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domingo, 4 de diciembre de 2011

El cartel del siglo… que Diego Puerta no pudo completar


El inicio de la década de los sesenta en México nos trajo una nueva generación de toreros españoles que vinieron a refrendar el interés que en esta afición dejaron justo una década antes diestros como Julio Aparicio, Litri, José María Martorell, Luis Miguel Dominguín, Manolo González, Rafael Ortega, Antonio Ordóñez, Jumillano o Manolo Vázquez, que en los distintos ruedos de nuestro país, escribieron importantes páginas de su historia personal y de la del toreo mexicano, quedando en la memoria colectiva como grandes representantes de la torería de todos los tiempos.

De esa generación siguiente de toreros, llegaron y de inmediato se instalaron en el intelecto y el corazón del aficionado mexicano Paco Camino, Juan García Mondeño, Santiago Martín El Viti, Joaquín Bernadó, Miguel Mateo Miguelín y un menudito torero sevillano del barrio de San Bernardo, Diego Puerta, quien mató el primer toro del año 1963 en la Plaza MéxicoPlaterito, de Torrecilla, que le fue cedido por Manuel Capetillo, en presencia de Jaime Rangel, para confirmarle su alternativa sevillana, recibida de manos de Luis Miguel Dominguín.

El cartel del siglo

Para el 21 de marzo de 1963, don Ignacio García Aceves anunció un cartel que en esos tiempos era difícilmente concebible y que desde su anuncio, se propuso como el cartel del siglo. Ocho toros de San Mateo, para Manuel Capetillo, Joselito Huerta, Diego Puerta y Paco Camino, en la hoy difunta plaza de toros El Progreso de la Guadalajara mexicana. Sin duda que la combinación de toros y toreros era digna de cualquier plaza o feria del mundo, pues reunía a los dos diestros mexicanos más destacados de ese momento y a dos de los principales del escalafón mayor de España. La expectación en la afición fue enorme, tal y como lo consigna el diario El Informador, de Guadalajara, en su columna Noticiero Taurino del 19 de marzo de ese año:





Como era de esperar, al abrirse las taquillas se volcaron los aficionados, con deseos de adquirir sus boletos, y como siempre sucede cuando la cosa es fuera de lo normal, hubo todos los incidentes de costumbre y los boletos se agotaban... Los toros de San Mateo de don José Antonio Llaguno García lucirán la gloriosa divisa rosa y blanca y son el número 2 con 500 kilos; No. 4 con 465; No. 9, con 470; No. 6, 435; No. 99, con 465; No. 16, con 470; No. 11, con 435 y No. 6, con 470, dando un promedio de 463 kilos. Vienen dos toros con el número 6... Como primer espada actuará el tapatío Manuel Capetillo, con alternativa en 1949. Lleva diez corridas en el presente año. Joselito Huerta, de Tetela de Ocampo, Puebla, alternativa de 1955, lleva diez corridas; Diego Puerta, del Barrio de San Bernardo en Sevilla, alternativa de 1958, también suma 10 festejos; Paco Camino, natural de Camas, Sevilla, tomó la alternativa en 1960, ha toreado 9 corridas. Las actuaciones anotadas son exclusivamente las de nuestro país... 

La actuación de Diego Puerta en este festejo, como se desprende de la nota transcrita, sería la undécima del sevillano en nuestro país ya que alternaba sus actuaciones en nuestro suelo con su temporada sudamericana. De hecho, ese día 19 de marzo se presentaba en la plaza Santa María de Bogotá, donde sucederían los hechos que precipitarían el desenlace de esta historia.

El hombre propone…

En la edición del 21 de marzo del mismo Informador de Guadalajara, se publicaba la siguiente información:

Diego Puerta no actuará hoy en el coso tapatío. Lo suplirá el español J. Bernadó... “El Hombre propone y Dios dispone”, reza un viejo refrán que ahora podemos muy bien aplicar a los aficionados tapatíos, especialmente a los empresarios de El Progreso, que tuvieron que luchar a brazo partido para presentar un cartel con los dos mejores diestros españoles y con los dos mejores espadas mexicanos, cartel este que se disputaron las empresas de la capital de la República, la de Monterrey y la de esta ciudad; pero que en realidad, no obstante que dicha contratación fue ganada por los empresarios locales, la corrida con Joselito Huerta, Manuel Capetillo, Paco Camino y Diego Puerta, no podrá realizarse, al menos por ahora, en ninguna plaza taurina... La razón es que ayer, don Nacho García Aceves, empresario del El Progreso, recibió un cable en el que Camará, apoderado de Diego Puerta, le informa que su poderdante no podía actuar en esta fecha, debido a que durante su actuación en Bogotá, Colombia, el pasado martes, sufrió la posible fractura de la mano derecha al ser cogido por el quinto toro, enviándole de paso el correspondiente parte facultativo... En tales condiciones y para cubrir el hueco dejado por Diego, Nacho se puso inmediatamente en contacto con los mejores diestros españoles, tratando de contratar al que mayores éxitos haya alcanzado tanto en esta ciudad como en la capital de la República, habiendo logrado incluir en el cartel a Joaquín Bernadó, quien inclusive alcanzó un gran triunfo en El Progreso el domingo 13 de enero, cortando la oreja de su primer adversario... Ahora bien, como la empresa vendió boletos para una corrida en la que figuraba Diego Puerta y éste no podrá actuar, quienes no estén conformes con el cambio, podrán pasar por las taquillas de Galeana para que les regresen el importe de su entrada, lo que creemos que harán muy pocos, tomando en consideración lo interesante del nuevo cartel confeccionado…

Así pues, por una lesión sufrida en Bogotá, Diego Puerta se vio impedido de ser parte de una tarde que resultó a la postre, ser histórica, comparada por Enrique Aceves Latiguillo, el cronista titular de El Informador, con la del 1º de enero de 1950, en la que Silverio Pérez y Antonio Velázquez tuvieron un rotundo triunfo con un bravísimo encierro de La Punta. Al festejo asistieron figuras de la talla de Fermín Espinosa Armillita – brindado por Bernadó –, Pepe Ortiz, Silverio Pérez – brindado por Huerta –, Luis Castro El Soldado y Juan Silveti; toreros en activo como Alfredo Leal, Felipe Rosas o Eduardo Moreno Morenito; ganaderos como don Pepe Madrazo, don Fernando de la Mora o don Luis Javier Barroso o políticos como el profesor Juan Gil Preciado y vale mencionar que si se devolvieron entradas  a causa de la sustitución de Diego Puerta por Joaquín Bernadó, ello no se percibió en los tendidos de la plaza según las crónicas.

