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domingo, 19 de diciembre de 2010

24 de diciembre de 1939: Conchita Cintrón se presenta en El Progreso de Guadalajara


Anuncio de la presentación de Conchita Cintrón
Informador, Guadalajara, 20 de diciembre de 1939

Escribía Pepe Alameda que Conchita Cintrón reunía en el ruedo la elegancia de Gaona y la llama de José. La realidad es que la presencia Conchita Cintrón representa un parteaguas en la historia del toreo, puesto que si bien, la presencia de la mujer en los ruedos data de tiempos anteriores a la aparición de ella en el primer plano de la fiesta, es su actuar y la manera de hacerlo, lo que viene a dar un giro definitivo a lo que se considera la manera en la que las damas pueden participar en los festejos taurinos. En suma, Conchita Cintrón abre en definitiva la puerta a la mujer en los ruedos y demuestra de paso, que tienen las cualidades necesarias para destacar a la mayor altura en esto. Por ello es que Gregorio Corrochano escribió de ella en su día: El día que se baje del caballo se tendrán que subir a él muchos toreros.

Conchita Cintrón llegó a México el año de 1939, de la mano de El Rey del Temple, Jesús Solórzano, quien advirtiendo su potencial le organizó su primera campaña mexicana y de hecho, su ingreso profesional a la torería. La propia Diosa Rubia lo narra de la siguiente forma:

...apareció Jesús Solórzano, y con su entrada en el tentadero, tres vidas cambiaron de rumbo.

- Oiga Usted Da Camara - le oí decir una mañana al descansar con nosotros de su faena -; estos bueyes son muy marrajos. ¿Por qué no lleva usted a Conchita a mi tierra? ¡Allí podría torear ganado de casta!

- Sería una idea magnífica - asintió Ruy -; pero en Méjico no tengo las facilidades necesarias para una cosa así. Por eso había pensado más bien en la posibilidad de llevarla a Portugal o a España, donde tengo muchos amigos, aunque esto, por lo de la guerra civil, no sé cuándo será.

- ¡Vaya! - protestó Chucho -. En Méjico también hay buenos amigos y ganaderías. Mi cuñado es dueño de una de las ganaderías más grandes del mundo, y le aseguro que le ofrecerá las becerras que quiera... si quiere le arreglo un contrato que le pague a Conchita y sus acompañantes la estancia y los viajes de ida y vuelta. Se entrenaría en La Punta; después torearía en algunos pueblos, para terminar debutando en El Toreo de Méjico. ¿Qué le parece?

¡Hecho! - exclamó mi maestro -. Si el padre de Conchita está de acuerdo y si usted habla en Méjico con su cuñado y con la empresa, creo que sería un programa inmejorable; por mi parte estoy de acuerdo en embarcar…

Informador 24/12/1939
Al final de cuentas no resultó fácil hacerla debutar. El propio Solórzano tuvo que arrendar El Toreo por un par de tardes y constituirse en empresa para poder cumplir lo ofrecido y así, el 20 de agosto de 1939, Conchita Cintrón, Manuel Jiménez Chicuelín, Jesús Guerra Guerrita y su paisano Alejandro Montani daban cuenta de un encierro de Matancillas, propiedad precisamente de los señores Francisco y José C. Madrazo, cuñados del Rey del Temple.

Algo más de cuatro meses después, la víspera de la Navidad de 1939, don Ignacio García Aceves la llevó a su plaza de El Progreso, en la Perla de Occidente. En esta ocasión para formar cartel – no para alternar, pues lidiaba sus toros previo a los toreros de a pie – con Carlos Arruza, Jesús Guerra Guerrita y Andrés Blando. El encierro sería de la ganadería tlaxcalteca de Zacatepec.

