó aquí un resumen técnico del inmueble que publicara Alberto Lázaro en el ejemplar de La Lidia de México, correspondiente al 28 de noviembre de 1947, en el que nos presenta las principales características de la recién inaugurada plaza:
A la gentileza – que sinceramente agradecemos – del señor arquitecto Gustavo García Travesí debemos los siguientes interesantes datos sobre el reconstruido coso:


Está ubicado en el sitio que lleva por nombre “Cuatro Caminos”, casi sobre la línea que divide el Estado de México con el Distrito Federal. Tiene cupo para 27,000 espectadores cómodamente sentados. Tendrá capilla lujosamente decorada con tres esculturas; una de Cristo, en el centro; a un lado otra de la Virgen de la Macarena. Habrá un salón convenientemente equipado para que se vistan los toreros. A continuación estará la sala de descanso para los mismos con los muebles necesarios para el caso.


Tendrá restaurante y cabaret, Habrá un Museo Taurino interesante. La enfermería será modelo en su género, con entrada directa por el callejón. Los médicos ocuparán su palco de contrabarrera, comunicando directamente con las salas de operaciones, que estarán profusamente iluminadas y ventiladas de acuerdo con los consejos científicos.


Nombre de la sociedad constructora: “Constructora El Toreo S.A.”. Director de la obra: Arquitecto Emilio Méndez Llinas. Proyecto y supervisión: Arquitectos Gustavo García Travesí y Fernando Peña. Técnicos en cimentación: Construcciones Bertrán Cusiné S.A., y ampliación, reparación y montaje de la estructura metálica: Talleres Saratoga S.R.L. Albañilería: Guillermo Orozco y Cía. Instalaciones Eléctricas: Octavio Zenteno. Instalación sanitaria: Ing. Tripp. Tonelaje de hierro de la antigua estructura: 1,100 toneladas. Tonelaje actual de la estructura férrea, con las adiciones y modificaciones que ha tenido: 1,460 toneladas. La plaza tiene la misma altura que tuvo antes 23 y medio metros.


Número de barreras: 1a fila: 170 en sombra y 169 en sol. 2a fila: 179 en sombra y 179 el sol. 3a fila: 180 en sombra y 180 en sol. 4a fila: 192 en sombra y 190 en sol. 5a fila: 199 en sombra y 211 en sol.


Número de localidades del tendido o grada cubierta: 1a fila: 296 en sombra y 313 en sol. 2a fila: 301 en sombra y 318 en sol. 3a fila: 288 en sombra y 305 en sol.


Número de palcos de contrabarrera: 72


Número de puertas que dan acceso: A las barreras, 5. A los tendidos, 7. A las gradas cubiertas, 4. A los tendidos volados, 8. A las lumbreras, 12.


El número de localidades o asientos que se aumentaron a la nueva plaza asciende a 4,000, que sumados a los 23,000 del viejo coso, hacen el total de 27,000.


Habrá dos grandes puertas giratorias para comodidad del público y para conveniencia de la Empresa, pues tendrá un mecanismo que permitirá contar las personas que van entrando y dará un total.


Tiene una espléndida terraza que da hacia los corrales, con objeto de que el público, que ascenderá a ella por medio de dos soberbias escaleras colocadas en los extremos, pueda presenciar el enchiqueramiento, asistir a los sorteos de los toros y ver las corridas allí encerradas, que serán varias, porque hay varios corrales para el efecto. Estos corrales y la terraza son únicos. Cuentan los primeros con una báscula eléctrica para pesar los toros.


Se calcula que este coso, no terminado por fuera, lo estará por completo en dos meses.

Es en Cuatro Caminos donde la afición mexicana pudo ver en su mejor expresión a toreros como Calesero, Manolo Vázquez o Chicuelo II quienes en la Plaza México no tuvieron la misma fortuna que en el nuevo Toreo, donde pudieron realizar grandes faenas y ratificar ante la afición de la capital mexicana, su calidad de figuras del toreo.

Aquí pues, el testimonio gráfico de la vida y el final de una plaza de toros que no debió morir.