El resultado de la corrida le representó las dos orejas del quinto a Manuel Capetillo; una oreja del segundo y dos vueltas al ruedo del sexto para Joselito Huerta; dos orejas del tercero para Joaquín Bernadó y para Paco Camino, las dos orejas y el rabo del cuarto y las dos orejas del octavo de la corrida, saliendo en hombros de la plaza. A ese cuarto del festejo, Pajarito, número 11, se le dio la vuelta al ruedo y cuando Camino paseaba los trofeos, le acompañaron Javier Garfias, en ese entonces, representante de la ganadería de San Mateo, en ausencia de su propietario, José Antonio Llaguno García, así como el empresario Ignacio García Aceves.

Tras del percance en Bogotá, que visto lo sucedido, privó a Diego Puerta de la oportunidad de un gran triunfo, dio por terminada su campaña americana y se volvió a Sevilla, donde el doctor Leal Castaño se encargó de su recuperación. El parte facultativo que emitió acerca de la lesión sufrida, se publicó en el ABC hispalense en estos términos:

Ayer llegó a Sevilla, procedente de Bogotá, el diestro Diego Puerta, que tan brillante campaña ha realizado en América… En la última corrida que toreó en la capital de Colombia sufrió una caída, lastimándose una mano. Tan pronto como llegó a nuestra ciudad se dirigió a la consulta del doctor Leal Castaño, quien le apreció una luxación traumático – falángica del pulgar derecho, con rotura de ligamentos. Esta lesión le impedirá durante unos veinte o veinticinco días el ejercicio de su profesión, según dice el parte facilitado por el citado médico.

La reaparición

Diego Puerta reapareció en los ruedos el domingo 14 de abril (Domingo de Resurrección) en la Corrida de Pascua en Zaragoza. Una semana después, en Barcelona, un toro de Alipio Pérez Tabernero le infirió una cornada penetrante de vientre que le dejó en el dique seco hasta el día 12 de mayo, fecha en la que reapareció en Tijuana y curiosamente, el 16 de mayo, en la Feria de San Isidro, actuó en un cuasi – remake de ese cartel del siglo ideado originalmente por Ignacio García Aceves para El Progreso, pues se presentaron en Las Ventas el tapatío Manuel Capetillo, Diego Puerta y Paco Camino – sólo faltaron Huerta y los toros de San Mateo – para dar cuenta de un encierro salmantino de Antonio Pérez de San Fernando. En esta oportunidad solo pudieron dar una vuelta al ruedo Capetillo y Diego Valor, pero por lo visto, la combinación tenía interés y valía el intentar presentarla.

Es así como recuerdo una breve estampa de lo que fue el paso por nuestros ruedos de un gran torero que, en estos últimos días, realizó el paseíllo definitivo.

lunes, 13 de junio de 2011

Abel Flores, El Papelero, la busca de sí mismo (II/II)

Una buena estocada en la Plaza México
Cortesía Ing. Luis Castro Pérez
La alternativa

La Feria de San Miguel de 1963 se anunció el 20 de septiembre de ese año. El diario ABC de Sevilla contenía la siguiente información:

Dos corridas de toros que se celebrarán en los días 20 de septiembre y 1 de octubre, integran la tradicional feria taurina de San Miguel. En el primero de estos festejos se lidiarán siete reses de Núñez Hermanos, una para el rejoneador don Álvaro Domecq Romero, y las seis restantes para Diego Puerta, «Mondeño» y el mejicano Abel Flores, que tomará la alternativa. Esta corrida, que es de abono, está patrocinada por las Damas de la Caridad de San Vicente de Paúl. En la del primero de octubre - fuera de abono - se correrán toros de don Carlos Núñez, para Diego Puerta, Curro Romero y «El Cordobés»...

Llegado el 30 de septiembre, salieron de los toriles al final de cuentas uno de Sánchez Cobaleda para rejones y 6 de Núñez Hermanos para los de a pie. El toro de la alternativa se llamó Buenasnoches y la crónica de Manuel OlmedoDon Fabricio II sobre su actuación, es en los términos siguientes:

Abel Flores, que recibía la investidura de matador de toros, lanceó con buen estilo a su enemigo, que pasó al segundo tercio con una sola vara, tomada con bríos. Diego Puerta, en presencia de “Mondeño”, cedió los trastos al toricantano, quien, tras brindar al público, empezó la faena con tres ayudados por alto y un pectoral. Prólogo de buena calidad, pero inadecuado, porque el toro tenía la cabeza alta, y este defecto no corregido restó brillantez a los naturales que instrumentó después el de Méjico, con un valor extraordinario. Luego de unos muletazos sobre la derecha, cobró una estocada corta a la tercera agresión y acertó con el verduguillo a la segunda tentativa. En premio a su decisión oyó afectuosos y alentadores aplausos. En el último de la tarde, que llegó quedadísimo a la muleta y cuya embestida fue muy corta, estuvo el muchacho cerca y tranquilo y porfió mucho, sin poder alcanzar lucimiento. Clavó medio estoque y después de intentar varias veces el descabello, se echó el toro. Alternativa sin pena ni gloria la de Abel Flores, a quien hemos de conceder un amplio margen de confianza…

Con esta actuación, la vigésima en ruedos hispanos, concluyó Abel Flores su temporada en el viejo continente.

