lunes, 24 de noviembre de 2008

Hoy hace 34 años (y II)

En la segunda corrida de lo que podríamos llamar la feria de la inauguración de la plaza de toros Monumental Aguascalientes, el inolvidable Guillermo Cabezón González confeccionó un cartel de los que después se dio en llamar de banderilleros, en el que actuaron Jesús Solórzano, Antonio Lomelín y Manolo Arruza, para lidiar toros del ingeniero Mariano Ramírez.

El primero de la tarde fue bautizado como Pinocho, seguramente en honor del que fuera subalterno y en ese entonces apoderado de toreros, Manuel González, así apodado, que llevaba gran amistad con el ganadero. El encuentro de Solórzano y Pinocho nos lo recuerda la crónica de don Jesús Gómez Medina, publicada en el diario El Sol del Centro del día 25 de noviembre de aquellas calendas, bajo el título Con el estupendo Pinocho, Solórzano bordó el toreo:

Y en la palestra del nuevo coso se produjo “el milagro de la verónica” como si, al torear de capa, Chucho Solórzano fuese repitiendo el soneto de Xavier Sorondo:

“Los brazos pordioseros, como péndulo doble, arrastran por la arena la comba del percal...”

Un vibrante escalofrío barrió los tendidos, sacudidos por el flamazo de la emoción más noble que pueda depararnos la fiesta brava: La emoción del arte; mientras Solórzano concluía los lances antológicos con un recorte señorial.

¡Admirable conjunción aquella! El toro, prototipo de bravura y buen estilo y el torero, dechado de calidad y de arte. Y si “Pinocho” aportó nuevos lauros a la triunfadora vacada del Ing. Mariano Ramírez, Chucho por su parte, ilustró con nuevas hazañas los blasones de la afamada dinastía moreliana...

A la elegancia, al aplomo y al buen gusto para realizar las suertes añádase la variedad, que no parecía sino que, al torear de muleta, Solórzano tenía por norte el poema de Gerardo Diego “Oda a la Diversidad del Toreo”. En esta forma, en lugar de los trasteos a golpe cantado, asistíamos al gozoso espectáculo de un Solórzano que, sin desviarse de la norma clásica, con los naturales cadenciosos, apretados, de genuina estirpe rondeña; y al lado de los derechazos pausados, ceñidos, la mano baja y la pierna contraria al frente, intercalaba los de trinchera, los firmazos, el afarolado y los molinetes, de los que hubo uno, girando lentamente ante la propia cara del burel, que hubiese firmado Belmonte. Filigranas éstas de la mejor calidad y del gusto más exquisito que, lejos de restarle hondura a la faena – ¡A la gran faena! – le infundieron mayor brillantez a la manera que una rica pedrería embellece una joya forjada con oro de la mejor ley.

A un tiempo, sepultó Chucho todo el acero ligeramente trasero. Rehusábase “Pinocho” a doblar y para conseguirlo, su matador apeló a un recurso de vieja ejecutoria: Extrajo la espada y, corriéndola hasta el cerviguillo, descabelló al segundo intento, a cambio de verse achuchado y sufrir un varetazo. Ovación estruendosa. Las dos orejas y el rabo de “Pinocho”, el nobilísimo ejemplar para cuyos despojos ordenose, con toda justificación, el arrastre lento.

Y con los apéndices y la doble vuelta al ruedo, Chucho Solórzano recibió de nuevo la pleitesía de un público, que una vez más, supo rendirse ante la manifestación de la más noble expresión de la fiesta: La del toreo – arte…

Así pues, con esta actuación del hijo del Rey del Temple, se precisaron dos importantes efemérides de la recién inaugurada plaza Monumental Aguascalientes: las del primer rabo otorgado en su albero y el primer toro premiado con el arrastre lento, el nobilísimo Pinocho del ingeniero Mariano Ramírez.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Hoy hace 34 años

La construcción de la Plaza Monumental Aguascalientes se inició en marzo de 1974, sobre el lecho del Arroyo del Cedazo, quedando lista pues, – más no totalmente terminada – para su estreno en un período de ocho meses. Los materiales utilizados para su edificación, fueron concreto y acero, y su cupo al ser inaugurada era de nueve mil espectadores, repartidos en ocho filas de barreras, trece filas de tendidos generales y palcos de contrabarrera.

