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domingo, 17 de junio de 2012

1946: Pepín Martín Vázquez y Caribeño de Xajay


El cartel original de la Corrida
de la Rosa Guadalupana
En marzo del pasado año, al responder a uno de los comentarios que recibió la entrada que dediqué a la presencia de Pepín Martín Vázquez en la plaza  El Progreso de Guadalajara – en específico, uno de José Morente –, hacía notar mi contrariedad por no tener a mano la información relativa a lo que quizás haya sido su obra más acabada en nuestros ruedos y que ha trascendido su tiempo, porque Luis de Lucía, director de la película Currito de la Cruz (CIFESA, 1948), utilizó la filmación de esa faena a manera de stock shots para la cinta en cuestión, estelarizada por el diestro sevillano.

Hoy, sin mediar efemérides alguna, obra en mi poder la información de la prensa especializada de la época, que hace el recuento de aquella corrida celebrada el jueves 14 de febrero de 1946 a beneficio del Sanatorio de Toreros de la Capital Mexicana y en la que disputándose la Rosa Guadalupana, alternaron para lidiar toros de Xajay; Fermín Espinosa Armillita, Silverio Pérez, Gitanillo de Triana – que sustituía a Manolete –, Pepe Luis Vázquez, Luis Procuna y  el ya nombrado Pepín Martín Vázquez.  

Originalmente se había anunciado en el cartel a Manolete, pero éste presentó un certificado médico invocando una exacerbación de las lesiones sufridas semanas antes en la tarde de su presentación en El Toreo. Eso ocasionó que se decretara una suspensión en contra del Monstruo de Córdoba por la Unión de Matadores y provocó una escisión en su seno, según lo contaba el pasado 19 de febrero, pues pudo el torero actuar sin problemas el día 5 anterior – inauguración de la Plaza México – y el 16 y 17 posteriores, pero de eso me ocuparé dentro de unos párrafos.

La gran faena de Pepín Martín Vázquez

Pepín Martín Vázquez con Rafael Albaicín y
Antonio Velázquez, Madrid, 1945
Borroneado, el toro que abrió plaza, le sirvió a Armillita para escribir una de las grandes páginas de su historia. Con Gorrito, Bateo, Almendrado y Barranqueño, Silverio, Gitanillo, Pepe Luis y Procuna poco tuvieron para decir a la afición que llenó hasta la azotea el viejo Toreo de la Condesa. Fue hasta que salió el sexto, Caribeño, que se perfiló una competencia por la obtención del trofeo donado por la redacción de la Revista de la Basílica y que en ese año, ocupó el lugar que tradicionalmente correspondía a la Corrida de la Oreja de Oro, que reunía a los toreros más destacados de la temporada en su disputa.

Francisco Montes, cronista por esas calendas del semanario La Lidia, en el número 168, fechado el 22 de febrero de 1946, describe de esta guisa la actuación del torero de la calle de la Resolana:

La “Rosa Guadalupana” para “Armillita”... Pepín Martín Vázquez también merecía el trofeo
Por fin vimos lo que vale Pepín Martín Vázquez
Las dos orejas y el rabo de “Caribeño” fueron el premio a la exquisita, fina y artística faena que ejecutó el sevillano Pepín Martín Vázquez al burel que cerró plaza en esta magnífica corrida en que vimos la grandeza de su arte que arrebató las pasiones en los tendidos y en que puso de manifiesto lo que vale este pequeño, pero inmenso torero, al que el público lo sacó de la plaza en hombros y llegó al hotel con el lujoso terno azul celeste y oro hecho garras… Inició su triunfal actuación con lances preciosistas que remató con media dibujada, estallando calurosa la ovación unánime en los tendidos… De la primera vara libró con temerarias y artísticas gaoneras que estrujaron a la multitud y remató con media revolera plena de gracia y majestad. “Armillita” quitó con un lance, dos chicuelinas y remató con el manguerazo de Villalta… Por primera vez en México tomó los palos el sevillano y después de mucho insistir quebró por fuera y dejó los palos igualados, escuchando fuerte ovación; en vista de que el burel no se arrancaba con franqueza, optó por que sus peones cerraran el tercio… Dio principio a su faena con ambas rodillas en tierra y ligó tres pases por alto, en los cuales aguantó de verdad, ya de pie se echó la muleta a la mano del corazón y ligó tres naturales con el forzado de pecho, resbaló y “Armillita” hizo un quite oportuno; echando coraje se levantó el pequeño y fue a su enemigo para engranar cuatro naturales bellos, hondos, artísticos y señoriales que arrebataron a la plaza entera, rematando por alto y luego con apretado molinete, siguió un pase de costado, un derechazo fantástico, el pase de la firma y entró a matar dejando la estocada de muchas tardes, se perfiló muy en corto, flexionó la pierna como mandan los cánones y arrancando muy derecho hizo la cruz a la perfección y dejó el acero en los propios rubios, se tambaleó el burel y rodó a los pocos segundos en medio del delirio del público puesto de pie. Las dos orejas y el rabo le fueron concedidas además de la vuelta al ruedo. Y como final fue sacado en hombros de la entusiasta multitud… Por fin nos recreamos con el arte exquisito de este torero privilegiado que con tan mala suerte ha tropezado en los sorteos de las corridas que ha lidiado en la capital…

Como podemos ver, del título de la crónica se refleja que para Francisco Montes, el otorgamiento del galardón fue correcto, pues en su opinión, cualquiera de los dos toreros, Armillita o Pepín Martín Vázquez, de haberlo obtenido, se lo hubiera llevado con justicia.

La crónica que envió el corresponsal de la agencia que remitía la información al diario El Informador de Guadalajara, refiere lo siguiente:

Fue dura la pelea de ayer en El Toreo por La Rosa Guadalupana entre Fermín y Pepín Martín Vázquez. 

El sevillano merecía este bello trofeo
Los dos recibieron oreja y rabo, pero se cree que la estocada de Pepín fue muy superior a la de Fermín, que se quedó con el emblema... 
Reñidísima resultó la competencia por el trofeo Rosa Guadalupana, en la corrida a beneficio del Sanatorio de Toreros, efectuada hoy en la plaza El Toreo... El público se dividió para conceder el premio, entre “Armillita” y el sevillano Pepín Martín Vázquez. Varias veces se tuvo que consultar al público y por una ligerísima mayoría, tal vez no apreciada por todos, el trofeo fue concedido al saltillense… Ambos toreros cortaron oreja y rabo, y tal vez la faena de Pepín fue más bien coronada al lograr un soberbio volapié, mientras que “Armillita” mató de una estocada un poco caída… A “Armillita” se le concedió el galardón y a Pepín una extraordinaria ovación...

Ante la casi imperceptible mayoría en los tendidos – aquí en México esos trofeos se conceden por aclamación popular cuando hay igualdad en el número de trofeos obtenidos –, el cronista de la agencia informativa, toma como referente diferenciador – y como elemento decisorio, a su juicio – la gran estocada de Pepín Martín Vázquez.

El día siguiente

En el número 169 del semanario La Lidia, fechado el 1º de marzo de 1946, el periodista Alberto Lázaro, en su columna Cargando la Suerte, hace una serie de reflexiones en torno a la amplia polémica que generó la concesión de la Rosa Guadalupana a Armillita, dejando de lado a Pepín Martín Vázquez el 14 de febrero anterior. Su reflexión se titula El color del cristal y en ella, considera justificada la concesión del trofeo al Maestro de Saltillo. De ella extraigo lo que sigue:

…Ahora bien, ¿el trofeo debe concretarse a ser otorgado a quien haga la mejor faena de muleta o a quién realice la más brillante lidia en todo un toro?... Si ha de ser por la mejor faena de muleta, pensamos que esta es aquella en que el torero, maestro en la técnica que desarrolla de acuerdo con las condiciones del toro, manda en todos los instantes sobre el bruto, le impone su voluntad, engrana los pases, aprovechando las oportunidades para lucir su arte y desarrollar belleza o simplemente maestría, según el astado se lo permita... Si juzgamos ya concretando, la faena de “Armillita” con “Borroneado” podemos llegar a esta conclusión: Se ajustó en un todo a las condiciones del astado, que terminó aplomado y noble; que por falta de alientos con frecuencia se quedaba ya en la suerte, muy a pesar del mando imperioso del torero; que fue hecha en un palmo de terreno y que durante ella hubo ligazón perfecta y dominio absoluto; que el torero dio verdadera cátedra exhibiendo sus enormes recursos ya para pasarse al toro, bien para torearlo por la cara, que éste, cuando de verdad es toreo y el de “Armillita” lo fue, es de maestros y ofrece gran valor si es adecuado a condiciones y circunstancias... Por su parte, la faena de Pepín Martín Vázquez con “Caribeño”, graciosa, llena de salero, valiente, corajuda, clásica porque en ella brilló el pase natural, si fue muy espectacular, si se antojó muy bella y graciosa, careció de ligazón perfecta, no se hizo en un palmo de terreno, ni hubo dominio y maestría... Recuérdese que Pepín en varias ocasiones, entre natural y natural mejoraba su terreno mediante una carrerita, que combinada con otras hizo que la faena no se ligara como mandan los cánones; en un palmo de terreno y con dominio absoluto por parte del torero... Ahora que si el trofeo debe otorgarse a quien haga la lidia más completa de un toro, en los tres tercios, nos parece fácil calificar, ya que Pepín con banderillas no demostró la suficiencia del maestro, habida cuenta de que tampoco fueron sus tres pares de los mejores que le hemos visto... Esto es lo que miraron mis anteojos; que por lo demás cada quien es dueño de sus propios gustos, siempre que no olvide que no es lo mismo decir: “a mí me gustó más la obra de fulano”, que sostener: “la obra de fulano fue la mejor”...

Pepín Martín Vázquez en México, 14 de febrero de 1946
En descargo de Alberto Lázaro, he de decir que siempre reconoció su militancia como armillista y en este caso la sostiene y además, como lo señala al final del extracto que les presento, no expresa su gusto, sino que manifiesta sus razones por las que cree mejor la faena de Armillita sobre la de Pepín Martín Vázquez.

Las consecuencias del festejo

Ya les decía que la corrida tuvo un más allá. La Unión de Matadores de Toros que presidía Luciano Contreras decretó a Manolete una suspension en sus derechos sindicales. La prensa mexicana, de esos días  en específico, la agencia que remitía noticias al diario El Informador de Guadalajara – publicó la siguiente información:

…La Unión de Matadores de Toros, del cual es Secretario Luciano Contreras, anunció un veto a Manolete, por dos años para no torear en plazas mexicanas… La determinación de la Unión, obedece por no haber toreado hoy el diestro cordobés estando anunciado, pretextando estar enfermo, pero los médicos que lo reconocieron dictaminaron que estaba bien. Esto viene a suspender la corrida “mano a mano” que estaba anunciada para el sábado próximo en la Plaza México con Silverio Pérez. Se dice también que el cordobés está siendo atacado por un diestro mexicano, que hace labor subterránea en contra de él…

Al final de cuentas, Manolete no dejó de torear ninguna de las corridas que tenía contratadas en México en ese año de 1946 y volvería al siguiente calendario, aunque las relaciones profesionales entre las torerías de España y México, que apenas se habían reanudado un par de años antes, se agriaron y a mediados de 1947 se darían por interrumpidas. No se volverían a reanudarse hasta 1951.

Pero el corolario aquí es que la gran obra de Pepín Martín Vázquez con Caribeño de Xajay sigue viva en la memoria colectiva y nos recuerda que el hijo del Señor Curro nos anunció con ella un modo nuevo de hacer el toreo, uno que se quedaría para la posteridad.

lunes, 12 de diciembre de 2011

En el centenario de Armillita (y XII/II)


1947: Armillita habla acerca de él mismo, anuncia su retiro y expone su tauromaquia


Armillita, Domingo Ortega y Manolete
(Lima, Cª 1946)
Recojo aquí lo dejado pendiente ayer y presento la conclusión de la entrevista concedida por Armillita a El Tío Carlos en abril de 1947:

Veinte años de toros y de toreros 
“La alternativa, usted sabe – continúa Fermín, animándose con su propio relato – la tomé en la temporada 1927 – 28. Apenas dos años antes se había ido Gaona y Pepe Ortiz acaparaba la atención. Con él fue la primera pelea en aquella época”. 
“En 28 fue a España por primera vez, ya como matador de toros. Tuve éxito y pude torear 47 corridas; al año siguiente, en 29 bajé a 25 por haber aflojado un poco en los finales de la temporada anterior. Alternaba entonces con “Chicuelo” que estaba en su mejor época; con Villalta, Vicente Barrera y Marcial Lalanda, con “Gitanillo de Triana” el primero”. 
“Mi consagración definitiva en España, vino en el año de 1934, peleando con Ortega. En México considero que la consagración fue en la temporada 1936 – 37, la siguiente después de que se rompieron las relaciones taurinas con España. En esa temporada tuve aquella tarde – una de las más completas de mi vida – en la que con toros de San Mateo, corté orejas y rabos a mis tres toros y una pata al que se llamó “Pardito”. Alternaba con Lorenzo Garza, mano a mano”. 
Las mejores faenas de Fermín, según él mismo 
Hemos preguntado a “Armillita” cuáles son las faenas suyas que más le han satisfecho durante veinticinco años. Y responde.  
“En España, recuerdo como la que más me satisfizo la lidia completa que le di a un toro de Aleas llamado “Centello”, en la plaza de Madrid, el año de 1932, alternaba con Bejarano y Fortuna. La temporada me había pintado un poco mal. Pero salió ese toro y desde la capa hasta la estocada, le hice lo que se me vino en gana y a todo mi gusto. Aquello me abrió las puertas en todas las plazas”. 
“Acá en México, las faenas que considero mejores son las de Clarinero de Pastejé; la de Arpista, con la que gané la Oreja de Oro en 1937; la de Tapabocas, la de Hurón”. 
Y aparecen naturalmente Pituso y Nacarillo. 
Aparecen en la charla y en la realidad. Porque casi simultáneamente a la mención de ellos, irrumpen en el recinto Pituso y Nacarillo en figura corporal. Son un gato pardo y un perrillo blanco a los que Fermín ha bautizado con los nombres de sus dos últimas faenas. Los dos “inmortales” trepan por el pantalón del saltillense, “Armillita” los acaricia distraídamente conforme opina: 
“Hay diferencia entre la faena de Pituso y la de Nacarillo, en razón de los mismos toros con los que fueron hechas. Con Pituso había que torear más desde media faena en adelante; con Nacarillo, al contrario, fue preciso torear más desde el principio hasta media faena”. 
“Y esto porque Pituso – que tenía muy buen lado izquierdo – fue a menos y hubo que consentirlo más; mientras que Nacarillo comenzó mal – con estilo de manso – y dio la casualidad que se fue asentando conforme avanzaba la faena, hasta que acabó embistiendo con muy buen estilo”. 
¿Y fue por casualidad? Interrumpimos. 
“Ya ve Usted que hay toros que se cambian así – contesta el saltillense y prosigue –. Sin embargo, estuve más a gusto con Nacarillo, Es el toro al que le he dado más naturales en toda mi carrera. Y sobre todo, vino en un momento en el que el público parecía creer que yo ya no daría más de mí. Por Nacarillo volvieron a creer en mí y esto me satisfizo”. 
Los mejores toreros que ha visto 
¿Y como aficionado, cuáles son toreros que más le han gustado en estos veinte años?, preguntamos. 
“Entre los mexicanos, Gaona – responde Fermín –. Lo vi en la temporada de su despedida. Y creo que México no ha tenido otro torero como ese…” 
“Entre los españoles, Belmonte, al que vi en su última época; Chicuelo, que era finísimo y Domingo Ortega, que ha sido el torero más sereno frente a los toros. Ninguno tiene su tranquilidad”. 
“Finalmente – dice Fermín –, Manolete. Como aficionado, es un torero que me entusiasma. Me entusiasmó desde la primera vez que lo vi. Y creo que no ha habido torero como él; aguanta a todos los toros y a todos los toros les hace lo mismo”. 
“Y esto, que es muy fácil de decir, es lo más difícil que hay en el toreo. Porque todos los toros son diferentes, y hacerles a todos los toros de todos los estilos la misma faena, es algo muy grande”. 
La doctrina taurómaca de Fermín Espinosa 
Hemos llegado a un punto especialmente interesante. Queremos saber qué es el toreo para Fermín Espinosa y cuáles son los principios de su tauromaquia. Y hemos preguntado: 
Usted que ha competido con toreros tan diferentes como Ortiz y Manolete, como Chicuelo y Ortega, y que ha visto tantos estilos diferentes de torear, ¿puede decirnos que diferencias encuentra entre el torero de hace veinte años y el de ahora? 
“Entonces no se toreaba tan cerca como hoy. Entonces se peleaba más con el toro. Y es que el animal con cinco años o más y en plenitud de facultades, no permite que el torero se quede quieto tres veces seguidas. A la tercera vez que el torero se quede parado, lo coge”. 
“Porque el toro de esa edad y de esas facultades, tiene lo que se llama sentido. Es decir: que el toro aprende, que quiere coger. Uno lo siente muy bien en el ruedo cuando está uno frente a un toro así. Sabe uno que si da el tercer pase, se lo lleva el toro. Y hay que cambiar de táctica”. 
“Pero descontando eso, hoy se torea más cerca y mejor que nunca”. 
¿Qué es lo que le ha permitido a Usted luchar veinte años y enfrentarse con tanto éxito a los más diversos estilos de torear? 
“Si no se entiende una cosa – contesta seguro y claro Fermín – no se puede dominarla. Y si no se domina, no hay verdad. Yo creo entender al toro y tener facultades para practicarlo. Esas son las razones en las que se ha fundado mi carrera. Con base en eso, me he amoldado a todos los estilos en las diferentes épocas”. 
¡El dominio, el dominio! 
Y aplicadas esas ideas a la lidia misma, ¿en qué principios se traduce? Hemos “cargado la suerte”. 
“Lo primero es – dice Fermín – que no hay un toro igual a otro. Todos los toros son diferentes. Este es el hecho más extraordinario del toreo y en el que se debe basar todo lo demás. Hay ocasiones en que sale un toro bravo y que Usted en el tendido juzga como igual en estilo y bravura a otro que ha visto. Y sin embargo, Usted ve que el torero – tal vez el mismo que toreó con éxito a un toro semejante – no se acopla con el toro. A mí me ha pasado eso en ocasiones. Y es que no hay toros iguales. Todos los toros son diferentes y aquél que parece una copia de otro, es totalmente distinto. 
“Lo segundo es el dominio. Si no hay dominio, no hay nada. Un torero se puede quedar quieto frente a un toro una y otra vez; pero si no está dominado, no hay verdad en aquello. Estará pasándose el toro a la trágala o exponiéndose a una cornada, pero toreando, no”. 
“En el toreo se pueden hacer muchas cosas, pero lo importante, lo verdaderamente esencial en el toreo, es que todo lo que se ejecute se haga dominando”. 
“Lo ideal – contesta Fermín – es el torero que pueda con todos los toro, que domine a todos los toros y que lo haga siempre con arte”. 
El conflicto hispano – mexicano 
Hasta aquí la doctrina taurómaca de Fermín Espinosa y el secreto de sus veinte años triunfales, explicados por primera vez a la afición a través de “El Gráfico”. Ahora, ya para cerrar la charla que ha discurrido por temas tan sustanciosos y tan útiles para la fiesta de toros, volvemos a lo inmediato. Hemos preguntado a Fermín si cree en el arreglo del conflicto taurino hispano – mexicano. 
“Creo que se arregle – dice Fermín – pero no pronto, como se piensa. Entre consultas y aprobaciones, esto llevará unos tres meses”. 
“Y es muy conveniente el intercambio – subraya –. A nuestro público le gusta el pique entre los de aquí y los de allá y nuestros toreros encuentran en España muchas oportunidades de desarrollarse”. 
“¿En Usted – preguntamos – qué influencia tuvo España? 
“En mí tuvo una influencia decisiva. No sé qué pasa en España, pero es un hecho que despierta más la afición del torero”. 
“Creo – medita un poco – que ello se debe a esa cosa tan agradable que significa estar toreando todos los días. El torero no piensa más que en torear, no habla sino del toro y el ambiente es muy propicio para ello”. 
“Esperar ocho días para vestir el traje de luces como nos pasa aquí, es muy malo. El torero baja de afición y aún de facultades. No está tan puesto con el toro como toreando a diario”. 
“Por eso nuestros toreros dan más de sí en España. Yo lo he sentido siempre que he ido, Se hace uno torero a base de esa cosa indispensable que es la práctica. Tal es la razón por la que deseo el pronto arreglo de las diferencias”. 
Y tras de anunciarnos que la de ayer fue la última corrida que torea en esta temporada, porque va a gestionar que se le cancele la del domingo próximo, Fermín y este Tío dan por terminada la grata charla.   
Al final de cuentas, la ruptura de la que hablaba Armillita se restableció hasta 1951 y no unos meses después como presagiaba el Maestro; Silverio Pérez volvió a los toros en diciembre de ese mismo 1947 y sí, la última temporada que Fermín Espinosa hizo completa en la Plaza México fue la 1947 – 48, porque en abril de 1949 se despidió de los ruedos, según lo he contado aquí en esta misma Aldea

Por otra parte, lo que relató a El Tío Carlos sobre el toro y el toreo, creo que sigue siendo la verdad puntual y valía entonces y vale hoy más que nunca, porque nos sirve como medio para deducir el deber ser de lo que sucede en la realidad que vivimos. 

El hecho de que el calendario haya agotado sus hojas no significa que deje de ocuparme de la figura de don Fermín Espinosa Saucedo, que con su vida y con su obra, siempre dará lugar a que se pueda decir algo bueno e ilustrativo acerca de él.

Nota importante: Los resaltados en el texto transcrito son imputables exclusivamente a este amanuense.

domingo, 11 de diciembre de 2011

En el centenario de Armillita (y XII/I)


1947: Armillita habla acerca de él mismo, anuncia su retiro y expone su tauromaquia

Armillita en Aguascalientes
(Cª 1937, colección Isidoro Cárdenas Carranza)
En este mes concluye el año del Centenario de Armillita. Hace doce meses ofrecí presentar una vez al mes cuando menos, una estampa de la vida torera de quien es, insisto, con poco margen para la discusión, uno de los más grandes toreros de la historia y además, orgullosamente mexicano. Pensé en recordar en esta oportunidad alguna de sus grandes faenas, pero al revisar la hemeroteca, me encontré con una extensa entrevista, realizada al Maestro de Saltillo por don Carlos Septién García El Tío Carlos y publicada en el número 226 del semanario La Lidia de México, correspondiente al día 4 de abril de 1947, la que pensé que sería del interés de Ustedes.

En ese año de 1947, tras de concluir Manolete su campaña en México, se anunció que terminaba la vigencia del convenio entre las asociaciones de toreros de México y España. Se planteaba en un inicio que la ruptura sería breve y que en unos cuantos meses los toreros mexicanos estarían actuando en las principales ferias españolas. Aparte, una semana antes de la entrevista, Silverio Pérez anunció una sorpresiva retirada de los ruedos. De eso y de mucho más habló Armillita con El Tío Carlos.

Pensé en hacer un extracto de la publicación, pero considero que su valor está intacto aún con el transcurso del tiempo, así que procedo a publicarla en dos partes, iniciando hoy con la primera:

