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domingo, 4 de julio de 2010

Detrás de un cartel (III)

Barcelona se ha caracterizado por ser un lugar hospitalario. En julio de 1952 recibió, como venía sucediendo desde hacía unos años antes, a la tripulación del buque escuela argentino Pueyrredón que supongo que evitando el invierno austral, iniciaba una gira hacia las aguas más templadas del Norte, en busca de proporcionar experiencia a sus jóvenes tripulantes. De acuerdo con las hemerotecas, a las tripulaciones del Pueyrredón se les agasajaba de distintas maneras, siendo recibida incluso por el entonces Jefe del Estado, lo que implica que su presencia en España era todo un acontecimiento.

Entre las festividades que Barcelona ofrecía para celebrar la presencia de esos visitantes, estaba la fiesta de los toros y así, como lo señala, tanto el cartel que da motivo a esta entrada, como la publicidad dada al mismo en los diarios, el domingo 5 de julio de 1952, la empresa de don Pedro Balañá ofreció en la Plaza de Toros Monumental una corrida de toros con un gran cartel de toros y toreros. Anunció 6 toros de Sepúlveda de Yeltes para Pepe Dominguín, mi paisano Jesús Córdoba y Rafael Ortega, corrida que resultó un éxito, según lo narró en La Vanguardia del martes siguiente al festejo Eduardo Palacio en su crónica titulada La copa del olvido y de la que lo medular dice:

Amable y bondadoso lector, sí eres de mi quinta y a Dios pido te aumente los años si no te han de agobiar, recordarás que allá por el 1917 ó 18 llevó por toda España una bella canzonetista, americana del Sur un tango argentino que titulábase como me he permitido rotular esta reseña. Llamábase ella nada menos que María Tubau, o sea como aquella ilustre dama de la escena española, de feliz añoranza, y la canción, llorona y sentimental, venía a ser una especie de exaltación del hombre que, burlado por una mujer, no puede vivir sin aquel «cariño». Vestía la artista de frac, simulaba la clásica borrachera y si los hombres compadecían al protagonista del tango, las damas pensaban: ¡qué imbécil!

Pero bueno, yo no aludo más que al titulejo en cuestión. Y es que si en este mundo olvídanse los beneficios, cosa que no tiene perdón, olvidanse igualmente los amores, los ultrajes y hasta las afrentas, lo que es muy noble ciertamente; pero una de las cosas que sólo dejan de recordar por completo los toreros valientes son las cornadas que esmaltan sus carnes. Pues bien, el diestro de la Isla de San Fernando, Rafael Ortega, tiene una amnesia completa para sus graves percances. Puede decirse que al abandonar las clínicas que se ha visto obligado a visitar, no hace ya memoria del porqué fue huésped, en ellas. ¡Ah!, y tampoco es supersticioso, lo que es aun más increíble. Quiero decir, en fin, que el gaditano diestro apura hasta las heces esa nueva «copa del olvido».

En la temporada de 1950 un último toro de Villamarta atravesóle el muslo derecho la tarde del 8 de junio, y a los treinta días justos, recién dado de alta, el 8 de julio de hoy hace dos años el último toro de Bohórquez, en Pamplona, infirióle una tan tremenda cornada, que sólo Dios y la pericia del insigne operador doctor Juaristi pudieron tornarle a la vida. Recuperarla él y seguir arrimándose a los cornúpetas como de ordinario fue para el artista cosa facilísima y natural. Y el domingo, en la Monumental, demostró nuevamente la impavidez de siempre. Es decir, de siempre no, porque ahora torea muchísimo mejor. Se ha afinado mucho, y si para mejorarlo ha trocado su estilo, el valor que posee no ha perdido un solo quilate. Fue triunfal su jornada, escuchó la música al veroniquear, en los quites y en las faenas de muleta, pero es tal su modestia, que hasta en esas ocasiones costábale trabajo destocarse para saludar al público que lo aclamaba. A éste brindó su primera faena con la franela, realizada, entre gritos de entusiasmo… Se le concedieron las dos orejas del toro y dio dos vueltas al ruedo y salió a los medios. Más aún faltaba la «cola por cortar» y la cortó al sexto de la función. Recibiólo con seis asombrosas verónicas y media inaudita sonando ya la música. Hizo su quite con tres lances y medio también a la verónica y tornó a sonar la música Pepe «Dominguín» entró al suyo con el capote a la espalda y Jesús Córdoba – ¡vaya señorío artístico! – dibujó cinco «chicuelinas» de maravilla. ¡Qué tercio de quites! Banderilleado el toro, brindó Ortega al comandante del «Pueyrredón», capitán Cordeu y derrochando valor y arte… las aclamaciones al diestro no dejaban oír la música y para remate, el gaditano se arrancó en corto y en el propio hoyo de las agujas enterró todo el estoque, rodando el bicho a sus pies hecho una pelota. Y entonces sí, entonces otorgáronsele las dos orejas y la «cola» del cornúpeta, trofeos que recibió encontrándose ya izado en hombros de los «capitalistas», quienes paseáronle en derredor de la circunferencia, mientras el público aclamaba a un auténtico torero, que en vez de «echar teatro» a su arte, prefiere trufarlo con un valor desmedido que, por fortuna suya, ha dejado de ser temeridad para quedar en eso: en puro valor. Yo le deseo sinceramente que siga emborrachándose de «copas del olvido».

