domingo, 31 de julio de 2011

Azpeitia, 1º de agosto de 1952. El Callao con Miuras

En muchos lugares he leído que varios de los males que actualmente padece esta fiesta ¿nuestra?, residen en el hecho de que muchas de las plazas que tradicionalmente eran el reducto en el que los novilleros terminaban de forjar su destino y determinar si estaban llamados a ser matadores de toros, hoy están cooptadas por las llamadas figuras del toreo, obstaculizando el desarrollo de los que han de ocupar el sitio que hoy ellos tienen. Una de esas plazas, según deduzco de la imagen que me impulsa a escribir este texto, es la de de la localidad Guipuzcoana de Azpeitia,  que en sus Fiestas de San Ignacio de Loyola para el año de 1952, dio dos festejos menores, ambos con novillos de Miura y en el segundo de ellos, actuó un torero mexicano, de Huamantla, Tlaxcala, Fernando de los Reyes El Callao.

Me llamó la atención ver anunciado a El Callao en esa feria y con esos toros, porque nunca se distinguió por ser un guerrero de los ruedos. En los días de Fernando no se hablaba mucho – quizás nada – de duende o de pellizco. Él era un torero artista, profundo, de enigmático le calificaron unos y de abúlico otros. Un torero que con un par de lances o de muletazos podía poner una plaza de toros de cabeza, porque no era cosa de todos los días. Lo sé porque lo pude ver, solamente una vez, pero yo puedo testimoniar esa transfiguración que le era tan propia, cuando se encontraba a sí mismo.

El caso de El Callao es uno de esos que son insólitos en cualquier Historia del Toreo, pues actúa como novillero en la Plaza México la friolera de 32 tardes entre 1949 y 1954, con un breve intermedio como matador de toros, pues tras de la tarde que hoy me ocupa, el 6 de septiembre de 1953, Manolo Vázquez lo hizo matador de toros en Segovia, ante César Girón, cediéndole al toro Cortadillo, de Felipe Bartolomé, doctorado que renunciaría unos meses después, para retomar su andar por las filas de la novillería y recibir el definitivo en 1956.

Acerca de él opina el bibliófilo Daniel Medina de la Serna:

Fue un torero del que mucho se puede escribir... un torero que, como dijo El Gallo, tenía un misterio dentro y lo decía, así haya sido esporádicamente; nunca fue regular ni constante, por eso habrá que reconocerle al Doctor Gaona la fe inquebrantable que le tuvo en sus inicios para darle toros. Muchas fueron sus temporadas novilleriles; tardó muchísimo en madurar, pero de tiempo en tiempo daba un aldabonazo a las puertas de la gloria, con lo que refrendaba y revitalizaba la fe de los que creían en él. En algún momento llegó a ser hasta un valiente, sin perder un ápice de su arte...

Hace 59 años

Decía que la Feria de Azpeitia de 1952 se compuso de dos novilladas, en la del 31 de julio actuaron Manolo Sevilla y Luis Francisco Peláez y en la del 1º de agosto, El Callao y José Navarro de Olivares. En ambos festejos los toros fueron de Miura. La imagen que pude obtener tiene escasa resolución y no permite darle una buena lectura, lo que sumado a mi incomprensión del francés, me deja con algunos huecos de la mayor parte de lo que dice, pero la médula es el anuncio de los dos festejos taurinos y de la presencia, en la misma plaza de toros, de un circo americano

¿Qué sucedió en el festejo? La relación que encontré es la de la Agencia Cifra, replicada en los diarios ABC, de Madrid y Nueva España, de Huesca del día siguiente al festejo y que es del siguiente tenor:

En Azpeitia se celebró la segunda novillada de feria
Azpeitia, 1. Segunda novillada de feria. Se lidian cuatro reses de Miura.
En el primero, el mejicano “El Callao” es cogido al veroniquear y resulta con rasguños en la cara. Con la muleta no puede lucirse por estropearse el animal en varas. Terminó de media estocada. (Aplausos). En su segundo realiza buena faena de muleta y termina de gran estocada. (Oreja.)
Navarro de Olivares se luce en quites, y con la muleta da pases por alto y redondos para dos pinchazos y dos medias. (Aplausos.) En el último es cogido sin consecuencias al torear con la muleta. Sigue valiente con pases de todas las marcas. Dos pinchazos y una estocada. (Oreja.) 