“Armillita” expone por primera vez su doctrina: “En el toreo si no hay dominio no hay verdad” 
Galantería de “El Tío Carlos” (Cronista de “El Universal”) 
Sencillez en el porte, sobriedad en las palabras, naturalidad en la actitud. A los veinticinco años de vida torera – veinte de ellos como primera figura – Fermín Espinosa es un hombre en el que se combinan la sensatez del varón y la simplicidad del muchacho.  
Y es todavía algo más difícil: un torero en el que no han dejado sombra los veinticinco años de lucha por los ruedos del mundo. En este cuarto de siglo los toros apenas han podido trazarle una leve cicatriz en la carne y los hombres no han sido capaces de asestarle una cornada de amargura en el espíritu. 
Fermín Espinosa es un hombre sano. No solo en el sentido fisiológico del término, sino en el psicológico, que es mucho más importante. Ahora mismo, cuando al iniciar esta grata charla de toros se han tocado necesariamente los temas del momento y Fermín se ha visto precisado a hablar de la hostilidad de la Empresa hacia él, lo hace con sencilla objetividad. 
“No soy santo de su devoción – dice –. Me han querido perjudicar por muchos medios. Me mandan notarios como si yo me hubiera negado a torear alguna vez; me hacen campañas de prensa; me ponen en carteles poco ventajosos”. 
“No soy santo de su devoción”, repite. 
Y no hay en el comentario ni acritud, ni desplante, ni enfado. 
Porque una empresa adversa es, en la vida taurina de Fermín Espinosa, un incidente como ha habido tantos. 
Como por ejemplo, un toro más. 
Que al fin y al cabo será un toro menos. 
La influencia de “Armillita” en Silverio Pérez 
La charla va pasando a temas más toreros que éstos de los notarios y de las campañas de prensa. 
Y desde luego está la retirada de Silverio Pérez, el genial texcocano que se despidió bruscamente hace ocho días. La opinión de Fermín resulta especialmente interesante. Silverio nunca ocultó – y por el contrario gustó de proclamarlo – que en “Armillita” tuvo un guía y un consejero. 
“Hizo bien en retirarse – dice Fermín –. Sí ya se sentía cansado y si la familia lo llamaba tan fuertemente, ¿para qué seguir en los toros? Alabo su determinación”. 
“¿Qué cuál fue la aportación de Silverio al toreo mexicano?” 
“Verá Usted. Creo que su emoción. Eso que Ustedes los cronistas llaman dramatismo. Yo no vi a Carmelo, el hermano, porque en aquellos años de su aparición y su cornada estuve en España. Pero creo que Silverio ha sido el torero más emotivo que he visto”. 
¿Y cuál ha sido la participación de Usted en la carrera de Silverio? Hemos preguntado. 
“Da un poco de pena hablar de uno – responde Fermín, pero sigue, vencida su discreción –. Lo que hice fue darle aliento siempre que se desanimaba y en el ruedo, cuando toreábamos juntos y estaba yo cerca, decirle mis opiniones sobre el toro y mis ideas para el modo de torearlo. Esta fue mi influencia en la carrera de Silverio. 
El fracaso de la temporada actual 
Ligando la despedida de Silverio y el lamentable fracaso artístico y económico de la temporada que hemos padecido, Fermín prosigue:
“Son muchos las causas que determinaron el desastre de la temporada. Desde luego, está el ganado. La camada de este año no ha sido ni tan pareja ni tan brava como la del año anterior, y esto determina que los toreros tengamos menos ocasiones de lucimiento, con el consiguiente enfado del público”. 
“Está además la actuación de la Empresa. Ocurrido el rompimiento taurino hispano – mexicano, se dio a organizar malos carteles, en vez de buscar la organización de combinaciones atractivas. Eso acabó de echar a la gente fuera de la plaza”.  
“Y luego, la plaza misma. En la México no se puede torear. Yo no recuerdo plaza alguna en la que sople el aire con tanta fuerza y tal constancia. Desde enero hay viento en todas las corridas. Y frente al aire no hay recurso que valga. Sale uno a disgusto, sabiendo que no habrá lucimiento, y sí en cambio, mucho riesgo”. 
Fermín anuncia su retirada: misión de Arruza y de Procuna 
“Yo no he pensado en retirarme en la forma en la que lo hizo Silverio esta temporada – dice Fermín cuando le hemos lanzado esa interrogación – pero me retiraré la próxima temporada. Lo he decidido firmemente. Aún arreglándose el conflicto no pienso ya torear en la Península. Aquí esperaré la temporada 47 – 48 que será para mí la última”. 
“¡Es que son veinte años de alternativa los que llevo! – exclama – y durante esos veinte años no he rehuido la pelea con nadie, ni en México, ni en España”. 
Retirado Usted, ¿en quién descansará la responsabilidad del toreo mexicano? Preguntamos. 
“En Arruza y en Procuna – contesta sin titubeos “Armillita” –, a Carlos lo he visto torear en España la temporada anterior. Asusta su valor. Puedo decirle a Usted que nunca he visto un torero arrimarse tanto a los toros como Arruza. Tiene una capacidad, una facilidad para meterse en los pitones, que no he visto en nadie”. 
“A Procuna lo vi en Lima la temporada última. Está toreando extraordinariamente. Muy cerca, muy valiente y muy artista. Es una verdadera lástima que no haya toreado esta temporada en México”. 
“En Carlos y Luis, a más de lo que se cuaje en las temporadas de novilladas, quedará la responsabilidad del toreo mexicano”. Concluye. 
Un aficionado puede ser armillista o no serlo. Puede también ser anti – armillista. Pero si es aficionado de verdad, habrá de tributar a “Armillita” el respeto que se merece como figura inconmovible del toreo mexicano durante casi un cuarto de siglo, como sostenedor de la fiesta entre nosotros en épocas críticas y como autor de varias de las más gloriosas faenas con que nuestro torero ha enriquecido la historia de la tauromaquia. 
Sobre estos veinte años triunfales y macizos de “Armillita” – estos veinte años que a veces suelen olvidar públicos y empresas – hemos querido que hable el propio Fermín. Que sea él mismo el que haga la historia y el juicio de su obra y de su carrera. Y que sea él, quien explique su doctrina taurómaca – la que ha dado esos veinte años de éxito incansable. 
“Tenía doce años apenas. Un día fui con mis hermanos a la plaza de Tacuba – una antigua placita que había allá –, en la que en esa fecha de 1922 se toreaba un festival. Primero le di algunos capotazos y pases a un becerro. Luego salió una vaca grande destartalada, pero suavota”. 
“Y “Llaverito”, un torero español que estaba entonces aquí y que fue apoderado de mi hermano Juan, me dijo: ‘A ver muchacho, ¿te atreves con esa vaca?’”. 
“Yo no contesté, tomé el capote y me fui hacia la vaca. Le di tres lances. Al cuarto lance me empitonó por la pierna derecha. Pero no perdí el control, alcé la pierna y la saqué por arriba del cuerno. De modo que ni siquiera me levantó del suelo el animal”. 
“Llaverito me gritó: ¡Ya está bueno muchacho, vámonos para afuera!” 
“Y me fui. Pero ya había dado mis primeros lances a un animal grande”.
Concluye mañana...

lunes, 21 de noviembre de 2011

En el centenario de Armillita, XI


20 de noviembre de 1944: Armillita y Despertador de Zotoluca en San Luis Potosí (II/II)

Aspecto de la reintervención a Armillita, quien aplica la
anestesia es el Dr. Javier Ibarra hijo
Ante el pronóstico del médico potosino, los hermanos del torero e integrantes de su cuadrilla, Juan y Zenaido y probablemente la familia directa del mismo, consiguieron el traslado de Armillita a la Ciudad de México, para que fuera atendido por manos más experimentadas – en esos días el doctor Hernández Muro tenía apenas 29 años de edad –, en este caso las de los doctores Javier Ibarra y José Rojo de la Vega, encargados del servicio médico de El Toreo de la Condesa y valorados como los más conocedores en este tipo de percances. En el invocado número del 1º de diciembre de 1944 de La Lidia, aparece la siguiente declaración de Zenaido Espinosa:


...estuve presente en la operación inicial y no quedé satisfecho hasta no ver que se exploraban todas las trayectorias y se exploraba hasta el último rincón de éstas... la Unión de Matadores y la de Subalternos deben interesarse muy seriamente por el estado en que están las enfermerías de las plazas provincianas. Aquellas no son enfermerías ni cosa que lo parezcan. Una mesa desvencijada, una vitrinilla conteniendo algún frasco de yodo o alcohol y pare usted de contar. Si llega a esas “enfermerías” un torero con la femoral partida, ahí queda...

Total, que se consigue un avión por mediación del inefable General Maximino Ávila Camacho y se transporta a Armillita al Sanatorio Francés, donde se le reinterviene para explorar la cirugía realizada por el médico Manuel Hernández Muro – a la fecha calificada por muchos redomados ignorantes como una cornada quirúrgica – y el veredicto de los santones Ibarra y Rojo de la Vega fue publicado en estos términos:

Fue necesaria la salida de un tercer avión que al filo de las seis de la tarde del martes, aterrizó, trayendo a Fermín, que inmediatamente fue trasladado al Sanatorio Francés, donde los doctores Rojo de la Vega e Ibarra exploraron detenidamente la herida, encontrando que la operación inicial practicada por el joven doctor Hernández Muro, había sido hecha con todo esmero y atingencia...