La voluntad de Pepe «Dominguín» si no lució en el bicho que rompió plaza, fue debido a que su lidia transcurrió entre una constante protesta a causa de la insignificancia del torete. Despenóle, previa una faena más que decorosa, de una estocada desprendida. Al cuarto de la tarde, de doña María Montalvo, le clavó dos imponentes pares de rehiletes, tras lo que solicitó el cambio de tercio. La música amenizó luego una faena valerosa, de la que sobresalieron unos buenos derechazos, un molinete y cuatro «orteguinas». Pinchó en lo alto dos veces antes de dejar medio estoque bien puesto, y entre unánimes aplausos el diestro salió al tercio a saludar.

En cuanto al mejicano Jesús Córdoba, que actuó el domingo de segundo espada, aténgome en todo y por todo a cuanto dije el día de su presentación en Barcelona. Es un gran torero, tiene con capa y muleta, un soberano empaque, no obstante lo cual en su toreo brillan una naturalidad y una soltura que se armonizan perfectamente. El domingo veroniqueó en dos tiempos su primer enemigo, realizando luego un primoroso quite con el capote a la espalda. Llegó el toro muy aplomado al último tercio, y el artista, a los sones de la música… Otorgósele una ovación unánime, mientras el mejicano daba la vuelta al anillo y salía o los medios. La muerte del quinto de la tarde brindóla al ilustre marino argentino señor Cordeu, a quien el público ovacionó cariñosamente, lo que agradeció el brindado poniéndose en pie en su palco y saludando… Se pidió insistentemente la concesión de oreja y quedó la cosa en una fragorosa ovación, con vuelta al ruedo y salida a los medios, todo muy merecido en verdad… Los toros dieron los siguientes pesos en bruto: 426, 429, 450, 515, 410 y 459 kilogramos respectivamente.
Los toros lidiados al final no fueron los Contreras de don Ignacio Sánchez y Sánchez anunciados como Sepúlveda de Yeltes, sino que cinco de ellos provinieron de Samuel HermanosSamuel Flores – y uno de María Montalvo. Las razones de la sustitución del encierro el mismo día del festejo, su presencia y el juego que dieron, las proporciona el mismo Eduardo Palacio en un apartado de la misma crónica a la que he aludido antes:

…Estaban anunciados seis toros de «Sepúlveda de Yeltes», pero al estar atacados de fiebre aftosa, como sus hermanos de la novillada anterior, substituyéronse con cinco de «Samuel Hermanos», sangre de lo de Parladé y divisa azul, encarnada y oro viejo, y uno de doña María Montalvo, que jugóse en cuarto puesto, divisa azul y amarilla y sangre de lo de don Vicente Martínez. El encierro resultó así: El primero, pequeño y desmedrado, tenía casta, tomó tres varas y no sólo se protestó en vida, sino al ser enganchado su cadáver a las mulas. El segundo, mayor y bien puesto, cuando solo habla recibido dos puyazos, pidió Córdoba el cambio de tercio, El tercero, gordo y bien armado, llevó una sola vara por solicitar Ortega el paso a banderillas, donde también pidió, a los dos pares, nuevo cambio. El cuarto, largo, abierto de cuerna y con poder, sufrió tres lancetazos. El quinto, pequeño, con mucha leña en la cabeza y con poder, soportó tres puyas y se protestó su tamaño. Y el sexto, grande, largo y con cuerna aparatosa, aguantó tres varas…
Lo que sí se desprende del conjunto de la crónica, es que los toros menos pesados fueron objeto de protestas y lo mismo ocurrió cuando la suerte de varas o el segundo tercio no se cubrieron a cabalidad, observando este amanuense que ya se comenzaba a imponer una costumbre que a la larga resultaría perniciosa y que consiste en que los diestros actuantes pidan – o manden – el cambio de tercio aún cuando el cometido del mismo no esté cumplido. Podrán aducirse variadas razones – como la falta de fuerza o de presencia de los toros, por ejemplo –, pero eso no exime el cumplimiento de la tradición primero y de la normativa después.  

La taurinidad de Barcelona como se ve, no tiene razón para ser puesta en duda. Solamente hay que asomarse a la historia – reciente y no tanto – para entender que la fiesta de los toros resulta ser parte de la manera en la que sus habitantes ven la vida. Así nos lo enseña la historia que está detrás de este cartel, la de una tarde de triunfo.

domingo, 13 de junio de 2010

Detrás de un cartel (II)