De vuelta en México

Alternativa de Abel Flores
Imagen aparecida en El Ruedo de Madrid
Ya en México Abel Flores inició su campaña en León, alternando con Jaime Rangel y el portugués José Julio, lidiando toros de Jesús Cabrera. En esa tarde de su presentación, el primero de su lote lo mandó a la enfermería con un puntazo en un muslo y aunque salió a despachar al que cerró plaza, estuvo en el dique seco 15 días, reapareciendo en Torreón el 20 de noviembre, formando cartel con Joselito Huerta y Mondeño. El 1º de diciembre va a Mérida con Pepe Luis Vázquez (mexicano) y de nuevo Mondeño, donde corta la oreja a uno de los de Zamarrero que le tocaron en suerte. 

El 8 de diciembre reaparece en Guadalajara, una de las plazas que le lanzaron a los primeros planos. Lidiarían toros de Santo Domingo, de don Manuel Labastida, el muletero non, Manuel Capetillo, el artista catalán Joaquín Bernadó y el propio Abel. De la crónica publicada por Latiguillo en el diario tapatío El Informador, extraigo lo siguiente:

…Este muchacho, que tanto aplaudimos el año pasado en la temporada de novilladas y que ayer se nos presentó como matador de toros, después de haber recibido la alternativa en España, no tuvo la suerte de ocasiones anteriores y aparte de que taurinamente no había tenido éxito en su primer toro, en su segundo, cuando empezaba a triunfar, fue cornado en el muslo derecho... en su segundo fue ovacionadísimo con el percal, y a la hora de iniciar su faena le sonaron fuerte las palmas al ejecutar tres ceñidos estatuarios ayudados por alto, pero desgraciadamente fue enganchado por el muslo derecho, recibiendo, según opinión del Dr. Mota Velasco, una cornada de pronóstico...

En la propia relación del festejo, se transcribe el parte facultativo emitido por el médico J. Jesús Ramírez Mota Velasco, que refleja que la cornada que le infirió Playero fue de gran extensión:

Durante la lidia del sexto toro ingresó a la enfermería el diestro Abel Flores, presentando una herida por cuerno de toro situada en la cara interna del tercio superior de la pierna derecha, con una trayectoria hacia arriba y afuera en una extensión de 22 centímetros, siendo la entrada de 7 centímetros de longitud. El cuerno interesó piel, tejido celular, aponeurosis, vasos medianos y pequeños y músculos de la región. Rompió el periostio, dejando al descubierto el hueso en una extensión de 6 centímetros. Se desbridó ampliamente la herida, se lavó con suero fisiológico, se hizo la desinfección de la misma, se ligaron vasos practicando sutura entre planos, dejando tres tubos de drenaje. Se aplicaron antitóxicos tetánicos y antibióticos, y de no sobrevenir complicaciones, tardará aproximadamente 22 días en sanar. Firma el Dr. J. Jesús Ramírez Mota Velasco.

Ya no volvería a actuar El Papelero sino hasta el 29 de diciembre de ese año, para confirmar su alternativa sevillana en la Plaza México, es decir, dos días antes de lo pronosticado por el recordado doctor Mota Velasco. Fue su padrino Jaime Bravo y llevó de testigo a Miguel Mateo Miguelín, quien también ratificó su alternativa en la misma fecha Los toreros de a pie llevaron por delante al caballero jerezano don Álvaro Domecq Romero. Los toros fueron 6 tlaxcaltecas de La Laguna (uno para rejones) y uno de Pastejé (7º, sustituto de uno de La Laguna, devuelto por manso). El toro de la ceremonia para Abel fue Montañés, segundo de la lidia ordinaria. La suerte no estuvo del lado de Abel Flores, quien con esta actuación concluyó su temporada en este calendario.

El año de 1964 le representó el mayor número de fechas alcanzado en el escalafón mayor, pues alcanzó a sumar 15; en 1965 solamente ligó tres contratos y en 1966 se vistió de luces solamente una vez. Lo hizo en la Plaza México, el domingo 13 de marzo de 1966, alternando con Emilio Rodríguez y Felipe Rosas en la lidia de 5 toros de Santín y uno de Pastejé (5º), en festejo anunciado como beneficio del matador retirado Arturo Álvarez Vizcaíno. Pedro Ponce, en la Revista Taurina del 20 de marzo de ese año, hace la siguiente reflexión sobre ese festejo y la actuación de Abel Flores:

Corrida casi secreta con tres toreros modestísimos. Una entrada como de teatro… cuando hay dos columnas, un tercero de poco nombre no estorba y a lo mejor aprovecha la oportunidad; pero poner tres toreros de esa medida el mismo día es como para que la gente salga corriendo  y la entrada no alcance ni para los músicos. ¿Y qué salen ganando los toreros con eso? Si están bien, no los ve nadie; ahora qué, si están mal… como nadie se entera, pues siguen donde estaban, sin empeorar su situación, que sigue siendo la misma, desesperada… Abel Flores; ese que hizo una buena campaña novilleril en “El Toreo”, y tiene hambre de triunfo, y probablemente también de la otra; ese iba a salir a buscar una cornada, así de voluntarioso, de valiente y de decidido. ¿Y qué fue lo que sucedió? Que la consiguió, la cornada. Y ahora está con el mismo cartel que antes. Siquiera a Chito le llevaron una oreja a la enfermería. ¿Quién se benefició con esta corrida? ¿El Vizcaíno? Lo dudamos mucho. Los tres toreros no mejoraron su posición en el escalafón taurino… El ganadero de Santín tampoco… El público pasó un mal rato... Ahora la empresa está en deuda con estos muchachos, a los que sacrificó tan tontamente…

Cabe mencionar que el mismo día y a la misma hora, en El Toreo de Cuatro Caminos se daba una corrida en la que Luis Procuna, Joselito Huerta y Antonio Ordóñez se enfrentaron a 5 toros de La Punta y uno de Ernesto Cuevas, con un lleno hasta el reloj. Esta fue la última actuación de Abel Flores como matador de toros.