El acto protocolario de inauguración se llevó a cabo a las doce horas del 23 de noviembre de 1974, por parte del entonces Gobernador Dr. Francisco Guel Jiménez, quien después de la explicación de las características técnicas del inmueble y de la intervención del Ing. Jorge López Yáñez El Vago, a nombre de la afición local, declaró inaugurada la plaza de toros Monumental Aguascalientes, que ese es su nombre oficial, develando la placa alusiva al fasto.

Una hora después, pues el protocolo político de la época así lo exigía, Monseñor Salvador Quezada Limón, Obispo de la Diócesis de Aguascalientes bendijo las instalaciones y presidió la celebración eucarística en los bajos del tendido de sombra, pues en ese momento la capilla del coso aún no estaba concluida, como tampoco lo estaban muchas otras de sus dependencias.

Ya en lo taurino, decía don Jesús Gómez Medina en su nota publicada en El Sol del Centro de hace treinta y cuatro años:

La afición espera con expectación la alternativa del nuevo espada, a quien por cierto, para estar a tono con la significación de la fecha, le tocará lidiar a Hidrocálido, el toro de Torrecilla, que será el de su doctorado, y que será lidiado en primer término en honor de la ciudad, de su nueva plaza y de Fermincito.

A las cinco de la tarde se abrió la puerta de cuadrillas y partieron plaza Manolo Martínez, Eloy Cavazos y Fermín Espinosa Armillita, quienes darían cuenta de un encierro de Torrecilla. El primer toro que saltó a la arena fue el ya referido Hidrocálido, número 58, negro bragado y el primer capotazo en la brega lo recibió de Alfredo Prado. Los primeros lances a la verónica y la consiguiente ovación fue para el toricantano Fermín Espinosa. A Isabel Prado le correspondió aplicar la primera vara y fue el propio Fermín quien se encargó de colocar el primer par de banderillas.

Huelga decir que el primer torero alternativado en la plaza fue el hijo del Maestro de Saltillo y es a Manolo Martínez a quien correspondió el cortar la primera oreja que se otorgó en la nueva plaza al toro Doctor, primero de su lote.

El primer rabo otorgado en el nuevo albero, fue para Jesús Solórzano hijo, al día siguiente de la inauguración al toro Pinocho, del Ing. Mariano Ramírez, primero de esa tarde, que resultó ser también el primer toro premiado con el arrastre lento en el nuevo redondel.

Aquí una memoria gráfica de esos acontecimientos:


El programa general de la apertura del nuevo coso


El programa de la ceremonia inaugural


Monseñor Quezada y El Volcán de Aguascalientes en la primera vuelta al ruedo


Una entrada de la tarde inaugural


Se abrió la puerta de cuadrillas


La primera alternativa

jueves, 20 de noviembre de 2008

Sánchez Mejías en Aguascalientes

Pensarán Ustedes que nada original tengo para decir, pues de nueva cuenta recurro a la biblioteca para ocupar un espacio – largo contra los consejos de los amigos – en esta bitácora, pero creo que esta otra anécdota lo vale, sobre todo, partiendo del hecho de que en estos días se reivindica la importancia que para la Historia de la Fiesta ha tenido la figura de Ignacio Sánchez Mejías.

Nuestra Plaza de Toros San Marcos cumplió cien años el 24 de abril de 1996 y en dicho coso han actuado las principales figuras de la torería de su tránsito histórico, salvo los casos en el Siglo XX de Joselito, Domingo Ortega y Antonio Mejías Bienvenida y de los actuales, solamente Enrique Ponce.

