domingo, 27 de septiembre de 2009

45 efemérides interesantes en la historia de El Toreo de la Condesa

Aunque la historia reciente de la fiesta en México se comienza a escribir en El Toreo de la Condesa, se puede delinear lo que esta ha sido a partir de los acontecimientos que sirvieron para darle forma. En esta relación seguramente no encontrarán varios que son conocidos como piedras angulares de la historia de ese gran coso, pero es que tantos grandes hechos sucedieron allí y todos merecen ser contados, que a veces, resulta interesante dejar de lado los que son de todos conocidos y sacar a la luz otros que tienen menos difusión. Algunos de los que me han parecido más destacados - más o menos uno por cada año de los que funcionó - son los siguientes:



22 de septiembre de 1907, corrida inaugural, 4 toros de Tepeyahualco para Manuel González Rerre y Agustín Velasco Fuentes Mexicano que recibía la alternativa y 4 novillos de la misma procedencia para la Cuadrilla Juvenil Mexicana dirigida por Enrique Merino El Sordo, siendo matadores de ella Samuel Solís y Pascual Bueno.

26 de enero de 1908, se lidia por primera vez un encierro español en El Toreo. 5 toros de don Felipe de Pablo Romero y uno de Piedras Negras para José Clarós Pepete y Morenito de Alcalá.

28 de febrero de 1909, Presentación de la ganadería de Miura. Corrida a beneficio de Vicente Segura, que realiza gran faena al toro Perlito del que le es concedida la oreja. Alternó con Diego Rodas Morenito de Algeciras y Francisco Martín Vázquez.

23 de enero de 1910, Rodolfo Gaona ejecuta por primera vez en México la gaonera ante el toro Pinalito de Rafael Surga, en corrida a su beneficio en la que alternó con Tomás Alarcón Mazzantinito.

29 de enero de 1911, beneficio de Antonio Fuentes que alternó con Rodolfo Gaona y Luis Freg en la lidia de toros de San Diego de los Padres. El Califa de León cortó la oreja del quinto toro de la tarde.

3 de marzo de 1912, concurso de ganaderías en el que participaron Atenco, San Diego de los Padres, Tepeyahualco, Piedras Negras, San Nicolás Peralta y Santín. Alternaron Vicente Pastor, Fermín Muñoz Corchaíto y Rodolfo Gaona. El toro premiado fue el de Tepeyahualco y Corchaíto le cortó las dos orejas por una valerosa faena al de San Nicolás Peralta.

12 de enero de 1913, se lidian 6 toros del Duque de Veragua, que habían sido sementales en San Nicolás Peralta, para Rafael González Machaquito, Arcadio Ramírez Reverte Mexicano y Merced Gómez. Asistió al festejo el Presidente de la República, Francisco I. Madero.



29 de marzo de 1914, se presenta como novillero Juan Silveti, anunciado como Belmonte Mexicano, en corrida mixta en la que el matador Eligio Hernández El Serio mataría 2 toros de Santín y Silveti y Nacho Gómez, cuatro novillos de la misma procedencia.

19 de diciembre de 1915, Juan Silveti se despide de las filas de la novillería. Alterna con Eduardo Leal Llaverito y Manuel González en la lidia de novillos de Piedras Negras. Silveti salió en hombros de la plaza.

27 de febrero de 1916, recibe la alternativa Rodolfo de los Santos Templaíto de Sevilla. Fue padrino Luis Freg; testigo, Juan Silveti y los toros, de San Nicolás Peralta.

11 de julio de 1917. El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y encargado del Poder Ejecutivo, Venustiano Carranza, expide un decreto que prohíbe los festejos taurinos en el Distrito Federal, el decreto de referencia dice en lo conducente:

…Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder Ejecutivo de la Nación, en uso de las facultades que me encuentro investido y CONSIDERANDO....Que siendo el deber primordial de todo gobierno asegurar a todos los individuos que forman la colectividad del estado, el goce de los derechos fundamentales, sin los que la sociedad no puede existir, ni llenar debidamente sus fines, también como consecuencia la obligación, de fomentar aquellos usos y costumbres que tiendan a la realización de aquel objeto, sea favoreciendo el desenvolvimiento de la personalidad humana, sea procurando mayor adaptación de las exigencias y necesidades de la época, así como igualmente tiene el deber de contrariar y extirpar aquellos hábitos y tendencias que indudablemente son un obstáculo para la cultura o predisponen al individuo al desorden, despertando en él sentimientos antisociales… Que entre esos hábitos, figura en primer término la diversión de los toros, que a la vez que se pone en gravísimo peligro sin la menor necesidad, la vida de un hombre, se causan torturas igualmente sin objeto a seres vivientes que la moral incluye dentro de esfera de protección a la Ley… Que además, la diversión de los toros, provoca sentimientos sanguinarios, los que por desgracia, han sido el baldón de nuestra raza a través de la historia, y en los actuales momentos, un incentivo para la malas pasiones y causa que agrava la miseria de las familias pobres, las que por proporcionarse el placer malsano de un momento, se quedan sin lo necesario para el sustento de varios días…


5 de octubre de 1919, se presenta Enrico Caruso en El Toreo con la ópera Carmen de Bizet, concluyendo su actuación a despecho del aguacero que se soltó durante la función.

9 de diciembre de 1919, la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión derogó el decreto expedido el 11 de julio de 1917 por el encargado del Poder Ejecutivo Federal, que prohíbe la celebración de festejos taurinos en el Distrito Federal.

2 de mayo de 1920, la Cámara de Senadores del Congreso de la Unión aprobó la derogación del decreto expedido el 11 de julio de 1917 por el encargado del Poder Ejecutivo Federal, que prohíbe la celebración de festejos taurinos en el Distrito Federal.

16 de mayo de 1920, se reabre El Toreo a los festejos taurinos. 6 toros de San Mateo para Juan Silveti y José Corzo Corcito.