En El Toreo de Cuatro Caminos
Cortesía Ing. Luis Castro Pérez
Unas semanas después de la celebración del festejo, El Papelero anunció que renunciaba a la alternativa y el día 5 de junio de ese 1966 volvía al escalafón menor en Monterrey, alternando con Eloy Cavazos y José Luis Medína en la lidia de novillos de Tequisquiapan.

El último intento

En el año de 1969 Abel Flores retornó a la Plaza México. Actuó en dos novilladas los domingos 13 y 20 de julio. En la primera alternó con el portugués Julio da Gomes y Alfredo Acosta, en la lidia de novillos de Santín y en la segunda fue acartelado con Juan Clemente y el venezolano Jorge Jiménez en la lidia de novillos de Pastejé, festejo que quedó en un forzado mano a mano entre el sudamericano y El Papelero, dado que Clemente no mató ninguno por haber sido herido por el primero de su lote. El último novillo al que se enfrentó en la gran plaza fue Bonito de Pastejé.

Sus motivos

En el epílogo de Cornadas que no se curan, publicado en 1989, veinte años después de que toreara su última novillada en la Plaza México, Abel Flores dijo a Eloy Pineda lo siguiente:

…gracias a mis complejos y heridas tuve la oportunidad de pelearle a la vida y creo que si no hubiera estado herido, mi vida hubiera estado hueca, sin chiste. Ahora le doy gracias a mi Dios y a mi padre por haberme puesto a prueba de esa manera, porque gracias a ello he tenido todo lo que pude soñar… Porque realmente es contra uno mismo contra el que uno debe luchar…

Años después confesaría a Leonardo Páez:

Hubo quien afirmó que no me faltaba mucho para ser una gran figura, pero por escuchar unas voces que databan de mi infancia tuve más necesidad de encontrarme como hombre que como torero. Preferí la búsqueda honesta en mi interior a buscar fama y riqueza. Ese desencuentro existencial y la responsabilidad con mi familia me hicieron retirarme intempestivamente y empezar a ganarme la vida como si no hubiese triunfado en los ruedos…

Abel Flores escribió dos libros, Tal como fue. La vida de Abel Flores y Torero viejo, e inspiró un tercero, el ya citado Cornadas que no se curan, de Eloy Pineda, mismos en los que procura reflejar los caminos que siguió, entre ellos los de la tauromaquia, para encontrarse a sí mismo.

Abel Flores Ortega falleció en la Ciudad de México el pasado 25 de mayo a los 74 años de edad.

Agradezco a Paco Abad el tiempo que dedicó a localizar en su colección de El Ruedo la información generada por la campaña española de Abel Flores, misma que me ha sido de gran utilidad para armar esto y al Ing. Luis Castro Pérez, la oportunidad de utilizar algunas de las imágenes que ilustran este texto.     

domingo, 13 de marzo de 2011

Pepín Martín Vázquez, un poco de su paso por México (comentario a toro pasado)

Pepín Martín Vázquez visto por Pepe Sala
Creo que no es necesario abundar en la sustanciosa brevedad del paso de Pepín Martín Vázquez por los ruedos. Esa brevedad nos ha dejado pocas imágenes a quienes por un mero accidente demográfico, no tuvimos el privilegio de verle en las plazas y tenemos que arreglárnoslas con lo que los veinticuatro por segundo nos alcanzan a transmitir, con todas las virtudes y los defectos que esa manera de recolectar y reproducir sucesos tiene.

Una de las mejores escenas que se conservan en ese formato – ya digitalizado –, recopilado en su inmortal Currito de la Cruz (Luis de Lucía, 1948), es la de la lidia al toro Caribeño de Xajay, la tarde del Jueves 14 de febrero de 1946 (corrida por la Rosa Guadalupana, a beneficio del Sanatorio de Toreros) en el viejo Toreo de la Ciudad de México donde su padre, el señor Curro se presentó en 1908 y su tío Manolo en 1914.

Pepín Martín Vázquez llegó a nuestro país para la temporada 1945 – 46, la segunda después la reanudación de las relaciones taurinas con España, tras de la ruptura de 1936 junto con Manolete, Pepe Luis Vázquez, Luis Gómez Estudiante, Manolo Escudero, Rafael Vega de los Reyes Gitanillo de Triana, Joaquín Rodríguez Cagancho, Eugenio Fernández Angelete y Rafael Perea Boni para integrar esa temporada con los más importantes de la baraja mexicana.

Menciono como dato adicional, que en esa temporada se inauguró la Plaza México – 5 de febrero de 1946 – y de esos toreros hispanos solamente actuaron en la Plaza México Manolete y El Boni. En años venideros lo harían Cagancho, Gitanillo de Triana y Manolo Escudero. Los demás, pasaron a formar parte de la historia y la leyenda de El Toreo – que sucumbió a la picota ese calendario también –, pero quedaron inéditos en la plaza de toros más grande del mundo.

Después de su confirmación en El Toreo – 16 de diciembre de 1945 –, Pepín Martín Vázquez se presentó en Guadalajara, en cuya plaza El Progreso tuvo tres actuaciones, dos de ellas, de acuerdo con las crónicas, que aún sin corte de apéndices – retazos de toro al fin – pueden considerarse señaladas. La primera fue el día de Año Nuevo de 1946, cuando mano a mano con Luis Procuna, dio cuenta de un encierro de Zacatepec. Pepín Martín Vázquez salió en hombros según la crónica, pese a haber pinchado sus tres toros.