La Plaza de Toros El Toreo en su original ubicación de la
Colonia Condesa


 
El programa de mano de la corrida inaugural
Wikimedia Commons / Evil Knight


Vista aérea de El Toreo de Cuatro Caminos en sus primeros años
Foto: Compañía Mexicana Aerofoto - ICA



Paseíllo inaugural Garza, El Soldado y Jorge Medina
23 de noviembre de 1947

El Toreo de Cuatro Caminos devorado por la urbe
Foto de la colección de Omniorg
El Par de Pamplona, escultura de Humberto Peraza, al pie
del domo ya terminado
De los últimos festejos allí celebrados

Alea iacta est...
Foto: Omniorg

Lo que fue quedando de los tendidos de la plaza
Foto: Omniorg
Otra perspectiva de la acción de la picota
Foto: Omniorg

Lo que quedará en el lugar de la plaza el Parque El Toreo
Foto: Omniorg
Solamente 35 rabos se cortaron allí, algunos son
verdadera historia.

354 festejos en 60 años. Muchos hiatos de inactividad

Espero que esto les haya resultado de interés, pese a su extensión.

domingo, 21 de noviembre de 2010

23 de noviembre de 1947: Se inaugura El Toreo de Cuatro Caminos (I/II)

A diferencia del anterior, el Nuevo Toreo sí tenía fachada
Decía en una entrada anterior, a propósito de El Toreo de la Condesa, que esa plaza de toros fue adquirida por don Ángel Urraza. Al paso de los años resulta evidente que el interés de Urraza no estaba en el negocio taurino, ni en la plaza como tal, así pues, vende al ingeniero Armando Bernal la estructura metálica de El Toreo y éste a su vez, la traslada a un punto ubicado en las cercanías del antiguo San Bartolo, hoy Naucálpan de Juárez, conocido como Cuatro Caminos, justo en el lindero del Distrito Federal con el Estado de México.

No está de más hacer notar que en ese rumbo se pretendió construir una nueva plaza de toros para la Ciudad de México, lo que hoy es la actual Plaza México, según lo refiere el periodista taurino Aurelio Pérez Villamelón:

Para la construcción de la Plaza México, se hizo un concurso allá por 1941 en el que participaron diversos arquitectos. El jurado para premiar la mejor propuesta lo formaban don Emilio Azcárraga Vidaurreta, don Anacársis 'Carcho' Peralta y el arquitecto Carlos Contreras… Cuando se pensó por primera vez en construir la plaza, en 1940, se mencionó un sitio en el Estado de México conocido como Cuatro Caminos…
La remembranza de don Aurelio complementa en alguna medida con un artículo aparecido en la revista Arena – para profesionales de la construcción –, en su número del 23 de junio de 1942, en la que se indican otros datos interesantes, pues se señala que los capitalistas del proyecto eran los nombrados Emilio Azcárraga Vidaurreta y Anacársis Peralta y que fueron miembros del jurado junto con los arquitectos Carlos Contreras, José Albarrán y Carlos López Moctezuma.

El proyecto que obtuvo el primer lugar fue el de los arquitectos Fernando del R. Torres, Mauricio Gómez Mayorga y Enrique Meyrán Campos y menciona el referido artículo que el proyecto que más comentarios recibió durante la exhibición de las maquetas en la Sociedad de Arquitectos, fue el que fue designado en cuarto lugar, obra de los arquitectos Renato Niño de Rivera, Ignacio López Bancalari y José Manuel de León. La parte final de este artículo anuncia que pronto sería sustituido el viejo Toreo por un coso más moderno y funcional y que uno de esos proyectos sería la base de la nueva plaza capitalina.

En los hechos, vemos que a la fecha de la adquisición de la estructura de El Toreo por el ingeniero Bernal, la Plaza México estaba ya en operación, así que se puede considerar que él retoma en alguna forma el proyecto al que hace referencia Villamelón y rearma la plaza de La Condesa en el sitio que hasta hace poco ocupó. Los avances de la tecnología y el interés de los nuevos propietarios hacen que la plaza esté lista para volver a funcionar en el año de 1947.

Para operar el nuevo coso, se contrata a Antonio Algara, quien fungió como Gerente de la empresa en la última temporada celebrada en la Colonia Condesa y después de una breve estadía al frente de los asuntos de la Plaza México. Con la ruptura de relaciones taurinas que se dio al inicio de 1947, había cierta holgura para organizar una temporada veraniega en México. Así, Algara contaría con Armillita, Lorenzo Garza, El Soldado, Silverio y Arruza para organizar una sólida temporada de apertura del El Toreo de Cuatro Caminos.

Con esos buenos augurios El Toreo entraba a funcionar de nuevo, aunque en diferente ubicación. La corrida inaugural se anunció para el 23 de noviembre de 1947. Se lidiarían seis toros de San Mateo para Lorenzo Garza, Luis Castro El Soldado y Jorge Medina, que recibiría la alternativa. La corrida trascendió por el hecho que representaba, más no por su resultado.