Algunos antecedentes

En junio de 1993 participé en un congreso en la ciudad de Toluca, lugar en el que la primavera y el verano son verdaderas entelequias. De regreso a Aguascalientes, paré un momento en la Calle de Moras, en la Colonia del Valle, para saludar a mi hermano Ricardo y pedirle que me llevara al aeropuerto, para así completar el regreso a casa. Después de la comida, llegó la hora de la salida y al pasar por la Plaza de Tlacoquemecatl - por cierto, lugar de reunión de muchos aguascalentenses radicados en el D.F. -, Ricardo me dijo que en una papelería vendían unos carteles de la época de Joselito. Considerando que íbamos apretados de tiempo y que por asuntos de trabajo estaría viajando constantemente a la Capital, le dije que esperaría otra oportunidad para verlos, pero mi hermano insistió y antes de que pudiera pensarlo, ya estábamos estacionados frente al establecimiento. Se notaba a leguas que la papelería vivió mejores tiempos, pues mercancía de su giro casi no se veía, pero destacaba una máquina para vender boletos de lotería deportiva. En un aparador se encontraba solitario un cartel de toros. La dueña del establecimiento - una señora española, mayor y muy agradable -, me dijo que era el último que le quedaba. Dudé un momento y al ver la fecha del cartel, decidí comprárselo. Pagué el precio que me pidió y envuelto en una bolsa de papel lo metí en mi portafolio.

No quise sacar el cartel de su envoltura durante el vuelo y al llegar a casa advertí que anunciaba una corrida celebrada en la Plaza de Barcelona el 30 de abril de 1916, en la que habrían de lidiarse 4 toros de los herederos de Esteban Hernández y otros 4 del Conde de Santa Coloma, por los diestros Manuel Torres Bombita Chico, Agustín García Malla, Isidoro Martí Flores y Francisco Madrid. Agregaba el cartel que era la función número diez y que el festejo iniciaría a las cuatro menos cuarto de esa tarde.

Me imaginé de pronto que debió ser una tarde triunfal, pues alguien tuvo el empeño de cruzar el Atlántico con el cartel y después, colocarlo en un marco para engalanar un rincón con sabor taurino. De otra forma no me explicaría la presencia de ese cartel en mis manos sesenta y siete años después. Aparte, tanto Manolo Bomba como Paco Madrid fueron gente en el planeta de los toros y aunque de momento no reconocí los nombres de Malla y Flores, alguien habrán sido también.

Por otra parte, me asaltó la duda de la plaza en la que se celebró el festejo, pues en la primera década de este siglo funcionaban dos plazas de toros en la Ciudad Condal y suponía que la llamada Monumental aún no tomaba esa denominación, por lo que tenía la impresión de que se llevó a cabo en Las Arenas. Esto me motivó a tratar de reconstruir los sucesos en torno a esa tarde de toros.

Posteriormente, en el año de 1995 mi hermana Rosa María tuvo la oportunidad de vivir en la Capital de Cataluña y aprovechando su estancia por esas tierras, le pedí que me buscara en alguna hemeroteca una crónica o reseña del festejo, recibiendo al cabo de un tiempo, unas copias del periódico La Tribuna de esa Ciudad, fechado el propio día de la corrida. Ya en estos días, el acceso a otras fuentes digitalizadas, como el semanario La Lidia o varios de los diarios madrileños – evidentemente La Vanguardia de Barcelona no refiere información sobre el festejo –, me permite ampliar la perspectiva y con esta información comparto con Ustedes lo averiguado sobre el particular.

La Monumental de Barcelona

Entre 1914 y 1923 Barcelona tuvo 3 plazas de toros funcionales. La llamada Barceloneta o Plaza Antigua, que funcionó de 1824 a 1923; después se construyó la de Las Arenas, ubicada en el centro de esa Ciudad y que fue escenario taurino de 1900 a 1977 y a cuya defunción taurina me he referido en otro espacio de esta misma Aldea y el 12 de abril de 1914 se inauguró la plaza original llamada del Sport con una corrida de toros del Duque de Veragua para Vicente Pastor, Bienvenida, Vázquez II y Torquito. Dos años después de su apertura se amplía la capacidad de la Plaza del Sport y se le agregan doce mil localidades, para dejarla con un aforo de veinte mil espectadores y el 27 de febrero de 1916 se reinaugura, nombrada ya como Plaza Monumental con el cartel formado por Joselito, Francisco Posada y Saleri II, quienes lidiaron a muerte una corrida de Pablo Benjumea.

Revisados estos datos, me enteré de que el cartel que tenía en mis manos, era de una de las primeras corridas de la primera temporada de toros que se dio en la Plaza Monumental de Barcelona, lo que a mi juicio, le daba ya un valor especial.

Los toros

De los toros a lidiarse en el festejo anunciado, me llama la atención el anuncio de los de Esteban Hernández, en esos días ya a cargo de sus herederos. Producto entonces su ganadería de un interesante cruce de reses de Mazpule, Trespalacios, Conde de la Patilla y Saltillo, destacaron siempre por su impecable presencia. Tanto, que Antonio Díaz Cañabate escribió sobre esta los toros de esta ganadería:


Una de las ganaderías de más prestigio que han pastado en la Tierra de los Toros fue la de Esteban Hernández y Martínez, con antigüedad de 1891… La lámina de estos toros es solo comparable en mi estima a la de los de Don Felipe de Pablo – Romero… Como es natural, entre los toros de Don Esteban había de todo. Bravo y manso. A mí no me importaba si salían de una forma o de otra, a mí lo que realmente me importaba era como salían del chiquero. Y en esto no fallaba ni uno: parecía que se iban a comer el mundo de la torería.
El Conde de Santa Coloma tiene en su haber el logro de amalgamar en una importante medida a dos de las más notables ramas que surgieron de lo que fuera la ganadería del Conde de Vistahermosa. En el año de 1905 adquiere de Manuel Fernández Peña la mitad de lo que fuera la ganadería de Eduardo Ybarra, quien a su vez adquirió de doña Dolores Monge Viuda de Murube la mitad de la vacada que esta señora poseía, así pues, en Santa Coloma se quedó la cuarta parte de lo que fue de Murube, formada a su vez con reses de Vistahermosa, procedentes del Barbero de Utrera y Arias de Saavedra. Más o menos al mismo tiempo, el Conde adquiere una importante porción de la ganadería del Marqués del Saltillo, también de origen Vistahermosa, pero vía Salvador Varea y Picavea de Lesaca.

Se presenta como ganadero en Madrid el 17 de mayo de 1908 con divisa celeste y encarnada y hasta el año de 1932 mantuvo un gran cartel, siendo preferidos sus toros por diestros de la talla de Joselito y Belmonte. En este último año, pasa la propiedad de la ganadería, hierro y divisa a la sociedad formada por don Joaquín Buendía Peña y don Felipe Bartolomé Sanz, lidiándose los toros a nombre del primero.

Como podemos ver, los toros anunciados eran de inmejorable origen y de reconocido prestigio, tal y como corresponde a una plaza del fuste de la recién inaugurada Monumental de Barcelona.

Los toreros

El primer espada del cartel fue Manuel Torres Reina, Bombita Chico, hermano de Emilio y de Ricardo, que en su andadura por los ruedos, utilizaron el mismo alias taurino. Manolo Bomba era originario de Tomares, Sevilla, lugar en el que nació el 13 de marzo de 1884. Se presentó como becerrista en Sanlúcar de Barrameda el 9 de septiembre de 1898 y el 26 de junio de 1904, en la despedida de su hermano Emilio, se le permite matar el último toro de la corrida.

El 15 de septiembre de 1907 su hermano Ricardo le otorga la alternativa y se la confirmará siete días después en Madrid, con el testimonio de Regaterín, cediéndole el toro Vizcoleto, que como todos los lidiados esa tarde, fueron de las dehesas de Pablo Benjumea.

Su temporada más destacada es la del año de 1913, aquél en el que la Feria de Sevilla fue la de los dos Gallos y los dos Bombas y en ella, su labor no desmereció ante lo desarrollado por sus alternantes. A partir de aquí inicia una carrera de altibajos y sin la protección de su hermano Ricardo, decide retirarse de los ruedos el año de 1917. Muere en Valencia el 10 de octubre de 1936.

Como segundo espada de la corrida iba Agustín García – Malla Díaz, natural de Vallecas, Madrid, donde vio la luz primera el 28 de agosto de 1886. Torero de sino trágico, se presenta como novillero en su pueblo el 17 de septiembre de 1907, ya con veintiún años largos. Esta tarde recibe su bautizo de sangre, al sufrir una cornada en la boca.

El 28 de agosto de 1909 se presenta como novillero en Madrid y el valor es la nota de su actuación, lo que le vale torear otras cuatro novilladas seguidas, lidiando bichos de Miura, Aleas, Trespalacios y Surga. Vuelve a derrochar redaños y en premio, se le pone como sobresaliente en el mano a mano que sostuvieron Rodolfo Gaona y Algabeño en Madrid, lidiando toros de Vicente Martínez. Se luce en quites y se le permite matar el sobrero de la corrida.

Un desacuerdo con Indalecio Mosquera, a la sazón empresario de Madrid, le aleja de la plaza grande y por ello se ve obligado a recibir la alternativa en Carabanchel, el 27 de marzo de 1910, de manos de Lagartijillo Chico, quien le cedió el toro Mirondo, de Aleas. En esta corrida fue corneado de consideración por el segundo de su lote. Será hasta el 25 de mayo de 1911 cuando confirme su alternativa en Madrid de manos de Vicente Pastor y con el testimonio de Rafael El Gallo, dando cuenta la terna de toros de Miura.

Marcha a América en 1912 y es herido en las tres oportunidades en las que actúa en Lima. De regreso a España, vuelve a ser corneado de gravedad por un toro de Ángel Sánchez, en la plaza de Torrijos, Toledo. A causa de sus frecuentes cornadas reduce el número de sus actuaciones y se ve forzado a hacer campaña en Venezuela el año de 1919. En 1920 regresa a su patria y el 4 de julio de ese año se presenta en la plaza francesa de Lunel, para lidiar junto a José Gárate Limeño, una corrida francesa de Agustín Lescot. El quinto de la tarde, negro zaino, tomó cuatro varas y mató dos caballos. Al iniciar la faena de muleta, Malla intentó un pase por alto y el toro le prendió por el pecho, atravesándole el corazón. Llegó muerto a la enfermería.

