domingo, 26 de enero de 2025

27 de enero de 1965: Se presentan y triunfan en Manizales El Cordobés y Gabino Aguilar

Gabino Aguilar
Foto: Martín Santos Yubero
Archivo Comunidad de Madrid
Manizales es una ciudad ubicada en la región centro – occidental de Colombia, capital del departamento de Caldas y que tiene una importante tradición taurina. Fundada en 1847, tuvo varias plazas de toros fijas o semifijas hasta que, en el año de 1945, se constituyó la sociedad Plaza de Toros de Manizales, misma que tuvo por objeto la edificación del actual coso de la capital caldense, que fue inaugurado el 23 de diciembre de 1951, con una corrida de toros en la que actuaron Antonio Bienvenida, Manolo González y Alfredo Jiménez ante toros de Mondoñedo.

La feria taurina de Manizales se instauró en el año de 1954, por lo que, para el año de 1965, se celebraba su undécima (XI) edición, apoyada en un elenco encabezado por Santiago Martín El Viti, uno de los triunfadores del ciclo anterior, Paco Corpas, Curro Girón, Pepe Cáceres y como novedades El Cordobés, quien se quedara sin actuar en 1964, debido a una lesión que sufrió en una mano en Torreón, la antevíspera de su presentación allí y nuestro paisano Gabino Aguilar. Todos ellos a dos tardes cada uno, aunque al final, Pepe Cáceres solamente intervendría en una de las contratadas por haber sido herido en su primera tarde, siendo sustituido en la segunda, por Pedro Martínez Pedrés.

El ganado a lidiarse sería colombiano, así se anunciaron toros de Abraham Domínguez, Clara Sierra, Félix Rodríguez, Ernesto Gutiérrez y Rocha Domínguez, corriéndose encierros completos únicamente de las dos primeras y en el resto de los festejos, combinaciones de todas, a excepción de Clara Sierra. La feria corrió del 27 al 31 de enero.

El ambiente previo de la feria

La presentación de El Cordobés en Manizales era más que esperada, sobre todo, después de que se pospuso un año tras del corte en una mano que sufrió en Torreón el 28 de enero de 1964, antevíspera de su presentación en esa plaza. El fenómeno de Palma del Río tenía revolucionados los ambientes taurinos a lo largo del mundo y en ese tenor, Manizales no sería excepción. Se relata en el diario El Tiempo de Bogotá, fechado el 22 de enero de 1965:

No puede ser más halagador el ambiente que respira la ciudad, seis días antes de iniciar su tradicional certamen y doce antes de que suenen timbales y clarines para dar comienzo a la temporada taurina. Pudiera decirse que Manizales vive un jocundo periodo de afanosos preparativos, a efecto de que todo se halle debidamente dispuesto al caer del almanaque la hoja correspondiente al 24 de enero en curso. Las gentes no hablan sino de los eventos consignados en la programación general, pero sobre todo de las corridas de toros. Se tejen comentarios de todo género, se hacen cábalas y hasta se encienden las anticipadas e infaltables discusiones. Que si “El Cordobés”, que si “El Viti”, que si los toros, en fin, esto comienza a arder ya por los cuatro costados… En el lapso que lleva Manizales haciendo sus ferias y esta de ahora es la XI, no se conocía nada parecido. Esta ciudad conoce de los grandes llenos en temporadas anteriores; sin embargo y de acuerdo con las enfáticas manifestaciones hechas por el taquillero mayor de la empresa, no se había dado antes el caso que se está contemplando en los actuales momentos. De día y de noche, es aquello un denso enjambre en busca de localidades, pagando abonos, haciendo apartados y, en general, dándole a estas dependencias un inconfundible aspecto de cosa grande, bulliciosa y movida. Se calcula, con base en lo vendido y separado, que durante las cinco tardes consecutivas los llenos van a ser algo más que completos, congestionados…

Como se puede apreciar, el interés era muy grande y la adquisición de entradas sueltas y abonos era constante, augurando la ocupación total de las 17,000 localidades que en esa fecha ya aforaba el coso manizaleño.