En columna diversa a la crónica del festejo, titulada El Deporte en Si Bemol y publicada en el diario El Informador de Guadalajara, en su edición del 2 de enero de 1946, Don Detalles resume la actuación de Pepín así:


Quizá nadie pueda decir que Pepín Martín Vázquez vino a darle una bañada en Guadalajara a Luis Procuna, pero muy cerca estuvo de ello. El español encendió el entusiasmo en las graderías, como hacía mucho que no lo veíamos, y se reveló como lo que es: el mejor de los españoles que aquí hemos visto… Queremos decir únicamente que el chico nos ha dado la mejor tarde de toros que hemos tenido en mucho tiempo, y que desde ese punto de vista, para nosotros puede ser mejor que el propio Manolete… y que por eso se llevó de Guadalajara una de las más calurosas ovaciones que se hayan dispensado a un torero en la tierra tapatía. Pepín gustó; entusiasmó; dio la sensación de lo que debe ser un torero bueno, y nos dejó el buen sabor de haberle visto una de sus mejores actuaciones... Pepín Martín tiene la madera del torero. Y no solamente la madera; tiene también la pose, la afición, la voluntad y todo lo que constituye un diestro de verdad. Ahora es demasiado joven, pero ya se nota en él lo que será después, y pronto. Tan pronto que quizá sea dentro de una semana. En una palabra: que hemos tenido la mejor corrida del año, y ojalá que no sea la última vez que veamos aquí a Pepín Martín... La temporada parecía que habría de pasar sin mucha pena, y sin mucha gloria también, pero ahora esto se compone, y ojalá, como decimos, que vaya de bueno en mejor.”

La segunda tarde que quiero traer al recuerdo es la del 13 de febrero de 1946, en la que para dar cuenta de un encierro de Lucas González Rubio – puro Parladé vía La Punta y Matancillas – alternó con Fermín Rivera y Carlos Vera Cañitas. La corrida fue accidentada por cuestiones climatológicas, pero el celo de Pepín Martín Vázquez lo sacó a flote – materialmente – y volvió a dejar en alto el pabellón de su torería. De la crónica de Puntillero, publicada en El Informador, extraigo lo siguiente:
…Serán las cabañuelas o la visita extraordinaria de la Virgen de Zapopan, pero llevamos unos días metidos en agua como si estuviéramos en junio, y lo que es peor en granizo o lluvia a punto de congelación, y no se escapó de este tiempo el magnífico cartel de toros que se nos ofrecía para ayer por la tarde... A su segundo y sexto de la tarde, de cuyo nombre no podemos dar razón, pues era de quince letras, como palabra alemana y para cuando se logró hacerlo salir de toriles, el agua estaba en toda su fuerza y nosotros guarnecidos en las alturas de la plaza, allí fue donde el españolito nos demostró toda su sangre y su vergüenza torera… Los triunfos de sus alternantes y las buenas condiciones en que le llegó su enemigo a pesar de su mala salida, de haber habido sol, y menos lodo en el suelo, aún estuviéramos comentando las hazañas del sevillano… En medio del aguacero desencadenado, agarra la muleta, el piso del redondel era peor que de algodón o de barro batido, empieza por alto con la derecha – y antes había tenido lucidas actuaciones con el capote –. Sigue la faena sobria y torerísima entre la que se pudo ver un natural citando como a cinco metros de distancia, aguantando toda la embestida del toro a esa longitud y despidiéndolo de la suerte derecho, muy digno del aplauso. Salidas de suertes como solo Rafael “El Gallo”, “Cagancho” y este Pepín nos las han dado, porque después de pasarse al toro muy torero, librarse de él es gracia aparte… Todo el toreo alegre nos lo dio Pepín, en medio del charco en que toreaba, no se podía pedir más al fijarse dos pinchazos y una pescuecera que acabó con su enemigo. De haber habido sol y público no congelado por la fría lluvia, Pepín obtiene otro clamoroso éxito en nuestra plaza

Como se puede deducir de la lectura de los textos que aquí inserto, esas dos actuaciones en El Progreso fueron de una gran importancia, pues en ellas dejó la impronta de un toreo distinto, heraldo de una nueva manera de enfrentar a los astados, aunque en plena euforia manoletista, complicada de explicar y así, se recurría al lugar común, al falso espejo, a la comparación cuestionable – …salidas de suertes como solo Rafael “El Gallo”, “Cagancho” y este Pepín nos las han dado… – ante el pasmo que produce al narrador una tauromaquia distinta a la que marcaba esos tiempos y que era la esperada y que le impide el describir con lucidez y precisión lo que realmente ve, aunque en el fondo perciba algo diferente y novedoso – …se pudo ver un natural citando como a cinco metros de distancia, aguantando toda la embestida del toro a esa longitud y despidiéndolo de la suerte derecho… – por estar preñado de gusto, de clase y de personalidad.



No obstante, la cortedad de la presencia de Pepín Martín Vázquez en México – 70 días – sería como su paso por los ruedos. El infortunio, encarnado en el certero pitón de un toro de Concha y Sierra en la plaza de Valdepeñas y la intransigencia entre las representaciones sindicales de los toreros de aquí y de allá, impidió que pudiéramos seguir disfrutando de la profunda y singular tauromaquia del diestro de la calle de la Resolana.

Pocos años después, a causa principalmente de ese percance, Pepín Martín Vázquez dejó de vestirse de luces y se retiró del ambiente taurino. Hace unos días entró en la inmortalidad. Yo le recuerdo ahora, quizás a destiempo, pero no quiero que parezca que su paso por México aunque breve, quedó desapercibido.