Cossío le juzga así:


Ni fino, ni elegante, toreaba con soltura de capa; estaba oportuno en los quites; con la muleta no hacía más que defenderse y atender a cuadrar al toro para estoquearlo. Le costaba mucho igualar a los toros y con el estoque se mostraba certero y con estilo. Tenía muchas pretensiones y poco conocimiento de las reses. Su prestigio de gran estoqueador sostuvo su cartel, pero por poco tiempo, pues su mérito no fue para tanto.
En tercer lugar actuaría Isidoro Martí Flores – Ferrando, natural de Altarrasí, Valencia desde el 12 de mayo de 1884. Sus padres emigraron a Francia, lugar en el que estudió comercio antes de dedicarse a los toros.

El 6 de febrero de 1900, actúa como banderillero a las órdenes de Anastasio Escobar Juanerito en Valencia y el 12 de octubre de ese año cambia la plata por el oro, para actuar como novillero en la propia Valencia.

Madrid le recibe de luces el 15 de julio de 1906 y en ese momento se inicia una carrera ascendente que le llevará a encabezar el escalafón menor hasta el año de 1910, recibiendo el 28 de septiembre la alternativa en Sevilla, de manos de Quinito y llevando como testigo a Rafael El Gallo. El toro de la ceremonia fue Obispero, de las dehesas de don Anastasio Martín.

Los años de 1911 y 1912 hace campaña en México y al final de la temporada española de este último calendario, el 15 de septiembre, confirma su alternativa en Madrid, de manos de Rafael El Gallo. Entre 1913 y 1915 actúa poco, pero a partir de 1916 entra en la esfera de protección de Joselito y mejora el número de contratos, que vuelven a descender a la muerte del torero de Gelves.

El 26 de junio de 1921, actuará en la plaza francesa de Beziers, para lidiar toros de Alipio Pérez Tabernero. Uno de los de su lote, le infiere una cornada penetrante de tórax que le perforó un pulmón. No sana completamente de la herida, pero hace campaña americana, teniendo triunfos en Perú, Colombia y Venezuela, en cuya capital Caracas, muere el 6 de diciembre de ese año, a consecuencia de la cornada de Beziers.

José María de Cossío emite este juicio sobre Flores:


…fue un excelente torero y un estoqueador seguro, a quien no se dio la importancia que en realidad tenía. Era valiente y pundonoroso, por lo que jamás hizo un mal papel en la plaza. Modesto y serio por naturaleza, no sabía ponerse en efusivo contacto con los públicos, que atienden fríamente al final a quien no les miente una sonrisa y un valor del que a veces se carece…
El malagueño Francisco Madrid y Villatoro completa el cartel. Nació el 4 de octubre de 1889 y antes de ser torero, fue tornero y fogonero de los Ferrocarriles Andaluces.

Se viste de seda y oro por primera vez el 12 de mayo de 1911, en Guareña, Sevilla, llevando de alternante nada menos que a quien sería después El Pasmo de Triana, para lidiar novillos de Manuel Albarrán. Poco menos de un año después, el 17 de marzo de 1912, se presenta como novillero en Madrid y el 26 de mayo hará lo propio en Sevilla, para el 8 de septiembre despedirse de la afición como novillero, pues al día siguiente El Gallo, con el testimonio de Isidoro Martí Flores, le haría matador de toros al cederle el primero de los toros de Pablo Benjumea que se lidiarían esa tarde.

A partir de su alternativa y el año de 1921, promedia unas veinte corridas al año, siempre con toreros de categoría. En 1922 baja considerablemente el número de festejos en los que actúa y sintiéndose mermado de facultades, deja de torear el año siguiente y reaparecerá en los ruedos hasta el año de 1935, año en el que lidiará siete festejos, en 1936 se viste de luces solo una vez y en 1937 torea su última corrida, alternando con Cayetano Ordóñez y Vicente Barrera previo preludio ecuestre de Juan Belmonte, dando cuenta la terna de toros de Villamarta. Muere en su tierra el 29 de octubre de 1957.

Esta es la opinión que le mereció a Cossío este torero:
Paco Madrid fue un diestro venido en mala hora a los ruedos… con los bríos y la ambición de la juventud, cubrió su puesto brillantemente en los comienzos de su carrera, llegando a considerársele un nuevo Mazzantini. La comparación no era, quizá, muy descaminada, aunque si excesiva, ya que el malagueño tuvo unos comienzos rápidos y gloriosos como el guipuzcoano, y su concepto del toreo, menos inteligente y amplio, probablemente, que el de Mazzantini, tiene bastantes puntos de contacto con el de éste. De todos modos Paco Madrid merece una benévola mención en la historia del toreo, por su valentía a la hora de la verdad y por la resolución y contundencia con la que manejaba el estoque, que fue el arma con la que conquistó sus mayores triunfos.
La corrida

El periódico La Tribuna de Barcelona del propio 30 de abril de 1916, contiene la reseña de lo sucedido en los siete primeros toros. Nos indica al iniciar lo siguiente:

Que conste, antes de empezar; ocho toros son muchos toros en una sola sesión y si bien es verdad que lo que abunda no daña, puede cansar y si no es temiéndolo, me encamino hacia la plaza, donde Dios nos la depare buena.