26 de diciembre de 1920, Ignacio Sánchez Mejías corta el rabo al toro Caparrota de San Diego de los Padres, en festejo en el que alterna con Juan Silveti.

2 de noviembre de 1921, con toros de Coaxamalucan alternan Juan Silveti, Domingo González Dominguín y Bernardo Casielles. Silveti cortó la oreja a su primero; Dominguín fue herido por el quinto y Casielles salió en hombros de la plaza aún sin cortar orejas.



5 de febrero de 1922, Alternando con Juan Belmonte e Ignacio Sánchez Mejías, Rodolfo Gaona realiza una gran faena al toro Bordador de Piedras Negras.

7 de enero de 1923, Rodolfo Gaona corta las orejas y el rabo a Curtidor de Atenco, en tarde en la que alternó con Rafael El Gallo y Manuel García Maera.

23 de marzo de 1924, Rodolfo Gaona triunfa con los toros Quitasol y Cocinero de San Mateo, cortando las orejas y el rabo de ambos, en corrida en la que alterna con José Roger Valencia y Francisco Peralta Facultades.

12 de abril de 1925, despedida de Rodolfo Gaona. Alternó con Rafael Rubio Rodalito y llevaron de sobresaliente a Pepe Ortiz. Los toros fueron 2 de Atenco, 2 de San Diego de los Padres y 2 de Piedras Negras. Azucarero, de San Diego de los Padres, fue el último toro que estoqueó vestido de luces el Califa de León.

25 de octubre de 1925, toros de San Mateo para Manuel Jiménez Chicuelo, Juan Silveti y Manolo Martínez. Es la tarde de la faena de Chicuelo a Dentista, faena que Pepe Alameda califica junto con la que en Madrid hizo a Corchaíto de Graciliano Pérez Tabernero, como parteaguas histórico en la manera de hacer el toreo.

18 de julio de 1926, se presenta como novillero en El Toreo Fermín Espinosa Armillita, para lidiar novillos de San Mateo alternando con Edmundo Maldonado Tato y Julián Pastor.

13 de marzo de 1927, Manuel Mejías Rapela Bienvenida o El Papa Negro se corta la coleta en El Toreo, matando dos toros de San Diego de los Padres. Sus hijos, los hermanos Manolo y Pepe Bienvenida, le desprenden el añadido y lidian 4 erales de Xajay esa tarde.

1º de enero de 1928, el toro Calzorras de San Diego de los Padres, infiere grave cornada a Pepe Ortiz, en tarde en la que alternaba mano a mano con Cayetano Ordóñez Niño de la Palma.

3 de febrero de 1929, Francisco Vega de los Reyes Gitanillo de Triana, realiza su inmortal faena al toro Como Tú de San Mateo, en tarde en la que alternó con Pepe Ortiz, Cagancho y Vicente Barrera.



12 de octubre de 1930, toros de Atenco para Luis Freg, Pepe Ortiz y Gil Tovar. Se utilizan por primera vez petos en los caballos de picar en las plazas de toros de la capital mexicana y es en El Toreo.

1o de febrero de 1931, Heriberto García corta las orejas y el rabo de Lamparillo de Miura, en tarde que alterna con David Liceaga y Alberto Balderas.

10 de enero de 1932, Jesús Solórzano, en tarde que alterna con Joaquín Rodríguez Cagancho y Pepe Ortiz, realiza su inmortal faena al toro Granatillo de San Mateo.

5 de febrero de 1933, David Liceaga, en tarde que alternó con Cagancho y Luis Gómez Estudiante, realiza una gran faena al toro Ilustrado del Marqués de Villamarta, que es indultado.

28 de enero de 1934, Luis Freg actúa por última vez en El Toreo. Lo hace en la Corrida de la Oreja de Oro alternando con Pepe Ortiz, Armillita, Alberto Balderas, Jesús Solórzano y Domingo Ortega en la lidia de toros de La Laguna.

3 de febrero de 1935, Lorenzo Garza realiza corta el rabo a los toros Gitanillo y Saladito de San Mateo, en tarde en que por cornada de Alberto Balderas en el primero de la tarde, se queda prácticamente con toda la corrida.

23 de febrero de 1936, Alberto Balderas corta el rabo al toro Mensajero de San Mateo, en tarde en la que alternó con Lorenzo Garza, que también cortó el rabo de Doradito, sexto de la tarde.



7 de febrero de 1937, en la Corrida de la Prensa, Jesús Solórzano corta la oreja al toro Redactor de La Laguna. La faena a este toro fue utilizada como stock shot para la película ¡Ora Ponciano!, estelarizada por el diestro y la ilustración de una de sus verónicas fue la cabeza del semanario El Redondel durante casi medio siglo. Alternó esa tarde con Lorenzo Garza.

20 de marzo de 1938, Fermín Espinosa Armillita corta las orejas y el rabo al toro Tapabocas de Coquilla, en tarde que alternó con Alberto Balderas y Lorenzo Garza.

15 de octubre de 1939, Julián Rodarte gana el Estoque de Plata alternando con Arturo Álvarez Vizcaíno, Antonio Rangel, Carlos Vera Cañitas, Andrés Blando y Miguel Montes en la lidia de novillos de La Trasquila.

29 de diciembre de 1940, Alberto Balderas es mortalmente herido por Cobijero de Piedras Negras, en tarde que alterna con Carnicerito de México y Andrés Blando, que toma la alternativa.

16 de febrero de 1941, Fermín Espinosa Armillita tiene una tarde triunfal con los toros Flautista, Payaso y Chocolate de Torrecilla, en tarde que alterna con Lorenzo Garza. El día 6 de diciembre de ese año, se colocó una placa en bronce en los muros de la plaza para conmemorar esa gran actuación.

22 de marzo de 1942, Silverio Pérez corta el rabo al toro Peluquero de Carlos Cuevas, en corrida en la que actuó mano a mano con Carlos Arruza.