El día de la corrida inaugural

La prensa colombiana señalaba que las localidades estaban agotadas y anunciaban la presencia de aficionados procedentes de Venezuela, Ecuador y Panamá, además de un gran despliegue informativo para cubrir la feria organizada por el empresario colombiano Roberto Cardona Arias:

Todos los más importantes diarios y radioperiódicos han acreditado sus corresponsales en Manizales que han llegado a la capital de Caldas para cubrir los sensacionales eventos. “El Tiempo” estará representado por el doctor Hernando Santos, por el fotógrafo especializado “Manuelhache” y por nuestro cronista taurino Manuel Piquero “Picas”, quien también lleva la representación de la UPI, del “Dígame” de Madrid y de “El Redondel” de México… El prestigioso locutor de Castilla (España), don Pepe Bermejo, transmitirá las corridas por la Voz de Caldas; también están autorizados los comentaristas señores Orlando Pión y Hernando Espinosa, siempre veraces y bien orientados…

El lujo de la feria exigía un despliegue informativo de esa extensión y naturaleza. Hoy, aun con los medios que tenemos a nuestro alcance, es complicado a veces enterarnos con extensión de lo que sucede en las ferias que se celebran al Sur del Ecuador.

Lo sucedido en el festejo

Los toros de Abraham Domínguez, anunciados indistintamente como Fuentelapeña, eran de origen Parladé, parte de la ganadería que originalmente fundara el diestro retirado Félix Rodríguez Antón quien se anunciaba como Félix Rodríguez II y tuvo simiente de Pinto Barreiros, Conde de la Corte y Samuel Flores, que era en esos días la línea imperante en los toros que criaba. Del encierro lidiado esa tarde, escribió Picas en su crónica para El Tiempo de Bogotá:

Muy buenos fueron los tres primeros toros de don Abraham Domínguez, toros con mucha raza y mucha clase. También fue bueno el sexto. El cuarto y el quinto, totalmente mansos…

El Viti le cortó una oreja al que abrió plaza. La crónica del enviado de la agencia EFE al festejo, aparecida en el semanario madrileño El Ruedo fechado el 2 de febrero de 1965, dice del conjunto de su actuación:

Santiago Martín “El Viti” dibujó unas verónicas estupendas en el primer toro y realizó una faena completa en medio de ovaciones y música. Mató de un volapié extraordinario. Oreja y dos vueltas al ruedo, en medio del delirio de los espectadores… En su segundo no pudo conseguir faena porque el toro no se mostraba propicio, terminando con media y puntilla…

Manuel Benítez El Cordobés fue el que se llevó el gato al agua esa tarde. Con su personalísima tauromaquia cautivó a los tendidos de la plaza de Manizales y le confirmó a quienes los ocupaban que valió la espera de todo un año para verle. Escribió Manuel Piquero en El Tiempo:

Manuel Benítez “El Cordobés”, justificó ante la afición de Manizales todo lo que esperaba de él. Su cartel ha quedado en el más alto sitio y a estas horas en que transmitimos la crónica, la gente grita por las calles: ¡“Cordobés” … “Cordobés”! …Esa decisión con que toreó; sus maravillosos reflejos, la intuición, la forma tan quieta con que ejecuta todo, lo colocan en verdad en un sitio aparte. La gente contempló fascinada su bella faena con el capote y la impresionante sucesión de pases de muleta en que no hubo un solo momento negativo. Cuando el toro dobló de certera estocada, 17,000 pañuelos pidieron las dos orejas. La presidencia, más exigente que en Madrid o que en Moscú solo dio una, pero para la historia fueron dos orejas las que Manuel Benítez se llevó en su triunfal debut en Manizales…

La negativa de la segunda oreja a Manuel Benítez causó un gran revuelo en el ambiente taurino colombiano. Esa cuestión junto con otras irregularidades, causó que el presidente del festejo, que actuaba en Manizales y en otras plazas tanto de Colombia como de Venezuela, Eduardo de Vengoechea, fuera destituido. Escribe Germán Castro Caycedo, en El Ruedo del 23 de febrero de 1965:

Ante la desorganización de la Empresa manizaleña, que en víspera de comenzar la temporada no había puesto a disposición toros sobreros para algunas corridas, los cuales hubieron de ser "sacados" por obra y gracia del trabajo de algún apoderado en vista del problema que esto significaba, al término de la segunda tarde surgió una polémica entre el Presidente, doctor Eduardo de Vengoechea, y “El Cordobés”, que acaparó los titulares a ocho columnas de todos los diarios colombianos y terminó con el retiro de la autoridad máxima en la plaza, por el resto de la temporada…

Por su parte, Gabino Aguilar se presentaba en ruedos de Colombia como matador de toros apenas 10 días después de haber confirmado su alternativa en la Plaza México. Venía de hacer una interesante campaña española en la que se presentó en las principales plazas de aquel país, en carteles de gran importancia. Tuvo una actuación importante en su primero, emborronada por sus fallas con la espada y cortó una oreja al segundo de su lote. Relata el cronista de El Tiempo:

El mexicano Gabino Aguilar sorprendió ayer al público por su gran clase, su valor y el sitio que tiene en la plaza. Está el torero mexicano en un momento de su carrera que debe aprovechar pues a ese paso lo veremos a la cabeza de los aztecas en la temporada de 1965… Perdió las orejas por fallar con la espada en su primero. Pero realmente su faena con capa y muleta fueron de la más alta calidad. A los acordes de la música ligó muy buenos pases con la derecha y la izquierda, viéndosele siempre dominador y artista. En el difícil sexto toro también rayó a gran altura y cuando dobló, el público pidió la oreja, entusiasmado…

Así se dieron las cosas en la corrida inaugural de la feria de Manizales de hace seis décadas, en una Colombia en la que la fiesta de los toros ocupaba un lugar preponderante. La prensa de la época anunciaba giras por su territorio de los espectáculos cómico – taurinos de El Bombero Torero y de El Empastre, que en su llamada parte seria, daban oportunidad a muchos aspirantes a ser toreros y el domingo 31 de enero, se anunciaba también una novillada en la Plaza Santamaría de Bogotá, con la rejoneadora Amina Assís, Manolo Cuevas y Pedro Domingo, quienes lidiarían novillos de Clara Sierra.

Hoy en día, la fiesta está en entredicho en Colombia, y en las manos de un individuo que cree que su voluntad debe imponerse encima de la de todos. Los tiempos han cambiado, sin duda.

domingo, 19 de enero de 2025

3 de octubre de 1941: Festival en homenaje y beneficio de Félix Rodríguez en Madrid

Félix Rodríguez fue un torero que tuvo un paso fugaz por los ruedos, pero que dejó una gran impronta en la historia del toreo. Apenas pudo completar un poco más de cuatro temporadas como matador de toros, pero sus contemporáneos aseguran que, de no haber sido por su endeble salud, quizás hubiera sido el esperado sucesor de Gallito.

La enfermedad fue la que lo echó de los ruedos y lo que pudo ganar en ellos, se fue escapando como agua entre las manos. La última vez que se vistió de luces fue el 19 de junio de 1932 en Perpiñán, Francia, y a partir de esa fecha solamente se pudo dedicar a atender los males que le aquejaban.

La prensa de la época señala que, en el año de 1941, Antonio Márquez, contemporáneo suyo, se afanó en organizar un festival taurino en su beneficio. Escribió Recorte en el ejemplar de El Ruedo fechado el 17 de enero de 1946:

Con el fin de aliviar la angustiosa situación económica en que le había precipitado la enfermedad, y por iniciativa de Antonio Márquez, se celebró en Madrid un festival a beneficio del desgraciado torero. En dicho festival tomaron parte gran número de toreros, consiguiéndose una buena recaudación que sirvió para mitigar, de momento, los sufrimientos que poco a poco iban arrancándole la vida...

José Luis Ramón agrega que, por esa misma época, el Sindicato del Espectáculo le concedió una pensión mensual de la que disfrutó hasta su fallecimiento en 1943.

El anuncio del festival

El festejo tendría lugar el viernes 3 de octubre de 1941, en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, dando inicio a las cuatro y media de la tarde.

El cartel originalmente anunciado se formó con novillos de Antonio Pérez de San Fernando, de Salamanca, que serían lidiados por Juan Belmonte, a caballo y en lidia ordinaria, a pie, por Rafael Gómez El Gallo, Antonio Márquez, Domingo Ortega, Antonio Bienvenida, y Juan Mari Pérez Tabernero.

En la víspera del festival, se publicó tanto en el diario matutino ABC, como en el vespertino Pueblo, ambos de la capital hispana, la siguiente información:

El festival a beneficio de Félix Rodríguez. El matador de toros Juan Belmonte (hijo) ha hecho entrega de 500 pesetas por una localidad para dicho festejo... Los toreros y aficionados que deseen adquirir entradas haciendo donativos pueden pasarse por las oficinas de la empresa (Victoria 9) durante la tarde del jueves y la mañana del viernes...

Así, toreros y aficionados fueron presentándose primero, en el despacho de la empresa y posteriormente en las taquillas de la plaza, para poder hacer su aportación a la buena causa que motivó la organización de este singular festejo.