Como la tarde es larga, el lector me dispensará de preliminares y dándole por enterado de los consabidos y sin decir más que la entrada es regular al comenzar la fiesta, he aquí como se ha ido esta desarrollando…
Y en verdad le resultaron muchos toros, pues la hora del cierre de la edición le ganó al anónimo cronista de La Tribuna y la crónica solamente alcanza a cubrir siete toros. El festejo fue accidentado. Malla y Paco Madrid pasaron por la enfermería. El primero en brazos de las asistencias y el segundo iría por su propio pie. También el banderillero Rafael sufrió una contusión que ameritó su tratamiento médico en la misma plaza. La lesión de Agustín García le fue inferida por Zagalo de Esteban Hernández, segundo de la tarde y le impidió continuar la lidia, razón por la cual, Bombita III tuvo que estoquear 4 toros esa tarde. El Heraldo de Madrid, en su edición nocturna de la misma fecha del festejo, describe así el percance:

Emocionante cogida de Malla

Segundo. - De Hernández, grande, mansote. Malla da el quiebro de rodillas con gran limpieza y ciñéndose brutalmente (Ovación.) Lancea luego con gran valentía. Alternan en los quites Malla y Flores. El primer quite Malla lo hace muy bien y lo remata ciñéndose mucho. El bicho se revuelve, cogiéndole a la altura de la faja, volteándole, metiéndole la cabeza. El diestro queda tendido en el suelo sin conocimiento. Pasa a la enfermería en brazos de las asistencias. (Emoción grande.) Los banderilleros cumplen; Bombita encuentra al toro difícil. Lo muletea con brevedad, y en cuanto iguala le da una estocada corta y baja; El toro dobla. (División.)  En la enfermería dicen que Malla sufre varetazos en la ingle y en el vientre y conmoción cerebral.
El recuento que hace Don Severo, en el número de La Lidia publicado el 8 de mayo siguiente implica el siguiente sumario:

El aburrimiento con vistas al hule.
¡Ocho toros en cada Plaza. y la mar y de sosería y mala pata!
Un estupendo cambio de rodillas de Agustín García Malla, al segundo toro lidiado en la Monumental, - un cambio de rodillas ceñido, preciso, excelente — un quite superiorísimo en una caída peligrosa al descubierto ocasionada por el quinto toro, y la forma inmejorable, de entrar a matar, cinco veces, de Paco Madrid; una faenita de Manolo Belmonte en las Arenas: el muleteo y la estocada de Blanquito al tercer novillo, en la misma Plaza; una estocada de Chanito, unos muletazos de Salvador Freg; y las faenas notables y oportunísimas de Alfredo Freg, en la brega; he aquí lo que se registró digno de anotarse en las corridas del domingo.
Lo demás...
Bueno. Yo no creo que merezca los honores de un detenido comentario, las muchas cosas regulares, medianas y malas que hicieron Manolo Bombita, Flores, Chanito, Freg. Belmonte II, Blanquito, y los numerosos picadores y peones que constituyen sus respectivas cuadrillas.
Bombita no parece de la familia. Está apático y prudente con los toros. No los domina, no los manda, un los torea. Con el primero - que era tonto de remate — y con el sexto del domingo podía haber armado una revolución. Podía haber honrado la dinastía taurina a que pertenece. Y sin embargo...
Flores es un torerito muy apañado, elegante y valiente. A Flores le he visto muy bien con los toros y he visto como se las entendía, con conocimiento y a conciencia, con toros grandes y con muchos pitones y con huesos.
Sí. Todo eso está muy bien, pero el Flores a que yo me refiero, no pareció el domingo por ninguna parte. Ni con el capote, la muleta y el estoque, vimos al bravo matador de toros Isidoro Martí Flores. ¿Que será de él?
Paco Madrid sin estar tan mal como sus compañeros, tampoco estuvo muy bien. Algo embarullado con el capote y no muy fácil con la muleta. Hay que hacer algo más amigo; que no sólo de la estocada vive el hombre. Y aun esta no siempre la da usted.
El ganado estuvo bien presentado, lo mismo el de don Esteban Hernández que el del Conde de Santa Coloma. Gordos, grandes, finos... pero con relativa bravura.
El séptimo, de Santa Coloma, fue el primero que se ha fogueado en la Plaza Monumental. Un 'honor' para el ganadero...

Como podemos ver, el festejo que anuncia el cartel no pasó de ser, discutiblemente, una medianía.

La historia tras del cartel

Esta es la historia detrás del cartel, una historia que nos muestra la grandeza de la fiesta y la tragedia que reviste. Dos de los alternantes de esta corrida fueron víctimas de los toros (Malla y Flores), lo que de alguna manera nos recuerda las palabras del Padre Cué: …el toreo es juego de tres…

También al penetrar en la información en torno al festejo, nos enteramos de que ese particular domingo, en Barcelona se dieron dos festejos y que en ambos se completó más de la mitad del aforo de las plazas. La Lidia señala que en Las Arenas, en un festejo mixto en el que se lidiaron 4 erales de Solís para Blanquito y Manolo Belmonte y 4 novillos del Duque de Tovar para Chanito y Salvador Freg se llenó el tendido de Sol y fue buena la entrada en sombra, en tanto que en la Monumental, la entrada fue mediana, lo que nos demuestra la afición, el arraigo y el interés que desde siempre hay por estas cosas en Barcelona, pese a lo que se quiera decir hoy.