Luis Efrén de la Torre Aguilar, El-Hombre-que-no-cree-en-nada, nació en Aguascalientes en 1889 y fue colaborador de las más serias publicaciones que sobre toros se han hecho en México, como El Universal Taurino, Toros y Deportes, La Lidia, El Ruedo, La Fiesta y El Redondel. Su comentario en torno a la presencia de Ignacio Sánchez Mejías en nuestra Ciudad lo publicó su sobrino Jesús Antonio de la Torre Rangel primeramente en el número 91 de la revista Crisol, correspondiente al 21 de abril de 1997 y posteriormente en este año 2008, como parte del libro Aguascalientes 1900: toros y sociedad y otros escritos taurinos (ICA - PACMYC, 2008, Págs. 95 - 116), en un extenso capítulo dedicado precisamente a la obra de este importante escritor taurino, que en su época de estudiante, fuera condiscípulo de Ramón López Velarde, uno de los grandes poetas mexicanos del entresiglos del XIX y el XX.

La anécdota en cuestión es la siguiente:

Ante los triunfos alcanzados en la competencia Gaona - Sánchez Mejías durante la temporada capitalina 1920 - 1921, la empresa encargada de los festejos para la feria primaveral del segundo de los años citados, no vaciló en ajustar a estos dos notables lidiadores, firmando contrato con Sánchez Mejías para tres corridas que deberían verificarse los días 21, 24 y 25 de abril, y con Gaona para las dos últimas. Como un detalle de como se las gastaba nuestro Petronio del toreo, voy a intentar dar una idea de lo acontecido en los fracasados festejos que significaron para la inexperta empresa una pérdida de varios miles de pesos.

Queda dicho ya que Sánchez Mejías debería torear las tres corridas, alternando con Rodolfo en las dos últimas para las que había sido contratado; pero la cándida empresa pasó por alto una cláusula del contrato de Gaona en que se hacía constar que el torearía con quien quisiera. La primera corrida se verificó toreándola Ignacio con Zapaterito, habiendo alcanzado triunfo clamoroso el sevillano, no obstante que la entrada fue tan insignificante por haberse llevado a cabo en día laborable. Tan mala fue la entrada que Mejías, al brindar el primer toro, dirigiéndose a la presidencia (Doctor Rafael de la Torre) y a un grupo de aficionados aguascalentenses que habíamos ido desde esta Capital a presenciar las corridas dijo: “Brindo por usted, por este público que, aunque escaso, es muy selecto”.

Para el segundo festejo se anunció como estaba prevenido, el mano a mano Gaona - Mejías, sorprendiéndose la afición el día de la corrida con la circulación de nuevos programas conteniendo la novedad de un cambio radical en el cartel: Sánchez Mejías sería sustituido por Carlos Lombardini en atención (esto no lo rezaban los programas) a la famosa cláusula de imposición. Mejías alegó insistentemente su compromiso y absoluto derecho para tomar parte en la lidia de esa tarde; Gaona se impuso y hubo de recurrirse a la intervención de las autoridades, inclusive la del señor don Rafael Arellano, Gobernador del Estado, para hacer desistir a Sánchez Mejías de su decisión de presentarse en la plaza vestido de luces a la hora de la corrida, llegándose por fin a hacer uso de la fuerza armada para que impidiera aquella justa determinación, lo que se logró gracias a la intervención de los señores Madrazo, propietarios de la ganadería de La Punta, quienes se llevaron a Ignacio a su finca poco antes de que empezara el festejo.

La corrida resultó un verdadero desastre. Lombardini fue cogido al intentar banderillear a su primer enemigo y Gaona, a quien correspondía cargar con el peso del encierro, hizo una de las suyas, fracasando rotundamente.


Este es el testimonio de El-hombre-que-no-cree-en-nada, que nos revela por un lado la presencia de Ignacio en estas tierras y por el otro, confirma la animadversión que se guardaban Gaona y él, llevada a extremos tales por el Califa de León, que le llevó a modificar un cartel previamente anunciado, con tal de no encontrarse con él.