N.B. Los subrayados en los textos citados, son obra de este amanuense.

domingo, 19 de diciembre de 2010

24 de diciembre de 1939: Conchita Cintrón se presenta en El Progreso de Guadalajara


Anuncio de la presentación de Conchita Cintrón
Informador, Guadalajara, 20 de diciembre de 1939

Escribía Pepe Alameda que Conchita Cintrón reunía en el ruedo la elegancia de Gaona y la llama de José. La realidad es que la presencia Conchita Cintrón representa un parteaguas en la historia del toreo, puesto que si bien, la presencia de la mujer en los ruedos data de tiempos anteriores a la aparición de ella en el primer plano de la fiesta, es su actuar y la manera de hacerlo, lo que viene a dar un giro definitivo a lo que se considera la manera en la que las damas pueden participar en los festejos taurinos. En suma, Conchita Cintrón abre en definitiva la puerta a la mujer en los ruedos y demuestra de paso, que tienen las cualidades necesarias para destacar a la mayor altura en esto. Por ello es que Gregorio Corrochano escribió de ella en su día: El día que se baje del caballo se tendrán que subir a él muchos toreros.

Conchita Cintrón llegó a México el año de 1939, de la mano de El Rey del Temple, Jesús Solórzano, quien advirtiendo su potencial le organizó su primera campaña mexicana y de hecho, su ingreso profesional a la torería. La propia Diosa Rubia lo narra de la siguiente forma:

...apareció Jesús Solórzano, y con su entrada en el tentadero, tres vidas cambiaron de rumbo.

- Oiga Usted Da Camara - le oí decir una mañana al descansar con nosotros de su faena -; estos bueyes son muy marrajos. ¿Por qué no lleva usted a Conchita a mi tierra? ¡Allí podría torear ganado de casta!

- Sería una idea magnífica - asintió Ruy -; pero en Méjico no tengo las facilidades necesarias para una cosa así. Por eso había pensado más bien en la posibilidad de llevarla a Portugal o a España, donde tengo muchos amigos, aunque esto, por lo de la guerra civil, no sé cuándo será.

- ¡Vaya! - protestó Chucho -. En Méjico también hay buenos amigos y ganaderías. Mi cuñado es dueño de una de las ganaderías más grandes del mundo, y le aseguro que le ofrecerá las becerras que quiera... si quiere le arreglo un contrato que le pague a Conchita y sus acompañantes la estancia y los viajes de ida y vuelta. Se entrenaría en La Punta; después torearía en algunos pueblos, para terminar debutando en El Toreo de Méjico. ¿Qué le parece?

¡Hecho! - exclamó mi maestro -. Si el padre de Conchita está de acuerdo y si usted habla en Méjico con su cuñado y con la empresa, creo que sería un programa inmejorable; por mi parte estoy de acuerdo en embarcar…

Informador 24/12/1939
Al final de cuentas no resultó fácil hacerla debutar. El propio Solórzano tuvo que arrendar El Toreo por un par de tardes y constituirse en empresa para poder cumplir lo ofrecido y así, el 20 de agosto de 1939, Conchita Cintrón, Manuel Jiménez Chicuelín, Jesús Guerra Guerrita y su paisano Alejandro Montani daban cuenta de un encierro de Matancillas, propiedad precisamente de los señores Francisco y José C. Madrazo, cuñados del Rey del Temple.

Algo más de cuatro meses después, la víspera de la Navidad de 1939, don Ignacio García Aceves la llevó a su plaza de El Progreso, en la Perla de Occidente. En esta ocasión para formar cartel – no para alternar, pues lidiaba sus toros previo a los toreros de a pie – con Carlos Arruza, Jesús Guerra Guerrita y Andrés Blando. El encierro sería de la ganadería tlaxcalteca de Zacatepec.

La impresión que causó la torera peruana fue magnífica. La relación de los sucesos que apareció publicada en el diario Informador de Guadalajara al día siguiente, escrita por su cronista titular, Tío Castuera, refleja el gran interés y la emoción que la actuación de Conchita Cintrón generó. La parte medular de ella dice lo siguiente:


Ya era justo que la anhelante afición tapatía desbordara su entusiasmo en la plaza de El Progreso en alguna fiesta de las que han pasado ya en la presente temporada, en la cual, aunque se han puesto los factores necesarios para el éxito de las corridas, éstas no habían alcanzado el calor ni entusiasmo peculiar de la fiesta máxima, unas veces por culpa de los toros y otras en su mayoría, debido a la apatía de los concursantes.
Pero ayer todo se olvidó, ante la magnificencia del espectáculo que revivió todos sus fuertes tonos, lo bello y emocionante que encierra la brava fiesta y el público que llenó las graderías se sentía satisfecho en muchos de los pasajes de la corrida, como fueron los proporcionados con sus dos bichos por la torera peruana Conchita Cintrón, que fue una revelación de arte y de simpatía, ya que la chiquilla de Sudamérica realizó una verdadera labor de arte. La enorme voluntad de la debutante, y la resolución férrea de que hizo gala, fue bastante cuña para que apretaran los machos los novilleros que tenían que hacerse cargo de la segunda parte de la fiesta, y a esto sin duda alguna obedeció que todos echaran la casa por la ventana, porque no podían consentir que una persona del sexo débil, de cuerpo fino, pero con una alma entera y pujante, llegara a conjuntar los lauros del triunfo desde los primeros instantes que se pasó delante de sus enemigos, y que ellos los que también tenían que aparecer en la escena taurina, tuvieran que hacer el tristísimo papel de derrotados. Así pues, para que la fiesta saliera redonda cooperaron Carlos Arruza, Andrés Blando y Jesús Guerra, Guerrita.


Y pasemos a lo que vimos.