Lo sucedido en el festejo

Corrida a beneficio del infortunado Félix Rodríguez, retirado de la profesión a causa de una grave enfermedad... Al hacer el paseo todos los matadores son aplaudidos. Torean Belmonte, Rafael el Gallo, Márquez, Marcial, Ortega y Antonio Bienvenida...

Sin mediar explicación, Juan Mari Pérez Tabernero salió de la combinación y fue sustituido por Marcial Lalanda, según se aprecia del introito de la crónica de Benjamín Bentura Sariñena Barico, en la edición de Pueblo de la misma fecha del festejo.

El común denominador de los novillos de Antonio Pérez de San Fernando fue la extrema falta de fuerza que exhibieron en todos los turnos de la lidia. Escribió Giraldillo en el ABC madrileño de la mañana siguiente al día del festejo:

El resultado artístico no correspondió al interés despertado, porque los seis novillos de Pérez Tabernero venían resentidos seriamente del accidente que sufrió el camión que los transportaba. Al principio todos arrancaron bien, pero pronto vinieron abajo, excepto los dos últimos, que debieron padecer menos. Juan Belmonte toreó muy bien a caballo... pero donde sobresalió fue en la colocación de dos pares de banderillas, metiendo la jaca por dentro... Cuando iba a hacer la faena de muleta, el novillo cayó y fue apuntillado. Antonio Márquez, Marcial Lalanda, Domingo Ortega y Antonio Bienvenida, torearon muy bien, con más suerte estos dos, porque sus novillos no estaban resentidos de las patas... El gran Rafael “El Gallo”, objeto de una ovación cariñosísima, toreó con gracia. Su presencia en el espectáculo, fue una nota altamente simpática... Márquez y Bienvenida brindaron a “K – Hito”, el gran aficionado, dibujante y escritor, a cuya iniciativa desde las columnas de “Dígame”, se debe la idea del festival...

Acerca de la entrada, el mismo Manuel Sánchez del Arco, dice:

Se celebró el festival, con una entrada muy buena, tanto que hace suponer una recaudación lucida que venga a mitigar la aflictiva situación en que se encuentra el que un día gustó la gloria de los aplausos... El rasgo generoso de cuantos han tomado parte en el festival, o de algún modo han contribuido al buen resultado económico del mismo, merece registrarse con elogio: El público madrileño ha sabido responder al nobilísimo fin que el espectáculo perseguía...

No quiero dejar de hacer notar, que la crónica del diario "Pueblo" consigna que auxiliando a Juan Belmonte, iba nada menos que Cayetano Ordóñez Niño de la Palma.

El accidente que dañó al encierro

En el diario Pueblo del mismo día del festejo, en nota aparte, se contiene esta información, fechada en Salamanca:

El jefe de la estación ferroviaria de Salamanca comunicó a la Cruz Roja, por noticias que había recibido del jefe de la estación de Barbadillo, haber ocurrido un accidente con motivo del choque de un camión que conducía una corrida de toros de don Antonio Pérez Tabernero, que había de ser lidiada en Madrid... El mayoral que acompañaba a la corrida de toros murió poco después del accidente y el conductor del coche y su ayudante sólo sufrieron algunos rasguños...  Algunas de las reses han quedado inutilizadas para la lidia...

Así pues, vinculando la crónica del festejo de Giraldillo con esta última información, se puede advertir que el pobre juego de los novillos salmantinos en el festival, se debió propiamente al percance carretero que sufrieron y que terminó por afectar directamente al resultado artístico del mismo.

Un apunte sobre El Gallo

Rafael El Gallo había recibido la alternativa en los albores del siglo XX, en 1902 y toreó su última corrida vestido de luces en Barcelona, en 1936. Esa es una carrera larguísima en los ruedos, aún con las idas y venidas que tuvo el que fuera uno de los diestros más geniales que la historia ha conocido.

Ya retirado, siguió, como se ve, toreando festivales a invitación de Juan Belmonte. Antonio Díaz - Cañabate, en su Historia de una Tertulia, a propósito de este en particular, cuenta:

El rápido de Sevilla llegó a Madrid esta noche, a las once de la noche. A las once y media, Rafael «El Gallo» está en el Lyon... ¿De dónde vienes Rafael? Pues de Villanueva del Arzobispo, donde hemos toreado ayer un festival, Juan, el «Niño de la Palma», Láinez y yo... Buena temporada de festivales llevas. ¿Cuántos has toreado? … ¡Qué se yo. diez o doce! Son cosas de Juan Belmonte. Una mañana, llega a Gayango, y me dice: «Rafael, el domingo toreamos en Écija», y nos vamos a Écija a divertirnos un rato. Yo le llamo a esta trupé que hemos formado Juan y yo, «El Empastre» ... Rafael torea en Madrid dentro de tres días un festival a beneficio de Félix Rodríguez, el que fue buen torero, inválido y postrado en cama hace mucho tiempo... ¿Qué, Rafael, vienes muy animado? … Yo, animao estoy siempre; ahora, que luego sale el toro, y a lo mejor se le acaba a uno la animación. Si embiste, le toreamos, y si no, a esperar a otro...