Respecto de esta tarde, decía don Arturo Muñoz La Chicha, banderillero de esta tierra, que cuando le reclamaban a Gaona su mala actuación ese 24 de abril, respondió a sus interpelantes: si quieren verme bien, vayan a México, allá es dónde…

El cartel que anuncia el documental Ignacio Sánchez Mejías. Más allá del toreo, es obra de Claqueta

martes, 18 de noviembre de 2008

Otra amenaza de picota

Parece ser que otra plaza de toros cederá su espacio a un hipermercado. Es en la ciudad de Sombrerete, en el Estado de Zacatecas, donde un escenario taurino será derruido para dejar su sitio un centro comercial. El diario El Siglo de Durango lo consigna así en su edición de este 18 de noviembre.


La nota completa aquí.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Sismo y estatua


Vuelvo a distraer su atención más pronto de lo pensado, pero el pasado jueves 14 de noviembre Lorenzo Garza hubiera cumplido cien años de edad. Muchas y muy buenas cosas se han escrito acerca de su trayectoria en los ruedos, que fue triunfal en México y en España. Hoy, como recuerdo del gran torero que ha sido, traigo a este espacio esta anécdota, narrada por el propio Magnífico y recuperada por José Pagés Rebollar en su libro Los Machos de los Toreros, una colección de entrevistas biográficas a figuras del toreo publicado en el año de 1978 – tuvo dos ediciones en ese calendario – , e ilustrado por los caricaturistas de la revista Siempre!, Ernesto García Cabral, Rafael Freyre y Carreño, dirigida en ese entonces por su padre, José Pagés Llergo. La narración del suceso que dibuja con claridad al diestro regiomontano es la siguiente:



…sucedió que Armillita (un torero extraordinario) y yo fuimos contratados para un mano a mano un día primero del año allá en Guadalajara. 


Una vez en Guadalajara llego al hotel, me baño, me afeito muy bien, porque tenía invitación para esperar la entrada del año. Como nunca me había puesto un frac, lo primero que pensé fue: “Ahora sí voy a ponerme este traje”. Y me lo puse. Bien vestido de frac, con abrigo y pañoleta recibí un llamado del ganadero González Lugo quien me dijo: “Vente Lorenzo, aquí el ambiente está precioso”. 

Llegué a la reunión pero cuando iba subiendo las escaleras iba sintiéndome un poco cohibido, como diciendo: “Caray, no iré a hacer el ridículo como vengo vestido?”, y lo pensaba pese a que sabía lo bien vestido que iba. 

Ahora, si era el momento oportuno no lo sabía. Entonces, mandé llamar a González Lugo con un camarero y lo primero que le dije fue: “Oye, ¿cómo me veo?” “Vienes hecho un señor”, me dijo, y yo le respondí que tenía miedo, que procurara traerme un poquito de brandy para cobrar aplomo. 

Total, me trajo medio vaso de whisky que bebí directo. Cinco minutos después reaccioné y dije: “Ahora sí entro”. Aquello parecía de momento el paseo en la puerta de cuadrillas, porque llego, las gentes suspenden momentáneamente el baile, la música hace un toque de atención y me anuncian: ¡Un detalle preciosísimo de los que había en ese baile!... 

En fin, cuando menos lo vi ya eran las 4 de la mañana, concluía el baile y uno de mis amigos me propuso ir a “El Patio”, lugar muy similar a “El Patio” de la ciudad de México. 

¡Vamos!, dije. y allí estuvimos felices hasta que el sol salió y de allí me dicen: “¡Vámonos al Club de Golf!”. 


¡Vamos!, repuse, aún sin recordar que yo toreaba ese día y, total, daban ya las 3 de la tarde cuando el mozo de estoques, desesperado, me localizó y me dijo: “Matador, que hay que irse a torear”. 