La Feria Guadalupana de 1956

La Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe necesitaba importantes obras de reconstrucción. Un grupo de personas allegadas a la fiesta de los toros, encabezadas por don Guillermo Barroso Corici, su hijo Luis Javier Barroso Chávez – en ese entonces ya ganadero de Las Huertas –, el Licenciado Lázaro Martínez – en su día juez de plaza – y Antonio Algara entre los más destacados, formaron un patronato para dar una feria taurina que recaudara fondos para la restauración del llamado centro espiritual de México.

Fermín Rivera, Rafael Rodríguez, Antonio Ordóñez, Miguel Báez Litri, Joselito Huerta, José Ramón Tirado, Antonio Borrero Chamaco y Fernando de los Reyes El Callao con toros de San Mateo, La Punta, Jesús Cabrera, Rancho Seco, Matancillas y Las Huertas serían las bases sobre las cuales gravitaría esa feria, el primer intento serio de ofrecer a la afición de la capital mexicana una serie ininterrumpida de festejos intercalada en una temporada que de ordinario se desarrolla de domingo a domingo. Dada la buena causa a la que se dedicaba, el doctor Alfonso Gaona pospuso una semana la continuación de la temporada 56 – 57 de la Plaza México, a efecto de que la Feria Guadalupana se diera sin contratiempos.

A diferencia de los festejos del ciclo inaugural, la Feria Guadalupana del 56 resulta ser una de las cotas altas de la historia de El Toreo de Cuatro Caminos y sus páginas doradas las escribieron el enigmático Fernando de los Reyes El Callao con el toro Gordito de Jesús Cabrera, Antonio Ordóñez ante Cascabel de San Mateo, en lo que se ha calificado de su obra más acabada en los ruedos mexicanos y el reaparecido Fermín Rivera, que volvía a los ruedos después de sufrir un infarto de miocardio seis meses antes cuando toreaba en Monterrey.

El Cordobés en El Toreo

Sería en Cuatro Caminos donde Manuel Benítez toreara por primera vez en suelo patrio. Eso ocurrió el 21 de diciembre de 1963. Apenas había pasado algo más de medio año de que don Antonio Bienvenida le hiciera matador de toros en Córdoba y su presencia en El Toreo se logró por una interesante combinación empresarial entre la señora Dolores Olmedo y el ingeniero Alejo Peralta, gestionada casi en su totalidad en un vuelo trasatlántico.

Posteriormente redondearon las cosas el rejoneador mexicano Juan Cañedo y el banquero Alfredo Phillips Olmedo, permitiéndole a la afición mexicana tener la primicia de ver en uno de sus ruedos más importantes al torero que más interés despertaba en esos tiempos. En torno a la figura del mechudo se organizó una temporada que constó de catorce festejos y en la que nuestras figuras, encabezadas por Antonio Velázquez, Rafael Rodríguez, Jesús Córdoba, Manuel Capetillo y El Ranchero Aguilar dieron la réplica al Huracán de Palma del Río, que actuó en seis de esas corridas.

Manuel Benítez le cortó las orejas a los dos toros de Reyes Huerta que lidió el 22 de diciembre de 1963, el 8 de febrero de 1964 se llevó otras dos y el 22 de ese mismo mes le cortó el rabo a Conejo de Soltepec, entrando en definitiva en el gusto de la afición mexicana y justificando plenamente la agenda de 50 corridas en toda la república que se le arreglaron para un lapso de tres meses.

La vida de El Toreo

La estructura de la cubierta colocada al Nuevo Toreo
La plaza de Cuatro Caminos funcionó ininterrumpidamente desde ese 1947 y hasta 1968, año en el que se anunció que sería cubierta para permitir su utilización en diverso tipo de espectáculos, independientemente de que los taurinos serían más cómodos, pues no serían molestados por el viento o la lluvia. La última corrida que se dio en esta etapa fue el 29 de diciembre de 1968 y fue un mano a mano que sostuvieron Manolo Martínez y Eloy Cavazos ante seis toros de Javier Garfias.

Nada más iniciar 1969 y se cerró para intensificar los trabajos de colocación de una estructura metálica que sostendría la techumbre y que tardó muchos años en ser terminada y una vez concluida, El Toreo no volvió a tener toros en su ruedo, pues pasarían 26 años para que se reabriera y el cartel para la ocasión fue integrado por José María Manzanares, Manolo Arruza, Fermín Espinosa Armillita y Pepín Liria, quienes el 15 de octubre de 1994, dieron cuenta de ocho toros de Vistahermosa. Este fue el primero de una docena de festejos – dos de rejones incluidos – en los que se alzó como triunfador el murciano Liria, al cortar cinco orejas en cuatro apariciones.