Como podemos ver, El Callao no salió mal librado de esta actuación.

Algunos retales de información en esa fecha

En el ABC madrileño, aparecían además otras informaciones que resultan de interés por lo que representan. En Córdoba, se conmemoraba el LII aniversario del óbito de Lagartijo; en Cádiz, se multaba con 250 pesetas al banderillero Salvador Bellido, de la cuadrilla de Antoñete, por cortar indebidamente una oreja y entregársela a su matador y en Barcelona había preocupación por el estado de salud del novillero Rafael Sánchez Saco, herido muy grave en Las Arenas el jueves 30 de julio. 

Y termino

Espero pronto dedicar algo más que este breve recuerdo a Fernando de los Reyes El Callao, un torero muy mexicano, que como decía el Padre Samuel Bernardo Lemus:

Hay toreros que tienen perfil de santo, otros son liturgos exquisitos de la fiesta y otros como el arte románico, llenos de luz, de fiesta y esplendor como ojivas de un templo gótico donde la luz se convierte en gloria, canto y poesía...

Ojalá que como a mí, les haya resultado interesante.

domingo, 24 de julio de 2011

2011: Presencia del toreo mexicano en España

Toreros mexicanos en San Isidro 2011
Infograma cortesía de altoromexico.com
Han concluido las Ferias de Abril en Sevilla, San Isidro y su forzado apéndice del Aniversario (que en este calendario en el que se ha producido en número, la mayor presencia de toreros de nuestro país en su historia), Pamplona y están en curso las de San Jaime en Valencia y la de Santander. En la que se considera la feria taurina más importante del mundo, hasta el año pasado, había sido el de 1964 el calendario con mayor presencia nuestra, con cuatro diestros, dos matadores de toros – Manuel Capetillo y Antonio Campos El Imposible – y dos novilleros – Fernando de la Peña y Óscar Realme – quienes cubrieron seis fechas en ese serial.

En Sevilla, solo fue llamado a comparecer Israel Téllez al último festejo, lidiando la corrida de Miura y con un resultado, que dependiendo del punto de observación que se tome, se puede computar como un fracaso rotundo o como una actuación digna, considerando lo que tuvo que enfrentar salido de la puerta de toriles. No obstante, el hecho de que se le haya ido vivo el andarín sexto del festejo (creo que ni el que inventó el toreo lo hubiera podido matar), le impidió conseguir más contratos y ya regresó a México, ante una campaña española muy escasa en perspectivas.

En la feria madrileña fueron acartelados tres matadores de toros mexicanos (Ignacio Garibay, Joselito Adame y Arturo Saldívar) y dos novilleros (Diego Silveti y Sergio Flores). Entre ellos cumplieron seis fechas, debido a que Saldívar – el único que al final hizo doblete – fue llamado a sustituir al lesionado Curro Díaz el día 27 de mayo. En general la crítica profesional aceptó de buen grado la actuación de nuestros toreros en el ruedo venteño y la opinión de los aficionados coincide en que llevaron un aire fresco a la manera de hacer las cosas en el ruedo. 

Visto desde este lado del mar y con las limitaciones que genera el ver los festejos por televisión, pude observar que efectivamente mis compatriotas mostraron una actitud distinta a la de muchos diestros de este y de aquél lado del Atlántico. Tanto los alternativados, como los pendientes de ceremonia, mostraron un notorio interés por captar el interés de la afición española y por colocarse en los carteles de las ferias que vienen después del mayo de Madrid, sobre todo en los meses de julio, agosto y septiembre.

Hoy en día Sergio Flores es el que tiene el mayor número de fechas por delante y Diego Silveti recibirá la alternativa en Gijón el próximo 12 de agosto. Entre los matadores, es Arturo Saldívar el que se ve anunciado en los carteles de más relumbrón, apreciándose la diferencia del peso específico de sus apoderados con quienes llevan la carrera de Joselito Adame, quien a pesar de hacer campaña en ruedos españoles desde hace ya varios años, parece ser que se presentará por lo pronto en plazas de menos trascendencia y si a eso sumamos que el pasado 26 de junio fue herido en una de las corridas veraniegas de Madrid, su actividad se verá aún mayormente ralentizada. 