Poco tiempo después, tres años para ser precisos, Rafael El Gallo sería objeto de un festival de similares intenciones, del que me he ocupado en este apartado de esta bitácora.

Como podemos ver, la tauromaquia siempre está presente cuando hay una buena causa que atender.

domingo, 5 de enero de 2025

5 de enero de 1930: Cagancho y Tirano de La Laguna

La decimosegunda corrida de la temporada 1929 – 30 en el Toreo de la Condesa se programó para el domingo 5 de enero de 1930, con un mano a mano entre los diestros hispanos Antonio Márquez y Joaquín Rodríguez Cagancho ante toros de La Laguna. Venía a ser una especie de reedición del que se verificó, forzadamente, el 24 de noviembre del año anterior, cuando el madrileño, apodado en algún tiempo como el Belmonte Rubio, tuvo que sustituir apresuradamente a Carmelo Pérez, quien había sido anunciado desde la semana anterior, junto con la corrida de su alternativa, en la que sufrió la cornada que al paso del tiempo vendría a cortarle su breve existencia.

Ya había planteado la semana anterior el elenco que la empresa formada por Benjamín Chato Padilla, Fernando Romero García y nada menos que don Rodolfo Gaona presentó a la afición de la capital mexicana. Las cartas más fuertes de los toreros hispanos eran sin duda, Márquez, Cagancho y Félix Rodríguez, los tres apoderados por don Domingo González Mateos Dominguín. Respecto de la relación de Cagancho y el patriarca de la casa Dominguín, escribe don Carlos Abella:

...en 1926 descubre a un torero que él cree – con fundamento –, de leyenda: Joaquín Rodríguez “Cagancho”. “Adiviné en él – le confiesa a Alfredo R. Antigüedad – un torero de público y me encargué de dirigirle, firmándole en el año de 1927 un contrato de exclusiva”. Esta exclusiva duró cuatro años y fueron los mejores de la genial trayectoria del gitano de los ojos verdes...

Justamente bajo el amparo de esa exclusiva es que Cagancho llegó a México en esa oportunidad, para enamorar a nuestros públicos y para enamorarse él de nuestra tierra. Por su parte, Antonio Márquez vendría a demostrar su calidad como figura de los ruedos y, en algún momento, a destapar, según cuenta el doctor Guarner, una de las cloacas de la prensa taurina de aquellos días.

Un presidente en los toros

La pasada semana también señalaba que la corrida del 10 de diciembre de 1929 se dio entre un aguacero y que Lanfranchi señalaba que se debió suspender, pero el historiador no menciona un hecho significativo que cambió el curso de esa historia. Relata Verduguillo:

La entrada fue fulastre y el tiempo malísimo, poco antes de la corrida cayó un aguacero. El juez quería suspender, la empresa quería que se suspendiera... Sólo había unos cuantos espectadores que ocupaban sus lugares y daban gritos pidiendo que la corrida se diese... A pesar de que la empresa hubiera querido que no se diera la corrida, el juez no se atrevía a suspenderla... estaba “mosca” mirando a un espectador que no se movía de su barrera de primera fila... Un solo espectador... pero un espectador que pesaba mucho: era el presidente de la República, el licenciado don Emilio Portes Gil, que valientemente, como un aficionado de hueso colorado, se estaba mojando y dando un ejemplo... Finalmente el juez de plaza decidió mandar alguien a preguntar al señor presidente qué era lo que él deseaba que se hiciese. Y don Emilio Portes Gil, que en ese momento no obraba como el primer magistrado del país, sino simplemente como un aficionado de primera fila... sugirió que la corrida se diese... Y la corrida se dio... ¡no faltaba más! Lo había sugerido un aficionado cuyos deseos eran órdenes...

Así eran esos días en los cuales no se vivía una pública hipocresía hoy eufemísticamente llamada corrección política. El presidente Portes Gil, por lo visto, asistía con asiduidad a los festejos en el Toreo de la Condesa, porque este 5 de enero de 1930, volvió a estar presente en su barrera, para presenciar, ahora sí, una tarde de toros que pasaría a la historia.