31 de enero de 1943, inmortales faenas de Armillita a Clarinero y Silverio Pérez a Tanguito, de la debutante ganadería de Pastejé, en la tarde que recibió la alternativa Antonio Velázquez.

9 de enero de 1944, toros de Matancillas para Armillita, Jesús Solórzano y Silverio Pérez, que se encontró con Cirilo al que según su propio dicho, le realizó la mejor faena de su vida, misma que no culminó con el estoque.

9 de diciembre de 1945, toros de Torrecilla, se presenta Manolete para confirmar su alternativa de manos de Silverio Pérez y llevando a Eduardo Solórzano como testigo. El de Córdoba cortó el rabo de Gitano, primero de la tarde y fue herido por Cachorro, quinto del festejo. Silverio también le cortó el rabo al cuarto, Cantaclaro.



17 de febrero de 1946, toros de Coaxamalucan para Manolete, Pepe Luis Vázquez y Luis Procuna. Manolete cortó el rabo de Platino, Pepe Luis el de Cazador y Procuna el de Cilindrero, se afirma que es esta quizás la tarde más redonda de la presencia de Manuel Rodríguez en las plazas de la capital mexicana.

Extraer recuerdos así, entraña el riesgo de dejar fuera de la recolección muchos igual o más valiosos que los aquí presentados, pero en el caso, la idea inicial era escoger unos cuantos y al empezar la labor, consideré que sería interesante entresacar uno de cada uno de los años que funcionó como plaza de toros y el dato curioso de la presentación de Enrico Caruso en su albero, que no es cosa de todos los días. Espero que la idea de la grandeza de su historia quede dibujada con este breve repaso.


Créditos de las ilustraciones:

La fotografía aérea de El Toreo es obra de Margaret Bourke - White y pertenece al acervo de la revista LIFE, archivado en Google.
La del concierto en el ruedo de El Toreo está tomada del foro digital El México de Ayer.
La fotografía de Gitanillo de Triana es obra de Urbina.
La fotografía de Lorenzo Garza pertenece a la colección particular del Dr. Antonio Ramírez González, quien me ha permitido su uso. No tiene indicación de quién es su autor.
Y la fotografía de Manolete, dando la vuelta al ruedo en El Toreo, probablemente con el rabo de Gitano de Torrecilla en las manos, es obra de William C. Shrout y pertenece también al acervo de la revista LIFE, archivado en Google.

sábado, 26 de septiembre de 2009

22 de septiembre de 1907: Se inaugura El Toreo de la Condesa

La Hacienda de La Condesa



Originalmente se ubicaba a unos diez kilómetros de la Ciudad de México y hacia la primera mitad del siglo XVIII la tercera Condesa de Miravalle, doña María Magdalena Dávalos de Bracamontes y Orozco – conspicua dama de la corte virreinal – era la propietaria de la hacienda de Santa Catarina del Arenal, misma que fue llamada de La Condesa, dado el título nobiliario de su propietaria.

El fraccionamiento y urbanización de la hacienda inicia en la segunda mitad del siglo XIX y cobra impulso iniciado el siglo XX, cuando la testamentaría de Manuel Escandón y la entidad Colonia de la Condesa S.A., representada por Porfirio Díaz hijo y Ramón Alcázar, planean con el ingeniero Roberto Gayol la construcción de un hipódromo, un club hípico y el desarrollo urbano de la zona, que se realizó con las tendencias arquitectónicas afrancesadas de la época.


El Toreo de la Condesa

Al final de la temporada 1905 – 1906 de la Capital de la República, Ramón López, banderillero retirado y empresario de la Plaza de Toros México – ubicada en la Calzada de la Piedad, cerca del almacén de tranvías de Indianilla – decide dejar, al menos en lo personal, el negocio de los toros, pues extendió invitación a distinguidas personalidades a suscribir acciones de una sociedad anónima denominada El Toreo.

Entre otros, acuden a ese llamado los señores José del Rivero, Lucas Alamán, Manuel Fernández del Castillo y Mier, Dr. Carlos Cuesta Baqueiro, Miguel Illanes Blanco, Emilio Rodríguez, Lic. Roberto Esteva Ruiz, José Mondragón y Carlos Quiroz Monosabio. Este último y Cuesta Baqueiro eran periodistas y publicaban sus opiniones y crónicas en la revista El Toreo Ilustrado.

El Toreo S.A., pronto acomete la empresa que le daría su verdadera razón de ser. Adquiere un predio ubicado dentro de los terrenos de la ya ex – hacienda de La Condesa, en las cercanías de la pista del hipódromo, mismos que ya se comenzaban a urbanizar. La finalidad de la adquisición, era la de erigir una plaza de toros, misma que al adquirir aspecto citadino la mencionada ex – hacienda, quedaría ubicada en el poliedro que determinan las actuales calles de Durango, Salamanca, Valladolid, Colima y Oaxaca, en el corazón de la también contemporánea Colonia Condesa.

El proyecto de la nueva plaza de toros se encomendó al arquitecto Alberto Robles Gil y la dirección de la obra quedó a cargo del ingeniero Eduardo Sabathé. El nuevo coso taurino sería construido sobre un terreno de 18,000 metros cuadrados a partir de una estructura metálica y de concreto, razón por la cual se importan mil toneladas de acero estructural de Bélgica, se colocan en el sitio 800,000 tabiques y se aplican 3,500 barricas de cemento. La primera piedra se colocó el día 7 de febrero del mismo 1907 y presidió entre otros el acto, el matador de toros madrileño Vicente Pastor.