Ignacio Garibay, quien salió en las peores condiciones a actuar en San Isidro, parecía que en principio esperaría a terminar de recuperarse de las lesiones que le causó Morito, de Partido de Resina, el pasado 22 de mayo, para reasumir primero, la búsqueda de la reaparición en Las Ventas y después, intentar remontar la temporada en España, pero ante lo limitado del horizonte, al igual que Israel Téllez,  regresó a México, donde al parecer tiene menos obstáculos en el camino para mantenerse activo y mantener una campaña dividida entre ambos territorios. Ignacio regresará a Madrid el próximo 15 de agosto e Israel aún confía en poder confirmar allí en este verano.

El sistema imperante de intercambio de cromos entre las empresas que además apoderan toreros y el hecho de que muchas de las ferias importantes están armadas mucho tiempo antes de su celebración complica que de pronto nuestros toreros sean incluidos en ellas, por lo que quedan en la espera de ser llamados para sustituir a quienes por alguna razón puedan ser bajas en los originalmente anunciados, aunque tendrán que competir con otros varios toreros que también en San Isidro, o relanzaron su carrera o dieron el paso adelante que de ellos se esperaba.

Arturo Saldívar el 15 de mayo pasado
Pero además de los diestros mexicanos ya nombrados, están por la Península Juan Pablo Sánchez, llevado con mucho tiento por la Casa Lozano y que actúa por lo pronto en plazas de menor predicamento y se prepara en el campo, quizás para dar el salto el año entrante. Además, entre otros van sueltos Fermín Spínola, Fernando Ochoa, Ernesto Javier Tapia Calita y Alejandro Amaya, el primero con la intención de confirmar en Madrid, el segundo al parecer solamente para hacer campo y tratar de negociar la confirmación para el 2012 y Amaya ha toreado por allá una o dos tardes con resultados buenos, pero en plazas de poca entidad, que no le han redituado más contratos en aquellas tierras. Aparte, está el caso de Arturo Macías, quien al terminar su relación de apoderamiento con Antonio Corbacho, desistió de hacer una campaña española alternada con otra en plazas mexicanas y solamente estará una tarde en Azpeitia que le quedó pendiente de cumplir el año pasado por encontrarse lesionado.

Desde mi óptica, lo único que faltaría es que variaran los criterios para justipreciar la actuación de los toreros. Ya no se valora igual la torería o el estar bien ante los toros. El único baremo que justifica la repetición de un diestro, es el corte de orejas, sin importar cómo se hayan obtenido éstas y a veces, el contador de apéndices refleja muchas cuestiones que están bien alejadas de lo que en realidad sucede en el ruedo, pero por otro lado, la única manera en la que los toreros de esta tierra pueden penetrar y mantenerse en el ánimo de la afición hispana, es acudiendo a las plazas y demostrando delante del toro que el arte del toreo es universal.

domingo, 17 de julio de 2011

En el centenario de Armillita VII

18 de julio de 1926: Fermín Espinosa se presenta como novillero en El Toreo de la Ciudad de México

Alegoría publicitaria de Armillita
relativa a su primera campaña novilleril
En una entrada anterior de esta serie de recuerdos, precisamente en la que dediqué al centenario del natalicio del Maestro, transcribía un breve recorte de unos apuntes autobiográficos que inició unos meses antes de su muerte y que alcanzan desde su nacimiento y hasta los días previos a su alternativa española recibida en la Plaza Monumental de Barcelona. En esas notas, Armillita deja bien clara su disposición para el toreo desde su más tierna infancia pues es a los tres años de edad que prácticamente gana sus primeros dineros del toro.

Lo anterior viene a cuento porque cuando se propaló que debutaría como novillero en El Toreo de la Condesa, habiendo toreado su última becerrada apenas el 21 de marzo de 1926, no faltaron en ese tiempo los oficiosos defensores del menor, que hasta cierto punto se escandalizaron porque un chico de apenas 15 años de edad se enfrentaría a novillos hechos y alternando en algunos casos con novilleros que le superaban en edad por bastantes años. Mariano Alberto Rodríguez, paisano del torero, compadre y biógrafo suyo, narra este episodio de su vida de la siguiente forma:

Hasta mediados de mayo de 1926 Fermín siguió toreando becerradas, novillitos de poca presencia y fuerza. La temporada de novilladas de aquél año en la plaza El Toreo fue organizada por el viejo taurino don José del Rivero en sociedad con don Romualdo Guzmán... La temporada chica se inició el 9 de mayo con poco lucimiento y se fue dando bandazos porque los noveles no daban una, la afición se retraía y había muy pobres entradas. Para el 30 de aquél mes la empresa recurrió a corridas mixtas, matadores de segunda y novilleros para seguir adelante... El 11 de julio se presentó José González, “Carnicerito”, el León de Tepatitlán. Torero tremendista, con poca idea de la lidia. Sus triunfos fueron siempre a base de redaños... En la revista taurina “Universal Taurino” del día 13 de junio apareció, junto con el anuncio de que “Armillita” debutaría como novillero el día 18, un artículo en el que se hacían consideraciones sobre el crimen que se cometía con Fermín, quien sólo contaba con 15 años de edad, y se enfrentaría a novillos cuajados y puntales. Conminaban a don Fermín y a las gentes que habían movido al niño a que esperaran un año más para que se diera aquél paso en su carrera… El domingo 18 de julio el cartel lo formaron Edmundo Maldonado “El Tato”, Julián Pastor y “Armillita” con novillos de San Mateo. El niño sabio de Saltillo, como un hiperbólico cronista bautizó a Fermín demostró desde el primer momento, con el novillo toro, puntal y con fuerza, que tenía recursos para lidiar y matar lo que le saliera desde los chiqueros… La peonería y sus compañeros en el cartel, gente mayor y de más experiencia estuvieron aquella tarde de su presentación listos para ayudar al crío cuando se enfrentó a su primer enemigo. Enseguida se dieron cuenta de que podía sin auxilio desenvolverse solo, que no necesitaba que lo cuidaran, que podía andar solo por el mundo. Dio la sensación de ser un diestro cuajado. Hizo dos trasteos muy lucidos y fue largamente ovacionado…

Como se puede ver, las dudas de quienes cuestionaban la capacidad torera del debutante se vieron superadas por lo sucedido en el ruedo. En los parámetros actuales, no se trató de una tarde triunfal, en la que se cortaran trofeos a carretadas, más se vio por la afición a un aspirante a torero con posibilidades serias de serlo y eso, desde mi óptica, la mayor parte de las veces, vale más que muchas orejas cortadas al socaire de la emoción de un momento o del ejercicio indebido de Jueces de Plaza o Presidentes manirrotos.

Rafael Solana, Verduguillo – en ese tiempo corresponsable de la publicación de El Universal Taurino y en cierta manera protector del joven prospecto – relata de la siguiente manera el suceso que hoy intento conmemorar:

En la quinta novillada, el tuxpeño “Pepete”, Carralafuente y “Carnicerito” lidiaron novillos de Malpaso, y en la sexta se presentó Fermín Espinosa “Armillita” con novillos de San Mateo, propiedad de los señores don Antonio y don Julián Llaguno. Fue el primer lleno de la temporada; los billetes de sol se agotaron desde el sábado, y en sombra el graderío se cubrió casi totalmente, pues apenas si quedaron unos pequeños claros en la parte superior del tendido. A nadie sorprendió el entradón: las reses de San Mateo arrastraban ya una enorme cantidad de público; la combinación de matadores no dejaba que desear. Acompañaron a “Armillita Chico”, Edmundo Maldonado “Tato” y Heriberto García; los tres espadas gozaban de gran cartel, y en esa época los tres por igual se disputaban con los mismos merecimientos el honor de ocupar el sitio que había dejado vacante Gaona dos años antes… De los tres, solamente llegó uno. “Armillita”; Heriberto no se quedó muy atrás pues años después ya era figura y actuaba en carteles de tronío. Una cornada al entrar a matar después de inolvidable faena, lo quitó de enmedio. Esto fue en la plaza de Madrid. En cuanto al “Tato”, se hundió sin que nadie sepa por qué… La actuación de Fermincito sorprendió a los aficionados y muy especialmente a los críticos; era el caso de una extraordinaria intuición taurina. “Sabe más de lo que le han enseñado”, dijo don Carlos Quirós “Monosabio”, mientras “Don Verdades” afirmaba en Excélsior: “Yo nunca he visto un torero que a esa edad haga lo que este niño hace”. Mi comentario inicial fue: “Este niño nació torero, lo mismo que Mozart nació músico”... Acababa Fermincito de cumplir los 16 años, pues nació en la ciudad de Saltillo el 3 de mayo de 1911. Su padre, el viejo Fermín, torero muy bueno y muy conocedor de la profesión, tenía centrada en el chico toda su esperanza...