Desde que se abrieron las puertas de cuadrillas y estas aparecieron llevando al frente a Conchita, que montaba al caballo Ojitos para cruzar las arenas del vetusto coso, motivando la clarinada de entusiasmo del conjunto, los impresionantes movimientos fueron como augurios de que veríamos una fiesta de toros cabal y satisfactoria. La esperanza de todos los aficionados en que estaban fundados sus presagios, se fueron confirmando en cada instante que pasaba y que veíamos a la clásica peruana estirar los brazos con suavidad impecable para instrumentar los lances que tanto envidiarían cientos de coletudos que se remolinean en ruedos provincianos o pueblerinos.


El calor empieza a sentirse en el tendido, las exclamaciones de la gente nerviosa intensifican la sensación y las suertes consumadas con arte y con sabor levantan el alboroto para terminar con atronadores aplausos y dianas de la murga.


‘¡Qué corrida!’, gritaban los exaltados. ‘Sí lo que sigue ya no vale nada, nos damos por satisfechos.’, tal era el éxito que estaba alcanzando la torera de los ojos azules, que se había echado a los bolsillos de su corta guayabera al público tapatío.


También se colocó a gran altura como rejoneadora, porque siendo una hábil caballista, logró realizar su obra de elogiosa manera.


Como muletera también, señores, hay que hablar muy despacio; porque solo así se puede concebir la fuerza de su brazo dominador, que adornado de sus faenas con pases de aliño y apañados, llega al fin de la tarea con una seguridad como la de los buenos, dejándose ver de sus enemigos, echándose sobre los puñales de la fiera y sepultando el acero centímetro a centímetro para rubricar la muerte de sus toros con una facilidad suma. Pues esto que la obra de Conchita Cintrón para triunfar firmemente, la recordaremos con entusiasmo…


El encierro de don Daniel Muñoz destacó por su bravura y sobresalieron las actuaciones de Carlos Arruza y Andrés Blando. A Guerrita se le fue vivo el primero de su lote y escuchó dos avisos en el que cerró plaza. Me llama la atención la crónica del Tío Castuera en dos sentidos: el primero, en cuanto a que hace una evaluación bastante más amplia del toreo de capa y de muleta de Conchita Cintrón y en segundo término de que no hace referencia alguna a los trofeos obtenidos por los diestros actuantes, como dejando ver que dentro de lo valioso del conjunto de sus actuaciones, salían sobrando. Lo que merecía ser recordado era la torería que llevaban impregnada, no los retazos de toro que les pudieran haber sido entregados.

Así fue la presentación triunfal de Conchita Cintrón en Guadalajara, una ciudad en la que, primero establecería su centro de operaciones en México y posteriormente, ya retirada de los ruedos residiría por muchos años.

Apostilla final


Informador, Guadalajara, 20 de diciembre 1939

Como se ve del cuerpo de la crónica, El Progreso se llenó en un festejo novilleril. En Tepatitlán, – la tierra de Carnicerito, a menos de 50 kilómetros de Guadalajara –, se inauguraba una plaza de toros con dos carteles de tronío Balderas y Solórzano mano a mano en el primero – en la misma víspera de la Navidad – y el segundo con el mano a mano de Armillita y Silverio. No cabe duda de que cuando hay imaginación y buen gusto, las plazas se llenan, aunque haya competencia cerca.




sábado, 21 de noviembre de 2009

Zorrito de San Mateo


Hace cuatro días, Javier, en Toro, Torero y Afición, publicó una entrada a partir de un comentario de Oselito, en el que se aludía al indulto del toro Zorrito de San Mateo, que le tocó en suerte a Manolo Espinosa, Armillita, la tarde del 5 de febrero de 1966, en la desaparecida plaza de toros de El Progreso, en Guadalajara, Jalisco, en cartel en el que alternaron con el hijo mayor del Maestro de Maestros, Santiago Martín, El Viti y Jaime Rangel, llevando por delante a Carlos Arruza, en la última tarde que actuara en esa plaza El Ciclón Mexicano, quien perdiera la vida en un accidente de carretera el siguiente mes de mayo.

Este asunto va a quedar algo extenso, así que me pongo manos a la obra. Espero que quede entendible.

El origen de Zorrito

En algún otro sitio de esta misma Aldea, comentaba que los hermanos Antonio y Julián Llaguno importaron de España entre 1908 y 1911 dos toros padres y 16 vacas del Marqués del Saltillo. Entre el primer lote de ganado que importaron, venía una vaca, la Vidriera, número 11, que en el año de 1909 parió un becerro, nombrado Vidriero por su madre y herrado con el número 2. Este Vidriero fue engendrado en España y junto con el Conejo, toro importado en 1908, fue uno de los hacedores de la hoy ganadería madre de la cabaña brava mexicana, San Mateo. El gráfico que está enseguida, ilustra la genealogía paterna del toro que es el tema en esta oportunidad.

Zorrito se llamó en los libros de la ganadería Zorrillo, pero para lidiarlo en la plaza, se modificó su nombre para evitar la cacofonía del mismo, pues en nuestro lenguaje coloquial, es la forma con la que designamos a la mofeta. Su nacencia es del año de 1962, lo que me sugiere que se lidió de utrero, lo que se confirma de observar su trapío en el primer tramo del vídeo que ilustra la entrada de Javier y que da pie a que yo meta los míos en esta oportunidad.

La afirmación que hago en el sentido de que se lidió de utrero, la deduzco también de la reseña del encierro publicada en el diario El Informador de Guadalajara, la víspera del festejo, que refleja en lo sustancial lo siguiente:

El ganado que lucirá la ilustre divisa rosa y blanco de "San Mateo" a lidiarse en la primera de las tres corridas de que consta la Tercera Feria Taurina de Guadalajara en la plaza "El Progreso" se compone de siete toros que oportunamente se han estado exhibiendo.