Al finalizar esta breve temporada, de nuevo se cerró la plaza de Cuatro Caminos y no se reabrió sino hasta el 28 de abril de 1996, para dar inicio a una accidentada temporada que llegó a los diez festejos. La última corrida de toros que se dio allí y que fue la de la no anunciada despedida del coso como escenario taurino, contó con las actuaciones del rejoneador Pedro Louceiro hijo y los matadores Javier Escobar El Fraile, Manolo García MéndezManolo Sánchez, quienes dieron cuenta de siete toros de Quiriceo. Después de esta fecha, El Toreo de Cuatro Caminos no volvió a funcionar como plaza de toros.

El final

En la revista 6 Toros 6 correspondiente al 28 de marzo del año 2000, aparecía la siguiente información:

La plaza de toros El Toreo de Cuatro Caminos que desde 1947 es propiedad de la familia Bernal, está a la venta. A través de la empresa Arthur Andersen se hacen las gestiones, se presentarán proyectos y se harán las posturas económicas para el coso. José Ávalos, ejecutivo de la empresa que ya realizó un estudio de mercado, declaró que existen tres grupos nacionales interesados en el inmueble y que su asesoría financiera les sugirió instalar en el sitio un centro comercial, que contará con un complejo de cines, ya que es la actividad con la que más pronto podrían recuperar su inversión. Con esta acción, quedará cerrado definitivamente un capítulo importante de la historia taurina de México.
Réquiem

Un réquiem es una oración que se eleva por los muertos, según el diccionario. Yo elevo la mía por lo que fuera como plaza de toros El Toreo de Cuatro Caminos, con la seguridad de que los duendes soltados en lo que fue su albero seguirán habitándolo y recordando a todo aquél que tenga memoria, que en ese lugar, los hombres vestidos de dioses, hacían ofrendas de seda, oro, sangre y sol, para mayor y mejor gloria de la Fiesta de los Toros.

El Toreo de Cuatro Caminos comenzó a sucumbir a la picota el día 5 de agosto del año 2008 y hoy solamente queda de él la parcela de terreno donde estuvo ubicado.


Vista aérea actual y anterior de la situación del Toreo de Cuatro Caminos
Imágenes de Google Maps


viernes, 21 de mayo de 2010

¿Cuándo vuelvo a torear?

La corrida de hoy en la Plaza de Las Ventas nos presentó uno de los hechos dramáticos de la fiesta. Julio Aparicio hijo se llevó una gravísima cornada en la cara, que por su localización, de inmediato me trajo a la memoria otra, ocurrida de este lado del mar, hace algo más de medio siglo. Aquí la sufrió un torero de corte totalmente distinto al de la víctima del percance de hoy, Antonio Velázquez Corazón de León, quien a partir de un valor indómito y muchos, muchos redaños, dejó las filas de los de plata y se volvió, por derecho propio, una refulgente figura de los de oro. A riesgo de que el amigo Gustavo de Alba me acuse de memorioso, les presento lo que a Velázquez le sucedió y el paralelismo con los sucesos madrileños de este día.

La tarde del 30 de marzo de 1958, en el hoy difunto Toreo de Cuatro Caminos, se anunció una corrida de toros de Zacatepec para Antonio Velázquez, Humberto Moro y José Ramón Tirado. El toro escogido para salir al ruedo en cuarto lugar fue bautizado por don Daniel Muñoz como Escultor. Pepe Alameda recuerda de la faena a ese toro, un quite por fregolinas, al que calificó de espeluznante, porque el toro quedó crudo después de su encuentro con los montados. Yo recuerdo una escena de ese quite, reproducida en un cuadro de Pancho Flores que perpetúa el momento del cite y nos muestra a Velázquez citando con el capote plegado a la espalda y el toro arrancado hacia él, en una composición que refleja en mucho el drama de ese momento y que puede darnos una muy cercana idea de lo que sucedía en Cuatro Caminos ese Domingo de Ramos de 1958.