Poco deja la versión de Verduguillo para el comentario. Lo escrito por él algunos años después contiene un sucinto pero completo resumen de lo que representaba en ese momento la llegada de Armillita a la fiesta y de lo que implicaba su proceder delante de los toros. Indudablemente que por su falta de profundidad, deja de lado el comentario del artículo proteccionista al que alude el autor citado antes y al que albergó el semanario que él co – dirigía.

El mismo Armillita escribió lo que su debut en el escalafón novilleril le representó. En las notas autobiográficas que entregó al nombrado Mariano Alberto Rodríguez, el Maestro refiere lo siguiente:

El 18 de julio de 1926 hice mi debut como novillero en la Plaza de El Toreo alternando con Edmundo Maldonado “El Tato” y Julián Pastor, con novillos de San Mateo. El salto del becerrote al novillo me impresionó, pero no me asusté. Seguí los mismos procedimientos que usaba con el becerrote. Sí noté que el novillo siendo de casta era más fácil torearlo bien. Les veía las puntas de los cuernos, sentía que eran mucho más fuertes, que podían dañarme, pero gracias a Dios casi nada pasó. Sobre todo mi primer novillo me parecía por lo menos ya un toro con 500 kilos. Tuve una buena tarde pero sin hacer nada sobresaliente pues solo di una vuelta al ruedo en mi primero. Con todo y esto yo seguía siendo un chiquillo pues no tuve amigos que me sonsacaran a divertirme por el camino que no conviene, sobre todo cuando uno quiere ser torero, al contrario, mis amistades seguían siendo chicos de mi edad y más chicos todavía, así que mi mayor diversión era jugar a las canicas, al balero y desde luego, los juegos al toro...

Como vemos, aún dedicándose profesionalmente al toreo, la infancia de Armillita no pareció verse afectada. Ya decía al principio que desde su primera infancia sus juegos eran taurinos y después de dar el paso a la novillería, él mismo deja claro que seguía frecuentando a jovencitos de su edad para procurarse las diversiones propias de ella.

Esa es la versión del propio interesado, que en la temporada de su presentación actuó en 9 de las 17 novilladas de las que se integró, ganó la Oreja de Plata que en la misma se disputó y que por esas cuestiones que no alcanzan a veces la comprensión de uno, en la votación popular para la designación del triunfador de la temporada, el que obtuvo la mayor cantidad de sufragios, fue Edmundo Maldonado Tato.

Esta es la manera en la que inició el camino de un torero que escribió en los ruedos algunas de las páginas más importantes de la Historia del Toreo.

domingo, 10 de julio de 2011

Torería (I)

11 de enero de 1981, Plaza México, tarde de la confirmación de alternativa de Pepe Luis Vargas

Esta es una de las corridas de las que tengo recuerdos muy claros. Fue la inauguración de la temporada 1981, en la que el Dr. Alfonso Gaona celebraba sus 40 años como empresario, la ganadería de Piedras Negras reaparecía en la gran plaza después de 11 años justos de ausencia, tras de resolver en alguna medida los problemas derivados de una reforma agraria mal encauzada y de la falta de fuerza que mostraron sus toros en las últimas tardes que fueron a ese ruedo y Curro Rivera realizaba lo que se dio en llamar por esos días una gesta, intentando remontar un bache que su trayectoria guardaba ante la afición de la capital mexicana desde la temporada anterior.

La última corrida que Piedras Negras había lidiado en la Plaza México antes de la que ahora les comento, fue la del 11 de enero de 1970, para Ángel Teruel y Curro Rivera, mano a mano. Esa tarde solamente Curro Rivera le cortó una oreja a Zalamero, segundo de la tarde y después de ello los toros de don Raúl González y González no volvieron a la llamada primera plaza de América, sino hasta el día que es motivo de este comentario.

El cartel de toreros era completado por el que es quizás el torero mexicano más poderoso de la segunda mitad del Siglo XX, Mariano Ramos, que cerca de cumplir una década como matador de toros, estaba a punto de llegar a la cúspide de su andar por los ruedos y un joven torero de Écija, que venía precedido de los mejores augurios y que con el andar del tiempo, terminaría ignorado por las empresas y además, como remate la fatalidad se cruzaría en su camino: Pepe Luis Vargas.