También el cartel retiene una efeméride que no se quisiera recordar por algunos, la del festejo en que se fogueó el primer toro por manso en ese ruedo y fue Cabrillo, del Conde de Santa Coloma, séptimo del festejo y que correspondió a Isidoro Martí Flores.

Agradezco a mis hermanos Ricardo y Rosa María el haberme acercado a la oportunidad de repasar los hechos que dieron vida a esta tarde de toros, mismo que hoy podemos conocer, gracias al interés que han mostrado por ayudarnos a conocerla

sábado, 7 de noviembre de 2009

Detrás de un cartel (I)

Hace ya casi un par de años, en un abrevadero de Sevilla, me encontré colgado de uno de sus muros el cartel que ilustra esta entrada. Me llamó la atención que en él estuviera anunciado como primer espada José Pérez Nili, padre de Juan Luis Pérez Jaén, un personaje destacado en la historia reciente de Aguascalientes, especialmente en la trascendencia que ha alcanzado su Feria Nacional de San Marcos.

Un cartel de toros puede ser observado desde muchas ópticas, pero detrás de él hay siempre varias historias, la del festejo que anunció, las de los que en él intervinieron y entre ellas, hay varias que merecen ser contadas, así que veamos entre las que esa tarde del 5 de septiembre de 1926 confluyeron en el redondel de la plaza de la Real Maestranza de Sevilla, las que más se destacan.

El festejo

Esta novillada se dio el día que murió en La Coruña Alejandro Pérez Lugín, Don Pío, gallista empedernido y autor de una de las más famosas obras escritas en torno a la fiesta de los toros, Currito de la Cruz.

La crónica de Juan Pascual, aparecida en el ejemplar del semanario madrileño El Toreo, correspondiente al día 11 de septiembre siguiente dice lo que sigue:

Se celebró en esta una novillada, con ganado de D. Antonio Flores. Los encargados de estoquearla fueron los novilleros José Pérez "El Nili", Gitanillo de Triana y Mariano Rodríguez.

"Nili" que después de mucho tiempo de no actuar como matador, estuvo voluntarioso y breve con la espada. Mató tres novillos por el accidente ocurrido a Gitanillo en el quinto.

Gitanillo estuvo bien en su primero. En su segundo, al lancear de capa fue cogido, ingresando en la enfermería, donde le apreciaron varios varetazos que le impidieron continuar la lidia.

Mariano Rodríguez, bien con la capa y muleta en su primero y desigual en su segundo; con el sable estuvo breve en sus dos toros.

Bregando, Bombita IV, que estuvo colosal toda la tarde, Chavea, V. Prieto y Rosalito. Picando, Platilla.

El ganado cumplió, no ofreciendo dificultad alguna para la lidia.

Difiere la de la edición sevillana del diario ABC en un aspecto esencial, al señalar que si bien los toros cumplieron con los montados, no se prestaron al lucimiento de los diestros, pero en lo demás hay coincidencia. Otra nota que destaca, es que no se guardó un minuto de silencio en memoria del literato fallecido, como hoy se hace en recuerdo de casi quien sea.

Dramatis personae

José Pérez Gómez Nili es quizás el personaje del que menos se ha ocupado la historia del toreo y es que son contados los toreros de plata a los que hace un lugar especial. Toma su sobrenombre a sugerencia de Rafael El Gallo, que cuando le recomienda para una novillada sin caballos en Sevilla en 1915, lo hace según Cossío, a condición de que así se anuncie: …me haces recordar a un torero al que le decían el Nili del que mi padre me habló mucho… te recomendaré, pero con la condición de que te apodes Nili… El mismo don José María intuye que el senó Fernando se refería al granadino José Manzano Nili.

En 1921 es llamado al servicio militar y al concluirlo deja los toros, pero en 1925 se integra como banderillero a la cuadrilla de Francisco Peralta Facultades y es el inicio de una pertenencia a las infanterías de los principales toreros de esos días, pues Pablo Lalanda, Ignacio Sánchez Mejías, Rafael El Gallo, Niño de la Palma, su alternante en la tarde de este cartel, Mariano Rodríguez Exquisito, Luis Fuentes Bejarano, Fernando Domínguez y el que a la postre sería padrino de su nombrado hijo, Juan Belmonte, lo llevan entre sus filas.

En 1936 formará parte del Jurado Mixto Taurino que se encargaría de suspender las actuaciones de los toreros mexicanos en España, junto con el matador de toros Antonio Posada, el novillero Miguel Palomino y el banderillero Francisco Zaragoza Trueno. Ese cuerpo colegiado se integró, conforme a la legislación vigente en ese momento, al igual que en todos los campos de la actividad profesional, para regular la actividad de los extranjeros en España.

En ese mismo 1936, se atribuye a Nili el haber sido quien auxilió al último Alcalde Republicano de Madrid, don Pedro Rico López, para que abandonara la capital española y se dirigiera a Valencia, lugar del que partió a América. El hecho, se afirma, sucedió después de la última sesión del Ayuntamiento, el día 6 de noviembre y la salida de don Pedro se logró ocultándolo en el maletero del automóvil del torero.