La plaza de toros, que acabaría tomando como nombre el de la denominación de su propietaria, es decir, El Toreo, tendría capacidad para 20,000 espectadores, mismos que se colocarían en cuarenta filas de gradería, ochenta y cinco palcos de contra barrera y una amplia zona de lumbreras; el ruedo tendría un diámetro de cuarenta y cinco metros y la barrera que lo delimitaba, una altura de 1.5 metros. Esta barrera tenía la particularidad de que sus tablas estaban colocadas en sentido vertical, quizás por evitar que al rematar en ellas, los toros las sacaran de su lugar, o se dañaran los pitones con ellas. Por último, cabe recordar que sus corrales tenían capacidad para contener holgadamente cinco encierros completos y que las fachadas exteriores de la plaza, jamás fueron concluidas.

La inauguración

Estando ya utilizable el coso, la inauguración al parecer se pensó inicialmente para el día 15 de septiembre de 1907, pero el retraso en la llegada de los toreros españoles a México la difirió una semana, según se puede desprender de esta nota enviada por Julio Bonilla Recortes, corresponsal del semanario madrileño El Toreo, publicada el 14 de octubre de ese año:

Desde México. El estreno de la nueva plaza de toros de México, de la nueva empresa "El Toreo" S.A., anunciado para mañana 15, se ha transferido para el domingo 22, lidiándose en ella toros de la acreditada ganadería de Tepeyahualco, propiedad del Sr. Manuel Fernández del Castillo y Mier, que serán estoqueados por matadores españoles… El 22 del corriente, o antes, llegarán a México los matadores Jerezano, Rerre y Camisero y el banderillero el Barbi…


Entonces, el 22 de septiembre de ese calendario, se ofreció a la afición su corrida inaugural, en la que actuaron por una parte, el español Manuel González Rerre, quien otorgó la alternativa al nacional Agustín Velasco Fuentes Mexicano y por la otra, los novilleros integrantes de la Cuadrilla Juvenil Mexicana, ya dirigida en esos días por Enrique Merino El Sordo, Samuel Solís y Pascual Bueno. Al cuarto novillo lo estoqueó Jesús Tenes por cesión que le hiciera Samuel Solís. Los cuatro toros y los cuatro novillos corridos en la ocasión, fueron de las dehesas tlaxcaltecas de Tepeyahualco.



La corrida inaugural, según la versión de Guillermo Ernesto Padilla, en su Historia de la Plaza El Toreo 1907 – 1968, fue en el sentido de que Fuentes Mexicano dio la vuelta al ruedo y después pasó a la enfermería; Rerre estuvo torero y valiente; Samuel Solís fue ovacionado en el novillo que mató; Pascual Bueno fue ovacionado por voluntarioso y Jesús Tenes se vio inexperto.

La versión transmitida por el ya citado Julio Bonilla Recortes a El Toreo de Madrid y aparecida en ese semanario el día 21 de octubre de ese mismo año, dice lo siguiente:

El acontecimiento taurino en México, ha sido el estreno, el domingo 22 de la gran plaza de hierro, construida a todo costo por la nueva empresa "El Toreo" S.A… Aunque el nuevo circo taurino no está del todo terminado, y el cartel de la corrida económica no era de atractivo, hubo un lleno, quedándose sin poder entrar a la plaza más de mil personas, por haberse agotado las localidades… Rerre, que fue uno de los matadores que tomaron parte en la corrida de estreno, toreó poco o nada; estuvo desgraciado en la muerte de su primer toro y regular en los otros dos…

El final de la plaza de toros

El Toreo funcionó en la Colonia Condesa hasta el año de 1946 y en esos casi cuarenta años, actuaron en su redondel todas las figuras del toreo, mexicanas y españolas, a excepción de Joselito el Gallo. El cartel con el que se cerró la historia y la existencia de esta plaza de toros, se anunció para el 19 de mayo de 1946 y se integró con toros de San Diego de los Padres, para Edmundo Zepeda, Andrés Blando y el colombiano Miguel López, que recibiría la alternativa. Al final de la corrida, el matador de toros retirado, Samuel Solís, participante de la corrida inaugural, daría cuenta de un becerro de la misma procedencia.

Guillermo Ernesto Padilla, acerca de esa última tarde, dice lo siguiente:

No fue aquella una corrida pródiga en momentos brillantes por parte de los lidiadores, siendo las notas más destacadas, el magnífico encierro que envió San Diego de los Padres, un gran quite por gaoneras de Andrés Blando al cuarto toro, varios lances y una torera y valerosa faena de Zepeda al segundo astado, un formidable par de banderillas de Vicente Cárdenas “Maera” y la brega magistral del Güero Merino… El cadáver del último astado, el bravo “Lince”, fue ovacionado durante su arrastre. En aquél momento se hizo un gran silencio en la plaza, silencio que fue roto al aparecer en la arena la figura señera de Rodolfo Gaona, quien, en el centro del anillo, hizo descender de las alturas del coso un gallardete que decía “1907 – EL TOREO – 1946”. En esa forma quedaba oficialmente clausurada la plaza de La Condesa. La multitud en pie acompañó la escena… Muchas cabezas, unas grises, otras blancas, se destocaron para musitar un adiós a la querida plaza que por casi cuatro décadas estuviese tan estrechamente vinculada a la vida capitalina…


En la última etapa de la existencia de la plaza, el accionista mayoritario de El Toreo S.A. era el general Maximino Ávila Camacho, siniestro personaje de la historia nacional, aficionado a los toros y ganadero de reses de lidia. El general Ávila Camacho falleció en circunstancias poco aclaradas el 17 de febrero de 1945 y su familia hizo una sui – generis donación de las acciones de El Toreo a la Beneficencia Pública, que era representada por la Secretaría de Salubridad y Asistencia.

Tras de dimes y diretes, relacionados todos con el destino que la S.S.A., daría a la plaza de toros, el 17 de abril de 1946, se anunció que el inmueble que ocupaba la plaza de El Toreo había sido vendido a la compañía fraccionadora del señor Ángel Urraza, quien desarrolló entre otras, la Colonia del Valle de la Ciudad de México. El interés de Urraza no estaba en los toros, sino en la tierra, así que en menos de un mes liquidó el negocio taurino y gestionó el cierre y demolición de la plaza. Hoy en día ocupa su lugar una tienda departamental.