“¡Usted no se preocupe! le contesté confiado y nos fuimos al hotel, me di un baño de agua bien fría, empecé a afeitarme, pero tina vez pasada la impresión del baño helado comencé a sentirme un poco deprimido pues ya se me estaba bajando ese fuego interior que traía por lo que dije al mozo de espadas: “Por favor, vaya usted al bar y tráigame un medio vaso de brandy... 

El mozo de espadas, por cuidarme, trajo tan sólo un traguito y yo le decía: “No. hombre, tráigame usted medio vaso”, pero uno de los amigos que me había invitado al Club de Golf me dijo que no pasara cuidados, que ellos llevarían una coca colas sin nada de coca cola y rellenas de brandy. 

Ya el clarín anunciaba el paseíllo en la Plaza y yo aún me encontraba en el hotel. Cuando se escuchaba la cuarta llamada entré al coso y entré mal pero con una ventaja: Yo nunca he perdido sentido de lo que hago, con copas o sin ellas. 

Estando en el callejón, el hermanito de Armillita se “movilizó” y me trajo Sal de Uvas Picot. Yo, sencillamente, le dije: “¿Qué quieres, chaval, que en el ruedo me duela el estómago? Anda ve y tráeme brandy que es lo que a ml me hace falta...” 

Entonces, a una distancia no muy grande, oigo la voz de Armillita que decía que yo no estaba en condiciones de salir al ruedo, que él mataba los seis toros, y como yo lo alcancé a escuchar para mí eso fue una ofensa por lo que le repuse: “Eso te voy a dar de ventaja, que tú no sirves ni para abrocharme los moños de las zapatillas...” 

En fin, hicimos el paseíllo y la gente de Sombra me veía y yo me decía que, total, esos me habían visto en el Club pero la gente de Sol no, y dentro de mi “cuete” me percaté de que mi compromiso era con ellos y me fui allá y les eché mi capote de paseo. 

Bueno, pues Armillita salió prendido, con un amor propio y con un celo extraordinario, y molestísimo por lo que yo le habla dicho. 

Salió el primer toro. Armillita, entusiasmado por el “pique”, comenzó a recibirlo con “Farolas” poniendo las dos rodillas en tierra ¡una verdadera locura para la gente! 

Viendo como estaban las cosas me fui hacia a mi amigo: “¡Dame un sorbo de coca cola!, precisamente cuando el animal recibía el segundo puyazo y era un toro de Atenco, ¡no se me puede olvidar!, y me tocaba a mi hacer el quite y allá voy gritando entusiasmado ¡Aaaja, Aaaja toro!, y la bestia se me “arranca” y que le pego un lance rodilla en tierra, ¡Dios mío!, sólo que cuando que cuando le quise pegar el segundo se me dobló la otra por lo que me quedé con las dos y el toro me repitió y que le pego el siguiente lance con las dos rodillas en tierra, y el otro, y ya en el tercero remato pues ya le había gritado a uno de los banderilleros para que tocara el toro ya, al rematar, con la mano en la arena, para levantarme, con gran sorpresa pues el aire se oscureció porque cerca de cien sombreros venían hacia mí, volando. 

Le diré, Pepe, lo único que se me vino a la mente fue un pensamiento: “Jesús, si no me puedo ni parar”. 

Pero la historia no quedó allí, Armillita cortó dos orejas; salió el toro mío y yo estuve discreto. Sale el otro toro de Fermín y también estuvo extraordinario. Entonces había un picador, yucateco para más señas, que a lo lejos exclamó: “¡Ya acabarnos con el Ave de las Tempestades!”. 

Disgustado por lo que había oído, solo alcancé a decirle: “Vas a ver…” y así se desarrolló aquella corrida hasta que maté el sexto toro que venía embistiendo y a mi me llegó una de esa cosas. Uno de esos momentos de inspiración que tienen los artistas, y de repente todo une salía bien. El pase natural de rodillas, los pases girando (que algunos dicen de manoletistas) hasta que entro a matar y le corto las dos orejas y el rabo a la bestia y la gente me saca en hombros. 