El encierro de Piedras Negras fue justo en su presencia, pero ajustado al tipo de la ganadería. Algunos de los toros acusaron todavía cierta propensión a perder las manos, pero en el conjunto, la corrida mostró el comportamiento del toro bravo, del que tiene mucho para toreársele y que cuando el torero se pone en el terreno y la distancia adecuados, puede hacerle cosas, puede torearle, no solamente dejarle pasar, citándole con la muleta retrasada y esperando que el bobalicón prácticamente siga una trayectoria preconcebida.

Pepe Luis Vargas confirmó con el toro Estanciero, del que aún recuerdo el quite por las afueras que le realizó en el primer tercio, su limpísimo toreo al natural y la manera tan pura y efectiva con la que ejecutó la suerte de matar, en la que el toro vendió cara su muerte. Voy a recurrir a la crónica aparecida en el diario El Informador de Guadalajara, pues no conservo notas propias de la corrida y la memoria elude el detalle. La relación invocada, refiere así su actuación con ese toro, del que obtuvo la oreja, la primera de la temporada:

Curro cede la muerte del primero al sevillano José Luis Vargas, un jovencillo con hechuras que se granjea simpatías con el capotillo al recibir a “Estanciero”. Tiene ideas el chaval, pisa bien en el ruedo y no le faltan cadencia ni valor. Entre sus muletazos al primero, sobresalen cuatro naturales sabrosos. No hay mucho paño de donde cortar, y el burel mete peligrosamente el pitón derecho. Se perfila clásicamente José Luis y mete el estoque en el hoyo de las agujas. Una gran estocada, de efectos escenográficos bien aprovechados por el joven misacantano. La borla es para un auténtico matador de toros; un señor de la suerte suprema. Merecida oreja, vuelta al ruedo.

Sobre el quite por las afueras, Nelson Arreaza escribe lo siguiente:

“El Quite por las Afueras” fue el tercer quite creado por el maestro tapatío Pepe Ortiz. Fue ejecutado por primera vez el 27 de enero de 1929 al toro “Duquesito”, de “La Laguna” en la plaza “El Toreo”, de La Condesa de la capital mexicana. Se ejecuta caminando, dándole el perfil al toro y pasándoselo por la espalda. Antiguamente, como su nombre lo indica, se daba al “quitar” al toro del caballo, y se realizaba de los tercios a los medios, es decir, “de dentro hacia fuera”, pero ahora es más común verlo realizar de los medios hacia los tercios para “poner” en suerte al toro. Algo muy importante: en esta suerte no se gira, sino siempre el torero camina hacia delante, alternando la salida del toro por la espalda. Algunos cronistas llaman a este lance “chicuelinas andantes” o chicuelinas al paso”, expresiones no acertadas, pero que resulta lo bastante gráfica para entender esta suerte, pues se le asemeja mucho.

Mariano Ramos por su parte, cortó la oreja de Don Fulano, tercero de la tarde, tras una faena en la que se tuvo que imponer al toro, primero dominándolo y después procurando el lucimiento. El relato del cronista anónimo de la agencia AEE es de la siguiente guisa:

Parece faltarle una vara a "Don Fulano". La muleta marianesca la sustituiría con el aliño de una lidia caminándole hacia los medios, imperativo y seco. Luego alterna las series de derechazos mandones, enérgicos, fuertes y lentos, con algunos naturales de corte clásico. La faena tiene cohesión y liga, arquitectura; y dos ayudados por abajo, tres pases de pitón a pitón, abaniqueo y el desplante severo y audaz del teléfono. Buena serie sin interrupción ni enmienda. Pincha levemente y clava el estoque fulminando. Ovación y oreja, con vuelta.

Y Curro Rivera. El hijo de Fermín el de San Luis había salido con malas cuentas con la afición de la Ciudad de México la temporada anterior, así que volvía a tratar de recuperar el sitio que le correspondía, imprimiendo un aire distinto a su toreo, dejando atrás ese aire que en sus inicios supuso una renovación a algunas formas, para presentar una imagen más propia del asentamiento que genera la madurez en los toreros. 