La necesidad del triunfo era evidente y para obtenerlo, Antonio ya conocía el medio: Había que salir a morirse, como en la corrida de la Oreja de Oro de trece años atrás, pues la historia al parecer se estaba repitiendo para él y sabedor el torero de lo que causa el estar sin torear, no quería volver a vivir las consecuencias de esa inactividad. Así pues, intenta la faena por naturales, pero al tratar de rematar uno de ellos, Escultor se le cuela y le tira un derrote seco, homicida y el pitón le penetra por el lado derecho del cuello, produciéndole a Antonio una de las cornadas más impactantes que se recuerdan. Este es el parte facultativo expedido por los Médicos de Plaza y que nos dan a conocer Ignacio Solares y Jaime Rojas Palacios:


Herida por cuerno de toro, de dos centímetros de extensión, por dieciocho de profundidad, con trayectoria ascendente en la región submaxilar derecha, que interesó planos blandos, rompiéndolos; fracturó la masa horizontal derecha del maxilar inferior derecho; perforó el piso de la boca; desgarró totalmente la lengua en tres porciones de cinco, cuatro y tres centímetros; fracturó el paladar óseo, el maxilar superior sobre la línea media del hueso etmoides, llegando al piso anterior del cráneo en su base. Esta herida es de las que ponen en peligro la vida.


Pero Antonio Velázquez no se arredró nunca ante las adversidades y cuentan sus familiares que en cuanto recuperó la conciencia tras la cirugía que le fue practicada para arrancarlo de las garras de la muerte, lo primero que preguntó por escrito fue: ¿Cuándo vuelvo a torear?

A un bravo de los ruedos, que el 22 de mayo de 1952, cautivó con sus maneras y con su valor al público de la Maestranza sevillana, cortándole las orejas a un toro de Curro Chica, en tarde que alternó con Manuel Álvarez, Andaluz y Chaves Flores; o que el 22 de junio de ese mismo año, en Las Ventas, alternando con Rafael Llorente y Juan Silveti, le cortara la oreja a uno de los toros de Juan Pedro Domecq que le tocaron en suerte, no es de los que se les sale el valor por los agujeros de las cornadas, más bien hacen el efecto del mazo sobre el hierro candente, a cada golpe se va templando… templando… templando…

Casi seis meses después volvería Velázquez a los ruedos. Reaparece en Ciudad Juárez, el 17 de agosto de 1958, alternando con quien fuera su matador en los tiempos de plata, El Soldado y El Ranchero Aguilar, para lidiar la terna toros de La Punta y en prueba del temple adquirido, les corta las orejas y el rabo a los dos toros que mató esa tarde.

Después de lo de Escultor dejará de presentarse un tiempo en la Capital mexicana, reapareciendo hasta el 10 de abril de 1960 – también Domingo de Ramos – en Cuatro Caminos, cortando una oreja en cartel que compartió con Carlos Arruza a caballo y Alfredo Leal para lidiar toros de Tequisquiapan y Santacilia, demostrando que los fantasmas de la herida estaban superados.

Antonio Velázquez, el torero que recibió la alternativa la tarde en la que Armillita escribió la obra de Clarinero y Silverio la de Tanguito, duraría en activo nueve años más. Su última presentación en la Plaza México sería para confirmarle a El Cordobés su alternativa y el 1º de mayo de 1969, en la Plaza Fermín Rivera de San Luis Potosí sería la última vez que matara un toro vestido de luces.

El 15 de octubre de ese 1969, mostraba a sus amistades la casa que logró arrancar de los morrillos de los toros – como los brillantes de El Tato – y como la obra estaba en proceso, tropezó con una varilla y cayó al vacío, logrando el piso de la calle lo que los toros no pudieron: Terminar con su vida.

Ya lo decía antes, las cornadas no se curan solas. Los Médicos y su ciencia son fundamentales en el proceso de recuperación, pero también lo es la decisión del torero. Que se recupere primero Julio Aparicio el hombre, que logrado eso, el torero volverá, seguramente.

domingo, 26 de julio de 2009

La culpa no es del indio...


…pero tampoco del compadre. El pasado viernes circuló en varios medios especializados la siguiente especie, manifestada por Pedro Bello, quien funge como Director General de Concertación Política del Gobierno del Distrito Federal, a propósito de la cancelación de la reunión que se tenía programada entre la empresa de la Plaza México y las autoridades de la Capital mexicana:

La cancelación de la reunión fue una decisión del Secretario Ávila, por el agravio que ha sufrido el Gobierno del Distrito Federal, y es que el gobierno no cerró la plaza, la cerró el empresario y sólo él es el responsable de abrirla y dar las novilladas que faltan.