Para las personas públicas de estos tiempos, resulta cuando menos complicado el comportarse de esta manera, porque sujetos a un escrutinio público que cuando menos es cruel, no pueden externar sus aficiones y gustos, por el temor de incomodar a algunos, generalmente, los más intolerantes.

Cagancho y Tirano

El culmen de la tarde se presentó ante el cuarto de la corrida llamado Tirano por don Wiliulfo González, mismo que, de acuerdo con la crónica de Martín Galas en El Taurino, fue el más rematado del encierro y ante él, el torero de la calle del Evangelista, salió decidido a armar una gran escandalera.

Joaquín Rodríguez Ortega brindó su faena al tenor español Miguel Fleta y entre otras cosas, realizó lo siguiente:

Inicia con tres estatuarios pases altos y uno de pecho, continuó con tres naturales con la derecha, suaves, corriendo la mano y ligándolos de maravilla. Se pasó la franela a la izquierda y tornó a torear por naturales, terminando, después del tercero, con un forzado de pecho. Y le vimos dos pases de la firma, torerísimos, un ayudado por abajo, quedándose en los pitones de la bestia, un alto y un molinete lento y pinturero, dos de la firma, enormes, y un afarolado, tan ceñido, que el burel lo trompicó y estuvo a punto de llevárselo prendido en un pitón. Volvió “Cagancho” a la carga y derrochó gracia en sus pases únicos, despreciando al burel que iba donde el torero quería, mientras éste se quedaba viendo a los espectadores, sin cuidarse de los pitones, que le rozaban el terno... Engolosinado por los aplausos y a petición de algunos espectadores que querían seguir saboreando la miel purísima de aquella faena enorme, “Cagancho” la prolongó más de lo debido, en nuestro concepto, porque el animal estaba agotándose. Y como todo tiene final en esta vida, Joaquín puso término a su brillante trasteo con una estocada entera, en todo lo alto, que mató sin puntilla... hubo ovación clamorosa, dianas repetidas y la obligación de dar dos vueltas al anillo y de saludar desde los medios, después de que tiró a los tendidos las dos orejas y el rabo de “Tirano”, con el que conquistó uno de sus más grandes y legítimos triunfos...

El sexto de la tarde Recaudero, fue brindado por Cagancho al presidente Portes Gil, y su faena fue de aliño ante un toro reparado de la vista, con el que además, estuvo pesado con la espada.

La tarde de Antonio Márquez

El diestro madrileño fue otro de los toreros que no gozaron de la preferencia de los redactores de El Taurino. Se advierte de la relación que Edmundo Fernández de MendozaMartín Galas, hace de su actuación ante el tercero de la tarde, Murciélago, al que también le cortó el rabo. 

Fue, de conformidad con el cronista, un toro boyante, repetidor, noble, al que otros toreros que nombra en su recuento, le hubieran realizado una faena histórica, más Antonio Márquez no estuvo a la altura del lagunero, del que afirma el cronista no sabía para qué le pusieron los pitones en la sesera...

Antonio Márquez, por su parte, brindó al presidente de la República al quinto de la corrida y tercero de su lote Boletero, ante el cual, de acuerdo con el cronista, estuvo desconfiado y acabó de un golletazo.

En la sección editorial de El Taurino, aparecida en el número correspondiente al 19 de enero de 1930, se lee lo siguiente:

De los toreros que formaron la plana mayor facultativa, pocos, muy pocos son los que han conseguido permanecer en el pedestal en el que, por causas que no es preciso examinar, se hallaban colocados... Antonio Márquez, con su monótona maestría, con esa marrullería de viejo lidiador, ha paseado su figura por el ruedo de la Condesa, sin que la afición tenga por qué recordarlo con agrado...

Así era la estima que ese semanario le profesaba al torero de Madrid.

Para concluir

Cagancho seguía sumando triunfos confirmando lo que Dominguín había advertido en él, que era un torero de públicos, es decir, que llegaba con facilidad a los tendidos – por la causa que fuera –, y terminó siendo el triunfador de esa temporada que se quedó sin la presencia de toreros como Armillita, Freg y algunos otros diestros que pudieron darle más consistencia a sus carteles. Y también comenzó a arraigarse en él quizás la idea de que aquí era su sitio, porque al final de cuentas, Cagancho se quedó con nosotros, pa’ los restos.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, por no obrar así en sus respectivos originales.