Él mismo, obtuvo uno de sus más grandes triunfos en la Plaza México con un piedrenegrino, fue el 20 de abril de 1969, en la corrida del Estoque de Oro, cuando le cortó el rabo a Soy de Seda de la emblemática divisa roja y negra y en esta oportunidad intentaba rehacerse ante toros de la misma ganadería.

El primero de su lote fue nombrado por don Raúl González precisamente Soy de Seda, pero en esta ocasión le sucedió lo que a todas las segundas partes y el torero nunca se confió, por lo que fue abroncado. El resarcimiento vino con Rondinero, segundo de su lote, refiriendo el cronista lo siguiente:

Con el cuarto, “Rondinero”, se saca la espina. No obstante las frecuentes caídas, el burel tiene embestida suave, y Curro logra, en terreno de toriles, varias series de derechazos sedeños, interminables y majestuosos. La faena de Rivera, hoy, apunta al inicio de un nuevo período en su carrera. Ha cambiado el chaval de ayer. Está maduro, con calidad nueva, y da a sus pases en redondo una suavidad silveriana, con un corte recogido y recoleto. Más cerca, más puro, más entregado con el capote y con la muleta, Curro es otro. Mata con certera estocada de efectos inmediatos, y con la oreja en la mano diestra recorre el anillo...

La Plaza México se llenó para ver a los toros de Piedras Negras y los toreros ante ellos exhibieron un valor que hoy en día es bien escaso en los ruedos: la torería. No se concretaron a esperar al toro de entra y sal, sino que adaptándose a sus condiciones y aprovechando sus particulares circunstancias, les realizaron las faenas que cada uno pedía y sin aspavientos o gesticulaciones inútiles, los toreros en lo suyo. Por ello los que llenamos la plaza salimos satisfechos y convencidos de que Curro Rivera, Mariano Ramos y Pepe Luis Vargas se comportaron en el ruedo con una especial torería, lo que hizo que esa tarde, la del 11 de enero de 1981, fuera diferente y digna de ser recordada por mucho tiempo.

Por eso es que, sin ser la efeméride del día, traigo al recuerdo esta corrida, porque puede ser que haya visto tardes en las que se hayan cortado más apéndices o en las que hayan sucedido hechos que destaquen más en los libros de historia por alguna razón, pero en mi opinión, la torería desplegada ese día, en el ejercicio de tres tauromaquias distintas le concede a mi parecer, un lugar distinto a esta y por eso tengo el gusto de recordárselas.

domingo, 3 de julio de 2011

Con mi invitación a su lectura

Y mi disculpa por delante

Perdóneseme por hacer este intento de parangón, pero en este caso creo que sirve aunque devenga de mi (de) formación profesional. Y es que hay derechos que derivan de la naturaleza y hay derechos que tienen por único origen la llamada voluntad del legislador. En el caso de Barcelona y de Cataluña toda (con “ñ”, en español), estamos delante de un ejemplo claro de una de esas situaciones en las que la mala voluntad de esos legisladores, privan de algo que por su naturaleza es pertenencia de una comunidad; la tauromaquia.

De 1914 a 1923, Barcelona tuvo el honor de ser la única ciudad en el mundo que tenía tres plazas de toros que podían considerarse de primera categoría en funcionamiento y lo más importante, que en un mismo día, se daban festejos al menos en dos de ellas en muchas ocasiones. Después, de 1923 a 1977, fue de las pocas en las que funcionaron dos plazas, en las que también se ofrecían festejos a la par. El resultado de todo esto, es que en el Siglo XX, la ciudad española en la que más festejos taurinos se ofrecieron, fue precisamente Barcelona, lo que hace innegable que en lo taurino, la capital catalana y sus gentes tengan una unión indefectible, mancillada quizás en los últimos tiempos por el manejo descuidado de las cosas desde el ángulo empresarial y la actitud irrespetuosa hacia la fiesta y la afición que han observado los estamentos profesionales de esto, pero eso no destierra la afición natural que hay en el ciudadano común de Cataluña y de Barcelona, que en cuanto se le ofrece un espectáculo con visos de dignidad, acude a la Plaza Monumental de Barcelona (la única que le han dejado en pie), a ejercer el derecho que por naturaleza tiene y que un grupúsculo pretende quitarle.