La impresión que causó la torera peruana fue magnífica. La relación de los sucesos que apareció publicada en el diario Informador de Guadalajara al día siguiente, escrita por su cronista titular, Tío Castuera, refleja el gran interés y la emoción que la actuación de Conchita Cintrón generó. La parte medular de ella dice lo siguiente:


Ya era justo que la anhelante afición tapatía desbordara su entusiasmo en la plaza de El Progreso en alguna fiesta de las que han pasado ya en la presente temporada, en la cual, aunque se han puesto los factores necesarios para el éxito de las corridas, éstas no habían alcanzado el calor ni entusiasmo peculiar de la fiesta máxima, unas veces por culpa de los toros y otras en su mayoría, debido a la apatía de los concursantes.
Pero ayer todo se olvidó, ante la magnificencia del espectáculo que revivió todos sus fuertes tonos, lo bello y emocionante que encierra la brava fiesta y el público que llenó las graderías se sentía satisfecho en muchos de los pasajes de la corrida, como fueron los proporcionados con sus dos bichos por la torera peruana Conchita Cintrón, que fue una revelación de arte y de simpatía, ya que la chiquilla de Sudamérica realizó una verdadera labor de arte. La enorme voluntad de la debutante, y la resolución férrea de que hizo gala, fue bastante cuña para que apretaran los machos los novilleros que tenían que hacerse cargo de la segunda parte de la fiesta, y a esto sin duda alguna obedeció que todos echaran la casa por la ventana, porque no podían consentir que una persona del sexo débil, de cuerpo fino, pero con una alma entera y pujante, llegara a conjuntar los lauros del triunfo desde los primeros instantes que se pasó delante de sus enemigos, y que ellos los que también tenían que aparecer en la escena taurina, tuvieran que hacer el tristísimo papel de derrotados. Así pues, para que la fiesta saliera redonda cooperaron Carlos Arruza, Andrés Blando y Jesús Guerra, Guerrita.


Y pasemos a lo que vimos.


Desde que se abrieron las puertas de cuadrillas y estas aparecieron llevando al frente a Conchita, que montaba al caballo Ojitos para cruzar las arenas del vetusto coso, motivando la clarinada de entusiasmo del conjunto, los impresionantes movimientos fueron como augurios de que veríamos una fiesta de toros cabal y satisfactoria. La esperanza de todos los aficionados en que estaban fundados sus presagios, se fueron confirmando en cada instante que pasaba y que veíamos a la clásica peruana estirar los brazos con suavidad impecable para instrumentar los lances que tanto envidiarían cientos de coletudos que se remolinean en ruedos provincianos o pueblerinos.


El calor empieza a sentirse en el tendido, las exclamaciones de la gente nerviosa intensifican la sensación y las suertes consumadas con arte y con sabor levantan el alboroto para terminar con atronadores aplausos y dianas de la murga.


‘¡Qué corrida!’, gritaban los exaltados. ‘Sí lo que sigue ya no vale nada, nos damos por satisfechos.’, tal era el éxito que estaba alcanzando la torera de los ojos azules, que se había echado a los bolsillos de su corta guayabera al público tapatío.


También se colocó a gran altura como rejoneadora, porque siendo una hábil caballista, logró realizar su obra de elogiosa manera.


Como muletera también, señores, hay que hablar muy despacio; porque solo así se puede concebir la fuerza de su brazo dominador, que adornado de sus faenas con pases de aliño y apañados, llega al fin de la tarea con una seguridad como la de los buenos, dejándose ver de sus enemigos, echándose sobre los puñales de la fiera y sepultando el acero centímetro a centímetro para rubricar la muerte de sus toros con una facilidad suma. Pues esto que la obra de Conchita Cintrón para triunfar firmemente, la recordaremos con entusiasmo…


El encierro de don Daniel Muñoz destacó por su bravura y sobresalieron las actuaciones de Carlos Arruza y Andrés Blando. A Guerrita se le fue vivo el primero de su lote y escuchó dos avisos en el que cerró plaza. Me llama la atención la crónica del Tío Castuera en dos sentidos: el primero, en cuanto a que hace una evaluación bastante más amplia del toreo de capa y de muleta de Conchita Cintrón y en segundo término de que no hace referencia alguna a los trofeos obtenidos por los diestros actuantes, como dejando ver que dentro de lo valioso del conjunto de sus actuaciones, salían sobrando. Lo que merecía ser recordado era la torería que llevaban impregnada, no los retazos de toro que les pudieran haber sido entregados.

Así fue la presentación triunfal de Conchita Cintrón en Guadalajara, una ciudad en la que, primero establecería su centro de operaciones en México y posteriormente, ya retirada de los ruedos residiría por muchos años.