Fermín iba al lado caminando. 

Entonces, impulsado por el deseo de desquitarme le dije: “Ya ve usted Fermín, uno no necesita trabajar tanto...” 

La fotografía de Lorenzo Garza es de Reynoso y pertenece a la colección del Dr. Antonio Ramírez González.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

David, cinco años ya...

La fiesta para David representó siempre una forma de vida, en su caso personal fue la forma que él escogió para su realización, por eso siempre procuró ser torero en la vida, en la plaza y en la calle, trayéndonos reminiscencias en pleno siglo XXI de una torería que parecía haber entrado en extinción unas tres o cuatro décadas antes, cuando las cosas de los toros comenzaron a sumergirse en una globalización tropicalizada, en la que los toreros se iban de los ruedos para aprender a hablar inglés – y pensar que cuando a Cagancho se le preguntó si parlaba la lengua de Shakespeare respondió con un rotundo ¡Qué Dios me libre! – o en la que se privilegia el aspecto crematístico, promoviéndose solamente lo que es monetariamente rentable, desdeñando la ilusión y la esperanza de encontrar, en cualquier pueblo de Dios, a la figura que habrá de llevar sobre sus hombros el peso de la fiesta, que sin duda, es una de las más veneradas tradiciones de nuestros pueblos.


Al final fueron el toro y el dinero los que parecieron poner las cosas en su lugar. Una lesión sufrida en un festival en San Miguel de Allende y una pseudo casta empresarial que ciega, no supo aquilatar el revulsivo que la presencia de David en los carteles representaría, convencieron al hijo y nieto de los llamados Juan Silveti de que los días de vestirse de luces para salir a ejercitar un ministerio que implica el jugarse la vida, habían llegado a su fin; aunque ese jugarse la vida se hiciera aprovechando a un toro de una edad e integridad cuestionables, que se realizara después de tergiversar el fondo de la suerte de varas, para tener un colaborador moribundo, que aún así, exudaba el peligro que corría el diestro, más que por las condiciones del toro, por su propia endeblez, pues él era el que estaba siempre a merced del astado.


Para terminar, es el filósofo michoacano, Samuel Ramos, el que me permite robarle una idea para concluir esta reflexión:


Para el artista la vida se cifra en su actividad, o lo que es lo mismo, el arte y la vida son para él la misma cosa. La creación absorbe toda su voluntad, toda su inteligencia, todo su interés, toda su atención, toda su vitalidad. A su servicio está toda la experiencia de la vida, toda su cultura, todo lo que es y todo lo que posee como ser físico y espiritual. La gran obra de arte no admite la entrega parcial, sino la entrega total del ser humano.


Los hechos nos dicen que esa fue la concepción de David Silveti acerca de la vida y del toreo, cuando la posibilidad de brindarse por completo llegó a su fin, resultó que el camino para él también había terminado.


Postdata: No creía que fuera a hacer una entrada nueva tan pronto, pero este aniversario la ameritaba.

martes, 11 de noviembre de 2008

Presentación

El fenómeno de la transmisión de las noticias ha evolucionado dramáticamente en las últimas décadas, transformando a lo que un día fue el inmenso planeta tierra en la aldea global predicha por Mc Luhan.

Hoy en día podemos atestiguar los hechos justo en el momento en que se producen, sea a través de los medios electrónicos tradicionales como la radio y la televisión o por conducto de la Internet, que hace posible la transmisión de voz, datos e imágenes usando una computadora u ordenador personal y que aprovechando las evoluciones de los inventos o descubrimientos de Morse, Marconi y Graham Bell nos han dado la fórmula ideal para sobrellevar el romántico uso de pluma, papel e imprenta para intentar expresar y dar a conocer nuestras ideas sobre algún asunto determinado.