Para que los aficionados conozcan sus características, ofrecemos la información. El ejemplar cárdeno listón marcado con el número 67, pesó al desembarcarlo 445 kilos netos. Hay otro de igual pinta que hizo mover la báscula hasta los 475 kilogramos y se distingue por el número 37. También el mismo pelaje tiene el número 47 con un peso de 455. El que ostenta en los costillares el número 51, cárdeno, se carga sobre los lomos 480 kilos. Los toros de color negro, uno meano, el otro bragado y el restante entrepelado, son respectivamente los marcados con los números 42, 66 y 65 de un tonelaje de 485, 465 y 450 kilos.

Todos estos astados de la propiedad de los señores José Antonio Llaguno e Ignacio García Aceves, reúnen finura, juventud, correctas cornamentas, escogidos de lo de la mejor nota; sin ser unas catedrales están en su mero punto…


Como se puede ver, desde la reseña periodística del encierro, se advertía que el encierro era cómodo y sobre todo, joven.

El festejo

El festejo tuvo como mayor fasto el indulto de Zorrito, el triunfo de Manolo Espinosa y el hecho de que Jaime Rangel saliera herido. La crónica de Latiguillo en El Informador revela que la corrida al final no dio el resultado esperado:



Para apreciar debidamente la labor de los matadores, diremos que el primero de San Mateo resultó bravo a secas, el segundo tuvo el defecto de llegar soso y aplomado al final, el tercer mereció el indulto y prestigió, tanto, al espada en turno, como a sus dueños, el cuarto también llegó soso y aplomado al último tercio, el quinto resultó demasiado difícil y el sexto no permitió el éxito a su victimario. El que correspondió al "Ciclón" Carlos Arruza empezó quedado, pero terminó embistiendo con bravura…


Sobre la actuación del hijo mayor de Armillita ante el toro de la tarde, el mismo Enrique Aceves escribió:

…Le tocó al hijo del que fuera gran maestro de los ruedos, don Fermín Espinosa "Armillita", lidiar al mejor toro del encierro, es decir al que los propios aficionados pidieron su indulto, después de la extraordinaria pelea que dio en los tres tercios pues fue bravo con el percal, arremetió con fuerza a los caballos y llegó al final embistiendo fieramente a la muleta. ¡Un gran toro!...

…la escandalera vino con la muleta, cuando Espinosa, después de brindar la faena a su señor padre, ejecutó toda clase de suertes del toreo, sin que faltaran los clásicos naturales y templados derechazos, todos a la mínima distancia y en medio de una gran algarabía, ya que los olés resonaban en los tendidos y las ovaciones se sucedían unas a otras…

Otra efeméride a destacar, es en el sentido de que esta tarde fue la primera vez que los señores García Aceves y García Villaseñor, compartían una vuelta al ruedo por un triunfo con José Antonio Llaguno García, ya como condueños de San Mateo y al paso de los años, acabarían por adquirir la totalidad de la titularidad de la vacada.

…Como este bravo toro, ya lo mencionamos fue indultado a petición del público, al diestro triunfador se le otorgaron, simbólicamente, las dos orejas y el rabo, con los cuales dio varias vueltas al ruedo, primero solo y luego con los ganaderos José Antonio Llaguno e Ignacio García Villaseñor, hijo de Nacho García Aceves, y con su señor padre, don Fermín Espinosa…


El destino de Zorrito

Zorrito volvió a los potreros de San Mateo, donde fue puesto con las vacas, pero también dejó progenie en las ganaderías de San Martín, Los Martínez y con Javier Garfias, quien lo retentó aproximadamente al año de haber sido indultado, en la plaza de la Hacienda de Santiago, donde entonces tenía el asiento de su ganadería y allí lo volvió a lidiar Manolo Espinosa y el toro no acusó los efectos de la lidia previa a la que había sido sometido. Si se ve con cuidado el segundo tramo del vídeo al que he aludido antes y se compara el trapío del toro con el que lucía cuando fue a la plaza, se puede ver que efectivamente, fue lidiado de utrero.

Años después, concluido su ciclo reproductivo, el toro fue llevado de nueva cuenta al ruedo de El Progreso, donde por última vez, lo lidió Armillita. Sobre el particular, el torero le contó lo siguiente a Guillermo Salas Alonso, cronista del diario El Universal hace algo más de 5 años:

Fue un gran toro. La tarde que se indultó lo lidié a placer con la mano derecha, me tocó la inspiración con su varita mágica. Al año siguiente, en el tentadero de Javier Garfias iba temeroso de que Zorrito, que me dio tanto, hubiese adquirido resabios que ya no me permitieran torearlo.

Como dejando volar el pensamiento tras una pausa, nos explica: En Guadalajara la faena reunió muchos pases por el pitón derecho, ya con Garfias fue mejor por el izquierdo… Volví a sentirlo, a gozar con su raza y estilo.

Cuando me habló don José Antonio Llaguno García y me dio a conocer el plan de volverlo a torear para matarlo en Guadalajara, la plaza que el destino le dio la oportunidad de seguir viviendo, acepté, pero con las dudas de que si se dejaría torear por tercera ocasión. Me dejó mudo… ¡Volvió a embestir!

Es un caso que deja ver la raza de procedencia del encaste de Saltillo, a través de San Mateo... ¡Bendita sangre!

Esto es pues algo de la historia de Zorrito (Zorrillo en los libros), número 51, cárdeno claro, apretado y vuelto de cuerna, nacido en el año de 1962, corrido en tercer lugar de la lidia ordinaria de esa corrida inaugural de la Tercera Feria Taurina de Guadalajara, el 5 de febrero de 1966 y no de 1960, como equivocadamente dice, hasta el portal oficial de la propia ganadería de San Mateo.

Aldeanos