A lo que vine

José Luis Cantos Torres es un catalán que es aficionado a esta fiesta. Y por sus hechos, considero que se ha propuesto reivindicar el derecho al que me he referido en la parrafada anterior. Y no lo hace en la arena de la política, ni en el foro del tribunal. Se vale del método más claro y contundente para dejar sentada la afición de un pueblo, un método que consiste en recurrir a la evidencia de los hechos ya consumados, reconocidos por la historia y por lo tanto, imposibles de ser rebatidos.

La Monumental de Barcelona. De Joselito El Gallo a Manolete, 1914 – 1947, apenas presentado el pasado 17 de junio en Barcelona y llegado a mis manos doce días después, es un minucioso recorrido por el primer tercio de la primera centuria de existencia del Coso de la Calle de la Marina, de la Plaza de las Cuatro Cúpulas, como José Luis Cantos la llama con admiración respetuosa, planteándonos a los lectores los datos esenciales y destacados a partir de su apertura como la Plaza del Sport (denominación que toma de la sociedad que se constituyó para lograr su edificación) y hasta su posterior transformación en la actual Plaza Monumental de Barcelona.

No debo dejar de lado el hecho de que el corazón de la obra son las efemérides. José Luis recoge en ella las más memorables actuaciones de los diestros que entre 1914 y 1947 vienen a representar en cierto modo, la argamasa de lo que sería el edificio de la afición taurina barcelonesa. Repasar el tránsito por ese redondel de Joselito, Rafael, Belmonte, Gaona, Luis Freg, Armillita, Marcial Lalanda, Chicuelo, Carnicerito, Manolete, Arruza, Cañitas, los Dominguín o los Bienvenida ante toros de Sánchez Cobaleda, Clairac, Pablo Romero, Concha y Sierra, Julián Fernández, Soler o Atanasio Fernández, representa el penetrar en una época en la que se generó el tránsito a lo que hoy se llama el toreo moderno, pero también y visto desde este lado del mar, se observa una plaza en la que un empresario visionario hacía los primeros ejercicios quizás, de lo que hogaño llamamos globalización, porque Pedro Balañá Espinos fue un incansable promotor de toreros mexicanos y allí están en el libro las fechas, los carteles y los resúmenes de las corridas para atestiguarlo. Y más de alguno de los nuestros entró a España por Barcelona y fue ídolo en la Ciudad Condal. Más no solo se recuentan festejos taurinos, sino otros fastos y hechos que no siendo agradables, merecen ser recordados, porque son el cimiento de la taurinidad de Barcelona, por su íntima relación con la Monumental y su existencia, tales como las diversas publicaciones taurinas que se generaron en el lapso de tiempo al que se refiere la obra.

Pero creo que aquí voy a dejar esta relación. No es de justicia, ni para la obra, ni para el autor, que les largue aquí otra parrafada con un detalle profundo sobre el contenido del libro, porque de lo que se trata, es de invitarles a que lo adquieran y a que lo lean, dado que es la única manera en la que tendremos la certeza de que José Luis Cantos podrá continuar su faena hasta el tercio final, que entiendo culminará con el centenario de la Monumental el año 2014. Afirmo esto, porque según su propio dicho, escribe sin subvención o patrocinio alguno y ese calvario se supera solamente con la revolvencia de la obra ya publicada.

Lo que yo puedo garantizarles, es que La Monumental de Barcelona. De Joselito El Gallo a Manolete, 1914 – 1947, es uno de esos libros que no se caen de las manos, de allí que logré leerlo de cubierta a cubierta en un breve espacio de tiempo. Además, tiene la ventaja añadida de ser una obra de consulta extraordinaria e indispensable para el lapso de tiempo que cubre en la historia taurina de Barcelona y de su plaza de toros.

Destaco también que La Monumental de Barcelona. De Joselito El Gallo a Manolete, 1914 – 1947 se publica mediante un novedoso sistema llamado impresión por demanda o print on demand (POD), lo que implica que se vuelve más asequible en costo en cualquier lugar del mundo, pues se reducen sus costos de envío, carece casi de gastos de almacenaje, etc.

Por último, doy mi sincera enhorabuena a José Luis por haber logrado esta publicación y le invito a seguir adelante con su labor de investigación, pues al menos en mi persona, tiene a alguien en espera ya de la siguiente etapa de esta historia.