La estructura metálica de El Toreo fue trasladada al punto conocido como Cuatro Caminos en San Bartolo Naucálpan, en los límites del Estado de México con el Distrito Federal, donde con ella se levantó por el ingeniero Armando Bernal el Toreo de Cuatro Caminos, que estuvo en pie de 1947 hasta 2008. Pero esa es una historia que contaré en otro tiempo y espero que en este mismo lugar.


Crédito de las ilustraciones:


Todas las imágenes que ilustran esta entrada fueron obtenidas del foro digital El México de Ayer.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Como un castillo de naipes...

De esa manera, en las últimas 72 horas prácticamente se cayó la temporada taurina anunciada por Pedro Haces en Las Vegas, dado que los toreros con más atractivo mediático y que podían poner a flote el experimento (Rivera Ordóñez, El Juli y El Fandi), declinaron, sin expresión de causa, ser partícipes de esa mascarada.

Los espectáculos llevados a cabo el martes y miércoles pasados, fueron un desastre económico y en lo artístico están marcados con el signo de la duda. La realidad es que como escribiera Giraldillo en el ABC de Madrid el 19 de julio de 1945, a propósito de la confirmación en Las Ventas de la alternativa de Sidney Franklin, hay cosas del toreo que no tienen traducción posible y la manera en la que se pretende hacer en Las Vegas, lo demuestra así.

Al parecer, el vacío en los improvisados tendidos es uno de los factores del anunciado desastre. Pero la historia de esas entradas magras no es nueva. Ya en 1965 se había producido un fenómeno similar, cuando en el Centro de Convenciones de la Ciudad del Juego se dieron festejos similares, según lo relató Billie Heller en la revista Toros Magazine, de la que cito lo que sigue:


…la ciudad había sido inundada con publicidad, pero la entrada era decepcionante, cerca de mil 500 personas en la arena de cuatro mil 500 asientos. La explicación sobre la pobre entrada fue que el público y los turistas se quedaron con la idea de que el precio de entrada era de 25 dólares, pero sólo para un área especial en la que se encontraba el alcalde (que fungió como juez de plaza), pero en realidad había localidades desde tres dólares. Otros pensaron que quizá fue demasiado ambicioso programar el festejo del viernes al mismo tiempo en que se presentaban en la misma ciudad artistas como Frank Sinatra y Joe E. Lewis en las arenas, Debbie Reynolds en la Riviera, Donald O' Conner en el Sáhara y las mujeres semidesnudas de los shows en el Dunes, el Tropicana y el Stardust. Los boletos de tres dólares se vendieron casi en su totalidad y la mayor parte de los de 5 y 7 dólares, pero las localidades de 10 y 15 aparecían vacías…


De la relación transcrita, aparece que solo se colmaron las localidades de precio más accesible y vemos que en esta oportunidad, Haces pide cientos de dólares por algunas, lo que me invita a recurrir a la razonada reflexión de Jack Moran, un aficionado estadounidense, a propósito de ese asunto:

…creo que si el dinero estuviera allí, los matadores se presentarían, pero parece que se empiezan a desmoronar las piezas y la paga, salvo que el empresario sea un multimillonario y quiera montar festejos por mera diversión. Necesita obtener ganancias, pero sangrar a la afición del dinero que ha obtenido con trabajo duro, es un mal punto de partida… Los precios de acceso a la plaza deben ser consistentes con los de cualquier corrida, sea en Las Vegas o no y el resto de la papeleta, debe obtenerse de otro tipo de mercadeo como espectáculos previos a la corrida, vídeos, etc.… Nadie conoce a los toreros españoles de hoy en los Estados Unidos. Después de Manolete, el matador más famoso aquí era Manuel Benítez ‘El Cordobés’… El promotor debe reeducar al público americano en los gozos de la fiesta, meter más gente a la plaza haciendo accesibles los precios y no poniéndolos solamente al alcance de aquellos que tienen abultadas las billeteras…



Como se ve, el asunto de Las Vegas, ni hace 45 años, ni ahora va a dejar más lustre a los participantes en él. Quizás, expresado en pesos y centavos, les aparezca atractivo en primera instancia, pero en el fondo, nada aporta a su historia personal y taurina, y siempre estará sujeto al azaroso expediente de que lo ofrecido resulte atractivo a quienes deben pagar el acceso al espectáculo. Si eso falla, como sucedió en este caso, probablemente falle todo

Lo que sí resultó de todo esto, fue un nuevo petardo de Pedro Haces, quién resultó en los hechos ser el don Bull Shit del que hablaba en otro espacio de esta misma bitácora, porque su gran temporada, parece ser que solo quedará como una desgraciada anécdota y como una más de las soflamas o habladurías de ese singular y nefando personaje.


Edito: Casi un par de días después de haber publicado esta reflexión (es lunes 21 de septiembre por la noche aquí), llega a mi conocimiento una información que me proporciona el amigo Jim Verner, en el sentido de que la caída del asunto este, se debió a que Pedro Haces no depositó en tiempo y forma los anticipos convenidos a los toreros. Esta es evidentemente una constante en su proceder y la fama que lo precede.

Las fotografías que ilustran esta entrada son obra de Roadsidepictures y están protegidas por una licencia Creative Commons.

domingo, 13 de septiembre de 2009

El Imposible

Resulta difícil pensar que un torero pueda sacar la cabeza más de tres lustros después de su presentación como novillero. Ese es el caso de El Imposible, que en el Jueves Taurino del 16 de junio de 1945, se presentara en El Toreo de la Colonia Condesa, anunciado como Carlos Moreno y que apareciera quince años después como Antonio Campos (su nombre completo era Carlos Antonio Campos Moreno), ejecutando un muletazo que se describía como imposible de realizar y de allí tomó su nombre artístico, El Imposible.