¡Ahora resulta que desde la peculiar óptica de quienes detentan la Plaza México, son las autoridades las que tienen que resolver un problema que ellos mismos crearon!

Hasta donde mi entender alcanza, la suspensión de la temporada de novilladas se debe a la enésima pataleta – porque no encuentro otra forma de calificar su actitud – de Rafael Herrerías, que cuando no puede salirse con la suya, recurre al insulto, la agresión y toma como rehén a la fiesta, exigiendo como injusto rescate, la satisfacción de sus intereses particulares, que no son, casi siempre, los de la afición que paga su entrada a la plaza.

Herrerías, los dueños del dinero que lo avituallan y ahora al parecer, los demás estamentos taurinos, pegan una nueva embestida bajo la bandera de la autorregulación, exigiendo que se elimine el requisito obligatorio de dar una docena de novilladas, para poder ofrecer a la venta el derecho de apartado y dar la temporada de corridas de toros. El problema es que, las autoridades del Distrito Federal, desinteresadas en el tema de los toros, hasta ahora han actuado con tibieza y no se atreven a sancionar los actos que ellos mismos califican de agravio, cometidos por el empresario en contra de uno de sus representantes – el Juez de Plaza y matador de toros en el retiro Ricardo Balderas –, así como tampoco se han atrevido a meterle en cintura revocándole la licencia que tiene para poner a funcionar la plaza de toros más grande del mundo.

Suspender una reunión en la que seguramente se produciría un diálogo de sordos, de ninguna manera va a poner al autorregulado Herrerías en su sitio. Lo que se tiene que hacer con ese señor es aplicarle la legislación sin contemplaciones y sin el temor de las consecuencias que pueda acarrear el indirecto enfrentamiento con Televisa y Miguel Alemán Magnani – miembro de una prominente familia de la política mexicana –, que al final del día, es de donde presumiblemente salen los dineros para soportar su dictadura en ese lugar, (otras voces también ubican como socio capitalista al diestro valenciano Enrique Ponce), aunque de cara al público, la entidad se haya retirado del negocio de los toros, por mera corrección política.

¿O será que acaso se revive el tema de derribar la Plaza México? No olvidemos que en la reciente defunción del Toreo de Cuatro Caminos, uno de los más activos participantes fue el ganadero de Xajay, Javier Sordo-Madaleno Bringas, en su faceta de constructor, así que no nos extrañe que detrás de todo esto, se encuentre un bien concertado movimiento para demostrar la improductividad de la plaza y facilitar un nuevo y productivo desarrollo inmobiliario, pues el sitio geográfico que ocupa dentro de la ciudad es inmejorable.

Más no todo es negativo en la gran ciudad. Sin aspavientos innecesarios, buscando nuevos toreros, Pepe Arroyo inauguró ayer su XIX Temporada de Novilladas en su plaza Antonio Velázquez y sobre todo, sin pedir que las reglas se tuerzan en su personal beneficio, sino solamente ajustándose a ellas y de paso, demostrando que las cosas se pueden hacer, cuando hay voluntad, apegándose a lo que el Derecho manda. ¿Entenderá esto algún día el que dice mandar en la Plaza México?

Yo sé que es demasiado pedir, pero no pierdo la esperanza de que, pasadas las cuestiones electorales, los que ahora tienen el poder, se aprieten los machos y como el toro, pongan a cada quien en su sitio, que la maltrecha fiesta en este país lo necesita y con urgencia. Espero también, que ese darle con la puerta en las narices a Herrerías y a sus pretensiones autorregulatorias sea el inicio de ello.


Por último y sin ser a propósito de este asunto, viene bien a lo aquí planteado la reciente entrada titulada En el gallinero de la bitácora de Sol y Moscas, la que no tiene desperdicio.

La fotografía de la Plaza México es obra de CEPx09.

domingo, 14 de junio de 2009

2 mexicanos / españoles 2


En un comentario al post anterior, que trata sobre los novilleros que han cortado oreja en Madrid en las últimas seis décadas, Bastonito inquiría sobre cuántos carteles con dos toreros mexicanos se habían ofrecido en Las Ventas. Esa es una respuesta que solo la biblioteca y la hemeroteca pueden proporcionar y creo tener aquí una buena parte de ella, más no solo de la Plaza de Las Ventas de Madrid, sino que de una vez, dirigí mis pasos a ver, cuando menos – y por ahora – en lo que a corridas de toros se refiere, qué ha sucedido a la inversa en la Plaza de Toros México y en el ya fenecido Toreo de Cuatro Caminos.