Conforme avanzaron los días, se advirtió que la cicatrización de la herida podría oprimir el nervio ciático, lo que agregaba un matiz de incertidumbre a la recuperación del torero y con ello, una nueva sombra de duda a la actuación de Hernández Muro, quien no se separó de Fermín Espinosa en todo el trance. El doctor Javier Ibarra declaraba de la siguiente guisa, según nota aparecida en el diario El Informador de Guadalajara del 23 de noviembre de ese año:

El diestro Fermín Espinosa se hallaba mejorado hoy por la tarde, teniendo esta mañana solamente una temperatura de 36.5 grados, con aspecto y evolución normales de sus heridas, funcionando sin contratiempos los tubos de canalización... El doctor Javier Ibarra dijo que hay peligro de que “Armillita” quede incapacitado para volver a torear, porque al cicatrizar la herida puede quedar oprimido el nervio ciático, y esto entorpecería los movimientos del músculo y le produciría grandes dolores.

Homenaje y entrega de pergaminos a los médicos
que atendieron a Armillita
Afortunadamente esos pronósticos no se cumplirían, pues el semanario La Fiesta del día 6 de diciembre y La Lidia de dos días después daban cuenta de la salida de Armillita del hospital y de su retorno a su domicilio particular para continuar con su restablecimiento, e incluso en la última de las informaciones aludidas, se mencionaba que preparaba ya su reaparición para el final de ese diciembre, sin especificar plaza, encierro o alternantes.

A explicación no pedida…

En el semanario La Fiesta del 17 de enero de 1945, se da cuenta de un homenaje que los armillistas de la Ciudad de México, encabezados por José Ramírez, José Díaz, el Licenciado Ignacio Rodríguez Morales, Cutberto Pérez y Alberto Escoto rindieron a los médicos Javier Ibarra, José Rojo de la Vega y Manuel Hernández Muro por el exitoso tratamiento de la grave cornada sufrida por Armillita en San Luis Potosí el 20 de noviembre anterior.

En ese número de La Fiesta, se hace un resumen de lo sucedido en la reunión y del mismo, me resulta destacado lo siguiente:

...el doctor Rojo de la Vega en nombre del doctor Ibarra y del suyo propio, hondamente emocionado expresó su reconocimiento por el homenaje y en su brillante pieza oratoria se refirió a la tendenciosa y malévola publicación hecha en una revista, tratando de hacer creer a la opinión pública que ellos habían restado méritos a la labor del doctor Hernández Muro, lo cual era absolutamente falso. Apeló, en presencia del doctor Hernández Muro, a que éste, con su hombría y su caballerosidad, aseverara o desmintiera la bajeza de la publicación aludida. Por su parte, el interpelado agradeció aquél homenaje – el primero recibido durante su vida profesional – y que, según dijo, no vendría a servirle de vanidad sino como un gran estímulo; y categóricamente protestó y desmintió lo dicho por la revista a que se hizo referencia en contra de los doctores Ibarra y Rojo de la Vega, a quienes prodigó frases respetuosas llamándoles maestros y agradeciéndoles las palabras de elogio que tuvieron para él cuando vino a México trayendo herido a “Armillita”...

Al final de la misma se entregaron pergaminos a los médicos con la siguiente leyenda:

Los Armillistas de la Ciudad de México patentizan su agradecimiento al ilustre doctor don Manuel Hernández Muro por su eficiente intervención médica en la persona de nuestro gran torero Fermín Espinosa “Armillita” y le rinden su admiración y afecto otorgándole el presente pergamino. Diciembre de 1944. Firmas del comité organizador, integrado por José Ramírez, José Díaz, Lic. Ignacio Rodríguez Morales, Cutberto Pérez y Alberto Escoto.

El doctor Manuel Hernández Muro defendió su posición como cirujano ante quienes pudieron criticar su manera de tratar la herida de Armillita, por haberse apartado de la metodología seguida de manera tradicional, causando revuelo no sólo en el medio de la medicina taurina, sino a todos los niveles, ya que el que en esos días era un joven y desconocido cirujano provinciano le había prodigado a tan grande figura del toreo, una atención impecable, elogiable en todos los términos.

Pergaminos entregados por Los Armillistas de la Ciudad de México
a los doctores Hernández Muro, Ibarra y Rojo de la Vega
El doctor Manuel Hernández Muro – un moderno santo laico, como diría Don Dificultades – falleció el 17 de septiembre de 1986 a los 71 años de edad y todavía el domingo 14 anterior había estado en su puesto en el burladero de médicos de la plaza ya llamada El Paseo – Fermín Rivera, servicio del que fuera jefe durante 45 años.

Tras de este único percance, Armillita reapareció en Guadalajara el 31 de diciembre de 1944, para lidiar toros de Zacatepec mano a mano con Antonio Bienvenida.

El corolario de la historia es que la cornada de Despertador vino a demostrar que a pesar del enorme poderío de Armillita delante de los toros, él era al final de cuentas, como escribe Leonardo Páez, también, apenas, un ser humano.

Espero que hayan disfrutado como yo, esta remembranza.

domingo, 20 de noviembre de 2011

En el centenario de Armillita, XI


20 de noviembre de 1944: Armillita y Despertador de Zotoluca en San Luis Potosí (I/II)

En una carrera que duró alrededor de un cuarto de siglo, Fermín Espinosa Saucedo torea 836 corridas de toros; comparte carteles con toreros de cuatro generaciones distintas; jamás se le fue un toro vivo a los corrales y ese 20 de noviembre de 1944, a los 33 de edad y 17 de alternativa, ningún toro había sido capaz de horadar sus carnes. Tal era el poderío del Maestro de Saltillo, que podía parecer sobrehumano ante los ojos de la afición y de quienes ocasionalmente se asomaban al mundo del toreo, pues con un importante número de corridas de toros lidiadas, tanto en España como en México, Armillita había salido indemne de todas ellas.

Para la celebración de la proclamación del Plan de San Luis, con el que se inició la Revolución de 1910, la empresa Jueves Taurinos, subsidiaria de la de El Toreo de la Ciudad de México y regentada por don Joaquín Guerra, anunciaba la reinauguración de la Plaza de Toros El Paseo de San Luis Potosí (inaugurada en 1895) y la corrida con la que se celebraría ese hecho, sería un mano a mano entre Armillita y Silverio Pérez, que lidiarían toros tlaxcaltecas de Zotoluca.

El semanario La Lidia del 17 de noviembre anterior a la corrida, publicaba lo siguiente:

Nuestro estimado amigo, don Joaquín Guerra, empresario de los “Jueves Taurinos”, compró hace algún tiempo la plaza de San Luis Potosí y la ha renovado convenientemente, invirtiendo en las obras respectivas, la cantidad de treinta mil pesos. 
Para el lunes 20 de noviembre inaugurará la temporada con el concurso de “Armillita” y Silverio mano a mano, con un encierro de “Zotoluca”. Don Joaquín piensa celebrar en el Coso Potosino, la mayor cantidad de festejos posibles, pues trata de recuperar para su tierra, el segundo lugar de las plazas de la República que por mucho tiempo tuvo el coso del Paseo.

Así fue como se gestó uno de los grandes hitos de la biografía taurina y humana de quien, insisto, es con poco margen para la discusión, el torero mexicano más importante en la Historia del Toreo.

La cornada

La corrida había transcurrido con poco lucimiento. El encierro de Zotoluca fue complicado y los toreros solo pudieron lidiarlo y materialmente quitárselo de encima. El quinto de la jornada se llamó Despertador. Arelia, en La Lidia del 1º de diciembre de 1944 describe lo sucedido en esa tarde:

...Los toros de Zotoluca fueron sosos y broncos. Sin embargo, tanto Fermín como Silverio se esforzaron por complacer al público. Así fue que Fermín, que había estado bien a secas en sus dos primeros toros, quiso dar la nota en el quinto, “Despertador”, negro mulato, marcado con el número 53. Después de brindar la muerte a don Joaquín Guerra, “Armillita” se fue hacia el toro y consintiéndolo mucho, lo obligó a pasar en seis muletazos altos, estando Fermín sentado en el estribo. La gente empezó a entusiasmarse y a tocarle muy fuerte las palmas al maestro. Ya de ahí “Armillita” toreó por lasernistas y ejecutó el molinete de rodillas de los días de fiesta, creciéndose, sintiendo lo que hacía y engolosinándose con el toro que cada vez pasaba mejor, domeñada su fuerza y su bronquedad por la maestría del torero... En plena borrachera de torero “Armillita” se pasó la muleta a la mano izquierda, haciendo pasar al zotoluqueño en algunos naturales magníficos, ciñéndose cada vez más, hasta que en el quinto muletazo Despertador se le quedó en el centro de la suerte y al derrotar enganchó por la pierna izquierda a “Armillita”, zarandeándolo impresionantemente… Llevado el herido a la enfermería, se apreció toda la magnitud de la cornada y sin pérdida de tiempo fue trasladado a la clínica donde lo atendió el doctor Hernández Muro, en tanto se hacían los preparativos para trasladarlo a esta capital, con toda la urgencia que el caso requería...