El muletazo imposible, que consiste en dar una serie de giros con el toro arrancado, para quedar en posición de rematar con una arrucina (vean la composición fotográfica de abajo), es lo que le convierte, con Felipe Rosas, Jaime Rangel y Víctor Huerta, en el sostén de la temporada novilleril capitalina de 1960. Así, contra todos los augurios, el torero que década y media antes había sido desahuciado por la afición y por la crítica al dejarse ir un bravo novillo de Milpillas, ahora estaba en la cresta de la ola.

Recibe la alternativa en Tijuana el 18 de junio de 1961, siendo su padrino Jesús Córdoba y fungiendo como testigo Raúl García, con toros de Javier Garfias y aunque no logra un triunfo rotundo esa tarde, se abre las puertas de las plazas de la zona fronteriza con los Estados Unidos, en una época en la que Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Nogales sumaban cada una alrededor de una treintena de festejos al año, haciéndose un gran cartel en ellas.

Marcha a España el siguiente calendario y suma 14 fechas, convirtiéndose en un ídolo en Barcelona, donde actúa en ocho de sus corridas de ese año. Confirmará su alternativa en Madrid el 12 de mayo de 1963, de manos de Pedrés y llevando de testigo a Andrés Vázquez, con el anticipo artístico de don Rafael Peralta, que lidió un novillo de Antonio Pérez de San Fernando. Los toros de la terna de a pié, fueron de Carlos Núñez. Esa tarde la saldó con una vuelta al ruedo. La opinión de Antonio Díaz Cañabate en el diario ABC de Madrid sobre esa tarde es la siguiente:

…El “Imposible”, en el toro de la confirmación de su alternativa, después de brindar, anunció que iba a dar el pase al cual debe, según parece, su apodo. El pase imposible. Yo ya se lo había visto el año pasado, creo que en Santander. Desde luego es un pase perfectamente posible, porque no es un pase, es un paso de baile taurino. Por mí puede el baile continuar. A mí no me molestan los adornos en su momento, al contrario, me parecen precisos, en su momento, repitoy repetiré. ¿Y es el momento la iniciación de una faena? Pues ¿por qué no? Ahora bien, ya está hecho posible lo imposible. A torear se ha dicho. A torear en serio, que es a lo que estamos. El toreo cómico lo agotaron Charlot, Llapisera y su Botones y unas cuantas “inas” y ridiculeces que privaron durante un tiempo, que ya creemos superado y que estaremos alerta para que no se reproduzca. Adornos sí, pero no como base de una faena…




La presentación de El Imposible en Barcelona, 5 de julio de 1962



Repetirá en Las Ventas el día de San Isidro, cuando compartiendo el cartel con don Ángel Peralta, que se enfrentó a un novillo de Javier Molina y compartiendo terna con Fermín Murillo y Mondeño. Ese día le cortó una oreja al tercero de la tarde, primero del lote de Fermín Bohórquez que sorteó y al que logró pegarle el muletazo de su creación. De nuevo recurro al exigente testimonio de Díaz Cañabate, sobre ese momento particular:

…El tercero toma la primera vara de largo. La segunda, corrida. No tiene mucha fuerza. El presidente lo cambia. A la muleta llega tardo, pero cuando embiste es aquello que llamaban antes los revisteros una perita en dulce. ¡Qué bien se la comió “El Imposible”! No intentó ninguna tontería. No se embarulló. Toreó sereno, sin hacer caso del aire, que soplaba para todo el mundo y parecía que no soplaba para él. Me gustó “El Imposible”. Faena con temple y con mando. Faena a tono (con buen tono) de la perita en dulce, confitura que a muchos toreros se les indigesta. Sobresalieron tres pases iniciales con la derecha realmente excelentes. Un pinchazo y, entrando bien, una estocada. Una oreja…



Al final de esa campaña sumó solamente nueve fechas en ruedos ibéricos, a causa de los percances que sufrió en Málaga, Plascencia, Palma de Mallorca y en San Sebastián. La de Málaga, del 14 de abril, fue muy extensa, según se deduce del parte facultativo:

…Durante la lidia del sexto toro, ha ingresado en la enfermería de esta plaza el diestro mejicano Antonio Campos «El Imposible», que presenta herida por asta de toro en la región glútea inferior, con dos trayectorias, una ascendente, que diseca ambos glúteos, alcanzando hasta el trocánter mayor; y otra descendente, que dislacera el músculo bíceps hasta su inserción en el fémur. Pronóstico, grave. Doctor Abrines…



Un ídolo en Barcelona, 8 tardes en una temporada



Confirmará su alternativa en México el 9 de febrero de 1964, cuando Calesero le cede a Soldadito de Tequisquiapan en presencia de Diego Puerta, que esa tarde tuvo una cumbre al cortar las dos orejas de Rastrojero.

La pirotecnia de su manera de hacer el toreo, anima a las empresas a incluirlo entre los toreros que se integrarán a la campaña que hacía en México El Cordobés y logra actuar en varias tardes junto a él, destacando la del 19 de febrero de 1964, en Aguascalientes, cuando se le va por delante a Manuel Benítez, cortándole el rabo a uno de los toros de Santacilia que le tocaron en suerte.

Sin embargo, tiene que reducir su actividad, pues la enfermedad que al final terminaría su existencia ya le comenzaba a causar molestias que interferían con su actividad profesional y así, después del triunfo hidrocálido, vuelve a la México el 1º de marzo y torea su última corrida en Puebla, el 15 de ese mismo mes, mano a mano con Joselito Huerta, en la lidia de toros de Zotoluca y Santa Marta.