Desde los primeros tiempos, la humanidad ha intentado perpetuar sus vivencias y las que se derivan del ejercicio de la tauromaquia no son excepción y así veremos que se han adaptado las formas de expresión gráfica propias de cada época para legar a la posteridad los sucesos dados en los enfrentamientos del hombre con el toro.

Luis Carmena y Millán ubica el inicio de la relación escrita de las cosas de los toros a la mitad del siglo XVI, precisamente con la narración de los juegos de toros celebrados en Alcalá de Henares, con motivo de la proclamación al trono de España de Felipe II y pronto, al inicio de la siguiente centuria se inicia la participación de notables en las relaciones táuricas, pues se atribuye a Miguel de Cervantes una Relación de los Festejos Celebrados en la Corte de Valladolid, con motivo del nacimiento de quien al paso del tiempo ocuparía el trono español como Felipe IV, integrándose a esa pléyade de firmas notables las de Lope de Vega, Francisco de Quevedo y Juan Ruiz de Alarcón, entre otros.

La reseña taurina como género propio, surge en 1793, cuando en el Diario de Madrid, un aficionado que usó el seudónimo de Curioso, relató los sucesos de la corrida del 20 de junio de ese año, en la que actuaron los rondeños Pedro, José y Antonio Romero, dando cuenta de dieciséis toros, seis por la mañana y diez por la tarde. Las reseñas del Curioso fueron de gran aceptación para la afición de su época.

El siglo XIX representa el inicio de la prensa dedicada en exclusiva a las cuestiones de toros y en la época destacarán escritores de la talla de Aben – Amar, Antonio Peña y Goñi y F. Bleu, resaltando publicaciones como La Lidia, El Mengue y El Mundo, por sus contenidos taurinos. Esta forma de divulgar las cosas de la fiesta no variará en lo sustancial sino hasta la aparición del cine, pues ya se podía ver con movimiento lo sucedido en alguna plaza y el cambio más notable, se dará hasta la comercialización del video, que ti ene ventajas sobre el material cinematográfico por su fidelidad en la reproducción del movimiento. No obstante, la forma escrita, predominante en revistas y periódicos, será la de mayor difusión.

En México se ubica una de las primeras publicaciones taurinas, La Banderilla, en el año de 1871. Gracias a la dedicación y los esfuerzos del doctor Marco Antonio Ramírez Villalón y del bibliófilo Salvador García Bolio, se reeditaron en facsímil los ejemplares existentes de esa publicación en el año de 1996. El Arte de la Lidia, es el segundo en antigüedad, pues aparece en 1884. Ya en el siglo XX, aparecerán El Toreo, La Lidia, La Fiesta, El Universal Taurino, Toros y Deportes, México Taurino y El Redondel entre los más destacados.

En la Internet, ha sido la Gaceta Taurina la primera revista dedicada exclusivamente a los toros. El primer número se publicó en agosto de 1996 y corresponde a un esfuerzo del Centro Cultural Palacio del Arte de Morelia. La dirigió Salvador García Bolio, exclusivamente para los usuarios de la red mundial con la finalidad de enaltecer y preservar lo que la fiesta de toros es. Independientemente de sus contenidos, que son de una altísima calidad y que pueden ser consultados hoy en http://www.bibliotoro.com/gaceta.htm, corresponde a la Gaceta el haber abierto la brecha y demostrar que este medio era viable para los portales, páginas y hoy también para los blogs o bitácoras en los que se discute y difunde el tema de la fiesta.

Por eso puedo afirmar que el Planeta de los Toros que proclamara Díaz Cañabate se ha convertido hoy en La Aldea de Tauro y en ella, quienes tenemos la posibilidad de divulgar la perspectiva de nuestra afición, tenemos la responsabilidad de conservar la objetividad de la información que hacemos pública, pues de esa cualidad depende la supervivencia de la fiesta y de ampliar el horizonte de sus aficionados, orientándolos sobre este inmortal arte. ¡Que Dios reparta suerte!