El repaso de los datos que deja la historia, nos revela muchas cosas, pero en esta ocasión solamente pondré a la consideración de Ustedes los hechos sucedidos y quizás, en futuras entradas, entre en particularidades de algunas de las fechas aquí resaltadas, sea por interés propio o sea porque alguno de quienes pasan por aquí, muestren interés por conocer esa información.

Entre corridas de toros y novilladas, la Plaza de Las Ventas ha visto catorce festejos en los que han actuado dos toreros mexicanos en el mismo cartel, 6 han sido novilladas, 7 corridas de toros y una corrida mixta. Las fechas y carteles son los siguientes:

26 de mayo de 1935: 4 toros del Marqués de Salas y 2 de Ramón Ortega para Chicuelo, Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado.

30 de junio de 1935: 5 toros de Leopoldo Lamamié de Clairac y 1 de Bernardo Escudero para Marcial Lalanda, Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado.

26 de septiembre de 1935: Ventura Núñez Venturita,  Arturo Álvarez Vizcaíno y Silverio Pérez. - Novillos de Juan Terrones (1º), Sánchez Fabrés (2º), Rafael Lamamié de Clairac (3º), Leopoldo Lamamié de Clairac (4º), Francisco Melgar (5º) y Lorenzo Rodríguez (6º). (Novillada. Presentación de Silverio Pérez)

10 de septiembre de 1944: 8 toros de Concha y Sierra para Carlos Vera Cañitas, Arturo Álvarez Vizcaíno, Paquito Casado y Rafael Albaicín. (Confirmación de Vizcaíno y Cañitas).

24 de junio de 1945: 8 novillos de Claudio Moura para Rafael González Machaquito de Madrid, Manolo Navarro, Manuel Jiménez Chicuelín y Tacho Campos. (Novillada. Presentación de Chicuelín y Tacho Campos).

15 de agosto de 1945: 4 novillos de Hermanos Hidalgo y 4 de Julio Garrido para Rafael Ponce Rafaelillo, Mario Cabré, Andrés Blando y Manuel Gutiérrez Espartero. (Novillada. Presentación de Espartero y Andrés Blando).

2 de septiembre de 1945: 7 novillos de Concha y Sierra y 1 de Sánchez de Terrones para Morenito de Talavera Chico, Ricardo Balderas, Eduardo Liceaga y Manuel Perea Boni. (Novillada)

1 de octubre de 1945: 8 novillos de Hoyo de la Gitana para Antonio Toscano, Manolo Navarro, Tacho Campos y Curro Rodríguez. (Novillada)

21 de octubre de 1945: Corrida mixta. 2 toros de Hoyo de la Gitana y 6 novillos, 4 de Claudio Moura, 1 de Sánchez Fabrés y 1 de Juan José Cruz para Manuel Gutiérrez Espartero y los novilleros José Guerra, Manuel Perea Boni y Paco Rodríguez.

22 de junio de 1952. - 5 toros de Juan Pedro Domecq y 1 de Batanejos (5º). Antonio Velázquez, Rafael Llorente y Juan Silveti. (Velázquez y Silveti cortan oreja).    

13 de julio de 1952: 7 toros de Manuel García Aleas y 1 de Sánchez Valverde para Luis Briones, Manolo Navarro, Jorge Ranchero Aguilar y Jaime Malaver. (Confirmación del Ranchero).

5 de octubre de 1952: 6 novillos de Francisco Ramírez para Lorenzo Guirao Morenito de Córdoba, Pepe Luis Méndez y Antonio Durán. (Novillada. Presentación de Pepe Luis Méndez)

17 de mayo de 1953: 6 toros de Joaquín Buendía para Antonio Bienvenida, Rafael Rodríguez y Jorge Ranchero Aguilar.

11 de junio de 2009: 6 novillos de Hermanos Torres Gallego para Arturo Saldívar, Francisco Pajares y Ernesto Javier Tapia Calita. (Novillada. Saldívar sustituyó a José Manuel Mas).

Hay dos situaciones que no caben precisamente en la premisa planteada al inicio, pero que creo que merecen ser incluidas aquí y que son las de los días 22 de mayo de 1971, fecha en la que se lidiaron 6 toros mexicanos de San Miguel de Mimiahuápam para Victoriano Valencia, Antonio Lomelín y José Luis Parada y la del 24 de mayo de 1987 en la que saltaron al ruedo venteño 4 toros mexicanos, 2 de San Mateo, 2 de San Marcos y que con otros 2 de José Samuel Pereira Lupi, completaron el encierro lidiado por Nimeño II, David Silveti y Tomás Campuzano, en la tarde en la que David confirmó su alternativa.