Imagen aparecida en el semanario La Fiesta que muestra
el tamaño de la cornada sufrida por Armillita
A pesar de la época en la que el percance se produjo, el doctor Manuel Hernández Muro, en esos días un joven médico traumatólogo, aplicó un método de tratamiento al torero herido que hoy es usual y que consiste en estabilizar al torero herido y posteriormente trasladarlo al hospital adecuado para recibir el tratamiento necesario para restañar sus lesiones. Como veremos más adelante, esa manera de acometer la curación de Armillita, sería motivo de críticas de los sectores más tradicionalistas de la medicina taurina de la época.

El parte facultativo

Tras de la intervención quirúrgica realizada por el médico Hernández Muro, el parte que rindió fue el siguiente:

Al pasar de muleta al quinto toro de la corrida celebrada hoy en esta plaza, de Zotoluca, fue cogido gravemente Fermín Espinosa “Armillita” que alternaba mano a mano con Silverio Pérez. El parte facultativo dice textualmente: Herida por cuerno de toro en la cara antero interna del muslo izquierdo, tercio interno, de 8 centímetros de extensión, con cuatro trayectorias: en la cara antero interna una hacia arriba, con extensión de 15 centímetros, interesando piel, tejido celular subcutáneo, aponeurosis y músculos de la región; otra hacia abajo con extensión de 10 centímetros, interesando los mismos planos; otra hacia atrás y arriba, de 30 centímetros de extensión, y otra atrás y abajo con extensión de 20 centímetros. Estas últimas interesaron piel, tejido celular subcutáneo, aponeurosis, músculos, descubriendo el fémur en una extensión de 10 centímetros y el nervio ciático en la misma extensión. A estas últimas trayectorias solamente les faltó la piel y tejido celular para traspasar el muslo. Fue trasladado a la clínica San Luis, donde bajo anestesia balsofórmica se le practicó una intervención quirúrgica, consistente en desbridación de la herida en su totalidad, retirando piel, tejidos musculares y aponeurótico espacionado, coágulos y hematomas existentes en las diversas trayectorias. Se ligaron los vasos sangrantes, se desinfectó con solución de Dakin, agua oxigenada y sulfatiazol quirúrgico. Se canalizó con 10 tubos de hule. Se le aplicó suero anti gangrenoso, antitetánico, glucosado y cardiotónico. Estas heridas son de las que por su naturaleza ordinaria ponen en peligro la vida y curan, cuando lo hacen, en más de quince días. El Médico de Plaza: Dr. Manuel Hernández Muro.

Como se puede apreciar del prolijo parte rendido por el doctor Hernández Muro, la cornada fue de una gran extensión y aunque no afectó los grandes vasos de la región, por su tamaño y quizás por el hecho de no existir antibióticos en esa época – aunque ya se habla de la aplicación de sulfatiazol – se consideró que era de las que ponen en peligro la vida

El día de mañana concluiré con esta presentación, dada su extensión.

domingo, 23 de octubre de 2011

En el centenario de Armillita, X


23 de octubre de 1927: Armillita recibe la alternativa en El Toreo de la Condesa

En algún otro espacio de esta Aldea he explicado que las alternativas obtenidas en plazas mexicanas hasta antes de 1936 no eran reconocidas en España. No obstante, vuelvo a citar para Ustedes el texto de don Luis Ruiz Quiroz al respecto, que señala lo siguiente:

Antes, las alternativas no españolas no tenían validez en España y los matadores de toros extranjeros tenían que tomar la alternativa en su primera actuación en cualquier plaza de la península. Así lo hicieron muchos diestros mexicanos como, por ejemplo, Fermín Espinosa ‘Armillita’, Pepe Ortiz y Juan Silveti… En el primer convenio taurino entre mexicanos y españoles de julio de 1944 se pactó que quedaba reconocida la antigüedad de las alternativas tomadas en la plaza ‘El Toreo’ de la ciudad de México a partir del 18 de julio de 1936… En febrero de 1951 se firmó el segundo convenio entre toreros mexicanos y españoles y la cláusula 3 dice lo siguiente: ‘Las clasificaciones hechas en México y España de los matadores de toros se respetarán mutuamente por las Asociaciones de Toreros de ambos países.’ Es decir, se convino, que la entonces Unión Mexicana de Matadores de Toros y Novillos quedaba facultada para clasificar a los matadores de toros mexicanos…

Así pues, aunque ya había relatado aquí mismo la alternativa obtenida por Armillita en Barcelona en 1928, es importante recordar que previo a ella, fue investido matador de toros en la segunda corrida de la temporada 1927 – 1928 de la capital mexicana, celebrada en El Toreo de la Condesa. El cartel formado para la ocasión fue con toros de San Diego de los Padres para el sevillano Antonio Posada, el Orfebre Tapatío Pepe Ortiz y quien recibiría la dignidad de matador de toros, Fermín Espinosa Armillita Chico.

Rafael Solana Verduguillo, responsable de la publicación que ya para esa fecha se titulaba Toros y Deportes y que era la continuación de lo que originalmente se llamó El Universal Taurino, recuerda en su obra Tres Décadas del Toreo en México lo siguiente:

En la segunda corrida, recibió la alternativa Fermín Espinosa “Armillita”; se la dio Antonio Posada, un diestro sevillano a quien no se había incluido en la lista de los espadas al abrirse el derecho de apartado, y fungió como testigo Pepe Ortiz. Los toros vinieron de San Diego de los Padres... El primer toro que estoqueó “Armillita” fue “Maromero” y fue negro entrepelado, bragado, coletero, calcetero y lucero. En el momento de la alternativa, Fermín se hizo un lío; no sabía con qué mano tomar la espada y la muleta que le entregaba Posada... Brindó Fermín la muerte de este su primer toro al conocido aficionado Javier Algara; y estuvo muy bien en todo, por lo que dio la vuelta al ruedo, y salió al tercio, a los acordes de la música...

Pero el gran triunfo de Armillita vendría ante el toro que cerró el festejo, Coludo de nombre y brindado al Califa Rodolfo Gaona. De la crónica del propio Verduguillo, extraigo lo siguiente:

…Brinda Fermín a Rodolfo Gaona, que ocupa una barrera de primera fila, y tras de mandar retirar a las infanterías, se encara con “Coludo” que ha llegado a la muerte, peleando con alegría. No obstante las boyantes condiciones del adversario, el maestro no logra ponerse a tono con los primeros muletazos, pues le vemos encorvado y despegándose al enemigo más de la cuenta. Los de la oposición se frotan las manos: pero nosotros confiamos. Y viene lo grande. Tres de los primeros pases, que fueron por bajo con la derecha, Fermín se aprieta como los guapos, en el cuarto que es un ceñidísimo muletazo de pecho, sacando la muleta por la penca del rabo. Y a partir de eso nos ponemos todos en pie porque a esas cátedras de tauromaquia hay que asistir con todos los respetos. “Armillita” deja que se reponga su enemigo y vuelve a la carga, y suelta un natural con la diestra, pasándose todo el toro por delante, como lo hacía Nicanor Villalta, el creador de este emocionante muletazo, y liga el natural con el de pecho, ceñidísimo. Otro natural con la derecha, y otro más, y después se cambia de mano la franela en la misma jeta del burel. La ovación no cesa un momento. De pronto un molinete un poquitín distanciado, por haber mandado más de la cuenta. Segunda pausa. Reanuda Fermín el trasteo, muy alegre, muy confiado, muy torero. Más naturales con la diestra, uno pasándose la muleta por la espalda, dos de la firma, perfectamente ligados, llevando al toro prendido a la muleta, otro molinete, éste girando el artista en los mismo pitacos. El toro se va agotando; ahora Fermín torea por delante, con gracia, con salsa torera, para refrescarlo. El público se ha quedado ronco de tanto “olear”. Al fin “Coludo” ha juntado las manos. Al hilo de las tablas entra Fermín y pincha en buen sitio. Y poco después hace coraje el artista, se arroja enmedio de los pitones, y hunde todo el acero, un poquitín contrario, a fuerza de atracarse. El toro rueda sin puntilla, y la ovación estalla clamorosa. El público se tira al ruedo y carga en hombros a Fermín, mientras el puntillero por disposición de la autoridad, corta las dos orejas y el rabo del bravo sandieguino…