Apostilla final


Informador, Guadalajara, 20 de diciembre 1939

Como se ve del cuerpo de la crónica, El Progreso se llenó en un festejo novilleril. En Tepatitlán, – la tierra de Carnicerito, a menos de 50 kilómetros de Guadalajara –, se inauguraba una plaza de toros con dos carteles de tronío Balderas y Solórzano mano a mano en el primero – en la misma víspera de la Navidad – y el segundo con el mano a mano de Armillita y Silverio. No cabe duda de que cuando hay imaginación y buen gusto, las plazas se llenan, aunque haya competencia cerca.




sábado, 21 de noviembre de 2009

Zorrito de San Mateo


Hace cuatro días, Javier, en Toro, Torero y Afición, publicó una entrada a partir de un comentario de Oselito, en el que se aludía al indulto del toro Zorrito de San Mateo, que le tocó en suerte a Manolo Espinosa, Armillita, la tarde del 5 de febrero de 1966, en la desaparecida plaza de toros de El Progreso, en Guadalajara, Jalisco, en cartel en el que alternaron con el hijo mayor del Maestro de Maestros, Santiago Martín, El Viti y Jaime Rangel, llevando por delante a Carlos Arruza, en la última tarde que actuara en esa plaza El Ciclón Mexicano, quien perdiera la vida en un accidente de carretera el siguiente mes de mayo.

Este asunto va a quedar algo extenso, así que me pongo manos a la obra. Espero que quede entendible.

El origen de Zorrito

En algún otro sitio de esta misma Aldea, comentaba que los hermanos Antonio y Julián Llaguno importaron de España entre 1908 y 1911 dos toros padres y 16 vacas del Marqués del Saltillo. Entre el primer lote de ganado que importaron, venía una vaca, la Vidriera, número 11, que en el año de 1909 parió un becerro, nombrado Vidriero por su madre y herrado con el número 2. Este Vidriero fue engendrado en España y junto con el Conejo, toro importado en 1908, fue uno de los hacedores de la hoy ganadería madre de la cabaña brava mexicana, San Mateo. El gráfico que está enseguida, ilustra la genealogía paterna del toro que es el tema en esta oportunidad.

Zorrito se llamó en los libros de la ganadería Zorrillo, pero para lidiarlo en la plaza, se modificó su nombre para evitar la cacofonía del mismo, pues en nuestro lenguaje coloquial, es la forma con la que designamos a la mofeta. Su nacencia es del año de 1962, lo que me sugiere que se lidió de utrero, lo que se confirma de observar su trapío en el primer tramo del vídeo que ilustra la entrada de Javier y que da pie a que yo meta los míos en esta oportunidad.

La afirmación que hago en el sentido de que se lidió de utrero, la deduzco también de la reseña del encierro publicada en el diario El Informador de Guadalajara, la víspera del festejo, que refleja en lo sustancial lo siguiente:

El ganado que lucirá la ilustre divisa rosa y blanco de "San Mateo" a lidiarse en la primera de las tres corridas de que consta la Tercera Feria Taurina de Guadalajara en la plaza "El Progreso" se compone de siete toros que oportunamente se han estado exhibiendo.

Para que los aficionados conozcan sus características, ofrecemos la información. El ejemplar cárdeno listón marcado con el número 67, pesó al desembarcarlo 445 kilos netos. Hay otro de igual pinta que hizo mover la báscula hasta los 475 kilogramos y se distingue por el número 37. También el mismo pelaje tiene el número 47 con un peso de 455. El que ostenta en los costillares el número 51, cárdeno, se carga sobre los lomos 480 kilos. Los toros de color negro, uno meano, el otro bragado y el restante entrepelado, son respectivamente los marcados con los números 42, 66 y 65 de un tonelaje de 485, 465 y 450 kilos.

Todos estos astados de la propiedad de los señores José Antonio Llaguno e Ignacio García Aceves, reúnen finura, juventud, correctas cornamentas, escogidos de lo de la mejor nota; sin ser unas catedrales están en su mero punto…


Como se puede ver, desde la reseña periodística del encierro, se advertía que el encierro era cómodo y sobre todo, joven.