En 1939 viene a México y se radica aquí con su familia, donde se dedica primero al apoderamiento de toreros, entre los que destacan Alfonso Ramírez Calesero, Jesús Córdoba y Antonio Velázquez. A propósito de éste último, en un tentadero en Peñuelas, es cuando Nili le ve como matador importante. A Corazón de León le es cedida una vaca y está tan bien con ella, que le anuncia que tratará de presentarlo como novillero en la inminente temporada de El Toreo de la Condesa.

Corría el año de 1942. Antonio guarda sus dudas al respecto, pero la suerte del paisano de Gaona estaba ya echada y así nos lo cuenta Pepe Alameda:

…Pero El Nili no es solo pintoresco. Es además, sincero y, como tiene carácter, cumple lo que promete. Ha movido los hilos de la tramoya taurina como el viejo político que conoce los secretos de entre bastidores. Y un buen día, se presenta en la casa de Velázquez y le espeta, a boca de jarro: El domingo debutas en El Toreo como novillero… Me puso a parir – dice Antonio – yo quería que me tragara la tierra. Pero no me quedaba otra y tuve que salir…

José Pérez Gómez Nili, falleció en la Ciudad de México el día 26 de enero de 1970 y dos nietas suyas, María Elena en 1981 y Fabiola en 1987, fueron soberanas de nuestra Feria Nacional de San Marcos.

Francisco Vega de los Reyes, Gitanillo de Triana o Curro Puya es quizás el primero de los toreros a los que se atribuye una tauromaquia racial. Es a partir de él y de su contemporáneo Cagancho, que se empieza a hablar de una especie de escuela gitana del toreo, donde el toreo de capa desarrollado con las manos muy bajas y con una gran lentitud, es uno de sus sellos distintivos.

En algún otro espacio de esta misma bitácora he tenido la oportunidad de comentar que ese toreo de capa era capaz de satisfacer la expectativa de una faena completa y sobre esa expectativa, el torero de la calle de la Verbena - hoy Rodrigo de Triana - construyó su leyenda, como lo hizo aquí en México, en el viejo Toreo, la tarde del 3 de febrero de 1929, con el toro Como Tu de San Mateo, al que realizó una de las obras más recordadas en esa plaza de toros, hoy desaparecida.

Curro Puya no terminó de desarrollar todo lo que sus buenas maneras prometían. El 31 de mayo de 1931 se cruzó en su camino el pitón de Fandanguero, de don Graciliano Pérez Tabernero. El parte rendido por el doctor Jacinto Segovia decía lo siguiente:

Durante la lidia del tercer toro ha ingresado en la enfermería el diestro Francisco Vega de los Reyes, Gitanillo de Triana, con una herida de asta de toro en el tercio medio del muslo derecho, con rotura de los músculos cuádriceps y abductores, y otra en la región sacro coxígea, penetrante en la cavidad pelviana, con rotura del sacro y sección y arrancamiento del nervio ciático mayor. Pronóstico muy grave.


Dos meses y medio duró la lucha - que resultó ser estéril - de Gitanillo de Triana con la muerte, pero las limitaciones de la medicina de aquellos días y la gravedad implícita en la herida que sufrió, terminaron con sus días la mañana del 14 de agosto, después de una prolongada agonía.

Mariano Rodríguez, apodado Exquisito por sus finas maneras, es uno de esos toreros que mantuvieron en vilo las esperanzas de la afición sevillana.

Debutó en la Real Maestranza de Sevilla el 11 de julio de 1926 con gran éxito, siendo llevado en hombros hasta su hospedaje. Recibió la alternativa en la misma Maestranza el 8 de abril de 1928 de manos de José García, Algabeño y llevando de testigo al Niño de la Palma, con toros de Francisco Molina. Esa alternativa la confirmó en Madrid el 28 de abril de 1928, siendo su padrino Chicuelo y el testigo el bilbaíno Martín Agüero.

Comienza a perder el predicamento que le revistió en sus primeras temporadas y que le llevó a tener una peña propia, el Club Mariano Rodríguez en Sevilla, que le homenajeó contratando al pintor hispalense Antonio Martín Maqueda para que le pintara un cuadro que se presentó en enero de 1930 y anuncia su retirada de los ruedos en 1931, aunque todavía el año siguiente, actuará en 3 festejos como matador. Regresará en 1934 para torear 2 novilladas y su postrera temporada vestido de luces será la de 1935, en la que actuará en una docena de novilladas.

Dice Cossío que Mariano Rodríguez tenía una cultura general muy superior a la mayoría de sus compañeros de profesión, pues había estudiado música, francés e inglés, idiomas estos dos últimos que hablaba con solvencia y cita una expresión de Tomás Orts Ramos Uno al Sesgo, respecto de los vaivenes en la fortuna del diestro en los ruedos: ¡Sí el valor hubiera acompañado al arte de este torero…!

Después de dejar de vestir el terno de seda y alamares se dedicó al apoderamiento de toreros y representó a varios diestros mexicanos, entre los que por ahora recuerdo al Torero de Canela, Fernando López, al que llevó en las campañas que realizó por España.

Remate

Estas son las historias que están detrás del cartel. Como pueden ver, merecen ser contadas y permanecer en nuestro recuerdo. Hasta otra oportunidad.

Aldeanos