Así, a los 16 años, 5 meses y 20 días de edad, Fermín Espinosa Saucedo se había convertido en el matador de toros más joven que la historia reconoce. Ganará la Oreja de Oro de esta su primera temporada mexicana como matador de toros, iniciando una andadura que en palabras de Leonardo Páez:

En la cuerda de los llamados toreros largos, de aquellos que dominan un amplio repertorio de suertes en los tres tercios, es el maestro de Saltillo quien en toda la historia ha mostrado mayor versatilidad e imaginación pero, sobre todo, mayor flexibilidad para adaptar su técnica a diferentes épocas, toros y alternantes. Seguramente en su apacible interior resonaba la sabiduría asiática que aconseja: 'Flexibles para no quebrarnos'…

En esta forma es como principió la forja de uno de los más grandes toreros que ha conocido la Historia del Toreo.

domingo, 9 de octubre de 2011

12 de octubre de 1977: El Presidente de México va a Sevilla a ver los toros...


28 de marzo de 1976: El candidato López Portillo en los
toros, con su esposa, El Soldado y Calesero

Tiempos hubo en los que la Fiesta de los Toros no era tan políticamente incorrecta y los Jefes de Estado y de Gobierno se dejaban ver en las plazas de toros con frecuencia y lo que es más, obsequiaban a sus visitantes distinguidos con corridas de toros organizadas precisamente en su honor. Aquí en México recuerdo a don Adolfo López Mateos llevando a los toros al en esos días emperador de Etiopía Haile Selassie o al Mariscal Tito de la otrora Yugoslavia y también al personaje que me invita a presentarles estas líneas, José López Portillo, acudiendo a la Plaza México cuando candidato a la Presidencia de la República, durante su campaña electoral, que acompañado de Armillita, El Soldado, Silverio Pérez y Calesero, el 28 de marzo de 1976, asistió junto con su esposa a la 14ª corrida de la temporada 1975 – 76, en la que ante toros de Jesús Cabrera, actuaron el rejoneador Carlos Arruza hijo y los matadores Curro Rivera, Manolo Arruza y Humberto Moro hijo. Es decir, no temió un resultado adverso en las urnas – debo aclarar que era candidato único – por hacer pública su afición a los toros.

José López Portillo y Pacheco fue Presidente de México de 1976 a 1982 y uno de los primeros actos trascendentes de su gobierno en el plano internacional fue el terminar las relaciones de México con el gobierno de la Segunda República Española en el exilio en 1977 – que se mantenían desde 1946 – e iniciarlas con el Reino de España recién reinstaurado. No debo dejar de lado que López Portillo hacía orgullosa ostentación de las raíces hispanas de su familia, los que situaba en una localidad Navarra, Caparroso. Fue hijo de José López Portillo y Weber, hombre de letras y nieto de José López Portillo y Rojas, político en la época porfiriana.

Corrida multipropósito

Imágen aparecida en el ABC de Sevilla con la crónica del
festejo del 12 de octubre de 1977
La corrida del 12 de octubre del 77 tuvo propósitos varios. Primero, la celebración de lo que originariamente se celebraba como El Día de la Raza y que hoy, de una manera más eufónica, se llama El Día de la Hispanidad. Después, también sirvió para apoyar las finalidades de la Asociación de la Prensa de Sevilla y como dirían los vecinos al Norte del Río Bravo last but not least, el agasajar a don José López Portillo, que como Antoñito el Camborio... fue a Sevilla a ver los toros. Para el efecto, se confeccionó un cartel integrado por el diestro de Gines Manolo Cortés, el del Puerto José Luis Galloso y nuestro paisano Manolo Arruza. Los toros inicialmente anunciados eran de los Herederos de Carlos Núñez, aunque al final, el cuarto sería de los Hijos de Eugenio Marín Marcos.

La crónica de Joaquín Caro Romero en el diario ABC de Sevilla, dice sobre el particular lo siguiente:
Tres brindis para México
En la Maestranza estuvo ayer no sólo un político, sino un aficionado a los toros, que sacó más de una vez el pañuelo desde la barrera para pedir la oreja. Pero hay otra faceta en la personalidad de José López Portillo digna de resaltarse. El presidente de la República mexicana es un humanista, un escritor, un poeta. Habrá mucha gente que no lo sepa, por eso yo lo destaco complacido... En México, algunos hombres de letras llegan a ocupar altos cargos políticos. Octavio Paz y Carlos Fuentes, dos extraordinarios escritores de vanguardia, han sido embajadores de México. Y no me extiendo en citar más casos. Antes de comenzar la corrida pensaba yo en uno de los libros que escribió López Portillo, el titulado «Quetzalcóatl», donde su autor trata, en una sugestiva prosa de inspiración lírica, de los orígenes míticos del pueblo mexicano. El espíritu del benévolo dios Quetzalcóatl parecía sobrevolar, mágico y voluptuoso, como un pájaro – serpiente, por las columnas del templo taurino del Baratillo. (Por cierto, esta obra del presidente escritor lleva el mismo título que un gran poema de Luis Cernuda, publicado en una revista mexicana en 1943)… José López Portillo, que es un hombre de visible campechanía, que es un intelectual y se expresa en el mismo idioma que nosotros, sabe lo mucho que hay de Sevilla en México, donde yace, en el Panteón Jardín, nuestro poeta Luis Cernuda, muerto, como tantos exiliados, en la hospitalaria tierra hermana...
Por su parte, don Luis Bollaín, en el mismo diario rememora:
...ayer, 12 de octubre de 1977, en Sevilla... Manolito Arruza nos dejó el paladeo – sin campanas a revolar, ni saludos a la llegada de ningún «Mesías» - de que por la plaza andaba un torero... Una actuación de Galloso cascabelera en sí y premiada con alegre cascabeleo, también, por parte de la presidencia... Cortés – ¡mala suerte en tu lote Manolo! – bordó, con cadencia, ritmo y hondura, los mejores lances de la tarde... A López Portillo – ancha simpatía de brazos abiertos – se le fue para la izquierda la montera brindada; pero, con tino y poder, con casta y amor propio de torero, repitió la suerte y, centrando el gobierno de la montera, la mandó hasta el mismo redondel...
Y también en el sevillano ABC remata don Filiberto Mira:
Estaba en la plaza el presidente de México y el festejo fue realmente un homenaje a su patria que es la de más tradición taurina de cuantas celebran nuestra fiesta. Las lentas, suaves y solemnes verónicas de Manolo Cortés en el quite al tercero fue como un buen recuerdo al buen capotear de Solórzano, de Silverio y El Calesero... Manolo Arruza, nacido allí y con sangre sevillana en sus venas, banderilleó con muchas agallas. En los toros de su lote evidenció que con los rehiletes – como tantos compatriotas suyos – tiene sello propio, pues lo hace levantando los brazos, asomándose al balcón y llegando despaciosamente hasta el filo de los pitones. Con la pañosa estuvo valiente y con el capote variado. Actuación la suya muy en tono mexicano, que no es mala música torera la de los mariachis... ¿Hubiera sido capaz el maestro Armillita de sacarle partido al sexto? Sinceramente creo que no. Lo que le hizo Arruza era lo exactamente correcto...
El resultado final de la corrida fue de un par de silencios para Manolo Cortés, que se enfrentó a Sultán y Serenito (de Marín Marcos) dos orejas y ovación tras aviso para José Luis Galloso, que lidió a Ratonero y Deseado y una oreja y ovación para Manolo Arruza, cuyo lote se integró por Corredor y Lechuguino. Los visitantes presenciaron la lidia de los toros primero y sexto desde el Palco Real y del segundo al quinto desde una barrera de primera fila y recibieron el brindis del primer toro de cada matador.