El festejo

El festejo tuvo como mayor fasto el indulto de Zorrito, el triunfo de Manolo Espinosa y el hecho de que Jaime Rangel saliera herido. La crónica de Latiguillo en El Informador revela que la corrida al final no dio el resultado esperado:



Para apreciar debidamente la labor de los matadores, diremos que el primero de San Mateo resultó bravo a secas, el segundo tuvo el defecto de llegar soso y aplomado al final, el tercer mereció el indulto y prestigió, tanto, al espada en turno, como a sus dueños, el cuarto también llegó soso y aplomado al último tercio, el quinto resultó demasiado difícil y el sexto no permitió el éxito a su victimario. El que correspondió al "Ciclón" Carlos Arruza empezó quedado, pero terminó embistiendo con bravura…


Sobre la actuación del hijo mayor de Armillita ante el toro de la tarde, el mismo Enrique Aceves escribió:

…Le tocó al hijo del que fuera gran maestro de los ruedos, don Fermín Espinosa "Armillita", lidiar al mejor toro del encierro, es decir al que los propios aficionados pidieron su indulto, después de la extraordinaria pelea que dio en los tres tercios pues fue bravo con el percal, arremetió con fuerza a los caballos y llegó al final embistiendo fieramente a la muleta. ¡Un gran toro!...

…la escandalera vino con la muleta, cuando Espinosa, después de brindar la faena a su señor padre, ejecutó toda clase de suertes del toreo, sin que faltaran los clásicos naturales y templados derechazos, todos a la mínima distancia y en medio de una gran algarabía, ya que los olés resonaban en los tendidos y las ovaciones se sucedían unas a otras…

Otra efeméride a destacar, es en el sentido de que esta tarde fue la primera vez que los señores García Aceves y García Villaseñor, compartían una vuelta al ruedo por un triunfo con José Antonio Llaguno García, ya como condueños de San Mateo y al paso de los años, acabarían por adquirir la totalidad de la titularidad de la vacada.

…Como este bravo toro, ya lo mencionamos fue indultado a petición del público, al diestro triunfador se le otorgaron, simbólicamente, las dos orejas y el rabo, con los cuales dio varias vueltas al ruedo, primero solo y luego con los ganaderos José Antonio Llaguno e Ignacio García Villaseñor, hijo de Nacho García Aceves, y con su señor padre, don Fermín Espinosa…


El destino de Zorrito

Zorrito volvió a los potreros de San Mateo, donde fue puesto con las vacas, pero también dejó progenie en las ganaderías de San Martín, Los Martínez y con Javier Garfias, quien lo retentó aproximadamente al año de haber sido indultado, en la plaza de la Hacienda de Santiago, donde entonces tenía el asiento de su ganadería y allí lo volvió a lidiar Manolo Espinosa y el toro no acusó los efectos de la lidia previa a la que había sido sometido. Si se ve con cuidado el segundo tramo del vídeo al que he aludido antes y se compara el trapío del toro con el que lucía cuando fue a la plaza, se puede ver que efectivamente, fue lidiado de utrero.

Años después, concluido su ciclo reproductivo, el toro fue llevado de nueva cuenta al ruedo de El Progreso, donde por última vez, lo lidió Armillita. Sobre el particular, el torero le contó lo siguiente a Guillermo Salas Alonso, cronista del diario El Universal hace algo más de 5 años:

Fue un gran toro. La tarde que se indultó lo lidié a placer con la mano derecha, me tocó la inspiración con su varita mágica. Al año siguiente, en el tentadero de Javier Garfias iba temeroso de que Zorrito, que me dio tanto, hubiese adquirido resabios que ya no me permitieran torearlo.

Como dejando volar el pensamiento tras una pausa, nos explica: En Guadalajara la faena reunió muchos pases por el pitón derecho, ya con Garfias fue mejor por el izquierdo… Volví a sentirlo, a gozar con su raza y estilo.

Cuando me habló don José Antonio Llaguno García y me dio a conocer el plan de volverlo a torear para matarlo en Guadalajara, la plaza que el destino le dio la oportunidad de seguir viviendo, acepté, pero con las dudas de que si se dejaría torear por tercera ocasión. Me dejó mudo… ¡Volvió a embestir!

Es un caso que deja ver la raza de procedencia del encaste de Saltillo, a través de San Mateo... ¡Bendita sangre!

Esto es pues algo de la historia de Zorrito (Zorrillo en los libros), número 51, cárdeno claro, apretado y vuelto de cuerna, nacido en el año de 1962, corrido en tercer lugar de la lidia ordinaria de esa corrida inaugural de la Tercera Feria Taurina de Guadalajara, el 5 de febrero de 1966 y no de 1960, como equivocadamente dice, hasta el portal oficial de la propia ganadería de San Mateo.

Aldeanos