En la Capital Mexicana

En México se recuerda especialmente la corrida del 17 de febrero de 1946 celebrada en El Toreo de la Condesa, en la que alternaron Manolete, Pepe Luis Vázquez y Luis Procuna en la lidia de toros de Coaxamaluca como una de las más grandes de la historia reciente de la tauromaquia mexicana. Hoy se pretende invocar una serie de razones – sinrazones más bien – para mantener una absurda prohibición que impide la confección de carteles con mayoría de toreros extranjeros en la Capital de la República.

Sin embargo, la idea es más bien reciente, porque todavía en los años 70 del pasado siglo, se dieron festejos en con esas características y nada negativo sucedió, pero los tiempos han cambiado y lo que ayer se podía hacer, hoy está vedado. En las plazas de la capital mexicana, las combinaciones en corridas de toros, a partir de la inauguración de la Plaza México (5 de febrero de 1946), son las que siguen:

26 de febrero de 1946: Toros de Torrecilla para Manolete, Luis Procuna y Rafael Perea Boni.

9 de diciembre de 1951: Toros de Pastejé para Silverio Pérez, Litri y Alfredo Jiménez.

13 de enero de 1952: Toros de Rancho Seco para Antonio Velázquez, José María Martorell y Manolo González.

20 de enero de 1952: Toros de Torrecilla para Fermín Rivera, Manolo González y José María Martorell.

17 de febrero de 1952: Toros de La Laguna para Antonio Velázquez, José María Martorell y Julio Aparicio.

30 de noviembre de 1952: Toros de Torrecilla para Silverio Pérez, José María Martorell y Antonio Ordóñez.

14 de diciembre de 1952: Toros de Pastejé para Antonio Velázquez, Pepe Dominguín y Luis Miguel Dominguín.

11 de enero de 1953: Toros de Zotoluca para Manolo González, Rafael Rodríguez y José María Martorell.

18 de enero de 1953: Toros de El Rocío para Juan Silveti, Antonio Ordóñez y Rafael Llorente.

13 de diciembre de 1953: Toros de Zotoluca para Jorge Ranchero Aguilar, Manuel Jiménez Chicuelo II y Manuel Calero Calerito.

24 de enero de 1954: Toros de La Laguna para Joaquín Rodríguez Cagancho, Rafael Rodríguez y Pedro Martínez Pedrés.

7 de febrero de 1954: Toros de Pastejé para Juan Silveti, Pedro Martínez Pedrés y Antonio Chenel Antoñete.

6 de marzo de 1955: Toros de Ernesto Cuevas para Gastón Santos (Rej.), Luis Briones, Emilio Ortuño Jumillano y Juan Posada.

En El Toreo de Cuatro Caminos:

3 de enero de 1954: Toros de Rancho Seco para Héctor Saucedo, Manolo Vázquez y Emilio Ortuño Jumillano.

31 de enero de 1954: Toros de La Laguna para Manolo Vázquez, Emilio Ortuño Jumillano y Guillermo Carvajal.

14 de marzo de 1954: Toros de Santo Domingo (6) y Tequisquiapan (2) para Fermín Rivera, Luis Procuna, Emilio Ortuño Jumillano y Manuel Jiménez Chicuelo II.

9 de diciembre de 1956: Toros de San Mateo para Miguel Báez Litri, Antonio Ordóñez y Joselito Huerta.

11 de diciembre de 1956: Toros de La Punta (3) y Matancillas (3) para Rafael Rodríguez, Miguel Báez Litri y Antonio Ordóñez.

24 de marzo de 1963: Toros de Tequisquiapan para Manuel Capetillo, Curro Romero, Santiago Martín El Viti y Víctor Huerta.

6 de junio de 1966: Toros de Piedras Negras (4) y La Laguna (3) para Juan Cañedo (Rej.), Jesús Delgadillo El Estudiante, José Fuentes y Paco Pallarés.

Estos son, salvo error u omisión, los festejos que se dan en estas condiciones y como podrán ver - y pendientes las novilladas -, hay muchos nombres ilustres y algunos otros que no vienen a la memoria con facilidad, pero todos ellos son parte de esta historia, que decididamente tiene muchos episodios bien interesantes…


La fotografía de la Plaza México es obra de CEPx09.

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