La realidad es que el viaje de López Portillo fue de promoción para México. Así lo delatan la Revista de tropas que realizara con el Rey Juan Carlos I, las rondas de conversaciones que sostuviera con el Presidente Adolfo Suárez, la presentación del Ballet Folklórico de México en diversos teatros, las ferias de muestras, las charlas que públicamente sostuvo con Felipe González, en esos días uno de los líderes visibles del PSOE y otras actividades, que fueron más allá que ir a Sevilla a ver los toros

En estos tiempos que corren…

Portada del ABC de Sevilla del
12 de octubre de 1977
Lo que me llama la atención de esta historia es el hecho de que a nadie pareció importarle esa presencia en la plaza de toros. Hoy cualquier Jefe de Estado se cuidaría muchísimo de pasar por allí para evitar incomodar a las buenas conciencias. No quisiera imaginarme lo que hubiera pasado, volviendo al anecdotario de don Adolfo López Mateos, si a un Jefe de Estado actual, se le ocurre hacer lo que a éste. Resulta que un día Cagancho fue a buscarle a su despacho. El torero de la calle del Evangelista estaba materialmente tieso. Una vez que le recibió el primer mandatario y el diestro le expuso su situación, llamó a su secretario particular y le ordenó incorporar al señor Joaquín Rodríguez Ortega a la nómina de la Presidencia de la República en calidad de consejero. Una vez que el gitano se retiró agradecido, el secretario preguntó que si ese no era un torero viejo y además español. El Presidente dijo secamente: es mi amigo y está en problemas… ah, y le manda su salario a domicilio… Seguramente en estos días, el Jefe de Estado en cuestión, sería linchado material o políticamente, por su afición y por dilapidar los recursos públicos.

Espero que esto les haya resultado tan interesante como a mí.

domingo, 4 de septiembre de 2011

En el centenario de Armillita, IX


5 de septiembre de 1954. Nogales, Sonora. La última tarde de Armillita vestido de luces.

Armillita
El 3 de abril de 1949, en la Plaza México y en un ambiente de triunfo, Fermín Espinosa Saucedo había impartido lo que parecía ser su postrera lección magistral. Un poco menos de un lustro después, el 20 de diciembre de 1953, en la Plaza de Toros San Marcos de Aguascalientes, el Maestro de Saltillo volvía a los ruedos. Unas versiones señalan que acuciado por dificultades económicas y otras, las menos, que por ese rescoldo de afición que no se puede apagar y que queda dentro de todo aquél que se viste de luces y a la que Conchita Cintrón se refiere así en torno a la despedida de Rafael Rodríguez El Volcán de Aguascalientes en su libro ¿Por qué vuelven los toreros?:






...no tardaron en llegar Carlos Sánchez Llaguno, Manuel Vega, Fernando Topete, Víctor Rodríguez y Leoncio Jiménez. Entre ellos – todos vestidos de rigor – había representantes de cuatro asociaciones. Faltaba uno de los invitados: Rafael Rodríguez, matador de toros, que al rato dio la entrada en la sala repleta de trofeos y cuadros de Icaza. Llegó con María Teresa, su mujer. Fue recibido con demostraciones de afecto y consternación. ¿Cómo era posible que volviera a los toros? ¡Y para colmo, matando seis punteños! ¡Con toda la barba! El torero explicó tratarse apenas de "una despedida"... Vuelven por los aplausos – comentó Leoncio Jiménez –... Nada menos cierto – interpuse –... Rafael Rodríguez jaló una silla y se colocó a nuestro lado. Entonces – insistió Leoncio – ¿por qué vuelven? Miré al torero. Tienen hambre – dije – y tienen sed y no saben de qué. El torero me miró. Yo sí sé – dijo por fin. Tenía la soledad escrita en la mirada –. Tengo sed de toros negros... y tengo hambre de miedo...
La de Aguascalientes – en donde para matar toros de Xajay alternó con Calesero y Antoñete – fue la verdadera reaparición, aunque la que se considera oficial es la que se produjo en la Plaza México el domingo 10 de enero de 1954, fecha en la que con toros de Jesús Cabrera, se acarteló con el propio Poeta del Toreo y Jesús Córdoba, en tarde en la que Armillita no tuvo más opción que la de exhibir su maestría y el llamado Joven Maestro se fue a la enfermería nada más al abrirse de capa, en tanto que Alfonso El de Triana, fue propuesto por Carlos León, el ordinariamente vitriólico cronista del diario Novedades de la Ciudad de México, para el otorgamiento de un Premio Nobel del Toreo, dada la gran tarde que ofreció a la afición capitalina, quizás la mejor de su vida torera.

Esa campaña del retorno de Fermín el Sabio constaría de 15 corridas. Las dos primeras se dieron en diciembre de 1953 en Aguascalientes y Celaya. En el siguiente calendario tendrían lugar las siguientes en las plazas de México (3), Monterrey (2), Ciudad Juárez (2), y una en Guadalajara, Autlán de la Grana y Saltillo. La última corrida que toreó en la Plaza México fue el 28 de febrero de 1954, en la que alternó mano a mano con el madrileño Julio Aparicio en la lidia de 5 toros de La Laguna y uno de Zacatepec (3º). El último toro que lidió en la gran plaza fue Casquetero, de La Laguna.

El anuncio de la reaparición de Armillita
en la Plaza México
Además en el extranjero actuó en dos más, una en Bogotá, en la que para lidiar toros de Clara Sierra alternó con Antonio Ordóñez y Emilio Ortuño Jumillano el 14 de febrero de 1954 y otra en Arles, Francia, el 20 de junio, con toros de Lisardo Sánchez y llevando a Antonio Ordóñez y Pablo Lozano de compañeros de cartel, junto con el rejoneador Ángel Peralta. Respecto de este último festejo, la Hoja Oficial del Lunes publicada en Madrid al día siguiente de la corrida, da cuenta del triunfo de Pablo Lozano en el coliseo francés.

En ese viaje a Arles, se señaló con insistencia que torearía en el Jueves de Corpus, la Corrida de la Prensa de Sevilla y se ponía incluso como fecha para ello, el 19 de junio, con un cartel formado por toros de Alipio Pérez Tabernero para Armillita, José María Martorell y Antonio Ordóñez. El 13 de junio anterior, en el diario ABC de Sevilla, aparece la siguiente información:

La Asociación de la Prensa de Sevilla de acuerdo con la Empresa de la plaza de toros, empezó a su debido tiempo a organizar su tradicional corrida de toros. Quedó ultimado el cartel con Armillita, Martorell – que se había ofrecido a torear – y Antonio Ordóñez. Se contaba para ello con una corrida de toros de don Alipio Pérez Tabernero, que había ofrecido el apoderado de Ordóñez. El último día del mes de mayo Armillita hizo saber que desistía de volver a los ruedos...”
Al final la corrida se dio con toros de Salvador Guardiola para Niño de la Palma, Jesús Córdoba y Juan Silveti, en la fecha programada, asunto del que ya me he ocupado en esta misma Aldea.

La reseña de la Hoja del Lunes del 21 de junio
de 1954
La corrida que falta en el resumen que les presento, es la del 5 de septiembre de 1954, en la plaza de Nogales, Sonora, población fronteriza con los Estados Unidos. Ese domingo se anunciaron toros potosinos de Santo Domingo para un mano a mano con el torero maño Luis Mata, quien tuvo cierto predicamento como novillero en Madrid en los primeros años de la posguerra y que recibió la alternativa en Zaragoza el 5 de mayo de 1946, de manos de Morenito de Valencia, llevando a Domingo Dominguín como testigo, alternativa que confirmó en Madrid de manos de Cañitas el 21 de julio del mismo año con el toro Carteremo de Miura, ante el testimonio de Julián Marín. Luis Mata llegó a México prácticamente después de confirmar su alternativa y se quedó entre nosotros para siempre.

Al término del festejo, Fermín, discretamente, sin el aire de apoteosis de aquél tres de abril de un lustro antes, y sin anunciarlo antes o después, puso ahora sí, el punto final a una carrera en los ruedos que se distinguió por la brillantez y la grandeza, para dedicarse a la cría de toros de lidia y a estar cerca de sus hijos, de los que los tres varones fueron toreros también.

Aldeanos