Un cáncer hepático logró lo que otras circunstancias adversas no pudieron; quitar de torero a El Imposible, quien a partir de una férrea voluntad y la decisión de querer ser alguien en los ruedos, resurgió de su propio fracaso. Falleció en la Ciudad de México el 28 de diciembre de 1964, justo cuando empezaba a ver los frutos de su dedicación.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Sidney Franklin, más allá del exotismo

Siempre nos resultará complicado en algún grado, el admitir que alguien que no tenga raíces hispanas evidentes pueda comprender en una medida importante esto de la fiesta. Ahora que si se trata ya no nada más de entender lo que es, sino de entrar al terreno de los hechos, con dificultad se admite que puedan pasar de algo más de pintoresquismos, como lo hace Pérez Lugín en Currito de la Cruz al referirse, por voz de alguno de sus personajes, a las corridas landesas, como de saltimbanquis.

Entonces, un torero estadounidense resultaría, en esa lógica, pintoresco y no más, aunque creo que en el caso de Sidney Franklin, el darle ese exclusivo calificativo sería altamente injusto. Nacido en Brooklyn, Nueva York el año de 1903, es hijo de inmigrantes judíos – rusos, lo que motivó que en algunos ambientes de su tierra natal, se le llamara con cierto despecho El Torero de la Torah, además de todo, los Frumkin (ese era su apellido original), eran practicantes de su religión.

Hoy se proponen, con bombo y platillo, parodias de festejos taurinos como manera de difundir los valores de la fiesta en los Estados Unidos. En 1931 Sidney Franklin, Matador de Toros, hizo lo propio ante sus paisanos y sin necesidad de toda la parafernalia que hoy se articula. Transcribo en integridad una carta de J.M. Coll, aparecida bajo el título de Tauromaquia Americana en la página 29 del diario barcelonés La Vanguardia del 17 de mayo de 1931, en la que refiere al director del diario, la impresión que causó la presentación del primer matador de toros estadounidense, en un teatro de Nueva York:

Sidney Franklin, el torero yanqui, que la afición española recordará seguramente, dio anoche una conferencia en el «Selwyn Theatre», de la Calle 42, acerba de la llamada nuestra Fiesta Nacional. La velada resultó un lasco, al menos pecuniariamente hablando, pues en el local había escasamente media entrada cuando Franklin apareció en las tablas, a pesar de que la butaca valía sólo dólar y medio, lo que aquí se puede decir" un precio verdaderamente popular.

En las puertas del teatro se fijaron llamativos carteles, con la fotografía del «Niño de Brooklyn» en traje de luces, proclamando que era el mejor «toreador» de España (!), que iba a hacer una demostración al natural de lo que es el noble arte y otras cosas más para atraer público, «bluff» de puro gusto americano que me hizo prejuzgar con escepticismo la seriedad del espectáculo anunciado.

Temíame, francamente, una españolada más, una de las muchas que comúnmente se dan en el extranjero y que, como es de suponer, nada dicen en nuestro favor ni en el de nuestras costumbres de personas civilizadas; pero me equivoqué de lleno.

El «bullfighter», rubio y alto, genuino tipo anglosajón, limitóse a narrar con sencillez, más bien con ingenuidad, su vida y milagros, desde que inició su carrera en el arte del toreo en Méjico hasta que hizo su debut en Sevilla, en donde, según dijo, fue sacado en hombros de la plaza, y silenciando posteriores actuaciones en otras localidades en las que creo no estuvo tan afortunado.

Franklin, modesto y frío al principio, vistiendo impecable «smoking» durante la parte teórica, tornóse más y más jactancioso, cobrando bríos, al llegar a la práctica, cuando vistió un flamante traje de luces color de oro… Sintiendo entonces correr por sus arterias la sangre torera que el chico de Brooklyn, cual un oriundo de Triana debe poseer, empezó a exhibir su garboso estilo de maestro, con pases estupendos y maravillosos adornos de capa ante un cornúpeto imaginario, que sólo él veía. De haber realizado semejante «faena» en un redondel, y con toro, los «oles» que hubiera arrancado hubieran sido ensordecedores, y se le hubieran otorgado de seguro las dos orejas y el rabo; pero en un teatro neoyorquino nada de esto puede esperarse. Reinaba allí un silencio de convento, interrumpido solamente por el ruido seco de la capa de raso bajo la hábil mano del torero que le imprimía los clásicos adornos componentes de un arte que el público yanqui, indiferente, no comprendía ni comprenderá jamás.

Proyectó luego algunas vistas fijas — instantáneas de él — tomadas durante su «tournée» por la Península, en las cuales, a decir verdad, no lucía ya tan castizo como en el escenario.

Sidney Franklin se propone visitar — según dijo al final de su disertación — varias ciudades de los Estados Unidos y hacer las mismas exhibiciones que efectuara anoche en Nueva York. Su relato y hasta sus verónicas y molinetes no convencerán con toda seguridad a los americanos, pero sí disiparán erróneas ideas que predominan en el extranjero sobre el toreo; pues este yanqui-matador dice mucho del arte y nada de la supuesta crueldad de la corrida. Su labor resulta, por lo tanto, meritoria y hasta simpática, puesto que ella, a su vez, nos hace simpáticos a los ojos de los súbditos del Tío Sam, quienes hasta ahora puede decirse que casi nos tenían por bárbaros o sanguinarios vándalos, mientras ellos desde hace tanto tiempo vienen practicando el boxeo y el fútbol americano, o los cowboys del Oeste celebran torneos, mucho más terribles que el toreo que predica, su compatriota.

Al terminar, unas «palmas», frías y escasas, de mera cortesía, premiaron la faena del conferenciante; pero si, andando el tiempo, volviese éste a España — de lo que no habló — los buenos aficionados le deben por ella una ovación, una gran ovación y un flamenco «ole tu mare» que se oiga desde Nueva York. ¡Sidney Franklin se lo mereció anoche y no hubo quien se lo gritara!


Franklin afirma en su autobiografía, A Bullfighter from Brooklyn, que en México aprendió a torear en la ganadería de Xajay y que su mentor fue nada menos que el Califa de León, Rodolfo Gaona. Se presentó en El Toreo de la Ciudad de México el 27 de julio de 1924, donde hizo su presentación en uno de esos curiosos festejos a plaza partida, en el que alternando con Porfirio Magaña, Gabino Paredes y Manuel Rodríguez Pepete Chico (así lo relaciona Guillermo Ernesto Padilla), dan cuenta de un muy difícil encierro de Cazadero.

Luego marcha a España. Muy en el american way, inicia una campaña de difusión en los medios de entonces y así, desde finales de 1928 se observan en los diarios madrileños gacetillas en las que se anuncia que el torero neoyorkino hará campaña en los ruedos hispanos. Inicia el año de 1929 en Sevilla el 9 de junio, alternando con Camará II y Echevarría en la lidia de novillos de don José Rufino Moreno Santamaría con buena aceptación. El debut en Madrid será el día de Santiago con Maera II y Manolo Agüero, en la lidia de novillos de Eduardo Pagés, antes Francisco Molina, antes Urcola.




De esa tarde, el cronista del ABC de Madrid, Eduardo Palacio, recoge lo siguiente:

Presentación de un torero norteamericano. Al conjuro de tan extraño suceso, se llenó hasta el tejado la plaza de Madrid. Sidney Franklin, acompañado de Maera y de Manolo Agüero, iba a presentarse ante el público de la corte, tras una actuación, ni brillante, ni vulgar, en el coso donostiarra… En Méjico y en sus Estados más importantes, ha toreado Sidney Franklin varias corridas, muchas, las suficientes para aprender a manejar con la soltura que lo hace el capote y no ignorar algunas de las defensas que puede proporcionar la franela… Con la capa escuchó muchas palmas el torero norteamericano, que llegó a lancear hasta por chicuelinas, claro es, que traducidas al inglés, o sea, sin la gracia y el arte de su inventor, Manuel Jiménez. Se distancia mucho Franklin toreando de muleta y el mismo defecto apunta al tirarse a matar… No obstante, despachó su primer toro de una buena estocada, dando el norteamericano la vuelta al ruedo entre una cariñosa ovación…

De vuelta en México, recibe la alternativa en la fronteriza ciudad de Nuevo Laredo. Esto ocurrió el 22 de febrero de 1931. Los toros fueron de Xajay y el padrino, Marcial Lalanda y a partir de allí se diluye un poco la presencia del Torero de Brooklyn, que vuelve a cobrar notoriedad cuando se le anuncia para ser alternativado de nueva cuenta – no tengo noticias de que haya renunciado a la alternativa de Nuevo Laredo, lo que convertiría realmente ésta en una confirmación – en Madrid, el 18 de julio de 1945, en cartel integrado por el caballero en plaza Álvaro Domecq, que enfrentaría un toro de Benítez Cubero y los diestros Luis Gómez Estudiante y Emiliano de la Casa Morenito de Talavera. El toro de la ceremonia fue Tallealto, de Sánchez Fabrés, como todos los que correspondieron a la terna.

Giraldillo, en la crónica aparecida en el diario ABC de Madrid del día siguiente al festejo, dice lo siguiente:

…Sexto. El mejor presentado de la corrida… Cuatro varas, dos pares de banderillas. Franklin brinda al público. Comienza con mucha voluntad. Hace lo que puede e incluso tira del repertorio florido, saliéndonos por manoletinas y molinetes. Dos buenas estocadas y descabella a pulso. (Hay una ovación y algunos piden la oreja, aunque no muy en serio.) Los muchachos se echan al ruedo y pasean a hombros al torero americano… Aparte de la actuación del Sr. Domecq, que tuvo una actuación brillante, tal como de su jerarquía artística era de esperar, la corrida no tuvo relieve… Sidney Franklin… es ya un veterano. Cuando estaba ya casi olvidado del público que hace ya años le recibió con curiosidad, he aquí que el bueno de Sidney se nos presenta con su intrepidez de deportista… se ha empeñado en ser torero… pero el toreo no tiene traducción posible… solo cabe en el habla española en que nació…

Sus últimas actuaciones son en el año de 1959 y resultan en dos festejos mixtos al lado de su discípulo Baron Clements - también estadounidense - resultando herido en el del 3 de mayo, en Ciudad Juárez y culmina el año el 30 de agosto en Tijuana, dando la alternativa al nombrado Baron Clements, en presencia de Jaime Bolaños y Eliseo El Charro Gómez. Ese día los toros fueron de Javier Garfias (7) y uno de Las Huertas. El segundo de la tarde mandó a la enfermería a Sidney, que además vio a su toro regresar vivo a los corrales tras los preceptivos tres avisos. Esta sería la despedida no anunciada del diestro neoyorkino.

No obstante que es considerado por muchos como una especie de advenedizo al toreo, tuvo y tiene sus admiradores. De hecho, Jorge Laverón señala en su colaboración al diario El País de Madrid del día 9 de junio de 2007 lo siguiente:

Toreros de habla inglesa. Sidney Franklin, norteamericano, fue el primer torero de habla inglesa. Tomó la alternativa en Las Ventas de Madrid el 18 de junio de 1945. Su padrino, Luis Gómez El Estudiante, aquel elegante torero de Alcalá de Henares. Testigo de la ceremonia, Emiliano de la Casa, Morenito de Talavera. La marisquería Sidney, en la calle de Francisco Silvela, próxima a la plaza de Manuel Becerra, luce en honor del torero…





Como podemos ver, la defensa y la difusión de la fiesta de los toros se puede hacer desde muchas vertientes, una de ellas es delante del ruedo y frente al toro, en serio, sin parodiar lo que en realidad es la fiesta de los toros. Al parecer y dentro de su particular óptica, Sidney Franklin lo hizo y en los principales ruedos del mundo y eso es algo que luego, se nos dificulta reconocer.

El Torero de Brooklyn murió en Nueva York, en mayo de 1976 a los 72 años de edad.